Disclaimer:

La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.

Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

[PROHIBIDA SU COPIA]


- Pa...padre...- aun estático en su posición balbuceaba las palabras sin poder dar crédito a aquella dantesca escena, apresurado fue hacia el hombre herido y poniéndose en cuclillas intento quitarle sus ataduras.

Con toda tranquilidad Gabriel se puso en pie y sin dejar de agitar su copa fue hasta donde su hijo intentaba ayudar al pobre desdichado.

- Félix, te presento a Qiang. - con paso lento avanzó hasta quedar a espaldas del hombre herido - El es...era – se corrigió lanzando una irónica mirada hacia su hijo - uno de mis mejores hombres en las excavaciones, así que pensé que si tú no querías llevar a cabo la labor que te ordene, él bien podría hacerlo en tu lugar. - con una sonrisa socarrona se inclinó un poco sobre él y con un sutil movimiento de su mano dejo caer unas pocas gotas de su copa sobre algunas de las heridas abiertas.

- ¡Aaaagh! - con una angustiosa expresión de dolor Qiang se doblo aun más por la lacerante sensación de quemazón que el alcohol producida sobre la carne viva.

- ¡Padre!...¡¿Qué es lo que haces?!. – de inmediato tomó una tela que adornaba el lateral de uno de los sillones lo cubrió, intentando que no sufriera más daño.

- ¡¿Te has vuelto loco?! – encolerizado se enfrento a su padre quien permanecía apático a toda esa escena.

- Creía que tu madre te había educado mejor. – reprochó irónico – Al parecer todo lo que he hecho por ti ha sido una completa perdida. – finalmente se mostró el carácter áspero al apretar con ira los dientes, dejando ver su malestar hacia su hijo.

De nuevo agitó la copa en su mano y con tranquilidad fue a sentarse tras su escritorio. Los labios de Félix se apretaban con fuerza y sus ojos titilaban nerviosos ante la crueldad de su padre, pero lo que más le dolía era el no ver una sola muestra de arrepentimiento en él.

Sin dejar de ver a su hijo, con excesiva parsimonia se acomodó en el lustroso sillón, como aquel que espera agazapado el momento justo en que la perdiz levante el vuelo para darle caza al vuelo.

- ...Esto...- señaló al hombre herido frente a él – ha sido tu culpa. – espetó directamente y sin ninguna contemplación.

Los grises ojos de Félix se abrieron con desmesura ante esas palabras, sin querer escuchar más de todas esas patrañas, su ceño se frunció retador y dando unos pasos al frente se dispuso a enfrentarse a su padre.

- ¡Pero...! – no pudo ni tan siquiera comenzar a hablar cuando su padre en un impulso se puso de pie dando un sonoro golpe sobre la mesa.

- ¡NO TE ATREVAS A DECIR NI UNA SOLA PALABRA!, - exclamó todo lo alto que pudo con una impostada voz – ¡Esto ha sido tu culpa! – Gabriel respiraba apresurado sus ojos ahora inyectados en sangre acusaban a su hijo - Si hubieras acatado mis órdenes no habría tenido que mandar a Qiang a hacer tu trabajo, pero el pobre Qiang sucumbió a sus debilidades, le pudo más su deber hacia los suyos que hacia mi...- miró con desdén al hombre herido – y permitió que cinco de mis mejores hombres abandonaran el trabajo.

La expresión atónita de Félix lo decía todo, ahora entendía cual era el fin de todo eso, su padre no estaba torturando a aquel hombre por lo que había hecho, lo que estaba haciendo era castigarlo a él por no obedecer sus órdenes.

- Qiang volverá mañana al trabajo y yo buscare a otro para que cumpla las labores que a "ti te encargue", - enfatizando las últimas palabras con toda tranquilidad dio un nuevo sorbo a su copa – y esto se repetirá hasta que encuentre a alguien que me demuestre su confianza. – en un sutil movimiento relamió el gusto a coñac que aun quedaba en sus labios.

Félix aun incrédulo veía con furia la retadora imagen de su padre, que por más que pareciera tranquilo se esforzaba por vencerlo en ese pulso. Increpado ante el ultimátum velado dio una profunda inspiración y dejo caer con resignación los parpados, sus manos se apretaron con fuerza una vez más ante la impotencia, para después abrirse de golpe señalando su derrota.

- Lo haré. – sus únicas palabras poca resistencia pudieron ofrecer, evitó pronunciarse más allá de su obligada claudicación, había perdido y lo importante era evitar más sufrimiento entre la gente que trabajaba para su padre.

Como si ya lo hubiera previsto una ligera sonrisa de triunfo se mostró en la comisura de los labios de Gabriel y el brillo en los ojos del que siempre consigue lo que quiere refulgió vivaz.

- Comenzaras mañana a las nueve en la fábrica de Tien Chia, ahora retírate. – ordenó con soberbia.

Félix miró una vez más al hombre herido, esperando que una vez aceptados los designios de su padre lo dejara marchar. Sin molestarse en despedirse dio media vuelta y salió en silencio con la sensación de llevar una gran losa a su espalda y que si no hacía algo esta acabaría por aplastarlo.

- Puedes salir. - ordenó Gabriel mientras tomaba asiento tras su escritorio.

De detrás de uno de los amplios cortinajes apareció un monje, el mismo que custodiaba la puerta del hombre que había sido herido por sus akumatizados demonios.

- ¿Así que Ba Jin finalmente habló?

- Así es señor, es...estuvo hablando con Ladybug. - informó diligente pero sin dejar de mostrar su nerviosismo.

- ¿Sabes dónde está el mapa? - dejando de lado los pormenores preguntó directamente por lo aquello que tanto anhelaba.

El rostro del monje se tensó ante la pregunta, la cicatriz sobre su ceja se resalto aun más temiendo la reacción de su señor.

- No... - un escalofrió recorrió su espalda en cuanto vio el gesto de desaprobación en la cara de Gabriel - él...él se lo contó al oído a Ladybug, no...no pude escuchar lo que dijo. - paso con pesadez la saliva mientras que su vista se mantenía atenta a la reacción de su señor.

En suave movimiento giraba el cáliz en su mano, mientras miraba pensativa el ámbar líquido que en él se agitaba.

- Esta noche estarás tú de guardia en su puerta. - ordenó con firmeza, mirando por encima de soslayo al monje.

- Si...sí señor, así lo haré. - haciendo una reverencia fue hacia la puerta.

- Llévatelo - ordenó señalando con la copa al hombre que aun permanecía arrodillado y maltrecho frente a él - arrójalo al río Hai-Ho y que su muerte parezca un accidente. - indicó sin mostrar ningún tipo de compasión o remordimiento.

Dejando de lado cualquier escrúpulo el monje fue hasta el hombre herido y como si fuera una liviana paca de heno lo cargo a su hombro para después salir en el más completo de los silencios.

- Poco a poco todo va tomando su lugar, Nooroo. - dijo al pequeño ser violáceo que apareció a su lado con semblante triste.

Plagg se sentía acongojado en el bolsillo de su portador, solo escucha los pasos de Félix que cansados subían hacia su habitación. En todos sus siglos de conocer a los portadores del anillo nunca sintió la tristeza que ahora sentía por Félix, jamás otro chico fue tratado con ese odio como hoy lo habían tratado a él. No encontraba entre todo su desparpajo y elocuente descaro una sola palabra de ánimo que decirle, ¿Por qué que se le puede decir a alguien que su propio padre lo ha despreciado de tal manera?

Desganado Félix tomó el picaporte y abrió la puerta, su sorpresa fue mayúscula al ver flotar frente a él un pequeño ser semejante a una diminuta tortuga.

-Hola Chat Noir. – saludó cortes Wayzz

[...]

A hurtadillas se movía sigilosa la heroína procurando que nadie la viera mientras abría la ventana de la vivienda. Muy despacio entró al pequeño salón de aquella casa. Cuando se disponía a cerrar la ventana la tenue luz de una lámpara de aceite ilumino la estancia.

- Buenas tardes Ladybug, bienvenida a mi hogar. – saludó afable el maestro Fu.

-Ma...maestro...¿sabía que vendría? – inquirió intrigada.

- No lo sabía pero suponía que así sería. El de hoy ha sido de los peores ataques, nunca antes habían enviado a tres akumas. Así que imagino que quien haya enviado a los demonios sabía que encontraría algo. ¿Me equivoco? – con mirada astuta sonrío hacia la heroína.

- No, está en lo cierto, - confirmó conteniendo el ánimo por contarle lo que había descubierto - hemos encontrado algo. Ba Jin, el hombre al que atacaron los demonios ha confirmado que... - antes de poder continuar fue interrumpida por el sonido de la ventana al abrirse de improviso.

- ¿Cha...Chat Noir? - con el brillo en la mirada y una sonrisa contenida balbuceo al ver al héroe de negro entrar por la ventana.

- Le he pedido que viniera, - dio un sorbo a su té mirando de soslayo por encima de la taza a la heroína, dejando entrever una picara sonrisa.

Chat Noir en un parco movimiento de su mano saludo sin mucho ánimo y con un andar apocado se acercó a la heroína. Algo que había descubierto desde que recibiera el anillo es que bajo aquel antifaz todo su mundo gris quedaba enterrado, solo una sensación de libertad era la que recorría frenética su cuerpo mientras saltaba de tejado en tejado, no había ataduras, no había dolor ni temor, no más odio contenido. Pero ese día era distinto, el encuentro con su padre había sido demasiado violento, tanto era así que el antifaz que tanta paz le transmitía era devorado por la oscura aura de Félix.

- Gatito, ¿estas bien? - preguntó Ladybug, preocupada al ver el semblante decaído de su compañero.

- No es nada. - respondió tajante - Y bien maestro, ¿cual es el motivo por el que me ha hecho venir?

Ladybug bajo la vista taciturna más que por la fría respuesta por saber que algo le ocurría a su compañero.

- Te he llamado por el ataque de esta tarde, - con toda tranquilidad dio un nuevo sorbo a su té - Ladybug ha podido hablar con el hombre al que perseguían los demonios y estaba a punto de contar lo que este le dijo cuando has llegado.

Chat Noir miró atento a la heroína esperando escuchar lo que tuviera que contar, ya que cuando él llego al templo se encontró con un Ba Jin completamente desvanecido.

- Ladybug, - dijo con suavidad el maestro Fu - continúa por favor con tu relato.

- Ba Jin me ha dicho que el jade azul es real y que existe un mapa que muestra el lugar donde fue ocultado, - frente a ella el maestro Fu bebía su té - ...y menciono también que junto al mapa había un libro...¿como dijo que era? - daba pequeños golpes sobre el mentón con su dedo tratando de recordar - ¡Ah...si!...¡el libro de los prodigios!.

- ¡Cof!...¡Cof!...¡Cof! - en una repentina tos el maestro Fu escupía el té mientras la taza caía al suelo.

- ¡Maestro! - se apresuró la heroína en acercarse al anciano y dar repetidos golpes en su espalda tratando de que recuperara el aliento.

- ¡¿Sa...sabes dónde está el libro de los prodigios?! - inquirió exaltado, sosteniendo incrédulo a la heroína por los hombros.

- Si...si, fue lo que Ba Jin dijo. - miró confundida a Chat Noir ante la sorpresiva actitud del anciano.

- ¡Es...es una gran noticia!, ¡debemos apresurarnos para evitar que pueda caer en malas manos! - con un ágil impulso se puso en pie mientras que ambos héroes lo miraban extrañados.

Al darse cuenta de la expresión de incertidumbre en la cara de sus protegidos apaciguo sus exaltados ánimos y dando un profundo suspiro tomó asiento de nuevo.

- ¿Se preguntaran que es el libro de los prodigios? - ante aquella pregunta retórica solo un silencioso asentimiento recibió - ejem, ese libro es un compendio de todos y cada uno de los prodigios que existen. - los ojos de los jóvenes héroes se abrieron de más mirando con mayor interés al maestro - En él se detallan los poderes de cada prodigio, su uso y las diferentes recetas para modificar su poder. Y lo que es más importante en él se explica cómo obtener el poder máximo.

- ¿A qué se refiere con lo de poder máximo? - preguntó Chat Noir después de haber permanecido en silencio, atento a todo lo que se había dicho.

- Desde sus orígenes siempre se ha dicho que cuando los prodigios de la creación y la destrucción sean portados por una única persona esta será capaz de liberar un poder como nunca se ha visto. Con él podrá hacer lo que desee y no habrá limite, es por ello que si el libro está en Tientsin debemos evitar que pueda caer en malas manos...como sea. - sentenció con seriedad.

- Bien, demos por hecho que tanto el mapa del jade azul como el libro de los prodigios están en esta ciudad pero ¿donde? - cuestionó Chat Noir.

- Ba Jin dijo que podríamos encontrarlo donde el día marca las horas. - indicó pensativa.

- ¿Donde el día marca las horas?, ¿que clase de indicación es esa? - inquirió con fastidio el héroe - ¿Acaso los vamos a encontrar dentro de un reloj?. - comentó con ironía.

Desde que escuchara decir a Ladybug que el jade azul era real y que sabía dónde estaba el mapa una esperanzadora idea comenzó a tomar forma en su cabeza. Si fueran ellos los que encontraran la mítica piedra podrían mantenerla lejos del alcance de su padre y así todos sus planes de obsesivo poder se vendrían abajo. Pero ahora se encontraba con un galimatías de mal gusto que frustraba sus planes y era imperativo para él encontrar el jade azul.

- En un reloj tal vez no pero si en la torre del tambor. - habló el maestro Fu mientras recogía del suelo la taza del suelo y secaba el té derramado.

- ¿En dónde? - preguntó desconcertado Chat Noir.

- ¡Claro!, en la torre del tambor. ¿Cómo no lo pensé antes?. - decía entusiasmada Ladybug.

- La torre del tambor es una construcción de tres niveles y en el último hay un enorme tambor que se toca exactamente a cada hora, indicando así a la gente la hora del día. - explicó el maestro.

- ¿Así que eso es el sonido que llevo escuchando desde que llegue aquí? - murmuró para sí el héroe.

- ¡Debemos ir a la torre ya mismo!. - de un impetuoso impulso se puso en pie la heroína, mirando con una expresión de completa confianza a su compañero.

El héroe aun asimilando la información y pensando en el posible futuro que se abría ante él si conseguían el jade se imbuyó del contagioso ánimo de su compañera.

- Vamos. - con una única palabra con convicción y una mirada de confianza sobre la heroína se puso en pie junto a ella.

- Deben tener cuidado, no sabemos los peligros que puedan encontrar ahí. - advirtió prudente el maestro Fu.

Antes de salir por la ventana y animada por la emoción del momento la heroína se giró hacia su compañero y con solo una sutil sonrisa se acerco a él y ante la sorpresa del héroe le dio un corto beso en la mejilla.

- Me agrada verte sonreír, gatito. - dijo con un tenue rubor en sus mejillas - Recuerda que somos compañeros y si algo te preocupa puedes contármelo y veras como entre los dos podremos resolverlo.

Aun estático ante el inesperado momento veía como Ladybug se salía por la ventana, muy despacio llevó su mano hasta el lugar donde la heroína depositó el cariñoso beso.

- Gracias...mi Lady. - susurró para él y esgrimiendo una franca sonrisa de confianza se lanzó al vacío de la noche a seguir los pasos de su compañera.

[...]

Custodiando, como llevaba haciendo todo el día, la puerta de la habitación de aquel hombre herido, se mantenía imperturbable el monje con la mirada perdida en el cuadro del paisaje de un gran lago que estaba frente a él.

La pronunciada cicatriz sobre su ojo derecho se inclinó cuando frunció el ceño al escuchar abrirse una de las ventanas de la habitación que vigilaba. Perspicaz escuchaba los acentuados pasos que libres se movían por la habitación y una maligna sonrisa se dibujo en sus ajados labios.

Junto a la cama de Ba Jin una imponente figura ataviada en completo oscuro violáceo se erguía amenazante. Tras la máscara los bígaros ojos se clavaron con intensidad sobre el hombre herido.

- Es hora de obtener respuestas. - sentenció desafiante Hawk Moth.