"Bon sang!" 1 Francis exhalaba desesperado. A pesar de que en el fondo tenía muy claro que el lamentable espectáculo que acogía el club era casi obligatorio, en su mente se había formado una idea radicalmente distinta a la realidad: Por un lado, Alfred perreando con todo lo que tuviera capacidad respiratoria, por otro Gilbert discutiendo con el DJ para que le dejase pinchar algún tema que impresionase a Mat quien a su vez se sonrojaba y a su manera, devolvía el flirteo.

Luego estaban, como no, Arthur y Antonio. O ahora conocidos por el francés como: Los dos idiotas a los que va a mandar de un puntapié a un hotel. Se habían aislado en una especie de mundo burbuja con un aforo máximo de dos personas que parecían perfectamente autosuficientes. Se besuqueaban, hacían manitas y reían como si estuvieran en su luna de miel o algo así.

Y por último, Francis, en medio de esa jungla, bebía y buscaba con la mirada alguna señorita o algún caballero a quien seducir para salvar su noche. En resumen, un auténtico circo.

Desde luego el galo estaba satisfecho con su plan de escape. Aparentar una importantísima cena, donde su padre, prestigioso diplomático, requería la ineludible presencia de su hijo y sus amigos como representantes de la juventud era algo endiabladamente complicado de sostener, aun cuando la firma de aquel le quedaba niquelada. Ni por un casual se le pasó por la cabeza que ese justificante no convenciera al director y decidiese llamar para dar fe. Para su suerte, le creyera o no, de milagro, les dejo salir. Lo que Francia no sabia era que la profesora de historia había avisado al director que no podría asistir a primera hora, eso también ayudó.

Se les impuso dos requisitos: Primero, debían estar de regreso a las dos de la mañana (y media si hubiese problemas con el transporte) y segundo, nada de alcohol. Esto último ya estaba siendo ignorado gracias a los confiables carnets falsos que les abrieron las puertas, y las botellas, de la noche neoyorquina.

Tampoco había previsto el acoplamiento de América y su hermano, pero no le importó. Era previsible, ya que comparten cuarto con el novio de su mejor amigo. Además, Matthew estaba muy agradecido, y el francés tenía debilidad por él, le quería como un hermano pequeño. Así que, aunque la combinación prusiano-estadounidense era un peligro (y menos mal que Dinamarca no andaba cerca, ya sería demasiada tontería junta) la soportaría en aras de la felicidad del canadiense.


Prusia, quien había desistido en su contienda musical, se acercó para charlar un rato con uno de sus mejores amigos. Miró al otro de soslayo.

—Madre mía. Están en la clásica etapa de darles dos hostias.

—¿No te dan envidia? -dijo el rubio.

La sonrisilla del albino le dio a entender una respuesta afirmativa.

—¿Y tú que, eh? ¿Cómo va la operación Maple Syrup?

—¿La qué?

—No te hagas el tonto, Gilbert. Aquí y en China saben que estás fou amoureux 2.

El acusado puso cara de no saber de qué se le estaba hablando y cogió su copa. Dio un sorbo e intentó cambiar de tema.

—Pues al final ha sido buena idea esto de escabullirse.

—No trates de despistarme, mon chéri. He visto como le miras. Y en mi opinión, a él también le gustas.

—¿Ah sí?

Sus ojos empezaron a brillar con tanto fulgor que en un momento se había transformado en uno de los niños de El Pueblo de los Malditos 3. Se serenó y aún teniendo ese destello, disimuló su entusiasmo contando los hielos de su bebida.

—Ejem, quiero decir... Es evidente que alguien tan asombroso como yo gusta a todo el mundo.

Francis se limitó a fingir que la actuación del prusiano era creíble mientras bebía un poco más. España e Inglaterra cesaron en sus inoportunas carantoñas y se unieron a la charla.

—Chicos, ¿de qué habláis?

—De la afición de este por todo lo canadiense.

—Salta a la vista —señaló Inglaterra.

Antes de que el inglés pudiera continuar, Gil había cogido al castaño del brazo arrastrándole hasta la barra.


Antonio no estaba por la labor de apuntarse a un concurso de chupitos, pero a Gilbert con tal de tener a alguien que le escuchase mientras bebía y negaba en rotundo su obvio interés por el de Canadá le bastaba.

—Esta noche estás bebiendo muy poco, digo, para lo que sueles ser tú, Toño. Y lo mismo va para tu churri.

—No sé, no tengo ganas. De todas maneras ya veo que entre Al —los ritmos del de gafas en la pista se veían claramente influenciados por el drinking— y tú habéis arrasado con el bar.

—Hombre es que si los licoretas premium estáis ahí con la lengua dale que te pego pues es normal que os llevemos ventaja.


—Seguro que Mat te ha contado algo, ¿verdad Angleterre?

—Directamente, no. Eso sí, se pasa el día hablando de tu amiguito. No hace falta ser un lince —se quedó pensando unos segundos y miró al francés fijamente— ¿Te puedo preguntar algo frog?

—Claro, cejotas.

—Supongo que Antonio te habrá contado lo que pasó. Os lo contáis todo —el galo asintió— La cosa es que no me fio. No por él, sino por Romano. Me parece que es todo demasiado fácil. ¿Tú que opinas?

—Ahora que sacas el tema, a mí también me pareció sospechoso ese cambio de actitud —se sentó más cerca del anglosajón—. Por lo que sé, hace más bien poco Lovi no se había tomado muy buen lo vuestro. ¿Y de pronto está todo guay? Raro, muy raro.

—Oye y ¿estos? —Arthur buscó a su chico con la mirada. No le encontró.

—Fuera fumando o en el baño, supongo.

Spain no fuma.

—Gil sí. Eso sí, solo de fiesta.

—Me le estáis llevando por malos caminos. Sois una mala influencia. —bromeó el anglosajón.

—Bueno, pero luego él sea arrepiente y listo. ¿No ves qué es católico?


Efectivamente, en los baños del club Toni y Gil también se hacían confidencias. El de pelo blanco se había pasado un poco en la última media hora y estaba bastante perjudicado. Antonio hacia un esfuerzo por descifrar sus balbuceos.

—¡Hip! B-bo gu-e egtoy taa soho ¡hip! Mat n-o me gueree ¡hip! ¡Nasiee m-e gueree! ¡hip! (¿Por qué estoy tan solo? ¡Mat no me quiere!. ¡Nadie me quiere!)

—Yo te quiero.

—To-oni… —el borracho llorica se convirtió en el borracho pegajoso— ¡guieroo c-casaamee cotig-go! ¡hip! B-bodemoss bone un guet-to co t-tomatess y p-atatass… ¡hip! (¡Quiero casarme contigo! Podemos poner un huerto con tomates y patatas...)

—¿Y Arthur qué? ¿eh?

—¡Hip! ¡Puess co Asuu-r tamb-ben! (¡Pues con Arthur también!)


La conversación anglo-franca seguía su curso. Francis reconoció que se le hacía raro lo bien que se estaban llevando, un poco ayudados por el pimple, pero tanto da.

—O sea, que tú también crees que lo de romano huele a chamusquina.

—¿A chamusquina? Huele a incendio forestal.

—Eso me reconforta mucho, gracias. —ironizó el anglosajón.

—Compréndele, no debe ser fácil perder a un chico como Toni.

Inglaterra mostró una media sonrisa victoriosa, se sentía muy orgulloso de sí mismo por haber logrado conquistar el corazón del español.

En algún momento dado de la charla, América se cansó de hacer el ridículo y, al igual que Canadá, se juntó con ellos. Entonces optaron por dejar el asunto de Lovino para otro momento, pues no tenían ganas de explicarles toda la historia y tampoco era plan de airear las intimidades de España y su exnovio. A Canadá, pase, que por muy gurú de la información que fuera no era un chaval indiscreto cuando la cosa afectaba a su círculo más cercano. Pero a El "Bocas" Alfred Jones, mejor que no.

Francis miró su reloj solo para ponerse nervioso al ver la hora. Si querían llegar a las dos a la academia, era el momento de ponerse en marcha. Envío a su hermano norteamericano favorito en busca de los que faltaban.


"Madre mía, que mal beber" pensó el español mientras ayudaba a su colega a sentarse en el lavamanos, para tenerle más controlado. No podía dejar que le vieran volver a la academia con semejante moña, por lo que fue a buscar un vaso de agua o algo así. Gilbert mientras tanto seguía divagando, ahora en un alemán ininteligible.

Volvió y el prusiano se lo bebió de un trago. "Menos mal que estaba del tiempo, porque solo me faltaba que le diese un corte de digestión" se dijo el ibérico.

—¡Ah, estabais aquí! —una voz dulce rompía el silencio— ¿Nos vamos?.

—Vale Matty, en cuanto Gil...¿Gilbert?.

El germano había desaparecido del mapa. Fue vislumbrar el ricito del pelo del canadiense y encerrarse en uno de los baños.

—Le habrán entrado ganas de hacer pis —justo se oyó como el fugado arrojaba todo lo que el cuerpo no quiere dentro— O lo que sea. Cuando salga venid que nos vamos.

Canadá se fue y el recién "aliviado" abrió lentamente la puerta. Antonio le ayudó a levantarse y le limpió la cara. Salieron de allí en cuento le aseguró que ya estaba recuperado en un setenta por ciento. De camino se cruzaron con Arthur.

Love, nos tenemos que ir now.

Mi vida, ¿sabes si en la academia tienen jengibre? —señaló al prusiano con la cabeza y el rubio entendió.

—No, pero creo que hay ginger ale.

Agarró la mano del castaño, quien a su vez alcanzó al de pelo blanco y pusieron pies en polvorosa.


Después de ayudar a poner al albino en un lugar seguro, es decir, tirado como un pordiosero en un portal cercano junto al resto, menos Alfred que seguramente también andaba por ahí ligado o vomitando, España fue alertado por un alboroto y decidió ir a investigar.

Frente al que faltaba en su grupo había una panda liderada por un tipo con un aspecto de lo más marginal. De esos que en cualquier momento se secan la navaja y acabas en las noticias. Quienes le acompañaban tampoco daban buena espina. No parecía que hubiesen llegado a las manos, pero sus gritos ya eran de escándalo.

—A ver, ¿qué demonios está pasando aquí? —Intervino Antonio.

—Pues que ese subnormal quiere probar un poco de esto —el tipo alzó la mano y efectivamente, aunque no una navaja, exhibía un puño americano— y lo tengo en oferta.

—Hostia tú, que puta pasada. ¿No estaban prohibidos 4?

El español se había lanzado en plancha y agarraba el puño del chico, mirando con mucho interés el arma del tipo. Este último se quedó patidifuso. Y tampoco es que los preciosos ojos verdes del muchacho ayudasen mucho.

—Tengo mis medios. ¿Te gusta?

—Mucho. Siempre me han llamado atraído este tipo de cosas. ¿Cómo lo has conseguido?

—Herencia de mi abuelo, una reliquia familiar.

—Jefe, me parece que no es momento de ponerse a ligar —uno de los miembros de su pandilla le llamó la atención— Que lo entiendo perfectamente, pero.

—Oye, no sé que habrá hecho mi amigo —Antonio puso su sonrisa salvavidas— ¿No crees que sería una pena usar este artilugio tan bonito para una reyerta de bar tan tonta?

—Me caes bien chaval... ¡Suerte tiene de tus amigos si no ya estarías en una camilla! —buscó al estadounidense. Este había aprovechado su despiste para escabullirse.

El español saludó a Arthur, que había ido a buscarle temiéndoselo peor. En cuanto tuvo la escena delante raudo puso su brazo alrededor de su cintura. Antonio a veces era tan despistado para ciertas cosas que, con semejante panorama, nadie podría evitar preocuparse. Además, era demasiado simpático y agradable con todo el mundo y hay personas que interpretan los gestos y señales como más les conviene. Le dijo que debía irse de una vez o se saltarían el toque de queda. Antonio se despidió de sus "nuevos amigos".

—Anda, anda, tira —le regañó Inglaterra—. ¡Tú es que enseguida te pones a hablar con cualquiera!

Reunidos los seis, y con todos los dientes en su sitio regresaban a la academia comentando las peripecias de su noche.


Comentarios finales:

Tranquilidad gente, que llegaron a la hora, más o menos… Ya veréis Gilbert y Alfred mañana que dolor de cabeza, aunque bueno, a estos se les pasa enseguida. Juventud, divino tesoro.

Sé que en este capítulo no me he centrado tanto en uksp I'm so sorry. De todas maneras, no vamos a dejar al resto sin vida ¿o sí? Así que, a lo largo del fic daré pinceladas de otras parejitas, pero de manera sencilla, anecdótica.

¡Os deseo un gran día/tarde/noche!


Aclaraciones y traducciones:

1 Del francés: "¡maldita sea!"

2 Del francés: "Locamente enamorado"

3 Película de ciencia ficción y terror del año 1960 dirigida por Wolf Rilla. Como siempre, filmin y prime.

4 N. de la A. Esta clase de armas están prohibidas por la legislación de varios países, entre ellos: Suecia, España, México, Francia o Austria. En EEUU, como la ley va por estados, no tengo muy claro donde sí y donde no. Solo sé que en el estado de Nueva York son ilegales, así que con eso basta ja ja ja.