Quinto y último capítulo.

Yuuri de 14 años conoce al Viktor de 34 años, después el Yuuri adulto tiene una conversación importante con su Viktor :D


Había pasado un tiempo desde que Yuuri consiguió su última medalla de oro en las Nacionales de Japón y se retiró del patinaje artístico para siempre, al menos como competidor, pues decidió que su siguiente paso sería ser la mano derecha de su esposo mientras planeaban con más cuidado su futuro.

Viktor, por su parte, continuó siendo coach, pero ahora tomando bajo su tutela a Yurio, a Minami Kenjirou y a otras jóvenes promesas. Y por supuesto, teniendo a su adorable esposo como su sensual coach asistente.

Y aunque Yuuri no estaba enteramente interesado en ser coach, había madurado lo suficiente los últimos años y se sentía capaz de pasar sus conocimientos a nuevas generaciones. Así que mientras el hombre japonés enseñaba a sus estudiantes a cómo expresarse mejor sobre la pista y algunas cuestiones técnicas, Viktor podía centrarse en crear las rutinas, mejorarlas conforme avanzaba la temporada, y además encargarse de las relaciones públicas con los patrocinadores, la logística de las competencias y las conversaciones con las federaciones de patinaje. Eran un duo perfecto.

No obstante, a pesar de sus tantos logros en conjuntos y por separado, y de tener un trabajo el cual ambos amaban y los hacía sentirse felices y realizados… la pareja creía que aún les faltaba algo más para hacer más perfecta su vida.

Tenían amor, tenían dinero, tenían a su adorable perro Yuuchan (Makkachin ya descansaba tranquilo en el cielo de los buenos chicos), pero seguía habiendo un lugar sin ocupar que no lograban encontrar con qué llenarlo.

Y Viktor fue el que encontró la respuesta un día en la pista de patinaje del Ice Castle.

El hombre de cabello plateado se había agachado un momento sobre la banca para terminar de atarse sus patines cuando, al levantar la vista, vio que su esposo había sido intercambiado por una versión mucho más joven de él.

La buena noticia es que estaban de vacaciones en Hasetsu y sus alumnos no perderían un día de entrenamiento.

Viktor hubiese entrado en pánico sino fuera porque tenía fresca en su memoria lo sucedido meses atrás, por lo que simplemente sacó su smartphone y comenzó a tomar fotografías de 'Yuuri-chan' (para no confundirlo con su Yuuri y su perro Yuuchan).

Yuuri, por desgracia, no había tomado fotografías de su versión joven, y el Viktor de 17 (Vitya para acortar) no tenía idea sobre las redes sociales y no acostumbraba a tomarse fotos tan seguido, mientras que el Viktor adulto amaba tener sus redes llenas con el adorable rostro de su esposo en cada post que hacía.

No obstante, el hombre ruso rápidamente escondió su teléfono cuando Yuuri-chan notó su presencia.

El menor, por supuesto, dio un brinco de susto al ver a un desconocido tras la valla de protección, aunque dejó de temblar cuando Viktor se dirigió a él, en un japonés decente.

"¡Hola, Yuuri-chan! Me alegra conocerte. Mi nombre es Viktor." Exclamó con más entusiasmo de lo necesario. Pues, a diferencia de Vitya, casi no existían registros de Yuuri-chan durante sus años en Junior, puesto que su carrera profesional pasó desapercibida muchos años por los medios de comunicación.

Viktor, por supuesto, siempre tuvo curiosidad de ver las rutinas y los trajes viejos de su esposo, y más de una vez se quejó por la falta de videos e imágenes. No obstante, Yuuri solía rodar los ojos y acusarlo de 'dramático' mientras miraba cómodamente todas las rutinas de Viktor Nikiforov por youtube.

"Oh, uh. Hola..." Yuuri-chan miró hacia todos lados antes de contestar, quizás buscando una cara conocida. Entonces se dio cuenta que su mirada no estaba borrosa. "¿Uh? ¿En qué momento me puse los lentes? Juraría que los dejé en mi mochila..." Musitó extrañado. Yuuri solía patinar sin sus lentes desde que los rompió por accidente a los 10 años.

"Yuuri-chan, ¿qué edad tienes?" Preguntó Viktor entrando a la pista, deslizándose lentamente hacia él. El niño japonés pareció tensarse de nuevo, algo comprensible, por lo que el peliplateado enseguida buscó una imagen en su Galería de fotos de su último cumpleaños donde aparecía abrazado a sus suegros (Yuuri había tomado la foto) "Descuida, soy eh… amigo de tus padres."

El chico de cabello negro entrecerró los ojos, desconfiando totalmente del adulto, pero la curiosidad le ganó y se acercó a ver la imagen. Luego de unos segundos cabeceó y murmuró con aprobación.

"Tengo 14 años." Contestó con una pequeña sonrisa, como el buen niño educado que era. "Umm… ¿Puedo preguntar qué es eso?" Inquirió señalando tímidamente al smartphone y el peliplateado rió.

Viktor de cierta manera sintió alivio porque Yuuri-chan no lo reconociera y encontrara más intrigante el objeto en su mano, pues realmente no sabía cómo explicarle que terminaría casándose con un hombre, su ídolo ni más ni menos, y no con Yuuko…

"Es mi smartphone. Um... Es un celular con tecnología avanzada y..." Comenzó a decir, pensativo, posando un dedo sobre la barbilla, tratando de pensar en una manera sútil de explicarle que estaba en otra época.

"... Eres un viajero en el tiempo, ¿cierto?" Inquirió de pronto y el adulto se sobresaltó.

"¿Uh?" Viktor parpadeó, y después miró hacia las paredes del Ice Castle, asegurándose que los posters suyos y de otros patinadores aún estuvieran colgados, al igual que la estantería con medallas de Yuuri y el calendario con dibujos de perritos. Todo seguía allí.

Al parecer Yuuri-chan siguió su mirada porque lo escuchó dar un chillido de incertidumbre al notar las diferencias en su entorno.

"No… Yo fui el que viajó al fu-futuro…" Yuuri-chan se llevó las manos a la cabeza y comenzó a temblar. Viktor enseguida se puso de rodillas frente a él, sin importarle el piso helado, y tomó al moreno de los hombros para intentar tranquilizarlo.

"Yuuri, todo está bien. Mírame. Estás en Hasetsu, en el Ice Castle. Estamos en 2021. Nadie te hará daño, te lo prometo. Respira hondo y cuenta hasta diez, ¿de acuerdo?" Tras unos minutos que para ambos fueron eternos, Yuuri-chan se tranquilizó lo suficiente para dejar de temblar y Viktor pudo respirar. A pesar de sus años de matrimonio, el peliplatrado se seguía sintiendo un poco inútil cada vez que Yuuri tenía un ataque de pánico. "¿Te sientes mejor?" El menor asintió despacio. "Bien. Me alegro. Por cierto, debo decir que me sorprende que te hayas dado cuenta tan rápido sobre el viaje en el tiempo. ¿Cómo lo hiciste?"

"La foto…" Explicó, alzando la vista, mientras Viktor se ponía de pie. "Mis padres no tienen canas… aún."

"¡Wow! ¡Asombroso!" Exclamó impresionado, aplaudiendo un poco. Yuuri-chan era más listo a los 14 años que Vitya a los 17.

"Y tú…" El chico continuó, mirando fijamente al adulto antes de desviar la mirada con pena. "Pareces una versión adulta de Vi-Vikutoru Nikiforofu. Él acaba de cortarse el cabello y...y te ves igual a él, también dijiste llamarte Vikutoru…"

¡Ah!

El hombre ruso se sintió un poco tonto al creer que Yuuri-chan no lo reconocería. ¡Su Yuuri era su más grande fan después de todo! Además, realmente no existían tantas celebridades con cabello plateado…

"Sí, soy Viktor Nikiforov. Pero actualmente estoy casado, así que mi apellido cambió." Dijo mostrando con orgullo su anillo de matrimonio. "Y como ya dije, me alegra conocerte, Yuuri-chan." Esta vez alargó una mano como saludo, no estando seguro de si debía mencionarle que él era su esposo, pues Yuuri-chan era sólo un niño a comparación de Vitya…

"¡¿Estás casado conmigo?!" Preguntó el chico de pronto, con sus ojos marrones brillando, tomando la mano ofrecida con entusiasmo. El mentón de Viktor cayó.

"¡¿Pero cómo lo supiste?!" Exclamó sin siquiera pensar en negarlo, entre horrorizado y orgulloso.

"¡Oh! Uh. Hay… un poster de tú y yo, uh, es decir, de mi versión adulta, allá." Soltó su mano y apuntó tímidamente hacia la pared tras el peliplateado. "Ambos tienen anillos de oro…" Dijo y sus mejillas se encendieron. "Um, quiero decir, creo que soy yo; el de la foto se parece a mi padre cuando él era joven..."

Okay… Yuuri-chan definitivamente era más inteligente que Vitya, pues en la pista de patinaje de Saint Petersburgo también había póster de ellos juntos pero el adolescente ni siquiera los notó. Sin mencionar que logró reconocerse a sí mismo.

"Sí, estás en lo correcto, tú y yo vamos a casarnos..., cuando seas mayor, claro." Dijo y guiñó un ojo.

No tenía sentido negarlo, pues Yuuri-chan claramente parecía complacido ante la idea. Además, Viktor tuvo que recordarse a sí mismo que Yuuri le confesó a Vitya que su crush hacia él nació gracias a su corte de cabello, lo que significaba que el menor ya tenía un crush con él.

"Pero… ¿por qué?" Yuuri-chan bajó la mirada, frunciendo las cejas. "Yo… no soy tan buen patinador. Sólo he conseguido plata y bronce, jamás oro. A-además, suelo ponerme nervioso antes de las competencias y echarlo todo a perder, y…" Viktor lo detuvo de seguir hablando posando una mano sobre su hombro, inclinando su cuerpo para que sus ojos se encontraran.

"Yuuri-chan. A mí no me importa ese tipo de cosas." Replicó con sinceridad. Como coach, obviamente quería que sus estudiantes ganaran el oro, pero como esposo y compañero de vida, no le importaba realmente el color de las medallas que su Yuuri ganara mientras éste fuera feliz. "Eres un buen patinador ahora, y serás aún mejor porque siempre te esfuerzas por entrenar y jamás te rindes. Eso es lo que más admiro de ti, Yuuri-chan." El menor lo miró con ojos y boca bien abiertos. "¿Sabes? En el futuro patinaremos juntos en el mismo hielo, tanto como compañeros y rivales. Pero tus medallas no son la razón por la que me casaré contigo… Aunque sí te costará una medalla de oro obtener mi mano en matrimonio." Yuuri-chan lo miró con más sorpresa aún.

"Oh." El chico no dijo nada más, al parecer procesando la información, pero Viktor pudo ver la determinación brillando en su mirada un momento antes de volverse a ruborizar. "Uh…, Vikutoru...¿Podemos… patinar juntos, ahora?" Inquirió en voz baja, con la misma timidez que cuando su Yuuri y él comenzaron a conocerse.

"Por supuesto, Yuuri-chan." La sonrisa de Viktor se suavizó y le ofreció una mano de nuevo. El japonés primero tocó su palma con dedos temblorosos, mas estrechó su mano con fuerza al sentirse más seguro. El peliplateado fue el primero en desplazar un pie hacia adelante y el chico lo siguió hasta situarse a su lado.

Yuuri-chan patinaba despacio y torpemente, notablemente nervioso, de vez en cuando mirando al hombre mayor con estrellas en sus ojos marrones, como si su mente al fin le hiciera comprender que estaba junto a su ídolo y crush.

Aunque Viktor debió admitir que se sentía un poco contrariado porque Yuuri-chan no actuara tan fanboy ni le hiciera preguntas sobre su carrera.

Aunque tenía sentido. Vitya sólo era un patinador más en su época, un patinador sin identidad propia que hacía rutinas robóticas impuestas por algún coreógrafo resentido con la vida. No era una leyenda viva aún.

Seguramente Yuuri-chan lo admiraba más por el hecho de ser el patinador más joven dentro del circuito, o por su belleza física. Es decir, no lo admiraba por las mismas razones que su contraparte adulta. Y si Vitya acababa de cortarse el cabello en su tiempo, eso significaba que la nueva temporada aún no había iniciado y que Yuuri-chan no había visto todavía las primeras rutinas creadas por él mismo.

… Y tampoco conocía a Makkachin, pues Vitya presentó a su poodle en sociedad durante una entrevista cuando éste ya era un perro adulto, lo que significaba que Vicchan aún no existía. Viktor se salvó de explicarle al pequeño Yuuri-chan que ambos canes descansaban en paz.

"Um… Vikutoru." Habló Yuuri-chan con voz temblorosa. "¿Puedes mostrarme… alguna rutina? ¡E-está bien si no quieres!" Exclamó enseguida, avergonzado.

Viktor se detuvo, frunció el ceño, y miró pensativo el hielo.

"Me encantaría, en serio. Pero como verás, no soy tan joven como antes y me duele un poco las rodillas." Sonrió, intentando disfrazar el hecho que le molestaba mucho no poder patinar. Recientemente se había lastimado una ligadura mientras entrenaba a sus alumnos, por lo que no debía hacer saltos ni nada muy aparatoso por un tiempo. No obstante, no quería explicárselo al niño para no asustarlo. Su Yuuri ya estaba lo suficientemente asustado por su lesión por ambos.

"Oh, ya veo." Yuuri-chan asintió con solemnidad, aunque era evidente que estaba decepcionado también.

"¡Pero tenemos tecnología!" Exclamó enseguida, mostrando de nuevo su smartphone, y jaló al niño japonés fuera de la pista para sentarse en una de las bancas.

Yuuri-chan lo miró con curiosidad mientras Viktor usaba un dedo sobre la pantalla para subir y bajar en la lista de reproducción de videos.

Eros…

No. No. Yuuri-chan no tenía la edad apropiada para verse a sí mismo patinando de esa manera.

Stammi vicino… ¡Perfecto!

"Exhibición Grand Prix Final Barcelona - 2015." El chico leyó el título con confusión, mas un sonido de sorpresa escapó de su garganta al reconocerse a sí mismo parado a mitad de la pista, vistiendo un traje azul.

Viktor observó complacido cómo el rostro de incredulidad del niño se transformaba en admiración conforme avanzaba la rutina. Yuuri normalmente era muy crítico de sí mismo y tendía a demeritar su propio esfuerzo, pero Yuuri-chan claramente lo apreciaba

"¡E-eres tú!" Gritó de pronto, sin quitar la vista del smartphone, y ambos vieron como un Viktor vestido de manera idéntica a Yuuri, pero de color morado, se unía a la rutina y danzaban juntos por la pista. "Eso fue… Wow. Sólo… wow." Dijo al terminar el video.

"Me alegro que lo hayas disfrutado." Viktor mostró su sonrisa en forma de corazón y le dio palmaditas en la cabeza. "Tenemos otras rutinas en dúo, pero esta es la primera que coreografiamos tú y yo juntos, por lo que significa mucho para mí que pudieras verla."

"¿Uh?" Miró al mayor y parpadeó. "¿Tú y yo… hacemos coreografías juntos?"

"¡Claro! No sólo eres mi esposo en el futuro, sino que somos Coach y alumno y desde entonces yo hago tus coreografías." Respondió animado, aunque hizo una mueca al recordar algo. "Uh, en realidad, ahora eres mi coach asistente, pues acabas de retirarte, por lo que yo hago las coreografías para nuestros alumnos y tú me ayudas a corregirlas y a agregar más elementos."

"Oh. Eso lo explica..." Murmuró con seriedad.

"¿Explicar qué?" Preguntó con curiosidad, guardando de nuevo su smartphone.

"Ah. Yo… pude ver una historia en esta coreografía. Tus rutinas no suelen tener historia… " Explicó con timidez, y parecía dudar en seguir hablando por lo que Viktor asintió con la cabeza para animarlo. "Yo… Vi a un Guerrero solitario que necesita ayuda pero no quiere o no sabe cómo pedirla…" Bajó la cabeza, pero siguió. "De pronto, un día un Príncipe lo nota y decide ayudarlo, sin importarle descuidar su reino, y a pesar de eso, ambos parecen felices, enamorados… Es romántico."

"¡Wow, asombroso! Eres muy perspicaz, Yuuri-chan. Esa es justo la historia que quisimos contar." Juguetonamente pellizcó una de sus mejillas y el chico japonés rió, ruborizado.

Por supuesto que Yuuri-chan usaría a un guerrero y a un príncipe para representarlos, como en sus videojuegos medievales. Y por supuesto que también pensaría que captó la atención de Viktor sin razón aparente, cuando en realidad éste robó descaradamente su atención en el banquete de Sochi. Pero, claro, obviamente no podía decirle eso a un chico de 14…

Ahora entendía porque Yuuri lo trató con tanto cuidado cuando lo visitó como Vitya.

Viktor estaba a punto de cambiar de tema y sugerir volver a la pista cuando escuchó un gruñido a su lado.

"Oh-oh. Creo que alguien tiene hambre." Canturreó y picó con un dedo índice el vientre de Yuuri-chan de manera juguetona. El chico japonés rió y asintió, avergonzado. "Entonces volvamos a casa, ya casi es hora de desayunar."

"¿De-desayunar? Creí que era de noche." Comentó al mirar la poca luz que entraba por las ventanas.

"Oh, solemos patinar desde temprano para no molestar a los clientes." Respondió simplemente.

Viktor entonces buscó sus guardas y se puso los zapatos, y por suerte pudo encontrar guardas pequeñas para los patines de Yuuri-chan en el recibidor. Pero al ver que el chico quedaría descalzo, el mayor se apresuró a los casilleros y pudo encontrar varios pares de tenis que las trillizas solían olvidar guardar. Ya tenían casi 11 años, así que deberían tener una talla parecida. Tomó el par de color azul. Estaba seguro que a los Nishigori no les molestaría si tomaban las guardas y los tenis prestados.

"Uh, ¿son de niña?" Inquirió Yuuri-chan mientras trataba de ponerse los tenis con algo de resistencia. Estaban un poco apretados, sin embargo, el camino a casa no sería tan largo. Además, habían llegado en bicicleta, por lo que no tendrían que caminar mucho.

"Lo siento, es todo lo que pude conseguir." Se disculpó con una sonrisa mientras le colocaba la chamarra de su Yuuri. No era un día frío, pero hacía viento y el sudor podría causarle escalofríos y lastimar sus músculos.

Antes de cerrar el Ice Castle (con las llaves que Yuuko le confió) Viktor guardó la bicicleta de Yuuri en la recepción. Yuuri-chan era físicamente pequeño, más pequeño que Yurio a esa edad, así que difícilmente llegaría a los pedales. Viktor no estaba seguro si los niños japoneses eran así de pequeños o los niños rusos eran muy altos...

Antes de subirse a su bicicleta, Viktor le mandó un texto a su cuñada para avisarle sobre el nuevo 'invitado' y Mari prometió que estarían listos.

El camino a casa fue tranquilo, con Yuuri-chan abrazando su cintura con fuerza y Viktor pedaleando despacio, evitando forzar sus rodillas. Aunque a veces el chico japonés alzaba la voz para apuntar las diferencias más notables entre el Hasetsu de su época y el actual.

Al llegar a casa y abrir la puerta corrediza, Yuuri-chan fue saludado por los rostros sonrientes de sus padres, y también fue recibido por una gran bola de pelos negra, quien alegremente saltó sobre él. Por suerte, Viktor ya conocía el entusiasmo de su poodle, por lo que colocó una mano en la espalda del menor antes del impacto y así no cayeron al piso.

"¡¿Tenemos un perro?!" Exclamó Yuuri-chan con una gran sonrisa, siendo lamido en la cara por dicho perro.

"Sí, es nuestro." Sonrió, aliviado porque no preguntara por Makkachin. "Y aunque lo veas grande, todavía es un cachorro, así que trátalo bien, ¿sí?" Le sugirió con amabilidad, aunque sabía que Yuuri-chan sería cuidadoso. "Lo llamé Yuuri, por cierto, pero le decimos Yuuchan de cariño."

"¡¿Uh?!" Abrió mucho los ojos, incrédulo. "¡¿Le pusiste mi nombre?! ¿Por qué?"

"Porque Yuuchan es igual de adorable que tú." Contestó como si fuera algo muy obvio y Yuuchan ladró para confirmarlo.

Yuuri-chan, lejos de sentirse avergonzado, rió y acarició al poodle.

"No sabía que te gustaran los perros..., a mí también me gustan. Ah. Aunque eso ya lo debes saber si tenemos uno."

"Por supuesto." Revolvió su cabello cabello negro antes de acariciar al poodle, y se quitó los zapatos al mismo tiempo que el menor los tenis en el recibidor antes de colocarse las sandalias. "Y también sé cuál es tu comida favorita."

Antes de desayunar, Yuuri-chan se dio una ducha, y su madre le dio para vestir un jinbei azul de su tamaño (el cual probablemente era suyo), y Viktor se duchó después, poniéndose su habitual jinbei verde tras secarse.

Las siguientes horas corrieron rápido. Hiroko y Toshiya, e incluso Mari, se deleitaron de tener a un Yuuri joven de nuevo con ellos, mostrándole sus medallas y trofeos de sus años en Junior, como fotos y más videos sobre patinaje. Obviamente hubo katsudon para la comida.

"Realmente eres bueno con los niños, Vicchan." Comentó Hiroko con risita, cuando el ruso se ofreció a ayudarle a lavar los platos. Mari y Yuuri-chan habían desaparecido de pronto y Viktor sospechaba que su cuñada debió llevarlo a ver su colección personal de mercancía de 'Viktor Nikiforov'.

"Ah, no realmente." Respondió Viktor con una risita nerviosa. "Puedo tolerar a niños ajenos, pero prefiero no tenerlos cerca. Las hijas de Yuuko son un caso especial." Aclaró enseguida.

Viktor no estaba apenado en admitir que los niños lo desesperaban y acababan rápidamente con su paciencia, es por eso que prefería trabajar con patinadores adultos o adolescentes emocionalmente maduros (...Yurio también fue un caso especial).

"¿Sí? Pues no lo parece." Su suegra lo miró con una media sonrisa, como si creyera justo lo contrario. "Has sido muy bueno y paciente con Yuuri-chan." Señaló con una ceja alzada.

"Por supuesto, porque es Yuuri." Dijo sin entender su punto.

"Apuesto a que le tendrías la misma paciencia a tus hijos." Dijo y continuó tallando una olla. "Y también estoy segura que serías el tipo de padre que haría lo que fuera por mimarlos."

"¿Mis…? Oh." Viktor se ruborizó pero no dijo nada más.

Era cierto que Yuuri y él ya habían hablado sobre tener hijos, adoptados o por medio de un vientre de alquiler, pero esa conversación había sido meses atrás, antes de que Yuuri se retirara, y no habían vuelto a tocar el tema. Aunque el japonés había dejado en claro que prefería hijos biológicos mientras que Viktor estaba bien con cualquiera de las dos opciones (aunque conocer a Yuuri-chan le hizo preguntarse cómo se verían sus hijos con el ADN de Yuuri…).

No obstante, había una razón por la que Viktor no había vuelto a hablar de eso..., y era porque tenía miedo.

No sólo no soportaba a los niños, sino que temía ser un abusador como su padre o un manipulador como su madre. Nunca se perdonaría a sí mismo si le hacía pasar a un niño inocente lo mismo que él sufrió con su supuesta familia. No sería justo.

No obstante, Hiroko tenía razón en una cosa… Si se tratara de sus hijos con Yuuri, Viktor haría hasta lo imposible por asegurar su felicidad y apoyarlos en todo. No los abandonaría ni los haría sentir mal por sus decisiones o preferencias. Viktor trataría de ser como su abuelo, quien siempre estuvo a su lado y lo escuchó a pesar de ser 'una desgracia para la familia' hasta que murió cuando él tenía 15.

"¡Vikutoru!" Los pensamientos del hombre ruso fueron interrumpidos por un animado Yuuri-chan, quien entró corriendo a la cocina con el poodle negro tras él. "Mari-neesan me enseñó una consola nueva y me dijo que sabes jugar, ¿eso es cierto?"

"Oh." Confundido por su entusiasmo, Viktor asintió de todos modos. "Sí. Me gustan los juegos de puzzles, y a veces juego Tetris contigo. Nunca me has vencido." Guiñó un ojo, obviando el hecho de que Yuuri lo vencía en cualquier otro videojuego. Aún así, el menor parecía feliz con su respuesta.

"¡Eso es tan cool! ¿Podemos jugar ahora?"

"Oh. Eso me gustaría. Pero debo ayudar a Mama Hiroko primero. ¿Puedes esperar un poco, solnyshko?" No fue necesario señalar que sus manos estaban metidas en el jabón.

"Ve a jugar con él, Vicchan." Dijo Hiroko después de reír. "Puedo encargarme del resto."

"¿Está segura…?"

Su suegra sólo hizo un gesto con la mano para apresurarlo. Viktor sonrió agradecido, y se secó las manos con un trapo de cocina antes de seguir a Yuuri-chan a la sala para jugar con su Switch conectada al televisor.

"¿Qué es sorushiniko?" Inquirió antes de sentarse en el piso, ladeando la cabeza, como un perrito confundido. Yuuchan hizo lo mismo.

"Es un apodo cariñoso. En Rusia, nos dirigimos a las personas que queremos con apodos." Viktor se sentó a su lado, teniendo cuidado con su rodilla, y tomó uno de los mandos. Yuuri-chan se limitó a sonreír, entonces inició una partida de Tetris 99.

Horas más tarde, después de varias partidas de videojuegos y que Viktor le spoileara muchos de sus animes favoritos, el chico japonés se levantó del suelo y miró hacia todos lados de la habitación, nervioso.

"¿Sucede algo, Yuuri-chan?" Se puso en pie también, pudiendo reconocer indicios de ansiedad en su comportamiento.

"Yo… creo que ya debo irme." Bajó la mirada, y antes de que el peliplateado reaccionara, se lanzó sobre él para abrazarlo, con su cabeza quedando justo a la altura de su abdomen. Viktor, a pesar de la sorpresa, no dudó en abrazarlo de vuelta. "Pe-pero no quiero irme, eres más cool de lo que creía."

"¿Cool?" Repitió, confundido.

"¡Sí!" Exclamó y lo abrazó con más fuerza, con los ojos cerrados. "No sólo eres un gran patinador, también te gustan los perros y los videojuegos y… y… ¡te gusta el katsudon! No eres un engreído. Nishigori me dijo que serías un idiota engreído, que todos los famosos lo son, pero tú no eres así." Ah. De alguna manera, Viktor no se sorprendió de saber que un joven Takeshi lo insultaría (probablemente a causa de los celos) para molestar a Yuuko y a Yuuri-chan. Aunque sí era un idiota engreído a los 17... "Yo… yo quisiera quedarme más tiempo."

"Yuuri-chan…" El ruso acarició su cabello, sintiendo su corazón romperse al escuchar su llanto apagado contra su camisa. Entonces tomó sus mejillas y levantó su cabeza para mirarse mutuamente. "Debes regresar a tu tiempo, necesitas entrenar, ¿recuerdas?" El chico asintió pero siguió sollozando, así que Viktor besó su frente. "En verdad fue lindo conocerte, y sé que el Viktor de tu tiempo también querrá conocerte."

"¿Nos encontraremos pronto?" Inquirió jalando aire con dificultad, intentando respirar a pesar de las lágrimas.

"No demasiado pronto." Replicó con una sonrisa triste. "Pero te estaré esperando."

Cuando Yuuri-chan sonrió, el niño se desvaneció en el aire. No obstante, su versión adulta reapareció en su lugar.

"¡Yuuri!" Viktor no pudo contener su felicidad de volver a su esposo después de 14 horas separados, y se lanzó sobre él para besarlo. Yuuri contestó los besos con el mismo entusiasmo. "Te extrañé, solnyshko."

"... ¿Qué? Uh. ¿No estábamos en la pista de patinaje?" Yuuri al principio parecía confundido, mirando todo a su alrededor, después notando un par de pequeños tenis azules a su lado y al fin todo tuvo sentido. "¡Oh!"

"Conocí a tu versión de 14 años." Dijo el peliplateado con su gran sonrisa de corazón. "Eras muy adorable. Me pregunto si nuestros hijos serán así..." Se llevó una mano a la boca al darse cuenta que lo había dicho en voz alta en vez de pensarlo.

Los ojos de Yuuri se abrieron desmesuradamente, mas un segundo después se suavizaron.

"No importa cómo sean nuestros hijos, sé que los amaremos igual." Acarició las orejas de Yuuchan y después miró a su esposo. "Sé que serás un buen padre, Vitya."

"¿Eso crees?" Inquirió, sintiéndose un poco inseguro. No dudaba de Yuuri, pero sabía que cuidar de un hijo sería el reto más complicado de su vida (aunque posiblemente el más gratificante).

"Lo sé." Afirmó con sus ojos marrones brillando con determinación. "Pero... me preocupa que nuestros hijos te quieran más a ti. Sé que los mimarás demasiado mientras que yo tendré que ser el padre estricto." Se quejó con el cejo fruncido. Viktor lo miró perplejo un segundo antes de reír.

"¡Por supuesto que no, Yuuri!" Lo abrazó y juntó sus mejillas. "Tú les enseñarás tus cosas otakus y tus juegos mientras yo los haré levantarse temprano los fines de semana. Serás el padre favorito, creeme."

"¿Y para qué los harás levantarse temprano los fines de semana en lugar de dejarlos dormir?" Preguntó escandalizado, preguntándose cómo su esposo podía ser tan cruel.

"Para que tú y yo les enseñemos a patinar, por supuesto." Pestañeó fingiendo inocencia mientras que Yuuri hizo una mueca de desaprobación.

"¿Quieres decir que me harás levantarme temprano a mí también en sábado?" Gruñó, nada complacido ante la noticia.

"Te guardé katsudon." Canturreó como una especie de ofrenda para pedir disculpas y el hombre japonés rió.

"Por eso te amo." Dijo y le dio un pequeño beso en los labios, aceptando la 'ofrenda'.

"Creí que me amabas porque era cool y me gustan los perros."

"Oh, sí, eso ayudó bastante." Viktor hizo pucheros y Yuuri rió de nuevo. "Vitya, hablaremos de esto cuando termine de comer mi katsudon, ¿de acuerdo?"

El peliplateado, sintiéndose extrañamente animado y ansioso por tener esa conversación, sonrió y asintió.

Cualquiera que fuera el resultado de la plática, sabía que la familia Katsuki-Nikiforov tendría nuevos miembros.


FIN

Sugerencias, quejas, mentadas de madre, amenazas, halagos, rezos; dejen reviews~