Sasuke se despertó hambriento... de ella. El camisón de Sakura estaba hecho un lío alrededor de sus muslos. Estaba acurrucada contra el hombre y había pasado la pierna derecha sobre los muslos de él, en algún momento de la breve noche. En ese momento, la rodilla de la joven cubría la palpitante erección de Sasuke. Por deferencia al pudor de la joven, había dormido con los pantalones puestos, pero resultó una barrera insignificante contra la suavidad de Sakura, y Sasuke percibió el calor ardiente del cuerpo de la muchacha, que lo quemaba de deseo candente. La mejilla de Sakura descansaba sobre el pecho desnudo del hombre. Tenía los labios entreabiertos y respiraba profunda y regularmente. Tenía pestañas muy negras y una lluvia de pecas sobre el puente de la nariz. ¡Era tan femenina...! Sasuke permaneció contemplando ese rostro adorable hasta que la erección fue tan dura y dolorosa que tuvo que apretar los dientes. Apartarse de ella fue una batalla pues, cuando intentó acostarla de espaldas, vio que tenía sujeta la mano de Sasuke y no parecía dispuesta a soltarla. Tuvo que separarle los dedos. Entonces recordó que la noche anterior lo había llamado canalla libertino. ¡Y ahora se aferraba a él...! Sasuke estaba convencido de que, cuando estuviese despierta, volvería a desconfiar de él. Sin embargo, mientras dormía, no podía disimular el hecho de que era vulnerable ante él, cosa que lo complacía mucho. Lo asaltó una oleada de posesividad feroz. En ese momento, contemplando a su ángel, juró que nunca permitiría que le pasara nada malo, que la protegería con su propia vida. Todo el tiempo que fuese su guardián... o querría que Sakura se quedara con él mucho, mucho tiempo más... Dos semanas después, regresaría Gaara y se ocuparía de cuidar de la hermana. En ese momento, ¿estaría Sasuke dispuesto a dejarla ir?
No tenía respuestas: sólo sabía que la idea de dejarla ir le estrujaba el corazón y le hacía un nudo en el estómago.
Por cierto, no era posible conservar la lógica en presencia de una beldad semidesnuda. «Sí - pensó, mientras se inclinaba y le besaba la frente -, dejaré para más tarde la reflexión sobre estos temas.» Se lavó y se puso ropa de Naruto, y luego despertó a Sakura. Cuando la sacudió para despertarla, Sakura trató de golpearlo.
- Calma, Sakura – susurró -. Es hora de levantarse.
Cuando se incorporó en la cama, estaba ruborizada, y Sasuke vio que se cubría con las mantas hasta la barbilla. En realidad, el gesto de pudor era innecesario, teniendo en cuenta la desnudez de la noche pasada, pero el hombre decidió no mencionarlo en ese momento.
- Por favor, disculpa mi conducta –murmuró la joven, en voz ronca y adormilada -. A decir verdad, no estoy acostumbrada a que me despierte un hombre.
- Espero que no - replicó el hombre. Sakura adoptó una expresión confundida.
- ¿Por qué esperas eso?
- No estás lo bastante despabilada para jugar conmigo a Sócrates - le dijo Sasuke, con voz suave.
Sakura lo miró con expresión estúpida. Sasuke se inclinó y le dio un beso duro y rápido, que terminó, antes de que la joven pudiese reaccionar... o amenazarlo con el puño.
Cuando se apartó, el semblante de Sakura parecía atónito.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Porque quería.
Se encaminó hacia la puerta, pero la muchacha lo detuvo.
- ¿Adónde vas?
- Abajo. Nos veremos en el comedor. Supongo que Temari te habrá dejado ropa en la otra habitación, cariño.
- ¡Oh, Dios mío... debe de pensar que nosotros... que... La puerta se cerró en mitad del horrorizado murmullo. Oyó que Sasuke silbaba mientras andaba por el corredor.
Sakura se dejó caer de nuevo sobre las almohadas. Se sintió sacudida por ese breve beso y también por la idea de que los amigos de Sasuke la creerían una atrevida. «De todos modos – pensó -, ¿qué me importa lo que piensen? Cuando este engaño termine, no volveré a verlos nunca.» Pero Temari quería ser su amiga, y Sakura sintió como si, de alguna manera, estuviese traicionándola.
- Me limitaré a explicarle que no pasó nada –se dijo. Lo entendería, si era una verdadera amiga.
Como Sakura nunca había tenido verdaderas amigas, no estaba segura de cuáles serían las reglas.
Salió de la cama y corrió hacia su propio cuarto. Sasuke había estado en lo cierto: Temari le había dejado un bonito traje de montar azul oscuro. Unas botas marrón oscuro, flamantes, la esperaban en el suelo, junto a la silla. Sakura rogó que fuesen más o menos de su medida. Mientras se vestía, no pudo dejar de pensar en Sasuke: ese hombre era un desafío para su tranquilidad, pues tenía un peligroso atractivo. Ese maldito hoyuelo le daba vértigos a Sakura. Naruto le había prestado un par de calzones del color de la piel de ciervo, demasiado ajustados. Los pantalones acentuaban el bulto de los muslos... y de la ingle. Si Jiraiya supiera que Sakura había prestado atención al cuerpo de un hombre, la estrangularía. Pero la sexualidad de Sasuke era tan flagrante, tan atractiva, que la obligó pues, si bien Sakura era inocente en lo que se refería a los hombres, tampoco era ciega. Unos quince minutos después, estaba lista para bajar, La blusa de seda blanca era un poco ajustada en el busto, pero la chaqueta lo disimulaba. Las botas le apretaban un poquito los dedos de los pies. Intentó trenzarse el cabello, pero fue un desastre, y desistió cuando vio el embrollo que estaba haciendo. Sakura tenía poca paciencia, y ninguna práctica en el tema de los peinados, Hasta el momento, eso nunca la había preocupado, pero ahora sí, Hasta que terminara esa comedia, ella era una dama de sociedad, y no solía dejar escapar ningún detalle.
Las puertas del comedor estaban abiertas de par en par. Sasuke estaba sentado a la cabecera de una larga mesa de caoba, y un criado le servía un té oscuro, de una bella tetera de plata. Sasuke no le prestaba la menor atención, pues parecía absorto en el periódico que estaba leyendo.
Sakura no sabía si tendría que hacer o no una reverencia, y decidió que en realidad no importaba, pues Sasuke no prestaba atención. Pero se equivocaba, pues en cuanto se acercó a la silla vecina a la de él, se puso de pie y la ayudó a sentarse. Nunca nadie había apartado la silla para que ella se sentara, ni siquiera Gaara, y Sakura no pudo decidir si le gustaba o no.
Sasuke siguió leyendo el periódico mientras la joven comía el desayuno. Cuando terminó, haciendo pensar a Sakura que se trataba de un ritual cotidiano, se respaldó en la silla, plegó el periódico y le brindó toda su atención.
- ¿Y bien? - dijo Sakura, en cuanto Sasuke la miró.
- ¿Y bien qué? - preguntó, sonriendo al percibir la ansiedad de la expresión de la muchacha.
- ¿Hablan de un caballero bien vestido que fue asesinado? - preguntó, señalando el periódico.
- No.
Sakura lanzó una exclamación consternada.
- Apuesto a que lo arrojaron al Támesis. Sasuke, ahora que lo pienso, sentí algo que me rozaba las piernas. Y tú dijiste que nada podía sobrevivir mucho tiempo en el Támesis, ¿no es así? Tiene que haber sido ese pobre...
- Sakura, estás dejándote llevar por la imaginación - dijo Sasuke -. No sólo no se menciona a tu caballero bien vestido, sino que no se habla de ninguna víctima de asesinato.
- Será porque aún no lo hallaron.
- Si es un miembro de la sociedad, alguien tendría que haber advertido su desaparición. Hace dos días que viste...
- Exactamente dos días - lo interrumpió.
Sasuke creyó que, si ponía un poco más de entusiasmo, saltaría de la silla.
- Eso me lleva a la primera pregunta – afirmó -. ¿Qué es exactamente lo que viste?
Sakura se inclinó en la silla
- ¿Dónde crees que estarán Naruto y Temari?
- ¿Acaso tratas de eludir la pregunta?
La muchacha movió la cabeza.
- Se trata de que no quiero tener que contarlo dos veces - explicó Sakura. Al mismo tiempo que enunciaba esa mentira, trataba de imaginar una historia plausible.
- Naruto salió por un rato. Y Temari está atendiendo a Dakota. Por favor, contéstame.
Los ojos de Sakura se abrieron asombrados.
- ¿Y ahora, qué pasa?
- Acabas de decir «por favor»- murmuró Sakura, maravillada -. Si no tienes cuidado, pronto me pedirás las disculpas que me debes.
Sasuke sabía que no tenía que preguntarle por qué debía disculparse, pues imaginó que Sakura debía tener memorizada una lista con todos sus errores. Además, le dirigió una sonrisa tan hechicera que le costó mantener la concentración.
- Lo arrojaron desde el tejado.
Al escuchar esa afirmación, Sasuke volvió al tema que estaban tratando.
- ¿Tú estabas sobre un tejado? - le preguntó, intentando entender qué podría estar haciendo Sakura.
- Claro que no - repuso Sakura -. ¿Qué haría yo sobre un tejado?
- Sakura...
- ¿Qué? – preguntó la muchacha, otra vez con aire expectante.
- No estabas sobre un tejado, pero «los» viste arrojar a ese hombre...
- Era un caballero bien vestido - lo interrumpió la joven.
- Muy bien - comenzó Sasuke otra vez -. No estabas sobre el tejado, pero viste a varios hombres tirar desde el tejado a este caballero bien vestido, ¿es así?
- Eran tres
- ¿Estás segura? Sakura asintió.
- Sasuke, aunque estaba asustada, sé contar.
- ¿Dónde estabas tú cuando eso sucedió?
- En el suelo.
- Me imagino - murmuró el hombre -. Si no estabas sobre el tejado, supongo que estarías...
- Podría haber estado dentro de otro edificio, o quizá montada en el caballo de Gaara, o incluso...
- Sakura, basta de digresiones – exigió -. Limítate a decirme dónde estabas y qué fue lo que viste
- Sasuke, lo que oí también es importante.
- ¿Acaso te propones irritarme? Sakura lo miró con disgusto.
- Iba a entrar en la iglesia cuando oí el alboroto En realidad, no estaban sobre la iglesia. Arrastraban al pobre hombre sobre el techo de la rectoría, que era un poco más bajo. Desde mi posición, pude ver que el caballero intentaba huir. Forcejeaba y gritaba pidiendo ayuda, Sasuke. Por eso supe que no era sólo mi imaginación.
- ¿Y? - la animó Sasuke, cuando de pronto Sakura interrumpió el relato.
- Lo arrojaron. Si yo hubiese estado unos centímetros más a la izquierda, bueno, ya no tendrías que protegerme pues estaría tan muerta como ese pobre caballero.
- ¿Dónde está la iglesia?
- En la parroquia de Gaara.
- ¿Y eso dónde queda?
- A tres horas al norte de aquí.
- ¿Interrumpo? - preguntó Temari, desde la entrada. Sakura se volvió y le sonrió.
- Claro que no - le respondió la muchacha -. Gracias por este desayuno delicioso, y por prestarme tu hermosa ropa de montar. La cuidaré bien - añadió.
Naruto se acercó a la esposa por atrás y la rodeó con los brazos. Mientras Sasuke y Sakura los observaban, Naruto frotó la nariz contra la coronilla de la esposa.
- ¿Me echaste de menos? - le preguntó.
- Claro que sí - respondió Temari, sonriéndole. Luego se volvió hacia Sakura -. Entré en tu habitación...
- No pasó nada - se apresuró a interrumpirla Sakura -. En realidad, es culpa de él. Pero no sucedió nada, Temari. Yo lo amenacé con mi cuchillo, eso es todo. Por supuesto, a él no le gustó - agregó, haciendo un gesto en dirección a Sasuke
-. Estaba tan furioso, que me arrastró a su habitación. ¡Oh, Señor!, me estoy haciendo un lío, ¿verdad?
Se volvió hacia Sasuke.
- ¿Puedes decir algo, por favor? De lo contrario, mi amiga creerá que yo soy...
Se interrumpió al ver la expresión estupefacta de Sasuke y comprendió que no la ayudaría. Otra vez debía de creer que era tonta. Sakura sintió que ardía de vergüenza.
- Fui a tu cuarto a buscar el cuchillo - explicó Temari -. ¿En serio intentaste herirlo con el puñal?
Sakura quiso encontrar un sitio para ocultarse.
- No - respondió, suspirando.
- Pero acabas de decir que...
-Al principio, traté de herirlo - explicó Sakura -. Sasuke me despertó cuando intentaba ponerme el camisón...
- ¿Eso hiciste? - le preguntó Naruto a Sasuke, con una sonrisa desvergonzada.
- Naruto, no te metas en esto - exigió Sasuke.
- Bueno, cuando supe quién era, dejé de amenazarlo. Me asustó, pues creí que era un ladrón.
La expresión de Naruto demostraba que se moría por agregar algo más, pero Sasuke lo miró con severidad, obligándolo a callar.
- ¿Descubriste algo? - preguntó Sasuke. Naruto asintió, entrando en la habitación.
- Temari, lleva a Sakura al salón, por favor.
- Tendrá que ir sola - respondió Temari -. Le prometí afilar su cuchillo. Sakura, no lo encontré debajo de tu almohada. Eso era lo que intentaba decirte.
- Él lo tomó - respondió la aludida, señalando a Sasuke -. Creo que lo vi ponerlo sobre la repisa de la chimenea, pero no estoy muy segura. ¿Quieres que te ayude a buscarlo?
- No, yo lo encontraré. Tú ve a hacerle compañía a Dakota. Está en el salón, jugando sobre la manta. Yo me reuniré contigo en unos minutos.
Sakura se apresuró a seguir a Temari fuera del comedor. Se detuvo junto a las puertas de la sala, al oír la risa resonante de Naruto y sonrió, suponiendo que Sasuke acababa de contarle al amigo lo tonta que ella era. Se sentía satisfecha consigo misma. Requería bastante concentración estar divagando tanto tiempo, de manera convincente, y Sakura consideró que había salido muy bien del paso. No tenía idea de que contaba con ese talento. Sin embargo, para ser honesta, tenía que admitir que hubo momentos en que no fingió. Sakura irguió los hombros. Ficción o no, para lidiar con Sasuke la digresión era una ventaja.
Entró en la habitación y cerró la puerta. Enseguida vio la manta acolchada junto al sofá, pero no al hijo de Temari. No lo vio por ninguna parte. Ya iba a dar un grito de alarma cuando advirtió un piececito que asomaba por la parte trasera del sofá. Corrió, se arrodilló, pensó por un momento en tirar del pie del niño para sacarlo, pero resolvió que convendría encontrar antes todo lo demás. Con el trasero hacia arriba, se inclinó hasta que su mejilla se apoyó sobre la alfombra.
A escasos centímetros, se encontró con los ojos azules más magníficos que hubiese visto en su vida: Dakota. Sakura creyó que podría sobresaltarlo con su aparición súbita, pues los ojos se abrieron, sorprendidos. Pero el niño no lloró, sino que la contempló largo rato y luego le obsequió con una amplia sonrisa desdentada. A Sakura le pareció que era una criatura asombrosa. Después de sonreírle, volvió a su ocupación principal, que consistía en masticar la pata de madera torneada del sofá.
- Oh, no creo que eso sea bueno para ti, muchachito - afirmó Sakura.
El niñito continuó con su tarea, sin dedicarle siquiera una mirada.
- Dakota, deja de hacer eso ya mismo - le ordenó -. Tu mamá se sentirá desdichada cuando vea que estás comiéndote los muebles. Sal de ahí, por favor. Era evidente que no tenía experiencia con los niñitos pequeños. También era un hecho que ignoraba que tuviese público observándola. Sasuke y Naruto, apoyados en el marco de la puerta, del lado opuesto, los contemplaban a ambos, procurando contener la risa.
- Dakota, no tienes intenciones de obedecer, ¿verdad? - preguntó Sakura.
En respuesta, el niñito gorjeó, feliz.
- Admito que es creativa - le murmuró Naruto a Sasuke, cuando vio que Sakura levantaba el sofá y lo corría hacia un costado.
Luego se sentó en el suelo, junto al pequeño que, de inmediato, se acercó a ella meneándose. Sakura no tenía mucha idea de cómo alzar a un niñito. Había oído decir que el cuello de los pequeños no era lo bastante fuerte para sostener la cabeza, hasta que tuviesen alrededor de un año. Pero Dakota había alzado el pecho de la alfombra y parecía bastante fuerte.
Producía unos ruiditos adorables. Era un pequeño feliz, y Sakura no pudo resistir la tentación de tocarlo.
Le palmeó la cabecita, pasó las manos debajo de los bracitos y lo alzó lentamente hasta su regazo.
Tenía ganas de estrecharlo contra el pecho. El pequeño, en cambio, quería otra cosa. Dakota aferró un mechón del cabello de la muchacha, tironeó de él con fuerza y trató de conseguir la cena.
Al instante, la joven entendió lo que el pequeño trataba de hacer.
- No, no, Dakota - murmuró, cuando el niño se arqueó contra ella y comenzó a removerse -. Tendrá que alimentarte tu mamá. ¿Vamos a buscarIa, mi amor?
Con lentitud, Sakura se puso de pie manteniendo al niñito abrazado. Le dolía el modo en que le tiraba del cabello, pero no le importó.
El pequeño olía de maravilla y, además, era hermoso. Tenía los ojos azules de la madre y los rizos oscuros del padre. Sakura acarició la espalda del niño y le canturreó con suavidad: el niñito la fascinaba. Al volverse, vio a los dos hombres, y sintió que se ruborizaba.
- Tienes un hijo precioso - le dijo a Naruto, tartamudeando.
Sasuke se quedó junto a la puerta, mientras Naruto se acercaba a tomar al hijo. Tuvo que soltar los deditos de Dakota del pelo de Sakura. La muchacha contempló a Sasuke y la sorprendió la expresión de este, pues allí detectó ternura, pero también algo más. Sakura no pudo imaginar qué estaría pensando.
- Es el primer niñito que he tomado en brazos - le dijo a Naruto, después que este tomó al niño en sus brazos.
- Yo diría que lo hiciste con naturalidad - comentó Naruto-. ¿Qué opinas, Dakota? - preguntó.
Alzó al pequeño hasta que los ojos de ambos estuvieron al mismo nivel, y de inmediato, Dakota sonrió.
Temari entró como una exhalación, atrayendo la atención de Sakura. Con la misma prisa, se acercó a la amiga y le dio el cuchillo ya afilado. La daga estaba en una funda de cuero suave.
- Ahora está bien filoso - le dijo a Sakura -. Hice la cartuchera para que no vayas a lastimarte por accidente.
- Gracias - contestó Sakura.
- No necesitarás un cuchillo - intervino Sasuke.
Se movió de la actitud de reposo que había adoptado y se acercó a Sakura.
- Déjame que yo lo guarde, cariño. Podrías lastimarte.
- No te lo daré - afirmó la muchacha -. Fue un regalo de mi tío, y le prometí que lo tendría siempre conmigo.
Al ver que Sakura retrocedía, Sasuke desistió.
- Tenemos que irnos – le dijo el hombre -. Naruto, tú harás...
- Lo haré - repuso Naruto-. En cuanto haya...
- Bien – lo interrumpió Sasuke.
- Parece que estuvieran hablando en otro idioma, ¿no? - le dijo Temari a Sakura.
- No quieren que me preocupe - le explicó Sakura.
- ¿Y tú entiendes lo que dicen?
- Claro. Naruto tiene que comenzar la investigación. Es evidente que Sasuke le hizo algunas sugerencias. En cuanto descubra algo importante, tendrá que ponerse en contacto con Sasuke. Naruto y Sasuke la miraron, asombrados.
- ¿Dedujiste todo eso de...?
Sakura interrumpió a Sasuke con un gesto de asentimiento y luego se dirigió a Naruto.
- Tienes que averiguar si, en los últimos tiempos, alguien desapareció, ¿no es así?
- Sí - admitió Naruto.
- Necesitas una descripción, ¿verdad? Claro que la nariz del pobre hombre estaba un poco aplastada por la caída, pero diría que era bastante mayor, de unos cuarenta años. Tenía el cabello gris, cejas espesas y ojos marrones, fríos. Ni siquiera muerto tenía una expresión apacible También era grueso en la cintura. Esa es otra razón para suponer que era miembro de la alta sociedad.
- ¿Por qué? - preguntó Sasuke.
- Porque tenía mucho para comer - replicó la muchacha -. Tampoco tenía callos en las manos. No, por cierto, no era un trabajador, eso puedo asegurarlo.
- Ven, siéntate - sugirió Naruto-. Me gustaría tener también la descripción de los otros hombres.
- Me temo que no tengo mucho que decir. Casi no los vi. No sé si eran altos o bajos, gordos o delgados... - Se interrumpió con un suspiro -. Eran tres: eso es todo lo que pude ver.
Parecía perturbada, y Sasuke supuso que aún estaba asustada por lo vivido. A fin de cuentas, había visto matar a un hombre, y era una mujer tierna, que no debía de estar acostumbrada a semejantes horrores.
Por supuesto, Sakura estaba perturbada, y, cuando Sasuke le pasó el brazo por los hombros, se sintió más culpable aún. Por primera vez en la vida, le disgustaba mentir. Se dijo que sus motivos eran puros, pero eso no la alivió. Estaba engañando a tres buenas personas.
- Tenemos que partir – barbotó -. Cuanto más tiempo nos quedemos, más peligro corre esta familia, Sasuke. Sí, tenemos que irnos ya.
Sin dar tiempo a que nadie le discutiese, corrió hacia la entrada.
- Sasuke, ¿tienes una casa en el campo? - preguntó, sabiendo bien que sí la tenía.
- Sí.
- Creo que tendríamos que ir ahí. Lejos de Londres, podrás mantenerme a salvo.
- Sakura, no iremos a Harwythe.
- ¿Harwythe?
- Es el nombre de mi propiedad en el campo – respondió -. Te llevaré a la casa de mis padres. La propiedad de ellos limita con la mía. Tal vez a ti no te importe tu reputación, pero a mí sí. Yo iré a verte todos los días, para asegurarme de que estés bien. Pondré guardias alrededor... ¿por qué sacudes la cabeza?
- ¿Vendrás a visitarme? ¡Sasuke, ya estás rompiendo la palabra que me diste! –exclamó -. No meteremos a tus padres en esto. Me prometiste cuidarme, y te juro por Dios que no te alejarás de mi lado hasta que esto termine.
- Parece decidida, Sasuke - intervino Naruto.
- Yo estoy por completo de acuerdo con Sakura - afirmó Temari.
- ¿Por qué? - preguntaron Naruto y Sasuke, al unísono. Temari se encogió de hombros.
- Porque es mi amiga. Tengo que apoyarla, ¿no?
Ninguno de los dos hombres tuvo argumentos en contra, y Sakura se sintió complacida.
- Gracias, Temari. Yo también te apoyaré. Sasuke movió la cabeza.
- Sakura - comenzó, con la idea de llevarla al tema original -. Si te sugiero ir a casa de: mis padres, lo hago pensando en tu seguridad.
- No.
- ¿En verdad crees que estarás a salvo conmigo? El tono incrédulo la molestó.
- Por cierto, que sí.
- Cariño, yo no seré capaz de mantener mis manos lejos de ti por dos largas semanas. Maldición, trato de ser noble en este aspecto.
De inmediato, el rostro de Sakura se puso encarnado.
- Sasuke – murmuró -. No debes decir estas cosas delante de nuestros invitados.
- No son nuestros invitados - replicó, casi gritando de frustración -. Nosotros lo somos de ellos.
- Este hombre siempre blasfema cuando está conmigo - le dijo Sakura a Temari -. Y no pide disculpas.
- ¡Sakura! - rugió Sasuke -. Deja de tratar de cambiar de tema.
- Sasuke, creo que no tendrías que gritarle a Sakura - le advirtió Temari.
- No puede evitarlo –aclaró Sakura -. Tiene un carácter tortuoso.
- No soy tortuoso - afirmó Sasuke, en tono mucho más bajo -. Sólo soy sincero. No quise incomodarte.
- Es tarde - repuso Sakura -. Ya me incomodaste.
Tanto Temari como Naruto estaban fascinados con la discusión. Sasuke se volvió hacia el amigo: - ¿No tienes otro sitio adónde ir?
- No.
- De todos modos, vete - le ordenó Sasuke. Naruto alzó una ceja, pero cedió.
- Vamos, esposa. Podemos esperar en el comedor. Sasuke, antes de irte tendrás que explicarme algunos otros hechos, si quieres que...
- Después - afirmó Sasuke.
Temari, el esposo y el hijo salieron de la habitación. La mujer se detuvo un instante para apretar la mano de Sakura al pasar:
- Es mejor no debatirse - le murmuró -. Tu destino ya está decidido.
Sakura no le prestó atención. Asintió, sólo para complacer a Temari, cerró la puerta y giró para enfrentar otra vez a Sasuke, con los brazos en Jarras.
- Es ridículo que te preocupes por no poder sacarme las manos de encima. No te aprovecharás de mí, a menos que yo lo permita. Tengo confianza en ti - agregó, haciendo un vehemente gesto de asentimiento y llevándose las manos al corpiño del vestido -. Con todo mi corazón -concluyó, en tono dramático.
- No lo hagas.
La dureza del tono de Sasuke sobresaltó a la muchacha, pero no tardó en recuperarse.
- Es tarde, Sasuke: ya confío en ti. Tú me mantendrás a salvo, y yo no permitiré que me toques. El pacto entre nosotros es claro, señor. No intentes enturbiarlo con aflicciones de último momento. Funcionará, te lo aseguro. Una conmoción en la entrada distrajo la atención de ambos. Sasuke reconoció la voz.
Tartamudeando, uno de los mozos de establo pedía ver con urgencia al patrón.
- Es Perry - le dijo Sasuke a Sakura -. Uno de mis mozos.
Quédate aquí, que yo iré a ver de qué se trata.
Por supuesto, Sakura no obedeció, sino que fue tras él.
Al ver la expresión sombría de Naruto, supo que había sucedido algo malo. Luego volvió la atención hacia el criado, un joven de grandes ojos almendrados y cabello oscuro erizado. Al parecer, no podía recuperar el aliento y daba vueltas al sombrero entre las manos.
- Se perdió todo, milord - barbotó Perry-. Merlin comentó que fue un milagro que no ardiese toda la manzana, que se lo dijera a usted. La casa de ciudad del conde de Haselet quedó un poco calcinada. Imaginamos que el interior estará ahumado, pero las paredes exteriores aún están intactas.
- Perry, ¿de que estas?
- Tu residencia de la ciudad se incendió, Sasuke - intervino Naruto-. Perry, ¿eso era lo que tratabas de decimos?
El criado se apresuró a asentir.
- No fue por negligencia - se defendió -. No sabemos cómo empezó, milord, pero no había velas encendidas, ni fuego en los hogares. Pongo a Dios por testigo de que no fuimos descuidados.
- Nadie te está culpando. Los accidentes suceden - dijo Sasuke.
«¿Qué otra cosa podría ir mal?», se preguntó.
- No fue un accidente.
Todos los que estaban en el vestíbulo se volvieron hacia Sakura, que miraba hacia el suelo y se apretaba las manos. Tenía un aspecto tan desolado que parte de la ira de Sasuke se disipó.
- Está bien, Sakura - la tranquilizó -. No será difícil remplazar lo que perdí.
Dirigiéndose a Perry, le preguntó: - ¿Alguien está herido?
Mientras el criado tartamudeaba informando que todos los sirvientes habían salido a tiempo, Naruto observaba a Sakura.
Sasuke se sintió aliviado. Estaba dispuesto a dar órdenes al mozo cuando Naruto lo interrumpió:
- Deja que yo me ocupe de las autoridades y de los criados - le propuso -. Tú tienes que sacar a Sakura de Londres, Sasuke.
- Sí - respondió el aludido. Trataba de no alamar a Sakura, pero ya imaginaba que el incendio tenía cierta relación con los hombres que la perseguían.
- Perry, ve a la cocina y sírvete algo de beber - ordenó Naruto-. Siempre hay cerveza y coñac sobre el mostrador.
El criado corrió a obedecer la sugerencia.
Naruto y Sasuke observaron a Sakura, esperando que dijese algo, pero la muchacha miraba el suelo y se retorcía las manos.
- Sakura - dijo Sasuke, al ver que seguía en silencio -. ¿Por qué crees que no fue un accidente?
Antes de responder, Sakura lanzó un prolongado suspiro.,
- Porque no es el primer incendio, Sasuke. Es el tercero que iniciaron. Al parecer, son partidarios de los incendios.
Alzó la mirada hacia el hombre, y Sasuke vio que tenía lágrimas en los ojos – Lo intentarán una y otra vez, hasta que al fin te atrapen a ti... y a mí - se apresuró a agregar- dentro.
- ¿Quieres decir que tienen intenciones de matarme por medio de...? - preguntó Naruto.
Sakura movió la cabeza.
- Ahora ya no es sólo a mí a quien piensan matar - susurró. Miró a Sasuke y rompió a llorar - Piensan matarlo también a él.
