Nota de autora.

¡Hola!

Creo que es el capítulo más corto hasta el momento, pero tenía ganas de publicar en esta historia y no me pude contener las ganas jajaja.

Gracias por todos los comentarios (por favor decirme que pensáis, si os gusta si no os gusta, los comentarios son el alimento de un escritor) y por todos los follows, estoy in love.

También he publicado tan pronto porque mi intención es centrarme a partir de ahora con mi otra historia y sacarla de ese hiatus cuanto antes.

Como siempre os mando un abrazo virtual, besooos.


CAPÍTULO 5.


Hermione se estremeció cuando su voz, grave y profunda, la atravesó como un rayo. Pero fue su aspecto lo que la dejó completamente sin aliento.

Draco vestía de negro, como siempre, pero de una forma más sofisticada que la última vez que lo había visto. El traje era de una calidad exquisita y se ceñía a su cuerpo a la perfección. Tenía algunos detalles en plateado sobre las solapas de la chaquetas, diseños intrincados que se enroscaban entre sí formando las siluetas de unas serpientes. Lujoso y bastante pretencioso. Justo lo que vestiría alguien como él.

Toda esa oscuridad contrastaba con la palidez de su rostro y con el brillo dorado de su cabello que, como siempre, llevaba despeinado y caído sobre la frente. Hermione tuvo que hacer un esfuerzo enorme por no abrir la boca, por que no se le notara el efecto que tenía su belleza en ella.

Pero él pareció darse cuenta por que sonrió de forma lenta y calmada, como si al sostener su mano contra la suya fuera capaz de darse cuenta de lo rápido que le latía el corazón en el pecho.

Confundida, Hermione se dejó guiar por Draco mientras ambos giraban con pasos elegantes sobre la pista de baile. La música de la orquesta se alzaba por toda la habitación aplacando los murmullos de los invitados que los observaban con cierta sorpresa. Hermione miró entre esas personas tratando de localizar a Ron y a Zabini, pero no fue capaz de ver nada más allá de las luces brillantes de las velas y los flashes que soltaban las cámaras de la prensa.

Aquello último la hizo enfurecer. Podía imaginar las portadas al día siguiente e intuía que no leería nada agradable en ellas. Así que alzó la cabeza de nuevo para encontrase con Draco, quien seguía sonriendo, y la sostenía entre sus brazos con una postura digna de un príncipe. No parecía importarle ser el foco de atención, ni siquiera parecía importarle que todo el mundo observara como si ambos fueran el entretenimiento de la noche.

—¿Qué haces tú aquí?— gruñó Hermione.

Esa era una buena pregunta. Jamás había visto a Draco Malfoy en ese tipo de eventos y las raras veces que acudía solía ser por temas de trabajo. No creía que alguien como él se interesara en el futuro de los niños huérfanos de la guerra.

Oh, no.

Su presencia debía tratarse de otra cosa. Y Hermione sabía perfectamente cuales eran sus motivos, sobre todo cuando sus ojos grises la recorrieron con lentitud, captando cada movimiento que ella hacía. Se demoró más en la zona del escote y notó como las rodillas se le aflojaron cuando comprobó como su mirada se oscurecía, como el deseo afloraba por un momento en su rostro.

Como siempre, Draco elevó la comisura de sus labios en otra sonrisa indolente, enmascarando por un momento aquella emoción.

—Quería comprobar si estabas viva, Granger. — respondió modulando el tono de su voz para que solo ella pudiera escucharlo sobre el ruido de la música— . La última vez que te vi parecías tener ciertos problemas para mantenerte erguida.

Cabrón petulante. Hermione apretó los dientes pero aún así no fue capaz de evitar que las mejillas le ardieran ante el recuerdo que la azotó con fuerza. Notó como la mano que tenía Draco sobre su espalda se movía hacia arriba, hacia la extensión de piel desnuda de su espalda y la dejaba allí. Sus dedos fríos la recorrieron y Hermione se sobresaltó ante el contacto.

Draco siguió mirándola a los ojos, mientras sus dedos trazaban patrones y dibujos sobre su piel cálida, y Hermione juraría que su sonrisa tembló un poco.

Pero no iba a dejar que la embaucara de esa forma. De alguna forma Hermione sentía que el juego que ella misma había iniciado aquella noche seguía en pie, esperando a que alguno de ellos ganara la batalla.

Y ella era demasiado competitiva como para permitirse el lujo de perder. Así que sacudió la cabeza mientras intentaba poner la misma máscara de indiferencia que puso cuando se acercó a él esa noche. Entrecerró los ojos, mirándolo de la misma forma que había hecho él antes, de forma lenta y calculada, tomándose todo su tiempo para decirle sin palabras que aceptaba el desafío. Hermione sonrió cuando notó que Draco se tensaba ante su escrutinio.

Empezaba el juego.

—¿Así que has venido para saber si hiciste un buen trabajo, Malfoy? — susurró ella, estirando las palabras hasta convertirlas en algo dulce y suave— . Pensaba que te tenías en más alta estima…

Draco tragó en seco pero pareció captar el desafío con rapidez. Su mueca burlona regresó a su rostro y movió los brazos en un movimiento elegante al compás de la música haciendo que Hermione chocara de forma imprevista contra su pecho cálido.

Su aroma masculino la envolvió y tuvo que alzar la cabeza para no despegar sus ojos de los suyos. Hermione tuvo que hacer un esfuerzo enorme para que no notara como se le aceleró la respiración, para que no notara como la afectaba tenerlo tan cerca.

—Para nada, Granger. —Draco se inclinó acercando más su cuerpo al suyo hasta que no hubo casi espacio entre ambos. Sus labios rozaron el lóbulo de su oreja y Hermione sintió como sus rodillas se doblaban un poco— Tus gritos y gemidos mientras te follaba son pruebas más que suficientes para mí…

Algo tiró con fuerza en su interior cuando sintió su aliento sobre la piel. Recordó lo que sintió cuando lo tuvo así de cerca detrás de ella, cuando le había susurrado aquellas palabras obscenas mientras la penetraba con fuerza. Lo bien que se sintió, lo mucho que deseaba oírselas decir de nuevo…

Hermione no se separó, se mantuvo allí firme contra su pecho mientras ambos giraban y giraban siguiendo el curso de la música que parecía no tener fin. Hizo un esfuerzo titánico por mantener su fachada de indiferencia, sobre todo cuando sus ojos grises parecían opacos bajo la luz de las velas. Como si no fuera capaz de ocultar el deseo que había tras ellos.

—¿Estás seguro? — dijo Hermione, y se sintió orgullosa cuando tuvo el valor de acercarse a él. Ahora su nariz rozaba la suya y su aliento le acariciaba la piel.— Creo recordar que me prometiste que no podría moverme en un mes… Y sigo en pie.

De pronto ya no se movían con tanta gracia. La elegancia de sus movimientos pasó a un segundo plano y Hermione juraría que Draco estuvo apunto de tropezar con el bajo de su vestido. Entonces sintió la mano sobre su espalda volver a moverse, esa vez más hacia el sur de cuerpo. Peligrosamente cerca de su trasero lo que hizo que se arqueara contra él de forma involuntaria.

Draco ya no sonreía. En su rostro ya no había ningún indicio de desafío. Sino más bien un fuego tan intenso que Hermione sintió un escalofrío.

—¿Eso es lo que quieres, Granger? — murmuró él e incluso su voz sonó tan punzante como una daga— ¿Qué lo vuelva a intentar?

Esa vez fue Hermione la que tropezó. Su cuerpo se tensó y no pudo hacer nada para ocultar lo mucho que le afectaron aquellas palabras. Pensó en lo bien que se había sentido tenerlo dentro de ella, sacudiéndose con fuerza. En como las manos que la sostenía en ese momento podían llevarla al mismísimo infierno si ella lo dejaba… En lo mucho que le gustaría arder y que fuera él quien iniciara aquel incendio.

Y aquel pensamiento fue tan revelador como terrorífico. Hermione alzó la mirada esa vez sin ninguna argucia de por medio, sino clara y transparente. Le dejó ver en ellos todo lo que estaba sintiendo: el anhelo, el deseo, la desesperación.

— ¿Crees que esta vez serás capaz de cumplir tu promesa? — susurró Hermione, el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

No podía pensar en otra cosa que no fuera en sus manos tocándola, en su boca devorándola…

Como si él le hubiera leído la mente, sus ojos se fijaron en su boca. Después le recorrió el rostro con tranquilidad, pero Hermione vio como su pecho se agitaba con fuerza bajo la chaqueta, como su mandíbula estaba tensa. Entonces Draco paró de golpe sus movimientos y Hermione comprobó que ambos se hallaban en el borde de la pista, que ya no estaban en el centro de la misma si no en un lugar más apartado.

Draco la apartó con un movimiento brusco, pero una de sus manos la sostuvo por el codo mientras comenzaba a caminar en dirección contraria. Hacia la salida del Ministerio.

Hermione casi volvió a tropezar ante la urgencia de sus pasos. Tuvo que agacharse con rapidez para recogerse el vestido y casi estaba jadeando cuando preguntó:

—¿Adónde vamos?

Él no respondió. Siguió caminando por el largo corredor hasta el punto de aparición más cercano mientras la arrastraba por el suelo de mármol con cierta urgencia.

—A acabar con esto de una maldita vez.—gruñó él con tanta ferocidad que a Hermione le corrió la sangre rápido bajo la piel. Draco se giró en ese momento, los ojos ahora completamente negros y con un extraño rubor tiñendo sus pálidas mejillas. —Voy a quitarte ese maldito vestido y voy a follarte tan fuerte, Granger, que no serás capaz de recordar en que puñetero planetas vives. ¿Alguna objeción?

Hermione apenas pestañeó pero se sorprendió a sí misma cuando negó con la cabeza con rapidez, casi con desesperación. Draco sonrió pero más bien pareció una mueca de dolor. Como si estuviera tratando de controlar el impulso de abalanzarse sobre ella en ese mismo instante.

—Bien, Granger… Vamos a ver lo que esa boquita perversa puede hacer.

Y sin previo aviso, los hizo desaparecer a ambos.