Calma, ya viene la graduación.

Les dejo este capitulo algo corto, discúlpenme.

Prometo aparecer de nuevo la próxima semana.

Nota: Las cursivas son Flashbacks.


Aclaratoria: Se que al principio dije que Voldemort no figura aquí por ningún lado y eso lo mantengo, pero eso no quiere decir que nunca existió. En pocas palabras, para esta historia, todo lo que ocurrió antes del Cáliz de fuego pasó tal cual como en las películas, sólo imaginemos que en el Prisionero de Azkaban, Buckbeack se comió a Peter Pettigrew y Voldemort nunca pudo volver en el Torneo de los Tres Magos :).

¿Si se entiende? ¡Me avisan si tienen mas dudas!

Gracias por todos sus reviews.


Ni un solo recuerdo

Parte 5


Cada tarde desde ese día, sin esperar invitación alguna, él iba a sentarse junto a ella en la biblioteca.

Llegaba diez minutos después de que ella llegara, dejaba sus libros sobre la mesa, se recostaba en la silla y estiraba sus piernas hasta el punto de rozar las de ella bajo la mesa.

La ponía nerviosa. No decía nada, solo se quedaba viéndola. Esta actitud le recordó un poco a Viktor Krum, cuando él se pasaba horas viéndola estudiar, pero esta vez era diferente. Malfoy la miraba con una intensidad de mil fuegos, le resultaba imposible mantenerle la mirada por más de diez segundos. Viktor la interrumpía cada cierto tiempo para preguntarle algo o contarle alguna anécdota, pero Malfoy no. Él se mantenía en silencio, sin interrumpirla, solo mirándola. De vez en cuando la tomaba por sorpresa, le soltaba un ridículo cumplido haciéndola sonrojarse y desconcentrarse por completo.

En varias ocasiones, ella se rendía y cerraba su libro. Intentaba buscarle conversación, pero él solo le decía que siguiera estudiando y que fingiera que no estaba ahí.

-Es difícil fingir que no estas aquí. - le dijo exasperada una tarde. Era como la quinta vez que la iba a ver en la biblioteca.

-¿Por? - preguntó él fingiendo inocencia.

Tu perfume no me deja concentrarme.

Tus roces me queman.

Tu silencio me ensordece.

Tu mirada me pone nerviosa.

-Porque sí, Malfoy. - fue todo lo que respondió. Su sonrisa se ensanchó, como si hubiera leído todos y cada uno de sus pensamientos.

-Si no me das un motivo, seguiré viniendo cada tarde. - la amenazó encogiéndose de hombros.

-Te aburrirás en algún momento.

-¿Quieres apostar? - insinuó con una sonrisa socarrona.

Hermione sonrió, había aprendido la lección de jugar con esa serpiente.

-No, gracias. Aprendí la lección la primera vez.

Su sonrisa se ensanchó. A Hermione le gustaba verlo sonreír.


Faltaba solo un mes para que acabaran las clases. Draco había ido sin falta cada tarde por un mes entero a verla estudiar, luego de eso él la acompañaba al Gran Comedor para cenar y se separaban cada uno a su respectiva mesa. Eran dos minutos de completo silencio en el comedor, hasta que ellos llegaban a sus mesas y las conversaciones a su alrededor se reanudaban.

-¿Que perfume usas? No me deja concentrarme. - soltó una tarde cerrando un libro a los diez minutos de haberlo abierto. No podía concentrarse, la cabeza le dolía demasiado y le costaba retener lo que leía.

En realidad ya no tenía nada que estudiar, faltaba solo un mes y ella ya había presentado todos los exámenes sin necesidad de repetir ninguno, obviamente. Pero seguía yendo a la biblioteca para estar con él, disfrutando de su compañía.

-¿Es esa una de las razones por las que no puedes fingir que no estoy aquí? - preguntó con tranquilidad.

Ella bufó. A ese Slytherin no se le olvidaba nada.

-Eso ya lo deberías de haber sabido, prácticamente te bañas en perfume.

-¿Y las otras razones?

-¿Quien dice que hay mas razones?

-¿Dices que no te concentras por mi perfume nada mas? Que sensible. - se burló provocándola.

Ella se mordió los labios para evitar que una sonrisa saliera de sus labios.

-Eres un narcisista egocéntrico ¿ya te lo había dicho?

Draco empezó a reír y Hermione sintió algo en su interior removerse. Quería que sonriera así siempre, ¿por qué no sonreía así siempre?

-Hay más razones, tal vez te las diga algún día. - soltó ella mirándolo a los ojos.

Él dejó de reír y la miró con esa intensidad de mil fuegos. No le podía mantener la mirada, era imposible mantenérsela por más de diez segundos y no quemarse en el acto.

Él se puso de pie y se acercó a ella, le extendió la mano y ella alzó una ceja intrigada.

-Ya no tienes nada que estudiar, al fin. - recalcó- Acompáñame.

-¿A dónde vamos?

-Tengo que recoger un pedido en Hogsmeade.

Ella le dio la mano y él no se la soltó en ningún momento.

Fueron a Honeydukes. Recogió una cesta algo pesada y volvieron al castillo, cuando estaban a punto de llegar, Draco se desvió hacia el bosque prohibido. Hermione no dudó ni un segundo, su mano sostenía la suya. El calor y la seguridad que él le transmitía eran abrumadores, tanto que no le importó ni un poco, a donde se dirigía ni con quien.

Llegaron a un claro hermoso, Hermione había dado con él una sola vez, cuando buscaba con Luna sus zapatos perdidos. Era espectacular y nunca supo como encontrarlo de nuevo. Hacía un día hermoso. Él colocó la cesta en el suelo y con un movimiento de varita, esta se abrió. Un mantel oscuro flotó sobre el césped color verde, de la cesta salieron golosinas, chucherías y una botella de vino espumante. Dos copas y algunas frutas.

Todo se acomodó perfectamente sobre el mantel junto a la pequeña cascada que chispeaba pequeñas gotas de agua por doquier.

Los sonidos del agua. La brisa fresca de la tarde. El olor a pasto recién podado. El perfume y la calidez de Draco a su lado. La suavidad con la que su mano tomaba la suya.

-¿Cómo conseguiste el licor? - preguntó Hermione. Draco rodó los ojos divertido.

-Estamos a punto de graduarnos, además soy Draco Malfoy. - dijo alzando una ceja con suficiencia. Ahora fue el turno de Hermione de rodar los ojos divertida.

-¿Y esta bien que hagamos esto? ¿No nos meteremos en problemas? - preguntó algo precavida. Draco se mordió los labios y la vio comenzando a irritarse.

-Un simple gracias bastaba Granger. - dijo fingiendo mal humor.

Ella quería derretirse observándolo, se veía tan tierno tratando de contener su mal humor. Hermione dejó escapar una risa y rodeó su cuello con sus manos.

-Es perfecto, gracias. - susurró acercando su frente a la de ella.

Draco respiró profundamente y pasó sus manos alrededor de su cintura. Ella se puso de puntillas y le dio un suave beso al que él correspondió de inmediato. Se sentía muy feliz, nunca nadie había hecho algo así por ella y nunca pensó que esta clase de emociones las encontraría en él. Pero tal vez así eran ellos, mucho o nada, se odiaban con fervor y ahora...

-¿Tu hiciste todo esto solo? - preguntó Hermione intentando no ahondar mucho en sus sentimientos.

-No, le pedí ayuda a tu comadreja. - se mofó él, ganándose un ligero golpe en el hombro por parte de Hermione que no podía contener la risa.

-Eres un idiota, no le digas así...

-Tu gancho izquierdo sigue siendo tu fuerte ¿no? - dijo él sobándose el hombro.

Ella le sonrió sin entender a qué se refería.

-¿Y tu cuando tuviste tiempo de comprobarlo? - preguntó ella.

Él la reafirmó el agarre sobre su cintura y la atrajo a su cuerpo. Con su otra mano tomó su cuello y la acercó para darle otro beso, uno lento y más intenso que el que ella le dio.

-¿Crees que lo voy a olvidar tan fácilmente? - susurró él en su oído después de haberle arrancado mas de un suspiro por ese beso. Ella tenía los ojos cerrados, no podía creer lo dulce y tierno que podía ser cuando se lo proponía.

-¿De qué estas hablando Draco? - preguntó sonriendo sin saber a que se refería, hipnotizada por su boca que dejaba besos a lo largo de su cuello.

-¿Que? ¿Te soy tan indiferente que ya olvidaste el puño que me diste en cuarto? - dijo apretándola mas fuerte y mordiendo su labio inferior juguetonamente.

Ella en contra de su voluntad se separó de él y lo miró confundida y es que no entendía de qué estaba hablando. No recordaba nunca haberle dado un golpe a él ni mucho menos en cuarto año.

Pero él parecía que hablaba en serio.

-Claro, como olvidar eso. - mintió Hermione, no sabía que otra cosa hacer.

Hace ya varios días se dio cuenta que tendía a olvidar algunas cosas, pero era la primera vez que se daba cuenta de que había olvidado algo que pasó hace varios años.

Draco achicó los ojos y la estudió detenidamente.

Se veía... asustado.

-¿Acaso no lo recuerdas? - preguntó con el ceño fruncido, mirándola fijamente..

Hermione dudó, entre decirle la verdad o volver a mentirle. Pero él ya había visto la respuesta en sus ojos.

-¿Que otras cosas estas olvidando? ¿Es por ese dolor de cabeza? - volvió a preguntar él. En su tono de voz pudo percibir la preocupación que su máscara de acero intentaba ocultarle.

-No lo sé Malfoy, últimamente tiendo a olvidarme de ciertas cosas. Para ser honesta no recuerdo haberte golpeado, nunca en mi vida.

Se quedaron en un incómodo silencio.

Era cierto lo que le había dicho, no recordaba haberlo golpeado, de hecho ahora que lo pensaba, no recordaba a Draco para nada. Por mas que se esforzara, era imposible conseguir un recuerdo de él de ese año o antes, sin embargo si podía recordar a Harry y Ron cuando eran pequeños.

Él la observó detenidamente mientras ella batallaba en su interior, sus ojos color miel lo vieron con horror.

-No te recuerdo Draco, ni en cuarto año ni en tercero, ni nada. No puedo recordar ni cómo nos conocimos. - su voz temblaba y los ojos se le llenaron de lágrimas ¿Qué estaba pasándole? Casi no podía recordar nada de su niñez. Todo era borroso.

Estaba aterrada.

Él tomó su mano y logró tranquilizarla con ese gesto. Su expresión estaba vacía, no le decía nada.

-Vamos a la enfermería. - dijo arrastrándola con él de camino al castillo.

El picnic quedó olvidado.


Luego de dos horas infructuosas, Madame Pomfrey le indicó que debía ir a San Mungo con un especialista. Se encargó de dar aviso a su jefa de casa y ésta se lo comunicó al director.

A los dos días, le concedieron el permiso para visitar el hospital mágico.

Sus amigos no sabían nada, no quería preocuparlos. Además Dumbledore había pedido a Draco que la acompañase, ya que estaba ahí presente cuando Madame Pomfrey lo mandó a llamar. Él aceptó sin dudarlo ni un segundo.

Desaparecieron rumbo a San Mungo desde la chimenea del despacho del director.

Aparecieron en una habitación con paredes de un verde menta, un doctor con bata blanca estaba de pie frente a ellos y los recibió con una sonrisa afable.

-¿Hermione Granger no? - Hermione asintió, su corazón palpitaba a gran velocidad, estaba asustada. - soy el Doctor John Travis, especialista en la mente. - finalizó extendiendo una mano a la castaña a modo de saludo.

Fue en ese momento que se dio cuenta que Draco sujetaba su mano. Se soltó sin mucha convicción y le estrechó la mano al doctor.

Lo siguieron por un pasillo y se detuvieron frente a una puerta. El doctor se giró y le indicó a Draco que esperara afuera ya que procederían a hacerle algunos estudios.

Él solo asintió. Estaba mortalmente serio, no sabía si en realidad era por preocupación o porque estuviera aburrido y la acompañó solo para no ser grosero con el director. Ella quería creer que era lo primero, a Draco nunca le había molestado ser grosero con nadie.

Luego de varias horas de estudio volvieron a la habitación con paredes color menta. Esperaron un par de minutos nada más, sumidos en un tenso silencio hasta que el doctor apareció de nuevo.

Respiró profundo y comenzó a explicarle lo complicado de su situación.

Su memoria se estaba deteriorando.

La magia corría por sus venas, era un ser mágico, pero sus raíces no dejaban de ser muggles. Ese accidente había desestabilizado el hipocampo, las células en el Giro Dentado y en el Asta de Ammon no duraban más de una hora vivas. Sin explicación alguna, estas morían y aunque se regeneraban otras gracias a la capacidad mágica que corría por sus venas, era una pequeña cantidad en relación a lo que esa estructura cerebral requería para mantener sus recuerdos intactos.

El doctor Travis insistió en que no todo estaba perdido. Afortunadamente, la diferencia de esta condición entre los magos y los muggles, es que la magia siempre lucharía por curarlos. Era bien sabido que los magos no enfermaban y vivían mucho mas que los muggles. Según el doctor, su magia seguiría regenerando células a la vez que resguardaba los momentos mas importantes de su vida, aquellos que fueron una constante a lo largo de los años.

Sus padres. Harry. Ron. Los Weasleys. Su casa de Gryffindor. Hogwarts.

Draco.

Giró su rostro y se encontró con su mirada impenetrable, sus irises estaban de un color casi traslucido.

Cualquiera pensaría que Draco se quedaría en su memoria. Él había sido un dolor de cabeza en todos esos años de estudios, pero al parecer su magia no consideraba digno salvar ningún recuerdo de él, ya que no recordaba nada de Draco antes de su cuarto año.

Él iba a desaparecer de su memoria.

Un miedo irracional se apoderó de ella ¿Sería posible que se estuviera enamorando de él porque no recordaba lo horrible que fue?

No, no tenía sentido. Ella sabía quien era él, sabía de quien se estaba enamorando y sabía la clase de persona que solía ser.

Pero su magia era de luz, así que lo más lógico es que cuidaría todo aquello que le brindó felicidad. No aquello que la hizo llorar.

A ese paso probablemente no le quedaría ni un solo recuerdo de Draco.

Ni los malos y quizás tampoco los buenos.

En su mirada vio con claridad, que él estaba pensando exactamente lo mismo.