Saludos gente! Me disculpo por no haber actualizado antes. Espero aprovechar estos días para ponerme al corriente y traerles alegría a ustedes.
Sin entretenerles más… ¡a leer!
5. Importante.
Heero verifica la dirección una vez más en la pantalla de su móvil. Alza la vista y corrobora la información con el cartel pegado a la entrada del edificio.
No puede ser.
Las rejas negras, abiertas de par en par y franqueadas por murallas altas y blancas, dan la bienvenida a una iglesia.
Desconfiado, Heero vuelve a verificar la dirección y confirma que no, no se ha equivocado, así que da un paso tras otro dentro de la propiedad sintiendo que está en terreno de nadie.
Le parece que el silencio ambiental es abrumadoramente pacífico y le descoloca pensar que Duo le ha atraído hasta ahí. Resulta extraño. Pero supone, mientras avanza por los caminitos hechos de piedra hacia la parte trasera de la iglesia, que Duo debe tener sus razones para celebrar el cumpleaños de su pequeña en ese lugar.
Rodeando la capilla aparece una casa auxiliar de dos pisos. A su alrededor, frondosos árboles otorgan sombra a un par de mesas para picnic junto a sus sillas, y Heero no tiene que esforzar la vista para notar la cadena de globos violeta que decora el dintel de la puerta y las guirnaldas que cuelgan sobre el jardín.
A pesar de la evidencia, Heero sigue sospechando. Comprende que Duo aún mantenga esa cercanía con su pasado, pero ¿cómo está la niña ligada a eso?
Detiene su andar. Oye pasos acercándose presurosos hacia la puerta, hacia la que él se ha aproximado, y no tiene tiempo para reaccionar cuando ésta se abre y un grupo de once niños sale corriendo.
Un vendaval de energía y gritos lo envuelve. Está en el interior de un torbellino muy colorido que celebra su llegada con los brazos alzados.
Heero no puede moverse. No se atreve. Las manitas de esas mini bolas de adrenalina le rozan la ropa, tironean de sus mangas y no puede concentrarse cuando las vocecitas chillonas le hacen preguntas a la vez.
Reconoce la voz de Innis y busca el color almendra de sus ojos, que apenas hacen contacto con los suyos cuando otra voz, varonil y fácilmente reconocible, llama su atención.
—¡Heero, amigo, me alegra que pudieras venir! —se detiene la danza y todos observan al trenzado, quien suena alegre y divertido —. Ya, ya, niños, ayuden a la hermana Esperanza a traer los bocadillos. ¡Vamos, deprisa!
Con la misma alegría con que apareció, el huracán volvió a entrar en la casa, la bulla desvaneciéndose tras las paredes inmaculadas.
—Creí que habías dicho que celebrarías el cumpleaños de tu hija —murmura Heero después de un silencio.
—Y es exactamente lo que hacemos —acepta Duo; tiene las manos sobre su cintura, mirando hacia la fachada con aspecto orgulloso—. Marzo siempre nos pareció un buen mes para festejar que estamos juntos…
El ceño de Heero se frunce, aún más confundido. Tiene que estudiar la expresión de Duo, el tono aplicado al comentario y su entorno para asimilar la importancia de todo:
Hasta que Duo apareció, Innis era huérfana.
