- "Porque, aún el más experto de los amantes no puede lograr que sus caricias igualen una sola de sus miradas." - Declamaba Vegeta bajo un árbol con ironía.- "Solo su sonrisa es capaz de penetrar en lo más profundo del corazón de esta mujer amada por el rechazo. ¿Tachada por el escarnio, serás tú, diosa de la belleza eterna, mi salvadora o tus brazos evitarán mi cuerpo hasta que me atrape el inframundo?"

- Te falta un verso.- Comentó Bulma mientras se sentaba a su lado.

-No falta ninguno.- Aseveró él con decisión. Ella se recostó en el tronco, con una disimulada sonrisa, Vegeta había caído en su trampa, claro que no faltaba un verso, solo quería confirmar que él ponía atención a las odas en su nombre.

- No hay muchos poemas que hablen bien de ti,- dijo mirándolo.- "Tanto la capa como la sangre se moverán si la brisa encuentra a su ejército, el dios de la guerra que ha de combatir en nombre de los pueblos que ya no temen a la muerte, porque para la muerte han nacido. Razón o manera de morir, fuerza que ni el Olimpo pudo domar."-Citó- Suena a algo que dirían en medio de un teatro.

-Es algo que se dice antes de una batalla.- Corrigió cerrando los ojos. Respiró pesadamente, estaba hastiado de ese lugar. Se sobresaltó cuando ella se apoyó en él, poniendo su cabeza en su hombro. No solían estar tan cerca, su relación, en ese momento, no era física. ¿Cuántos meses mortales habían pasado desde la primera vez que habían hablado? ¿Más de treinta, verdad?

Él la dejó, sabía que ese día solo estaba en ese templo por una razón, estaba en el santuario de su rival por ella, había decidido avanzar en lo que sea que tuvieran. Puso su mano en su mentón, la miró a los ojos y se acercó lentamente a su rostro. La mano suave de Bulma rodeó la suya y le dio su permiso para besarla, decidió aproximarse con lentitud, él entendía que después de ese beso la eternidad colmaría a uno del otro, por lo que era un desperdicio apresurarse.

-¡Adorados dioses!- Interrumpió un sirviente. Vegeta se alejó con una apariencia fría, pero sus pupilas ardían en ira, el aludido tragó saliva. - Lamento interrumpir su… su… su…

-No interrumpes nada.- Aseguró ella mientras se levantaba, apoyando su mano en el hombro cubierto del dios. - ¿Gokú ya llegó?

- No, mi señora, vine a informarles que está luchando con el hijo de un titán en Yadrat y tardará un poco.- Aclaró titubeando, ver a esa diosa junto al dios Vegeta no podía ser más que una clara premonición de desgracia. ¿Acaso el amor y la guerra podrían ser una combinación benévola?

-¡¿Qué demonios dices?!- Reclamó Vegeta.- ¡Nos llamó a una maldita reunión!

Lo agarró por el cuello con una sola mano, lo elevó unos centímetros sobre el suelo. El corazón de Bulma se conmovió cuando vio el temor a la muerte de ese mortal, sus ojos eran marrones y supo que estaba a punto de llorar. Sin dudarlo intercedió, puso su mano sobre la muñeca del dios y con una mirada feroz le habló.

- Déjalo.- Ordenó.

Él lo lanzó, gruñó y ondeó su capa, caminando hacia el templo. Subió las escaleras y , cruzándose de brazos, la observó atentamente. No entraría sin ella, sería infinitamente aburrido.

- ¿Cómo te llamas?- Preguntó al joven que trataba de recuperar el aire.- Bueno, no importa.- Se agachó para verlo mejor, delineó el contorno de su rostro y plantó un inocente beso en sus labios temblorosos.- Te acabo de salvar la vida, ahora me debes un favor. - Añadió guiñándole el ojo antes de levantarse.

-¡Es una rebelde!- Aseveró Milk, atravesando la entrada y quedando a pocos metros de Vegeta. -¡¿Cómo es capaz de hacer eso en el templo de un dios?!

Hablaba sin ser escuchada, el dios al que se dirigía no detallaba sus reclamos, solo podía recordar la forma en la que sus labios encontraban otros que no eran los suyos. Giró con brusquedad e, ignorando a la esposa de su rival, decidió que era mejor el aburrimiento de esa sala llena de deidades.

-Hace mucho no te veía, Milk. ¿Cómo estás?- Saludó Bulma con una sonrisa.

La diosa del matrimonio no le respondió, solo bufó con reprobación, avanzó detrás de Vegeta y una vez estuvo en la sala se sentó en su asiento, lleno de plumas de pavoreal.

-¡Hola a todos!- Exclamó Bulma cuando entró, sin dejar que la amargura de Milk la molestara.

-¿Por qué tardaste esta vez?- Preguntó Lazuli.

-Es cierto. ¿Qué hacías? - Interrogó Lapiz, acomodando su cabello negro y acariciando al león que descansaba a sus pies.

- ¿A quién seducías?- Interrumpió Milk con acidez.- ¡Este es un recinto sagrado! ¡Respétalo!

El ambiente se tensó, los presentes hicieron silencio y se prepararon para una pelea.

-¡No me hables en ese tono!- Replicó la peliazul.

- ¡Dejas mal el nombre de los dioses con tus acciones! Le das rienda suelta a la pasión de los mortales, ¡Mira lo que esa poetisa escribe sobre ti! - Reclamaba ofuscada. - Todos hablan de ti como la salvadora de los amores que no se corresponden, pero solo defiendes a mujeres rebeldes.

Milk se había molestado tanto que había agarrado los brazos de su silla, se había levantado ligeramente y su cabello se había desaliñado. En cuanto a la otra diosa, atravesó el salón para quedar frente a ella, con el mentón en alto y una mirada letal.

- ¿Tanto te molesta que las mortales a las que protejo no busquen la atención de un marido, como la que tu esposo no te da?- Preguntó astuta.

-¡¿Estás insinuando que mi esposo no me atiende?!

-No lo insinúo, lo afirmo. - Dijo.- Pero ese no es el problema, el problema es que él no te valora lo suficiente.

- ¡Mi Gokú me ama!- Gritó Milk.

- ¿ Desde cuándo tú, diosa protectora, te conformas con un amor negligente? ¡Date tu lugar! ¡¿Con qué derecho me reprochas por alimentar el amor cuya forma no aceptas si tu esposo, al cual todos aquí estimamos - Vegeta gruñó y ella lo escuchó, tomó aire y aclaró.-, menos Vegeta, prefiere que seas la última en enterarse de una reunión?!

-¡¿Cómo te atreves?!

- ¡Llamó primero a los otros dioses! ¿¡Cuántas veces te ha dejado por ir a entrenar?! ¡Se va y no se toma la molestia de ir a verte! - Vociferaba compartiendo el sentimiento de abandono que la que consideraba su amiga tenía.- Si yo hago mal con los mortales por mostrarles que pueden cumplir sus deseos o sus pasiones, más allá de su género, ¿Qué haces tú diciéndoles que deben soportar a los esposos ausentes porque en eso se basa un matrimonio?

Milk derramaba lágrimas silenciosamente, no podía debatir eso, Bulma tenía razón, entonces la atacó.

-¡¿Entonces qué crees tú que es un buen matrimonio?! ¡¿Engañar a Yamcha con hombres y mujeres mientras él te espera enamorado y te colma de regalos?! ¡Dime! - Exigía, haciendo que por primera vez en esa pelea, Bulma retrocediera y perdiera su altivez.- ¿Ese es un buen matrimonio? Si tanto juzgas a mi Gokú, que peca por su ingenuidad, ¿Dónde quedas tú que actúas a sabiendas del dolor que causas?

Ella no respondió, solo bajó la cabeza y se sentó junto a Vegeta, agarrando, sin que nadie la viera, una parte de su capa carmesí para sentirse protegida. Sus dedos soltaban y ajustaban la tela a un rito que ni ella entendía. Aunque ella no había tenido infancia, porque había nacido siendo ya una adulta de entre la espuma del mar, en ese momento se sentía como una niña desprotegida. Trato de alzar la mirada, todos los demás estaban viéndola, Lazuli la miró y luego posó su vista en Milk con seriedad, entendiendo la gran herida que la una había provocado en la otra, o más exactamente, abierto, porque esa herida estaba hace mucho en cada uno de sus corazones. Antes de poder reaccionar, Milk se levantó y se fue en completo silencio. Bulma esperó que, mágicamente, llegara alguien a alegrar la situación y disipara la tensión, pero en lugar de eso, todo empeoró. Ahora era Yamcha quien cruzaba la puerta, con una sonrisa ingenua, llevando a Puar en su espalda, saludó en voz alta y cuando notó la pesadez del ambiente, su esposa salía sin decir nada. Buscó una explicación en los presentes, que lo miraban con seriedad, hasta que detalló al dios de la guerra, que lo miraba con odio profundo. Frunció las cejas, el minino azul susurró unas palabras de alivio que poco sirvieron, afianzó su postura y al momento en el que separó los labios para retar a Vegeta una voz lo interrumpió.

-¡Lamento haber tardado!- Interrumpió Gokú con una mano en la cabeza. -¿Ha pasado algo interesante mientras no estuve?

- Eres un idiota.- Insultó Vegeta

-Estoy de acuerdo.- Mencionó Lapiz.

-Yo también.- Dijo Lazuli.

- Oigan, no sean tan duros conmigo.- Alegaba el dios.- Yo solo quería que nos reunieramos.

- Pensé que esta reunión tenía algún propósito más importante.- Reclamó Ten.- Abandoné el inframundo para venir.

-Lo sé, lo sé, pero hace mucho que no nos veíamos solo para conversar.- Justificó.

-¿Nos estás diciendo que dejé a mi ejército solo por venir a una reunión a la que tú, el anfitrión, llegó tarde? - Cuestionó Vegeta con reproche.

- No quería llegar tarde, tú me entiendes, Vegeta. ¡ La adrenalina que da un buen combate no se puede comparar con nada! - Expresó, sacando un poco de la naturaleza salvaje que poseía, a ciencia cierta, él se diferenciaba de Vegeta por su misericordia, no disfrutaba matando al enemigo o sometiendo su territorio, simplemente luchaba, a veces se ponía del lado justo, pero otras solo disfrutaba un buen combate. Para él no era algo difícil de comprender, porque pelear lo llenaba de vitalidad y le daba un propósito.

-La que no entenderá esto será tu esposa.- Afirmó Ten, el dios del inframundo, ante la mirada severa de los presentes.

-¿Ustedes creen?- Cuestionó con una voz temblorosa.

-Te lo diré porque ya me quiero ir.- añadió Piccolo.- Bulma y Milk pelearon.

-¡¿En serio?! ¡¿Dónde están?!- Preguntó desesperado.- ¡¿Declararon la guerra?! ¡Esto es terrible! ¡¿Qué vamos a hacer?! - Menciona agitando las manos,mientras los demás dioses lo miraban con incredulidad.- ¡Ya sé! Seguro pelearon por ver quién era más hermosa. ¡Hagamos un concurso de belleza y escojamos un mortal para decidir!

-Ese es un buen plan.- Comentó Oolong.

-No pelearon por eso.- Esclareció el dios namekiano.

-¿Eh?¿ Entonces por qué?

-Cosas de mujeres.- Interrumpió Lunch apresurada. Nadie ahí quería hablar de lo sucedido. ¿Con qué valor le dirían a Gokú que la pelea había incluido su vida marital y cómo le dirían a Yamcha lo que él claramente ya sabía? Tal vez al dios del combate le diera igual otro reproche en su matrimonio, pero a Yamcha le afectaría profundamente que le recalcaran la forma en la que la mujer que amaba estaba destinada a rondar por otros cuerpos.

-¿A dónde fue Bulma?- Preguntó Yamcha sin recibir respuesta, los hermanos del sol y la luna se levantaron a la vez, dispuestos a marcharse. Ten bajó la cabeza y Piccolo desvió la mirada, solo Vegeta lo miraba fijamente, con los brazos cruzados y dando, desde lo más profundo de su corazón, el inicio de una rivalidad que tal vez no tendría fin.- Lunch, ¿Fue tan grave?

- Ambas se hirieron,- explicó la diosa de la primavera con docilidad.- es mejor dejarlas solas, cuando estén listas regresarán.

-Gracias, - dijo el dios herrero.- al menos alguien aquí es capaz de contestarme.

-No te molestes, Yamcha.- Pedía Oolong comiendo uvas.- Disfruta este momento, Gokú tiene uno de los mejores vinos que he probado y si Milk no está podemos tomar todo lo que queramos.

- Es mejor que me vaya, esperaré a Bulma en nuestra casa.- Mencionó, dejando en Vegeta una sensación de repulsión que lo hizo levantar una ceja y tragar un gruñido gutural. - Tú puedes quedarte, Puar. Te mereces un descanso.

- ¡Con gusto!

Movió la cabeza como despedida y salió del lugar, cuando los rayos del sol lo acariciaron de nuevo suspiró, con Bulma la vida era un ir y venir, pero aún así, no soportaría una vida sin ella.

Se sintió cobarde, entre el vuelo de las aves que guiaban su carruaje lloró dulcemente, dejando que cayeran en el mar sus lágrimas. Huyó con rapidez, buscando un lugar seguro para descansar de las crueles verdades, a lo lejos divisó un balcón lleno de flores que se convertía en una casa blanca que parecía anhelarla. Fue bajando y cuando aterrizó, la recibió una mujer cuyos ojos brillaban con ilusión, no dudó en lanzarse a sus brazos y llorar de nuevo. Se oían las perlas caer, el canto de las olas, el tararear de las alas de las aves sobre el mar y la leve brisa que intentaba consolarla.

-¿Puedo saber qué trae a mi diosa tan grande pena?- Cuestionó la mortal, rodeándola con amor. La peliazul ahogó un sollozo. - Te ofrezco mi casa como refugio y mi corazón como testigo, déjame conocer el origen de tu sufrir y prometo encontrar la cura de tu mal, guiaré tu camino esta vez como tú has guiado el mío y en algo reduciré la deuda que tus favores me han dejado.

Creyó que todavía no se habían creado las palabras que pudieran definir la belleza de su tacto, tocar a un ser divino era conocer los labios de la muerte para revivir un poco más vivo. Tomó su mano y la guió adentro, no tardó en llevarla al umbral del hermoso balcón y le pidió, con una sencilla mirada, que se sentara en la cama blanca, con telas sobre ella, una almohada y un dosel claro por el que se infiltraban los rayos del sol. La acunó en su pecho, acarició su cabello y esperó pacientemente a que Bulma decidiera hablar.

No habían soltado sus manos todavía, el llanto desaparecía y el mutismo se rompió.

- ¿Qué me hace a mí una diosa justa?- Preguntó.

-Que, ante todo, eres una diosa libre, Bulma.

-Entonces, ¿Por qué mi libertad opaca la alegría de mi esposo?

La poetisa asintió en silencio, comprendiendo su preocupación y sin parar de acariciar sus azules mechones habló.

-Incluso para mí, que soy mortal y que sufriré de un malestar que tú no conocerás, como lo es la muerte, la vida resulta siendo muy larga para un solo amor. La eternidad es demasiado grande para no volar en otros cielos. El querer te pide libertad, eres libre, adorada diosa, así como también eres amada y eres amante.- Entonaba con suavidad.- ¿Te han juzgado los de tu estirpe? ¿Es que acaso el corazón de los dioses también tiene miedo del amor?

Bulma sujetó su mano con fuerza, la llevó sobre su rostro y depositó un beso casto sobre sus dedos.

- Mira conmigo el atardecer y cuando estés lista vuelve a tu hogar, deja que te amen, deja que duela, porque si en el querer no hay una pizca de dolor la pasión no tendrá donde emerger.


¡Holi! Siento que tardé una eternidad en actualizar Ágape y me hace feliz poner muchos muchos detalles sobre toda la historia y los demás personajes, cada personaje equivale a un dios, creo que hablaré de esto en mi Twitter o tal vez cree una página en Facebook. Usé muchos recursos de la poesía clásica y me conmoví tanto en esa búsqueda que preferí crear un nuevo arco con el nombre "Aspasmós", que significa "Beso" en griego clásico y narrará el primer beso entre Vegeta y Bul. ¡Muchas gracias por sus comentarios! ¡Me motivan mucho! Por cierto, si quieren ir a mi Twitter el link está en mi perfil. ¡Les envío millones de besitos!