Capítulo 5
Edward's pov.
Seattle. Septiembre, 2014.
No volví a tener respuesta de Alice, por lo que decidí llamar a Jasper, sabía que él estaba fuera de la ciudad por una reunión, ¿ya se habrá enterado de que su hijo estaba por nacer?
Tampoco contestó.
Bajé del carro frente a la casa de Marian, la amiguita de Amelia. Sus ojitos se entristecieron cuando le dije que debíamos cancelar nuestros planes de ir a comer un helado juntos, casi rompe mi corazón verla así, pero rápidamente se animó cuando le conté que era porque debíamos ir al Hospital porque su hermanito iba a nacer.
Se mantuvo inquieta todo el trayecto hasta el Hospital, saltando en su sillín en el asiento trasero. Al llegar ahí, Amelia y yo caminamos hasta la sección de maternidad para tener información de Alice. Heidi estaba en la recepción, y aunque en general evitaba hablar mucho con ella porque me hacía sentir muy incómodo, esta era una situación urgente, necesitaba saber dónde estaba Alice.
- Doctor Cullen –sonrió la chica, inclinándose sobre el mostrador.
- Hola, Heidi. Necesito información sobre una paciente: Alice Cullen.
- Sí, ¡todos comentan que su hermana está acá! –comentó emocionada.
- Si, necesito saber dónde está –respondí de manera cortante.
Buscó en el sistema la información, mientras me miraba de reojo y, luego, se enfocó en Amelia que daba pequeños saltitos a mi lado.
- Qué linda pequeña –halagó Heidi, sonriendo nuevamente hacia mí –, ¿es su sobrina?
- Sí, Heidi lamento ser grosero pero necesito saber de Alice.
- Sí, lo lamento –se disculpó –. La señorita acaba de ingresar a pabellón.
- ¿Estaba acompañada?
- Si, una mujer está con ella. ¿Quiere entrar?
Me negué, tranquilo. No podía dejar a Amelia sola, y agradecí que mamá haya podido llegar antes que nosotros. Alice no estaba sola.
- Gracias, Heidi. Esperaré aquí.
- ¿Mamá está bien? –preguntó Amelia cuando tomamos asiento en la sala de espera.
- Está bien, solo tenemos que esperar a que nos avisen que podemos entrar –intenté calmar –abuela Esme está con ella, así que estará bien.
Amelia asintió y sonrió. Casi dando saltitos en su puesto, estaba emocionada y contagiaba ese sentimiento. Amaba tanto a esta enana. Sonreí emocionado también al pensar en el pequeño Julian. Aún no lo conocía y amaba a mi sobrino, también. Me llenaba de orgullo ver la pequeña familia de mi hermana. Me alegraba tanto verla feliz, acompañada y haciendo su vida en compañía de Jasper.
Llevábamos cerca de 20 minutos esperando cuando Heidi llamó mi atención para que me acercara al mesón.
- Su hermana está en recuperación ya, van a trasladarla a una habitación, en diez minutos podrán entrar a saludarla.
Agradecí nuevamente a Heidi, antes de voltearme hacia Amelia. En ese mismo momento, vi a mi padre caminando hacia nosotros. Dos pasos atrás de ella, venía mamá.
- Hola, cariño –saludó acercándose a Amelia.
- ¿Mamá? ¿No estabas con Alice? –pregunté confundido.
- ¿Qué? No, Edward. Te conté que volvería a Forks –se acercó a mí.
- Me dijeron que Alice estaba acompañada de una mujer, asumí que eras tú.
- ¿Una mujer? –pregunto Carlisle, acercándose a mí para saludarme.
- ¿Ya podemos ver a mami?
- Debemos esperar un poco más, enana –le sonreí, tratando de calmarla.
Pude ver a Jasper corriendo por el pasillo hacia nosotros.
- ¡Papi! –gritó Amelia contenta por verle.
- ¡Hola, cielo! –La tomó en brazos mientras ella se colgaba de su cuello.
- ¡Felicidades, amigo! –saludé dando un suave golpe en su hombro.
Carlisle palmeó su otro hombro a modo de saludo. Jasper no podía borrar su risa boba, pero estaba preocupado también.
- Gracias, ¿supieron de Alice?
- Heidi acaba de informarme que podemos entrar a verla en unos minutos –señalé hacia donde estaba la recepción.
- ¿¡Pero entonces, Alice está sola!? –casi gritó mi madre.
- Está acompañada –informó Jasper, mientras se acercaba al mesón –. Hola, disculpe señorita. Soy Jasper Whitlock Venimos a la habitación 502. Alice informó que venía tarde.
- Por supuesto –Heidi se mostró comprensiva, y nos permitió entrar inmediatamente.
¿Cómo sabía en qué habitación estaba Alice? Jasper caminó por el pasillo con Amelia dando saltitos al lado. Unos pasos después avanzaba Carlisle y Esme. Agradecí a Heidi por su ayuda y seguí a mi familia para poder entrar a conocer al pequeño Julian. Al entrar a la habitación, vi a Jasper caminando directamente hacia Alice, quien permanecía recostada y, justo a su lado, ¡estaba Bella! Inmediatamente sentí cómo se aceleraba mi respiración, cerré los puños con fuerza, intentando mantenerme en calma.
Bella Swan. Sus ojos permanecieron fijos en mí un breve segundo, antes de volverse hacia Jasper. El pequeño recién nacido estaba en sus brazos. Un leve sonrojo cubrió sus mejillas, igual como lo hacía tantos años atrás. Ese sonrojo.
…
Forks. Octubre, 2002.
"Tengo antojo de waffles con helado" –enviar.
"¿Es esa tu manera de invitarme a una cita después de clases?" –sonreí.
Había pasado casi un mes desde el cumpleaños de Bella. Los coqueteos y conversaciones por teléfono eran algo frecuente entre nosotros. No pasábamos mucho tiempo juntos en la escuela, teníamos clases distintas y yo estaba con todo el papeleo preparando el ingreso a la universidad, pero cada vez que nos veíamos en los pasillos o en la hora de almuerzo, no escondíamos gestos de cariño. Nuestros amigos sabían que estábamos juntos, pero aún intentábamos ser discretos, no queríamos que nuestros padres se enteraran de nada todavía. Sin embargo, se me hacía cada vez más difícil no saltarle encima cuando aparecía frente a mí, ella era tan jodidamente hermosa.
"¿Entonces, eso es un sí?" –insistí.
Esperé su respuesta unos minutos. Ella estaba en clase de Literatura Clásica, y sabía que era su asignatura favorita. Tras no obtener respuesta de su parte, volví a escribirle.
"Te espero en la salida ;)"
Quedaban unos pocos minutos antes del término de la jornada. El sr. Molina, el profesor de Ciencias de la Salud, comenzó a entregar los informes de laboratorio que entregamos la semana pasada. Se acercó hasta mi puesto y me felicitó por mi trabajo, una "A+" se veía en la primera página. Sonreí, satisfecho conmigo.
Tras el sonar del timbre, caminé hasta el estacionamiento donde vi a Alice y Jasper conversando animadamente. Me acerqué a ellos revolviendo el cabello de Alice.
- ¡Agh, Edward! –se quejó ordenando nuevamente su cabello.
Unos segundos después, Emmett se nos sumó, quejándose de su clase de Historia Universal y lo difícil que le estaba resultando la materia. A lo lejos, vi a Bella caminar hacia nosotros. Sonrió de vuelta cuando nuestras miradas se cruzaron y le tendí la mano cuando estuvo al lado. Ella la tomó y dejó que la acercara a mí hasta abrazarla, mientras daba un beso en su coronilla. Después de unas cuantas bromas del idiota de Emmett y otras cuantas miradas curiosas a nuestro alrededor, nos despedimos de los chicos y caminamos hasta el carro.
Aparqué a unas pocas cuadras del centro y caminamos sin soltarnos las manos hasta mi cafetería favorita. Tenía ganas de invitar a Bella a este lugar hace mucho tiempo. Tras mirar el menú, me decidí por un latte y unos waffles con helado de fresas y caramelo. Bella pidió un cappuccino y un brownie con helado de vainilla.
- Esta semana estuviste un poco desaparecido.
- ¿Me extrañaste? –aunque lo negaba, sabía que le gustaba que fuera algo arrogante con ella. Puso los ojos en blanco, haciéndome reír.
- ¿Pudiste hablar con Carlisle?
Mi padre. Él era increíble, nos había apoyado siempre a Alice y a mí, jamás nos impuso nada, siempre nos permitió tomar nuestras propias decisiones. Sin embargo, desde que comenté que estaba pensando en ingresar a la Escuela de Medicina en Stanford, tal como lo hizo él, su actitud había cambiado. Sé que no quería agobiarme, pero había estado tan insistente con charlas de la universidad, me comenzaba a sentir sobrepasado.
- Él solo quiere lo mejor para ti.
-Lo sé, por eso está siempre atento a plazos y postulaciones, solicitudes, todo este papeleo.
-Para él debe ser muy emocionante que su hijo quiera seguir su camino.
- Pero a veces, me frustra y siento que, si no hago exactamente lo que él espera de mí, voy a decepcionarlo. Solo me gustaría que fuera guía como lo ha sido siempre. Pero desde el verano que me recuerda que ahora es mi último año, que todo el esfuerzo ha sido para llegar hasta aquí, no sabes lo presionado que me siento.
Tomó mi mano sobre la mesa, acariciando esta con suavidad. Habíamos hablado de este tema antes, pero jamás con la confianza de ahora. Bella me hacía sentir muy bien, saber que se preocupaba por mí me hacía feliz. Con ella podía abrirme y confiar mis asuntos más personales, ella era importante para mí.
- Lamento abrumarte con estas cosas –me disculpé.
- No te disculpes, por favor. Lamento yo no saber qué decir, no estás en una situación fácil. Solo creo que, deberías decirle cómo te sientes.
- Lo he intentado, Bella. De verdad, no sé cómo decirle ciertas cosas. Si vieras como brillan sus ojos cada vez que habla sobre su futuro hijo médico. Y de verdad es mi sueño, ¿sabes? Pero no quiero derrumbarme si no lo consigo.
- Si no lo consigues, Edward, tendrás más alternativas, más oportunidades. No debes cerrarte a una sola opción. Solo tienes 17 años, puedes equivocarte. Y volver a intentarlo. Es parte de la vida, los padres no pueden proyectar todos sus planes y sueños en nosotros, tenemos que ser capaces de tomar nuestras decisiones, aprender de nuestros errores y disfrutar nuestros logros.
La miré atentamente. Bella era tan madura cuando hablábamos sobre estos temas, me hacía sentir pequeño pero en un buen sentido, me sentía protegido. ¿Tenía sentido? Ella era increíble, sus consejos siempre lograban hacerme sentir tranquilo.
- ¿Por qué me miras así? –se removió en su puesto, nerviosa.
- Eres realmente linda, ¿lo sabías?
- Lo sabía –respondió con confianza –, por eso te gusto tanto.
- Me gustas demasiado –admití sonriendo nuevamente.
Acerqué mi puesto al de ella, para quedar a su lado y envolví su cintura con mis brazos, acercándola más a mí. Apoyé mi frente en la suya y bese la punta de su nariz, e inhalé su aroma. Tan dulce. Di un corto beso a sus labios, y cuando me alejé llevó su mano a mi cuello, acercándome nuevamente a ella. La dejé besarme, me encantaba verla así. Tomando la iniciativa y siendo tan malditamente adorable, no quería dejar de besarla nunca. Sentí cómo mi cuerpo reaccionaba ante ella, haciéndome recordar que estábamos en un café, obligándome a tomar distancia.
Suspiramos con los ojos cerrados. Era adicto a ella.
- Te quiero tanto –soltó en un suspiro. Abrí mis ojos de golpe, encontrándola nerviosa y sonrojada –, quiero decir… un poco, o sea me gustas y has sido genial, eres lindo también pero… –se removió incómoda, no pude aguantar la enorme sonrisa que se instaló en mis labios. Adoraba cómo comenzaba a hiperventilar cuando se ponía nerviosa.
- ¿Me quieres? –pregunté con tono arrogante, ella ahogó una risa mientras miraba hacia el suelo.
- Sí –admitió sonrojándose. Levanté su rostro con mis manos, haciendo que volviera a mirarme. ¡Esos ojos!
- También te quiero, Bella –admití, besándola–. Más de lo que puedes imaginar.
…
Seattle. Septiembre, 2014.
- ¿Señorita Bella? –Amelia estaba confundida, como todos.
- Hola, cariño –¡Su voz! Realmente era ella.
- ¿Qué haces acá? –Escuché a Esme preguntar molesta. Quería poder reaccionar, pero permanecí inmóvil.
- Esme.
- Ven a conocer a tu hermanito, cielo –la voz de Alice me sacó del trancé, quité la vista de Bella y me fijé en Amelia, aun sintiendo la presencia de Bella demasiado cerca.
Alice tendió su mano hacia Amelia. Jasper tomó a la enana en brazos hasta sentarla en la cama junto a Alice. Bella dejó al pequeño bebé en brazos de su hermana y se levantó, dando espacio a la pequeña burbuja en que se envolvieron los cuatro. Mi vista se volvió a ella.
Se cruzó de brazos mientras se paraba a un lado, en silencio. No estaba cómoda con nosotros. No podía creer aún que realmente era Bella, cuando Heidi dijo que mi hermana estaba con una mujer jamás creí que sería ella. Se veía tan… adulta, tan distinta y a la vez tan ella. Seguía siendo muy linda, mierda.
- ¡Se parece a ti cuando recién naciste! –contó Jasper.
- ¿¡Tan arrugada era!?
Todos reímos ante las palabras de Amelia. Tras unos segundos, Carlisle y Esme se acercaron a conocer al bebé. Bella comenzó a tomar sus cosas, me forcé a centrar mi atención en los enanos. La mirada de Amelia era increíble, el pequeño Julian se removió en sus brazos. Era una escena hermosa, Jasper miraba embobado toda la escena, palmeé su hombro y le sonreí.
- Gracias por este día, Ali –la voz de Bella sonaba tranquila. Aún no entendía bien cómo había llegado ella a estar con Alice durante el parto.
¿Por qué estaba actuando como un idiota? Tenía tantas preguntas que hacerle pero no podía armar ninguna frase coherente.
- No desaparezcas. Y piensa en lo que te pedí.
- Lo pensaré –¿qué tenía que pensar? –. Guardé mi número en tu teléfono, llámame.
- Gracias por todo, Bella.
- ¿Gracias por qué? Deberías explicar qué hacías con Alice.
Esme estaba realmente molesta de ver a Bella. La entendía, ella tuvo que levantarme innumerables veces cuando quedé destrozado tras su partida, su recuerdo ya no era agradable. Volví mi vista a Bella, ella también quería irse.
- ¡Mamá, basta!
- ¿Ya se va, señorita Bella?
- Si, Amelia. Ahora que eres una hermana mayor, debes cuidar a tu hermanito, ¿sí? Nos vemos el lunes en la escuela.
- Puedo ir a dejarte –ofreció Jasper. Bella se iba a ir. Cuando ella se negó, Jazz me miró fijamente haciéndome un gesto que no supe interpretar inmediatamente.
Bella salió de la habitación, dejándonos inmersos en un incómodo silencio. Pude respirar con calma nuevamente, Carlisle mirándome atentamente. ¿Ese había sido el reencuentro que tantas veces soñé? Teníamos tanto que conversar y ni siquiera nos dirigimos una palabra. Me volteé hacia la puerta.
- Edward –llamó Esme, pero la ignoré.
Abrí la puerta rápidamente y vi a Bella caminando por el pasillo.
- ¡Bella! –llamé en voz alta. Ella se detuvo y volteó a verme. Sentí una punzada en el pecho al verla ahí, frente a mí. Solos. Estaba tan hermosa como hace diez años atrás. Sacudí mi cabeza mentalmente, no quería tener estos pensamientos. Las cosas habían cambiado tanto. Hubiera deseado tanto que jamás hubieran cambiado.
- Hola –saludó en voz baja cuando estuve frente a ella. Su voz.
- Amelia me contó que eras su maestra –¿realmente eso fue lo primero que dije? ¿No se me ocurrió otra cosa?
- Sí, estoy trabajando acá hace algunos años –ella si podía ser más elocuente al hablar.
- Me alegra saber que estás bien.
Todo este tiempo creí que la odiaba. Pensé que ella había arruinado mi vida al irse así, y aunque no era fácil, verla aquí, ahora; jamás podría odiarla. Había tantos recuerdos felices junto a ella, tantas risas, tantos besos, tantas experiencias. Nada podría manchar lo hermosa que había sido nuestra relación, ¿qué habrá pasado con ella que tomó la decisión de irse de un momento a otro? ¿Algún día me lo contaría?
- Gracias –su sonrisa, ¡mi pecho! –también me alegra verte bien.
- Gracias.
No supe que más decir, estaba siendo el mismo idiota torpe que era cuando nos conocimos. Sentí la puerta abrirse nuevamente, la voz de mi madre me llamó. No quería despedirme de Bella aún.
- ¿No tienes tiempo para un café? –su mirada me analizó unos segundos, ella también se estaba debatiendo sobre cómo actuar. La conocía tan bien. Han pasado años, no es la misma Bella que fue tu novia, debí recordarme.
- Claro –sonrió finalmente.
- Bien. De inmediato vuelvo.
Caminé hasta la habitación de Alice nuevamente, pasé junto a mi madre que me miraba molesta. Se iba a molestar aún más cuando supiera que me iría.
- ¿Estás bien? –preguntó Alice preocupada cuando estuve junto a ella, yo asentí sonriendo.
Jasper se paseaba por la habitación con Julian en brazos, en cuanto entré me miró fijamente. Sabía que estaban todos preocupados por mí, pero esta atención comenzaba a volverse molesta.
- ¿Qué tan molesta estarás si me voy ahora? –pregunté en voz baja a Alice. Ella sonrió.
- No me molesto, tonto –despeinó mi cabello sonriendo, pero rápidamente volvió a ponerse seria –. Solo…
- Tranquila, estoy bien –prometí.
Tomé mi chaqueta y besé a Amelia en el cabello a modo de despedida, salí rápidamente de la habitación. No pasó desapercibida la mirada enfadada de mi mamá, ni la curiosidad de Carlisle y Jasper. Amelia vive en su pequeña burbuja, sin ser realmente consiente de lo que ocurría a su alrededor.
Cuando pasamos junto a recepción vi a Heidi mirar con curiosidad, pero ignoré todo a mí alrededor, solo caminé junto a Bella hasta mi carro y le abrí la puerta. Ella hizo un gesto de agradecimiento y subió. Nos mantuvimos en silencio durante el camino. Estábamos tan cerca, pero cada uno con nuestras mentes lejos. El recuerdo de todos los momentos que vivimos comenzó a abrumarme.
…
Bella's pov.
Edward estacionó en un Strip Center cercano a Belltown, y caminamos en silencio hasta donde estaban las tiendas. Me parecía tan irreal estar nuevamente junto a él… mientras caminábamos no podía evitar mirarlo cada cierto tiempo, intentando disimular. Había cambiado tanto, y al mismo tiempo estaba igual. ¿Cómo era eso posible?
- ¿Te parece bien solo un café? ¿o te gustaría comer algo más? Yo no he almorzado.
- Tampoco yo –admití. Y como si mis palabras no hubieran sido suficiente, un glorioso y vergonzoso sonido de tripas acompañó mis palabras, lo que le hizo soltar una fuerte carcajada.
- Está ese lugar de comida italiana, Emmett dijo que es el mejor de la ciudad.
- ¡Comida italiana! Yo feliz, es…
- Tu favorita.
Sonreí.
El restaurant era elegante, pero no excesivo. El anfitrión nos llevó hasta una mesa en la terraza y tomamos asiento. Revisamos la carta en silencio, finalmente me decidí por unos tortellini de ricota y espinaca con salsa pomodoro, Edward pidió un risotto de mariscos.
- ¿Y para beber? –preguntó el garzón.
- Una copa de vino blanco.
- Tenemos Chardonnay, Bordeaux, Viognier…
- Chardonnay será perfecto, por favor.
- Lo mismo para mí –pidió Edward –y un vaso de agua con hielo, por favor.
Cuando el garzón se retiró, Edward permaneció con su mirada fija en mi durante más tiempo del que me hacía sentir cómoda.
- ¿Por qué miras así?
- Tú bebiendo vino, es algo nuevo –sonreí.
- No es frecuente, en todo caso –confesé –. Solo que… hoy ha sido un día intenso.
- Me imagino, necesito saber cómo terminaste acompañando a Alice en su parto.
- Llegó a la escuela a buscarme –conté nerviosamente. No quería tener la misma conversación con él, no aún –estaba terminando de preparar unos informes para la próxima semana y de repente, Alice tocó la puerta y estaba frente a mi.
- ¡Agh! Alice sabe que debía estar en reposo.
- Ya, pero si quieres que te cuente para regañarla después, mejor no digo nada –, ¡no quería que se molestaran con ella!
- Lo siento, no las regañaremos es solo que… –respiró profundo –. Está bien, continúa.
Edward hizo los mismos gestos exasperados que hacía hace años atrás. Pude ver que su relación con Alice seguía igual de cercana que antes, se preocupaban el uno por el otro. Comencé a contarle sobre cómo Alice llegó hasta la oficina, no profundice mucho en la primera parte de nuestra tarde juntas, solo que hablamos y cuando se nos pasó la hora, salimos de la escuela y Alice empezó con las contracciones.
- Primero creí que estaba bromeando, no podía creer que realmente estaba pasando eso.
- ¿Tuviste miedo?
- ¿Miedo? ¡Estaba aterrada! Manejé no-sé-cómo hasta el Hospital, y Jasper llamaba y no alcanzaba a llegar, y yo ahí en medio, no podía dejar sola a Alice.
- Que bueno que Alice no estaba sola, quizá qué hubiera pasado si tú no hubieras estado con ella.
El garzón llegó con nuestros pedidos, interrumpiendo nuestra conversación unos segundos. Le agradecimos y luego se retiró. Pasamos el resto de la cena conversando sobre la vida universitaria, lo que estudiamos, amigos, actualizando lo que sabíamos del otro. Así me enteré que Edward trabajaba hace ya dos años, mientras terminaba la especialidad en traumatología. Por mi parte, le conté que al terminar la escuela, me trasladé a Pittsburgh, Pensilvania. Estudié allí educación infantil y volví a Chicago cuatro años después. Recién llegando ahí, Renee tuvo el accidente que le quitó la vida.
- Supe del accidente en el noticiero, Bella. Lo siento mucho.
Mamá llevaba alrededor de 8 años trabajando como periodista internacional, viajaba constantemente a diferentes partes del mundo, principalmente a Europa. Había pasado 3 semanas viajando entre Suiza y Austria, y la noche que regresó a Chicago habían intensas lluvias y fuertes vientos.
Chicago. Enero, 2009.
El sonido del teléfono me despertó. Con el dolor de mi alma, me obligué a mover los pies. ¿Quién en este mundo llamaba a las 4 de la madrugada?
- ¿Tiene idea qué hora es? –contesté de mal humor. ¡Era día de semana, por Dios!
- Habla el oficial Gibson del Departamento de Policía de Chicago. Necesito hablar con Isabella Swan.
El tono serio con el que habló me alertó de que esta situación no era una broma.
- Con ella.
- Señorita Isabella, hubo un accidente donde estuvo involucrado el taxi en que viajaba su madre, Renee Dwyer. Fue trasladada al Community First Medical Center.
Dejé de escuchar. En dos minutos corrí escaleras arriba a buscar mi impermeable, mis documentos y las llaves del vehículo. Manejé lo más rápido que pude, el Community First Medical Center estaba cerca, a solo quince minutos conduciendo desde la casa. Aceleré en medio de la desesperación, mientras las lágrimas caían por mis mejillas sin poder controlarlas.
Todo lo que ocurrió desde ahí fue muy rápido. Una enfermera me informó que no podía entrar a ver a mi madre porque estaban ingresándola a cirugía de urgencia. Me explicó que por el accidente mi madre recibió un fuerte golpe en la cabeza, lo que la dejó con una fuerte contusión, además de la fractura de 3 costillas y el fémur. Como si eso no fuera poco, fueron múltiples los cortes que dañaron diferentes partes de su cuerpo, el más grave era un gran trozo de vidrio enterrado en su muslo derecho, y los doctores luchaban por detener la hemorragia.
Tras esperar por cerca de dos horas, vi a la misma enfermera acompañada de un médico caminando en mi dirección, ambos con rostros agotados y preocupados. Sentí mi corazón acelerarse rápidamente, las lágrimas inundaban mi rostro nuevamente. Caminé en su dirección y tras escucharlos, sentí mis rodillas ceder ante todo lo que estaba ocurriendo en ese momento.
- Lo lamento mucho, señorita Swan. La paciente ingresó muy grave, no pudimos hacer más.
La situación fue rápidamente informada en los medios. La abogada que representaba el noticiero en que trabajaba mamá me acompañó durante todo el proceso para hacer todo el papeleo y evitar a la prensa.
"La conocida periodista del canal 10, Renee Dwyer falleció la madrugada de este jueves en un lamentable accidente ocurrido en la carretera Interestatal 290. La periodista había regresado recién de un viaje laboral de 3 semanas, se trasladó en taxi desde el aeropuerto hasta su vivienda ubicada en la zona residencial de Chicago, cercano a Arlington Heights. El chofer del vehículo habría perdido el control de este al manejar a exceso de velocidad en una madrugada donde se registraron fuertes precipitaciones y vientos, lo que dificultó el trayecto. El taxi abandonó la carretera e impactó contra la barrera de contención, quitándole la vida inmediatamente al conductor. La pasajera, Renee Dwyer fue trasladada hasta el Community First Medical Center, donde perdió la vida unas horas después. La policía barajó la posibilidad de que el conductor estuviera bajo los efectos del alcohol, teoría que fue rápidamente descartada tras recibir el informe de autopsia. Lamentamos fuertemente esta noticia, y acompañamos a las familias de las víctimas en su dolor".
...
Seattle. Septiembre, 2014.
- No es un tema del que me guste mucho hablar –sacudí la cabeza para quitar esos recuerdos de mi mente, aún dolía mucho recordar cómo había perdido a mi mamá.
Tras terminar la cena –la cual pagó Edward a pesar de todo lo que me opuse –él y yo caminamos por el Olympic Park mientras seguíamos conversando. Me ofreció un cigarrillo y nos detuvimos en una banca. Era muy extraño verlo fumar, otra cosa nueva en él.
- Lo siento mucho, Bella.
- Está bien, son cosas que pasan. No pude hacer nada para evitarlo, ya ha pasado mucho tiempo.
- ¿Después de eso decidiste volver a Washington? –asentí.
- Charlie y Jake viajaron a acompañarme al funeral, ambos me pidieron que considerara volver a Forks pero yo… –callé abruptamente, habían cosas que aún no podía hablar –, no quería volver allí –dirigí la mirada hacia el parque–. Sabía que quería estar más cerca de papá, así que comencé a ver opciones de trabajo acá. En cuanto me llamaron para la entrevista y me informaron que quedé, rápidamente gestioné la venta de la casa de mamá, me mudé acá y comencé a rehacer mi vida.
- ¿Y Newton? –volví mi vista hacia él, sorprendida por su pregunta. Recordé lo que Alice me había dicho cuando hablamos hoy en mi oficina, ella creía que yo había engañado a Edward con él y eso estaba lejos de ser verdad, ¿Edward creía eso también?
- ¿Cómo sabían Alice y tú que yo salía con Mike?
- ¿Salías? O sea, ¿ya no? –negué.
- Alice me preguntó si te había engañado con él, ¿tú también creías que eso era verdad? –ahora fue él quien dirigió su mirada hacia el parque.
- Ya pasó demasiado tiempo, Bella. Da igual.
- No, Edward. No da igual. Las cosas no fueron así. Sí salí con Mike, pero eso empezó años después de lo nuestro, mantuve contacto con él en este tiempo, él… me ayudó en muchas cosas, pero jamás fue algo más que una amistad. Cuando llevaba recién año y medio viviendo acá en Seattle comenzamos a salir, no antes –aclaré. ¿Por qué daba explicaciones?
- Pero él estuvo en el funeral de tu mamá, en ese tiempo ya eran novios –señaló, sorprendiéndome nuevamente, y yo negué –, ¿por qué mientes, Bella? Ya ha pasado tanto tiempo.
- ¡No estoy mintiendo! –contesté molesta –. Sí, estuvo en el funeral, pero fue a acompañarme como mi amigo. Igual que Jake. No sé quién te contó esto pero no es verdad.
Ambos nos mantuvimos en silencio. No sabía por qué me sentía así, la amargura de esos recuerdos del pasado comenzó a abrumarme. No quería sentirme así, no ahora. Había sido un reencuentro tranquilo, mucho más de lo que siempre imaginé y ahora acá estábamos, ambos sin saber qué decir y molestos con el otro.
- Creo que esto fue una mala idea –comenté, poniéndome de pie. Pediría un taxi para volver a casa.
- Espera, Bella –una extraña sensación recorrió mi cuerpo cuando sentí su mano sostener la mía, evitando que siguiera alejándome –. No es fácil para mí hablar sobre esto.
- Lo sé, Edward. Tampoco es fácil para mí.
- Yo… quiero creerte, pero necesito que me digas toda la verdad. Necesito entender qué ocurrió –hice el ademán de responder, pero antes de poder emitir sonido alguno, él agregó –. No quiero que te sientas presionada, yo puedo esperar hasta que estés lista para hablar conmigo.
- Edward. Yo… no quiero volver a alejarme de ustedes –guardé silencio un segundo, tomando valor para continuar –. Más allá de lo que hubo entre nosotros, Alice y tú son mi familia, la amistad que tuvimos, el apoyo que me dieron ustedes y tus padres, las conversaciones y los consejos de Esme y Carlisle, los Cullen eran mi familia cuando estuve en Forks. Y de verdad, no quisiera volver a alejarme de ustedes. Me arrepentí mucho de haberme marchado así de Forks, tenía vergüenza de volver a encontrarlos, ¿sabes? Tener que explicar lo que pasó, me daba pánico –sentí mi voz quebrada y cómo caían unas lágrimas que ya no pude seguir controlando –, porque hay cosas que preferí olvidar y mi vida en Forks fue una de ellas. Quise olvidarlos, y dejar atrás todo lo que me conectaba con ese lugar. De Forks conservé solo a Charlie, Jake y Mike, borré todo lo demás –le sentí removerse incómodo –, de verdad no esperaba volver a verlos nunca más.
Su expresión mostraba lo preocupado y afectado que estaba frente a lo que le decía. Él no tuvo la culpa de por qué me marché, y aquí estaba yo confesándole que pensaba jamás volver a darle explicaciones.
- Cuando vi a Alice y Jasper, cuando me di cuenta que Amelia era mi estudiante, supe que tarde o temprano iba a tener que hablar con ustedes y estaba aterrada, ¿pero sabes? Ahora agradezco haberlos encontrado porque tenía una mochila tan pesada en la espalda, lo único que quiero es soltar ese peso –su mano seguía sosteniendo la mía mientras su mirada se llenaba de lágrimas, también –. Hace dos semanas salí con mis amigos a celebrar mi cumpleaños y, por esas vueltas de la vida, terminó siendo el Club de Emmett.
- ¿Viste a Emmett? –preguntó incrédulo, yo asentí –él jamás dijo nada…
- Le pedí que no dijera que nos habíamos visto –confesé –, pero esa noche cuando terminó de trabajar, se quedó celebrando con nosotros. Verlo ahí fue exactamente como cuando íbamos a fiestas en Forks, él y Jake bromearon toda la noche sacando carcajadas y cada situación me recordaba a Alice, Jasper y a ti. Y desde ese momento solo quería hablar con ustedes. Ser capaz de enfrentar lo que me pasó, poder explicárselo a ustedes, que pudieran saber qué ocurrió conmigo para poder volver a tenerlos en mi vida… no quiero volver a alejarme de ustedes.
Sentí mi cuerpo temblar cuando sopló una fría brisa que removió mi cabello. Edward tiró de mi mano, haciéndome dar un paso hacia él, y me envolvió en un abrazo reconfortante. Lloré en su hombro mientras lo sentía a él sollozando y miles de imágenes y recuerdos de nosotros me invadieron. Mi estómago se revolvió al darme cuenta de que todos esos sentimientos que sentía con Edward años atrás, aún estaban aquí.
- Lamento tanto no haber estado ahí para acompañarte y ayudarte en lo que sea que te haya pasado. Siempre dije que podías contar conmigo en lo que pasara, y también te fallé. No estuve ahí antes, pero si lo necesitas, aún estoy para escucharte. Antes que una relación, tú y yo tuvimos una amistad que también extrañé y si está la posibilidad de recuperar algo de esa amistad, lo voy a intentar.
Si bien me había negado al comienzo, Edward insistió en ir a dejarme a mi casa por lo que finalmente accedí. Le indiqué cómo llegar hasta Queen Ann, el sector donde estaba mi apartamento. Durante el camino Edward y yo nos mantuvimos en silencio, el cual solo era interrumpido por el sonar de la radio, la cual él mantuvo a volumen moderado. La calefacción encendida comenzó a relajarme también, y cuando me di cuenta que estaba a punto de quedarme dormida bajé un poco el vidrio para que entrara aire helado y desperezarme.
- Lamento que nuestro café se extendiera hasta tan tarde, debes estar agotada.
- No es tu culpa –reí sin gracia –. Al llegar al próximo semáforo debes tomar la diagonal de la izquierda –indiqué.
Edward siguió mi indicación y estacionó frente a mi edificio cuando le dije que habíamos llegado. Me volteé hacia él.
- Gracias… por la comida y la conversación. Creí que tendría un viernes aburrido y tranquilo pero la llegada de Alice dio vuelta todo –ambos reímos.
- Espero que nos veamos pronto, no te pierdas.
- No me perderé –contesté sonriendo.
Llevé una mano a la manilla y abrí rápidamente, saliendo del carro mientras me despedía. Alcancé a dar dos pasos antes de escuchar la puerta del vehículo abrir y cerrar. Mi estómago volvió a dar un vuelco cuando escuché sus rápidos pasos al mismo tiempo que me llamaba.
- Bella –su mano tomó la mía nuevamente, haciéndome voltear para estar frente a él –, yo…
- ¡Isabella! –una tercera voz nos hizo dar un salto.
Me volteé rápidamente al reconocer esa voz.
- Mike.
- Lamento molestarte, Isabella. No pensé q… –se interrumpió al reconocer a la figura que estaba a mi lado –, ¿Cullen?
- Newton –saludó Edward, apretando su mano sobre la mía. El gesto me incomodó, y sutilmente solté su mano.
- ¿Qué haces acá, Mike? –pregunté.
- Necesitaba hablar contigo, no pensé que interrumpiría algo.
- No interrumpes –aclaré –, claro que puedes hablar conmigo.
Me volteé hacia Edward, sus ojos estaban molestos pero no supe interpretar bien su mirada.
- Gracias por traerme, Edward –me despedí.
- ¿Estás segura que estarás bien? –preguntó preocupado, yo asentí y él imitó mi gesto antes de dar una vuelta y arrancar en el vehículo.
Mike se acercó rápidamente hacia mí con una mirada agresiva que no había visto jamás en él.
- ¡¿Qué hacías con él?! –preguntó exaltado, mientras tomaba mi brazo con fuerza.
- ¿Qué te pasa, Mike? ¡Suéltame! –dije tratando de zafar de su agarre.
- ¡Lo siento! Tienes razón –se enderezó nuevamente mientras tomaba mi mano –. Por favor, hablemos. Vine a verte para conversar porque me queda poco tiempo en Seattle y no aguanto la idea de irme y no volver a verte.
- Si llegas con esa actitud no me dan muchas ganas de hablar contigo –respondí molesta.
- Lo sé, Isabella. Lo siento, me enloquece pensar que ya no estás conmigo y verte con él… ¿desde cuándo retomaste contacto con Cullen?
- Mis cosas personales ya no te incumben, Mike. Creí que había dejado eso muy claro…
- No sé cómo puedes hacerme esto, mi amor –cayó al suelo de rodillas, mientras abrazaba mis piernas –, yo… te amo tanto, eres lo más importante en mi vida, no quiero estar lejos de ti.
Estos cambios de humor de Mike eran algo completamente nuevo para mí, jamás antes había visto estas actitudes de su parte. Me sorprendía mucho cómo estaba actuando y debo admitir que, además, comenzaba a asustarme. Jamás lo había visto reaccionar ni actuar de la forma en que lo estaba haciendo, sus malos tratos y la agresividad con la que me hablaba a veces. No me parecía normal, esta dependencia emocional que estaba manifestando. Guardé silencio ante sus palabras, tenía claro que volver con él no sería jamás una posibilidad para mí.
- Déjame pasar la noche contigo.
