Bar clandestino y Amigos II
I
1932
—Yo tomaré su maleta, señor —lo dijo en el instante en que se la quitó de las manos.
El salir de la prisión después de unos trece años lo dejó algo aturdido y más cuando le quitaron en menos de un segundo su maleta al caminar unos cinco metros al exterior.
—¿Grant?
—Benny… amigo… —no soportó el querer jugarle una broma y le dio un fuerte abrazo.
Ambos se abrazaron con un cariño inmenso, tener a uno de los tuyos lejos es horrible. Pero ya había pasado el tiempo de la condena, agregando el buen comportamiento para acortar la pena.
Alguien de manera intempestiva cortó el abrazo, era un chico con el cabello excesivamente rojo y más alto que ellos.
—¡Veo que no has cambiado nada, maldito hijo de perra! —lo dijo en conjunto con el abrazo.
—¡¿Chandler?! ¡Bastardo hijo de puta! —le devolvió el abrazo con fuerza y mucha alegría.
—¡Vamos que se nos hace tarde! —dijo Grant que se dirigía donde había un auto.
Los miraba una y otra vez, no podía creer que ellos fueran sus amigos, se notaban como unos hombres de negocios. Se pararon en un coche que era de funeraria.
—Oí que ahora están en el negocio de la funeraria.
—Sí, pero es una tapadera que nos ha funcionado —Chandler abrió la puerta que daba a la parte donde se coloca el féretro—. Mira —señaló el cuerpo desnudo de una chica joven—, el Señor se las lleva jóvenes.
—Es una pena, es realmente bella.
—¡Pero aún no acaba la juventud! —dijo la mujer levantándose y tomando a Benny de los hombros para besarlo.
—¡Vamos, Benny! ¡Tíratela! ¿No te habrás vuelto un maricón en prisión? —decía Grant que se sentaba en el asiento del copiloto.
De repente un anciano pasó por allí y escuchó los gemidos de placer que se emitían desde la parte trasera del coche.
—Se revuelcan en su tumba antes de morir del todo —le dijo Chandler al viejo que se quedó escuchando.
Cerró la puerta y se dispuso a conducir hasta el gueto judío del centro de Royal Woods. El lugar donde todos se conocieron.
II
Ya había pasado tiempo desde que se estableció la Ley seca o comúnmente conocida como "La prohibición".
Lo que dictaba la ley era que no se podía vender bebidas embriagantes con tal de mantener y restablecer el orden público en toda la Nación.
Eso generó que las mafias crearan un mercado negro de bebidas alcohólicas y comerciaran a escondidas, especialmente con Canadá. Las mafias italianas y judías aprovecharon eso, y sin contar con la caída de la bolsa de valores. Se hicieron muchas fortunas con todo eso. Personas impensables se volvieron millonarias.
Desde hace pocos años atrás se tenía pensado en derogar aquella ley, sin embargo, no se tenía un panorama claro.
En ese tiempo, Chandler, Grant y los demás se pusieron manos a la obra para traficar alcohol hacia la nación fronteriza. La funeraria en realidad era la fábrica de licor y distribuidora.
Fueron los amados años veinte para ellos, la mafia italiana y parte de la judía vio en ese grupo de amigos ganancias aseguradas por su ingenio en el transporte de licor.
Amasaron una fortuna como los Kennedy y entre otras familias que a futuro se tornarían relevantes en la política americana.
III
Eran cerca de las siete de la noche cuando llegaron al gueto. Se podía oír la satisfacción de Benny y la prostituta. El castaño extrañaba el cuerpo de una fémina, solo tenía el recuerdo de Whitney y alguna otra prostituta de poca monta que visitó antes de entrar a la prisión.
Chandler paró en la calle donde era la funeraria, todos bajaron cambiados de una manera más elegante, en especial Benny y la mujer que reían por lo pasado allí atrás.
—¿Y qué tal? —preguntó Grant.
—Marica no es —dijo en medio de risas la prostituta.
Chandler le pagó la cantidad acordada mientras Benny y Grant miraban a su alrededor.
—Oye… ¿no quisieras venir? —le preguntó el pelirrojo.
—No, por ahora ya tuve mucho —lo dijo mirando al chico castaño.
Benny pudo darse cuenta que estaba en su viejo vecindario, pudo reconocer el edificio donde vivió y el negocio de Flip.
—Ven, déjanos mostrarte algo —dijo Chandler que se dirigía al negocio de Flip.
Le dijeron que lo habían arreglado para que sea un negocio rentable para ellos y el viejo. Se dirigieron a un callejón al lado de la cafetería del viejo. Se veía a muchos coches de lujo y personas adineradas entrar por una puerta. Se notaba la curiosidad en Benny.
—Tenemos el lugar más caliente de la ciudad, y está abierto toda la noche —dijo Chandler que se dirigía a esa puerta para abrirla—. Después de ustedes, caballeros.
Entraron a un elevador, pero que esta ocasión descendería para dar paso a lo que sería el bar clandestino que ellos crearon de verdadero negocio. Parte del alcohol no comercializado lo vendían allí y a unos precios no tan elevados.
Benny se sorprendió de ver a tal clase de personas y al mirar un poco más, pudo ver a unos queridos conocidos.
—¡¿Benny?! —dijo un chico muy asombrado— ¡Bendito hijo de perra!
Fue con emoción a recibirlo, no pensó que saldría en esos días. El chico de rizos lo recibió con mucha alegría.
—¡Te ves tan bien para haber estado en esa mierda de lugar! —decía muy emocionado el chico.
Una mujer rubia estaba del brazo con un chico algo más joven que ella, pero ellos no pudieron evitar sorprenderse. El chico tomó la iniciativa en primer lugar para acercarse.
—¡Benny! —caminó donde él— ¡Amigo!
—¡¿Rocky?! —el chico no podía creer que era él.
El chico le dio un gran abrazo, no podía creer que su buen amigo haya salido de esa prisión. Benny se percató de la intensidad del abrazo.
—¿Todo bien? —le dijo en voz baja al oído.
—Sí… amigo, todo está bien… muchas gracias, lo siento —Liam al responder pareciera que iba a llorar
—Descuida, es lo que hacemos los amigos, me alegro que todo esté bien —dio por terminado el abrazo para mirarlo de pies a cabeza y con alegría.
Una mujer rubia y de figura algo envidiable le dio un beso algo desesperado. Él le siguió la corriente.
—¿Adivina quién soy?
—Detecto un sabor a pastel de crema de nata —luego de saborear el beso, la miró de pies a cabeza—, rubia y con un cuerpo lascivo… —miró un poco sus pechos— ¡Whitney! —le hizo cosquillas en su cuello con su boca y barbilla.
—Veo que la prisión no te hizo olvidar a la chica que te hizo hombre, pensé que vendrías hecho un marica —lo quería fastidiar—. Pero quiero que sepas que las cosas han cambiado y ya escalé en el mundo de la prostitución, ahora yo soy la mandamás del nuestro —lo decía con mucho orgullo.
—Mi Whitney es ahora toda una empresaria —Rocky lo dijo antes de recibir un beso apasionado por parte de la rubia.
—Veo que están muy unidos.
—Soy su chica y la que también lo hizo hombre a los quince, así que cuidado con sus miradas hacia mí, a no ser que quieran una paliza por parte de mi chico —lo beso de nuevo.
En ese momento, un hombre algo regordete y viejo vio a lo lejos a Benny y se acercó con asombro.
—Mocoso inútil, saliste —fue lo que dijo para fastidiarlo después de tiempo.
—Así es, viejo avaro de porquería —se lo dijo con la misma intención mientras lo abrazaba.
Chandler y Grant habían ido por unas tazas de porcelana, esos eran los recipientes donde servían la bebida en su mayoría de veces. Les dieron una a todos.
—Por estar reunidos nuevamente —Chandler alzó la copa primero.
—Lejaim —dijo Grant.
—Lejaim —dijeron los demás al unísono.
Bebieron hasta la última gota, no se debía desperdiciar ni el más mínimo resto de bebida.
—Muy bien, ya que viste a las viejas amistades, es hora de presentarte a las nuevas —expresó Chandler a Benny.
Todos se movieron para ir por un elevador que quedaba en la oficina de ellos y ascender al piso de la cafetería de Flip.
Benny al avanzar se quedó estático al ver a una mujer… a una mujer en la que nunca dejó de pensar en su pasó por la prisión. Aquella mujer rubia de vestimenta elegante estaba parada a un lado de la barra en medio de ese lugar, parecía que tenía algo de prisa.
En menos de unos segundos, ambos cruzan miradas y se regalan una pequeña sonrisa. Chandler los miraba sin expresión alguna a lo lejos.
—Carol…
—Benny…
—No pensé… no pensé que te vería aquí.
—Suelo venir algunas veces aquí a relajarme.
—¿Sabías que saldría?
—Sí, pero solo porque mi tío Flip me lo dijo.
Se notaba algo distante con el chico castaño. Benny pudo notar que los años cambiaban a las personas, pero siempre quedaba algo.
—¿Contaste los días para que saliera? —tenía una expresión de tristeza.
—Cuatro mil trescientos ochenta o algo más, perdí la cuenta en este año —lo dijo con pena.
—Carol, yo no tuve elección —esperaba que lo entendiera.
—No, no me digas eso. Sí la tuviste —le respondió con una mirada algo decepcionada.
Ambos se miraron con una impotencia de querer hablar más de lo que quisieran, sin embargo, tenían asuntos que atender.
—Señorita Carol, su esposo la está esperando —fue lo que dijo un hombre vestido de chófer.
El chico de rizos se quedó con una sensación de que algo no andaba bien, Carol se dio cuenta que el hombre no debió haber dicho eso. Ahora la mirada de ellos era de mucha tristeza.
—¡Benny!
Chandler lo llamó con algo de fastidio, se estaba retrasando para hablar de negocios con esos nuevos amigos.
—Pasaron muchas cosas cuando te fuiste… me casé con Hugh, ¿lo recuerdas?
—Creo que era el hijo del hombre que abastecía de telas a todos los negocios de costura, y también en los que trabajaste, ¿no es así?
—Así… es —trató de poner buena cara—. Tengo mi propio negocio… si quieres puedes visitarme… a veces me quedo hasta tarde.
—Desde luego que sí —trató de quitar su rostro de tristeza.
El hombre la llamó de nuevo, Carol antes de dar media vuelta e irse miró al chico.
—Me alegro que hayas vuelto —se fue dándole una de esas sonrisas que le regaló cuando él la espiaba.
Chandler lo llamó una vez más con fastidio y sí tuvo efecto. Benny estaba algo confundido y sorprendido, era mucho para asimilar. Ahora solo tenía que conocer a los socios de sus amigos.
IV
Los cinco se dieron cuenta que muchas personas estaban esperándolos en ese lugar, pero solo debían hablar con dos porque los demás solo eran la seguridad de ellos.
Chandler se acercó a la mesa donde estaban dos tipos y tomó una silla para sentarse cerca a ellos. Los demás hicieron lo mismo.
—Quiero presentarles a nuestro amigo Benny —miró al castaño—. Ben ellos son Bolhofner y Huggins.
—¿Qué tal? —dijeron ambos.
Todos se miraron a los rostros por unos segundos, pareciera que hubiera tensión en ese lugar. Daba la impresión que la presencia de algunos allí no era del agrado de los matones, hasta de los mismos jefes.
—Así que… ¿ellos fueron los que acabaron con Packowski? —dijo Huggins.
—Exacto, son perfectos para cualquier tarea que se les pida —respondió Bolhofner.
—Pero eso fue hace mucho, y fue en realidad por el valor de una sola persona —Chandler miraba a Benny con una sonrisa cómplice.
Los jefes se dieron cuenta que esos jóvenes tenían una mirada de confianza. Huggins era el que necesitaba un favor.
—Lo que les pediré hasta un crío lo puede hacer.
—Y si lo puede hacer un crío, ¿por qué viene a nosotros? —respondió Benny.
Bolhofner notó cierta molestia por parte de los muchachos, excepto por Chandler que se sentía algo incómodo.
—No es eso, solo quiere decir que es demasiado fácil.
—Lo que quiero que hagan es muy sencillo —bebió un sorbo de su copa de vino—. Quiero que les roben diamantes a unos judíos banqueros antes de que lo envíen a Ámsterdam.
Eso agradó a los chicos, no parecía algo del otro mundo, pero aún no acababa el pedido.
—Esos judíos lo tienen guardado en un lugar muy seguro, es por eso que una mujer conocida los ayudará —Huggins notó cierta confusión en sus rostros—. Es una de las mejores mujeres que han pasado por mi cama, y ella me dio el dato de los diamantes. Será su cómplice, solo asegúrense de no dejar cabos sueltos, eso sería todo —se iba a levantar para retirarse, pero luego se sentó de golpe—. Una cosa más, portaos bien con la chica —lo dijo muy amenazante señalando a los cinco con su dedo.
Huggins se levantó primero que Bolhofner y procedió a salir con los matones. El judío Bolhofner se quedó para decirle algunas cosas a Chandler.
Benny estaba riendo con Grant por poner incómodo a ese tipo, los demás solo se limitaban a escucharlos a los dos amigos. El chico de rizos tendría que ponerse al día en un corto tiempo.
V
Tocaron la puerta en donde se contaba el dinero y se resguardaba. Una chica de cabello castaño abrió la pequeña abertura de la puerta que daba al rostro. Era uno de sus jefes, procedió a abrir.
La sorpresa que se dieron la chica y los demás contadores con los jefes fue que el tipo venía acompañado de cinco chicos que lo tenían amenazado con un revólver.
Grant y los demás tenían unos pañuelos negros que les dejaban al descubierto sus ojos.
Liam y Rocky procedieron a evitar que tocaran alarmas los jefes, solo tuvieron que golpearlos con los que sea.
Grant y Chandler entraron a una oficina con dos de los jefes para que les dijeran donde estaba la caja y la combinación. Los dueños de ese banco habían acordado en dividirse la tarea de resguardar la caja fuerte, uno tenía la combinación de la caja y el otro la combinación para llegar a la caja.
Benny tenía controlada a la chica con sus brazos, pero la chica trataba de actuar con brusquedad para no dejar algún cabo suelto.
—Vamos golpéame —le dijo al oído para luego gritar—. ¡Suéltame!
—¡¿Qué?!
—Que me golpees —hacía lo mismo—. ¡No me lastimes!
—Haz lo que te dice —le respondió Liam que resguardaba la puerta principal.
Benny la tomó con fuerza y la llevó a la que era su oficina de la chica, la sometió contra su escritorio.
La mitad superior de su cuerpo estaba sobre el escritorio, tenía la marca de un bofetón en su mejilla izquierda. Entonces se da cuenta que el chico le levanta la falda y se baja sus pantalones.
—¡¿Qué haces?! —sintió que el chico la embestía con rudeza.
El chico necesitaba desfogar los años encerrado en la prisión con algo y la mujer fue la mejor solución. También porque ayudaba en que no la culparan.
Mientras la mujer gemía de placer, Grant y Chandler lograron hacer que los hombres abrieran ese compartimiento y la caja que estaba en un estante de metal.
Sacaron una caja mediana donde había un pequeño saco negro con muchos diamantes.
—Tenemos lo que necesitamos, vámonos —ordenó Grant.
Todos se preparaban para salir, en ese momento Chandler entra para darle el aviso a Benny y lo ve en plena exhibición de lujuria.
—Termina y vámonos —lo dijo con un tono burlón.
—Ya… acabé —dejó de mover sus caderas y se subió el pantalón.
La mujer se quedó con espasmos y sin poder pararse ahí mismo. Se notaba muy agitada y con enojo por que la dejaron muy rápido.
VI
Eran las nueve de la mañana, el día estaba muy nublado. Un coche iba hacia la parte trasera de una fábrica que quedaba cerca a la frontera con Canadá.
Los esperaba Huggins con sus matones en un coche para recibir el encargo que se les solicitó. Antes de que fueran nueve y un minuto ya estaban arribando los chicos.
Se estacionaron a una distancia no tan cercana, solo Rocky bajó del coche para hacer la entrega de los diamantes.
—Aquí están.
—Muy bien —Huggins comenzó a inspeccionarlos y le habló a uno de sus hombres—. Dale la paga.
Rocky la recibió y se quedó hasta que todo estuviera conforme. Se notaba algo ansioso por como observaba su entorno.
—Muy bien, todo está listo.
—¡Estupendo! —le respondió Rocky.
—Ya puedes irte.
—No, aún no —sacó una pistola y le disparó a Huggins.
El coche donde estaban Liam y los demás se aparcó más cerca, Rocky solo se tiró al suelo para no recibir esa lluvia de balas con las que llenaron el coche de Huggins.
—¡Que no escape! —ordenó Grant.
Solo un hombre salió de allí, pero no llegaría lejos porque estaba lastimado y Liam junto a Benny lo iban persiguiendo con un revólver cada uno.
Lograron darle el alcance dentro de una fábrica de almohadas, lo mataron donde se dejaba el relleno de almohadas.
Los dos regresaron y se fueron de allí antes de que alguien los vea. Se podía notar molestia en el rostro de Benny, pero sobre todo en el de Liam.
—Bolhofner nos pidió que lo hiciéramos —dijo Grant.
—¿Por qué no lo dijiste? —preguntó Benny.
—Porque no iban a aceptarlo —respondió Chandler con algo de enojo.
—Exacto, y es mejor —agregó Liam.
Liam detuvo el coche y miró a Chandler que estaba en el asiento de copiloto.
—Bolhofner ahora nos mandó a deshacernos de Huggins, otro día me pedirá que me deshaga de ti, ¿te parece bien? Porque a mí no. —lo decía muy serio.
—Era mejor cuando decías que no te gustaban los jefes, Chandler —añadió Benny de la misma manera.
Rocky, Grant y Chandler se sintieron mal por lo que decían sus compañeros. Quizás se estaban excediendo con el sindicato de mafiosos.
—T-Tienes razón, y tienen razón… creo que no es lo correcto —respondió Grant algo apenado.
—Creo que deberíamos darnos un chapuzón en el río —agregó Chandler.
Liam encendió de nuevo el auto y aceleró para ir a la orilla. Todos ya se notaban más tranquilos. Pero se dieron cuenta que Liam se desvió del camino y se dirigía a uno de los muelles.
—¿Qué haces? —Liam no le respondió— Eres un hijo de p… —Chandler no dijo nada más porque el auto cayó en el agua.
Todos comenzaron a reír por la locura de Liam, salieron como pudieron antes de que el coche se hundiera del todo. Parecía que todo volvería a ser como antes, solo ellos cinco. Pareciera…
