Los demonios de la mente de Rei
AVISO: CONTENIDO DE LEMMON.
Risa entró a su habitación hecha una furia y derramando lágrimas, de esa manera cerró fuertemente la puerta para sentarse en la cama a continuación. Se sentía atada de pies y manos, su madre solo le había dado dos opciones: la primera era casarse con quien ella decidiera, como si en vez del siglo 30 fuera el siglo 18... mientras que la segunda no era más alentadora, irse a un convento católico a los Estados Unidos, ambas implicaban que ella se separase de Seiya y eso la angustiaba.
Ella empezó a dar puñetazos al colchón mientras sollozaba con fuerza y de fondo se oían las voces de sus padres discutiendo, pensaba sobre qué hacer pero no encontraba una salida. Creyó que su papá podría hacer algo para frenar a su mamá pero lamentablemente parecía no ser así, él estaba en la misma situación y lo entendía porque a Risa también le entristecía mucho la idea de estar lejos de su padre, ya que en todo este tiempo los lazos entre ellos se hicieron más fuertes y estrechos, porque mientras Rei se dedicó a herirla... Ralf se encargó de cuidarla y contenerla.
Definitivamente, la posibilidad de encontrarse sola en un ámbito que no era el suyo y lejos de los dos hombres que ella amaba, muy a pesar suyo la asustaba. Jamás aceptaría ir a los Estados Unidos sin ellos y menos a un convento, tampoco iba a aceptar un matrimonio forzoso y por conveniencia materna. ¿Pero cómo evitar ambas posibilidades?
En un momento determinado, se oyó a alguien tocar la puerta del cuarto de Risa y ella dedujo que se trataba de su padre porque de haber sido su mamá, hubiera entrado sin pedir permiso.
- Pasa papi - dijo la joven de pupilas púrpuras mientras se limpiaba las lágrimas
- Con permiso princesa, te traje una taza de té, ayudará a calmarte - respondió Ralf entrando con los ojos algo rojos, señal evidente de la mala sangre que se estaba haciendo y de la tristeza que sentía por dentro
- Gracias en verdad lo necesito, además me reconforta oírte llamarme así, tú sí me sigues amando - contestó la de cabello castaño oscuro con pesar - El hecho de que me traigas la taza tú, me da la garantía que el té no tiene veneno - agregó ella a modo de broma, aunque por dentro consideraba real esa posibilidad
- No exageres, no la creo capaz de envenenarte, estoy seguro que tu madre también te ama - opinó él sin estar convencido de lo que estaba diciendo - Aunque sinceramente, ya no sé qué pensar... - siguió hablando el padre con franqueza
- No quiero estar lejos de ti, papá y tampoco quiero casarme con otro que no sea Seiya - afirmó la hija abrazándolo luego de poner la taza de té sobre la mesa de luz
- Lo sé preciosa, pero no se me ocurre qué podemos hacer... tu mamá me conoce bien, sabe qué decir y hacer para vulnerarme, por eso me extorsiona con mandarte directo a Estados Unidos permanentemente - aseguró el hombre - Estando yo solo no le temo a nada, ni siquiera a la muerte - agregó él con seguridad
- Es verdad papi hermoso, tú fuiste militar - recordó Risa con una pequeña sonrisa
- Quien así no siente, no puede ser soldado - afirmó Ralf seriamente - En fin... te decía que cuando solo se trata de mí y mi vida no me detengo ante nada con tal de conseguir mi objetivo, pero cuando quienes amo están mezclados en el medio, la cosa cambia... - dijo además él con tristeza
- Y encima quien se te opone es la dueña de tu corazón, eso lo hace aún más difícil - concluyó la muchacha de igual manera - A mí me pasa lo mismo - agregó ella
- Tienes razón, yo a tu madre la amo con toda mi alma pero algo te aseguro... ella se va a salir con la suya sólo si soy hombre muerto - aseveró decidido el de pelo castaño oscuro
- Eso lo sé sin que lo digas papá, pero qué tienes en mente - contestó Risa posando la cabeza en el pecho de su padre mientras seguía abrazándolo
- Aún no lo sé, estaré atento a cualquier chance que se presente de ponerte a salvo de ella, por mi parte no sé hasta dónde voy a poder aguantar esta situación de permanente tensión entre Rei y yo... solo soy un condenado humano - respondió suspirando Ralf besando la cabeza de su hija
- Estoy pensando... puedo huir con Seiya o hacerme embarazar por él, de esa manera mi madre ya no me obligaría a casarme con otro - propuso la joven
- Hija, huir no creo que sirva... además no creo que Seiya y tú sean felices así, teniendo que escapar todo el tiempo procurando no ser encontrados y te aseguro que tu madre no se detendría ante nada con tal de atraparlos, la conozco no dejaría que salieran de Ciudad Ígnea - refutó el papá seriamente - Y con respecto a lo del hijo, debe ser un acto de amor y no de desesperación... aparte no creo que eso la detenga a la hora de casarte a la fuerza - argumentó él
- ¿Crees que ella me obligue a abortar en ese caso? ¿O hacer creer a todos, que la persona con la que me case es el padre biológico? - preguntó tristemente la muchacha mirando a su padre a los ojos
- Lamentablemente... son muy probables ambas posibilidades si te haces embarazar por Seiya - aseguró Ralf - Además piensa, tener un hijo no es como encargar una pizza, conlleva una responsabilidad... tú recién tienes 18 años, si bien ya no eres una niña aún eres muy joven ¿Estás lista para ser madre? - llamó él a reflexionar a su hija
- No lo sé, pero tienes razón en todo lo que dices, ojalá mi mamá considerara mi edad antes de querer que me case a corto plazo -
- Así es, pero alguna solución tiene que haber y ya pensaremos en algo, también tenemos que averiguar qué fue lo que ocurrió para que Rei cambiara de esta manera - respondió Ralf con seguridad
- Ella no nos lo va a decir, tendremos que buscar otras vías - afirmó Risa con respecto a lo que su padre acababa de decir
- Cierto, en fin... toma tu té antes de que se te enfrié, yo también necesito calmarme así que iré a fumar un cigarrillo en el patio - informó el robusto hombre levantándose de la cama
- Papá... sé lo que haces para matar tus penas lo cual no es solo fumar, no me gusta que tomes - dijo la hija con mirada suplicante poniendo ambas manos sobre el pecho de él
- No te preocupes hija es solo un trago, además estar contigo también me calma - respondió el jefe de guardia besando la frente de la joven
- Te amo papi hermoso, a mí también me calma estar contigo - aseguró Risa besándolo en una mejilla y repitiendo lo mismo en la otra
- Yo también te amo linda - contestó él abrazándola antes de abrir la puerta y salir de la habitación
Apenas salió, Ralf se encontró con su esposa que lo estaba esperando mientras lo miraba fríamente pero él evitó mirarla a los ojos, no le gustaba ver esa frialdad que emanaba. Así que se dirigió al cuarto a ponerse cómodo, pero ella se interpuso en su camino con una sonrisa sarcástica.
- ¿Ya se calmaron mutuamente tú y tu hija, "papi hermoso"? - preguntó Rei a modo de provocación
- ¿Ahora también escuchas conversaciones ajenas? - fue la respuesta de Ralf intentando no caer en su juego
- Solo oí cuando se despedían y déjame decirte que por momentos, más que padre e hija parecen novios ustedes dos - respondió la sacerdotisa riendo
- ¿¡Te escuchas lo que dices!? ¿¡Con qué te estás drogando!? No me digas que también estás celosa de nuestra propia hija - exclamó irritado el jefe de guardia apartando a su mujer del camino
- ¿A dónde vas? - indagó ella a continuación
- Voy a cambiarme y a salir al patio a respirar un rato de aire, mujer ¿Acaso también vas a tener una objeción para eso? ¿O piensas que tengo allí escondida alguna mujer? - preguntó él fastidioso mientras se dirigía al dormitorio
De esta manera Rei se cruzó de brazos e hizo una mueca de fastidio mientras Ralf se ponía cómodo. Rato después, éste salió vestido con un pantalón de vestir color gris y una musculosa blanca, la cual le marcaba los músculos del torso.
Eso llamó la atención de la gobernadora ya que a pesar de todo no podía negar que su esposo era muy atractivo, por eso lo veía pasar frente a ella mientras el deseo comenzaba a despertar dentro suyo. Mientras tanto, Ralf abrió la heladera de la cocina y sacó de la misma una botellita de sake que escondió rápidamente en el bolsillo del pantalón para que su mujer no la viera.
A continuación se dirigió al patio trasero y respiró hondo para después sacar de un bolsillo, la botella de sake y del otro, un paquete de cigarrillos.
El de cabello castaño oscuro apoyó las cosas en una mesita que se encontraba allí y tomó asiento en una de las sillas. Unos segundos más tarde, sacó un cigarrillo del paquete junto con el encendedor.
Ralf contemplaba el cielo estrellado mientras tomaba un sorbo de sake luego de encender el cigarrillo, intentaba dejar su mente en blanco porque la misma también necesitaba un respiro... se mataba pensando posibles causas y soluciones porque no solo carecía de respuestas, tampoco servía nada de lo que él hiciera... más atento, comprensivo y amoroso intentaba ser con Rei, más ella lo ignoraba.
Encima ahora estaba empecinada en casar a su hija y alejarla del novio y no dudaba en separarla de Ralf para siempre en caso de que se opusiera. Eso lo preocupaba y desconcertaba al mismo tiempo. ¿Acaso a su esposa le daba lo mismo tener lejos a su hija? ¿No la angustiaba en lo más mínimo el hecho de no volver a verla si la mandaba a otro país? ¿Será que aún quedaba algo del amor que Rei supo tenerles en un tiempo?. De todas formas debía encontrar la forma de impedir que ella lleve a cabo esa locura, tenía claro que dentro de Ciudad Ígnea, su esposa tenía el poder pero fuera de dicho distrito la cosa cambiaba ¿Como sacar a Risa del mismo sin que ella se enterase? por otra parte, ¿Donde la enviaría?. Había otro interrogante que lo alteraba, pero que muchas veces lo descartó porque se aferraba a confiar en su mujer: ¿Tendrá ella otro hombre? Ese pensamiento sórdido le revoloteaba por la mente otra vez pero él lo rechazó de nuevo mientras cantaba en voz baja una antigua canción.
*Váyase, usted es un fantasma que no quiero ver;
sordidez, de todo aquello que pasó una vez,
parte de muchas cosas que no pueden ser;
mejor que no vuelva nunca y me deje ser.
Muy dentro de mi ser,
hay cosas que no quiero ver,
tal vez porque ya sé
que nunca las voy a entender.
Él estaba tan distraído mirando al suelo mientras daba sorbos de la botella y fumaba, que no notó que su esposa había salido también de la casa y caminaba hacia él.
- ¿Otra vez fumando? Te he dicho miles de veces que no lo hagas, eso es veneno - dijo Rei de mala manera arrebatándole el cigarrillo a Ralf de la mano
- No, yo sé lo que envenena... obligar a nuestra hija a casarse con algún desconocido que seguro ella no amará y separarla de quien sí ama, no titubear en mandarla sola al extranjero contra su voluntad y lo peor, lastimarla en todo sentido... ya nada de lo bueno que yo pueda tener o hacer para ti te sirve, las veces que te he regalado las rosas rojas que tanto te encantaban o cualquier presente... me los tiraste a la basura, cada vez que he intentado acercarme a ti... tú me alejaste, yo... sé lo que envenena - respondió amargamente él palmeándose el pecho haciendo referencia a la fría actitud de su mujer para con ellos
- Encima me estás haciendo apología del cigarrillo con todo ese discursito, no tienes vergüenza - contestó la sacerdotisa pisando el pitillo
- No entiendes nada, Rei... pero a esta altura eso no me sorprende - afirmó el hombre bajando la vista
- ¿Estuviste tomando de nuevo? Es entendible, tu padre era un maldito y patético borracho y parece que eso se te pegó - agredió ella notando la botella de sake
- ¡Basta! ¿¡A qué diablos viniste hasta aquí!? ¡No se puede tener ni un minuto de paz contigo! - gritó Ralf ofendido poniéndose de pie y acercando el rostro al de su mujer
- Vine porque tenemos un asunto que tratar... tú y yo vamos a empezar a buscar con todo un segundo hijo - respondió la mujer
Eso sorprendió en gran manera a Ralf, ¿Ella se había pasado ignorándolo y agrediéndolo y ahora le venía con eso? ¿Qué pretendía conseguir? A pesar de todo, por dentro le emocionaba la idea de volver a hacerle el amor a su esposa y pensaba que tal vez, teniendo un segundo hijo ella volvería a ser la de antes
- ¿Cómo dices? - preguntó el hombre abriendo grande los ojos
- Tal como oíste, quiero otro bebé... mi asesora me sugirió que tener otro hijo haría que mi imagen se vería aún más positiva, será necesario cuando Risa se case - argumentó Rei seriamente
- Así que no deseas hacerlo por amor, solo para mejorar tu imagen... que triste lo tuyo - dijo el de ojos castaños, desilusionado con ella
- ¿Y a ti que te importa? ¡Volverás a hacerme el amor, deberías alegrarte! - alzó ella la voz viendo cómo su marido se alejaba hacia la casa
- ¿Piensas que acostarme contigo es lo único que yo quiero de ti? Pensé que me conocías, Rei, lo lamento pero no voy a darte el gusto - contestó el jefe de guardia sin voltear a verla.
En verdad volver a hacerle el amor a su esposa era algo que necesitaba pero lo decepcionaba el motivo por el que ella quería otro hijo, por un segundo creyó ver alguna vía de arrepentimiento de parte de Rei por todo el daño que les había hecho pero ahora una vez más, quedaba demostrado lo contrario.
- Me parece que hay algo que no has comprendido bien, no te lo estoy pidiendo te lo estoy exigiendo - exclamó la bella sacerdotisa
De esta manera, mientras Ralf se dirigía a la habitación en la que dormía con Rei para buscar su pijama y dormir, ella lo seguía decidida a conseguir lo que estaba buscando.
Al llegar, él sacó su ropa de dormir y se dirigió a la puerta del cuarto para ir rumbo al living, pero la mujer de cabello ébano le cortó el paso colocándose delante de la salida.
- ¿Se puede saber a dónde vas? - preguntó la de ojos purpuras quedando frente a frente con su marido
- Esta vez tú no me mandas a dormir al sillón del living, yo mismo me voy - contestó secamente Ralf
- Hacerte el ofendido no te va y tampoco vas a ir a ningún sitio - rió la sacerdotisa mirándolo fijamente
- Déjame pasar - pidió el jefe de guardia sosteniendo la mirada de su esposa, sin embargo no podía evitar mirar el atractivo escote de ella por momentos
- ¿De verdad quieres eso, Ralf Jones? - respondió ella pegándose aún más a él hasta apretar sus senos contra los pectorales de su esposo
- ¿Qué fue lo que te ocurrió? ¿Qué clase de demonio se apodero de ti? - fue lo único que Ralf atinó a decir
- Tú, el señor ateo ¿Creyendo en la existencia de demonios? - cuestionó ella con una sonrisa irónica
- Los demonios... no son dioses - contestó el hombre inquieto mientras sentía las manos de Rei recorrer su espalda
- No importa, si crees que existen deberías creer también que hay un kami - refutó la mujer mientras veía cómo él inclinaba la cabeza para acercar más su rostro al de ella
El corazón del hombre latía rápidamente mientras el deseo brotaba de su interior al sentir encima suyo los pechos de su esposa y su respiración, al estar los rostros de ambos cada vez más cerca. Estaba herido y decidido a no hacer lo que su mujer quería pero ese hermoso rostro y esa piel bien cuidada se transformaban en una tentación muy difícil de resistir, además se le complicaba evitar ver el escote de ella. La mente le decía "no le des el gusto" pero el corazón le gritaba "¡Hazlo!"cada vez con más fuerza.
- No puedes resistirte a mí - afirmó Rei con voz seductora mientras recorría con ambas manos, el musculoso pecho de Ralf
Él se había quedado sin saber qué decir, ella le estaba levantando la musculosa y al sentir sus suaves manos, el deseo de hacerla suya una vez más crecía a pesar de que sabía que no lo estaba haciendo por amor. Eso se evidenciaba en la mirada de Rei... antes en momentos como éste, la misma reflejaba amor y ternura, en cambio ahora solo mostraba la más pura y salvaje lujuria. Si le cabía alguna duda a Ralf de que su mujer quería incitarlo a hacer el amor, quedó rápidamente disipada cuando ella comenzó a recorrer su intimidad con la punta de su dedo índice.
Ante ese contacto, él sintió dentro suyo algo parecido a un volcán haciendo erupción y por ende, cualquier resto de resistencia quedó derribada. Entonces abrazó a su mujer por la cintura y la atrajo más hacia sí mientras ella se ponía en puntas de pie para que los labios de ambos finalmente chocaran después de mucho tiempo.
Los besos empezaron siendo suaves pero rápidamente se hicieron más bruscos al punto de mordisquearse los labios uno al otro hasta sacarse sangre y luego de un rato de estar así, las lenguas de ambos se introdujeron en el interior de la boca del otro y de esa manera jugaban entre sí. Sin detenerse y mientras continuaban abrazados, ella lentamente fue llevando a Ralf hacia la cama porque él se había inclinado un poco para no perder contacto con su adicción y droga, la boca de su mujer.
Al mismo tiempo, ella también sentía el fuego y el calor brotar dentro suyo además de unas ganas irrefrenables de sentir a su esposo dentro suyo otra vez, las cuales aparecieron a partir del momento en que lo vio en musculosa y se había decidido a no detenerse hasta lograrlo. Ella conocía bien a Ralf y sabía cómo obligarlo sutilmente a hacerle el amor aunque este se negara en un primer momento, le gustaba la gozosa sensación de tener a su marido bajo su poder y dominio.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de la cama, ella empujó a su esposo hacia la misma y lentamente se desató el cinturón del camisón que tenía puesto para a continuación quitárselo y revelar su atractivo y desnudo cuerpo.
Los ojos de Ralf disfrutaban al máximo lo que estaban viendo, Rei tenía sus pechos al descubierto y solo llevaba puesta una micro tanga roja, eso provocaba que la excitación aumentara más de lo que ya lo había hecho hasta el momento. Sin perder tiempo, la mujer se acercó y se sentó encima de la entrepierna de Ralf, para empezar a frotar lentamente su trasero contra la masculinidad de él al mismo tiempo que elogiaba en voz baja el tamaño de su pene.
Dicho contacto y movimiento provocó que el deseo de ambos brotara de la misma forma en que una potente bocanada de agua a presión salía con fuerza de una manguera cuando los bomberos necesitaban apagar un incendio, solo que en el caso de ellos al mismo lo sentían interiormente. De esa forma, él tomó ambos senos de su esposa y empezó a masajearlos suavemente mientras procedía a besarle la nuca y hombros, ella comenzaba a gemir levemente de placer por tal causa y por el hecho de sentir con la cola, cómo la intimidad de su marido se ponía cada vez más rígida y de mayor tamaño.
- Uuuffff... aaahhh... me encanta este gran palo... mi adicción, que tamaño tiene este bate de carne.
Dicho esto entre gemidos, Rei se dio media vuelta para poder seguir besando a su esposo y lo hacía con mucha intensidad mientras desabrochaba el cinturón del pantalón de él, al mismo tiempo que éste se quitaba la musculosa. Acto seguido recorría la espalda y glúteos de ella con las dos manos, el hombre resbaló la prenda íntima de su mujer y los besos continuaron cada vez con más desesperación.
La de cabello negro se puso de pie para permitirle a Ralf terminar de quitarle la ropa interior y que éste se sacara los pantalones junto con sus calzones. Los dos reanudaron los ardientes besos mientras ella agarraba con ambas manos y acariciaba la rígida entrepierna de él mientras le decía cosas pervertidas, eso provocaba un enorme éxtasis en Ralf.
Luego, Rei se arrojó sobre su esposo para caer ambos abrazados sobre la cama y quedar ella debajo de él enrollando ambas piernas alrededor de la cintura. El hombre recorría con sus labios el cuello llenándolo de besos y bajaba lentamente hacia los pechos de la sacerdotisa y al llegar allí, mientras masajeaba suavemente un seno, besaba y lamía lentamente el otro y cada tanto mordía el pezón provocando que saliera algo de sangre; unos instantes después repitió la misma operación con el otro pecho.
Rei se sentía llena de placer y no le importaba nada el dolor en sus pezones, gemía mientras sentía los labios y lengua de su marido sobre el vientre, entonces acariciaba los cabellos de él. Ella empezó a quejarse con más intensidad cuando Ralf llegó a su zona íntima e hizo en la misma lo mismo que había hecho en el resto de su cuerpo.
Luego de unos minutos así, el de pelo castaño oscuro se abrazó de nuevo a su mujer y ella enrolló otra vez las piernas alrededor de su cadera. Las partes íntimas de ambos estaban pegadas una contra la otra y se rozaban, excitándolos mucho más a los dos.
- Te amo Rei, te amo con toda mi alma, eres la reina de mi corazón - afirmó Ralf contemplando la suplicante mirada de su esposa
- Ya no aguanto... más, entra dentro... de mí... ahora, mídeme el aceite... mi macho - dijo excitada ella expresando con palabras lo que sus ojos estaban diciendo, sin responder la confesión de él
Él también tuvo la imperiosa necesidad de hacerla suya y gimió de placer al sentir una de las manos de ella agarrar y atraer su erecto miembro hacia la zona más intima de ella ya deseosa de recibirlo. Sin embargo, Ralf aún no lo hizo sino que con una mano empezó a tocar con sus dedos la femineidad mientras la besaba apasionadamente y mordisqueaba una de las orejas de ella.
Rei se sentía desbordar de excitación al sentir cómo él tomaba con fuerza sus caderas y glúteos con la mano libre, rozando así la erección contra ella. Así continuó hasta que la sacerdotisa la apartó bruscamente de sí para tomar fuertemente el miembro y lograr lo que estaba buscando.
Ralf se introdujo lentamente dentro de su esposa al mismo tiempo que ambos disfrutaban al máximo del momento. De esa manera, él inició sus fuertes e intensas embestidas al mismo tiempo que ella arañaba la espalda del hombre y éste la abrazaba.
Había mucha tensión acumulada en los dos, eso hizo que él embistiera desesperadamente y ella enrollara todavía más las piernas contra la cadera de Ralf, con la intensión de que éste llegara lo más hondo posible dentro suyo. La mujer sonreía y gemía placenteramente llena de gozo, tanto que parecía poder tocar el cielo con las manos ante los bruscos movimientos de su esposo y la sensación de tenerlo dentro suyo.
La excitación y la transpiración en los dos fue en aumento a medida que el tiempo pasaba hasta que llegaron simultáneamente al clímax y ambos apretaron fuertemente sus manos, ellos quedaron con la boca abierta y los ojos en blanco cuando él se derramaba adentro.
- ¡Si! ¡Ralf! - gritaba ella gozosa en ese momento sintiendo el semen de él dentro de su vagina
A continuación se miraron sonrientes y jadeando antes de volver a besarse apasionadamente, el fuego y el deseo no habían disminuido en lo más mínimo y ninguno de los dos estaba dispuesto a conformarse con hacerlo solo una vez.
Para Ralf era sin duda una noche intensa de amor con la mujer de su vida, pero no sabía si para ella significaba lo mismo o solo era una noche de sexo... sin embargo ese no era el momento de pensar en dicho detalle, era momento de disfrutar.
- Quiero más, sentir tu enorme pene dentro de mi vagina es lo mejor... continuemos así que ni salgas, sigue follándome - aseguró la sacerdotisa jadeante
- A mí también me encanta hacerte mía, mi reina - respondió él pasando una de las manos, por la frente llena de sudor de ella con la intención de apartar unos mechones de su flequillo.
Sin decir más palabras, Ralf reanudó las embestidas al mismo tiempo que besaba el cuello de su esposa, la cual agarraba fuertemente ambos glúteos del hombre.
Así continuaron hasta que una nueva bocanada de semen corrió dentro de la vagina de Rei, causando gran gozo en ella y en él al sentir su pene apretado dentro de aquella.
Ella le pidió sacarlo y al obedecer Ralf, vió aquel enorme, duro y venoso pene que había alcanzado gran tamaño de lo erecto que se encontraba, parecía que latía. A Rei se le iluminó la mirada, se le hizo agua la boca y se llenó nuevamente de excitación por ese gran miembro.
Luego agarró el miembro de su esposo para ponerlo entre sus senos lo cual lo excitó mucho.
- Prepárate porque te sacaré más leche caliente - volvió la de ojos violetas a decirle en tono seductor
Acto seguido, Rei empezó a mover sus senos junto con el cuerpo, rítmicamente hacia arriba y hacia abajo frotando el pene de su esposo en medio de aquellos, el cual se encontraba más duro que nunca. Ralf debió de hacer un esfuerzo para no gritar de la excitación al sentir esos enormes y blandos senos apretar su masculinidad.
- ¡Dime que me amas! ¡Dime que soy tu adicción! - alzó la voz ella sintiendo como si su cuerpo estuviera en llamas
- ¡Ahhhh te amo, Rei! ¡Eres mi adicción! - confesó él sintiendo lo mismo
Ella no paró de moverse mientras los minutos pasaban y la temperatura aumentaba aún más, se estaban amando como hacía mucho tiempo no lo hacían. Así continuó hasta que él eyaculó otra bocanada de líquido blanco que manchó los senos y la cara de Rei.
Pero lejos estaban ambos de conformarse, él se acostó en la cama sin moverse de donde estaba sentado por pedido de ella y está se sentó encima sobre la parte superior del rostro de Ralf con la nariz de este en medio de los glúteos dentro de la zanja. La gobernadora empezó a mover sus caderas al mismo tiempo que gemía al sentir los dedos de su marido sobre los cachetes de su trasero y los labios de la vagina, así siguieron hasta que Rei se corrió encima de la cara de él.
A continuación, él y ella se levantaron y Rei buscó algo en los cajones, sacó un pomo, lo abrió y vertió algo de contenido en la palma de su mano
- Ahhhh, ¿Qué es eso? - preguntó Jones en el ínterin que ella masajeaba su pene a fin de esparcir la crema
- Crema íntima masculina, permite a tu pene alcanzar mayor dureza y resbalar mejor... deseo ahora que me folles por atrás - respondió la senshi del fuego en tono sensual
Acto seguido, Rei se puso de espaldas a él y éste colocó su miembro a lo largo en medio de los glúteos de ella y empezó a mover sus caderas junto a su pene hacia arriba y abajo; la mujer se excitaba y apretaba el trasero contra aquel en el ínterin que gemían los dos. El rato pasó hasta que él se corrió de nuevo y regó los glúteos de Rei, quien sintió un enorme placer al sentir ese líquido tibio sobre aquellos y sin perder tiempo, lo esparció con las manos sobre los glúteos.
Claro estaba que ahí no quedaría la cosa, ellos se pusieron de rodillas sobre la cama y Ralf apretó y masajeó los pechos de Rei desde atrás al mismo tiempo que introducía lentamente su pene dentro de la zanja y traspasaba su ano, con cuidado para no lastimarla al mismo tiempo que ella gemía de dolor.
Con uno pegado al otro y ella de espaldas a él, comenzaron levemente las embestidas mientras ella se frotaba una mano contra su vagina y el pene de Jones entraba y salía del ano de Rei con un poquito de sangre, el dolor le daba paso a la excitación. Ella pedía más y las embestidas aumentaban de ritmo, los minutos transcurrían y el hombre eyaculaba de nuevo dentro de su trasero y la pareja gritaba del éxtasis.
Solo pararon un par de veces para descansar pero esa noche ni durmieron, la pasaron amándose con locura hasta caer rendidos los dos pero no podían acabar sin antes ella masturbarlo a él y hacerlo eyacular sobre su bello rostro.
Estaban exhaustos y bañados en sudor, semen y fluidos vaginales pero sonrientes cuando el sueño los vencía, igualmente habían alcanzado a ver que el reloj marcaba las 6:30 a.m. antes de dormirse.
Cuando Ralf despertó, eran cerca de las 11 a.m. cuando se levantó y fue a bañarse, al salir vio a su esposa de espaldas ya vistiéndose, entonces lo que hizo fue abrazarla tiernamente por detrás y susurrarle al oído cuánto la extrañaba. Hacía mucho que él no sentía esa felicidad y estaba más ilusionado que nunca con la posibilidad de que Rei haya tomado conciencia y pudiera volver a ser la que fuera antes.
El deseo dentro de ella renacía al sentir la masculinidad de él apoyada contra su trasero, pero la gobernadora se sobrepuso al mismo y apartó bruscamente a su esposo para empujarlo de mala forma, derribando de esa forma las ilusiones de Ralf.
- ¡Se acabó! ¡Aléjate de mí y ya no me toques! - dijo la sacerdotisa hostilmente
- Pero... ¿Por qué te vuelves a comportar así ahora? Después de que nos amamos toda la noche yo creí que... - respondió el hombre estupefacto por el hecho de que Rei volvía a rechazarlo
- ¿Creíste qué? Eres un pobre e ingenuo tonto, espero que lo hayas disfrutado porque para mí... solo fue una noche de sexo - contestó ella interrumpiendo y disipando las dudas de su marido
- Para mí fue especial lo de anoche... antes no había día en que no hiciéramos el amor, éramos felices - recordó Ralf desilusionado
- Deja de vivir de recuerdos, estúpido, hazte a la idea porque no volverá a repetirse en mucho tiempo - dijo Rei sonriendo sarcásticamente
- ¿Cómo? Si tú dijiste que querías tener otro hijo porque te lo sugirió tu asesora - habló el jefe de guardia secamente
- Mentí, no quedaré embarazada porque me coloqué un diafragma anticonceptivo... no quiero otro hijo tuyo, eres un desastre - fue la hiriente respuesta de su mujer
- ¿Yo un desastre? ¡Eso no puede ser verdad! ¡Yo lo vi! ¡Anoche, tu cara no decía lo mismo! Pero... explícame la razón, ¿¡Porqué me provocaste para que te haga el amor entonces!? - preguntó exaltado Ralf apretando sus puños de rabia
- Lo hice solo porque me entraron ganas y para recordarte algo... no me puedes dejar, tu corazón y alma me pertenecen... tú eres mi esclavo*, querido esposo - contestó ella acercando su rostro al de él
- ¿Y los tuyos? ¿Pasa lo mismo con los tuyos? ¿Me pertenecen? ¿Qué sientes por mí exactamente? - preguntó el marido impactado por el lenguaje que ella acababa de utilizar
Rei salió sonriente de la habitación para ir a bañarse, no respondiendo a la pregunta de un desolado Ralf que había quedado con la mirada perdida y el corazón herido una vez más.
Unos instantes más tarde entró Risa preocupada, tomó la cara de su padre con ambas manos y contempló la expresión de angustia de él.
- ¿Qué sucede, papi hermoso? Anoche me levanté a tomar agua y los escuché, hiciste el amor con mamá después de mucho tiempo - dijo la joven con una pequeña sonrisa
- No te emociones, princesa, ella solo estaba jugando conmigo... solamente lo hizo por calentura y para recordarme que mi corazón y mi alma son de ella y no puedo dejarla, dijo que soy su esclavo... - contestó con pesar el padre
- ¿Su esclavo? ¿Así te considera? ¿Cómo puede ser tan cruel? - preguntó Risa indignada
- Esto me deja sin palabras, en verdad creí que era el principio de una recuperación... - confesó Ralf con tristeza
Acto seguido, su angustiada hija lo abrazó fuertemente y él correspondió rápidamente a dicho gesto.
- No estás solo papá, yo siempre estaré contigo - consoló Risa con una triste sonrisa
*Canción: Sordidez, Álbum: Ruedas de Metal, Año: 1981, Artista: Riff
*Se refiere al hecho de que está tan segura de lo duradero del amor que le tiene Ralf, que solo por existir el mismo él estará siempre sumiso a ella
Ya sé que había dicho que en este capítulo se venía el primer encuentro entre Risa y Seiya pero prometo que en el próximo sí se vendrá sin falta. En este en cambio tuvimos una buena limonada entre Ralf y Rei jejeje, fue el primero de tres lemons que tengo pensado para la historia (No pienso decir entre quién y quién serán los otros dos :P).
Cuando todo hacía suponer que Rei iba a cambiar, al final resultó que ella solo jugaba pero quien es detallista, lo habrá sospechado cuando justo antes de hacer el amor, Ralf le confesó su amor y ella no hizo lo mismo. Pero no se preocupen, hay un viejo dicho que dice "Quien las hace las paga" y mi amada Rei se arrepentirá de todas las maldades que hace y hará.
Sin más, les dejo abajo el vídeo de la canción que estaba cantando Ralf. Ahora sí, me despido hasta el próximo chap, cuídense mucho :)
