-Esta no es la primera vez que hago esto-
Habló sobre ella, mirándola a los ojos, mientras hacia un gesto extraño al escucharlo.
-¿Hacer qué?-
Cuestionó con cuidado, él podía salir con cualquier estupidez, en un segundo.
-Estar con una mujer-
Se petrificó, el encuentro había estado más que bien, muy satisfactorio para ambos, ¿Por qué le decía una cosa como esa? Ella había estado con hombres antes, no era una novata en el tema y según comprobó, él tampoco. No entendía bajo que contexto le decía eso.
-Gojo...- titubeó -¿Qué edad tienes?-
-Cumpliré 18 en diciembre de este año-
Sus ojos casi salen de sus orbitas, no podía creer lo acababa de oír, pero eso respondía su incógnita.
-¿Por qué tienes esa cara?- besó sus labios al aferrarle el mentón con una mano -Tenemos la misma edad-
-No...- negó, consternada -Tengo 19 desde febrero y ahora, soy una corruptora de menores-
Rió, pero era cierto. No podían llegar más allá, podía ir presa por eso o quizás no, el mundo de la hechicería era muy extraño.
-¿En serio?- ahora el sorprendido, era él -Pero tendrías que haberte graduado o estar en el último año- asintió de acuerdo -¿Qué hacés con nosotros?-
-Pues...- miró sus manos -No he encontrado la escuela de magia adecuada para mí, alrededor del mundo y mi formación, en esa área, se atrasó bastante- le enseñó sus palmas -Esto debería darte una idea de algo- midieron sus manos y las de él, eran enormes -Nadie puede ayudarme a controlarlo-
-Si, ahora lo entiendo- entrelazó sus dedos -Pero nunca imaginé que serías mayor que yo, no lo aparentas para nada-
-Tendrías que haberlo supuesto, Gaia está en la universidad y este es su segundo año-
-Si, claro, tienes un buen punto- guardaron silencio un momento -¿Y ahora qué?- lo rompió -¿Qué pasará entre nosotros a partir de ahora?-
-No sé, ¿Tú qué quieres?-
Le apartó el cabello del rostro con la punta de los dedos, para ver esos hermosos ojos que tenía.
-Yo te quiero a ti- confesó.
-Eso no es posible- respondió, seriamente -No es posible, Gojo-
-¿Por qué?- le había pisoteado el alma -¿Qué haces aquí, entonces?- reclamó, apuntando alrededor.
-Eso también me lo pregunto yo- miró la marca que adornaba su mano -Tengo miedo de que seas mi amor errado- levantó su mirada.
-¿Amor errado?- miró la palma de su mano con extrañeza, cuando se la enseñó -¿Una cruz?-
-Es un maldición que me persigue desde antes de nacer- explicó -Mi madre deshonró a su pueblo y a su gente, al fugarse con un gachó- miró al vacío y oscuridad de esa habitación -Y ellos la maldijeron, pero en realidad, maldijeron a su hijo primero- apretó su labios -O sea, a mí-
Su semblante era lúgubre. Ella nació una hora antes que su hermana, marcando su trágico camino.
-El amor y el dolor, marcarán su destino, gitana- tragó con dificultad -La marca del amor errado, será su fin-
-¿Sabes qué?- juntó sus frentes y la miró a los ojos, hipnotizándola -No me importa, soy más fuerte-
No le importaba nada más en ese mundo, que estar con ella y así lo haría, aunque su vida se fuera en ello.
-¡Ja!- exclamó, incorporándose -¡Te gané de nuevo!-
Se encontraban jugando videojuegos.
-¡Esto es irrelevante!- movía el mando en su mano, de un lado a otro -¡No se puede ser tan atractiva y jugar tan bien a los videojuegos!-
Ella rió volviendo a lugar y aparentando un botón, haciendo estallar la cabeza de su contrincante con una granada.
-¿De verdad creés que soy atractiva?-
La lucha era épica dentro de ese juego.
-¿Acaso no tienes espejos?- apretaba sus dientes y hacia gestos, mirando la pantalla -Eres lo más hermoso que he visto en mi vida- declaró, sin importarle nada -Sino fuera el heredero del clan Zenin, te juro que me casaría contigo y te haría unos lindos bebés-
No sabía lo que decía por la adrenalina del juego y ella, lo pausó al escucharlo.
-¿Qué dijiste?- pidió que repitiera -¿Eres el heredero de un clan?- asintió -Eso es algo...- eligió cada palabra antes de soltarla -Terrible-
-Si, mi vida está muy limitada en ciertos aspectos- dejó el mando a un lado -Tuve que cambiar mi apellido para ingresar a la universidad, por el de mi madre, ya que mi padre, creía que era una deshonra al clan como futuro jefe del mismo-
-Es horrible- lo miró a la cara, frunciendo su entrecejo -O sea que, tu padre no está de acuerdo con que seas médico- aseguró.
-Si, está de acuerdo, siempre y cuando, no lleve el apellido del clan- se relajó en su sitió, cargándola y sentándola a horcadas sobre su regazo -Mi madre lo amenazó y él le tiene terror, así que, estudio medicina gracias a ella- desprendió los primeros botones de la camisa que ella llevaba puesta -Pero me imagino que, eso se siente, cuando amas a alguien con adoración y locura-
-Es extraño que lo digas y me cuesta creerlo, las personas aquí, son muy frías- él besaba su esternón, escuchándola -Mantienen la distancia y el respeto, aunque estén en una relación, bueno, tú eres la excepción, obviamente- divagó, mientras le bajaba la camisa, de a poco y entre besos -Mi hermana y yo, vivimos algunos años en América del Sur y allí las personas, son muy cálidas-
-¿De verdad?- asintió -Me gustaría ver eso, nunca he visto que las personas se demuestren afecto en público-
-Si, fue una experiencia de locos- se cubrió, ya que él estaba muy intenso -Pero muy gratificante, volvería si tuviera la oportunidad-
-¿Me llevas contigo?- rogó, levantándola sobre su cabeza con ambas manos.
-Por supuesto que no, yo no salgo con herederos de clanes- la bajó al suelo, ofendido, dejándola de pie -Bueno, ya es muy tarde y me voy a dormir, ¿Vienes?- ofreció su mano.
-Juh, como si pudiera dormir teniéndote así- metió una mano bajo su camisa, tocándola -No sabés el animal que despiertas en mí- levantó uno de sus largos rizos, acercándolo a su nariz -Tu olor me vuelve loco- inspiró profundo -Jazmines, lirios y tierra mojada- murmuró con la voz ronca.
-Eres muy perturbador- caminaron de la mano hacia la habitación -Y deja de tocarme el trasero, por favor-
-Nunca- sonrió a sus espaldas, perversamente.
-¡Satoru! ¡Ya es hora de...!- se paralizó en la puerta de esa habitación.
-¡Lárgate de aquí!-
Ordenó en un susurro, apuntando a la salida y de pie junto a la cama, mirando a esa belleza dormir, con solo un par de pantalones puestos y su cuerpo aún mojado por una ducha reciente.
-¡Esto es una escuela! ¿¡Cómo se les ocurre hacer algo como eso!?- reclamó con una mano extendida, en el mismo tono y él, lo fulminó con la mirada -¡Bien! ¡Te espero afuera!- caminó a grandes zancadas hacia la salida.
-Ey...- susurró, hincándose de cuclillas delante de ella -Despierta, hermosa...- acarició su rostro con una mano -Despierta- la besó despacio y disfrutando de su dulce aroma -Hola- saludó, cuando abrió sus ojos -Tengo que irme, pero no sin antes despedirme de ti- volvió a besarla -Te voy a extrañar, ¿Sabes?- ella sonrió, no le gustaba hablar por las mañanas -En dos o tres días, volveré, ¿Sí?- asintió -Bien...- se quedó allí, unos minutos más, contemplándola -¡No quiero irme!- descansó su rostro sobre la mejilla de ella, negándose a incorporarse -¡No puedo irme después de lo de anoche!- la abrazó con posesión -Bueno, basta...- se separó, lentamente -Me voy- la besó en todo el rostro -Adiós- suspiró rendido, caminando hacia la puerta.
-Adiós-
Alcanzó a oír, antes de salir con una enorme sonrisa de esa habitación.
-Esa mujer es peligrosa- escuchó la voz de su amigo, al cruzar la puerta de salida -Y lo sabes, Satoru- caminó a su lado -Parece que las palabras del maestro Yaga, no entraron en tu mente todavía-
-No me importa- respondió cortante, colocándose sus lentes -Ella es mía y nadie la va a lastimar u obligar a hacer algo que no quiera, mientras yo esté cerca-
-¿Acaso no escuchaste lo que nos dijo el profesor hace unos días?- lo detuvo de un brazo -Está aquí para protegerse, porque los Zenin van tras ella y tú, lo primero que haces, es romper con todas las reglas establecidas, metiéndola a tu cama-
-No voy a permitir que la obliguen a casarse con Kylar, por el simple hecho de ser una hechicera pura- el sólo pensarlo, le provocaba nauseas -Su padre es un cobarde que no sabe protegerla, eso es lo que es-
-Secuestraron a su esposa cuando llegaron al país y amenazaron con matarla, sino realizaba ese trató con ellos- su amigo estaba furico -¿Qué harías tú en su lugar?-
-Los mataría- aseguró, bajando esas interminables escaleras que conducían a la salida de la escuela -Como lo haré si le ponen una mano encima-
Finalizó la conversación, no había más nada que hablar o que decir, tenían una misión que cumplir.
Sus gritos podían oírse desde el pasillo. Había perdido el juicio y los cabales, cuando el propio decano de la universidad, aseguró que no podía hacer nada, con respecto al trato que ella recibía de los profesores.
-Espere a mi abogado antes de que termine el día- escuchó, cuando la puerta fue abierta golpe, asustándola -Esto es discriminación, un claro ejemplo de xenofobia y no lo voy a permitir- amenazó -Buenos días-
La vio allí, sentada en una de las sillas de espera y sonrió, rodeándola con un brazo sobre sus hombros, encaminándola al campus.
-No sabe la demanda que le espera a ese desgraciado- inclinó la cabeza, cuando lo saludaron al pasar.
-Creo que estás exagerando- su semblante era mucho mejor que el día anterior -Sólo están haciéndome pagar el lugar y el derecho de estar sentada aquí- mordió su meñique, nerviosa -No tendrías que haber hecho tanto escándalo por eso-
Se detuvieron y él, colocó ambas manos sobre sus hombros, inclinándose a su altura.
-Escúchame bien...-
Le apartó un rizo detrás de la oreja izquierda, no había notado que, tenía dos piercing de argolla en la parte alta del pabellón auricular en color negro y los acarició con dos dedos.
-Mientras yo esté aquí y contigo...- miró más allá y detrás de ella, donde unos alumnos de su facultad los observaban -Nadie te hará llorar como no hiciste ayer o te humillará, nunca más, ¿Entiendes?- asintió, rápidamente -Jamás se los permitiré- besó su mejilla -Tú eres todo lo que está bien en este mundo y nadie te hará sentir mal por eso- sonrió -Al medio día paso por ti, así comenos algo, ¿Está bien?-
Le regaló un último beso, se alejó a trote e ingresó a su facultad, dejándola sola. Encaminó sus pies al edificio correspondiente, quitando el celular del bolsillo trasero de sus jeans y marcando un número.
-¿Dea, hermanita?- habló, cuando la atendió del otro lado -Por el momento, estás a salvo...- empujó la puerta delante de ella, exhalando con pesadez -Lo logré, se enamoró de mí-
Sus ojos cambiaron al decir aquello y se perdió entre los alumnos, conversando con ella. El primer paso estaba dado, salvaría a su hermana de su triste destino.
