Sus párpados permanecían cerrados, su rostro estaba tan tranquilo y las manchas de lodo habían sido quitadas.
Poco a poco sus ojitos empezaron a abrirse ante los rayos del sol. Apoyándose en sus brazos se acomodo sobre el suelo de forma que quedo sentada, pero grande fue el susto que se llevó cuando frente a su cara apareció una bestia de pelaje negro.
¡Aaa! Gritó desesperada cayendo de espaldas.
Al animal pareció no importarle y siguió descansando.
Oye, no asustes a Cesar. Dijo una voz detrás de ella.
Sorprendida se incorporó sobre el suelo moviendo su cabeza buscó el origen de esa voz, encontrándose con los mismos ojos azules que había visto antes de desmayarse.
¡No había sido un sueño! Era real, estaba ahí. Por un instante creyó que había muerto y su ángel protector había bajado a llevársela.
Debo estar soñando… susurró para si misma.
Haciendo un puño con su mano se dio un pequeño golpe en la cabeza que después lamentaría al descubrir que la presencia del jovencito frente a ella era real.
¡Ey! ¿Por qué te golpeas? Dijo mirándola con expresión de asombro y confusión.
¡Hablas!
Por supuesto que hablo, soy una persona como tú.
Tomando valor, Candy se colocó de pie y acercándose con cautela observó con curiosidad al joven.
¿Por qué me miras tanto?
Entonces Candy alzó su pie dándole una puntada a el jovencito en la pierna.
¡Oh! ¡¿Oye mocoso?! Por qué hiciste eso. Gritaba quejándose de dolor.
Sin embargo Candy sonrió viendo como él se frotaba el área dañada.
¿Que te hace tanta gracia? En lugar de agradecerme por rescatarte me atacas. Eso me pasa por entrometido.
Lo siento, sólo quería saber que eras real.
¿Y por eso me golpeaste? ¡Aa! Que niño tan tonto eres.
¿Niño? Entonces Candy se dio cuenta que aún estaba usando la ropa de varón. Aquel joven creía que ella era un niño y tras pensar en revelarle su verdadera identidad cerró la boca, tal vez la había rescatado pensando en ella como un varón. Si hubiera estado como lo que en realidad era la hubiera dejado bajo la lluvia y habría muerto.
¿Y se puede saber qué hacías bajo la lluvia? Tus padres deben estar muy preocupados por ti.
Yo… yo no tengo padres. Respondió con tristeza.
Oh, lo siento no quise… De verdad lo siento.
Descuida, tengo a mi nana que es la persona que me cuida.
Bueno, pero debes tener a más familia, esa ropa se ve fina y por como estás ahora, seguro te darán un buen regaño.
Me imagino que tienes razón.
Por supuesto que sí, pero aún no has respondido mi pregunta ¿Qué hacías bajo la lluvia?
Yo… yo quería escapar.
Escapar ¿De qué?
De todo, nunca seré lo suficientemente bueno para los demás.
¿Y por eso querías huir? Déjame decirte algo. ¿Tienes a personas que te quieren?
Emm si, hay personas que me quieren.
¿Y crees que será bueno para ellos saber que te escapaste?
Pero es que…
Si otros creen que no eres suficientemente bueno en algo, demuestrales lo contrario. Solo los cobardes huyen.
Esas palabras dejaron efecto en Candy quien reflexionó. Pensar en Pony triste y desesperada por encontrarla, Anthony su hermano extrañandola y su maestro quien con dedicación y esfuerzo le había enseñado a leer así como otras lenguas y entrenado a pesar de ser niña.
Los ojos fríos de su padre no la harían desistir de su entrenamiento, tomando valor imaginó que algún día le haría sentir orgulloso de ella.
Muchas gracias, no había pensado en todo eso antes, me esforzaré por convertirme en el mejor caballero.
¿Quieres ser caballero?
Es lo que quiero lograr.
Entonces como futuro caballero demuestra coraje y fuerza. Es más prueba conmigo.
¿Contigo? Pero eres más grande que yo.
¿Y crees que en la batalla todos serán de tu tamaño?
Es verdad, aunque no tenemos espadas.
Ja-ja-ja. Niño… ¿cómo te llamas?
Ehh Charles, soy charles.
Bien, Charles debes saber que las armas no siempre estarán contigo y cuando eso pase, utiliza tus manos y pies. Suficiente con un buen golpe para derribar al contrincante.
Golpear con fuerza.
Así es, ahora vamos. Dame un golpe con todas tus fuerzas.
¿Estás seguro? Y si te lastimo.
No pasará nada, yo sabré detenerlo.
Muy bien.
Tomando posición Candy corrió con la mano en un puño.
¡Aa! ¡Auch!
¿Eso es todo? Preguntó tras detener el golpe con sus manos.
Por supuesto que no.
Muy bien, esa es la actitud. Dame otro golpe.
Candy observó cada detalle de la postura del jovencito.
Lanzando otro golpe nuevamente fue detenido pero Candy aprovechó un descuido para patear con todas sus fuerzas.
¡Aa! Apretando los dientes el joven se cayó de espaldas.
¡Lo hice! Grito orgullosa.
Qué tramposo eres… ¡Aa! Mi pobre pierna.
¿Te lastime mucho? Dijo Candy preocupándose.
Ah… no importa, ya pasará.
Levantándose con ayuda de Candy procedió a explicarle.
No lo negaré, tienes talento en cada golpe muestras agilidad pero te falta fuerza en los golpes y tu posición no es la correcta. Debes tener un brazo preparado para golpear y el otro protegiéndote.
Mi maestro me explicó lo mismo.
Y tiene razón. Dejando de lado tus patadas, tus golpes son muy débiles. Quiero que mires y observes mi postura ¿lo ves? Y cuando el enemigo se acerque lanzas el golpe. Ahora hay dos cosas que debes saber si el enemigo es bueno de lejos ¡acercate! Y si es bueno de cerca ¡Alejate! ¿Observas como coloco los brazos, con uno procuro protegerme y el otro lo lanzó equilibrando mi fuerza y en cada lado. Ahora intentalo tú.
Imitando la postura Candy lanzó un golpe al aire cayendo al suelo.
Sacudiendose la cara pensó que esto sería muy difícil, aquel joven parecía hacerlo tan fácilmente.
De pronto delante de ella observó la mano del misterioso muchacho.
Dame la mano, no te vas a rendir ¿O sí?
No. Contestó aceptando la ayuda con una sonrisa de perseverancia.
Fue así que los dos pasaron el resto de la tarde practicando el ataque cuerpo a cuerpo.
El jovencito estaba impresionado con la tenacidad de Charles, a pesar de ser muy pequeño no se cansaba y seguía intentando.
Fue cuando ambos se percataron que la noche estaba cerca.
Muy bien Charles, eres un gran aprendiz,serás un digno oponente algún día.
¿De verdad lo crees?
Claro que sí, pero debes mejorar en las cosas que te dije.
¿Y si no lo logro?
Oye, tu tienes algo que otros no y eso te hará el mejor. Corazón.
Los ojos de Candy se iluminaron antes tales palabras.
Ya es muy tarde ¿vives lejos?
La verdad no sé, corrí tanto que perdí el sendero.
Pero ¿recuerdas por donde pasaste?
Creo que fue por por donde esta cascada.
Oh, ya se donde queda. Vamos Cesar.
El caballo se levantó acercándose a su amo. Subiendo al lomo del animal llamó al pequeño.
¿Piensas quedarte? Vamos.
Emocionada, Candy se acercó hasta tomar la mano del joven muchacho quien la ayudó a subir delante suyo.
Agárrate fuerte porque aceleramos el paso. Decía al tiempo que alzaba la mirada observando el cielo gris.
Con las riendas en la mano, el semental comenzó a galopar con fuerza.
Candy se abrazaba fuerte al joven, era la primera vez en su vida que iba tan rápido sobre un caballo. Las gotas de lluvia comenzaron a caerle sobre sus mejillas, ocultando su rostro sobre el torso del muchacho.
Ja-ja-ja ¡Esto es fantástico!
Si lo es, el paisaje no se ve nada mal.
Al cabo de unos minutos se detuvo, volteando a ver que había llegado sonrió.
¿Desde aquí puedes continuar?
Si, se lo agradezco mucho.
Bajando primero, ayudó al pequeño a descender del gran animal.
Nos veremos de nuevo Charles.
Espero que sí… ¿Cuál es tu nombre?
Montando nuevamente sobre el semental contestó.
Me llamo Terry.
Terry… gracias.
Él le sonrió de forma amistosa.
No te rindas. Contestó antes de marcharse.
Parada bajo la lluvia observó la figura de Terry desaparecer tras el bosque.
Terry… Suspiró ¿por qué mi corazón late tan rápido? Se preguntó tocándose el pecho.
Una voz lejana la llamaba, parecía reconocerla.
¿Nana?
¡Mi niña! Con el alma a punto de salirse, Pony abrazo a la pequeña. - ¿Por qué me haces esto? Reclamó la mujer mayor con los ojos llorosos. - Pensé lo peor al encontrar tu cabello cortado en el piso. - No vuelvas a escaparte, prometelo.
Te lo prometo Nana.
Regresemos antes de que esta lluvia te enferme.
Si Nana.
Quitándose la capa, Pony procedió a cubrir a Candy.
De regreso al castillo pensaban que estarían a salvo pero desafortunadamente el destino estaba en su contra.
Con una expresión de ira y frialdad el rey Williams las miraba a las dos.
¿Cómo diablos se han atrevido a salir?
Majestad yo…
Yo me salí. Interrumpió Candy.
Candy no…
¡Silencio! Gritó con enojo mirando a Candy. - Parece que quieres hacerme quedar en ridículo. ¿Sabes qué pasaría si alguien del pueblo se entera de ti? ¡¿Lo sabes?!
Parpadeando del susto negó con la cabeza.
Serías mi ruina. ¡Mi maldición! Desde hoy tienes prohibido salir. ¡ENTENDISTE!
Con los ojos quemándole por las lágrimas asintió.
Espero que ahora si hayas entendido cuál es tu lugar aqui.
Diciendo esto Williams se fue dejando a una pequeña Candy con el corazón dolido.
Mi niña…
Vayamos dentro Nana.
Claro.
Esa noche Candy lloró en silencio, no quería preocupar a su Nana, a pesar de las palabras del rey no se daría por vencida. Terry confiaba en ella y no lo defraudaria .
Al pasar los días Candy continuó con el entrenamiento, cada vez se le veía mejorar. Tenía tal entusiasmo que tras varios enfrentamientos derrotó a su hermano en un duelo recibiendo la felicitación de su maestro y Anthony.
La habilidad de Candy por aprender era increíble. La pequeña era muy buena alumna. Ella había aprendido entre otras cosas además del entrenamiento para convertirse en caballero, como leer y escribir en tres tipos de lenguas, matemáticas, filosofía y tocar la lira en sus momentos de descanso.
Nunca descuidaba su entrenamiento, la pequeña alumna tenía un futuro brillante.
La espada era el arma que mejor manejaba, haciendo maniobras con sus manos se enfrentaba a Anthony, pronto tendría la oportunidad de luchar contra su maestro y medir su fuerza.
El tiempo siguió transcurriendo con Candy en su arduo entrenamiento, las estaciones cambiaron trayendo el frío y luego el calor.
Las personas fueron envejeciendo, nuevos niños nacieron, las rosas caían y luego crecían, el sol se ocultaba hasta que un día salió con un brillo especial, las aves cantaban, no había rastros de nubes.
A lo lejos se podía escuchar la risa de niños jugando en el campo, mientras los padres cultivaban.
El castillo seguía imponente en el reino Oeste, su rey Williams se había encargado de mantener un reino próspero.
Él se encontraba manteniendo una conversación con su querido hijo y una dama de cabellera negra de mirada dulce.
Anthony se mostraba muy atento a la damisela quien se convertiría en su futura esposa.
Desde pequeño sabía del compromiso y por no llevar la contra a su padre jamás se opuso, aunque tampoco lo haría. La jovencita había resultado ser un encanto, tierna y algo tímida con las mejillas sonrojadas al recibir un cumplido de su futuro esposo.
Te has convertido en toda una dama muy bella mi querida Patricia a penas y puedo recordar a la pequeña.
Me halaga majestad. Respondió Patricia al comentario de Williams.
¿Y tú qué opinas Anthony? Preguntó el rey a su hijo, quien lucía alto de contextura delgada y un rostro con una belleza delicada, su gran atractivo era esa sonrisa que transmitía paz, se podría decir que a pesar de sus 19 años aún conservaba ese alma de niño.
La señorita Patricia siempre ha sido hermosa pero ahora su belleza ha crecido tanto que las mismas rosas la envidian.
¿De verdad lo cree, majestad? Preguntó sonrojada con los ojos brillando de amor.
Anthony asintió tomándola de la mano. - Pero dígame Anthony, pronto usted y yo seremos uno solo. Respondió inclinándose sorpresivamente para besar la mano de la jovencita de ojos color café.
De pronto un gran alboroto se formó en la entrada del castillo, un caballero sin su casco entraba a velocidad.
Majestad. Dijo inclinándose.
¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué tanto ruido? Williams se veía enojado.
Lamento molestar a mi rey pero es una emergencia.
¿De qué se trata? Preguntó serio.
Son unos bandidos.
Esos desgraciados, no saben otra cosa que robar.
Mi señor ellos están armados y se están llevando las cosechas de los campesinos.
No podemos permitirlo padre. Dijo Anthony.
Hijo esos bandidos vienen atacando de pueblo en pueblo.
Pues con este reino no pasará igual, me encargaré de hacer respetar este lugar.
Anthony… Dijo asustada Patricia.
Descuide hermosa mía, yo volveré. Respondió dándole calma. - Ahora convoque a todos los caballeros que atacaremos a esos ladrones hasta no dejar ni uno vivo.
Como usted diga majestad. Respondió el hombre saliendo en búsqueda de los caballeros.
El sonido de las campanas levantó la alarma, todos los pobladores se refugiaron en sus casas por temor a la llegada de los bandidos.
¡Señor! Gritaba el hombre agitado al jefe.
¿Qué es lo que pasa?
Señor Britter, son esos bandidos que vienen atacando desde otros pueblos, uno de los nuestros nos dio el informe que están atacando a los campesinos.
Esto es grave. Murmuró serio.
El príncipe dice que debemos atacarlos.
En estos casos es lo único que nos queda, esos salvajes no dudaran en dañar incluso a los niños. ¡Andando da la orden que debemos reunirnos y partir inmediatamente!
Como usted diga, señor.
Mirando al horizonte desde donde vigilaba el castillo con algunos de sus hombres escuchó un movimiento detrás de las hojas de los arbustos.
Sal de ahí Jimmy.
El jovencito de 13 años al verse descubierto salió de su escondite con una expresión de arrepentimiento por haber escuchado la conversación.
¿Escuchaste cada palabra?
Él muchacho de ropa de plebeyo asintió.
¿Y qué estás esperando?
Jimmy levantó la cabeza asombrado.
¿Quiere decir que..?
Así es, dile que el día llegó.
Sonriendo de la emoción exclamó.
¡Se pondrá muy feliz! Y sin esperar ni un solo segundo se echó a correr.
….
Con gran habilidad en sus movimientos se lograba ver una sombra entrenando. A sus 19 años cada ataque era realizado con fineza, su postura corporal, la posición de sus manos, el movimiento de sus piernas ,todo era arte.
Pronto sintió unos pasos acercarse a gran velocidad y colocándose en posición de ataque espero a su rival.
¡Je…!
El pobre Jimmy quedó de piedra al ver la espada frente a sus narices.
Ah… se escuchó un suspiro mientras bajaba el arma reflejando este a la vez a su portador.
Una persona que a pesar de llevar ropa masculina escondía una figura esbelta y de curvas delicadas, con pechos pronunciados que trataba siempre de ocultar.
¡Pensé que eras uno de esos bandidos! He escuchado las campanadas. Dijo la persona revelando su identidad por completo.
Una hermosa mujer de cabellos largos rizados y dorados, ojos verdes como las esmeraldas más brillantes , unas pequeñas manchas sobre su nariz pequeña que le daban un toque angelical y de labios color carmesí cual pétalos de rosa. Una belleza única que sería envidiada por las más ricas princesas de los otros reinos.
P-por poco me da con la espada, Jefe. Pronunció el jovencito castaño limpiándose el sudor.
Lo siento Jimmy, pero no te lastime ¿verdad?
No, de milagro. Pero… ¿Por qué se quitó la maya de la cabeza? Alguien podría verle.
Lo sé, ahora mismo me lo colocaré. Arrimando su cabellera dorada la acomodo de la forma que esta se ajustará ocultando cualquier mechón.
Habían pasado 13 años desde que se había cortado sus mechones, años en los que también recibía el desprecio de su padre, casi nunca se dignaba en verla así que jamás sospechó nada y 13 años de encierro sin conocer el mundo exterior salvo por los informes de Jimmy, el hijo de la criada que una vez le ayudó a ordeñar una vaca.
El jovencito le era tan leal que al descubrir la verdadera identidad de Candy guardó el secreto incluyendo a su madre. Acostumbraba a llamarla jefe, sin importarle que está fuera mujer ya que le tenía mucho respeto.
Gracias a ella había aprendido a leer y escribir cosa que era imposible para los hijos de criados.
Con el tiempo el pequeño Jimmy descubrió una pasión por el arte, la pintura siendo su principal fuente de inspiración la hermosa Candy.
Aunque nunca terminaba su retrato pues algo siempre terminaba interrumpiendolo.
Por cierto ¿por qué estás agitado?
Es verdad, se trata del señor Britter.
Mi maestro. Dijo Candy.
Jefe, el señor Britter la quiere al frente con los caballeros.
Eso quiere decir…
¡Si jefe, lo logró!
Tratando de controlar su emoción, Candy caminó hasta tomar el casco que yacía al lado de su espada.
Al fin el día ha llegado, el rey me verá al frente. Pronunció en un tono de esperanza.
Tomando la espada la enfundo en su cintura y con una mano levantó el casco hasta colocarlo en su cabeza dejando al descubierto únicamente sus ojos verdes.
Estoy lista. Dijo finalmente para salir rumbo a un nuevo comienzo.
Continuará...