Una vez el gato le perteneció a un niño bajito.

El gato odiaba a los niños.

El niño lo cargaba sobre su espalda y le compartía de sus propios dulces.

Cuando el niño dormía se aferraba estrechamente al gato.

Un día el gato fue aplastado y sofocado debajo del cuerpo del niño y murió.

El chico tomó el cuerpo sin vida del gato y lloró todo el día.

Posteriormente fue enterrado bajo un árbol en el jardín.

El niño pasó todo aquel día llorando.

Mangelito

Secundaria.

El pequeño niño pelinaranja se sentía horrible pues él le había quitado la vida a un bello ser que no tenía culpa de nada.

Desde ese dia Lolito dejo de ir a la escuela a espalda de sus padres ya que no quería preocuparlos.

Se levantaba todos los días a las 6:30 se bañaba y cambiaba con rapidez.

A las 6:35 su madre una bella mujer de cabello castaño y mirada dulce, ya le tenía el desayuno preparado y servido en la mesa.

A las 6:45 era la hora en la que se subía al auto para ser llevado al colegio, ya frente a éste, se despedía de su madre con tierno y dulce beso en la mejilla, bajaba del auto. La mujer antes de irse le decía un maternal "te amo".

Y una vez que ya no era capaz de divisar el auto, Lolito sujetaba firmemente su mochila y emprendía un rumbo completamente diferente...

A las 7:00 iba a la panadería, no a la que su familia normalmente frecuentaba ya que no quería ser reconocido, pues sabía perfectamente que las personas al verle paseando por esas horas de la mañana y más aún estando el solo, se lo dirían a sus padres y si bien lo harían con la mejor de las intenciones... el chico prefería no llegar a eso.

Por lo que evitaba ciertos lugares.

A las 7:30 esperaba a que el cibercafé abriera sus puertas para así entrar y pasar el resto de su día ahí.

Una vez daban las 12:30 salía del lugar y a paso tranquilo volvía a la escuela.

A la 1:00 su madre y en algunas ocasiones su padre un hombre pelinaranja, lo recogían y lo llevaban a casa nuevamente. Subía a su habitación y hablaba con sus amigos un rato por Discort.

Gracias a ellos era que podía seguir al corriente con sus tareas u/o trabajos ya que ellos sin problema alguno le explicaban las lecciones del día. Una vez que terminaba sus deberes los guardaba cuidadosamente dentro de su mochila.

Ya mañana se los daria a Fargan y Alexby para que estos se lo entregaran al profesor.

Si, esta era su rutina de todos los días, puede parecer algo peligrosa e incluso exagerada pero la pérdida de su amado gato realmente le había afectado y más aún cuando el fue quien lo provocó.

Y sus amigos... todos amaban también a su mascota y sabia que no podría soportar el decirles que había muerto. Sabia que lo consolarian pero cuando se enteraran de que el fue quien lo mato estos le darían la espalda y lo verían con asco.

El lo aceptaría a su tiempo... puesto que eso es lo que era, un monstruo.

Un día una nueva familia se mudó al lado de su casa y para su sorpresa ellos tenían un hijo, esto en otra ocasión le hubiera hecho mucha ilusión pero ahora no, ya que seguramente ellos lo inscribirán al mismo colegio al que el iba y si por alguna razón el quedaba en su mismo salón todo se le vendría abajo.

¿Y si el chico era un bocazas?

¿Y si le contaría a sus padres sobre su ausencia en el colegio?, ¿Y si estos preocupados se lo decian a los suyos?

Sus padres tomarían cartas en el asunto y lo obligarían a asistir a clases y aún no se sentía preparado... aún se sentía incapaz de hacer frente a eso.

Solo necesitaba más tiempo.

Por lo que el Lolito armo un plan, el cuál consistía en hacerse amigo de aquel niño y así pedirle que no dijera ni hiciera nada al respecto.

Y si bien este no le funcionaba... pues ya se le ocurriría algo.

Entonces con la mirada busco aquel castaño.

Estuvo aproximadamente unos 10 minutos así... parecía no haber rastro del chico o eso pensó hasta que por fin lo vio.

El castaño estaba al otro lado de la carretera sentado bajo la sombra de un gran árbol.

Lolito tuvo cuidado de no ser visto, cuando se encontraba lo suficientemente cerca fue que se dio cuenta que este nisiquiera lo había notado. Al ver atraves de los lentes del chico se percató que este tenía los ojos cerrados... como si estuviera profundamente dormido.

Solto un suspiro de alivio.

El pelinaranja en silencio acercó su rostros al de el, lo miro detalladamente, tenía unas pestañas muy bonitas no tan largas como las de el pero eso no le quitaba lo atractivo, su nariz también era bastante mona y sus labios... por alguna razón que aún no entendía sentía la necesidad de unirlos con los suyos.

Empezó a acercarse poco a poco, sentía la respiración de este y percibía un suave y dulce olor a chocolate, probablemente había comido alguno con anterioridad.

Cuando estuvo a escasos centímetros, él castaño despertó.

Pero ninguno se movió de su sitio, el niño solo se preguntaba que era lo que estaba haciendo aquel pelinaranja, mientras que Lolito dudaba en si continuar o no.

Lo más lógico sería que Lolito hubiera parado pero... no fue así.

El ver al castaño despierto, solo provocó que sus ganas de querer besarlo crecieran aún más. Así que de un momento a otro lo hizo.

Mangel estaba sorprendido ya que sus padres le habían platicado que estas cosas las hacían las personas que se amaban o querían mucho... pero a este chico no lo conocía de nada.

Aún así, aquella inocente y tierna acción le hizo amarlo al momento.

Lolito por fin se separó del chico, y cuando lo miro se topo con la escena más hermosa que sus ojos hayan visto a su tan corta edad. El chico estaba sonrojado, con los labios entre abiertos y con un maravilloso brillo en los ojos- Hola, soy Lolito.

Yo soy Mangel -le contesto el chico- y... sere tu futuro esposo. -declaro.

No bromeaba... parecía ser que se había enamorado a primera vista de aquel niño de cabellos naranjas. Algunos pensarán que solo era un amor de niños.

Para Mangel fue más que eso.

¿Mi futuro qué? -repitio el chico- ¿que es un esposo?

Oh... bueno -Mangel se rasco nerviosamente la mejilla- es un término que se le da a una persona que te gusta y quieres en el sentido romántico... -Lolito parecía no entenderlo aún- y... siempre quieres estar con él o ella... por lo que decides unir tu vida con la de esa persona -finalizo el castaño.

Ya veo... entonces si, si quiero ser tu esposo Mangel -le contesto aquel pequeño de manera inocente- pero...¿qué hacen los esposo?

Bueno -el castaño lo pensó un momento- hacen cosas como lo que acabas de hacer.

¿Se besan? -pregunto Lolito y Mangel asintio- ¿y que más?

Preparatoria.

También se despiertan con palabras lindas -le contesto Mangel.

Ya no era aquel pequeño niño asustadizo y reservado, ahora era un chico bastante alto, atlético y muy guapo.

M... ¿y tu me despertarás con palabras lindas? -le pregunto Lolito, quien no se había quedado atrás. También había crecido aún que no tanto como el castaño, pero igual era atlético y como muchas chicas lo describían, el era sexy.

Por supuesto que sí -acto seguido tomo la mano del chico y la beso- porque te amo Lolo.

Y yo a ti Mahe -le respondió el chico bastante sonrojado.

Esas conversaciones eran de todos los días desde que ellos se conocieron.

Y después de que Mangel le dijera que sería su futuro esposo Lolito jamás se volvió a separar de él. Tenían las mismas clases, se sentaban juntos, comían juntos y se iban a casa o a cualquier lado juntos.

Eran una pareja bellísima.

También Mangel en el pasado convenció a Lolito de que este volviera a la escuela y aún que al principio este se negó, al final acepto. Se aseguró de estar presente cuando el pelinaranja por fin se sinceró con sus amigos, le dolió tanto el verlo con lágrimas en los ojos, sentía que en cualquier momento el corazón se le iba a romper.

Pero gracias a eso se dio cuenta de que Lolito realmente tenía personas maravillosas a su lado, ninguno lo juzgó o le dijo palabras hirientes. Al contrario todos lo abrazaron y le dijeron que había sido un accidente y que no era culpa suya.

Eso calmo el interior de Mangel aún que también se creó en el un nuevo y feo sentimiento.

Los celos.

Si, se había vuelto bastante celoso con su Lolo, aun que no lo aparentaba la mayoría de las veces, pero habia ocasiones en las que era inevitable ya que siempre estaban las personas que al parecer no apreciaban bastante sus vidas porque se acercaban de más a su futuro prometido y para el con eso era una razón más suficiente para amenazarles, no con palabras si no más bien con su mirada.

El pensamiento de todas y cada una de esas personas que tenían la desgracia de recibirla, siempre era el mismo.

"Si las miradas matarán este chico ya me hubiera apuñalado 20 veces".

Se llegó incluso a meter en peleas también por esto mismo.

Porque tanto existían las personas que no respetaban el espacio personal de su amado como los que soltaban asquerosos "piropos" a su persona, daba gracias a que su Lolito no le prestara atención a nadie más que no fuera a él.

Y vaya que le gustaría hacer lo mismo pero tampoco podía dejar pasar eso. Así que a escondidas de su Lolo iba y retaba a los chicos.

Siempre salía victorioso en sus peleas, si acaso llegaba a recibir pequeños roces pero estos nunca pasaban de ahí. Una vez terminaba, él les advertía que si se atrevían a siquiera ver no solo a su Lolo si no también a su persona volvería y los mataría a puñetazos.

La mayoría aceptaba, otros no entendían del todo la lección y algunos incluso le acusaban. Pero al ser él un estudiante tan ejemplar y educado esas acusaciones jamás eran escuchadas.

Y, ¿te puedo llevar el desayuno a la cama? -dijo Lolo.

Claro que sí -le sonrio- solo si tu dejas que yo lo haga también.

¡Claro! -le contesto sonriente.

Sin duda alguna amaba esa sonrisa.

Amaba esos ojos.

Amaba ese cabello.

Lo amaba a él... a su niña.

¡Mangel! -ambos voltearon ante ese llamado proveniente de una voz tan chillona e irritante.

Sus miradas se toparon con la imagen de una chica, quién parecía haber corrido un maratón- esto... ¡ten! -ella le extendió un sobre.

Eso claramente lo viera por donde lo viese se trataba de una carta de amor. Ambos chicos se le quedaron viendo por unos minutos más hasta que el mayor decidió hablar.

No lo acepto -dijo Mangel de manera seria e indiferente.

la chica se sobresaltó con sus palabras- p pero aún no sabes que dice -lo dijo con un nudo un su garganta.

No hace falta -contesto Lolo- El sobre rosa, la estampilla en forma de corazón que lleva y el leve aroma a perfume que le colocaste -el pelinaranja dio un paso hacía tras ya que para su gusto ese olor era bastante desagradable- tendríamos que ser ciegos o muy estúpidos para no darnos cuenta de que eso -señalo el sobre- es una carta de amor.

Mangel tenía ganas de reírse de la pobre chica, ya que su cara se había transformado completamente con cada palabra que decía su niña. Sobre lo ridículamente obvia que había sido.

Por eso mismo, se que se trata de una carta de amor -hablo otra vez Mangel- es que no puedo aceptarla. Ya que yo ya tengo a alguien especial en mi vida.

Acto seguido levantó la mano que tenía entrelazado con la de Lolito, para después besar nuevamente esta.

La chica se sintió avergonzada ya que apenas se dio cuenta de cómo todos la venían, algunos con lástima y otros con burla. Ella salió corriendo de ahí con lágrimas en los ojos, pensó que alguien la seguiría pero no fue así.

Maldita zorra -dijo Lolito en voz baja.

¿Dijiste algo Lolo? -pregunto el castaño ya que creyó haberlo escuchado hablar.

Que va -dijo alegre- no dije nada Mahe -se pegó aún más a su novio- Mahe recordé que tengo que entregar algo en la sala de profesores, ¿podrías esperarme afuera... en la entrada? -lo miro con ojitos de amor- prometo no tardar.

Mangel lo pensó por un momento pero al final acepto- esta bien mi niña yo te espero.

Gracias mi niña, eres el mejor -dijo Lolo para después darle un pequeño y rápido beso al castaño- no tardo.

El chico vio como su amado se alejaba poco a poco, espero cinco segundos y entonces le empezó a seguir.

No era que no confiara en el claro que no, sabía que su Lolo era incapaz de engañarlo. Lo que hacía más bien era cuidarlo. Sabia que su Lolo le había hecho una pequeña mentira.

El sabia que no tenía ningún asunto pendiente en la sala de profesores, si no más bien en otro sitio.

Te conozco tan bien mi niña -dijo Mahe en voz baja.

Se dio cuenta de que se dirigía a la azotea de la escuela, lugar que estaba prohibido para los estudiantes, pero tiempo atrás de alguna manera unos cuantos chicos se habían hecho con copias de la llave de ese lugar, entre ellos su Lolo.

Le vio subir.

Pero no utilizó su llave ya que al parecer la puerta ya se encontraba abierta.

Lolito entró sin más ahí, al igual que Mangel solo que este con un poco más de sigilo. Daba gracias que ahí se encontraran unas cuantas cajas, eso le ayudó bastante para esconderse. Siguió mirando a su niña, pero se dio cuenta que no estaban solos, si no que también estaba la chica que hace nada había rechazado.

Sabia que estarías aquí maldita zorra -dijo Lolito mientras la veía una sonrisa burlona.

¿Que es lo que quieres? -dijo la chica entre llanto.

No mucho -una pequeña risa salió de sus labios- solo dejarte una cosa bien en clara -acto seguido Lolito arrinconó a la chica con su pierna- Mahe es solo ¡MIO!, ¿lo entiendes pequeña perra?

El castaño ya sabía sobre esta clase de doble personalidad que habia desarrollado su Lolo y aún que para los que tenían la desgracia de despertarla era aterradora para él era sumamente sexy.

Y es que el también poseía una.

S si lo entiendo -dijo la chica con lagrimas en los ojos, pues aquel chico realmente le aterraba.

Muy bien más te vale... -dijo Lolito retirando su pierna- ahora desaparece de mi vista, si no quieres que te rompa las piernas.

La chica no se lo pensó dos veces y se paró como pudo tropezando una que otra vez, salió corriendo de aquel lugar.

Mangel estaba extasiado, ya antes había visto ese comportamiento en su niña pero siempre era un deleite para este el volverlo a ver. Salio de su escondite y se acercó lentamente a su Lolo, colocó sus brazos alrededor del pelinaranja, para así abrazarlo de manera protectora.

Hay mi niña -dijo Lolito- porque esas zorras no entienden que solo eres mío.

No lo se mi niña -dijo Mangel y empezó a besar el cuello de Lolito lentamente- yo tampoco entiendo como es que los demás no comprenden que solo eres mío.

Lolito disfrutaba del pequeño placer que el chico le daba.

Entonces se le ocurrió una idea.

Mahe -este paro su acción y le miro- Muerdeme...

A la mañana siguiente todos los miraban asombrados y es que no era para menos ya que el cuello de Lolito como el de Mangel estaban llenos de chupetes y mordidas que estos mismos se habían hecho el uno al otro.

Desde ese día tanto Mangel como Lolito dejaron bien en claro a quienes pertenecían no solo sus cuerpos si lo también sus corazones.

Años después.

Era oficial.

Pensó Lolito después de ver por milésima vez aquel hermoso anillo dorado en su dedo, junto con las fotografías de su boda con su niña.

Ahora ya estaban casados realmente, se sentía tan feliz y dichoso por que una persona tan buena como lo era Mahe decidiera unir su vida con la de el.

Y más aún sabiendo sobre su otra personalidad aún con todo eso Mangel lo acepto.

Mami -escucho como la voz de su pequeño lo llamaba- ¿cuando volverá papi?

Lolito miro con amor a su hijo Mangito.

Tenia el cabello de color anaranjado y sus ojos también los había heredado de él, pero fuera de eso era igual a su Mahe cuando pequeño.

Dejo el álbum de fotos a un lado y cargo a su hijo. El niño de inmediato se acurrucado entre los brazos de su madre.

Volverá pronto mi pequeño -le dijo mientras le acariciaba la espalda- solo se paciente -el niño solo asintió. Los dos se quedaron toda la noche ahí esperando a que su esposo/padre llegara, hubo un punto en que el sueño los venció ah ambos y quedaron profundamente dormidos.

Mangel llego poco después a su hogar, maldiciendo en voz baja a su compañero por haber hecho que se quedara más tiempo de lo debido en la oficina.

Todo por sus malditas estupideces.

Cuando entró noto que las luces estaban encendidas.

Hay mi niña -dijo en voz baja.

Creyendo que este de nuevo lo había esperado despierto hasta que el llegara, pero cuando entro en la sala fue grande su sorpresa de no solo ver a un pelinaranja en ella si no a dos. Su hijo también lo había estado esperando.

Se acercó lentamente a ellos dos, beso la frente de su pequeño y después los labios de su pareja. Lolito abrió levemente los ojos y sonrio al ver a su esposo ahí.

Estoy en casa -dijo Mangel con una sonrisa.

Bienvenido -contesto Lolito devolviendole el gesto, así como también aquel beso.

Fin.