Nada de Katekyo Himan Reborn me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Behind Golden Eyes
Capítulo 5
Un joven adulto abrió la puerta con sumo cansancio, apoyándose en ella como si le faltara energía o la voluntad de moverse más. Tenía sangre corriendo de la frente, corriendo por parte de su cara hasta gotear y caer de su mentón. Tenía varios morados, marcas de golpes, y sangre aquí y allá. Ah, y ropa rasgada, y quemada aquí y allá.
La puerta fue cerrada de la misma forma en la que se abrió, y ese joven camino hasta llegar a la cama y tirarse en ella sin miramiento alguna. ¿El problema con esto?
- La cama es grande, solo arrímate. – Eso fue lo que dijo el hombre, sin moverse ni darle mayor atención a quien le estaba mirando con muy mala cara. Alguien había tenido la osadía de invadir su espacio. Tal cosa no podía quedarse sin castigo. – Rebornnnnn…
Su mirada de muerte no hizo nada, empujarlo fuera de la cama menos. Su intención asesina y su malhumor tampoco. En este punto, hubiera usado una de sus armas secretas si no fuera por el hecho de que su hijo ni siquiera levanto una mano en todo lo que hizo. Así que se quedó allí, de malhumor, solo por una razón distinta ahora.
- ¿Tsuna-sama? – Dirigió su mirada a la puerta, oyendo el llamado a lo lejos. No fue sorpresa que la puerta no tardará en ser abierta por un hombre de cabello plateado, un semblante preocupado y llevando algo blanco en manos. - ¿Tsuna-sama?, ¿está aquí? – El hombre se detuvo, subiendo la vista para dar con los ojos dorados que no estaban muy felices con nadie.
- "Más vale que tengas una buena razón para no ser mi cena, sabandija." – Advirtió con mal genio, y el hombre entendió el mensaje, muy bien por él.
- Tienes suerte de que Tsuna-sama te quiera tanto. – El hecho de que el hombre entendiera el mensaje no significaba que estaba contento con él. – Muy bien gato súper desarrollado, ¿Tsuna-sama está aquí o no?, necesita atención médica. – Aparentemente el humano no estaba de ánimo para ser civil.
- "Sabandija suertuda…" – Gruño para sí, cola yendo de un lado a otro, mostrando su desagrado y su furia por ser llamada "gato súper desarrollado". – "Si no le sirvieras de algo a mi cachorro ya más que te hubiéramos cenado." – Era una presa insolente. Está vivo a duras penas.
Una mano posándose en su lomo la detuvo de saltar a darle una merecida lección al estúpido humano que se atrevió a insultarla y a no tomarla en serio. Miro de inmediato a la fuente, justo a su lado, solo para que alguien eligiera ese momento para girarse y apoyarse un poco en ella. Eso era para que no se levantara y atacara al gusano ese, ¿no es así?
- "Eres un tonto cachorro." – Le recordó con molestia, sin realmente molestarse.
El olor a sangre había dado con su nariz. No era un buen olor, no cuando era su cachorro. ¿Quién se había atrevido a ponerle una mano encima a su bebé?, porque no iba a vivir para ver otro día.
- Deja de molestar a Reborn, sabes que no le gusta que la llames así. – Resoplo por lo bajo, bajando la cabeza para que su niño siguiera con sus caricias en su cara. No era mucho, no tenía la energía, solo lo estaba haciendo para que no se molestara.
Su hijo era muy inteligente, no sabía porque hacia cosas tontas como tener a tontos insolentes a su mando. O ignorar que estaba herido y debía ir a la enfermería. La estupidez era contagiosa, ya había perdido la cuenta de cuantas veces le había dicho esto a su tonto hijo que no hacía caso.
- ¿Podrías irte? – Abrió un ojo, curiosa, ante tal orden oculta detrás de una simple petición. ¿Acaso no iba a dejar que lo curaran? – Estoy cansado Hayato… - Fue una queja, sin duda alguna.
- Mamá, ¿tengo que ir? – La queja infantil, de un cachorro que ya no quería caminar más, no demoro en llegar.
- Ya vamos a llegar. – Un par de ojitos grandes y suplicantes era lo que se encontró al girar la cabeza para ver a sus cachorros. – Solo un poco más y podemos ir a dormir. – Este no era un lugar seguro, especialmente para sus pequeños.
- ¡Reboorrrnnnnnn! – Se oyó a la perfección, incluso hizo doler sus pobres orejas. Eso, claro, no lo salvo de terminar en el suelo, tratando de escaparse de una lengua áspera que se había dado la tarea de babearlo.
- "Se un buen chico y quédate quieto." – Si no quería ir a que lo revisaran y lo curaran, entonces tendría que hacerlo ella misma.
Tontos cachorros que no entendían que había cosas que había que hacerse antes de descansar. Ahora, si-
- Muy bien, ¿qué diantres pasa aquí? – No se molestó en darle atención al recién llegado. Era uno de los pocos con cerebro, y uno de los que cuidaba a su cachorro como si fuera suyo. – Los de limpieza me dijeron que… - Se apagó el hombre, notando algo. – Tienes que estar bromeando, ¿no pudiste darle otro nombre a ese estúpido gato?
- "Desgraciado de-
Antes de verlo venir, estaba boca arriba, con alguien sobre ella y de paso tomándola de las orejas. Cualquier movimiento que hiciera repercutiría en sus orejas, pero más importante que eso: su cachorro estaba lastimado y pelear con él solo haría las cosas peor. Eso no quería decir que estaba feliz, estaba muy molesta.
- Es igual a ti papá, no deberías molestarla. – En ningún momento su cachorro movió sus ojos de los de ella. - ¿Podrían largarse de una vez? – Vaya, no solo ella estaba molesta. – Estoy cansado, me duele todo, y no tengo la energía para evitar que Reborn los haga su cena. – Sus orejas fueron soltadas, esas manos bajando a tomarla del hocico para acariciar suavemente la zona. – Ella es mía, les guste o no, ¿entienden eso?
- "Soy tu madre cachorro, respete." – Después de todo: - "Es mi trabajo cuidarte, no al revés niño."
Claro que, como siempre, estas palabras caían en oídos sordos.
- ¿Y ahora que paso? – El hombre vestido de negro demando. – ¿Estas molestando a Tsu otra vez con su consumo de chocolate Hayato?
- Se metió en una pelea con Kyoya, Reborn-san. - ¿Kyoya?, bien, ya tenía el nombre de su cena. – No peleo como de costumbre y Kyoya creyó que lo estaba subestimando o algo así…
- ¿Supongo que se escapó antes de que lo hicieran ir a la enfermería?
- Se escapó mientras buscaba el botiquín. – Como si eso no fuera suficiente: - Kyoya lo dejo ir, el idiota. ¡Casi lo noquea por accidente y lo deja ir!
- Hmmmm… - Gruño al hombre que se acercó demasiado. - ¿Se te ocurrió complacer a Kyoya con una pelea cuando tienes fiebre Tsu?
Su cachorro no respondió, pero tampoco se resistió ante el hombre que suspiro profundamente y lo jalo.
- Asegúrate de que no se levante y no te sacare de aquí bola de pelos gigante. – El hombre ignoro la mala cara de su cachorro ni ante la amenaza de perder una extremidad.
No veía en que se parecía a este hombre. Ella era hermosa, y mucho más refinada y lista y eso era más que obvio.
