Sus palabras hacían eco en mi mente, esa parecía una despedida y por alguna razón se sentía mal. Quería creer que era porque él se había adelantado a mis planes y ya no podría utilizarlo como venía haciendo hasta ahora, me perdería de sus atenciones y el sentimiento de superioridad que aquello me proporcionaba.
Decidí que no daría más vueltas al asunto y por primera vez en mi vida agradecí una llamada entrante de mi padre. Un viaje de negocios por un fin de semana a San Petersburgo con él parecía perfecto para despejar mi mente y deshacerme de ese sentimiento desagradable, así volvería el lunes siendo yo mismo y olvidando por completo la existencia de Yuuri Katsuki. Desafortunadamente las cosas no siempre me salían de acuerdo al plan.
Pasé un aburrido fin de semana en una de las habitaciones más lujosas de nuestra sucursal en San Petersburgo, viendo televisión, jugando videojuegos y comiendo comida chatarra, pues a última hora mi padre decidió que aún no estaba listo para acompañarlo a sus reuniones con los encargados del lugar. Pero tampoco me quería causandole problemas, así que prácticamente me encerro en el lugar. ¡Vaya mierda!. Pero admito que esa no fue la peor parte de mi fracasado plan. Pues grande fue mi sorpresa cuando no vi a cierto asiático por ningún lado cuando había regresado el lunes por la mañana. Pero los rumores no tardaron en llegar a mis oídos.
Salí de la facultad lo más rápido que pude para llegar hasta ese lugar y cerciorarme de que todo era solo un chisme contado para molestar. Corrí lo más rápido que mi auto — y las leyes de tránsito me lo permitieron, — hasta donde me dijeron se encontraba, pero al llegar no pude soportar mucho el verlo en ese estado, quedándome en la puerta sin creer lo que veía. Cuando salí de mi estupor no me acerqué, en cambio tomé la dirección contraria con la firme intención de regresar a la escuela para darle su merecido a los hijos de puta que habían dejado en ese estado a mi Katsudon.
Al llegar al campus la estúpida sonrisa de Romanov hizo que mi sangre hirviera, sin pensarlo un momento más me le fui encima desquitando toda la rabia que había en mi, no solo por Yuuri sino la que había acumulado desde que tenía uso de razón.
Una especie de fuerza sobrenatural se apoderó de mi cuerpo que no se detuvo hasta que Yerik quedó irreconocible — que en realidad, fue porque me detuvieron pues por mí lo hubiera matado en ese momento. Por primera vez en mi vida había perdido totalmente el control, y por mucho que me costará aceptarlo, era porque le había tomado cariño a Yuuri y verlo tan lastimado me había hecho darme cuenta de ello, buscando vengar lo que le habían hecho.
Pasé un largo rato en la estación de policía y la oficina del rector de la universidad, pero en cuanto me libré de esos incompetentes, fui al hospital para ver cómo se encontraba el Katsudon. Había evitado por completo a mis padres y a la prensa — aunque es probable que estos últimos ya supieran hasta la ropa interior que estaba usando cuando golpeé a Yerik, — aún así, por equivocación había tomado una llamada de mi padre en ese momento. Sinceramente esperaba algo peor. Nada que "mi orgullo Plisetsky" no pudiese arreglar.
Colgué la llamada con una combinación de furia y ansiedad por la actitud del viejo que se hacía llamar mi padre. Me di la vuelta y pude ver los ojos castaños de Yuuri mirándome con atención.
—¡Yuuri! ¿Cómo te encuentras? Lo lamento, te desperté. — Me acerqué rápidamente a él, sentándome casi en el borde de la camilla.
— Tranquilo, no fuiste tú. — Respondió tratando de incorporarse en la cama. Y cuando digo tratando, es porque de verdad parecía costarle más de lo que quería demostrar. — M-me encuentro mejor...
—Si, claro, y esa expresión en tu cara lo sustenta. — ¿A quien creía que engañaba ese estúpido cerdo? Lo mire con ironía, enfureciendo con el imbécil de Yerik y conmigo mismo por no haber estado ahí para ayudarlo. — Ese hijo de puta esta vez se excedió y aún así el jodido decano no hizo nada.
— No exageres, tampoco fue para tanto, solo me desmay-
— ¡¿Me estás jodiendo?! Llevas casi una semana en el hospital ¡¿Y te atreves a decir que no fue para tanto?! ¡Poco faltó para que te matara! — Estaba furioso, tanto que parece ser que espanté a Yuuri y comenzó a evitar mi mirada.
— ¿Cómo te enteraste? —Preguntó inseguro.
— ¿Cómo no hacerlo? En toda la escuela no se habla más que de "como Yerik mandó al hospital al pobre asiático" — Lo miré irónico. — No hay que ser muy listo para saber a quién se referían.
— No hay otro estúpido con el que pueda "jugar", ¿no? —Me tensé al escuchar sus palabras, pero traté de no demostrarlo.
— No, más bien no había otro estúpido solo, sin alguien que lo defendiera de él y su perros falderos. — Bufé molesto, desviando la mirada.
— Yuri...¿qué haces aquí realmente? Pensé que no volveríamos a hablar y ahora estás aquí como si te importara de verdad, no lo entiendo. — Y para ser sincero, yo tampoco lo entendía del todo.
— No tenía nada mejor que hacer, me enteré y quería ver qué tanto se había ensañado ese bastardo. — Respondí restándole importancia al asunto.
— Eh...gracias, creo, no era necesario, esta misma tarde me dan el alta y podré ir a casa...
— ¡¿Regresarás a Japón?! — La sorpresa provocó que me levantara de mi lugar, exaltado.
— ¿Qué? ¡Por supuesto que no!, solo iré a mí departamento, sería muy complicado el papeleo para regresar a Hasetsu ahora mismo. — El estúpido Katsudon se estaba burlando de mi, apostaría mi mano derecha por ello.
— A-ah...ya veo, si, eso tiene más sentido... — Volví a tomar asiento en donde estaba. — Por un momento pensé que esto te haría querer regresar...
— ¿Y eso te preocupa, por qué…? — Me miraba escéptico.
— ¡N-no me preocupa, tonto Katsudon!.
— No me lo tomes a mal, pero... ¿qué haces aquí? Yo sé que nuestra reciente cercanía fue solo algo para tu beneficio. — Lo miré sorprendido. — No soy estúpido, Yuri, estoy consciente de que para muchas personas soy solo algo que pueden desechar fácilmente, y tú no fuiste la excepción... — Sus palabras me habían dolido, porque me hacían ver lo hijo de puta que realmente era por aprovecharme de alguien tan vulnerable como lo era él.
— ¿Y eso qué? No porque te topes con hijos de puta como Yerik o como yo significa que no serás apreciado por nadie.
— No son solo tú o Yerik, toda mi vida me he encontrado con gente así y cuando todos me tratan de la misma forma no estoy tan seguro de el problema sean ellos, supongo que hay algo malo conmigo. — Bajó la mirada después de regalarme una sonrisa triste. No lo soporté más y mandé mi orgullo a la mierda.
— Escúchame bien, estúpido cerdo, porque no pienso volver a repetir esto ni aunque me torturen. — Lo miré fijamente, con determinación, una que jamás había mostrado en la vida. — Eres una persona que vale más de lo que tu crees, eres especial y brillas como nadie, estoy seguro de que si confiaras más en ti mismo podrías llegar a hacer grandes cosas, más allá de lo académico, pero tu inseguridad es lo que atrae a personas de mierda que buscan pisotearte. Y si, reconozco que al principio mi plan era usarte y deshacerme de ti cuando me aburriera, pero tú me botaste primero y, ¿Adivina qué? No he podido hacer otra cosa más que pensar en ese estúpido katsudon que no hace más que darme problemas. — Entonces fue que una pregunta surgió en mi mente: ¿Qué era lo que realmente sentía por Yuuri Katsuki?.
