Filosofía en el tocador

V

Sentado sobre la cama Kyle sentía que la ansiedad iba a matarlo, respirando de forma acelerada mientras apretaba las sabanas con fuerza. La temperatura estaba fresca pero sus manos no paraban de sudar.

"Tranquilo Kyle. Puedo sentir tu pánico desde aquí."

La voz de Bebe lo hizo temblar. Hacía diez minutos que ella había entrado al baño a cambiarse pero para el se sentía como una eternidad. "Disculpa. Estoy algo nervioso."

"No lo estés. Te agradecerás a ti mismo por haberme pedido esto" dijo ella en un tono jovial. Kyle tragó en seco y sintió la adrenalina correr por todo su cuerpo.

Aquella tarde fue la primera vez que le dijo a Bebe que quería experimentar algo y ella estaba contentísima al respecto. Si bien el siempre estaba de acuerdo con las cosas que ella pedía (a menos que lo terminasen incomodando y si eso ocurría ella paraba al instante ya que sabía lo feo que era que alguien te insistiese en hacer algo que no quieres), ella siempre tuvo el interés de complacerlo con algo que le picase el interés. Llena de expectativa, literalmente se le subió encima y le pidió que no tenga titubeos en decirle lo que tenía en mente, acariciándolo para bajarle la ansiedad. Cuando escuchó el pedido en su tímida voz tuvo que admitir que no era lo que esperaba pero igual estaba más que dispuesta a hacerlo. Se mordió el labio inferior, lo miró con atrevimiento y le dijo que sus deseos eran ordenes. Buscó lo que necesitaba en su armario y se trancó en el baño sin darle tiempo de arrepentirse.

De vuelta a la realidad la puerta se abrió y Bebe asomó la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja. "¿Listo?"

"Kyle tragó con esfuerzo y se pasó una mano por el rostro. "Estoy listo."

Bebe lo miró de arriba a abajo y salió lentamente. Desde que sus ojos se posaron en ella Kyle se levantó de la cama y exhaló sorprendido.

Nadie podía negar que el diseño del uniforme de las porristas de la escuela era terrible, con esa mezcla de blanco, negro y verde que ninguna persona normal podría gustar. Por fortuna eso no impedía que algunas chicas usasen su ingenio para sacar lo mejor de la situación, vistiendo faldas más cortas de la cuenta y blusas un par de números mas chicos para que sus curvas se pronunciasen. Bebe no era la excepción y era de las que más empujaba su suerte con relación a cuanta piel podía mostrar antes de ser llamada a la dirección para una charla correctiva.

Kyle, como los demás chicos, empezó a prestar mas atención a las porristas que a los juegos escolares con el pasar de los años pero una cosa era la fantasía y otra era tener una de ellas cara a cara en privado. Su único pedido fue verla modelar el uniforme y aunque ella le dijo que era adorable por pensar que su solicitud era atrevida su cuerpo no podía moverse del asombro.

"Y bien, ¿Cumplí tus expectativas?" Preguntó Bebe mientras daba un golpecito de cadera. Su largo pelo bailaba al compas de sus movimientos y su piel se veía suave y perfecta, evidenciando que se encontraba en la flor de su juventud. Al ver a Kyle petrificado puso las manos en la cintura y soltó una risita. "Tomare tu silencio como un sí. Por ser tu primera vez pidiéndome algo deja que te un pequeño premio complementario." Tomó su celular y puso una música dulce, sin letras y de ritmo lento. Cerró los ojos y empezó a bailar como si lo hubiese hecho incontables veces, sus movimientos levantando su falda peligrosamente y su pelo acariciando su cuerpo de forma invitadora. Si existía alguna duda de que ella supiese el poder que tenia sobre los chicos (y algunas chicas, si los rumores eran de creerse) aquello lo aclaraba todo pues de inmediato todo el cuarto se llenó de su potente atractivo sexual.

Lo más asombroso de todo era como se mostraba serena cuando por dentro estaba nerviosa ya que nunca había hecho eso antes. Era cierto que su historial sexual era amplio y vasto pero, sorprendentemente, ninguna de sus parejas le había pedido utilizar su uniforme de porrista y eso la empujaba a esforzarse con especial ahínco para Kyle. Ya no tenía ninguna primera experiencia que darle con su cuerpo por lo que sentía cierta consolación en al menos poder ofrecerle aquello. Por supuesto ella nunca se lo mencionaría porque eso a él no le importaba y era una de las muchas cosas que le gustaba de él: Ella era suficiente tal como era.

Se dio media vuelta y sintió la mirada de Kyle recorriendo cada centímetro de su ser. Sonrió no solo por la sensación de poder que corría por su ser sino también por lo excitada que estaba. No recordaba haber sentido algo así antes pero todo su cuerpo le parecía estimulado bajo los hambrientos ojos que tenia encima, sobre todo a sabiendas de las cosas que aquel judío iba a hacerle sentir una vez la tuviese entre sus brazos.

Tan ensimismada estaba en sus fantasías que no se percató cuando Kyle se acercó y la rodeó por la cintura, sus manos acariciando la piel de su vientre expuesto. Apoyó la barbilla en uno de sus hombros y cuando la apretó con cariño hacia sí Bebe se congeló en el acto, suspirando con sorpresa.

"¿Kyle?" Preguntó ella en voz baja, su corazón latiendo a toda marcha. "¿Te llegó a la mente otra petición?" No recibió respuesta por un momento y la expectativa hizo que su deseo se disparase.

"Eres tan hermosa que duele" fue lo único que dijo Kyle, con la certeza de quien exclama que el cielo es azul y el sol sale por las mañanas.

Los parpados de Bebe batieron desenfrenadamente al escuchar esas palabras, sinceras y al punto. Kyle procedió a besar la piel expuesta de su hombro y de inmediato ella empezó a perder el control, recibiendo una descarga eléctrica que la sacudió de los pies a la cabeza.

"Kyle, te desconozco" intentó bromear ella pero sus palabras se perdieron en su boca cuando recibió otro beso, esta vez a centímetros de su cuello, zona que la derretía con las caricias adecuadas. Sus piernas se tornaron débiles y un gemido se escapó de sus labios. "¡Oh Dios!" Bebe sujetó las manos de Kyle como soporte y arqueó instintivamente la cabeza para invitarlo a que continuase degustándola.

A medida que sentía su conciencia desvanecerse Bebe se preguntó porque aquel escenario, tan relativamente normal en comparación con otras cosas que ya habían hecho, la estaba afectando tanto. No esperaba que un abrazo y unas palabras dulces la desequilibraran a tal punto y fue mientras Kyle se detuvo para oler su rubia cabellera que entendió lo que estaba pasando: Ese era un tipo de intimidad que nunca había tenido con él.

Desde la primera vez que estuvieron juntos ambos acordaron mantenerlo todo en secreto. Estaban consientes de que eventualmente los descubrirían (no había secreto que durase mucho en South Park) pero por el momento solo querían disfrutar del uno al otro sin que nadie se entrometiese. Por eso lo único que podían hacer cuando se encontraban en la escuela o en la calle era mirarse y desear el toque del otro desde la distancia. Eso les funcionaba y cuando finalmente estaban juntos era un desborde de pasión que podía sonrojar hasta a los más osados. No obstante aquello venia con un precio y aunque no lo notaron inmediatamente las carisias, frases de afecto, besos de cariño, abrazos y demás muestras de amor cotidianas se volvieron misterios para sus cuerpos. Ahora que finalmente se permitieron sentirlas les estaba causando tanto placer como la lujuria en la que les gustaba sumergirse.

Recién estaban experimentando lo que parejas normales sentían al inicio de una relación y esa intimidad, encima de la fogosidad a la que ya estaban acostumbrados, los tenia embriagados.

Al menos esa fue la mejor explicación que se le ocurrió antes de dejar de buscarle lógica a ese momento y simplemente disfrutarlo.

Mientras le decía lo delicioso que todo su ser olía Kyle pasó un brazo sobre el busto de la rubia antes de su boca completar el recorrido y besarla en el cuello, tan sensible y tierno como una de sus partes más intimas. Como fue de esperar Bebe se aferró de él como si su vida dependiera de ello y su gemido fue casi primal. ¡Por favor no pares! gritó su mente mientras se recordaba que, una vez el no pudiese más y decidiera poseerla, la llevaría a un estado de éxtasis que no podría describir con palabras.

Kyle la soltó por un segundo y fue tiempo suficiente para ella darse la vuelta, saltar, entrelazar las piernas en su cintura y besarlo desenfrenadamente. Gimió entre respiraciones cuando sintió sus manos sujetándola con firmeza por sus caderas, su esbelta anatomía ocultando lo fuerte que realmente era. Arrancó con desespero aquel sombrero verde para sentir esos rizos rojos entre sus dedos y la falta de contacto con el suelo la hizo sentir en las nubes.

Los besos pasaron de ser intensos y hambrientos a ser profundos, lentos y placenteros. Incapaz de aguantar aquel ritmo Bebe se separó para intentar recuperar el aliento, sonrojada, jadeante y con la piel erizada. Cerró los ojos y tuvo que admitir que, por primera vez, era ella la que estaba a la completa merced de Kyle y ese pensamiento le causó placer y expectativa en igual medida. Se agarró con fuerza de su cuello cuando lo sintió caminar y la idea de que quizás se la encontrase pesada la acomplejó por unos segundos. La depositó suavemente sobre la cama y el colchón le trajo la tranquilidad de un escenario familiar. Estuvo al quitarse la blusa pero la voz de Kyle, asertiva y firme, la detuvo en el acto: "Déjatela. Ya te la quitare" dijo él mientras se despojaba de sus ropas sin romper contacto visual.

Oh mi Dios pensó Bebe, sus piernas temblando levemente al verlo desnudándose frente a ella. Cuando empezó a subírsele encima se sintió como una niña torpe e inexperimentada. Su cuerpo se presionó contra el suyo y aun estando vestida estaba tan sensible que hundió las uñas en su espalda ante la onda de placer que la golpeó.

Antes de rendirse el uno al otro Kyle le pasó una mano por la mejilla y la miró con detenimiento. Bebe se sintió sonrojar por completo ya que le encantaba cuando él la observaba de esa forma, como si fuese lo más hermoso e interesante del mundo. Nunca se lo decía porque estaba segura que el diría algo cursi como "es porque eres lo más hermoso e interesante del mundo" y ver sus ojos hipnotizados era todo lo que ella necesitaba. Podía sentir su excitación presionándola pero aun así el tuvo el autocontrol para tomarse su tiempo y admirarla. Aquello era una movida extremadamente sexy de su parte y estaba segura que él no lo hacía por ego sino porque era su naturaleza.

Kyle se acercó a besarla y a tan solo centímetros de sus labios Bebe cerró los ojos y le susurró algo por puro reflejo, fruto de aquella nueva experiencia. Con gentileza, por favor fueron sus palabras, una súplica de alguien que siente que está entregándose por primera vez, aunque sea emocionalmente. Aquello no lo molestó, confirmando su petición con un sonido reconfortante antes de besarla profundamente y dejar que sus cuerpos hablen por ellos.

Ese día hicieron el amor lenta y suavemente, el placer abrumador a tal punto que ambos jurarían haber perdido el conocimiento en algunas partes cuando lo recordasen días después. Hubieron gemidos, gritos, lagrimas, marcas físicas, suplicas pero sobre todo una conexión indescriptible que no habían vivido antes. Por supuesto Kyle seguiría dejando que Bebe tomase la iniciativa en sus futuros encuentros (como hombre al fin, siempre estaba abierto al apetito voraz de la chica) pero ella estaba tranquila con eso pues sabía que, cuando quisiese sentirse deseada, tenía la seguridad de que él tomaría el control y estaría en buenas manos. Manos que la querían desenfrenadamente.

Fin.