Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Solo nos pertenecen los OC.
Este Fic, está creado (una vez más), con base en el reto de FxRobalino, del capítulo 7 de "Harry Potter y El Retorno del Rey"
Harry debe ser mujer.
Harry mujer, debe gustar de las mujeres.
Harry mujer, debe tener un harem de mínimo siete mujeres, la única obligada es Hermione.
Harry mujer, debe ser alguna criatura mágica como las Veelas (a elección del autor)
La historia debe comenzar en tercero, cuarto o entre esos dos años.
Harry mujer, debe tener una relación incestuosa (relación con su madre o hermana)
Harem: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Susan Bones, Padma Patil, y Lily Evans.
Harriet Potter y La Espada Maldita.
Capítulo 5.
― ¡Hola, buenos días, Harriet! ―dijo una voz, interrumpiendo la concentración de Harriet, quien, en ese instante, dejó de trotar, en el patio delantero del colegio, hacía frio, no eran más de las seis de la mañana.
La pelinegra giró su cabeza, y sonrió, al ver a Hermione. ―Buenos días, Hermione.
― ¿No es muy temprano, para trotar? ―preguntó la castaña, pero la pelinegra de ojos verdes, ignoró la pregunta y continuó, haciendo ejercicios, primero estiramientos, luego saltaba en el lugar.
―Estaremos sentadas, gran parte del día, mejor realizar ejercicio ahora, pues luego, no tendremos tiempo, para nada. ―Dijo la pelinegra. ―Este, es un régimen de ejercicio, que yo misma me he propuesto. Hermione lanzó una risita de felicidad y fue a sentarse, mientras veía a su amiga, realizar flexiones de brazo, sentadillas, entre otros ejercicios, por unos ochenta minutos. ― ¡Bien, iré a bañarme!
―Está bien ―asintió la castaña. ―Voy al comedor.
―Adelante, empieza sin mí ―dijo la pelinegra, ingresando en el castillo y dirigiéndose a las escaleras, para volver a la torre de Gryffindor. Subió por muchas escaleras, atravesó algunos descansillos y finalmente, volvió ante el cuadro de la Señora Gorda.
― ¿Contraseña? ―preguntó la mujer, no era normal ver a una alumna sudada y con ropa Muggle, a esa hora de la mañana.
―Caput Draconis. ―El cuadro asintió, y se hizo a un lado. Harriet ingresó y suspiró, mientras se pasaba una mano por el cabello y se dirigía a las escaleras.
―Buenos días señorita Potter ―dijo una voz detrás de ella.
―Buenos días, profesora McGonagall.
― ¿Le importaría decirme, donde estaba? ―preguntó Minerva, conociendo muy bien a James Potter, solo esperaba que la niña no hubiera iniciado tan temprano, con sus bromas.
Se giró y la miró fijamente, antes de darle una sonrisa. ―Trotando, haciendo flexiones de brazo, de piernas, etc.
Minerva le enseñó una sonrisa, y asintió. ―De acuerdo, vaya a refrescarse, a bañarse, vístase y baje a desayunar. Y, aquí tiene su horario ―le entregó el papel, con las clases.
―Sí señora... y muchas gracias. ―Fueron sus únicas palabras, mientras subía las escaleras, para asearse y cambiarse de ropa.
Luego de colocarse el uniforme y peinarse el cabello en dos coletas, miró el horario y vio que la primera clase, era de pociones junto a Slytherin, tomó el libro de pociones y bajó, para leerlo, durante el desayuno. Repasaría el prólogo y los capítulos 1 y 2, para así estar preparada.
Mientras bajaba tranquilamente las escaleras y atravesaba con calma, los pasillos, los alumnos de todos los años, se amontonaban, para mirarla, cosa que le hacía enfadar, y en más de una ocasión, de camino al Gran Comedor, estuvo a punto de transformar su brazo izquierdo, en una espada tipo Claymore y decapitar a más de uno. ― "Es definitivo: Tengo que hacer algo, con mis arranques de ira..." ―Se dijo a sí misma, en un susurro, para luego pensar. ―O de celos... claro, si es que estos últimos, los llego a sentir en algún momento. ― Llegó al gran comedor, se sentó junto a los Gryffindor y dio paso a su desayuno. Al finalizar el desayuno, fueron a lavarse los dientes, y luego los Gryffindor de primer año, ese lunes, fueron a las mazmorras del castillo, donde encontrarían la sala de pociones 01.
El profesor Snape, era un hombre de cabello negro, hasta los hombros, ojos negros y de ropas igualmente negras, llevaba una túnica negra. ―Ustedes están aquí, para aprender del sutil arte de hacer pociones. Aquí tendremos muy pocos movimientos de varita, y seguramente, algunos dudarán que esto sea magia. No espero que comprendan la belleza del caldero hirviendo, el vapor flotando, el color del agua cambiando y demostrando que o bien: pueden haber conseguido la poción, o un veneno letal. Algunos, puede que, con el tiempo, vean la belleza y el poder de la poción: Controlar el amor de otro, una belleza y juventud más extensa, puedo enseñarles a embotellar la fama, preparar la mismísima gloria o incluso, detener la muerte. Siempre y cuando, no sean los típicos jóvenes, que se distraen o en cuyas cabezas, no cabe la perfección del líquido. O bueno: los idiotas.
Daphne frunció el ceño, Harriet casi podía leerle la mente: ¿Cómo se atreve a llamarme idiota?
Al comienzo, Harriet se sintió abrumada. Ante ella, tenía el caldero, tenía los ingredientes, tenía las instrucciones en el tablero, pero también en el libro, cuando comenzaba a entrar en pánico, una vocecilla le habló, en el fondo de su cabeza.
― ¡Preparemos la sopa! ―dijo la voz.
― ¿Por qué prepararía yo una sopa? ―se preguntó extrañada, molesta con su consciencia, y luego lo entendió: ¡Ella había aprendido a cocinar!
Para que una sopa o crema, quedara con buen sabor, tenías que seguir unas instrucciones
¡Y ella, las tenía a la mano!
Snape se aproximó a ella, pues no la había visto hacer nada, y le gustó mucho, el haber visto a la hija de su más odiado rival, cayendo en la desesperación, pero ahora se veía calmada, animada y estaba haciendo la poción bastante bien, esperó, hasta que vio que todos, estaban bajando el fuego a sus calderos, pronto los apagarían y agregarían las púas de erizo, para luego sacarlo del fuego.
― ¡Potter! ―dijo repentinamente el profesor, acercándose a ella.
―Lamento haber iniciado mi poción tarde, profesor. ―Dijo ella, estando al pendiente de la poción y del libro, agregando las púas de erizo, después de haber agregado las babosas cornudas, y removía cinco veces en el sentido de las agujas del reloj. ―Pero... me sentí abrumada, no sabía... creía no saber cómo preparar una poción, pero en realidad, es como... cocinar. ―Sonrió, vio que, según las instrucciones, podía tomarse un segundo de descanso y lo miró, sonriente.
Snape la miró fijamente. ― ¿Qué obtendré Potter, si añado polvo de raíz de Asfódelo, a una infusión de Ajenjo?
Ella le miró extrañada y creyó no conocer la respuesta. ― ¿Polvo de...? ―pero entonces, las palabras leídas esa misma mañana, saltaron a su mente. ― ¿Filtro de los Muertos en Vida? ―Snape hizo un movimiento con la mano, como pidiéndole que explicara lo que era. ―Em... el Filtro de los Muertos en Vida, es una poción para dormir muy poderosa, se dice que, si no se tiene a la mano, la poción de los despertares, el bebedor podría quedarse en un estado de sueño eterno.
―5 puntos para Gryffindor. ¿Cuál es la diferencia, señorita Potter, entre Aconito y Luparia?
―Es la misma planta: Aconito para nosotros los europeos del oeste, y Luparia para el nuevo mundo y Europa del este. ―Dijo ella.
―Señorita Greengrass. ―Dijo repentinamente el profesor, la rubia lo miró― ¿Dónde buscaría, si le pido traerme un Bezoar?
―En el estómago de una cabra, profesor.
Snape vio, como Harriet ponía punto final a su poción, esperaba a que se enfriara y la embotellaba.
Todos embotellaron sus pociones y Snape se deshizo del resto de la poción, y recibió los frascos.
― "Lily" ―susurró para sí mismo, cerró la puerta y derramó algunas lágrimas. La chica, podía tener el cabello negro, lentes y ser una Gryffindor. Pero, si se hablaba de preparar pociones, parecía tener la misma maestría de Lily. Se preguntó repentinamente, si sería asaltado, por la sombra de su querida amiga, de ahora en adelante, por los próximos once años. ―Harriet Potter... Evans. Pareces tener, la maestría de tu madre en las pociones. ―Pensó.
-/-/-/-
Luego de salir del salón de pociones, la Potter, lanzó un suspiro. No podía creer, que su primera Poción, resultara ser un éxito. Sacó su horario ―Transformaciones, segundo piso, salón 201. ―Asegurándose, de haber colocado las botellas de pociones, aseguradas en su caja protectora, apresuró su paso, debía de ir por más pergaminos, y su libro de transformaciones.
Cuando tuvo todo en sus manos, fueron a la clase siguiente clase, al ingresar al salón, el ambiente se volvió pesado. ―Inteligente, estricta y poderosa mágicamente. ―Pensó, al ver a la profesora McGonagall, quien les enseñó una sonrisa, a los Gryffindor y Hufflepuff.
―Buenos días a todos. Transformaciones, es una de las magias más complicadas, complejas y peligrosas que aprenderán en esta institución. ―Dijo al verlos. ―Todo aquel que pierda el tiempo, tendrá que irse, y no podrá volver jamás, ya están advertidos. ―Les dio una muestra de lo que harían a futuro, todos se asombraron, al ver el escritorio de la profesora McGonagall, transformado en un cerdo, y luego ser devuelto a su forma normal. Eso les gustó a todos, y no podían esperar, para aprender. Pero su primera clase de Transformaciones, consistió, en una serie de complicadas anotaciones, que Harriet se juró, revisar después, durante el almuerzo, para ver si eso le entraba en la cabeza, pues en aquel instante, no lo estaba haciendo. Le entregó una cerilla a cada uno, y les enseñó un hechizo sencillo: Mutatio. ―Cada uno, intentará transformar el fosforo, en una aguja, y no se preocupen si no lo logran, en esta primera clase, lo practicaremos, a lo largo de la semana.
Harriet miró fijamente el fosforo, y luego miró su varita, la sujetó con fuerza, empujó la magia, por su brazo, pero no siguió más allá, de su mano. ― ¡Mutatio! ―no pasó nada. Suspiró.
― ¡Mutatio! ―pronunció Susan Bones, a su lado. ― ¡Mutatio! ―intentó nuevamente, la bella pelirroja, pero nada pasó. ― ¿Qué pasa?
―Ni siquiera, para aquellos que vienen de familias mágicas, es fácil lograrlo, ¿eh? ―se dijo Harriet, antes de mirar en el libro, las instrucciones. ―La Transformación (también llamada Transfiguración), es una rama de la magia, que se centra en la modificación de la forma o apariencia de un objeto, a través de la alteración de la estructura molecular del objeto. ―leyó mentalmente, y luego dio vuelta a la página, con una mueca. ―La transformación prevista (t) está directamente influenciada por el peso corporal (a), ferocidad (v), energía de la varita (w), concentración (c) y una quinta variable desconocida (Z) ―pensó, suspiró y miró nuevamente la varita, miró en su mente, el fosforo y luego la aguja, pero no. Eso estaba mal. Tenía que centrarse más. Tenía que... su instinto se lo decía, era como si, por ser una criatura mágica, entendiera ciertas sutilezas en la magia, concentró la magia, imaginó el cambio físico de la varita, el metal pesaba más que la madera, la cabeza del fosforo, pasaría a ser el ojal y la parte trasera, se volvería puntiaguda, más delgada... La magia fluyó desde su cuerpo, hasta su varita y se concentró, ella tenía los ojos cerrados y no vio las chispas negras y rosadas, que comenzaron a envolver el fosforo. ― ¡Mutatio! ―el cambio fue instantáneo, tanto así, que incluso ella lo dudó.
― ¡Maravilloso, señorita Potter! ―dijo la profesora McGonagall. ―10 puntos para Gryffindor. Tienes la maestría de James, para las transformaciones.
―Y la maestría de Lily, para las pociones ―Snape, casualmente pasaba por allí.
