Espero que disfruten de este viernes. Los invito a leer en mi página algunos cómics. Ingresen en Facebook @filósored para ver contenido de DAL y más cosas.
Protección de Madre
(Rito and Nana)
Nana Astar Deviluke amaba una cosa más que a su marido y eso era evitar actos imprudentes en los chicos. Desde que se casó con su novio, Yuuki Rito, ha podido aprender más sobre todos esos actos bestiales que tanto crítico, pero que ahora ama en secreto.
Había algunas cosas que debía discutir con el comité de disciplina escolar. No todos los actos que llegaron a cometer él y su marido de jóvenes podían ser catalogadas como faltas a la moral. Es cierto, su hermana Momo también participó en muchos, pero desde que ella se fugó con otro hombre que heredó el trono, muy pocas veces quería recordar aquello.
Debía ser cuidadosa al decidir que actos debían ser marcados por el comité sino quería cometer un error como el de su antigua superior.
—Nana, ya vente a dormir—dijo una voz masculina desde la cama que estaba a espaldas de la ex princesa del imperio Deviluke—. Son casi las cuatro de la mañana y estamos en días de descanso— la voz pertenecía a su esposo, Yuuki Rito quien desde hace días veía a su esposa sumergida en los deberes de la escuela como nunca antes lo había hecho.
—No podemos permitir que personas como tú destruyan el ambiente que se ha formado en los últimos años—respondió Nana secamente—, mis hijas irán a una escuela con personas decentes, no con sucias bestias que deseen sus ya desarrollados cuerpos… las odio.
Rito no pudo evitar soltar una pequeña risa. Había olvidado esta parte de su esposa.
—Ellas estarán bien, son tus hijas y estoy seguro de que tendrán buen gusto para pareja que escojan. Digo, al final me escogiste.
—Y por esa razón me preocupo más.
—Eso dolió.
Rito sabía bien que su esposa era alguien a quien había que tratar con cuidado. Se acercó despacio hacia ella con el fin de abrazarla y darle algunos besos en su cuello —Debes regresar a dormir, no es bueno que desveles tantos días, mucho menos que quieras abarcar más de lo que podemos como padres—sus palabras hicieron un estruendoso eco en la mente de su esposa sin saberlo.
—Yo no quiero que Alice ni Erina terminen de la misma forma que Momo y Lala, quiero que ellas sepan lo que son sus emociones y exploren bien su sexualidad sin el riesgo de que alguien se aproveche de ello—declaró Nana con un tono triste.
Rito sabía a lo que se refería. Nada de lo pasó aquella ocasión era culpa de Nana, pero entendía bien ese sentimiento que llevaba en su corazón. Un día, de la noche a la mañana ellas partieron con otro sujeto, que a pesar de no ser del agrado de Gid, terminó tomando el trono y llevándose a la mayoría de las chicas con él con excepción de su esposa, quien se quedó a su lado y que poco a poco lo ayudó a salir de la oscuridad.
La amaba tanto, era la mujer con la que contrajo matrimonio. Todo de ella era perfecto, incluso las cosas que ella consideraba como errores en su genética como lo eran sus pequeños senos. No supo en que momento, pero pronto los dos comenzaron a tener una batalla de besos con sus cuerpos chocando de tal forma que le pedían al otro acercarse más.
—¿Quieres otra hija? —preguntó Rito con una pequeña risa.
—Dame otras gemelas y acepto.
