Disclaimer: los personajes no son míos, les pertenecen a sus respectivos dueños.
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Capítulo 5: Morfeo
Desierto del Sahara. 09:10 hs
Unas figuras se divisaban por la arena, bajo el abrumador Sol que, apenas se alzaba por el horizonte, hacia transpirar bastante. Bob, el robot grandulón, caminaba a la par de los camellos y sus jinetes. Tuvieron suerte en no toparse con las tropas enemigas o clones desfigurados cuando venían a África. Pasaron cuatro días desde que tocaron tierra. El contacto del comandante Morrison vivía unos largos kilómetros, en un oasis en medio del desierto.
Ashe sacó su cantimplora, bebiendo agua para luego mojarse el lado de adentro de su sombrero, para tener la cabeza fría. Baptiste recomendó no abusar del agua, hasta que lleguen al oasis. Amelie ajustó el agal que sostenía el pañuelo en su cabeza; de reojo miró a Ian, que no la estaba pasando muy bien. Jadeaba y cada minuto bebía agua. El que estaba tranquilo era el japonés, que iba atrás. A diferencia de los demás, tenia de arma un arco y su carcaj lleno de flechas. Amelie pudo oír su nombre pero no de él, sino de Jack. Hanzo Shimada. Durante todo el viaje, habló poco. No por incomodidad, ya su personalidad es así.
-Ya no falta mucho para que lleguemos, Ian. En unas, tres horas. – Dijo Baptiste, mirando hacia atrás.
-Aguántate la sed, pulgoso. – La albina tiró un comentario demás, recibiendo un golpe al hombro de parte del moreno.
Hanzo ofreció su cantimplora a Ian, y éste la tomó, bebiendo el agua y dejando la mitad.
-Gracias. – Agradeció el mitad lobo. El tipo sólo asentó la cabeza.
-Entonces. – Amelie habló. – El traficante de explosivo ¿Es Junkrat?
-Es un viejo cascarrabias, pero sigue siendo ese tipo divertido de hace años. – Le respondió Baptiste. – La ultima vez que lo vi, colocó una pequeña bomba donde estaba sentado. El maldito me hizo volar. Fue gracioso después de que se me pasó el enojo. – Comenzó a reírse al recordar ese hecho.
Junkrat, como lo conocían la mayoría, se aisló de la civilización. El desierto era lo suyo, y haber vivido en Australia y su naturaleza seca, le venía bien. Siempre fue un tipo solitario, de todas formas, siempre está abierto a la compañía.
Bob pudo divisar las palmeras que rodeaban al oasis. Al acercarse mas, un robot salió detrás de unas rocas. Amelie recordó haber visto esas maquinas anteriormente, fueron unidades viejas que aparecieron en la guerra Onmic. El Bastion emitió sonidos, como llamando a otra maquina. Entre el corral de las cabras, había un bastón, que empezó a acercarse hasta la salida. De un salto, pasó al otro lado. Era un robot, pero a diferencia del Omnic, éste era rechoncho y pequeño. Miró a cada uno y de inmediato señaló a la mujer morada, emitiendo sonidos bruscos. Bastion fijó la mira y alzó su ametralladora, alterando tanto al grupo como a los robots.
-¡¿Pero qué carajos pasa acá!?
Salió de la pequeña casa, junto a un pequeño pájaro amarillo en su hombro que chirriaba por lo que sucedía.
-¡Browny, se escapan las cabras! – Dijo Junkrat moviendo sus brazos. - ¡Y tú, baja eso grandote! No matarás a nadie y menos aquí… ¡Oh! Están aquí.
-Ey Junkrat. – Baptiste bajó del camello. – Lamento llegar así, te trajimos algunas provisiones. ¿Acaso Jack te habló?
-Me llamó hace unos días atrás, ese viejo idiota. Me dijo que venía alguien especial ¿Quién es?
-Moradita… te hablan. – Ashe giró la cabeza.
Junkrat observó como se corrían a un lado. Amelie quedó a la vista. Se quedaron viéndose unos momentos, fueron unos largos minutos de silencio. Asentó la cabeza, y dejó el paso. Tienen permiso para pasar.
…
La leña prendida fuego junto con las luces que colgaban en las palmeras era lo único que había en el desierto, que emitía luz. Las incontables estrellas daban un hermoso espectáculo en el nocturno cielo, junto a la Luna. El olor a carne asada entraba por las fosas nasales de junkrat, que cocinaba la cena, moviendo la ardiente madera con una pedazo de madera.
-Siempre me gustó el desierto porque se ven las estrellas. – Ian se cruzó de brazos, sin dejar de ver el cielo.
-Y pensar que tú, Angela y Brigitte vienen de arriba. – Baptiste sonrió al ver a Amelie.
-Si. También estoy sorprendida de eso. – La mujer bufó con felicidad. – Suerte que no vomité en la nave.
-¡Jaja! Hubiera sido gracioso ver eso. – Ashe se acercó. – No sé si el que comía eso serían los lobos o Ian ¡Jaja!
-Si si, eres una comediante Ashe. – La miró de reojo. – Ve con Hanzo así le haces mimos.
-¡Eres un idiota! ¡¿Sabias?!
El trío veía como la albina se marchaba. Baptiste se aguantó la risa.
-¿No fue demasiado?
-Tranquila Amelie, sólo la molestamos. A menos que sea cierto, no lo se. – El moreno se achicó de hombros.
-Es entendible. Ella perdió a su banda, que era como su familia, y Hanzo perdió a su hermano. – Relató Ian. – Se llevan bien, es como una relación de amor odio. La guerra aquí nos golpeo a todos por igual.
Amelie sintió un pinchazo en el pecho. La culpa recorría su cuerpo, recordando que fue un peón en el tablero; siendo una de los tantos ejecutores en el Régimen militar.
-¡EY! Ustedes tres, la comida ya está. –Junkrat los llamó con las manos. – Los escorpiones no se acercan al fuego, así que vengan debajo del techo.
…
Bajo llave, el australiano tenía tequila. El alcohol era como el oro en esta zona. Ni siquiera era capaz de beber la cerveza que la tenía más segura. Después de comer, en la mesa sólo se encontraban los vasos y la botella del licor. Como habían acordado con el comandante Morrison. Buscarían a Junkrat, intercambiarían productos por explosivos, y a la mañana siguiente, seguirían camino hasta Medio Oriente. El resto supo que Amelie y el anfitrión hablarían con respecto a Fareeha Amari, uno por uno se fueron a dormir, quedando ellos dos.
-Así que… - El viejo bebió de un trago el tequila. – Buscas a la hija de Ana ¿Hmm?
-Jack me dijo que la viste ¿Puede ser? – Amelie solamente posó sus labios en el borde del vaso, sintiendo el liquido, luego bebió. – Dejamos las diferencias hace mucho.
Junkrat se rascó la abultada barba blanca que cubría su mandíbula. – No quiero ser aguafiestas, preciosa. La vi y venía acompañada.
-¿Quién venía con ella?
-No era humano ¡Jaja! Era una maquina. Con conciencia propia. Mira ¿Ves a esos dos robots, el pequeño y el grandote? Ella los reparó.
-La maquina. – Junkrat afirmó a la respuesta de la mujer.
-Era como hablarle a una adolecente, pero pensaba como uno de esos monjes raros. No me habló mucho de donde venía… - Bebió otro vaso de un solo movimiento. – En fin… Fareeha y esa cosa vinieron aquí, y compraron explosivos a cambio de algo.
-¿Qué?
-Sígueme. – Dijo Junkrat llevándose la botella de tequila.
Se acercaron al corral de las cabras y detrás de unos tachos, había una entrada secreta, tapada con tablones de madera. Después de correrlas, entraron y el viejo prendió las luces. Con sólo una chispa, volarían todas las cajas llenas de bombas de todo tipo. Fue a un rincón, buscando algo en especifico. Amelie al ver esa armadura de guerra, una pisca de esperanza apareció.
-¡Eso es de Fareeha! – Dijo asombrada, tomando el casco en forma de pico de pájaro.
-También me sorprendí cuando me la dio. Le dije: ¿Segura? No hay reembolso después de la transacción. Y ella me respondió. "No lo vendas por cerveza, voy a volver por él"
-Ya te conocía jaja. – Amelie sonrió
-Amelie, quiero hacerte una pregunta: ¿Qué tan dispuesta estas en encontrarla?
-Le hice una promesa a su madre, Ana. Además, tengo una deuda pendiente.
-¿Con quien? – Junkrat alzó una de sus cejas, intrigado.
-Conmigo misma. – Amelie se oía decidida.
Se quedó viéndola fijamente, sin pestañear. Los años que tenía encima le servían de mucho. No hubo mentira en las palabras de la mujer morada, ni duda; ni siquiera miedo. El australiano creía en la redención, porque él pasó por ella.
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Agra. India. 05:00 hrs
Los científicos alertaron al personal de alto rango. El clon en la capsula estaba al ochenta por ciento de terminar su ciclo. Los guardias que custodiaban la puerta se pusieron firmes al verla. La doctora Moira Odeorain miró los signos estables de su nueva creación. Detrás suyo, un oficial se puso a su lado y en el otro, y cruzándose de brazos, Katya Volskaya admiró su nueva arma.
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Pakistán. Frontera con India. 07:15 hrs. Dos semanas después.
El grupo observaba a Baptiste hablando con el comandante Morrison por radio. Su expresión reflejaba nervios, que seguramente son ordenes. Tras terminar la comunicación, se acercó al resto, agarrando una taza con café.
-Tenemos nuevas ordenes: Jack atacará la base clónica de Agra.
-¿Enserio? ¿Tan pronto? – Ian quedó sorprendido.
-Punto de encuentro. – Dijo Hanzo sin mirarlo.
-Nos encontramos con las tropas en Jaipur y después marchamos hasta Agra. En total somos… Mil quinientos hombres. Contamos con apoyo aéreo. – habló Baptiste. – Pero eso no es lo más importante.
-Atacar un fuerte con tan pocos hombres es importante… un poco suicida ¿No lo crees? – Ashe opinó.
-Amelie y yo somos la carnada. – Mencionó el moreno.
-¿Nosotros? – La mujer morada esperó a que continuara hablando.
-Nos darán un dispositivo que desactivará las defensas de las murallas. Un dispositivo PEM. Ya que ellos no me ven desde hace años, iré con mi viejo uniforme de Talon y tú iras como mi "prisionera" . Al estar dentro, activamos los aparatos y Jack con las tropas atacarán la base. No sé que vamos a encontrar, además de clones y soldados rusos.
-Para eso traje mis explosivos. – Junkrat sonrió. – Será una batalla rápida, si la sabemos manejar.
-Será un camino largo. – Ian se levantó del suelo.
Los días pasaban, cruzaron campos desérticos hasta ciudades en ruinas. A la siguiente semana (y suerte que tenían vehículos) llegaron hasta Jaipur, en donde las tropas y el comandante Morrison estaban listas. Junto a ellos, comenzaron a marchar hasta Agra. Antes de llegar, el pequeño ejercito se dividió en dos, atacarían distintos puntos del fuerte después de que Baptiste y Amelie desactiven las defensas de la muralla que protegía la base. El apoyo aéreo vendría del rio Yamuna, bajo los radares enemigos. La victoria dependía de la ellos dos.
Era un martes y el Sol se estaba ocultando. La comida se calentaba con el fuego mientras ellos miraban con binoculares el fuerte. Amelie desvió la vista y miró el Taj Mahal. La cúpula estaba destruida y una torre se mantenía en pie. El Sol se colocó detrás de ese maravilloso monumento destruido.
-Es una pena que toda la ciudad esté en estas condiciones. Recuerdo haber visitado esta parte de la India cuando era joven. – Recordó la francesa. – Ni siquiera respetaron esto. El fuerte se usa para uso bélico.
-Bueno… es un fuerte je. Eh la torre Eiffel sigue de pie, pero la usan los francotiradores; Santa Sofía todavía está en buen estado; Las pirámides no las tocaron. Algunos edificios están destruidos. Hay algunas cosas que se tienen que reconstruir… si ganamos. Tenemos la victoria a centímetros, si acabamos con ese fuerte, nos tocará hacer campañas militares en pleno territorio enemigo.
-Rusia. – Amelie mencionó ese país y Baptiste asentó. – Llegar hasta Katya Volskaya no será fácil.
Él sacó la carne del fuego, poniéndola en un plano sobre lo que quedaba de la mesa. Ya que estaban solos, Baptiste quería preguntar algo mucho más serio. No pretendía ser una clase de detective,; sólo deseaba hablar. Amelie notó algo extraño en la boca del moreno. No era carne entre los dientes, era porque quería charlar.
-¿Quieres preguntarme algo? Te noto raro. – Dijo ella rompiendo el silencio.
-¡Jaja! Eh… no sé por donde empezar. – Le respondió dejando de comer.
-Eres un amigo, Bap. Pregunta. – Amelie produjo media sonrisa.
-Cuando dormías, mencionaste a Katya varias veces. ¿Tienes algo más contra ella?
Ella bajó la cabeza. El moreno se puso serio.
-Si, tengo algo personal con ella. – Se levantó de la silla, y se apoyó en el marco de la ventana, mirando la ciudad devastada de Agra. – Fue mi madrasta.
Baptiste escupió la comida por esa revelación. - ¡¿QUÉ?! – Dijo y quedó con la boca abierta.
-Casi nadie sabía de eso, ni siquiera Gabriel Reyes que era con el que más hablaba. – Amelie suspiró y se cruzó de brazos. – Desde que mi mamá murió, papá se sentía solo. Comenzó una relación fuera de lo profesional con Katya, que mantenían un pacto comercial entre las empresas. Había discutido con papá por ella; que no pasaba tiempo conmigo ¡Apenas era una adolecente que necesitaba apoyo! Y el que más quería, no estaba.
Amelie regresó a la silla. Se sentó con las piernas cruzadas y un codo apoyado en la mesa. Con melancolía, continuó hablando.
-Iban a hacer un viaje en avión hasta Moscú. No me despedí de él, le dije que lo odiaba y lo culpaba por la muerte de mamá y de cualquier cosa que me pasara. Quería hacer las pases pero yo no. Sólo recuerdo que sus ojos estaban rojos antes de salir de la casa. A los días, en cada diario y noticiero informaron de que un avión privado se estrelló en Alemania. Katya sobrevivió al "accidente". No podía dejar de llorar. Estaba más sola desde entonces… - Amelie se pasó las manos por los ojos. – Gerard fue un pequeño rayo de luz en mi, de todas formas, nada podía cambiar lo que pasó.
-Así que, matarla no era una prioridad. – Dijo baptiste.
-Hasta ahora. Bahamut y Joe murieron. Moira y Katya siguen vivas. ¿Aún siguen destruyendo vidas? Aunque la mate, no voy a recuperar lo que perdí. – Ella suspiró.
-Si. – El moreno frunció el seño. – Sé lo que es perder a un familiar directo. – Comenzó a apretar los puños.
Volvió el silencio en aquella habitación destruida. Amelie supo que Baptiste tenía hermanos, pero no que no sabía era como los perdió; tampoco quería saberlo, viendo el rostro del moreno, aparentaba que mataría a alguien. En un momento, se pudo oír el motor de un helicóptero acercarse al fuerte. Los binoculares tenían la función de visión térmica; detectando cuatro fuentes de calor: Una del piloto, y tres desconocidos. Por la pintura y modelo, la maquina era de alguien importante ¿Acaso podría ser Katya Volskaya? Era momento de empezar el show. Baptiste se acercó a un baúl y lo abrió. Le entregó un traje a Amelie y éste se puso su viejo uniforme de Talon.
-Me queda un poco chico. – Dijo mirando su cintura.
-¿Cómo consiguieron el mismo traje que usaba? – Amelie se puso las botas.
-Por algo Junkrat se dedica a encontrar cosas en la basura. No te preocupes, lo lavó cinco veces. Pregunta: ¿Quieres estar esposada o atada?
-Lo que menos llame la atención. – Le respondió.
-Esposada. Ahora escucha: Los dispositivos están debajo de nuestros calzados. Cuando estemos dentro, nos van a interrogar y trataré de que estés conmigo siempre. El apoyo aéreo vendrá cuando apenas pasemos la puerta. Jack ordenará que se tire una bengala, nosotros la vemos y activamos los PEM, antes de que los antiaéreos los derriben. Vamos a estar a oscuras por… media hora.
-A menos de que las fuentes eléctricas tengan un botón de emergencia. – Dijo la mujer morada.
-Si. Si nada de eso ocurre, es posible que ganemos. Amelie ¿Estas conmigo? – Baptiste acercó su mano.
-Vamos a terminar con esto, Bap. Si es posible, esta noche. Juntos. – Al mismo tiempo que sonreía, apretaron sus manos.
Con el plan en marcha, Jack Morrison y sus capitanes veían a través de los binoculares que, Baptiste y Amelie se movilizaban hasta el Fuerte. Los aviones de combate despegaron desde Nueva Deli hasta el rio Yamuya, comenzando la misión de asalto.
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Los vigías en la parte superior de la muralla tenían vista completa de Agra. Uno de los artilleros fumaba mientras su compañero vigilaba con la mira de su rifle, sin tener contacto visual con nadie. En otro sector del fuerte, un pelotón se formó, saludando al comandante a cargo y éste después a Katya Volskaya, que respondió el saludo militar. Dejando a los soldados rusos, éstos descansaron.
-¿Cuándo van a estar mis supersoldados?
-Apenas se terminó uno de veinte, Señora Volskaya. El proceso de clonación es muy complicado, si tuviera mis maquinas que pedí hace mes y medio ya tendría a sus soldados. – Moira le respondió de mala gana.
-Tampoco quiero exponer las cabinas fuera de los Urales; estamos al borde de perder ésta guerra, doctora, hasta que el Solneglaz esté listo. – Katya alzó la vista al cielo, orgullosa.
-Pondrá el balance de la guerra a nuestro favor. – Agregó Moira. – Vayamos adentro señora, la comida nos espera.
Un vigía avistó movimiento cerca de la entrada principal. Apuntando con su rifle, notó que una de esas personas estaba esposada y venía con otra, que le apuntaba a la cabeza. Se dio cuenta de que se trataba de la vdova como la conocían sus pares ruso, estaba prisionera bajo las manos de un soldado, miembro de la desaparecida unidad especial Talon. Alertó a los demás vigías y apuntaron a la puerta. Jean Baptiste Augustin, el ex teniente y Widowmaker alteraron las cosas.
Un guardia se acercó a la sala en donde Katya y su oficial, junto a Moira recibieron la noticia de lo que estaba pasando fuera de la muralla.
-Tienes una ganzúa dentro del guante, cuando Jack esté atacando, te liberas.
-Okey… Bap, suerte.
-Igualmente Amelie.
Las enormes puertas blindadas se desplegaron, saliendo filas de solados rusos que los rodearon. Las luces los alumbraban como las linternas acopladas a los rifles de asalto. Dentro del fuerte y acompañado de guardias a su lado, Katya Volskaya la miró directamente a los ojos. Después de un chequeo, a empujones, los entraron. Mordieron el anzuelo.
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Al otro extremo del fuerte, el comandante Morrison observó junto a los demás que el plan inició. Dio la orden de movilizarse y desplegar las tropas en dos, para estar listos ante el ataque simultaneo con los jets que, vendrían en veinte minutos hasta Agra.
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Despojados de sus armas (como era de esperarse) Baptiste y Widowmaker se encontraban dentro de la base, vigilados con soldados que estaban tres atrás y dos adelante. No podían mirarse ya que sospecharían del plan. Uno de los rusos acercó su radio al oído, intercambiando palabras. Después de hablar, los acercó al ascensor nuevamente a empujones. Comenzaron a subir hasta el ultimo piso. El moreno suspiró mientras ella se concentraba en controlar sus emociones al ver a aquella mujer rusa. Al llegar al destino, las puertas se abrieron. Era extraño que no haya presencia de ningún guardia en la sala. Había comida caliente, bebidas y tenían una excelente vista de Agra desde ahí. Pasando unos minutos, desde una habitación continua, aparecieron Moira Odeorain y Katya Volskaya. Amelie tragó saliva y rabia. Baptiste saludó como si perteneciera a Talon, metiéndose en el papel, aunque esté nervioso.
-Veo que no perdió los modales, soldado. – Dijo la rusa. Ahora dirigió la vista a Amelie. – Y tú… reportaron una nave derribada por ti en Europa, y ahora, en verte así, me tranquiliza. ¡Usted! ¿Cómo la encontró?
-La atrapé en Francia, intentó matarme pero me las arreglé.
-La ultima vez que te vi fue en China ¿No es así? – Recordó Moira, a lo que Baptiste asentó, pero no se veía alegre. – Hmm… Sácale las esposas, vamos a comer.
-¿No teme que haga algo con su vida? – El moreno advirtió.
-Si me llega a tocar a mi o a la doctora, no llegará a la salida… Comamos. – katya estaba tranquila, pero algo sospechaba.
En un rápido movimiento, Amelie y el moreno intercambiaron miradas. La despojó de las esposas y se sentó junto a él; mientras las otras dos se colocaron delante de ellos y listas para cenar.
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Los aviones estaban a quince minutos de llegar a Agra. El escuadrón comenzó a bajar, evitando los radares. El ataque estaba por comenzar.
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Amelie no levantó la vista, solo escuchaba como la bebida caía en los vasos. Moira les acercó uno a ella y el otro a Baptiste, que mantenía la mirada firme. Katya entrelazó sus dedos, debajo de su mentón y observando curiosa cómo es que tuvieron las agallas suficientes para venir aquí.
-Bueno ¿Por qué brindamos?
Moira después de hablar, alzó la copa con vina. Esbozando una media sonrisa, Baptiste también agarró la copa; Katya fue la siguiente a excepción de Amelie.
-Por el régimen. – El moreno se oía autoritario cuando mencionó esa palabra.
-Por el régimen. – La rusa repitió sin pasión.
-Fue un agrado volverte a ver, Jean. – Dijo Moira después de tragar la comida. – Después de lo de China.
-Si. Fue hace mucho tiempo. – Baptiste tragó su rabia.
-¿Me recuerdan que pasó ahí? – Quizo saber Katya. - ¿Fue durante el mandato de Bahamut o Joe?
-Joe comandaba las legiones, mientras el coronel jugaba al explorador espacial. Unos rebeldes robaron suministros médicos de uno de nuestros laboratorios de Hong Kong, así que, el cyborg ordenó una misión para recuperar esos suministros. – Moira pausó el relato bebiendo el vino de su copa.
Amelie con discreción miraba las ventanas por si las bengalas se iluminaban el los cielos. Aun no había señal. Baptiste estiró los brazos en la mesa, apoyándolos en ella. La doctora Odeorain continuó hablando.
-Habíamos localizado a los rebeldes en una provincia no muy lejos del robo. Mandaron un pequeño pelotón donde él estaba destacado. – Moira apuntó con su dedo al moreno, sonriéndole. – Mataron a todos pero sólo recuperaron una caja. Jean me pidió que si no curaba a sus hermanos, pero estaban muy malheridos por las balas.
-Lo que recuerdo de esa masacre de gente… fue que maté a un niño. Le disparó a mis hermanos y le… disparé… - Baptiste en ningún momento pestañeó. – Tan solo querían medicina.
Tanto Katya como Moira dejaron de comer; Amelie levemente lo miró también. El moreno suspiró. La pelirroja quedó pensativa por unos momentos, hasta que habló.
-Todos cometemos crímenes de guerra ¿No es así, Widowmaker? Hmmm En fin, después de eso, te uniste a las filas de Talon, con el comandante Reyes. Desde que empezó el golpe, supimos nuestros roles y el camino a lo que nuestras decisiones llegarían a su cumplirse. Ustedes y nosotros, tenemos el mismo objetivo: Orden. – Moira aclaró su voz. – Sabíamos las incontables bajas que habría; aun así, seguimos adelante. Los rebeldes querían libertad, pero anhelaban el orden como nosotros, y cuando se lo demos… nos recibirán con los brazos abiertos.
Baptiste se fue por varias razones, una de ellas es que lo que hacía el régimen eran para su beneficio, eliminando a los que se oponían a su causa y llamándolos rebeldes. Fue testigo de ataques y masacres a inocentes tiempo atrás, y tenía frente suyo a la persona que no salvó a sus hermanos y permitió que ataquen a civiles. Al recordar los rostros que vio por ultima vez antes de apretar el gatillo, sus ojos comenzaron a tornarse rojos. Amelie vio lagrimas allí. Con la impotencia y la ira dominándolo, Baptiste se lanzó hacia adelante, agarrando el cuchillo de la meza, clavándoselo en el cuello de Moira Odeorain.
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Los pilotos en los jets comunicaron al comandante Morrison de que estaban a diez minutos de llegar al fuerte. Después del aviso, ordenó que se lanzasen las bengalas, iniciando el ataque.
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Katya escondió sus manos dentro de su capa, para sacar un florete. Baptiste sacó el cuchillo del cuello de Moira, que dejó de respirar con su sangre rodeando su cabeza. Amelie agarró el otro cuchillo y ambos embistieron contra la rusa. De una estocada, hirió al moreno en el hombro y a su otro oponente en la mano. Contraatacó desplazándose hacia el costado barriendo la espada, obligándolos a que retrocedieran.
-¿Van a pensar que ganarán? Sé que por algún lado están las tropas de la resistencia ¿Cómo planean atacar una base fortificada?
Las bengalas iluminaron los cielos, llamando la atención de la rusa.
-Así.
Baptiste junto a Amelie sacaron los PEM, apretándolos, la electricidad desapareció. Cuando las luces de emergencia se prendieron, Katya atacó.
-¡Fue una mala idea en que regresaras, Widowmaker!
-¡CALLATE!
La francesa se lanzó hacia adelante, no le importaba ser atravesada por el florete, quería que sus manos atrapen el cuello de la persona que más odiaba. Antes de que pudiera atacarla, un misil destruyó gran parte de la sala en donde estaban. Los jets de los rebeldes surcaban los cielos. Amelie pudo recuperarse de la explosión; la sala quedó en llamas mientras podía oír la batalla. Baptiste quedó colgando de una saliente al mismo tiempo de que Katya huía de ahí.
-¡Ayúdame Amelie!
-¡Pelearemos otro día, vdova!
Se quedó pensado ¿Por quien iría? Su respiración comenzó a agitarse, no perdería la oportunidad de acabarla. Sin importarle, persiguió a Katya por la batalla en el fuerte.
-¡Hija de puta! – Baptiste no contuvo su frustración.
El saliente se estaba por derrumbar por las explosiones. Se balanceó y aterrizó en una pasarela justo antes de que colapsara de donde estaba agarrado. Dos soldados rusos lo vieron y antes que de que pisparan, Una bala los mató a ambos. Ashe alzó el sombrero. Los rebeldes penetraron por el Oeste, peleando cuerpo a cuerpo. El Este aún tenían problemas para acceder, la presión de los rusos era dura, los jets se ocuparían de bajarles la moral.
-¡Bap!
Ian apareció con un soldado en brazos intentando escapar y éste lo lanzó fuera de la pasarela, cayendo diez metros.
-¡¿Estás bien!? ¡¿Dónde está Amelie!?
- ¡Fue a perseguir a Katya Volskaya! – Dijo levantándose. - ¡Hay que encontrarla o morirá!
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La rusa pudo ver su helicóptero en llamas, el único escape era por las alcantarillas del fuerte, que daban al rio Yamuya, libre de las tropas rebeldes. Mientras corría, pudo ver una sombra hacerse mas grande. Amelie saltó desde una barra de acero, alcanzando a golpearla. Con el mismo impulso, Katya rodó por el suelo hasta quedar en pie, aún con el florete en la mano.
-Estás diferente… algo cambió dentro de ti…
-Cuando Bahamut y Joe murieron, pude respirar tranquila… regrese aquí para terminar una deuda…
-Alargaras lo inevitable, vdova.
Katya barrió la tierra provocando una nube de polvo. Amelie se echó hacia atrás y viendo que su contrincante dio unos pasos adelante, con una estocada. Contrarrestó los ataques hasta meterse en el campo, dándole un codazo en el mentó seguido de un puntazo en la boca del estomago. La tomó de la cola de caballo y la golpeó contra la pared tres veces hasta dejarla en el piso. Amelie agarró un pedazo de vidrio, clavándoselo en la mano derecha. Katya respondió con el florete, hiriéndole los antebrazos que la mujer morada usó para cubrirse. Aprovechando el hueco de la rusa, le pateó las costillas que le hizo escupir sangre.
-¡MUERE MALDITA PERRA!
Antes de que le clavara el vidrio en el cuello, Amelie recibió un fuerte golpe con una madera en la cabeza, dejándola en el piso gimiendo de dolor. Katya Volskaya se levantó con la ayuda de ese tipo que la derribó.
Sintió el cañón de una pistola apoyada en su cien.
Ladeó la vista para ver quien era que le ponía fin a su vida.
Lo que le quedaba de esperanza… se derrumbó por completo…
-¡Vámonos Gerard! ¡Hay que escapar! – Katya se agarró la mano, dejando un camino de sangre mientras corría.
No tenía voz para hablar. No tenía nada. Sólo las lagrimas salían a expresar lo que Amelie Guillard sentía en ese momento.
Gerard vio a Baptiste e Ian entrar por la puerta, disparando. El oficial respondió de la misma forma, cubriendo su escape junto con su superior. El moreno fue tras ellos mientras el mitad lobo la socorrió.
No tenía ganas de responder, ni siquiera de seguir respirando. Quería que fuera un mal sueño. ¿Cuándo terminará esta constante pesadilla?
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Continuará…
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Ya nos vamos acercando al final de esta historia. Lamento mucho no estar muy seguido por mi perfil y por demás lados, estoy un poco en crisis. No quiero deprimirlos ni nada xd.
Pronto regresaré con Afthermath y demás fanfics y proyectos que tengo. Nos leemos luego! Buen Domingo mis amigos! :D
