Los personajes no me pertenecen son creación de Rumiko Takahashi

Esta historia es invención mía, es mi monstruo demoniaco.

Nota de la autora: Continuación de Demonio. Sigue siendo un AU y las personalidades de los personajes pueden variar a razón de la historia. No existe una sola cultura o religión fuente, estoy haciendo uso de distintas a como me resulte útil para la trama.

Se sugiere leer a discreción.

Música de fondo:

"Feel something" de Bea Miller (Akane en su habitación)

"Hollow Crown" de Ellie Goulding (Akane y Herb)

"Awake O Sleeper" de The Brothers Bright (Akane viendo la llegada de algunos Creature Lux)


Magia contenida—

Acostada repaso lo sucedido esta noche. Las últimas horas en el baile Shinnosuke me miraba pendiente de cada una de mis respiraciones. Estuve tantas veces tentada a preguntarle respecto a Tatewaki y el club nocturno que dirige, también a preguntarle respecto a la tabla de las verdades.

Pero él solo me miraba como si lo supiera y quisiera mi comprensión o mi lastima o ambas.

Giro mi cuerpo en la cama hacia el otro lado, tengo calor a pesar de lo fino que es mi camisón y de la brisa refrescante que se filtra por los arcos abiertos de mi habitación que dan hacia un patio interno exclusivo para mi uso.

Los pensamientos se arremolinan dentro de mi cabeza, encimados uno sobre otro en un desorden caótico que no me está dejando pensar con claridad.

Tantas preguntas.

¿Qué hacía yo en el plano terrenal? No. Después… lo pensaría después. Primero estaba el averiguar porque Shinnosuke me ocultaría la destrucción de la prisión de Tatewaki y más importante aún, el extravío de la tabla de las verdades.

Cuando se lo pregunte me aseguraré de no ser indulgente.

Y es que como descendencia de Diosa mi lugar entre los planos ubica a los de mi clase en el Mab, por lo que esa reliquia es significativa para mí.

La historia cuenta que los dioses habían reinado desde el inicio de la creación sobre el plano más noble en el manejo de los elementos.

Las deidades eran una raza con habilidades suficientes para convertirse en los protectores y proveedores del Mab y sus bondades. Pero entonces las brujas iniciaron una conquista para adueñarse del plano, aquellas guerras habían sido una cruel masacre contra los de míos, siglos atrás.

Sí, los dioses servían a la manipulación del todo y de la nada, de lo visible e invisible para cuidar el poder, pero también fuimos guardianes codiciosos de los secretos misteriosos. Las habilidades mágicas, como se les llamaría ahora, fueron por siglos de uso limitado y exclusivo. Porque se pensaba que solo se adquirían por herencia.

Lo que me ha contado Shinnosuke sobre Kodachi y como liberó la fuente de la magia incluso yo lo desconocía.

Las brujas cambiaron todo, permitiendo que los habitantes tuvieran acceso a la magia. Que no fuera exclusiva de unos cuantos y que el resto aprendiera. Ellas les enseñaron.

No puedo negar que en eso tenían razón pero tal vez mi pueblo creía hacer lo correcto. La magia desgasta, da pero también quita.

Un ejemplo es la evidente disminución de descendientes de dioses que década con década fue más notorio. Los pocos que quedamos ahora vagamos entre los planos, sin ser aceptados del todo. Somos parías.

Así que la tabla de las verdades fue una ofrenda de paz de los antiguos dioses del Mab. El último intento por evitar nuestro genocidio inminente. Una puerta en colaboración con los dioses del Sopramundo.

La reliquia es una línea directa hacia el conocimiento. Una pieza de ingeniería que mediante la unión de dos planos consigue comunicarse con los espíritus cuya visión es tan extensa como infinita la creación misma.

El Mab es el límite entre los humanos y la vida eterna, mientras que el Sopramundo es el límite entre los humanos y el otra clase de eternidad, un castigo.

La tabla es un punto intermedio de la creación.

Así fue como el refugio de la misma se volvió justo donde convergen luz y oscuridad. Y para invocarla es necesaria la cooperación voluntaria de al menos cuatro representantes de las razas en los planos.

Pero ahora está perdida ¿condenada al olvido, tal vez?

Dejo escapar de mis labios un quejido lastimero. Tengo tanto calor.

Me levanto, empujando a un lado las pocas sábanas que me cubren y camino descalza hasta la mesita central que tiene una jarra de agua fresca. Sirvo un vaso que bebo por completo, luego otro, luego otro. Contemplo con un gemido la posibilidad de tomar un baño pero al final el aire fresco del jardín es lo que me llama.

Atravieso las diáfanas cortinas que cubren los arcos de la habitación ocultándola de la noche y el olor a naturaleza se apodera de mi olfato con una bienvenida de flores que solo huelen al caer el sol. Abrazadas por la luz de luna.

Alzo mi rostro contemplando los astros en movimiento, así se veía el salón de cristal horas atrás, lleno de todos esos ángeles. Como un cielo nocturno.

Dejo que mis dedos acaricien las hierbas cuando camino entre los altos matorrales que forman un pequeño laberinto alrededor de una fuente con el diseño de una rosa recién florida. El agua continúa su ciclo en el espacio ornamental y yo tomo asiento en una de las cuatro bancas de piedra de cantera rosada que la bordean.

No puedo evitar que mis ojos observen el muro.

Al final del laberinto, de extremo a extremo, hay un enorme muro de hiedra. Tras este se encuentran los aposentos de Shinnosuke.

Por ahora, por mi protección, mi compañero de vida decidió que se instalaran puertas de cristal en los arcos y que estas siempre se mantuvieran cerradas con llave.

Si me atreviera a traspasar el muro ¿lo encontraría dormido en su cama?

Alejo ese pensamiento del montón que ya da vueltas en mi cabeza. Nuestra unión dista mucho de un verdadero matrimonio.

Probablemente los cortesanos que ahora piensan estoy en cinta se desilusionarán cuando en unas semanas se den cuenta que no es así. Cuando vean que mi vientre no crece o que se corran los rumores de que he vuelto a sangrar.

Esa es otra preocupación de la cual nos ocuparemos Shinnosuke y yo después.

Ahora me maravillo del frescor producido por el viento que besa mi húmeda piel empapada de sudor, aligerando el calor en mi cuerpo. Cierro los ojos, me recuesto en la banca sin dejar de acariciar las flores a mi lado.

Casi podría quedarme dormida. Casi… hasta que siento entre mis dedos una flor diminuta con el tallo hacia abajo.

Me levanto de la banca y me coloco de rodillas frente a la flor. Se encuentra separada del resto de los ramos plantados y su tallo ha perdido la firmeza de su estructura, creo que esta algo seca pero en la oscuridad no puedo asegurarme salvo por lo que siento con las yemas de mis dedos.

—Eres muy pequeñita aún —le murmuro alzando la flor con dos dedos siendo lo más cuidadosa que puedo para no romperla, estirándola un poco —tienes que crecer, verte como tus hermanas y ser la más hermosa de todo este jardín.

Mis labios de unen para soplar gentilmente un poco de mi aliento a la pequeña flor, con los dedos permito que una luz tenue le de calor. Esta es mi magia, este es mi poder.

La pequeña guerrera se endereza, sigue débil pero sobrevivirá.

Voy hasta la fuente y con los puños abiertos consigo tomar un poco de agua fresca con la cual riego la raíz. Mañana vendré a ver como sigue.

He descuidado mucho los jardines por causa de la fiebre. La maldita fiebre.

Se me ocurre entonces que es posible investigar como fue que mi sangre se intoxicó con el viaje de vuelta al Paraíso. La version más lógica es sin duda alguna que debí haber sido mal herida por alguna quimera, aunque tampoco sé mucho de las capacidades que tengan estas.

Conozco lo lógico y evidente, que son poseedoras de una fuerza bruta y que en algunos casos excepcionales sus garras contienen una clase de veneno. Tal vez fue una garra envenenada la que me intoxicó y no el viaje.

Respiro.

La tranquilidad en mi jardín relaja mi temperatura y me invita a descansar. Contemplo la banca donde me había recostado pero al final decido volver a mi cama o por la mañana a Konatsu le dará un ataque si no me encuentra ahí.

Regreso sobre mis pasos, mirando de vez en cuando por encima de mi hombro a la pequeña flor, hasta que el viento cambiante me alerta del aroma de la belladonna cerca. Me detengo de súbito y busco atenta de donde proviene con el temor en la base del estómago de que sea un asalto por parte de la bruja reina.

La luna hace brillar una esfera cerámica incrustada en el suelo, en un sitio que antes no había notado. Me agacho para recogerla, se trata de una cuenta como las que suelen llenar los tintineantes brazaletes de la reina bruja. Aunque está es un poco transparente y pareciera tener algo dentro.

La guardo en mi puño, pensando que estuve casi a punto de pisarla con los pies descalzos. Pudo haberse roto y…

El recuerdo evaporado regresa a mí como un golpe brillante de luz repentina. En el salón de cristal, mientras yo me recuperaba del desmayo luego del primer baile con Shinnosuke, escuché cerámica romperse.

—Hinako —susurro con los dientes apretados.

Tengo que pensar en un plan contra la bruja porque estoy segura que ya ha notado que dejé de tomar el té. Esta es su primer advertencia.

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Konatsu está terminando de colocar una diadema adornada con hojas de laurel de oro blanco en mi cabeza cuando llega un mensajero hasta mi habitación.

—Su alteza se disculpa por la eventualidad de no poder acompañarla en sus actividades diarias princesa, —habla con la vista fija en mí, sin una sonrisa o un gesto de amabilidad, solo haciendo su trabajo —pero el día de hoy tuvo que salir de palacio desde la madrugada y espera volver el día de mañana por la noche.

Alzo el mentón —¿Mencionó el motivo?

El mensajero mueve su cabeza de lado a lado —no alteza.

Ni siquiera tuvo tiempo de al menos escribir una nota él mismo.

Muevo la mano para indicarle que puede irse. Cuando el mensajero cierra la puerta dejo escapar el aire contenido a través de mis labios tensos.

—Quítame esto —le pido a Konatsu refiriéndome a todo el atuendo —hoy vestiré la ropa de entrenamiento y voy a regresar a lo de Happosai, así que consígueme la ganzúa pequeña mientras desayuno.

Konatsu abre los labios, estoy esperando con una ceja levantada su negativa y toda la lista de por qué es una mala idea pero lo que dice no me lo espero.

—Estoy 80% seguro que es el general Herb quien ha dejado ambas notas en tu puerta.

—¿Cómo llegaste a esa teoría?

No sé porque pero no me sorprende la revelación. O la posibilidad.

Comienza a retirar la diadema de mi cabeza —tal vez no literalmente él las haya escrito y dejado bajo tu puerta, pero las dos brujas nuevas del aquelarre de Hinako… bueno no son del todo brujas, son mitad demonios. Sirvieron en los aquelarres de apoyo durante la recuperación del Mab. Una de ellas, Pink, trabajó directamente bajo el mando del general. Las despacharon del plano hace unas cuantas semanas para cerrar filas en el aquelarre incompleto de Hinako. Pero antes de todo lo ocurrido y ser llamadas de vuelta al Mab ella misma servía al Coronel Mint en el plano terrenal mientras su gemela, Link, estaba en el plano infernal en la corte del Rey mismo.

—¿Y Shinnosuke estará enterado que hay dos brujas mitad demonio entre las allegadas de Hinako?

—No lo creo, la verdad es que disimulan bien su aroma porque son brujas herbolarias que se especializan en realizar tónicos.

—¿Ellas son quienes preparan el té? —me levanto para que pueda quitarme el vestido.

Asiente —Hinako las tiene amenazadas, no quisieron contarme como o por qué. Pero confiaron en mí para ayudarlas a desvincularse de la reina bruja. Aunque tampoco saben a ciencia cierta si es el general o alguno de sus cercanos quienes te hayan dado la alerta. Respecto al tónico concentrado no saben nada, no proviene de ellas.

Lo miro con seriedad —¿qué les prometiste?

Konatsu parpadea.

—¿Qué ofreciste para hacerlas hablar con tanta seguridad de que su relato sea cierto?

—Tú protección Akane, y ellas parecían aliviadas cuando se los comenté. Siendo brujas herbolarias llevan también en su sangre algo de la Diosa Madre después de todo y estaban muy dispuestas de poder contar lo sucedido.

—Siendo así entiendo que es por eso que nadie en palacio las podría detectar. Estoy asombrada de Hinako si fue idea suya.

—Admito que la reina bruja ha sido muy lista —comenta Konatsu —solo hay que averiguar que motivos tiene para envenenarte, porque eso lo desconocen las gemelas.

—No estoy segura que me esté envenenando. Anoche me quedó claro que es muy posible que lo esté haciendo por Shinnosuke. Si yo muero ella definitivamente no podría tomar mi lugar como princesa y solo porque ya es la reina del Mab. Debe haber algo… algo más.

La puerta suena con unos cuantos golpes firmes y yo me dirijo corriendo al baño con Konatsu del brazo —seguramente es Hinako, dile que deje el té y si insiste en esperarme dile que estoy indispuesta todavía por la fiesta de anoche.

—Sí, esta bien, eso haré.

Konatsu sale y yo cierro la puerta con el pestillo para evitar que alguien pueda abrir por fuera.

Me quito los zapatos y me pego lo más posible a la madera para tratar de escuchar a la bruja.

—Akane —golpea entonces un par de veces Konatsu al cuarto de baño —ella no está. Ha enviado el té con un sirviente y ya se ha ido.

Abro las puertas y miro la taza humeante en la mesita del centro.

—Ve por las brujas herbolarias, quiero saber que lleva eso —también quiero saber si pueden decirme que es la esfera que encontré anoche en mi jardín privado.

—Muy bien.

Sale de la habitación y yo busco en mi mesita de noche el cofre de plata donde he guardado la perla de cerámica.

Con los nervios de punta decido salir a revisar como va la pequeña flor que curé en la madrugada a manera de entretenerme mientras espero a que vuelva Konatsu, deseando que no vuelva solo. Desando también que no las encuentre.

—Tal parece que igual sobreviviste ¿verdad pequeñita? —hablo bajito a la flor que parece ya más dispuesta a buscar la luz solar.

Así que hago una inspección por el jardín aprovechando el nuevo día. Algunas flores también parecen necesitar de un poco de mi magia. Me concentro en esto. Un poco de calor con mis dedos, un poco de aliento vital. Otra flor que parece reanimada y avanzo al siguiente tramo de arbustos.

Estoy casi terminando la primera mitad del jardín cuando escucho pasos a lo lejos. Konatsu ha regresado.

—¿Qué ha pasado?

—Hinako se ha llevado a todo su aquelarre, tal parece que tuvieron que volver al Mab.

—¿Iría con ellas el príncipe?

Él me mira como con una disculpa —ninguno de los guardias sabe.

—¿Y el general Herb? ¿Se ha ido?

Pienso que tal vez ha ocurrido alguna eventualidad. Pero mi caballero niega —solo la reina bruja con su aquelarre, el líder Taro y su alteza el príncipe han salido de Palacio. La cocinera mayor es quien me contó que las brujitas se fueron al Mab, ya sabes que algunas de ellas ayudan en cocinas.

—Vaya grupo —siseo, pero no me permito más perder tiempo valioso y camino de regreso a mi habitación —quítame entonces el vestido ¿conseguiste la ganzúa?

—Está en la mesa ¿qué hacemos con el té?

Entro a la habitación, parpadeo repetidamente ajustando mi visión luego de estar un rato bajo el sol —trae un frasco vacío de las cocinas y guárdalo ahí, quiero que alguna de esas dos brujas demonio me explique que es lo que contiene. Si ellas no están ¿quién lo preparó?

Así de fácil descarto que sea el general quien envió las notas.

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Esta vez no llevo nada entre mis brazos cuando me detengo frente a la puerta de Happosai. Y como pensaba, ya que ayer fue día de fiesta, los corredores están prácticamente vacíos.

Abro con facilidad la puerta y voy casi volando hasta donde el cofre. Rezando entre dientes a la creación para que siga ahí, para que no hubiese sido solo mi imaginación.

Pero ahí está. Esperando por mí.

Respiro aliviada, tomándolo con cuidado de su sitio y acomodándome lo mejor que puedo para abrirlo. Me tiemblan los dedos cuando inserto la ganzúa correcta. Konatsu me ha conseguido un juego entero de herramientas que incluyen también unas pinzas largas y un par de limas de metal. El sonido del clic es lo único que alivia mi agitada respiración.

Trago saliva. Me limpio el sudor de las manos en la tela que cubre mis muslos.

—No puede ser algo tan horrible ¿cierto? —me doy ánimos cuando comienzo a levantar la tapa del cofre.

Una tela gruesa, como terciopelo, parece envolver algo si forma definida. La voy estirando hacia atrás con cuidado y la estática de lo que sea que hay oculto cosquillea sobre mis dedos.

—Grilletes —alzo una ceja porque francamente no era lo que esperaba encontrar. No como si tuviera una variedad de opciones tampoco.

Son dos juegos de gruesos grilletes lo que aparece bajo mis ojos. No sé si sea buena idea tocarlos. ¿Y si están embrujados? ¿O tienen alguna clase de maldición? ¿Veneno? De repente siento que he hecho mal tan solo al abrir esto.

Pero cuando bajo más la vista para encontrar con la distancia algún detalle que me dé más información o información útil veo que están martillados con diminutas marcas. Me atrevo incluso a pensar que se tratan de runas.

Algo audaz se me ocurre. Es peor idea que el venir aquí a escondidas, como la intrusa que soy.

Cierro el cofre y lo coloco de nuevo en su lugar. Tomo mis herramientas y las guardo en el bolsillo de mi pantalón y después salgo del aula.

Afuera sigue todo vacío.

Camino hasta las escaleras que me llevarán abajo hacia al camino del otro lado del palacio directo a la zona de entrenamiento cuando se me ocurre que a quien busco tal vez pueda estar en la biblioteca. Una corazonada.

Cambio entonces mi ruta y cuando me giro escucho voces a la distancia. Me quedo congelada tras una esquina. Esperando a que las voces pasen o me alcancen.

—Yo sé, no da señales de avance. Lo que más me preocupa es que se vea afectado a largo plazo por las limitantes que lleva. Estoy segura que son esas cosas, —un suspiro —y de ponerse la situación complicada tomaremos esa opción.

—El viejo camino siempre ha sido seguro… —una voz madura femenina es quien habla con urgencia en su tono hasta que la otra voz le interrumpe.

—Entiende, después de la cordillera el trayecto lo haría en solitario, Nodoka. Eso es más arriesgado a que esperemos. —esta vez la cercanía me permite escuchar con más claridad una voz que reconozco, Akari.

—¿Y si alguien la acompaña? —pregunta molesta lady Nodoka hasta que giran su andar y ambas me ven en el corredor. Y tanto Lady Nodoka como la arcángel Akari se detienen en seco. Un titubeo y después ambas mujeres hacen una reverencia profunda frente a mí.

—Alteza —habla primero la arcángel y le sigue en el saludo Lady Nodoka.

Puedo sentir su nerviosismo que busca ocultar con prontitud.

—Buen día —respondo —imagino que están en una reunión privada que he tenido a mala suerte interrumpir. Mis disculpas.

Me muevo de nuevo para continuar con mi camino y es Lady Nodoka quien se atreve a hablar.

—¿Se encuentra bien, alteza? Anoche nos preocupó con el desvanecimiento que sufrió.

—Oh, si, muy bien. Gracias por preguntar pero solo fue cansancio.

—Los cortesanos creen...

Niego con la cabeza —ya me imagino que es lo que creen saber, pero desafortunadamente el príncipe y yo no estamos esperando. Como le he dicho solo fue causa del agotamiento físico. —me atrevo a señalar con la palma extendida a Akari —comí poco y salí a correr con la arcángel horas antes del baile.

Ella afirma —es verdad, ayer estuvimos en la nave.

Lady Nodoka se lleva una mano, notablemente emocionada, hasta el pecho. Como si estuviera aliviada. Extraño. —La nave siempre me ha causado fascinación. Tiene una vista espectacular, la mejor de palacio creo yo. Tiene tiempo que no me ejercito ahí.

—Sería para mí un gusto si nos acompañará mañana a correr —digo antes de pensarlo y ella me mira con los ojos luminosos.

—Un honor alteza —vuelve a hacer una reverencia.

Esta vez me dirijo a Akari —Bien. Las veré mañana después del desayuno entonces ahí. Ahora si me disculpan tengo que ir a la biblioteca por unos libros para mi estudio.

—¿Piensas entrenar hoy, alteza? —la pregunta la realiza la arcángel al notar mi vestimenta.

—Por la tarde, espero tenga un poco de tiempo el general para ayudarme.

—Me ofrecería a reemplazarlo en caso de que él no pueda pero hoy tengo que recibir a los primeros Creature Lux en volver al paraíso.

Me muerdo el labio —¿requieres de mi presencia? El príncipe no está así que...

—Hoy no, dependerá de lo que suceda con este grupo proveniente del Mab.

—Por supuesto.

Las mujeres descienden en reverencia de nuevo —alteza —y por fin se alejan.

Yo hago lo mismo y me apresuro hasta la biblioteca.

En mi camino veo por el rabillo del ojo algunos de los cortesanos de Ori. Verlos me provoca un poco de lástima, ellos no tienen la culpa de las acciones de la princesa.

Y de repente algo deja de tener sentido. Si ella sigue siendo activamente la princesa dentro de nuestro plano para mantener el equilibrio… ¿no significa que los Creature Lux en realidad siguen a su servicio tanto como lo estarían al mío?

Hago una nota mental para consultarlo con Akari.

En las puertas de la biblioteca me recibe un joven bibliotecario cuando entro. Le pido que me haga saber si el general Herb se encuentra en la torre, a lo que él responde que en efecto cree haberlo visto pero igual lo verificará con otros de sus compañeros.

Pienso en esperar su respuesta ahí, pero los pocos cortesanos que caminan entre los libreros cercanos me hacen sentir incómoda.

—Si lo encuentran dígale que lo busco, estaré en la sección de Infernum.

El bibliotecario asiente con la duda reflejada en su inclinación de cabeza, pero no le queda más que acatar mi orden.

Camino segura con la cabeza en alto hasta las escaleras y desciendo.

En el piso dedicado a todo lo conocido del plano infernal primero me aseguro de marcar la sala central con el anillo guía, después comienzo mi recorrido.

Voy hasta donde aparece un letrero sobre la biología de los demonios, con la esperanza de poder encontrar información relacionada con la creación de las quimeras a partir de la raza que existe en dicho plano. Sé que lo que me ha contado Shinnosuke suena imposible, pero no es descabellado.

Las quimeras son monstruos hechos de partes, a diferencia del resto de las razas de la creación su formación es un llamado anti natura. No son causa de una concepción o por una enfermedad, son como rompecabezas.

Con los siglos algunos lograron evolucionar y dependiendo de su origen predominante pueden ser capaces de adquirir otra forma más discreta pero no por ello menos mortífera. El mejor ejemplo es el líder Taro, creado en el plano terrenal a partir de un gen demoniaco y partes bestiales de dicho plano.

Para mi suerte doy con un libro que explica sobre la crianza de demonios.

Estoy saliendo del corredor creado por ambos libreros a cada uno de mis lados cuando escucho pasos que se dirigen hacia mí.

—¿Me buscaba alteza? —pregunta el general Herb, hacienda una reverencia, cuando aparece al final de los libreros.

—Sí —me asomo de un lado al otro para ver si lo ha traído alguno de los bibliotecarios.

—He llegado aquí solo —dice no tan extrañado por mi comportamiento —ninguno de los bibliotecarios cobardes en turno quiere venir hasta aquí.

Aferro el libro contra mi pecho —¿por qué le temen tanto?

Él sonríe —le temen a lo que no comprenden.

—Y usted parece extrañamente muy tranquilo aquí general —alzo una ceja —¿usted comprende el plano infernal?

—Antes no lo hacía alteza, pero luego me enamoré.

—Oh —abro los ojos —¿una demonio?

—Sí —se limpia una mancha inexistente entre sus palmas bajando la mirada —pero no fue el destino.

—Lo lamento.

Se encoge de hombros —yo no, mientras ella se dejó llevar fuimos felices.

—Creí que había pasado algo malo. Que ella ya no…

—En su momento era complicado —una sombra de sonrisa se dibuja en sus labios —ahora sería imposible. La creación no es justa y mucho menos bondadosa cuando decidimos entregar nuestro corazón.

—Es verdad, de cualquier forma lo lamento mucho.

Asiente.

—¿En qué puedo ayudarla?

Me muerdo los labios y el resto de lo que digo es un susurro —necesito su habilidad, general.

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El general y yo caminamos por los pasillos sin hablar. Nos topamos con un par de cortesanos de la difunta Mariko que parecen ir en dirección a la biblioteca, pero solo nos saludan de manera educada.

Yo voy guiando de forma discreta al general, no le he dicho a donde lo llevaré. Pero cuando me detengo frente al aula de Happosai tampoco parece sorprendido.

—Sostenga esto por mí, por favor —le entrego el libro —no lea el título —le amenazo recordando la clase de libro que es y la clase de malos entendidos que podría pensar —y vigile que no venga nadie.

Su cabeza se ladea y su mirada es diversión pura —¿planea meternos en problemas?

—Muchos si no cumple con lo que le he pedido —sonrío maliciosa —vigile —señalo con un movimiento de mi barbilla el corredor tras nosotros.

Me agacho lo suficiente para hacer lo mío, la puerta sede bajo mi toque con la ganzúa y al girar la perilla jalo de la tela de su saco al general para que entre tras de mí.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunta con la voz apenas siendo un murmullo.

Pongo el seguro de la puerta y le hago una seña con la mano para que me siga. Le pido que se detenga a un lado del escritorio de Happosai y con un gran esfuerzo sacó el cofre de su sitio.

El general me observa en silencio, sin intentar ayudarme con el pesado objeto. Y hasta que lo coloco sobre la mesa de madera y lo abro le pido que se acerque.

—¿Puede decirme que metal es?

Con el libro aún entre sus dedos camina hasta quedar a un lado mío, sin apartar su vista del interior del cofre.

—Esa es una manta bendita —parece concentrado —y el metal es... —sus hombros se alzan cuando baja la cabeza para acercarse más —creo que es hierro de Damasco.

Giro mi cabeza un poco exasperada —podría tocarlo para corroborar —señalo lo obvio y estiro mi mano para sacar uno de los grilletes dentro.

Pero al instante sujeta con fuerza mi muñeca para impedir que lo haga —no —gruñe —es un objeto maldito, está protegido por ese manto —su mirada pasa de mí a la tela que sirve de cobertura de los objetos.

—Entonces...

—La manta inhibe cualquier energía de estos objetos —habla con lentitud, explicando de la forma más simple que se le ocurre algo que imagino es evidente que ignoro —lo que significa que sean lo que sean mi don solo ve metal, como usted lo hace.

—Yo creí... —mi voz es apenas un susurro.

—Aunque admito que es extraño que esta clase de objeto esté en manos del viejo Happosai.

Mi tristeza es reemplazada por determinación cuando el general sigue hablando.

—Esta clase de grilletes fueron hechos durante las guerras territoriales, cuando los planos no estaban definidos como ahora. Se usaban para bloquear los dones de aquellos con magia en sus venas como los dioses. Si mal no recuerdo... —entrecierra sus ojos —pertenecieron al plano terrenal como una defensa para lo que los líderes ahí desconocían, pensaban que era el hierro lo que debilitaba a sus amenazas cuando en realidad debían ser de cierto modo personalizados.

—Entiendo. Veo que tienen pequeñas marcas ¿son relevantes?

El general se endereza —¿que clase de marcas observa?

Frunzo el ceño —como runas —suelto el aire exasperada de que me haga esta clase de preguntas cuando las marcas se ven con facilidad.

Sus ojos pasan de los grilletes a mi rostro y de vuelta, con la confusión claramente marcada de que él no ve nada en el metal.

—¿Que significa que solo yo lo vea?

La angustia crece en mi. El corazón se me acelera, como si tuviera una daga directa en el pecho en una clara amenaza.

—Significa que están destinados a usted, alteza.

Un suspiro tembloroso se escapa de mi boca.

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El general me acompaña de vuelta a mi habitación.

—Debería estar preocupada que Happosai tenga algo para limitar mis habilidades —decido hablar luego del largo e incómodo silencio desde el aula del Viejo —pero no entiendo el motive para tomarse la molestia. Mis dones no son un peligro, ni siquiera sirven en una batalla.

—Creo que se da menos crédito del que debería alteza. Usted es una poderosa representante de su clase.

Mi risa es ahogada. Como un ronquido.

—Creo que más bien usted me tiene demasiada estima —detengo mi andar y lo miro confundida —¿le recuerdo a su amante general? ¿Por eso me trata bien y de manera protectora?

El niega con su cabeza. —Lo hago porque usted es mi princesa, es mi deber defenderla y protegerla.

—Usted es el general del paraíso. No mío solamente.

—La lealtad de mi familia siempre ha sido a las cortes de las princesas del paraíso.

—Podría seguir honrando la memoria de Mariko.

—Con el respeto que merece... la princesa Mariko está muerta. Usted no.

—Tampoco Ori.

—¿Quien dice que no la honro también a ella?

Abro mucho los ojos —ella trajo la muerte y la destrucción a los planos de la creación.

—Me dice que ¿de verdad cree eso? Piénselo un instante alteza, la princesa Ori es una de las protectoras de los creature lux. Dedicada a salvaguardar los planos, una de los precursores de la intervención divina en la revelación. ¿Y ella abrió las puertas a las quimeras? No tiene ni siquiera coherencia. ¿Proteger algo que pretendía destruir algún día?

—Por el poder general, la gente cambia fácilmente sus convicciones cuando el deseo de mandar y controlar es mayor al bien común.

Me mira como si me tuviera lástima —debería hablar con ella. Aprovechar que el príncipe no estará en unos días.

—Volverá mañana.

Su sonrisa se vuelve torcida —dudo mucho que en una tarde consiga la audiencia con la emperatriz del Sopramundo.

—Él no fue al Sopramundo.

—Si, si fue. Solicitó que le hiciera compañía un pequeño regimiento.

—¿Cree que la bruja Hinako también fuera con él —tal vez después de todo no ha ido al Mab.

—Desconocía que la reina de las brujas estuviera ausente también.

Sus puños se cierran a cada lado de su cuerpo —mire alteza si pudiera contarle más lo haría, pero su seguridad e integridad son delicadas. Creo que ya la he comprometido demasiado con mi imprudencia, milady.

Noto una impotencia en su postura, así que inspiró dejando mi mano sobre su brazo —le agradezco general. Su ayuda y su sinceridad.

Él mueve su cabeza de arriba abajo una vez, con su mandíbula aún muy tensa. Listo a darse la vuelta hasta que vuelvo a hablar y eso lo detiene.

—Hace unos días usted se ofreció a ayudarme con mi entrenamiento. ¿Tendrá tiempo para eso hoy?

Suspira aliviado —será un honor alteza. Sugiero que coma algo y vendré por usted en un par de horas. Solo debo resolver un pendiente.

—Bien.

Camina hasta mi puerta y la abre por mi.

Espero pueda hablar lo más pronto con las brujas demonio antes de ser directa y preguntarle al general si los mensajes que he recibido son a causa suya. Ahora pienso que sí. Definitivo.

—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—

El ruido que nos rodea es de los soldados que entrenan al aire libre.

—Mantén firme los pies, como si estuvieras pegada al suelo. Tu torso es lo único que debe moverse.

—Bien.

Tomó aire y levantó el sable ligero con fuerza para detener los ataques que comienza a lanzar hacia mí el general... quiero decir, Herb.

Dadas las nuevas circunstancias le he pedido que por lo menos en este salón de entrenamiento deje de ser tan formal conmigo.

—Muy bien —sonríe satisfecho luego de que consigo detener los 10 distintos movimientos —esta vez lo haré más rápido.

Asiento. Ni siquiera estoy sudando aunque si siento la piel un poco más caliente por el ejercicio.

Herb alza su sable y yo me coloco en posición con el mío. Luego sus manos son más rápidas cuando sube y baja el sable con facilidad y solo consigo detenerlo la mitad de las veces. Pero él alcanza a frenar cada ataque antes de siquiera llegar a lastimarme.

—No ha estado tan mal como creía —sonríe —vamos a continuar.

Alternamos entre lento y esta versión de rápido por lo menos un par de horas. Termino rendida y jadeando cuando dice que es suficiente por el día y le pide a uno de los guardias apostados en la entrada del pequeño salón de entrenamiento que solicite agua fresca.

—En serio... —tomo aire con fuerza, con la espalda encorvada y mis manos recargadas en las rodillas —¿yo era buena en esto?

Sonríe mientras su pecho sube y baja también regulando su respiración agitada —eras muy veloz además. O eso fue lo que yo escuché.

—Por que no puedo recordarlo —la pregunta es más para mi.

Herb camina hasta la puerta para tomar la jarra y las copas cuando dos sirvientes vuelven con lo pedido. Luego las deja sobre una mesa que coloca uno de los sirvientes que llega y sirve algo del líquido entregándomelo. Despacha a todos y nos quedamos nuevamente a solas.

Ambos bebemos con urgencia. El agua cae en mi estómago con un quejido doloroso primero y tras beber más es un alivio.

—Tal vez porque ha pasado mucho tiempo —responde tomando de mis manos la copa para servir más.

Camino hasta la mesa —solo han pasado poco más de un par de meses.

—No me refería a la fiebre —me entrega la copa —sino a cuando abandonaste el Paraíso. Mucho tiempo atrás. Tiempo antes de la revelación. —se queda en silencio observando con horror como tiemblo por completo.

—¿Qué? —consigo decir en un hilo de voz.

—Nadie sabe el motivo, solo que estabas en el plano terrenal. Pero ni Ori, Mariko o Toma cuestionaron la explicación que dio Shinnosuke sobre que deseabas permanecer ahí un tiempo. Fue meses antes de su boda, luego volviste y se casaron y después ocurrió la revelación. ¿Tampoco recuerdas eso?

Niego tragando saliva.

—Ven, vamos a sentarte. Te has puesto pálida.

Nos colocamos en el suelo con las espaldas pegadas a la madera del salón.

—No recuerdo que hacía en el plano terrenal. No recuerdo nada hasta hace unas semanas que desperté de la fiebre. Cuando comenzaron a explicarme quien era y donde estaba. Pero aún así me costó mucho trabajo entender todo. Ubicarme.

—Tal vez no tenga todas las respuestas Akane, pero estoy aquí como tu aliado. Te he dicho ya que te debo mi honor y tienes mi entera protección.

Lo miro, tengo ganas de preguntarle si ha sido él con las notas pero me contengo.

—Gracias.

Fuera el ruido cambia y ahora no son comandos lo que los ángeles entrenando gritan. Sino una masa de gruñidos desagradables o en otros casos gritos de celebración.

—¿Qué ocurre? —pregunto mirando la entrada.

Herb se levanta con facilidad y extiende una mano hacia mí para ayudarme a levantar. En silencio dejamos las copas en la mesa y salimos para entender mejor el motivo del ruido fuera.

La mayoría de los ángeles está recargado en otra parte del área de entrenamiento que da acceso visible a un piso inferior. A través de los arcos que hacen de ventanas se observa un pasillo que proviene de una de las entradas laterales del palacio.

El general abre un espacio para que pueda ver, se coloca tras de mí de manera protectora.

Abajo filas y filas que parecen infinitas de ángeles con ropas tan distintas a lo que usualmente se usa en el paraíso van caminando. Algunos parecen tan jóvenes y pequeños que bien podrían ser…

—Son niños —comenta en voz baja solo para mí Herb a mi espalda —son familias en realidad.

Lo miro sobre mi hombro —¿cómo?

Su pecho se eleva cuando toma aire, sus puños están cerrados con tanta fuerza que sus nudillos se han puesto blancos.

—Son las familias de los Creature Lux.

—Creí que solo volverían los soldados pertenecientes a la organización. ¿Por qué niños también?

—Su alteza el príncipe nos quiere a todos, ángeles y arcángeles de vuelta en este plano. Nadie puede volver a donde haya forjado su vida. Y esas familias que están regresando son un ejemplo, le apuesto a que muchos de ellos son descendientes de los Creature Lux en alguno de los planos a donde fueran enviados a misión y seguramente es la primera vez que ponen un pie aquí.

Los soldados a nuestro alrededor los miran tanto con curiosidad algunos como con repulsión otros.

—¿Por qué el abucheo de algunos?

—Hay ciertos ángeles que piensan que los nacidos en otro plano que no fuera el paraíso no merecen ser reconocidos como ángeles.

Justo en ese momento escucho a lo lejos a varios soldados, tanto mujeres como hombres, gritando fuera, fuera, fuera.

Me inclino hacia atrás —mueva a todos lejos de aquí general.

Herb me mira con determinación cuando busco sus ojos esperando entienda y asiente —sí alteza, de inmediato.

En un segundo el general está dando órdenes con sus alas desplegadas tras de él y organizando a todos para que se alejen de la orilla. Luego el silencio repentino es solo cubierto por las voces asustadas de aquellos que están caminando aún desde la entrada un piso abajo.

Doy una mirada de nuevo a todas esas familias y dando un golpe con el puño cerrado en la piedra lisa del barandal me alejo para salir con el resto de la zona de entrenamiento.

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La arcángel Akari solicita la ayuda del general y algunos de sus hombres para organizar a las familias que han llegado a palacio. Algunos serán despachados en las casas que rodean el sitio y otros viajaran temprano a sus zonas de origen dentro del plano.

Pero mañana llegaran más.

Me planteo seriamente la sugerencia de Herb de ir a visitar a Ori. No es como si Shinnosuke me lo tuviera prohibido pero no quiero responder aún su cuestionamiento. Porque estoy segura que se opondrá, dirá que es innecesario o incluso peligroso.

También pienso en los grilletes que tiene guardados Happosai, en lo que ha comentado respecto a que solo yo he podido ver las runas que los adornan. Ya he visto runas antes, recientemente. ¿Dónde?

Muevo la perilla de mi habitación para abrir y a mis pies hay otra nota. La tomo y cierro la puerta.

El aroma de incienso es mucho más intenso esta vez, el papel es idéntico si mi memoria no me falla y cuando la extiendo lo que dice no me sorprende. De hecho comenzaba a preguntarme cuando aparecería esta nota.

Debes quitarte esos brazaletes

Voy hasta donde se encuentra mi joyero y abro la pequeña puerta secreta que hay al fondo. Guardo la nueva nota y después solicito a un sirviente que traigan mi comida. Debería ir a la biblioteca y pedir que me consigan todo lo relacionado con runas pero creo que hacerlo sería advertir a Happosai sobre mi hallazgo.

¿Dónde he visto runas antes?

Me descalzo y voy con los pies desnudos hasta el jardín, sintiendo bajo las plantas de mis pies el suave pasto verde.

¿Dónde he visto runas?

El sol aún está en el cielo pero ya camina rumbo a la puesta. Decido empezar a trabajar en la otra mitad del jardín que no he podido hacer esta mañana. No pasa mucho tiempo hasta que uno de los sirvientes irrumpe desde el arco de mi habitación sin atreverse a entrar a mi espacio personal.

Le agradezco por el servicio y le pido que deje todo en la mesa de la habitación. También le ordeno que cierre al salir y que yo llamaré para que vengan a recoger cuando termine.

Sigo entretenida en mis flores cuando en un descuido una espina perfora mi piel, el pinchazo no es muy doloroso pero sí sorpresivo. Como tonta me llevo el dedo herido a los labios, con la lengua me doy cuenta que la sangre ya brota. No es mucha.

¿Dónde he visto runas?

Y entonces mis ojos se desvían por algo que llama mi atención hasta mis brazaletes. En el interior, de la manera más minuciosa creíble las veo. Todos los días, sin haber reparado en ellas, todas las veces que observaba mis propios brazaletes. Ahí estaban. De ahí es donde las había visto.

Runas.


Hello mis hermosos lectores! Espero se encuentren muy bien. Yo sigo trabajando en esta historia pero la vida se atraviesa y ya me estoy tomando más rato en revisar y editar. De hecho este capítulo pensaba actualizarlo la semana pasada pero he tenido algunas urgencias familiares.

En fin, cosas que explicar pues no mucho. Prometo que todo irá cobrando sentido poco a poco, así es esto de contar una trama en muchos capítulos. Lo siento!

Mil gracias a todas las personitas que se han tomado un ratito para dejar una reseña, de corazón me alegran la vida porque son el motivo real para que yo actualice. En serio que si.

Gracias, gracias, gracias!

Pauvishana, Alexandraaa417, Niomei, Esmeralda Yasmin, Bealtr, Nicky, Serena de Kou, Faby y a las dos lectoras que aparecen como Guest besitos tronadores!

Cuídense mucho y nos leemos pronto!