Han pasado dos días y las cosas puede que hayan tomado algún ritmo. Una visita a la Bastilla entrega algunos detalles de la vida en 1943 y en el palacio, el Duque de Orleans recibe lecciones de esgrima… que serán interrumpidas. ¡GRACIAS POR LEER!


Este fic es un Spin – Off del fic "DESTINO" de Abby Lockhart y cuento con su autorización para escribir esto (de hecho, ella me animó a hacerlo). Les recomiendo su lectura.

DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.


ADVERTENCIAS

La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.

Puede haber spoilers de la cuarta temporada.


"ENTRE DOS SIGLOS"

CAPÍTULO V: Distracciones y detalles

Prisión de la Bastilla. París.

Dos días después.

Allan y el Gorila miraban hacia arriba tratando de esconder su asombro sin éxito. Estar en el edificio les parecía como cosa de otro mundo y realmente les hizo caer en cuenta que estaban en el pasado. En 1943, la icónica prisión llevaba al menos unos 150 años desaparecida, y ni los cimientos quedaban, por lo que verla en gloria y majestad, e incluso pasearse por sus corredores hasta los hacía sentir privilegiados.

—Para ser una prisión es bastante limpia. —comentó el alcaide, Roger Raincomprix— Parte del castigo de mis prisioneros es limpiar el mugrero que tienen.

—¿Hmmm Mmm? —preguntó el Gorila rascándose la cabeza.

—Oh. ¿Qué pasa si no limpian? No les doy esa opción, monsieur. —rió Raincomprix con complicidad— O limpian, o limpian. Aquí hay prisioneros, no puercos.

—Un poco de trabajos forzados no hace daño a nadie. —comentó Plagg con una siniestra sonrisa felina— Además tanto encierro atrofia los músculos. El ejercicio es necesario.

Roger sacó pecho. Estaba particularmente orgulloso de la prisión que manejaba y del encargo y misión que le diera el Rey Félix personalmente cuando lo puso a la cabeza de la Bastilla. Desde entonces había hecho un trabajo excepcional, no solo limpiando las malas prácticas en el ámbito administrativo, sino también velando para que las órdenes del Rey se cumplieran a cabalidad, no solo en su severidad sino también por la caridad. Félix le había concedido amplios poderes para llevarlos a cabo y él no iba a decepcionar dicha confianza. Roger Raincomprix se estaba convirtiendo en una figura odiada por los corruptos y respetada tanto por quienes veían sus esfuerzos como por los mismos prisioneros que se custodiaban.

Hablando de presos, el día anterior había recibido un extraño grupo. Todos con el mismo corte de pelo y vestimentas similares, con la estricta orden del rey acerca de que debían permanecer separados de la población penal normal y aislados entre sí. Junto con ellos venían cuatro cuerpos que se ubicaron en el lugar más frío de toda la prisión.

—Esto debe ser un trámite rápido. —comentó Roger con su característico profesionalismo— Me parece perverso dejar un cuerpo sin su debida sepultura mucho más de lo necesario. Bastará con que los reconozcan y ya: del registro judicial…

—Me encargo yo —intervino Nino con amabilidad— Las órdenes del Rey son claras.

—¡Mis disculpas, monsieur! La fuerza de la costumbre. —se apresuró en decir Roger— Las órdenes del Rey están para ser cumplidas, no cuestionadas. ¡Son la ley!

—Mmmmmmhpf Mmmm.

—Opino lo mismo monsieur. —Roger se detuvo ante una puerta y pidió que se abriera el candado. Dos guardias de la prisión le obedecieron y se adentraron en la celda a encender las antorchas antes de salir— Aquí está lo que vinieron a buscar. Estaré aquí a la vuelta con mis guardias por si sus señorías me necesitan.

—Gracias monsieur Raincomprix —agradeció Adrien con una venia— Lo llamaremos si lo necesitamos.

Roger se alejó junto con sus guardias, pero se mantuvieron lo bastante cerca como para detectar si el grupo necesitaba ayuda. Lo dudaba, pues en esa celda solo había muertos. Plagg y Nino se adelantaron a descubrir los cuerpos que estaban tapados por sábanas. El Gorila y Adrien entraron sin perder mucho más tiempo y Allan, tras inspirar profundo varias veces, los imitó.

—¿Qué pasó, cachorro? ¿Muy encerrado?

—No. —Allan fijó la mirada al frente— No me gustan los cadáveres.

—¿A quién le gustan? Lo único bueno que tienen es que ya no hay quien los mueva.

Plagg, tras echarse un trozo de queso a la boca, le dio una palmada en la espalda y volvió a entrar a la celda. Allan sacudió la cabeza: no se había percatado que el hombre había salido a buscarlo cuando lo vio dudar. Una pesadez se le estacionó en el pecho; esperaba en verdad que su ancestro no se diera cuenta de su infinidad de aprensiones.

Era un poco ansioso, tenía que reconocerlo, pero motivos no le faltaban. Después de todo estaba viviendo en medio de una guerra mundial.

¡Ancestro! ¡Bah! Esa posibilidad solo se hizo patente cuando vio a madame Lombard, la esposa de Plagg, y no antes. Él no guardaba ningún parecido con su ancestro, quizás uno muy sutil si lo apuraban, y tampoco compartía rasgos de Tikki, pero… pero… Alice, su hermana menor, era la fiel copia al carbón de madame Lombard, con la única diferencia en el color de pelo. Todos en su familia en 1943 eran castaños, ninguno pelirrojo, como lo eran los cabellos de la surintendante de la maison.

… ¡Válgame! Ahora que lo pensaba… su hijo menor, Michel, era bien parecido a su ancestro.

Desde que le mostrara las fotos de su familia a sus ancestros, Allan se había convertido en el centro indiscutido del interés de Tikki, pero Plagg había mostrado más curiosidad por los nítidos retratos que guardaba ahí (principalmente fotos de su familia) que por él. Pensó en serio que le había dado lo mismo al hombre, pero sin embargo Plagg se le había acercado casi imperceptiblemente cuando lo notó respirando profundo para poder calmarse antes de entrar a aquella celda.

—Vamos dentro. Mientras antes terminemos con esto, antes podemos regresar a casa. —afirmó Plagg dándole una palmada en la espalda— ¿Queso?

—¡Gracias! —Allan tomó el queso ofrecido y se lo comió— Acabemos con esto.

El profesor carraspeó y se acercó a donde yacían los cuerpos. Les habían cambiado la ropa y aseado un poco. Las heridas que los habían matado eran evidentes, pero se reconocían fácil y Nino ya había tomado nota de sus identidades en su libreta, gracias a las indicaciones del Gorila. En una mesa aparte estaban las pertenencias personales de cada uno de los fallecidos, junto con sus uniformes doblados y otros objetos. Vio que el Gorila ya tenía consigo las fichas de identificación.

—¿Entonces identifican a sus muertos con esas fichas? —preguntó Nino.

—Solo los soldados la usan. Cuando mueren en el campo de batalla, se recolectan las fichas para saber quien murió y así notificar a la familia. También para identificar los restos cuando quedan irreconocibles. —explicó Allan.

—No es una mala idea, pero no me explico para qué las recolectan. —gruñó Plagg cruzándose de brazos.

—Mmm. Hmpf.

—¿Para qué las familias cierren el ciclo? —comentó Adrien con calma— Me parece un gesto muy noble.

—La pregunta es si ellos tendrían la misma delicadeza con ustedes. —quiso saber Nino, quien anotaba sus impresiones en la libreta con mucha calma.

—Quiero creer que sí.

Allan repasó con la mirada el resto de los objetos. Los uniformes, las armas y municiones. Bajo condiciones normales los conservaría para usar en caso de misiones encubiertas o para infiltrar, pero ahora no les veía uso alguno. Eso sí, tenía que apostar por conservar las armas y municiones: había una pistola Walther P38 en muy buenas condiciones y tres fusiles Sturmgewerh que podrían servir.

—Mmmmmmmh.

—Sí, debimos traer a Liiri. Sabe más de armas que todos juntos. —suspiró Allan tras el comentario del Gorila. Tomó la pistola y la revisó— Creo que se la llevaré de regalo.

—Estas profundidades de La Bastilla no son para una mujer. —afirmó Adrien decidido. No era la primera vez que lo decía ese día: ya se había negado rotundamente a que Bridgette o Liiri los acompañaran.

En alguna ocasión él mismo había traído a Kagami a la Bastilla, pero esas habían sido circunstancias inusuales, y todavía se sentía conflictuado al respecto. Se había prometido a sí mismo nunca más hacerlo, por necesario que fuera y por mucho que la dama en cuestión pataleara.

—¿Regalar armas a una mujer? No me parece adecuado —dijo Nino aprensivo— Pero considerando de dónde vienen ustedes…

—Hmpf mmm mmh Hrrrm. —el Gorila frunció el ceño y se cruzó de brazos. Adrien entrecerró los ojos.

—¿Por qué crees que es mejor darle la pistola a lady Bridgette? —preguntó el almirante al oír el comentario del grandote.

Allan se volvió hacia los cadáveres y caminó hacia uno de ellos, señalando al hombre que le había disparado a Marie, a quien Bridgette había apuñalado sin el menor asco. Cuando pasó junto a Adrien le entregó el arma que tenía en la mano, señalando la culata de esta, en donde estaba grabado el nombre de su dueño.

—Benno Weber. —leyó Adrien en voz alta— ¿No es el hombre que le disparó a Madame Royale?

—Sí. El mayor Benno Weber de las SS. Era el edecán del coronel Joseph Dönitz, otro connard malparido que sufrió demasiado poco antes de morir. —la expresión de asco del rostro de Allan fue suficiente explicación. Se produjo un instante de silencio—. Torturó a lady Bridgette.

—¡¿De Qué Estás Hablando?! —la actitud tranquila de Adrien mutó casi en seguida y dio algunas zancadas hacia Allan— ¡¿Cómo Que Torturó A Mi Descendiente?!

—Bri… es asistente social. Trabajaba para el estado en el área de bienestar cuando ocurrió la ocupación. Aprovechando su posición, comenzó a contrabandear judíos o personas de otras minorías fuera del alcance de las SS. La atraparon mientras evacuaba a una familia fuera de París y la retuvieron para interrogación. Como no dijera nada de sus contactos ni métodos, intentaron forzarla a hablar por las malas y casi lo logran. Este sujeto… —dijo señalando con asco al cadáver— … fue su torturador.

Adrien palideció algunos colores y de la indignación se negó a seguir hablando, retirándose unos pasos con las manos en la espalda. La cabeza le hervía y no entendía por qué. ¡Apenas se iba a convertir en padre! pero ya se tomaba a pecho esto de tener familia y si ya casi ni soportaba la noción de que sus descendientes vivirían épocas tan difíciles, saber que habían torturado a uno de ellos le resultaba intolerable.

—¿Por qué contrabandear familias lejos del alcance de los alemanes? —preguntó Nino.

—Por los campos de concentración, general Lahiffe. Por eso.

Durante la noche anterior, Allan ya les había explicado sobre las sospechas que se tenían acerca de campos de trabajo alemanes, que podrían seguir los modelos de instalaciones similares impuestos durante la primera guerra Anglo Bóer a la población civil. Sin mencionar las limpiezas étnicas que se estaban llevando a cabo por toda Europa, por lo que todos sintieron un escalofrío.

—¿Cómo escapó lady Bridgette a sus torturadores? —preguntó Plagg con bastante interés.

—La rescatamos.

AHEM. —carraspeó el Gorila. Allan rió por lo bajo de buena gana.

—Bueno… Lord Blackeney ya la estaba sacando de ahí cuando llegamos, pero al final se consiguió el objetivo.

—¿Ese quién es?

—Primo materno de madame Marie. Un lord inglés amarguetas del servicio secreto de su Majestad el Rey Jorge VI. Curiosamente se llama Félix, conocido también como Black Cat. Cuando intuyó de la captura de lady Bridgette… literalmente no dejó mono con cabeza hasta que la rescató.

Adrien se cruzó de brazos sin dejar de fruncir el ceño. Le dedicó una mirada fulminante al cadáver de Weber: de haber sabido que el malparido le había levantado la mano a Bridgette, él mismo se hubiera encargado de hacerlo sufrir, pero por algo pasaban las cosas. ¡Con razón su descendiente le había clavado el cuchillo por la espalda y dicho que le estaba devolviendo el favor!

—Pffff. Lástima que los muertos no sufran. —siseó Plagg rodando los ojos— ¿Ya identificaron a todos?

—Tengo mis notas y me llevo los registros de pertenencias. Quisiera ver a los prisioneros que quedaron vivos antes de retirarnos. —comunicó Nino muy serio. Después de todo, había recibido el expreso encargo del rey por registrar y procesar a los singulares prisioneros del futuro, y eso era algo que se tomaba muy a pecho.

—Retiro lo dicho, Nino. —gruñó el almirante— ¡No seas amable con los bastardos!

Ni bien dijo esas palabras, Adrien salió de la celda a pisotones. El Gorila suspiró y salió tras él. Plagg observó preocupado: supuso que luego tendría que hablar con el Almirante para ayudarlo a lidiar con la situación. Adrien Agreste era un hombre muy gentil, pero muy consciente de sus deberes y valiente como pocos: en verdad no toleraba bien cuando tocaban a su familia.

Y hablando de familia…

—Entonces, esa pistola es para mademoiselle Liiri. ¿O se la darás a lady Bri?

—¡Es la pregunta del millón! Liiri se la merece, pero por simbolismo…

—¿Y si le das uno de los mosquetes estos a Liiri y la cosa esa a Bridgette? —sugirió Plagg— Un arma es un arma después de todo. ¡Y nada como tener las armas de tus enemigos caídos!

Allan lo meditó por exactamente cuatro segundos. Era una buena idea y bastante justa. Se guardó la Walther en el cinto, tomó uno de los fusiles y la respectiva munición y se dispuso a salir.

—Tienes razón, bisabuelo. Así quedan las dos contentas.


Palacio del Louvre.

Jardines de entrenamiento. Esa mañana.

Hacía viento aquella mañana, estaba bastante fría, pero aun así estaba bastante más agradable de lo esperado. Amelie tenía sentimientos encontrados: por un lado estaba pasando una mañana muy agradable acompañando a las visitas, pero por el otro… miró fugazmente hacia el palacio y suspiró. Aurore se había pasado la noche entera velando a Marie, quien no había dado indicio alguno de recuperar la conciencia. Finalmente rendida de cansancio se había retirado a descansar, solo porque el rey había llegado a reemplazarla. En aquellos momentos Félix le hacía guardia a la delfina, arreglándoselas para lidiar con sus ministros y sus deberes de estado, para permitirle a su esposa que al menos pudiera descansar unas horas.

La reina madre suspiró: al menos tenía la oportunidad de ayudar a su hijo y nuera, no solo haciéndole compañía a las extrañas visitas, sino monitoreando los rumores que rodeaban a la aparición de estas. Del lado positivo, tenía la oportunidad de compartir con el pequeño duque de Orleans y, aprovechándose de su rango, le había impuesto una serie de actividades para mantenerlo ocupado (y por ende fuera de problemas), tanto académicas como físicas. Cierto, apenas habían llegado, pero no en balde era la reina madre de Francia.

De hecho ahora estaban en el sector de entrenamiento. Rara vez había acudido a este lugar en el palacio, pero no se sentía incómoda. Luka estaba en el centro del ruedo dándole unas clases improvisadas a Philipe, mientras Liiri los rodeaba, supervigilando la lección sin estorbar. Bridgette, Marinette y Tikki también estaban ahí, muy atentas.

—El joven príncipe tiene potencial como esgrimista. —comentó Amelie mientras veía la lección— ¿No se le han dado lecciones antes?

—No que yo sepa. —dijo Bridgette pensativa— Espero que no se lastime.

—Me dijo muy indignado que no lo dejan tomar armas. —dijo Marinette risueña— Que lo consideran muy peligroso.

—Ah. Philipe es un niño muy responsable… pero atolondrado. Se podría sacar literalmente un ojo.

—Ah, pero que importante lección sería esa para que aprenda a respetar las armas. —dijo Amelie con una sonrisa llena de experiencia— ¿Liiri es su institutriz? Me parece que sabe de combates… y le guarda mucho cariño al duque.

—Liiri ha visto lo suyo y… sí, ocasionalmente le da lecciones a Philipe, pero no es su institutriz —Bridgette suspiró— Ella es nuestro mejor agente de inteligencia que tenemos y sabe de armas. Suele sacar al duque de problemas. Lo quiere mucho.

—No me extraña, es un niño muy dulce. —comentó Marinette enternecida— Se nota que Liiri lo ha sacado de varios entuertos.

—¡Oh la lá! ¡No tiene idea, madame! Liiri nos ha evitado muchos dolores de cabeza.

Amelie asintió. Se le hacía extrañísimo que una mujer tomara roles así, pero trataba de no cuestionárselo tanto. Estas mujeres venían de otros tiempos, otra realidad, por lo que seguro que habían aprendido otras costumbres. Volvió a fijarse en la lección, notando como Philipe realmente se esforzaba y por lo visto, Luka también estaba pasando un buen rato con la lección. Era un instructor nato y le tenía mucha paciencia al muchacho. No parecía ser la primera vez que le enseñaba a un niño a usar una espada, y era muy gentil con los titubeos del pequeño. Iba a ser buen padre cuando le tocara.

En eso aparecieron Kagami y Longg caminando en dirección de ellos. Madame Couffaine fijó en seguida los ojos hacia su esposo, no pudiendo evitar sonreír al verlo tan concentrado enseñando al pequeño duque. Longg en cambio suspiró y tuvo que enfocar la atención de su pupila, quien en seguida se enfocó en la reina madre y las demás.

Votre altesse. Tenga usted muy buenos días. Madame Lombard, Madame Agreste. —saludó Kagami la venia de rigor— Buscaba a mi marido, pero ya veo quien lo mantiene ocupado.

—Él mismo se ofreció. ¿Ocurrió algo? —preguntó Tikki.

—Nada importante, solo quería saber dónde estaba Luka. —Kagami suspiró, mirando en dirección de su marido.

—Ahí lo tienes, luciendo cualidades de instructor —le dijo Amelie guiñándole un ojo. Kagami sonrió casi sin quererlo— Al menos mantiene ocupado al muchacho.

—Se nota que Luka aprendió del inglés. Tiene un buen estilo, aunque es demasiado blando con el pequeño —comentó Longg pensativo, al observar la lección— Es buen profesor.

—A propósito, no he visto a Sass en toda la mañana —dijo Tikki pensativa— ¿También fue a la Bastilla?

—No. —dijo Kagami— Fue a atender otros asuntos.

Esa mañana Luka había desplegado a los piratas, dándole a Sass el especial encargo de averiguar a donde habían ido a parar los demás nazis que habían escapado la tarde anterior. Por lo general cuando su tripulación tenían noticias sobre sus encargos solían comunicárselos inmediatamente a Luka o, si no lo encontraban, a Kagami. Esta era la razón del porqué la mujer había interrumpido su entrenamiento matutino con Longg y partido en busca de su esposo.

—Lástima… tendremos que interrumpir una estupenda clase —comentó Marinette, mientras se sobaba la panza.

—Yo me encargo.

Kagami caminó hasta Luka con bastante elegancia, pero sin evitar sonreír al ver la lección. Su esposo era un corazón con patas y le dio un bonito latido ver cómo le enseñaba al chiquillo los movimientos básicos. Comenzó a desenvainar su katana, mirando de reojo a Liiri al notar la pesada mirada que le dedicaba. Ésta asintió al cruzar miradas con ella y darse cuenta de que no tenía intenciones oscuras.

—¿Y qué fue lo que dijimos de los pies?

—No me acuerdo…

—Oh sí, sí te acuerdas. ¿Algo sobre no cruzarlos?

—¡Ah sí! Si los cruzo me puedo caer porque… porque… ¿me caigo no más?

—Porque te vas a desbalancear. Y si te caes al suelo… —Luka presionó al muchacho, quien hizo justamente lo que no tenía que hacer y cayó sentado al suelo— … yo puedo hacer este movimiento y…

CLAAAAAANG

—Acabar fácil con tu vida. —Kagami detuvo el movimiento de la espada de Luka con su katana y tras sonreírle coquetamente a su marido, se volvió al chiquillo— Por eso no debes cruzar los pies.

—¡Afortunados los ojos que te ven, mi vida! —saludó Luka a su mujer— ¿Qué te trae por aquí? Y tú de pie, que el suelo no es tu lugar, joven duque.

—¿Liiri? —preguntó Philipe suplicante hacia la mujer.

—Yo no te voy a ayudar. Puedes levantarte solo mon petit prince. Tienes manos: úsalas.

Philipe hizo un puchero. Infló las mejillas y se levantó solito del suelo, sacudiéndose la tierra de encima. Luka le revolvió los cabellos ni bien estuvo de pie, antes de volver su atención a su esposa. Tras un breve coqueteo, Kagami se llevó una mano a los labios y comenzó a delegar el mensaje que le habían dado, cuidando de que solo su esposo le escuchara.

Liiri concentró su atención en Philipe, quien al ver que ya no le prestaban atención, se alejó un poco de Luka y Kagami, tratando de practicar lo que había apenas aprendido, demostrando a todas luces lo novato que era. Liiri no le interrumpió, limitándose a verlo y ocasionalmente corrigiendo sus movimientos. Secretamente la mujer esperaba que el chiquillo se cansara lo suficiente como para que se fuera a dormir temprano sin dar mayor lata, así que mientras más ejercicio hiciera, mejor.

Fue entonces que alguien intervino en los ejercicios del Duque.

CLANG, SWIIISSSH—

—¿Por qué bajaste la guardia, Excelencia? —le preguntó de pronto Sass, apareciendo de la nada, bloqueando con un simple movimiento de su espada a Philipe, quien le miró desconcertado— ¡No me miréis así, duque! Estabais distraído.

Liiri se tragó la sorpresa. ¿En qué momento se apareció Sass? Como que toda la sangre se le fue a la cabeza. ¡Ni lo había sentido acercarse!

—¡Pero solo estaba practicando! No estaba en guardia… No tenía intenciones de pelea.

—Da lo mismo, Excelencia. Practicando o no, tienes una espada en la mano. —Sass dio un par de pasos adelante, haciendo una serie de movimientos básicos con su espada, forzando así al muchacho a seguirle el ritmo— ¡Eso es invitación suficiente!

—¡Pero no soy experto! Apenas es mi primera lección…

—Eso también da igual. Una vez que tienes una espada en la mano, debes hacer uso de ella. ¡Las armas son orgullosas y no toleran que solo se las muestre!

—¡Pero apenas comencé!

—¿Qué mejor oportunidad entonces de practicar? Vamos, muéstrame lo que tienes.

Philipe, quizás medio picado en su orgullo, comenzó a tratar de contrarrestar los golpes de Sass, con bastante torpeza, pero devanándose los sesos para no quedar en vergüenza. El inglés era con mucho bastante mejor instructor que Luka, y más estricto a todas luces: sabía cómo meter presión y como pulir destrezas, y con sus maniobras obligaba con naturalidad a Philipe a repetir el mismo movimiento una y otra vez.

—¡Dame un segundo! ¡Estoy aprendiendo!

—Un combate no le dará oportunidad alguna, alteza. Mejor que se equivoque conmigo que con un enemigo. ¡Allez! ¡Defiéndase! No parece que se lo está tomando en serio.

—¡Pero no me dejan ir a combates!

—Eso es una pobre excusa. Nunca se sabe de dónde vendrá un ataque.

—¡Pero estoy chiquito!

—Jajajajaja, dice eso porque le conviene. ¡Vamos, que sé que puede! No baje la guardia o…

—¿Le han dicho últimamente que es un estupendo y guapo instructor, maese Sass?

La súbita pregunta lo detuvo en seco. Sass miró a Liiri de reojo, quien le sonreía con la cabeza un tanto ladeada y una actitud muy traviesa. La distracción fue aprovechada por el pequeño duque para dar su golpe de gracia, pero Sass apenas dio un giro con la mano para bloquear el ataque y ponerlo en su sitio.

—¡No es justo! Iba a ganar ese punto. —rezongó Philipe.

—La vida no es justa mon petit prince. —le dijo Liiri con gentileza.

—Y eso que me distrajo a propósito miss Liiri. —rezongó Sass fingiendo molestia— Al menos su alteza fue capaz de tomar la iniciativa.

—Pero no gané el punto.

—Pero ganó por iniciativa.

—¿Eso de qué me sirve si no consigo el punto?

—Sirve en el largo plazo, Philipe. Las victorias colosales se construyen de a poco. —explicó Liiri con paciencia, antes de volverse a Sass, con una dulce sonrisa— mis disculpas por haber interrumpido su lección… no pude evitarlo.

Sass levantó ambas cejas. Le pareció por un momento que Liiri no estaba muy acostumbrada a sonreír, pero de todas maneras se veía bonita…

… eso justo le produjo una sensación rara en el estómago. ¿Por qué tendría que encontrarla bonita? Ella no era muy diferente de muchas mujeres que tenían actitudes similares. ¡Además prefería sus ojos! Y mejor no se detenía en ese pensamiento, que bien capaz era de perderse en ellos. Liiri suspiro y se arregló las ropas, antes de acercarse a Philipe.

—Tú has tenido mucha actividad esta mañana. ¿Tienes hambre?

—Porque no me dejan estar con mi hermana, por eso. —el chiquillo infló las mejillas— Y siempre tengo hambre.

—¿Y qué podría hacer por ella ahora, excelencia? —le preguntó Sass con calma.

—¡Acompañarla!

—El rey la está acompañando. —dijeron Sass y Liiri al mismo tiempo sin siquiera ponerse de acuerdo. Ni bien terminaron de hablar, se quedaron viendo uno a otro perplejos… y sonrojados. Pronto sacudieron la cabeza.

¡HMPF!

Philipe se cruzó de brazos, taimado. Liiri rodó los ojos e intercambió otra rápida mirada con Sass. El inglés asintió y tras ajustarse su sombrero, apuntó su espada al duque y lo instó a ponerse en guardia con un par de movimientos.

—Como decía, alteza, ¡Nunca debe bajar la guardia!

—¡Pero No Estaba Listo! ¡Espere! —Philipe intentó contrarrestar los movimientos de Sass, tratando de recordar todo lo aprendido, pero por alguna razón no le estaba resultando.

—La batalla no espera por nadie. ¡Vamos! Haga un esfuerzo. —Sass insistió muy estricto. Todo el ejercicio estaba diseñado para que un niño pudiera poner en práctica lo aprendido, y por lo mismo, no podía dejar de exigirle excelencia.

—Argh, pero no puedo… Aaaaah. ¡NO sé lo que hago!

—Lo está haciendo bien, vamos, ¡Una vez más!

En verdad los movimientos eran bastante básicos, aunque de acuerdo con la perspectiva de Philipe, eran brutales. Sass solo pretendía forzar al muchacho a aprender aquellas posturas, que aunque básicas, eran esenciales para el arte de la esgrima, y solo se conseguirían por repetición y práctica y…

—Cuidado con los pies… ¡Vamos, otra vez! ¡Así no! —Sass lanzó una estocada hacia el príncipe— O le puede salir caro.

—¿Cómo hizo eso? —preguntó Philipe con los ojos muy abiertos— Ni siquiera lo vi…

—Práctica. Otra vez… y siempre atento que puede venir un…

—Tiene buena mano con los niños, maese Sass. ¡Sus hijos han de adorarle! —interrumpió Liiri. Sass se desconcentró por alguna razón y se detuvo perplejo en mitad de la práctica.

—No tengo…

SWAAASH.

Y de nuevo bloqueó a Philipe.

—¡Aaaaaargh! ¡De Nuevo Me Detuvo!

—Y de nuevo miss Liiri me desconcentra a propósito.

—Buscaba darle una ventaja a Philipe. —reconoció Liiri sin culpa alguna ni dejar de sonreír coqueta— No es mi culpa que mis preguntas lo distraigan, maese Sass. ¿Acaso le afecta mi voz?

Sass tragó saliva y le mantuvo la mirada a Liiri unos segundos, sintiendo como la presión le aumentaba. Sonrió de costado y decidió no responder esa pregunta. En su defecto, y con un galante movimiento de cabeza, se volvió a Philipe, apoyando la punta de su espada en el suelo y poniendo su mano libre en su cadera.

—¿No le da vergüenza, alteza? —Sass se volvió hacia Philipe con la mano en la cadera, algo divertido— ¿Depender de una mujer para generar oportunidades y aun así fallar?

—No. Liiri me quiere. ¡No me da vergüenza! —Philipe abrió los ojos a todo lo que le dieron— ¡Es mi gendarme! Me ha salvado la vida montón de veces.

—Exageras, mon petit prince. —dijo Liiri con sincera modestia.

—No dudo de las cualidades de miss Chastain —comentó Sass con voz grave— pero usted debe pelear sus propias batallas.

—Maese Sass tiene razón. —Liiri suspiró con nostalgia— Además sabes que no siempre estaré contigo para ayudarte, mon petit prince.

Philipe se taimó de nuevo y le dio la espalda a Liiri, procediendo a alejarse a pisotones en dirección de Bridgette, dejando a los adultos solos. Sass suspiró y envainó su espada, mirando de refilón a la mujer, esta vez todo serio.

—El chiquillo debería ser capaz de ingeniárselas solo en un combate. No debería ayudarlo miss Liiri, o se va a malacostumbrar.

—Ya está malacostumbrado. Además dudo que se líe a sablazos con nadie.

—¡Eso Nunca se sabe! —aseguró Sass— Si eso pasa, no siempre va a estar ahí para distraer a su enemigo.

—¿Cómo lo distraigo a usted?

—A mí no me distrae. Me sorprende que es distinto. —Sass se puso las manos en las caderas, acercándose un paso hacia Liiri, quien lo miró con astucia.

—Entonces lo sorprendo lo suficiente como para darle una ventana de oportunidad al pequeñajo.

—Que por inexperiencia no sabe aprovechar. —Sass se ajustó el sombrero con galantería— En unos meses no cometerá errores.

—Eso espero maese Sass. Eso espero. —la chica dio un giro sobre sí misma y le dedicó una mirada llena de curiosidad al inglés— No has respondido mis preguntas.

—¿Sobre?

—Sus hijos. Han de adorarlo. ¿Me equivoco?

—¿Por qué tanto interés? Un hombre debe tener sus secretos.

Liiri bajó el rostro para ocultar su sonrisa y un sonrojo. ¿Qué pasaba con ella? Ni siquiera quiso pensarlo. Esta actitud suya era completamente extraña, pero al mismo tiempo se le hacía muy cómoda si era Sass el receptor. Se sentía un poco traicionada por el fangirleo de sus hormonas. Puso sus manos tras su espalda y comenzó a caminar tras los pasos del duque, seguida por Sass, quien también estaba perplejo consigo mismo y por las mismas razones que Liiri.

—Es mi naturaleza, maese Sass. Junto información: me ha mantenido viva hasta ahora. Aunque si no quiere responder…

—No tengo hijos, miss. Solo pupilos. Un pirata como yo no tiene tiempo para familias… ni nadie querría asociarse a alguien como yo.

—Curioso. Hubiera jurado que en esta época todos estaban casados o prometidos… o a su edad casados y con hijos.

—¿No es eso lo normal? —preguntó Sass— Para mi edad estoy bastante bien. Solo tengo 35, jovencita.

—¡Oh, que galante! Me dijiste jovencita.

—¿Acaso no lo eres?

—¿Me estáis preguntando mi edad? —preguntó la chica alarmada, pero en seguida puso una sonrisa coqueta— Tengo 28. ¡Toda una solterona!

Sass se le cruzó por delante le tomó la mano, besándosela mientras hacía una reverencia.

—No seáis tan dura consigo misma. ¡Ante todo sois hermosa! —Sass le dijo al momento de soltarla, solo para ofrecerle el brazo. Liiri casi murió de la vergüenza y se mantuvo en silencio porque no confiaba ni en su propia voz, lo que Sass asumió como un gesto de recato y se puso BIEN contento la chica aceptó su brazo— No estáis casada… ni lo has estado.

—No. —Liiri negó con la cabeza— no tengo tiempo para esas cosas. Además, ¿quién querría estar con una huérfana como yo? —entonces, en una movida que incluso la sorprendió a ella misma, la chica lo miró con interés y galantería— ¿Quizás un ex pirata como tú?

—Errr…

¡OH, LE CHOCABA ESE TRATO! Pero al mismo tiempo le ENCANTABA y Sass se escandalizó consigo mismo por, justamente, gustarle ese trato. Quizás si viniera de cualquier otra mujer lo pondría de muy mal humor, pero ¿por qué hacía una excepción con Liiri? Bien hubiera querido ponerse de mal genio, pero en su lugar solo esbozó una sonrisa ladina y alzó la cabeza con altanería coqueta.

—Tendrá que esforzarse si quiere la atención de un ex pirata.

Sass se tragó la lengua ni bien dijo aquello. ¡¿Qué carajos?! ¡¿Cómo se le ocurría decirle algo así a esta linda mujer?! Liiri por su parte casi explotó de vergüenza: nunca creyó que ella estaría coqueteándole a un hombre mayor o que este le devolviera la mano en represalia. ¡Tachen eso! ¡Ella no coqueteaba! Así de simple. ¡Primero la mataban!... Miró de reojo a Sass, quien tenía la vista fija al frente y se negaba a mirarla.

—¿Y a ustedes dos qué les pasó? —preguntó Luka de pronto. Tanto Sass como Liiri dieron un brinco hacia atrás, soltándose, bastante incómodos— Mejor ni pregunto qué se estaban diciendo.

—No los avergüences más, Luka. —advirtió Kagami— ¿Qué no ves que son muy tímidos los dos?

—Cierto, me olvidaba. ¡Amor floreciendo!

Sass frunció el ceño y sacudió la cabeza para quitarse la impresión de haber dicho tamaña tontería, esperando en verdad que a Liiri se le olvidara. Bufó y sacó pecho, adelantándose hacia Luka, recordando de súbito que lo había estado buscando para entregarle un mensaje.

—¡No empieces muchacho! —le gruñó antes de entregarle un sobre y seguir su camino, sin mirar atrás.

Liiri resopló y empuñó las manos, observando al inglés hasta que se perdió de vista. Tuvo algo más de dignidad y pronto disimuló su timidez, aunque no lo bastante rápido como para que Luka y Kagami no lo notaran, aunque estos fueron lo bastante delicados como para no hacer comentarios al respecto.

—Nunca había visto a Sass tan perplejo. —comentó de pronto Kagami, quien se volvió hacia Liiri con mucha curiosidad— ¿Qué le hiciste?

—¡Yo nada! Solo… conversamos.

—Le ofreciste matrimonio. —añadió Luka sonriendo como un gato que se comió al canario— Porque me acuerdo de eso.

—Lo que evidentemente fue producto de los nervios y el susto que me provocó ver cómo me embestía esa bestia. —dijo Liiri con las manos en las caderas. —Así cualquiera… a todo esto… —la mujer se apresuró en cambiar el tema lo antes posible— Me preguntaba si puedo salir del palacio, capitán Couffaine. Necesito estirar las piernas y me gustaría conocer la ciudad.

—Si te lo prohíbo, ¿te escaparás? —preguntó Luka arqueando una ceja.

—Obvio.

—¿Entonces para qué me pides permiso? —preguntó Luka muy divertido. Liiri solo se encogió de hombros, sonriendo con inocencia— Vale, vale. Deberías eso sí avisarle a Plagg, para que ponga a la guardia sobre aviso de tus idas y venidas.

—Sass puede mostrarte la ciudad. —añadió Kagami de pronto con una sonrisa divertida— Conoce una confitería muy buena, o eso dice.

—Oh, lo tendré en mente. ¿Puedo salir o no?

Luka sonrió para sus adentros y supo en ese momento que las interacciones entre Sass y Liiri iban a estar muy interesantes de observar. Luego se lo comentaría a Kagami, pues ahora tenía otros asuntos que tratar, comenzando por lidiar con el mensaje que Sass le había dado, pues sumado a la información que Kagami le había entregado momentos antes, se auguraba unas jornadas algo difíciles para el palacio real.

—Bueno tenemos cosas…

—¿Qué es ese olor? —preguntó Kagami de pronto, tapándose la boca.

En ese momento, percibieron una notable agitación en el palacio que alertó a todos los presentes. Liiri reconoció el olor en seguida, y de inmediato sacó un pañuelo para taparse la nariz y boca.

—Gas lacrimógeno.

—¿Gas lacri–qué cosa? —preguntó Luka molesto.

—¡Estamos Bajo Ataque!

Liiri se arremangó las faldas y comenzó a correr en dirección del palacio. Intercambió una mirada con Bridgette, quien también había reconocido el distintivo olor y siguió de largo, directo hasta la habitación de Marie. Estaban demasiado lejos para sentir los efectos nocivos del gas, pero si podían olerlos, es porque los problemas no estaban muy lejos.

Luka no necesitó más incentivo y echó a correr en pos de Liiri. Kagami sujetó a Philipe del brazo y lo obligó a ir en la dirección contraria.

Aquí las cosas se iban a poner peliagudas.

Continuará.

Por

Misao–CG

Publicado el 18 de abril de 2021


Próximo capítulo: Louvre bajo ataque

Liiri se hizo a un lado en el último minuto. El soldado se giró apuntándola con su fusil, pero Iván le cayó encima como montaña de ladrillos. Viendo que el duque podría estar más expuesto, preparó su cuchillo y se lanzó contra el pirata sardo que avanzaba hacia el príncipe, pero este fue auxiliado por Allan, quien vaya a saber de donde había salido. Tampoco no lo pensó cuando detectó que algo se le acercaba por la espalda, por lo que giró sobre sí misma dispuesta a dar un golpe.

¡CLAAAAAANG!

Sass bloqueó con su espada el golpe de su puñal. Ambos se quedaron viendo con intensidad en ese momento, estudiándose y reconociéndose como aliados; pronto volvieron a girar sobre sí mismos y reanudaron sus combates, neutralizando a sus últimos enemigos. Una vez que estuvieron en el suelo, tenían a seis personas con distintos grados de inconsciencia.


Notas finales: En lo personal, shippearé por siempre a Sass y Liiri, en cualquier forma que tengan... y el último capítulo de la serie, "Gang of Secrets" me infartó en el último momento posible. No me esperaba ese giro de la historia y ME ENCANTÓ. Me alegra muchísimo saber que están leyendo este mamotreto y que hayan llegado hasta aquí. Ojalá no los decepcione mucho. Tengan en cuenta que esto es un UA alterno y un spin off, por lo que si tienen dudas, háganlas.

Por cierto, no se olviden de leer el último trabajo de Abby Lockhart1. Siempre pueden esperar buenas cosas con ella y esta vez no es la excepción.

Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. Del mismo modo, estoy aprendiendo esto del uso del guion de diálogo y salí más cabeza dura de lo esperado, así que un poco de paciencia en lo que aprendo. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

¡Gracias por las zanahorias, Manu! Me alegra que esto te haya gustado. Y lo dicho, ya veremos como Astruc nos sorprende. ¡Muchas gracias por leer!

BRÚJULA CULTURAL:

Traída gracias a la magia de internet y Wikipedia. Otros sitios serán debidamente indicados. Debido a que habrá bastantes, nos iremos con calma para no colapsar tanto esto. So… aquí vamos.

La Bastilla: Era una fortaleza que protegía el costado oriental izquierdo de la ciudad de París conocida formalmente como la Bastilla Saint-Antoine o Bastida de Saint-Antoine. Desempeñó un papel importante en los conflictos internos de Francia y por la mayor parte de su historia fue usada como una prisión estatal por los reyes de Francia. Fue tomada por una multitud el 14 de julio de 1789 durante la Revolución francesa, convirtiéndose en un símbolo importante del movimiento republicano francés. Tiempo después fue demolida y reemplazada por la Place de la Bastille (Plaza de la Bastilla).

Guerra Boeres: —conocidas como guerras bóeres (Boer Wars en inglés) en el Reino Unido y como guerras de Liberación (Vryheidsoorloë en afrikáans) entre los bóeres— fueron dos conflictos armados que tuvieron lugar en Sudáfrica entre el Imperio británico y los colonos de origen neerlandés —llamados afrikáneres, bóeres o voortrekker—.

La primera de estas guerras se desarrolló desde el 16 de diciembre de 1880 hasta el 23 de marzo de 1881; y la segunda, entre el 11 de octubre de 1899 y el 31 de mayo de 1902; su resultado fue la victoria del Imperio británico y la extinción de las dos repúblicas independientes que los bóeres habían fundado a mediados del siglo XIX: el Estado Libre de Orange y la República de Transvaal.

Fue durante esta guerra que se implementó por primera vez el uso de los campos de concentración contra la población civil Boer por parte de los ingleses, para quebrar su voluntad de lucha.

Gas lacrimógeno: Es un tipo de arma química. Fueron utilizados en la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) y en la actualidad son armas antidisturbios y pueden llegar a ser disparados para provocar lagrimeo, irritación y ceguera temporal. Los compuestos químicos utilizados más habitualmente son el bromuro de bencilo o el gas CS (o-clorobenzilideno malononitrilo).

Pistola Walther P38: Es una pistola semiautomática calibre 9 mm desarrollada por la fábrica Walther como la pistola estándar del Wehrmacht a inicios de la Segunda Guerra Mundial. La intención era reemplazar a la costosa Luger P08, cuyo cese de producción había sido programado para 1942.

Fusil Sturmgewerh: fusil de asalto ligero desarrollado por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial como parte del programa Maschinenkarabiner (carabina ametralladora), y evolucionando de la Mkb 42(H).