Capítulo 5

Lydia estaba muy emocionada. El día del baile no había estado sentada ni un solo momento y parecía que el señor Wickham y el capitán Denny se habían disputado su atención durante toda la noche. A ella le fascinaba ser el centro de atención y ver que dos hombres la buscaran de esa forma, la había dejado en éxtasis. El único problema era que ella no podía decidir cuál le gustaba más.

Sin duda alguna, Wickham era el más guapo de ambos. Pero Denny era mucho más apasionado en la forma en que la miraba y le hablaba, y eso a ella la enloquecía. El saber que un hombre sólo tenía ojos para ella era como un sueño hecho realidad, aunque fuera un hombre no tan atractivo. Su padre siempre la había ignorado y le decía que ella no era más que una chica boba. Por eso que un hombre inteligente y educado como Denny apreciara tanto su compañía la hacía sentir especial.

-Lydia, querida, me gustaría hablar contigo,- le dijo la señora Foster a su amiga.

-Claro, Harriet, dime qué necesitas,- contestó Lydia.

Harriet Foster había comenzado una aventura con Wickham con el único fin de pasar un momento agradable. Su esposo era un hombre mayor que ella, y aunque no podía decir que no era feliz con él, lamentablemente él siempre estaba muy ocupado y ella era una mujer joven y llena de vida que necesitaba las atenciones de un hombre constantemente. Pero no se había dado cuenta que estaba jugando con fuego, y que su atracción por Wickham era cada vez mayor. Él era un hombre con mucha experiencia que sabía muy bien como satisfacer a una mujer. -Lydia, vi que ayer conversabas y coqueteabas mucho con Wickham. ¿Te gusta?-

-Harriet, a quién no le va a gustar un hombre tan guapo como él. Pero te aclaro que fue él quien me buscó a mí, creo que es otro más que se está enamorando de mí,- dijo Lydia riéndose.

-Prométeme, querida amiga, que me vas a contar si Wickham te intenta enamorar. Yo te puedo dar muchos consejos, si lo deseas.- A la señora Foster no le agradaba la idea que su amante quisiera burlarse de ella, por eso quería saber todo lo que pasaba para saber cómo actuar. Si Wickham pensaba que se podía reír de ella, él estaba muy equivocado.

-Por supuesto que sí, mi querida Harriet. Tú serás la primera en saber si el señor Wickham me pide matrimonio,- contestó Lydia riendo.

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Mi querida señorita Bennet,

Espero de todo corazón que se encuentre bien y se recupere de su desafortunado accidente lo antes posible. Por mi parte, estoy desesperado de ganas de verla. Ya no aguanto ni una hora más sin poder tenerla entre mis brazos para besarnos como lo hicimos a la orilla del camino cuando nos reencontramos después de tanto tiempo sin vernos, y tantos malos entendidos mediante…

Elizabeth tuvo que parar de leer por un momento. Se había ruborizado de los pies a la cabeza y ella agradeció que Rose no la estuviera mirando en ese momento. Lo que más la impactó fue descubrir que parte de lo que recordaba, al parecer, no había sido un sueño sino la más absoluta realidad. Después de calmarse siguió leyendo...

No he dejado de amarla, es más, creo que hoy la amo más que cuando le propuse matrimonio. Estoy consciente de que me porté como un canalla con usted, pero quiero que sepa que he cambiado. Qué gracias a usted pude ver lo estúpido y arrogante que he sido durante muchos años. Pero ya tendremos la oportunidad de hablar de todas estas cosas cuando por fin podamos estar cara a cara. Si le he mandado esta carta con mi hermana es para pedirle un favor. Quisiera saber si puedo visitarla esta noche por unos minutos. Créame cuando le digo que necesito verla y saber que está bien. Mi hermana pasará después de la cena a visitarla, me puede mandar la respuesta con Georgiana. Por su puesto ella no sabe lo que le estoy pidiendo, sólo dígale que está de acuerdo y más tarde yo le explicaré.

El hombre que más la ama en el mundo,

F.D

Elizabeth quedó consternada pero con una extraña mezcla entre felicidad y preocupación. El señor Darcy aún la amaba, y esos besos que la habían hecho sentir tantas cosas nuevas habían sido reales. Pero eso significaba que ella se había comportado como una libertina, que había besado al señor Darcy de una forma descarada sin siquiera ser su prometida. Ella también necesitaba ver al señor Darcy para aclararle algunas cosas. Tampoco podía esperar para verlo y hablar con él. Necesitaba dejarle claro que ella no estaba consciente cuando se besaron y abrazaron de esa forma para que no tuviera una idea equivocada de cómo era ella. De hecho, aquellos besos habían sido los primeros de su vida. Cuando viniera Georgiana le diría que estaba de acuerdo.

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Una vez terminó la cena, el señor Darcy fue a su oficina con los caballeros para beber brandy y conversar sobre las actividades deportivas que practicarían al día siguiente. Él estaba intranquilo pensando en si había hecho bien en mandarle esa nota tan osada a Elizabeth. Pero necesitaba que ella supiera todo lo que él estaba sintiendo en ese momento, lo mucho que la amaba y cuánto deseaba verla. Él solo quería que todos se retiraran a sus cuartos para poder saber si su Elizabeth le permitiría visitarla.

En el salón principal, Georgiana tocaba el piano y la señora Gardiner conversaba con la señora Annesley. Caroline le dijo a Louisa que le cubriera la espalda y que dijera que ella se sintió mal y se tuvo que retirar a su habitación. Se aseguró de que nadie la viera y se fue directo al ala este, donde estaban las habitaciones de la familia. Cuando vio a una sirvienta prendiendo unas velas le dijo que venía a visitar a su amiga la señorita Bennet, y si le podía indicar cuál era su habitación.

Cuando llegó a la puerta respiró hondo y golpeó. Una sirvienta le recibió y la hizo pasar. -Señorita Eliza, qué bueno ver que está bien,- dijo Caroline fingiendo preocupación.

Elizabeth cerró abruptamente el libro en el que tenía la carta del señor Darcy y sólo atinó a decir, -Señorita Bingley.-

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Alexander Bingley se había acomodado en Netherfield y sólo esperaba que llegara el capataz de la hacienda para poder hablar con él, saber exactamente cuál era el problema y poder regresar a Londres en el menor tiempo posible.

-Señor Bingley,- dijo el señor Green, capataz de Netherfield. -Muchas gracias por venir.- Después de explicarle a grandes rasgos los problemas de la finca le dio detalles de cuál era el problema principal. -Como le expliqué en tantas ocasiones a su primo, tenemos problemas con los cercos que dividen Netherfield y Longbourn y eso ha generado graves altercados entre los inquilinos de ambas haciendas. No es un asunto que podamos resolver solos, necesitamos que el señor Bennet también tome cartas en el asunto. Yo he hablado un montón de veces con él, pero nada pasa.-

-¿Hay alguna razón especial por qué ese señor Bennet no tiene interés en resolver este problema?- preguntó curioso Alexander.

El capataz sonrió y sólo dijo, -El señor Bennet no es un hombre que disfrute mucho trabajar.- El señor Green le contó un poco más sobre el señor Bennet a Alexander, y él decidió ir a hablar con él lo antes posible.

Antes de la hora de la cena, Alexander le entregaba su tarjeta al señor Bennet y pedía una entrevista inmediata con él. Mientras esperaba en el vestíbulo vio que por una puerta lateral ingresaba la hermosa rubia que lo había ayudado a encontrar Netherfield. Ella había entrado con una canasta llena de flores y estaba ordenándolas en un florero mientras tarareaba una canción.

-Buenas tardes, señorita.- dijo Alexander haciendo una pequeña reverencia.

Jane que estaba totalmente sumergida en sus pensamientos se asustó al escuchar una voz profunda que la saludaba. Se le cayó el canasto con las flores, y ella completamente ruborizada comenzó a recogerlas mientras tímidamente dijo, -Buenas tardes, señor.-

Alexander se disculpó y ayudó a Jane a recoger las flores. En ese momento la señora Bennet entró a la habitación y comenzó a interrogar al recién llegado. -Buenas tardes, señor. El señor Hill me dijo que deseaba hablar con mi esposo. Si puede esperar unos minutos, él lo recibirá en unos momentos. Yo soy la señora Bennet y ella es mi hija mayor, Jane Bennet.-

-Buenas tardes, señora, señorita. Yo soy Alexander Bingley y he venido a hablar con su esposo en representación de mi primo, Charles Bingley.- Alexander y Jane habían logrado recoger todas las flores y la señora Bennet lo invitó a tomar el té y aprovechó de interrogarlo.

-¿Cuándo regresará el señor Bingley? Él se fue sin despedirse, incluso de personas a las que le había dedicado mucho tiempo,- dijo la señora Bennet mirando a Jane, quien nuevamente no pudo evitar sonrojarse.

Alexander comprendió que el nuevo ángel de su primo era la hermosa Jane Bennet. Recordaba que Charles le había explicado que él estaba muy interesado en la señorita, pero que Darcy y sus hermanas le habían hecho entender que ella no sentía nada por él, y que su mercenaria madre la obligaría a casarse con él si retornaba a Hertfordshire. Por eso decidió hacer un pequeño experimento. -No creo que mi primo vuelva, en estos momentos está en el norte y creo que tiene intenciones de comprar una finca en Derbyshire. Pero puede ser que yo me interese en comprar Netherfield.- Él no tenía ningún interés en dejar sus negocios pero quería ver que tan mercenarias eran las mujeres que tenía en frente de él.

-Qué bien, espero que usted sea un mejor patrón si decide quedarse acá. Los inquilinos necesitan un patrón que se ocupe de ellos. Además, espero que usted sea más caballeroso que su primo y no juegue con los sentimientos de las señoritas que conoce,- dijo la señora Bennet mientras Jane rogaba que su madre no dijera nada más.

-Si el señor me disculpa,- dijo Jane tímidamente, -debo terminar lo que estaba haciendo.- Jane no deseaba seguir escuchando los inapropiados comentarios de su madre.

La señora Bennet siguió quejándose de cómo se había comportado Charles. Alexander se dio cuenta de que la señora era bastante tonta e impertinente, pero estaba claro que se preocupaba por su hija. Por su parte, la señorita Bennet ni siquiera lo había mirado cuando él dijo que podría ser el nuevo dueño de Netherfield. -Qué tonto eres, primo mío. Ni para cortejar a una señorita decente y buena sirves,- pensó Alexander.

Finalmente él pudo hablar con el señor Bennet. Hace mucho tiempo que Alexander no había conocido a una persona tan desagradable como el señor que tenía en frente de él. Primero, él había intentado burlarse de él y cuando vio que no pudo hacerlo sentir incómodo, comenzó a ignorar todo lo que le decía.

-Señor Bennet, si por algún momento a usted se le ha pasado por la cabeza que yo soy igual de voluble que mi primo, le aclaro que está muy equivocado. Yo soy un hombre de negocios y no me gusta perder el tiempo. Mañana lo quiero ver a las diez de la mañana en la cerca norte donde se juntan ambas propiedades. Si no llega, me iré inmediatamente a hablar con el magistrado para dejar constancia, y resolveremos el asunto con nuestros respectivos procuradores. ¿Qué decide?- Alexander había perdido la paciencia por completo.

-Está bien, pero es demasiado joven como para tener tan poco sentido del humor,- dijo el señor Bennet mientras sonreía irónicamente.

-Mi sentido del humor lo guardo para ocasiones especiales, jamás lo uso para burlarme de otros y menos como excusa para no cumplir con mis obligaciones. Hasta mañana.- Alexander se despidió y se fue.

El señor Bennet no pudo evitar reírse y se prometió que al otro día se disculparía con el muchacho. Estaba claro que pese a su juventud, él era un hombre íntegro y trabajador, cualidades que él era capaz de destacar y admirar.

Cuando Alexander montó su caballo miró hacia la casa y vio que en una banca del jardín estaba sentada la señorita Bennet mirando a unos niños que corrían tras un perro. -Hay Charles, ¡qué tonto eres!-

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-Querida señorita Eliza, no sabe el gusto que me dio saber que estaba en Pemberley. Siento lo de su accidente, pero ya verá como pronto se recupera.- Caroline deseaba quedarse a solas con Elizabeth por algunos minutos para poder poner su plan en marcha. -Muchacha, tráenos una bandeja con té fresco,- le dijo Caroline a Rose.

Rose miró a Elizabeth y ella le hizo un gesto de que podía ir a buscar té. Si tenía que soportar a la señorita Bingley, una taza del excelente té que servían en Pemberley ayudaría. -Gracias por tomarse el tiempo de venir a visitarme,- dijo Elizabeth resignada.

Caroline le preguntó a Elizabeth sobre su accidente y le contó un poco de cuales eran sus planes y los de su familia para el resto del verano. Después de fingir interés por unos minutos en lo que Elizabeth le decía, ella decidió poner en marcha su plan antes que volviera Rose con el té. -Esta habitación está igual a como la recordaba. La primera vez que estuve en Pemberley, yo me alojé aquí. En ese época el señor Darcy era distinto conmigo…- Fingiendo modestia, Caroline guardó silencio.

-¿Usted se alojó en esta misma habitación?- Preguntó Elizabeth curiosa y preocupada.

-Sí, pero sólo una vez. El señor Darcy me hizo sentir especial al recibirme en el ala familiar. Esa vez yo viajaba sola con mis sirvientes y mi dama de compañía. Louisa recién se había casado y yo regresaba a Londres de Scarborough. Yo creí que era especial para él, pero muy tarde me di cuenta que… Creo que no debo hablar más de esto. Pero sólo quiero decirle que se cuide. Sé muy bien que nunca hemos sido amigas, pero no quisiera ver a otra mujer pasando por lo mismo que yo, y tener que perseguir al hombre que un día la ilusionó para que cumpla las promesas que le hizo aquí mismo…- cuando dijo eso, toco la cama en la que Elizabeth dormía.

-Señorita Bingley, nunca pensé que… Yo creía que… - Elizabeth no pudo razonar bien. Jamás pensó que la forma insistente y poco digna en la que Caroline perseguía al señor Darcy se debía a que él le había hecho promesas y no las había cumplido.

-Me tengo que ir, pero sólo quiero decirle que cierre bien esa puerta. Hay hombres que saben muy bien como hacer caer una mujer en su trampa. Buenas noches, señorita Eliza.- Caroline se fue feliz sabiendo que había sembrado la semilla de la duda en Elizabeth. Ella jamás permitiría que una mujer tan insignificante como ella le robara al hombre de su vida.

Por su parte Elizabeth no pudo creer que hasta hace unos cuantos minutos atrás, ella estuvo dispuesta a recibir a ese hombre en su cuarto y a solas. ¿En qué estaba pensando?. Sólo esperaba que llegara el día siguiente para poder irse.

Afortunadamente sus tíos llegaron luego a acompañarla y después de charlar amenamente con ellos consiguió calmarse. Georgiana apareció a darle las buenas noches cuando los señores Gardiner ya se habían retirado. Cuando Georgiana le preguntó si tenía un mensaje para su hermano, Elizabeth le contestó que no y no dijo nada más. Hablaron por un momento y finalmente Georgiana se retiró a su cuarto.

El señor Darcy golpeó la puerta de su hermana un poco nervioso, cuando ella abrió le preguntó inmediatamente. -¿Tienes algún mensaje para mí, Georgie?-

-No, hermano. La señorita Bennet no me dijo nada, pero se veía muy cansada,- dijo Georgiana al ver la cara de decepción de su hermano. No tenía corazón para decirle que Elizabeth había respondido de una forma cortante y seca.

-Gracias, hermana, - dijo el señor Darcy y se retiró a su cuarto. Esa noche casi no pudo dormir afligido sin saber qué sentía o qué pensaba Elizabeth. Él no podría soportar un nuevo rechazo de ella, no después de haberla tenido en sus brazos y haberla besado como lo había hecho.

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Gracias a todos los que leen y dejan comentarios. Hoy comencé a publicar en paralelo esta historia en inglés. Ustedes van varios capítulos adelantados porque son inteligentes y pueden leer en más de una lengua, o porque son inteligentes y saben cómo usar el traductor :)

Ahora quiero que ustedes me ayuden a decidir lo siguiente. ¿Qué prefieren, que Alex ayude a Bingley a darse cuenta de que Jane si lo amaba, o que Alex le gane la partida a su primo y se quede con Jane? No lo tengo definido y quiero leer qué opinan.

Saludos,

Yo