Sus respiraciones estaban aceleradas y la temperatura corporal aumentaba con sus movimientos. Levi se encontraba montado sobre la entrepierna de su novio, otorgándole una vista que solo él era digno de apreciar. El pelinegro se mordía los labios con fuerza, intentando reprimir los jadeos que emergían de su garganta.

—No te contengas— dijo Erwin debajo de él— Quiero escucharte gemir.

—Cállate— dijo Levi cerrando los ojos sintiendo el potente miembro de Erwin expandirse dentro suyo— Mierda…

—¿Quieres que vaya más lento?

—No, más rápido.

El rubio aceleró el movimiento de sus caderas afirmando fuertemente sus manos en la cintura del pelinegro. Desde su posición, Levi lucia excitante. Su pálido rostro estaba teñido de un ligero carmín y sus ojos se entrecerraban al recibir la oleada de placer que le estaba ofreciendo. El cuerpo de su amante era tan hipnótico que lo haría correrse en cualquier momento.

—Eres un pervertido— dijo Levi entre jadeos.

—Igual que tú, mi querido prometido.

Esas palabras hicieron que todo su cuerpo se erizara, sintiendo que pronto estaría por acabar. Sus manos pequeñas buscaron las de Erwin para sujetarlas con ansiedad. Y así, fue como eyaculó encima del estómago del rubio sin ningún aviso. Unos minutos más tarde, Erwin también lo hizo.

Después del agitado encuentro, ambos se encontraban de espalda mirando el techo. Sus pechos subían y bajaban tratando de recobrar el aire perdido. Entonces, Levi dijo:

—Dilo de nuevo.

Los ojos azules de Erwin lo miraron ilusionado. Sobre todo, por la brillantez del anillo que se encontraba inserto en el dedo anular.

—Mi querido prometido— dijo Erwin tomando de manera gentil la mano del pelinegro, llevándola directo a sus labios— Mi amado futuro marido.

—Cursi— dijo Levi apoyándose del codo para mirar al rubio con más atención.

—Tú me pediste que lo hiciera.

—Y no me arrepiento.

—Tú también puedes ser cursi si te lo propones— dijo Erwin besando su mejilla— Me encanta cuando te pones así.

—Mi cursilería tiene tiempo limitado— dijo Levi embriagándose de los besos que Erwin repartía por su rostro— Sigo sin creer que vayamos a casarnos.

—Yo tampoco me lo creo. Siento que estos tres meses se pasaran volando.

Levi sonrió levemente al ver como los ojos de Erwin brillaban con emoción. Estaba 100% seguro de que su mente ya estaba imaginándose el importante evento que se avecinaba.

. . .

Los ojos cafés de Hange estaban más abiertos que nunca. Erwin se sentía observado, y no solamente por ella. Moblit lo hacía de la misma manera.

—¿Cómo es que te vas a casar? —preguntó Hange consternada.

—Sucedió muy de pronto.

—Ni siquiera me lo comentaste— dijo Hange tomando la silla más cercana para interrogar al rubio con preguntas— ¿Cuándo planeabas contarme que le ibas a proponer matrimonio a Levi? Si no hubiera sido por el anillo que le vi durante el desayuno jamás me habría dado cuenta.

—Yo no le propuse matrimonio a Levi, él lo hizo—dijo Erwin defendiéndose. La declaración hizo que Hange emitiera un gemido bien indigno—Además, te lo íbamos a contar en su debido tiempo.

—¿Acaso me lo iban a decir cuando repartieran las invitaciones?

—Estas exagerando, Hange— dijo Moblit dándole algunas palmaditas en el hombro.

—Mínimo espero ser la dama de honor.

—Eso lo tengo que pensar—comentó Erwin haciéndose de rogar.

—Eres cruel— dijo la castaña apoyándose en el respaldo de la silla— Asumo que me contaras todo con lujo y detalle ¿cierto? Agradece que no hay mucho que hacer.

Erwin asintió buscando la forma en como relatar todo desde un inicio. La pareja lo escuchó atentamente y cada cierto momento hacían preguntas.

—Sabía que ustedes eran tal para cual. Y me toma por sorpresa que haya sido Levi quien se haya arriesgado. Siempre imaginé que serias tú el que daría el primer paso.

—Levi puede ser muy autónomo si se lo propone— dijo Erwin sirviéndose un poco de café.

—¿No creen que sea algo apresurado? —preguntó Moblit—Digo, llevan apenas un año saliendo.

—No lo considero así—dijo Erwin con una sonrisa— De hecho, estoy ansioso de hacer todos los preparativos.

—Tres meses se pasarán volando. ¡Ay! Esto ya me llena de emoción.

Se quedaron conversando otros minutos más respecto a la boda. Erwin en todo momento les comentó que sería algo sencillo. De hecho, querían que fuera lo más tranquila y amena posible, considerando solo las personas más cercanas dentro de la festividad. Levi se lo había pedido así y Erwin como buen novio le había dado el gusto en ello.

Esa misma noche, Levi se encontraba en la cama esperando a que Erwin saliera del baño. En eso preguntó:

—¿Le comentaste a Hange respecto a lo nuestro? —preguntó sin quitar la vista del libro que estaba leyendo— Me costó quitármela de encima durante el almuerzo.

—Está un poco sentida por no haberle dicho que nos íbamos a casar.

—Se lo iba a decir de manera más privada— dijo Levi observando como el rubio ingresaba a la habitación con su pijama—Por alguna razón siempre se me adelanta.

—El anillo no pasó desapercibido— dijo Erwin corriendo las sabanas para acostarse al lado de Levi—Por cierto, ¿Te gustó?

—Por supuesto que si— dijo Levi mirándolo con mayor detalle— Sin embargo, no tenías porque comprarlo. Cuando te dije sobre el anillo estaba bromeando. Además, el de la propuesta fui yo.

—Quería hacerlo— dijo Erwin acomodándose para recostarse en el pecho del pelinegro.

—Tonto— dijo Levi dejando el libro en el velador y apagando las luces.

La pareja quedó en completa oscuridad, siendo iluminados únicamente por la luz de la luna. Levi llevó sus manos al cabello de Erwin. Se dio cuenta que acariciar sus cabellos era relajante y que, además, ayudaba a tranquilizar al rubio. Por otro lado, el otro se deleitaba de escuchar el lento palpitar del corazón del pelinegro.

—¿Qué quieres hacer mañana? — preguntó Levi jugueteando con los cabellos dorados.

—Nada en especial— dijo Erwin rozando sus dedos con el pecho de Levi de manera distraída— ¿Podemos quedarnos en casa? No tengo ánimos de hacer nada durante el fin de semana.

—¿Quieres holgazanear? —Preguntó, tomando el movimiento de la cabeza de Erwin de manera afirmativa—Estoy de acuerdo. Podríamos ver una película en la cama.

—Me parece un estupendo panorama—dijo Erwin completamente cómodo con los planes.

Al día siguiente, ambos se encontraban conformes con el clima. El día estaba nublado y helado, perfecto para estar todo el día acostados entre las sabanas mirando películas en Netflix. Las piernas traviesas de Erwin se encontraban enredadas con las de Levi, mientras que este miraba preocupado el mensaje que acaba de llegarle.

—¿Sucede algo? — preguntó Erwin ante el notable ceño fruncido que mostraba el pelinegro.

—Hange me acaba de escribir — comentó Levi mirando el mensaje de la pantalla — Pero no entiendo a lo que se refiere.

Le pasó el teléfono a Erwin quien tomó el aparato y leyó el breve mensaje.

Venganza.

—¿A qué se estará refiriendo? —preguntó Erwin con la misma duda que el pelinegro.

En eso, el timbre del departamento sonó cautivando la atención de la pareja.

—Yo me levantaré, de seguro Hange nos envió una bomba.

—No sé porque no me sorprendería— dijo Levi acomodándose entre la frazada—No te demores mucho, la saga de Harry Potter nos espera.

Erwin se puso una mano en la espalda y junto a sus pantuflas se encaminó hacia la puerta principal. Sin embargo, en cuanto abrió la puerta no vio ningún paquete en particular. Más bien a una mujer de cabello oscuro que lo miraba intrigada. Confundido, Erwin saludó:

—Hola, ¿La puedo ayudar en algo?

La mujer le sonrió y luego dijo:

—Espero no haberme equivocado de dirección. Estoy buscando a Levi.

—¿Y usted es?

—Su madre, Kuchel Ackerman.

—¡¿Su madre?!

—¡¿Mamá?! — preguntó sorprendido Levi quien estaba a unos pasos de la puerta—¿Qué demonios haces aquí?

—¿Esa es la manera de recibir a tu madre? —preguntó la mujer pasando por el espacio que dejo el rubio para que ingresara al departamento— Hijo ingrato, me entero de que te vas a casar, y ni siquiera es por ti.

—Puedo explicarlo si te calmas— dijo Levi tocándose la cien.

—Si no fuera por Hange, jamás me hubiera enterado de que te casarías. ¿Cuándo me lo ibas a decir? Se supone que soy la primera persona a que le deberías decírselo.

—Te lo iba a decir.

—Además necesito conocer a mi futuro yerno. ¿Dónde está? ¿Vive aquí?

Erwin enrojeció inmediatamente. Nunca esperó conocer a la madre de su futuro esposo de esta manera, ni mucho menos en pijama y con pantuflas de perro. Esta definitivamente era la peor primera impresión a su parecer.

—Esta justo detrás de ti— dijo Levi desviando la mirada—Mamá, él es Erwin.

La mujer se giró para observar cómo Erwin le dedicaba una sonrisa nerviosa y un saludo con la mano.

Si, definitivamente esta era la peor primera impresión.

. . .

El panorama de quedarse holgazaneando, viendo la saga de Harry Potter quedó en el olvido cuando Kuchel puso un pie en el departamento del rubio. Ahora que estaban vestidos con ropa casual, los tres se encontraban en la mesa redonda sirviéndole un poco de té a la madre de Levi, quien miraba curiosa a su futuro yerno.

—Aquí tiene— dijo Erwin ofreciéndole una taza.

—Gracias, ¿Erwin cierto? —preguntó indecisa la mujer—Lamento haber importunado tu departamento de esta manera.

—No se preocupe.

Ante los ojos de Erwin, Kuchel era una mujer bastante hermosa. De hecho, era la versión mujer de su novio. Tenían rasgos sumamente parecidos, el color de ojos, la forma del rostro, la respingada y fina nariz, incluso el color de cabello. Si no fuera porque la mujer lucía mayor, podría jurar que podrían ser hasta hermanos.

Por otro lado, estaba Kuchel cuyos ojos grises no paraban de mirar a Erwin.

—¿Sucede algo? —preguntó Erwin ante la insistente mirada de la señora.

—Lo siento—dijo la mujer avergonzada ante su poca sutileza—Es que estoy sorprendida, nunca pensé que mi hijo escogería alguien tan guapo como esposo. Querido, de verdad supiste escoger bastante bien.

—Mamá— dijo Levi tomando asiento al lado del rubio— Incomodarás a Erwin. Míralo, ya lo hiciste sonrojar de nuevo.

—Lo siento— dijo Erwin desviando su mirada hacia otra parte.

—No, perdóname a mí por mi franqueza.

—Mamá, vayamos al punto— dijo Levi seriamente— ¿Qué haces aquí?

—¿No puedo venir a visitarte? —preguntó la mujer sentida— Hace meses que no te veo. Además, ni siquiera me comentaste que te cambiaste de departamento. Isabel me tuvo que dar tu nueva dirección.

—Sucedió muy rápido— dijo Levi excusándose— Lamento no haberte avisado.

—Acepto tus disculpas—dijo la mujer dándole un sorbo a su té de manzanilla— Debía esperarlo por lo poco comunicativo que eres. Como forma de enmendarlo espero que puedas alojarme durante mi estancia en la ciudad. Siempre y cuando no moleste al dueño de casa.

Erwin negó con la cabeza despreocupadamente. Recibir a la madre de su novio no era ningún inconveniente. Considerando que futuramente serian familia.

—¿Cuánto tiempo te quedaras? —preguntó Levi.

—Solo será una semana. No eres la única razón por la que estoy en la ciudad. Tengo que hacer unas pequeñas diligencias.

—Ya veo.

—Por cierto, también vengo a advertirte— mencionó Kuchel distraídamente—Sin querer, le comenté a tu tío que te casaras.

—Pero mamá…

—Lo siento, la emoción fue mucho más grande y tenía que contárselo a todo el mundo. Mi único hijo se casará en menos de tres meses. Era imposible quedarme callada.

—¿Es malo que se lo haya comentado a tu tío? —preguntó Erwin intentando conectarse en la conversación.

—Para nada, es más se puso feliz por ti.

—De seguro que si—comentó Levi desganado.

—De hecho, vendrá almorzar con nosotros mañana.

—¡¿Qué?! —preguntó Levi levantándose de la mesa—¿Por qué diablos lo invitas donde no lo llaman? Ni siquiera nos consultaste.

—Dijo que quería conocer a tu futura pareja. Es más, dijo algo como "Tengo que ver con mis propios ojos a la pobre alma desgraciada"

—Genial—dijo Levi cruzándose de brazos— Asumo que vendrá Uri ¿Cierto?

—Asumes bien.

—Al menos podremos controlarlo un poco gracias a él.

—Tu tío ha cambiado, Levi— dijo Kuchel haciendo un esfuerzo por sonar convincente— Se comportará como el adulto que es.

—Por supuesto—dijo Levi con ironía.

—Cambiando de tema, me gustaría poder ir al supermercado. Ahora que estoy contigo me gustaría prepararte leche asada que tanto te gusta.

—No es necesario— dijo Levi con un poco de vergüenza.

—Por supuesto que lo es. Nunca tengo la oportunidad de poder consentir a mi único hijo. Erwin ¿Te gusta la leche asada?

—Creo que no he tenido el placer de comerla.

—¿De verdad? Pues con más razón debo prepararla. Mi leche asada es para chuparse los dedos. Levi podía comerse la bandeja entera cuando era niño.

—Mamá…

—No debes porque avergonzarte. Vayamos, acompáñame al supermercado ¿Sí? —suplicó la mujer de cabellos negros—¿Qué te cuesta consentir a tu madre?

—Está bien— dijo Levi levantándose de la mesa con fastidio— Iré a buscar mi chaqueta y la de Erwin.

Molesto, Levi se adentró al pasillo para ir en busca de sus pertenencias. Mientras tanto, Kuchel miró de reojo a Erwin y le guiñéndole un ojo le dijo:

—Mi hijo suele ser muy antipático y malhumorado la mayoría del tiempo.

—Solo un par de veces, pero la gran parte del tiempo es agradable.

—Tal vez contigo se comporta de manera distinta. Puede que saques lo mejor de su personalidad.

—Su hijo es una caja de sorpresas dijo Erwin sonriendo al recordar todas aquellas veces en que Levi lo había tomado por sorpresa con sus acciones — Siempre hay algo que me sorprende de él.

—Lo sé— dijo Kuchen acariciando la cálida taza rosada— Yo que lo conozco de toda la vida me maravilla cada vez que puede. Imagínatelo, casándose. Eso si me tomó desprevenida.

—A mí también— dijo Erwin recordando la forma en que Levi se le propuso aquella vez— De hecho, me pilló con la guardia baja cuando me lo propuso.

—¿Qué? — reaccionó consternada— ¿Él fue quien propuso?

—Así es, de hecho, él…

Sin embargo, Erwin no pudo seguir contándole el relato a la mujer, dado que Levi se aproximaba a ellos con las prendas de ropa.

—Te traje el buzo, ya que, no hace tanto calor. ¿Están listos?

—Por supuesto— dijo Kuchel levantándose de la mesa.

Erwin se levantó al igual que ella y esperó a que Levi buscara las llaves para salir. Kuchel, tomó esa oportunidad y se acercó a Erwin para susurrarle.

—Después me contarás con detalles todo.

El rubio asintió y observó como ambos pelinegros abandonaban el departamento.

Luego de unos minutos, los tres estaban recorriendo los pasillos del supermercado. Kuchel buscó todo lo necesario para preparar la leche asada, mientras que Levi y Erwin tomaban todo lo que hacía falta en su hogar. De reojo, la mujer escuchaba la conversación de la pareja.

—¿Qué crees que sea conveniente cocinar cuando llegue tu tío?

—Podríamos servirle un Maruchan.

—Levi….

—Perdón, perdón, me pondré serio ahora. ¿Te parece hacer salteado de pollo?

—Podríamos acompañarlo con arroz. ¿A tus tíos les gusta el helado? —preguntó Erwin caminando hacia la sección de congelados— Kuchel, ¿Qué helado le gusta a usted?

La mujer sonrió enternecida por la atención que le estaba dando el rubio. Así que alegremente respondió:

—Me gustan los mismos helados que Levi.

—Entonces chocolate suizo será.

—¿Sabe tu sabor de helado favorito? —preguntó Kuchel susurrándole a su hijo.

—A mí también me sorprende que lo sepa— dijo Levi hablándole silenciosamente—Si te soy sincero aún no estoy seguro de cuál es su helado favorito.

—Frutos del bosque, mi vida.

—Demonios, odio que tenga un oído biónico.

Kuchel se rio para sus adentros, y los tres nuevamente cambiaron la dirección del carrito de supermercado. Erwin, quien lo estaba manejando, se adentró al pasillo de los confites. Dirigiéndose específicamente hacia el lugar donde se ubicaban las papas fritas.

—Erwin, no— advirtió el pelinegro quitándole una bolsa de las manos del más alto.

—Vamos, hace tiempo que no compro una —suplicó el rubio.

—El otro día te dio acidez estomacal por glotón. Cuando abres una, no paras de comer hasta que te la acabas por completo.

—Esta vez no me hará daño.

—Mejor come estas— dijo Levi mostrándole un paquete de Tika— Estas son más "saludables"

—No me gustan— dijo el rubio haciendo un puchero.

—Ni siquiera las has probado. A mí me gustan.

—Eres desabrido.

—Habló el que tiene mejor paladar.

Desde lejos, Kuchel observaba el pequeño pleito que tenían la pareja. Le resultaba cómico y tierno que su hijo se preocupara de la alimentación del rubio, pese a que no conseguía mucho éxito.

—Haz lo que quieras— dijo Levi dándose por vencido— Pero yo no seré quien te cuide cuando estés cagando con diarrea en el baño.

—Cuida tu vocabulario, Levi— dijo Kuchel.

—Está acostumbrado. ¿Tienes todo?

La pelinegra asintió y se dirigieron hacia la caja, terminando de esa manera el viaje al supermercado.

. . .

—¿Cree que necesite más frazadas?

Erwin apareció en el umbral de la puerta con un par de cobijas para la pelinegra. Kuchel, quien estaba cepillándose el pelo para ir a dormir, le negó con una sonrisa. Desde la silla en la que se encontraba sentada, pudo observar a su yerno de pies de cabeza. El hombre era guapo, alto y fornido. De hecho, el contraste entre la complexión de Levi con la de Erwin era bastante amplia. Todo en ellos era tan diferente.

—Erwin— dijo Kuchel antes de que el rubio abandonara su habitación— Te quería agradecer por recibirme en tu casa.

—No tiene por qué agradecerme. Usted es la familia de Levi y es lo mínimo que podría hacer.

La mujer le dedicó una sonrisa antes de que Erwin cerrara la puerta para marcharse.

Cuando entró a su habitación, se encontró con su esposo secándose el cabello. Erwin se acercó por detrás apoyando su nariz en el sedoso y limpio cabello de su esposo, inhalando el fragante aroma de vainilla.

—¿Mamá ya se fue a dormir?

—Si, se veía bastante cansada.

—Debe ser por el viaje. Son casi siete horas.

—Que fastidio— dijo Erwin quitándose el chaleco para ponerse su pijama blanco— Por cierto, la leche asada que preparó tu madre es exquisita.

—Mamá tiene un don para la cocina.

—Deberías aprender, así me podrías preparar una vez que estemos casado.

—¿Y seguir consintiéndote más de lo que ya lo hago? No.

—No seas así. Me gusta que me consientas— dijo Erwin metiéndose a la cama —¿Te queda mucho?

—Solo voy a tender la toalla y estoy listo.

Cuando Levi regresó del baño, se acomodó entre las sábanas y apoyó su cabeza en el amplio pecho de Erwin. Distraídamente, sus dedos comenzaron a hacer dibujos cerca del área del esternón, robándole algunas risitas al rubio.

—Gracias— dijo Levi finalmente.

—¿Por qué me agradeces? —preguntó Erwin mirando al pelinegro.

—Por recibir a mi madre sin enojarte. Llegó de improvisto y alteró todos nuestros planes.

—¿Cómo voy a enojarme por eso? — preguntó Erwin acariciando la nuca descubierta del pelinegro— No lo veas como una molestia. Esto es parte del proceso si quiero integrarme a tu familia, Levi.

—Es cierto, pero llegó de manera tan imprevista.

—No importa. Tu madre ha resultado ser una persona bastante agradable. Tú y ella se parecen mucho.

—Eso me lo dicen muy seguido.

Levi se quedó mirándolo a los ojos por un largo instante mientras que Erwin hacia lo mismo. Ver los ojos de ambos en silencio era algo que les causaba mucha paz. Entonces el rubio preguntó:

—¿Hay algo que me quieras decir?

—Te quiero mucho— dijo Levi sin despegar la mirada de aquellos ojos azules que le recordaban el cielo.

Erwin suspiró como siempre lo hacía cada vez que Levi abría su corazón. Le dio el último beso del día para después apagar la lámpara y prepararse para ir a dormir.

. . .

El sonido de las verduras friéndose era lo que más se escuchaba en la cocina. Erwin estaba picando el pollo, mientras que Levi preparaba la ensalada rusa que iban a servir como segundo acompañamiento.

—¿Ya está listo el arroz? —preguntó Levi sin quitar la vista de la tabla de picar.

—Según yo le faltan unos cinco minutos.

Como invitada de honor, Levi y Erwin no dejaron mover ni un solo dedo a Kuchel. Ahora, ella se encontraba mirando como la pareja se las empeñaba para preparar el almuerzo con el que iban a recibir la pareja que venía en camino.

—Se nos olvidó comprar un vino y jugos— dijo Erwin sacándose el delantal y saliendo de la cocina— Bajaré a comprarlo a la tienda de la esquina.

—Espera un momento—dijo Levi haciéndole una señal a su madre para que vigilara la comida— Quiero advertirte algo antes de que lleguen las visitas.

—¿Qué cosa? —preguntó Erwin.

Nervioso, Levi se rascó la nuca tratando de buscar las palabras precisas sin asustar a su novio.

—Mi tío es una persona difícil de tratar— dijo sin mirarlo a los ojos— Y a veces puede salir con comentarios un poco inoportunos. Así que no esperes a que le vayas a caer bien.

—¿Crees que voy a dar una mala primera impresión?

— De mi tío tenemos que esperar cualquier cosa— dijo Levi parándose en puntillas para darle un beso en la mejilla— No demores demasiado, y ten cuidado ¿Sí?

—Claro.

Cuando el rubio abandonó el departamento, los dos Ackerman se quedaron solos en la pequeña cocina.

—Me gusta mucho Erwin— dijo Kuchel inesperadamente— Ya veo porque que te enamoraste de él, es bastante preocupado y atento contigo.

—Si— dijo Levi dejando las verduras de lado para mirar a su madre— Él me cuidó muy bien cuando estuve enfermo. Ahí fue cuando me di cuenta de que necesitaba pasar mi vida con él.

—Nunca espere ver esta faceta cursi en ti— dijo Kuchel con una sonrisa.

—Yo tampoco.

—Pero me agrada. Me hace feliz verte así de alegre y enamorado. Si esto te calma, puedo decir que Erwin se ha ganado mi aprobación.

—Gracias mamá— dijo Levi poniendo las verduras faltantes dentro del sartén— Cambiando de tema. ¿Kenny te ha dado señales de vida?

—Ya deben estar por llegar por lo que me comentó Uri.

En eso, el timbre de la puerta resonó en todo el departamento. Levi se quitó el delantal esperando internamente que fuera Erwin quien hubiera llegado. Sin embargo, el rostro amargado de su tío fue lo primero que vio al abrir la puerta.

—Hasta que por fin abres la puerta— dijo el hombre abriéndose paso al cálido apartamento.

—Tanto tiempo, Kenny— dijo Levi tomando el pequeño maletín que el pelinegro le había arrojado— Yo también estoy bien, gracias por preguntar.

—Hermano— dijo Kuchel abrazando a Kenny quien gustoso la recibió entre sus brazos.

Detrás, llegó Uri quien le ofreció a Levi una tartaleta de frutas.

—No era necesario que prepararas tu deliciosa tartaleta— dijo Levi con una tímida sonrisa.

—No podíamos llegar con las manos vacías. Además, es la preferida de tu tío. Dijo que quería ofrecer a tu novia el mejor de mis manjares.

—¿Novia?

—Por supuesto— dijo Kenny sacándose el sombrero y dejándolo en el perchero— Tienes tan poco que ofrecer que necesitamos darte un empujón antes de que ella te abandone. Uri me conquistó con su personalidad y talento culinario y dado que careces de ambas, es bueno que recibas algo de ayuda.

—Gracias…

—Cariño, ¿Puedes guardar la tartaleta en el refri? —pidió Uri— Quiero saludar a Levi como corresponde.

—Por supuesto, mi vida.

Kenny se adentró a la cocina dejando a los tres en la sala. En eso, Levi susurró:

—¿Por qué no le dijiste que Erwin era hombre?

—Yo le dije que no lo hiciera—intervino Uri

—¿Por qué? — dijo Levi susurrando.

—Pensamos que podría ser divertido— dijo Kuchel mirando a Uri— Queremos ver su reacción.

—Nada bueno saldrá de aquí.

Al escuchar los pasos provenientes del mayor de los Ackerman, los tres dejaron de hablar.

—Uri, toma asiento— dijo Kenny ofreciéndole una silla del comedor a su esposo— Debes venir cansado por el viaje.

—Gracias— dijo el hombre de cabellos claros—Fue un viaje con bastante tráfico. Lo único que quería era llegar a tu departamento, que por cierto está muy lindo.

—Tu novia tiene buen gusto para la decoración. No tan sobrecargado con adornos, bastante minimalista y simple. A todo esto ¿Dónde está? Viajamos hasta aquí para conocer a la desafortunada muchacha que unirá su vida con Levi.

—No seas así, Kenny— dijo Uri regañándolo.

—Él sabe que solo es una broma— dijo acariciando fervientemente la mano de su esposo— Y bien, ¿Dónde está?

—Salió a comprar— dijo Kuchel mientras ponía la mesa— No debería tardar en llegar.

Levi miró reprochando a su madre, quien tenía una sonrisa nerviosa. Dudaba de la estúpida idea creada por ella y Uri. Y para colmo, Kenny estaba bastante convencido de que la persona se trataba de una mujer.

—¿Cómo te ha ido en el trabajo, Levi? ¿Alguna novedad?

—Nada interesante que contar.

De pronto, el ruido de unas llaves fue escuchado por todos los presentes. Levi se mordió los labios al ver que su tío se dirigía hacia la puerta.

—Debe ser ella, le abriré la puerta.

Ansioso, Kenny tomó el pomo de la puerta para darle la bienvenida. Él ya tenía una imagen formada en su mente. Tras una corta llamada telefónica que había tenido el día anterior con su hermana, la imaginó rubia, hermosa y con unos despampanantes ojos azules que cautivarían a cualquiera según las palabras de Kuchel.

Sin embargo, todas sus expectativas murieron en cuanto vio a Erwin frente a la puerta.

—Veo que ya llegaron— dijo Erwin con bolsas entre sus manos—Usted debe ser Kenny, un gusto. Mi nombre es Erwin Smith.

Kenny se le quedó mirando de pies a cabeza y luego observó a Levi quien tenía el ceño fruncido y Kuchel que reprimía una risa junto a Uri.

—¿Y este quién mierda es? —preguntó Kenny sin entender mucho la presencia del hombre frente a él.

Levi respiró hondo para acercarse a Erwin y encarar a su tío. Entonces dijo:

—Para tu poca comprensión, tal como te dijo su nombre es Erwin Smith y es el hombre que será mi futuro esposo.

Kenny se quedó de piedra al escuchar aquello, y miró acusadoramente al hombre más bajo. Entonces preguntó:

—Es una broma ¿Cierto?

—Me temo que no, señor— dijo Erwin interviniendo.

—No estoy hablando contigo— dijo Kenny dedicándole una mirada de desprecio— ¿Un hombre? ¿Acaso te casaras con un hombre?

—Sí, no le veo lo malo. Siempre me gustaron los hombres— dijo Levi sin titubeos.

—Pensé que habías cambiado de parecer. En la escuela tenías una fila de chicas que morían por ti.

—Y ninguna de ellas me gustó.

—Pero…

Kenny tomó a Levi de las solapas de su camisa. El hombre más bajo ni se inmutó ante la acción del mayor. Sin embargo, Erwin estuvo a punto de ir en su ayuda si no hubiera sido Kuchel quien le indicó con la mirada que todo estaría bien.

—Eligiendo a un hombre sobre tantas, que desperdicio de mujeres lindas.

—Te recuerdo que estas casado con hombre, el cual está ahí mirándote— dijo Levi mirando de reojo a Uri— Acéptalo, Kenny. La persona a quien amo es un hombre. Y ni tú, ni nadie me harán cambiar de parecer.

Kenny lo miró con el ceño fruncido y soltó a Levi suavemente.

—Iré a tomar un poco de aire— dijo el pelinegro para tomar su chaqueta y salir del departamento.

—Te acompaño— dijo Uri levantándose de su asiento y tomando la bufanda del perchero. Sin embargo, antes de salir para perseguir a su esposo miró a Levi y a Erwin quienes no tenían las mejor de las caras— No se preocupen por él. Es muy dramático para sus cosas. Por cierto, Erwin, un placer conocerte.

Y sin más, Uri cerró la puerta dejando a Erwin exhalar todo el aire que había guardado en el pecho. Kuchel al ver lo afectado que se veía el rubio le dijo con una sincera sonrisa:

—Uri tiene razón, mi hermano es muy dramático, pero volverá y hará como que nada de esto sucedió.

Los ojos azules de Erwin miraron de reojo a Levi, quien le concedió la razón a su madre. Por su parte, Erwin deseaba de todo corazón que fuera así. El pelinegro observó como Erwin se dirigía a la cocina para revisar como iba la comida. Por lo callado que se encontraba, podría jurar que la actitud de su tío lo había afectado. Sin embargo, eso era algo que el rubio no le diría de manera directa.

—Oye— dijo Levi con ternura— ¿Te encuentras bien?

—Si, solo quería verificar que el pollo no estuviera lo suficiente seco.

—Hey, el pollo está bien— dijo Levi parándose en puntillas para darle un beso en la mejilla— De hecho, te quedo bastante bueno.

Erwin asintió con una leve sonrisa y prosiguió a revolver el sartén. Kuchel, quien se encontraba mirando la escena desde un rincón dijo:

—Levi, ¿Por qué no vas a buscar a tu tío?

—¿Para qué? Uri puede encargarse de él.

—Solo ve.

Ante la insistencia de su madre, Levi suspiró y salió del departamento diciendo que no tardaría en volver. La mujer aprovechó la instancia para acercarse a la cocina y apagar el fogón del sartén. Erwin quien todavía se encontraba mirando las verduras, la miró sin entender mucho a su futura suegra.

—Yo creo que las verduras ya están listas. ¿Te apetece tomar un poco de aire al balcón?

Erwin aceptó la propuesta de la mujer y juntos se apoyaron en el barandal del lugar. El cielo estaba nublado y tenía todo el ánimo de llover en cualquier momento. Los ojos grises y nostálgicos de Kuchel se deleitaron de las espesas nubes que rodeaban el paisaje. Suspiró lentamente.

—Puede que no entiendas la actitud de mi hermano, pero yo si —dijo Kuchel apoyando su espalda en el barandal—Conoció a Uri durante la dictadura. Y todos sabemos que para ese entonces las relaciones homosexuales no eran bien vistas.

El rubio podía hacerse una idea de ello. Él sabía que antiguamente todo era más difícil respecto al amor entre personas del mismo sexo. Actualmente, la empatía y la tolerancia había aumentado. Sin embargo, aún quedaban personas que aborrecían ese tipo de relación. Le costaba imaginar lo difícil que debió ser vivir en esos años.

—Él sabía las consecuencias. Sin embargo, no le importó. Puede que suene imposible, pero él se enamoró a primera vista de Uri. Y eso que antes de conocerlo era completamente heterosexual.

—¿Fue un cambio muy radical?

—Por supuesto— dijo la mujer recordando la juventud de su hermano mayor— Antes de conocerlo, mi hermano era un don Juan. Perdí la cuenta de las chicas que trajo a nuestra casa. Sin embargo, no podíamos culparlo. Al igual que Levi, era bastante guapo cuando joven y cualquier mujer quedaba encantada cuando las invitaba a salir.

—Creo que la belleza de los Ackerman viene de familia. Usted, al igual que Levi, es hermosa.

—Pero que dulce— dijo Kuchel apretando la mejilla izquierda del rubio— Mi hermano era encantador y rebelde. Siempre manifestándose entre las calles a pesar de lo peligroso que era. Y fue ahí donde conoció a Uri. ¿Puedes imaginártelo? Él se ve muy enclenque e indefenso por fuera, de hecho, casi enfermizo. Pero eso no le importó al momento de seguir sus ideales. Cuando comenzaron a salir, mi padre no lo aprobó, de hecho, nadie de nuestra familia lo hizo. Al principio yo tampoco.

Los ojos de Erwin se abrieron sorprendidos y Kuchel se dio cuenta de su error. Así que rápidamente explicó:

—No me malinterpretes. Ahora todo es completamente distinto, pero piensa que antes no era tan fácil asumirlo. Todos éramos de mente cerrada.

—No se preocupe. Mis padres eran iguales.

—Lo vez, el cambio es generacional. A los mayores nos cuesta acomodarnos a ciertas cosas. Sin embargo, mi pensamiento cambió cuando vi cuan preocupados eran el uno por el otro. Su amor era genuino, lleno de devoción y protección. Era un cariño completamente envidiable para los ojos de otras personas. Sin embargo, eso no ayudo a mejorar las cosas. Siempre vivieron escondidos, escuchando las burlas y amenazas de las personas. La pasaron muy mal.

Erwin escuchaba atentamente el relato de Kuchel, entiendo cuál era el fin de esta platica.

—Puede que no lo demuestre abiertamente, pero Kenny ama a Levi. Se podría decir que fue el hijo que nunca tuvo, y pese a que es duro con él solo quiere lo mejor para su vida. Y por lo mismo es tan duro con él, no quiere que pase por lo mismo que sufrió— dijo Kuchel mientras observaba a lo lejos, Levi se acercaba al estacionamiento en donde estaban la pareja casados—Me disculpo de antemano por su actitud.

—Tranquila, puedo entender la situación a la perfección— dijo Erwin mirando al Levi en miniatura—Puede que me cueste mucho llegar a él, pero le probaré que soy la persona indicada para su hijo. Para mí, Levi es lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Me hace muy feliz escuchar eso— dijo la mujer sintiendo como sus ojos comenzaban a picarle de la emoción.

Desde la altura, ambos observaron como el trio abandonó el estacionamiento para almorzar de una buena vez por todas.

Luego de media hora, los cinco se encontraban sirviendo la comida. Erwin miraba su plato sin mucho apetito. Pese a las palabras de su suegra, aún sentía ese nudo en el estómago ocasionado por el pleito de hace un rato. Levi podía notarlo a kilómetros, es por eso que cada cierto tiempo llevaba su mano bajo la mesa y acariciaba de manera reconfortante el dorso de la mano del rubio.

—¿Quién fue el que preparó el pollo? —preguntó Kenny por primera vez después del escándalo que había generado—¿Fuiste tú, Kuchel?

—Yo no toqué nada de lo que hay en la mesa. Mis anfitriones no dejaron que moviera ni un solo dedo.

—Pues les quedó maravilloso. ¿Cierto, Kenny?

—Debo admitir que todo está en su punto.

—Fue Erwin— dijo Levi de pronto— Yo solo hice el arroz.

—Al menos sé que el mocoso no morirá por intoxicación. Te quedó bastante bueno, muchacho— comentó Kenny sin hacer contacto visual con el rubio.

—Gracias, pero Levi también cocina muy bien, de hecho, de los dos es el que más pasa tiempo en la cocina. Y la ensalada rusa es lo mejor que prepara.

—Uri cocina estupendo— dijo Kenny halagando de manera ferviente a su marido— De hecho, trajo un postre que es para chuparse los dedos.

—No seas exagerado, no es para tanto— contestó Uri dándole un leve codazo.

—No seas tan modesto, Uri—dijo Levi bebiendo un poco de vino— Si no fuera por ti, mi tío estaría pasando hambre en este momento. De hecho, ¿recuerdas esa vez en que te hospitalizaron y el Kenny fue quien se encargó de cocinar? Fue un completo desastre.

—¿de verdad? Eso nunca me lo contaste— dijo el hombre de cabello gris.

—No es algo de lo que me sienta orgulloso.

—Yo tampoco sé esa historia—dijo Kuchel animando a Levi a contarla.

—Aún recuerdo esos tallarines recocidos y pegoteados y lo peor de todo fue la salsa que le puso. Abrió la lata de la salsa de tomate y directamente la echó al plato.

—Era para darle sabor.

—Estaba asqueroso.

—Mocoso ingrato. Si no hubiera sido por mí, te habrías muerto de hambre.

—Creo que prefería eso antes que la indigestión.

—Habló el que mejor cocina. ¿Puedes creer, una vez se le quemaron los tallarines?

—¿Qué? ¿De verdad? —preguntó Erwin mirando graciosamente al pelinegro.

—Esa fue la primera vez que cocinaba tallarines. Tenía catorce años.

—Hay que ser muy despistado para quemar los tallarines. No sabes lo que te espera una vez que te cases con mi sobrino, Smith.

—Los tallarines de Levi son pasables.

—¿Pasables? —preguntó Levi alzando una ceja— ¿A qué te refieres con pasables?

—No quise decir eso, más bien decentes.

—No lo estas arreglando, Erwin— dijo Levi entrecerrando sus ojos— ¿Estás intentando decirme algo?

—No seas duro con él, Levi— dijo Uri —Además has progresado, al igual que tu tío.

La conversación había aligerado el ambiente del almuerzo, ahora Erwin podía estar más tranquilo y con un poco más de confianza. Sin embargo, su mente seguía alerta a cualquier comentario que diría el mayor de los Ackerman. Aun así, estaba contento de que al hombre le haya gustado la comida. Luego de que terminaron de comer, Levi y Uri se encargaron de retirar los platos. En eso, Kenny sacó un encendedor y se llevó a la boca un cigarrillo.

—Supongo que puedo fumar aquí— dijo antes de prender el encendedor— No hay problema ¿Cierto?

Erwin asintió pensando que era buena idea. Sin embargo, Levi fue camino rápidamente hacia él y le quitó en encendedor de las manos.

—¡Oye!

—Si quieres fumar, hazlo en el balcón. No quiero que quede el asqueroso olor a cigarrillo en el departamento.

—Pero si él me dijo que si podía.

—Resulta que también es mi casa.

—¿Y Erwin no fuma?

—Ninguno de los dos lo hacemos.

—Aburridos— dijo el hombre quitándole el aparato de las manos de Levi— Si me necesitan, estaré fumando en el balcón.

—No fumes demasiado— gritó Uri desde la cocina— Recuerda lo que indicó el doctor.

—Está bien, tesoro.

Kenny fue hacia el balcón y cerró el ventanal para que no ingresara el humo. Mientras tanto, Uri junto con Kuchel venían con el postre. Erwin apenas lo vio, se le hizo agua a la boca. Las rojas frutillas resplandecían en la tartaleta.

—Esto esta exquisito— dijo Erwin emocionado.

—Te dije que Uri cocinaba estupendo— dijo Kenny desde el balcón.

—¿No quieres un poco? —preguntó Kuchel ofreciéndole un plato

—Después del cigarrillo.

Uri se sentó al frente de la joven pareja y miró de reojo a Kenny, quien era rodeado de ese espeso humo proveniente de su cigarro.

—Estoy intentando que lo deje, pero me está costando mucho.

—¿Tan mala esta su salud? — preguntó Levi

—No, más bien es por mí. Afecta a mis pulmones.

—¿Y aun así no deja de fumar?

—Oh, no lo veas de ese modo. Siempre que fuma lo hace lejos de mí. Además, su consumo ha bajado considerablemente. Tomando en cuenta que ante podía acabarse una cajetilla en un día.

—Wau— se expresó Erwin ante lo maniático que podía ser el tío de Levi con el cigarrillo.

—Ahora fuma uno al día y hay veces en que se salta su dosis diaria. Sin embargo, es un hábito horrible y si fuera por mi lo eliminaría por completo.

—Hay hábitos que son difíciles de quitar— dijo Erwin intentando comprender la posición de Kenny—Cuando joven me comía las uñas.

—Pero es debido a la ansiedad—dijo Kuchel defendiéndolo.

—No necesariamente, a veces es mera costumbre.

—Además de que es asqueroso— dijo Levi tomado su mano para revisar sus dedos— Menos mal que dejaste de comértelas. Tus dedos se verían horribles.

—Yo también te quiero.

En eso, Kenny deslizó el ventanal para sentarse junto a la familia que se encontraba reunida. Una vez que tomó asiento junto a Uri, miró tanto a Erwin como a Levi.

—Tengo una pregunta que me surgió mientras fumaba. Ustedes van a casarse, ¿cierto?

La pareja asintió, y entonces Kenny continuó:

—¿Y han pensado cuál apellido conservar?

Los dos jóvenes adultos se quedaron mirando ante la pregunta, sin saber con certeza que contestar.

—La verdad es que no lo había pensado hasta ahora— dijo Erwin llevando sus dedos a la barbilla—Sin embargo, a mí no me molestaría tener el apellido de Levi.

—Ni yo el de Erwin. De hecho, creo que ambos quedan bien.

—¿Y si intentan funcionarlos? Digo, por medio de un guion.

—Eso quedaría horrible—comentó Kenny.

—Concuerdo con Kenny— dijo Levi apoyándolo— Quedaría asquerosamente largo.

—Piénsenlo detenidamente. Además, Ackerman es más elegante. Queda perfecto con todo.

—Smith también lo es— dijo Uri —de hecho, es bastante sofisticado. Me recuerda a los espías.

—Por cierto, Erwin— dijo Kuchel mirando a su yerno—No me has comentado como son tus padres. Me gustaría poder conocerlos.

—Dudo que puedas conocerlos durante tu estadía. Ahora mismo están en un viaje fuera del país.

—Cuando empecemos con la planificación de la boda podríamos conocerlos—dijo Levi dejando la taza de té en la mesita de centro— A mí también me gustaría saber cómo son.

—¿Acaso te retractarías de casarte si resultan ser tan problemáticos como nosotros?

—Por supuesto que no— dijo Levi tomando un sorbo de té— Pero me gustaría conocerlos antes de.

—¿Ellos saben de la existencia de Levi cierto? No vaya a ser que tampoco saben que te vas a casar.

—Al contrario, mi madre sabe todo sobre Levi— dijo Erwin mirando a su novio con cariño— Le he comentado todo sobre él. Solo falta que se conozcan.

—Ya estoy emocionada por la boda— dijo Kuchel dando unos pequeños brincos— ¿Ya escogieron a los padrinos?

—Si— dijo Erwin con entusiasmo— En mi caso, será Mike. Es un viejo amigo de infancia.

—¿Y en el tuyo, cariño?

—Sera Hange, me amenazó diciendo que se enfadaría muchísimo si no era mi madrina.

—Es una linda chica, siempre me mantiene al tanto de todo lo que haces.

—Es una metiche—agregó Levi.

Cuando todos terminaron de comer el postre, Uri se levantó del cómodo sillón y comenzó a estirar las piernas. La mujer de cabellos largos y negros le preguntó:

—¿Te gustaría salir a caminar? De hecho, el clima esta perfecto para hacerlo.

—Si, además me serviría para conocer un poco estos lares.

—Erwin, ¿Te gustaría hacernos un pequeño recorrido? —preguntó Kuchel.

—Por supuesto. ¿Vienes con nosotros, Levi?

—Creo que prefiero quedarme aquí.

—Yo también— dijo Kenny apoyándose en la pared con los brazos cruzados.

Erwin fue a su recámara en busca de sus documentos y las llaves del departamento. Mientras tanto, Kuchel se puso el pequeño bolso de mano y unos lentes de sol.

—Está nublado— dijo Levi.

—¿Y? el sol aun así esta fuerte. Además, me veo con más estilo.

Levi suspiró y observó como Uri se dirigía la puerta y Kenny tras de él.

—Ponte tu bufanda. Afuera esta muy helado y no quiero que te resfríes.

—Tengo calor Kenny— dijo Uri devolviéndole la bufanda—Además, el aire esta cálido.

—También lleva un paraguas, en caso de que…

—No lo hostigues demasiado— dijo Levi —No le harán nada unas cuantas gotas de lluvia, ¿Cierto, Uri?

—En efecto, amo la lluvia.

—Bien, bien, no me meteré más— dijo el hombre alejándose de los demás.

—¿Estás listo, Erwin? —preguntó Levi intentando indirectamente apurar a su novio.

—Si, ¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó Erwin mirando al más joven de los Ackerman.

—No, ve tranquilo.

—Esta bien, nos vemos en un rato.

Cuando Erwin caminó junto a los familiares de Levi, no puedo evitar sentirse un gigante. Uri y Kuchel eran levemente más bajos que su novio. De pronto, se preguntó si eso era de familia. Sin embargo, lo descartó inmediatamente con la altura de Kenny, el cual era un poco más alto que si mismo.

Cuando descendieron del ascensor y cruzaron por la puerta de salida de recepción, el viento que los esperó estaba fresco. No caminaron más de una cuadra para que Uri se lamentara de no haberle echo caso a su marido.

—¿Tienes frio?

—Solo un poco, parece que Kenny tenia razón.

—Si quieres puedo ir a buscar tu bufanda al departamento— dijo Erwin ofreciéndose.

—¿De verdad lo harías? Te lo agradecería un montón.

Se sentaron en una banca mientras Erwin se devolvía al edificio. Para su suerte, el ascensor se encontraba en la recepción y no demoró mucho en llegar hasta su piso. En cuanto metió la llave en la cerradura, miró el perchero encontrándose con la bufanda blanca de Uri. La tomó entre sus manos sintiendo el suave tacto de esta. Sin embargo, eso se esfumó cuando escuchó la voz de Kenny.

—¿Estás seguro de esto?

—Si— fue la respuesta de Levi. No había ni un gramo de titubeos en ella— ¿Aún sigues teniendo problema con ello?

—No quiero que tomes decisiones de las cuales te vas a arrepentir.

—¿Por qué me tendría que arrepentir? Erwin, es una persona amable, dedicada y muy entregada. Tú no lo conoces como yo lo hago. Puede que nuestra relación no sea como la tuya, pero lo amo. Y lo más importante, él me ama como nadie nunca lo ha hecho.

—No será fácil.

Erwin se acercó a la pared intentando que los dos Ackerman no se dieran cuenta de su presencia. Ambas siluetas se encontraban frente al ventanal del balcón.

—Lo sé— dijo Levi de brazos cruzados—Pero ¿Cuándo mi vida ha sido fácil? Lo único que pido es que mi familia me lo haga fácil. Mamá adora a Erwin, ¿Por qué no puedes hacerlo tú? ¿Por qué Erwin te genera tanta inseguridad?

—No es él. No quiero que los demás te hagan daño por estar con él.

—Eso no me importa. ¿No te conformas con saber que soy feliz junto a la persona que amo?

—Soy consciente de eso. Tu madre me dejó más que claro lo feliz que eres a su lado. Incluso yo me doy cuenta de lo empalagoso que eres cuando lo tienes cerca.

—¿Y entonces?

—Sinceramente, es mi pensamiento parte del problema. Siempre imaginé que te casarías con una chica.

—¿Desde cuando eres homofóbico? Tú menos que nadie debería recriminarme con quien estoy saliendo.

—No soy homofóbico.

Levi suspiró cansado, sintiendo que esta conversación no llegaría a ninguna parte.

—Para tu desgracia, estoy completamente enamorado de Erwin— dijo Levi con completa seguridad—Lo que siento por el es incomparable. Y lamentablemente, no puedes hacer nada al respecto.

El corazón de Erwin dio un vuelco en su pecho. Escuchar los sentimientos de Levi de manera tan abierta y segura, lo hacía sentir ligero y extremadamente feliz.

—Si, supongo que no tengo de otra. El tiempo dirá si me cae bien o no.

—Perfecto.

Sintiendo que ya había escuchado suficiente, Erwin tomó la bufanda y de manera silenciosa se retiró del departamento.

Media hora más tarde, Kenny miraba preocupado el paisaje que le ofrecía el balcón. La lluvia caía incesablemente y lo peor es que ni Uri, ni Kuchel habían llevado un paraguas.

—Se están demorando.

—Ya regresaran— dijo Levi mirando su celular.

Como si el pelinegro los hubiera llamado, el cerrojo de la puerta sonó y Kenny fue rápidamente a la entrada para resguardar a su esposo del frio.

—Se puso a llover de pronto— dijo Uri con una sonrisa.

Para desconcierto de Kenny, Uri al igual que su hermana menor, estaban completamente secos. De hecho, no había ni un gramo de agua en sus rostros.

—¿No se mojaron? Afuera hay un temporal.

—No seas exagerado.

Levi se asomó a la puerta encontrando a su madre y tío en buen estado. Sin embargo, Erwin quien recién venia llegando, estaba completamente empapado.

—¿Y a ti qué te pasó? —preguntó al ver como las gotas caían sobre su cabello rubio. Su imagen le recordaba a un pobre gato en mojado.

—Erwin nos prestó su abrigo para resguardarnos de la lluvia. Por eso estamos secos. Sin embargo, él se llevó la peor parte.

—Ve a ducharte— dijo Levi tomando sus manos frías para guiarlo al baño— No quiero que te resfríes.

—Tengo las defensas altas. Esta lluvia no me matará.

—Hazme caso, voy a prepararte un té para que entres en calor.

—Gracias.

Así como llegó, la lluvia se fue sin dejar rastro. El cielo estaba despejado y los últimos rayos del sol estaban despidiendo el día, al igual que las visitas.

—¿De verdad deben irse tan pronto?

—Si— dijo Kenny abrazando a su hermana— A Uri le molesta que maneje en la noche.

—La autopista puede ser traicionera.

—Entiendo— dijo Kuchel desanimada—Pasaré a verlos cuando tenga tiempo.

—Tú sabes que siempre eres bienvenida— dijo Uri abrazándola— Ustedes igual, por supuesto.

—Muchas gracias—comentó el rubio.

—Que lindo fue conocerte, Erwin— comentó Uri dándole un abrazo— Vaya, eres muy alto. Igual que mi Kenny.

—También fue un placer.

Cuando Kenny le tocó despedirse de los anfitriones, no se molestó en dar abrazos. A Levi le dedicó una mirada fija que duró una fracción de segundo.

—Cuídate enano.

—Lo mismo digo. Avisen cuando ya hayan llegado.

Cuando tocó el momento de Erwin, este solo le dio una palmada en el hombro y se dirigió a la puerta. De antemano, el rubio supo que el hombre no le diría nada. Eso estaba más que claro. Sin embargo, tomó la iniciativa y habló:

—Cuidaré muy bien de Levi. Y no solo de él, sino que de toda su familia.

Uri sonrió ante aquello y Kenny chasqueo los labios la lengua. Y sin más la vieja pareja de casados se retiró del departamento.

El cansancio gobernó dentro del pequeño hogar y todos se fueron a sus respectivas habitaciones. Erwin se despidió de su suegra, recibiendo un beso de buenas noches por parte de ella. Levi tampoco se salvó del gesto.

—Vaya día—dijo Levi recostándose al lado de Erwin—Estoy muerto y mañana hay que trabajar ¿Por qué el fin de semana se va tan rápido?

—Ya tendremos más fin de semanas— dijo Erwin besando la cien del pelinegro.

El cuarto se quedó en silencio y Erwin acarició tiernamente la mejilla del pelinegro. Su mejilla estaba tibia y suave debido a la crema que su novio se ponía antes de ir a dormir. De pronto, Levi se irguió para sentarse sobre la cama y mirando al rubio dijo:

—Lo hiciste bien, Erwin. No quiero que te sientas intimidado por lo que dijo mi tío cuando llegó.

—De alguna u otra forma, le probaré que soy alguien digno de ti.

—No tienes que probar nada a nadie. Solo a mi ¿Correcto?

—Tú antes que nadie— dijo Erwin tomando su mano.

Levi sonrió triunfal y nuevamente se acurrucó entre las sabanas para ser abrazado por el gran cuerpo de su novio.

. . .

—¡Así te quería pillar puerco! —ordenó Levi tajante— ¡Dios, como te atreviste a traicionarme a si!

A las cuatro de la mañana, Levi se había levantado para ir al baño. Sin embargo, la verdadera razón de su desvelo se hallaba en el refrigerador de la cocina. De puntillas, se dirigió hacia el tesoro que se guardaba adentro, pero para su sorpresa alguien ya había atacado primero.

—No te lo perdonaré. Te comiste el ultimo pedazo que quedaba de leche asada ¡Era mío!

—No tenia tu nombre—dijo Erwin tragándose lo último que quedaba.

—Por supuesto que lo tenía. Y mas encima te atreves a hablar con la boca llena ¡Cerdo!

—¿Por qué tanto alboroto? —preguntó Kuchel apareciendo despeinada en la cocina.

—Erwin se comió algo que no era suyo.

—Levi— dijo la mujer sobándose un ojo por el sueño— Son las cuatro de la mañana, si quieres puedo prepararte más, pero mañana. Ahora vayamos a dormir.

Levi refunfuñó demasiado enfadado con Erwin y se fue a su habitación sin antes dedicarle una mirada fulminante. Ante esos ojos cargados de enojo, el rubio sintió el verdadero terror.

—Mañana no me hablará en todo el día.

—Ya se le pasará.

—¿Me puede enseñar a prepararlo? Tal vez podría compensárselo.

—Por supuesto que puedo— dijo la mujer contenta—Mañana cuando salgas del trabajo te esperaré con los ingredientes ya listos.

Tal como Erwin predijo, Levi no le habló durante todo el día. Este se mantuvo en silencio mientras iban al trabajo, durante el desayuno, y luego para cuando regresaban a casa. Por más que el rubio le metiera un tema de conversación, Levi lo ignoraba como si no existiera.

—Fue así como Hange derramó café sobre Moblit— dijo Erwin mirando a Levi desde el espejo retrovisor— El pobre tuvo que devolverse a casa para buscar otro cambio de pantalones.

Sin embargo, nada salió de la boca del más bajo. Eso hizo que Erwin suspirara sintiéndose derrotado. Cuando llegaron a casa, Kuchel rápidamente se percató del aura impenetrable de su hijo. De pronto sintió lastima por su joven yerno.

—Hola niños ¿Qué tal les fue?

—Bien, ¿Se sintió muy sola durante el día?

—Para nada, aproveché de ir al centro comercial a hacer unas pequeñas compras. ¿Cómo te fue a ti, Levi?

—Normal, tomaré una ducha y me iré a dormir— dijo el pelinegro dirigiéndose hacia el pasillo.

—¿No cenarás con nosotros?

—No me apetece.

Apenas el hombre se perdió de vista, el portazo de su habitación no falto. Entonces, Kuchel susurró:

—¿Ha estado así durante todo el día?

—Si—respondió el rubio con pesar.

—Bueno, ya se le pasará. Ahora tenemos que ponernos manos a la obra— dijo entusiasmada.

Como buen aprendiz, Erwin escuchó todo atentamente y siguió las instrucciones de su suegra al pie de la letra. Mientras que Kuchel observaba pacientemente como Erwin preparaba todo.

—Tienes que revolver constantemente la azúcar para que no se te queme.

—Esta bien.

—Estará lista cuando se derrita y se convierta en caramelo.

—Para esta receta se necesita mucha leche— dijo Erwin la juguera que estaba hasta el borde del liquido blanco.

—Así es, ¿ya le echaste los huevos?

—Si.

Los ojos con experiencia de Kuchel observaron el caramelo. Negando con la cabeza dijo:

—Necesitaremos más azúcar, a Levi le encanta que tenga mucho caramelo.

Luego de unos minutos, el caramelo estaba listo y la mezcla de la leche tambien. Con cuidado, Erwin vacío el caramelo en los distintos moldes que posaban en el mesón. Todos eran de tamaño pequeño. Ideal para la porción de una persona. Erwin se fijó en el molde de color rosado en forma de corazón.

—No recuerdo haber comprado estos moldes— dijo Erwin metiéndolos todos en el horno.

—Los compré yo ¿No te parece tiernos?

—Son adorables.

—Bien, ahora solo debemos esperar cuarenta minutos.

—Podríamos ver una película mientras tanto.

—Buena idea— respondió encantada.

Mientras la leche asada se horneaba, la voz de Cameron Diaz y Kate Winslet se escuchó en el living. Holidays ya estaba por terminar y dentro de poco los créditos harían su aparición. A Erwin le había gustado y según Kuchel esta era su película favorita.

—Creo que a Levi lo tengo mareado con esta película, pero no puedo evitarlo. Es muy buena.

Erwin le agradaba lo jovial que podía llegar a ser la madre de Levi, de hecho, por su entusiasmo y alegría lucia una mujer mucho más joven de lo que realmente era.

Mientras el yerno y la suegra terminaban de ver la película, Levi se removía entre las sábanas buscando inconscientemente el cálido cuerpo de su novio. Sin embargo, al sentir las frías sabanas del lado izquierdo hizo que sus ojos se abrieran lentamente.

—¿Erwin? —preguntó Levi sintiéndose solo en la habitación.

Las sabanas del lado derecho estaban intactas y la habitación estaba completamente oscura. Tomó el celular del velador percatándose de que eran las una de la mañana. Se levantó y se puso su bata para ir en búsqueda de su novio.

—¿Dónde demonios se metió? Se supone que mañana tiene que trabajar.

Se puso sus pantuflas y abrió la puerta de su habitación, de pronto se sintió emboscado por un dulce olor. Sin poder descifrar la fuente del aroma, caminó por el pasillo percatándose que la cocina estaba iluminada y algunas voces se emanaban de ella.

—¡Oye, Erwin! Mañana tenemos que levantarnos temprano…

De pronto se quedó con las palabras en la boca. Ver a Erwin luciendo un delantal de cocina rosado fue algo que no tenía contemplado. Esto definitivamente fue un golpe enternecedor para su pecho. ¿Era posible que un hombre alto y grande como Erwin se viera tan adorable usando un delantal con estampados de corazón?

—Oh, cariño. Despertaste. Mira lo que Erwin hizo.

Levi observó las distintas formas que tenía la leche asada. Algunas eran cilíndricas, otras cuadradas. Sin embargo, había una que destacaba de las demás. Eso definitivamente lo destruyó. Lo peor es que la que tenía forma de corazón se veía adorablemente delicioso.

—¿Quieres probar uno?

—Bueno.

Miró como Erwin elegia el molde que le sirvió. Cuando le ofreció la leche asada en forma de corazón, sintió lastima por desarmarlo. Sin embargo, su estómago le rogaba por probarlo. En cuanto probó la primera cucharada, supo que se estaba presenciando a un manjar.

—¿Lo hiciste tú, mamá?

—Por supuesto que no. Fue Erwin quien se ensució las manos. Tenía ánimos de aprender a hacerlo para consentirte más seguido.

—¿Te gustó? —preguntó Erwin como si se tratase de un niño en busca de la aprobación de su madre.

Levi le dedicó una mirada tranquila y Erwin supo que se había ganado el perdón de su novio.

—Te quedó estupendo— dijo Levi comiendo otra cucharada con avidez—Maldición, más te vale no preparar esto muy seguido. No quiero engordar por tu culpa.

—Lo tomaré en cuenta.

Terminando su porción de leche asada, todos se fueron a dormir. Levi abrazó el cuerpo de Erwin el cual se encontraba dándole la espalda. Se aferró a él apoyando su nariz en su nuca y aspirando el fragante aroma a caramelo que el rubio desprendía.

. . .

El terminal de buses se encontraba atestado de gente. Erwin observaba como Levi leía el pasaje de la madre de este.

—Se supone que debería estar en este anden— dijo Levi buscando la enumeración del bus— Debe ser el que está entrando al terminal.

—Si, creo que ese es.

Mentalmente, Erwin se dedicó a corroborar que ninguna de las pertenencias de su futura suegra se quedaran olvidadas en el departamento. La estadía de la mujer fue maravillosa. Era tan atenta que siempre los esperaba con comida casera al llegar del trabajo. Definitivamente esa seria una de las cosas que más extrañaría.

—Ya llegó— dijo la mujer con un tono de pena en su voz— Creo que es momento de decir adiós.

—Gracias por venir a visitarnos—comentó Levi— No me di cuenta antes, pero te extrañaba.

—Oh— comentó la mujer abrazando a su retoño— Yo también te extraño. Por favor cuídate mucho.

—También tú— dijo Levi besando la coronilla de su madre—Llámame apenas llegues ¿sí?

—Por supuesto.

Los ojos brillantes de Kuchel se posaron en Erwin quien se encontraba al margen de la despedida entre madre e hijo. Se acercó a ella para despedirse de la buena mujer.

—Gracias por recibirme, Erwin. Cuídate mucho y también cuida de mi hijo.

—Fue un placer tenerla en nuestro hogar. Siéntase bienvenida de venir cuando usted quiera.

—Gracias. Supongo que me recibirán para los preparativos de la boda.

—Lo más probable, necesitaremos mucha ayuda— dijo Levi apegándose a Erwin.

La mujer asintió y se acercó al bus que la llevaría de vuelta a su hogar.

La joven pareja se quedó hasta que el bus abandonó el terminal de buses.

—¿Estas triste? —preguntó Erwin cuando entraron al auto.

—Estoy acostumbrado—dijo Levi abrochándose el cinturón—Sin embargo, ella no. Siempre que se despide de mi se aguanta las ganas de llorar.

—Eres su único hijo, es razonable que lo haga. Mi madre es igual. ¿Nunca han pensado en la posibilidad de que ella se mude aquí?

—Lo hemos hablado, pero eso significaría que tendría que empezar desde cero. Buscar un departamento, buscar un trabajo nuevo, dejar sus amistades allá. Mudarse implica muchas cosas. Y no quiero ser yo quien le quite todo eso.

—Lo entiendo. Sin embargo, por lo poco que la conozco, no veo que le importe dejar todo eso por ti. Ella te ama demasiado.

—Pienso lo mismo. Y si, me ama demasiado. Tanto que a veces llega a ser bastante hostigante, pero no me importa. La quiero a pesar de todo. Si no fuera por ella, yo no sería la persona quien soy ahora.

Esa última oración dejó reflexionando a Erwin durante todo el trayecto. En efecto, parte de la amabilidad y bondad que tenía Levi era debido a su madre. Pese a todos los problemas que tuvo ella durante la infancia del pelinegro, se las ingenió para poder sacarlo adelante. Enseñándole los valores más importantes. Convirtiéndolo en el hombre correcto, educado e independiente. Y por sobretodo, convirtiéndolo en el hombre del cual se había enamorado perdidamente.

Cuando tuviera la oportunidad, le agradecería nuevamente a Kuchel por darle la vida al hombre de su vida.

—Hey, ¿Qué te tiene tan pensativo? —preguntó Levi limpiándose los pies para entrar al departamento.

—Nada en particular.

Levi ingresó al departamento y Erwin se quedó mirando su celular.

Gran parte de lo que somos se debe a la influencia de ellas, pensó Erwin para sí mismo.

Se dirigió al balcón para tener un poco de privacidad, la visita de Kuchel de alguna forma lo hizo reflexionar. Levi lo miró extrañado. Sin embargo, prefirió dejarlo a solas por un momento.

Erwin desbloqueó el teléfono y marcó el contacto que se encontraba dentro de la lista de números. Esperó unos minutos y una voz conocida la contestó.

— Hola mamá, ¿Cómo estás? Es lindo escuchar tu voz. ¿Cómo está papá?

Al igual que Levi, Erwin era lo que es gracias a su familia.


Hola a todos, ¿Qué tal están?

En el capítulo anterior dije que este sería el ultimo capitulo. Sin embargo, este salió tan largo que tuve que dividirlo en dos partes. Aquí quise introducir a la difícil familia de Levi y como Erwin tendrá que lidiar con ella como primera prueba. Por otro lado, me gustó explayarme en Kuchel y darle un rol mas relevante en este fic. Así como con Kenny y Uri.

Ademas, me gustaría preguntarles ¿Cuál prefieren más? ¿Levi Smith o Erwin Ackerman? Sinceramente, no sé cuál es mejor. Y me gustaría mucho que me ayudaran un poco.

De todo corazón espero que les haya gustado el capítulo, y tendré el próximo lo más pronto posible, ya que, aprovecharé la semana de vacaciones de la u.

Creo que no tengo más que decir. Y como siempre espero sus comentarios.

¡Nos leemos!