Algo estaba mal. Una vez más. Lo supe antes de pasar por la puerta.
El trabajo se multiplicó por la tarde. No tuve tiempo para preocuparme, o tener pensamientos amargados y retorcidos. Sin duda, algo bueno. Ahora, tenía diez tipos de cansancio diferentes. Dos horas de sueño y de estresarme por el dinero me tenían cansada. El viento gélido y frío cuando salí del trabajo congeló mi cuello y la punta de mi nariz. Cualquier encantador plan con chocolate y alcohol, voló directamente por la ventana. Quería un baño e ir a dormir. Ese era todo mi plan para la noche y era hermoso.
Aturdida, deslicé mi llave en la cerradura, al mismo tiempo que la puerta se abrió, ni siquiera estaba cerrado el pestillo. Mi equilibrio se fue a la mierda, y caí, justo de cara en medio de un duro, sudoroso y caliente, pecho.
Exhalé.
Él gruñó.
Unas manos fuertes me agarraron por la cintura, manteniéndome estable. Algo bueno, realmente necesitaba una mano en ese momento o mi culo podría haberse encontrado con el piso. Tal vez entré en el apartamento equivocado. Mi mente se encontraba en otro lugar, a mundos de distancia de la realidad. Otro apartamento ciertamente explicaría el delicioso cuerpo caliente contra el que me encontraba apoyada.
¿Desde cuándo el sudor olía tan bien?
Todo lo que pude hacer fue no frotar mi rostro e inhalar profundamente. Una olfateada o dos no sería ir muy lejos. Discretamente hechas, por supuesto.
—Saku. Amiga. —El pecho vibró debajo de mi mejilla—. ¡Bienvenida a casa!
Conocía esa voz. La conocía. Pero, ¿qué diablos hacía en mi apartamento? Aturdida, parpadeé hacia un bello rostro familiar. —¿Naruto?
—Por supuesto que soy yo. —Rió—. ¿Te drogas o algo así? No debes consumir drogas. No son buenas para ti.
—No me drogo. —Aunque las drogas podrían haber explicado lo que estaba viendo. Porque lo que veía era surrealista—. Estás aquí.
Sin duda. Definitivamente lo estaba. Lo sabía porque mis manos todavía se hallaban en todo su cuerpo caliente, medio desnudo. Mis hormonas desviaron cualquier idea sobre alejarlas. No podía culparlas.
—Lo sé —dijo—. ¿No es genial?
—Sí. Guau.
Asintió.
Me quedé mirándolo. ¿Cómo diablos entró? La puerta se encontraba cerrada cuando me fui.
—¿Cómo estuvo el trabajo? —preguntó.
—Estuvo bien. Gracias.
Me sonrió. —Te esperaba hace horas.
—Sí, tuve que cerrar y algunas personas vinieron a último minuto. Naruto, ¿por qué estás aquí, en mi apartamento, sin camisa? ¿Cómo sucedió eso?
—Tuve calor después de mover algunas cosas. —Giró su cuello, estirando los músculos—. Estás en el segundo piso, pero las escaleras añaden un buen tramo, ¿sabes? Shikamaru e Ino ayudaron un rato, y luego tuvieron que irse. De todos modos, no es como si importara, ¿verdad? ¿Algún código de vestimenta que necesite saber?
Todavía lo miraba. Las palabras salían de su boca, pero continuaban sin tener sentido. Nada de esto lo tenía. Sus ojos se estrecharon en mí. —Espera, no tengo camisa y todo y no me estás haciendo los ojos locos. ¿Qué hay con eso?
—Ah, supongo que estoy demasiado sorprendida de verte aquí. Sus cejas descendieron, al igual que las comisuras de sus magníficos labios. El hombre se veía seriamente triste.
—He esperado todo el día.
—Lo siento.
—No importa. Vamos, échale un vistazo. —Me llevó al apartamento, mi apartamento, cerrando la puerta. Sin responder a la pregunta importante acerca de su presencia. Pero lo realmente molesto fue la forma en que separó mis manos de su cuerpo. Ellas lloraron en silencio. Eso, o yo sudaba. Lo más probable era esto último. Él tenía el efecto más raro en mí.
—Ta-da —cantó, agitando una mano con un gran gesto, presentándome mi pequeña sala.
—Guau.
—Impresionante, ¿verdad?
—¿Si?
—¡Sí! Sabía que te encantaría esto.
Observé un poco más. Luego me froté los ojos, ya que empezaban a doler. Probablemente era por la hinchazón, pero no podía estar segura. ¿Qué demonios pasaba aquí?
—Viniste a vivir conmigo de alguna manera. —No podía haber otra razón para que un kit de batería apareciera en la esquina, por no hablar de todas las otras cosas. Oficialmente fui introducida a la dimensión desconocida—. Tú... eh. Qué hay de eso.
Hizo una mueca y se balanceó sobre los talones de sus Chucks. —Sé lo que vas a decir, también es más rápido de lo que pensé. Pero Itachi me echó hoy, así que pensé, ¿por qué esperar?
Solo parpadeé, el resto de mi cuerpo se encontraba demasiado congelado para responder.
—Está bien. Larga historia corta, accidentalmente vi a Izumo desnuda. — Levantó las manos, declarando su inocencia—. Fue sólo un lado de su pecho, te lo juro. Sin pezón ni nada de eso. Pero ya sabes cómo es ella, la jodida reina del drama. Perdió completamente la cabeza.
Asentí. En realidad no tenía ni idea, pero parecía que era necesaria una respuesta.
—Exactamente. Como si fuera culpa mía. ¡Fue en la puta cocina! Sólo quería algo de comer y ahí estaban, restregándose contra la pared. Ni siquiera sabía que ella había llegado a casa desde el trabajo. Como si quisiera ver eso. Es como ver a tus padres. Bueno, excepto que Izumi en realidad tiene tetas geniales. —Su mirada culpable se deslizó a mi rostro—. Muy bien, pude ver un destello de pezón pero lo juro, no quería hacerlo. No es mi culpa que ella estuviera topless. De todos modos, Itachi se puso loco.
—¿En serio?
—Oh, sí. Enorme. Utilizó palabras duras. Es posible que incluso hayamos peleado ligeramente. Pero lo perdono. El amor te vuelve psicópata, ¿verdad?
—Así es. —Era un sentimiento que de todo corazón, podía dejar atrás. Cuando mi primer novio rompió conmigo a los dieciséis años, mi diminuto mundo se sacudió. Y mira a mi mamá. Perdió la cabeza por completo cuando papá se fue.
—Mm.
—¿Así que te mudaste conmigo? —dije, corroborando la historia. Naruto se encogió de hombros. —¡Bueno, infiernos, sí!
—No, quiero decir, en realidad viniste a vivir conmigo. Aquí. En mi apartamento. Um, ¿de nuevo, cómo entraste? sólo por interés.
—¿Eso será un problema? —preguntó con un suspiro largo—. Sakura, vamos. Ya hablamos de esto anoche. Si tenías un problema conmigo mudándome, ese era el momento para sacar el tema, no ahora.
—Pensé que era una broma.
—Amiga, eso es ofensivo. ¿Por qué bromearía sobre cosas importantes de esa manera?
—¿Por qué te encontrabas borracho?
—Tengo algunas de mis mejores ideas bajo la influencia del alcohol.
—Ni siquiera creí que lo recordaras.
—Una vez más, ofendido —dijo—. No soy un quinceañero. Sé lo que puedo manejar.
—Lo siento. —No sé por qué era la que se disculpaba. Pero no importaba. Mis piernas se sentían débiles. Me senté en el borde del sofá más cercano. Era muy cómodo, a pesar de que no ayudaba con mi repentino mareo.
Naruto Uzumaki.
Viviendo conmigo.
Él, efectivamente, se veía serio en esto, como lo demostraba el pequeño surco que se formaba entre sus cejas al fruncirme el ceño. Muy sutilmente me di una patada a mí misma, para comprobar que me hallaba despierta y no soñando. Mierda, dolió. El dolor irradió desde el hueso de mi tobillo, por lo que me estremecí. Sí, completamente despierta. Además, el tacón en mis zapatos Docs era duro.
—Me estás mirando raro otra vez —dijo.
—¿Lo estoy?
Rodó los ojos. —Mujeres. Honestamente, lo juro, fue un indicio de pezón y no más. No quise faltarle el respeto a Izu.
Me agaché, frotando disimuladamente mi nuevo moretón. —Te creo.
—Bueno. ¿Puedes dejar de sacar el tema por favor?
Abrí la boca para decirle que no. Pero parecía más seguro mantener la idea para mí misma. ¿Quién sabía con qué divagación saldría la próxima vez? Naruto Uzumaki era un hombre difícil de entender.
—Mierda, ¿no te gusta el sofá verdad? —preguntó—. Por eso es la mirada.
—¿El sofá?
—Hombre. —Naruto bajó la cabeza, las manos en sus caderas delgadas—. Llamé a Izu para preguntarle de qué color te gustaría, pero ella empezó a hacer preguntas y entonces empecé a gritar y luego fue un jodido desastre. No puedo entrar a una tienda de muebles discutiendo por teléfono con una chica, ¿sabes? Tengo que mantener una reputación. Así que traté de llamar a Ino porque pensé que podría tener una llave de repuesto de tu apartamento.
—¿Ino te dejó entrar?
—Sí. Y dijo que definitivamente eligiera ese sofá, que enloquecerías por él.
—No, es... um, es muy bonito. —Pasé mi mano sobre la tela de terciopelo. Se sentía divina, súper suave. De ninguna manera quería saber cuánto costaba.
—¿En serio? —Me miró, su boca apretada con preocupación. Aún así, el verde y avellana de sus ojos era cristalino. Parecía casi infantil de alguna manera, vulnerable—. ¿Estás segura de que te gusta?
No podía apartar la mirada de él para darle al mueble un escrutinio correcto. No obstante, sin duda, parecía tan bueno como se sentía. —Es hermoso, Naruto.
—Uf. —Su repentina sonrisa iluminó mi mundo.
Le devolví la sonrisa tan ampliamente que mi rostro dolió. —Mira, no estoy diciendo que no a que te mudes. Supongo que todavía estoy tratando de entenderlo. Pero, ¿por qué quieres vivir conmigo?
—Me agradas —dijo simplemente.
—Apenas me conoces.
—Eres amiga de Izu y de Ino. Hablamos. Te abordé. Rodamos por el suelo juntos. Fue una experiencia de unión real.
Parpadeé.
—¿Más? ¿En serio?
—Por favor.
—Sabes, nunca he vivido con una mujer antes. Bueno, no desde mi madre y hermanas, y ellas no cuentan. Dame un minuto, esto es mucho más difícil de lo que parece. —Se dejó caer en el sillón de cuero negro frente a mí. Un sillón muy genial. No tanto como el hombre sentado en él, pero aún así, era un sillón muy genial. Esperé mientras hacía varias expresiones de dolor, por último pellizcó el puente de su nariz—. Pareces una buena chica, ¿sabes?
No sabía si reír o llorar. La risa parecía más segura. —Gracias.
—Espera —Gimió—. Tampoco estoy acostumbrado a tener que convencer a las mujeres. Por lo general, sólo son felices estando de acuerdo con lo que sea.
Y no las culpo ni un poco. Pero me encontraba razonablemente segura de que era un camino a la ruina. Estaría siguiéndolo como un cachorrito enfermo de amor en poco tiempo. No era bueno.
Sus dedos entonaron un ritmo contra los brazos de la silla de madera. Naruto Uzumaki era un alma inquieta. Nunca se quedaba quieto. Podías ver cómo toda su energía lo hacía un gran baterista. —Sabes, fue muy divertido estar contigo anoche. Lo disfruté. Fue genial que no fueras una psicópata acosando a todo el mundo. A pesar de que estés tan loca por mí, y pongas esos ojos locos, encuentro extrañamente tranquilizador que estés cerca en este momento.
Una sombra pasó sobre su rostro, y desapareció en un instante. Si no fuera por la visita de Ozumi podría haberme convencido de que lo imaginé. Pero no. Algodefinitivamente pasaba con este hombre.
—No me molestas con un montón de preguntas. Bueno, no lo hiciste ayer por la noche. —Se reclinó en la silla como un rey, descansando su tobillo sobre la rodilla. La energía o tensión recorriendolo, mantuvo sus dedos moviéndose, golpeteando interminablemente—. Vamos a verlo de esta manera. Necesitas dinero, ¿no?
Dudé, pero era la verdad. Los dos lo sabíamos. —Así es.
—También necesito algo.
Mis ojos se estrecharon. Si comenzaba a gritar acerca de la salud sexual de nuevo, lo echaría, con mobiliario genial, batería, y todo. O lo lamería. Con mis niveles de confusión y estrés actuales, las posibilidades eran cincuenta/cincuenta.
Una oportunidad para arrojarme sobre él podría ser demasiado buena para dejarla pasar. Después de todo, ¿cuántas posibilidades más podría tener? Mi suerte eventualmente tenía que acabarse.
—Y creo que satisfarás mis necesidades a la perfección —continuó.
—¿Tus necesidades?
Un lado de su boca se elevó aún más, y las posibilidades cambiaron a cuarenta/sesenta.
—Cada hombre tiene necesidades, pequeña Saku. Por cierto, ¿cuántos años tienes?
—Veintitrés. Soy consciente de que todo el mundo tiene necesidades. Pero Naruto, no voy a cumplir con las tuyas. —Mi nariz se elevó. Dulce bebé Jesús, deseaba tanto conocer sus necesidades, pero no cuando me daba esa sonrisa de suficiencia.
Una chica tenía que tener su orgullo.
—Claro que lo harás. —Se rió en voz baja, maliciosamente, viendo directamente a través de mí (veinte/ochenta)—. Estás muriendo por satisfacer mis necesidades. No puedes apartar la vista de mi exquisito cuerpo medio desnudo. En el momento en que abrí la puerta me toqueteaste. Era como si estuvieras caliente o algo así.
Mierda.
Cerré los ojos por un momento, bloqueándolo en un intento de recuperar mi ingenio. Si mi corazón dejara de tener un paro cardiaco al verlo y oírlo, las cosas serían mucho más fáciles. —No, Naruto.
Perdí el equilibrio cuando abriste la puerta por mí. Encontrarte aquí realmente fue una sorpresa. No estoy acostumbrada a que la gente simplemente se mude conmigo sin alguna discusión seria anterior.
Cuando abrí los ojos, me miraba en silencio. Juzgándome.
—Y no te toqueteaba.
La expresión demasiado tranquila en su rostro lo decía todo. No me creía, ni siquiera un poco. —Oye, no te avergüences.
No era una virgen ingenua. Le entregué mi tarjeta V a mi primer y último novio de largo plazo, a los dieciséis años. Desde mi llegada a Portland, me di el gusto de salir de vez en cuando. ¿Por qué no habría de hacerlo? Era joven y libre. Disfrutaba del sexo. ¿Pensaba todo el tiempo en montar a un hombre medio desnudo en un sillón? No tanto. Me hallaba fuera de control. Sin embargo, de ninguna manera le dejaría saber esto.
—Está bien, calabacita. No me importa que me toquetees. Si así es como sientes la necesidad de expresar tu afecto, eso es genial.
—Naruto. —Esto iba de mal en peor. Ni siquiera sé por qué empecé a reír—. Por favor, deja de hablar. Necesito un minuto. Considera esto un límite.
Sus ojos se iluminaron con alegría. —Oye, pensaste en lo que dije. Eso es genial. Respeto tu límite, Saku.
—Entonces, ¿por qué sigues hablando?
—Cierto. Lo siento.
Traté de encontrar calma. ¿Por qué nunca fui a yoga? Los ejercicios de respiración profunda habrían sido tan útiles. Cuando abrí los ojos, Naruto me sonrió serenamente. El idiota arrogante. Tan confiado. Tan caliente. Y tan condenadamente sin camisa. ¿Qué era eso? Nos encontrábamos en otoño en Portland, el clima era fresco, incluso llovía de a ratos.
La gente normal llevaba ropa en esta época del año.
—¿Te puedes poner una camisa?
Se rascó la barbilla. —Mm, no. Ese es mi límite, lo siento. Me gusta demasiado tu mirada sexy como para vestirme.
Mierda, ¿hacía los ojos locos?
—Eres perfecta —murmuró, desplegando firmemente una sonrisa de superioridad.
Maldita sea, lo hacía.
—¿Cuáles crees que son mis necesidades, Saku?
—Soy consciente de que estás hablando de sexo, Naruto. Es algo obvio. Pero, ¿por qué, de entre todas las mujeres a tu disposición, me elegiste? Eso no lo entiendo. Y tampoco entiendo por qué te mudarías conmigo. Podrías haber ido a un hotel o alquilado un lugar propio mucho mejor que este.
—Noooo. —Se dejó caer en el asiento, colocando sus dedos entrelazados sobre su vientre plano—. No estoy hablando de sexo. Me gusta pensar que tú y yo estamos por encima de todas esas desordenadas, cosas físicas, a pesar de tu obsesión por mí. Lo que necesito es una novia... bueno, una novia falsa, y tú, Sakura Haruno, eres perfecta.
—Joder, ¿qué?
Se echó a reír.
—Estás bromeando. —dije, aliviada. Bueno, enojada y aliviada. ¿Las estrellas de rock se hallaban tan aburridas en estos días que tenían que recurrir a tales extremos para entretenerse?
—No, no estoy bromeando. Tu reacción fue divertida, eso es todo. —Sus largos dedos rozaron de nuevo su cabello rubio, despejando su rostro—. Esto es serio, una transacción comercial, y tiene que ser mantenida en secreto. Te pagaré el alquiler. Te conseguiré muebles para reemplazar lo que se llevó esa idiota amiga tuya. En cambio, quiero que tú finjas ser mi novia por un tiempo.
Mi mandíbula cayó. —No hablas en serio.
—¿Por qué nunca crees nada de lo que digo? Saku, soy muy serio.
—¿Por qué yo?
Suspiró y miró al techo. —No lo sé, la forma en que ayudaste a tu amiga, aunque después se portó mal contigo.
—Naruto, eso no me hace una buena persona. Me hace un idiota. —Teniendo en cuenta cómo fueron cuesta abajo las cosas, esa no era nada menos que la fría y dura verdad—. Tú básicamente dijiste lo mismo anoche. Dejé que me usara.
Naruto mostró los dientes. —Oye, nunca dije que eras una idiota y no quiero oírte hablar así de nuevo. Hay otro límite, justo ahí.
—Bien, relájate.
—Estoy perfectamente relajado. Mira, todos tenemos nuestros problemas, Saku. Nunca dije que fueras perfecta. —Hizo una pausa, se rascó la barbilla—. Oh, no espera. Sí, dije eso. Bien, no quise decir exactamente eso... no es que no seas genial y todo pero... sí, continuemos.
—No. Vamos, estrella del rock. ¿Qué querías decir? —pregunté, reprimiendo una risita. Era él. No podía evitarlo, el hombre era divertido.
Desechó la pregunta. —No, hemos avanzado. Por curiosidad, ¿ni siquiera se te ocurrió pedirle a Izumi anoche el dinero que necesitabas?
Me eché hacia atrás en sorpresa. —¿Qué? No.
—Te lo hubiera dado. Joder, sabes que ella e Itachi lo tienen.
—No es su problema.
Me dio otra mirada petulante.
—Eso no prueba nada. Y si me has elegido por mi ética entonces, ¿soy de verdad la mejor persona para mentirle a tus amigos y familiares, Naruto?
—Calabacita... no vamos a hacerle daño a nadie. Sólo vamos a ayudarnos el uno al otro, eso es todo.
—Dijiste que era una mentirosa pésima.
—Vas a estar bien. —Desechó mis protestas.
Me senté allí y pregunté—: ¿Esto es algo que podremos llevar a cabo?
—Confía en mí.
—¿Por qué quieres una novia falsa?
—Porque quiero.
—Naruto.
Puso los ojos en blanco, su rostro tensándose. —No es de tu incumbencia el por qué, ¿de acuerdo? Pagué tu alquiler. Tu dulce trasero no será desalojado. En cambio, lo único que te pido es que me mires con adoración alrededor de otras personas. Lo haces de todos modos ¿cuál es el problema aquí?
—¿Así que no me vas a decir?
—¿Te han hecho un examen de audición últimamente? Digamos que tengo una buena razón, una razón personal, y déjalo así. Honestamente, eres tan mala como Itachi e Izumi. "¿Qué está mal, Naruto? ¿Estás bien, Naruto?" Bien, lo estaba hasta que cada uno me lo preguntó malditamente mil veces. —Se puso de pie y comenzó a pasearse por la habitación. Dada la longitud de sus piernas, no llegaba muy lejos.
Tres pasos hacia adelante y tres atrás. Después de un par de vueltas se detuvo, miró por la ventana hacia la calle.
—¿Por qué todo el mundo insiste en ser molesto todo el maldito tiempo? La vida es demasiado corta para tener que revelar detalles inadecuados de mi vida personal. Tú estás aquí. Yo estoy aquí. Podemos ayudarnos el uno al otro y pasar un buen rato en tanto estamos en ello. Eso es todo lo que importa. —Giró sobre sus talones, con sus brazos abiertos de par en par—. La vida es una canción, Saku. Vamos a tocar.
Mi vida no había sido mucho como una canción... al menos, no hasta este punto.
Ninguno de los dos habló por un momento. La expectativa y la impaciencia rezumaban de él. De hecho, tenía el mal presentimiento de que estaba siendo burlada de nuevo. Sin embargo, no maliciosamente. Naruto no parecía como si pudiera hacerle daño a una mosca. Pero podría accidentalmente aplastar una.
Desde el exterior, parecía un buen negocio. Realmente necesitaba el dinero. También me gustaba estar cerca de él. Con él tenía más diversión de lo que tuve alguna vez. Pasara lo que pasara, esto se hallaba destinado a ser un infierno de paseo. Y si yo sabía desde el principio que me dejaría, no habría riesgo de que me apegara demasiado. Solo disfrutaría el tiempo que tuviera y luego diría adiós. Esto podría ser fantástico.
—Está bien —dije al fin—. Tú salvaste mi trasero. Gracias por eso. Pero todavía no estoy completamente convencida acerca de este plan de ser tu novia. Supongo que ya veremos cómo nos va.
Aplaudió, alegre. —No te arrepentirás de esto. No haré un lío con tu vida. No mucho al menos.
—¿No mucho?
—Sabes es un jodido placer tenerme alrededor. La gente no siempre consigue eso. Además, voy a abrir tarros y levantar mierda pesada. Oigo que esos son problemas para las mujeres. —Rebotó alrededor de la habitación. Dios mío, este hombre tenía energía de sobra, como si inhalara azúcar—. Entonces, ¿qué debemos hacer esta noche? ¿Quieres pedir algo de comida? ¿Qué te apetece?
Me dejé caer en la silla, cansada sólo de mirarlo. —Naruto, no tengo dinero para eso, pero hazlo tú.
—¿Podrías dejar de preocuparte por el dinero? Es por eso que estoy aquí. Todo va bien. Ahora, ¿qué te apetece?
—Lo que tú quieras es genial.
—Esa es la respuesta correcta. Vamos a ser la mejor pareja falsa de todos los tiempos, calabacita.
—Por favor, no me llames así.
—Calabaciiiitaaaa —dijo arrastrando las palabras, meneando sus cejas—. Es un gran apodo. Tu pelo es algo parecido a ese color y somos una pareja ahora. Las parejas siempre tienen nombres idiotas para el otro. Vamos, piensa en uno para mí.
—Ahora mismo me pongo a trabajar en eso.
—Bien. Luego tendremos tiempo de toqueteo —Se frotó las manos—. En realidad, no importa, podemos hacerlo más tarde en la cama.
Mi mente alborotada reaccionó. —¿Cama? ¿Tiempo de toqueteo? ¿Eso es un eufemismo? Pensé que no íbamos a tener sexo. Dijiste que fingiríamos.
—Caray, relájate. No vamos a tener sexo, sólo vamos a dormir juntos. Todo el plan colapsará totalmente si empezamos a tener sexo. Lo que necesito es una relación a largo plazo respetable. Comenzamos a follar y todo será "¡Oh Naruto, nunca había soñado que tal éxtasis era posible! ¡No puedo vivir sin ti! ¡Fóllame, Naruto! ¡Por faaaavorr!" —Dobló las rodillas cayendo sobre el suelo. Fue una actuación impresionante. El hombre sabía cómo batir las pestañas.
Me reí como una colegiala insulza. Casi me dieron ganas de pegarme un tiro en defensa de mis principios por el sonido que emití.
—Y luego todo terminará como con la psicópata de la película Atracción Fatal. Confía en mí, lo he visto pasar y no es bonito. Así que vamos a mantenerlo estrictamente por encima del cinturón. Saca esas ideas sucias de tu mente, Saku.
—Eres tan bueno, ¿eh?
Me niveló con una mirada. —Señorita Haruno, no tienes ni idea.
—Sabes, honestamente no puedo decidir si tu ego es repulsivo o simplemente impresionante.
—¿Quieres que te mienta?
—Naruto, apenas puedo saber cuándo estás hablando en serio.
Rodó sobre las manos y rodillas, luego se arrastró hacia mí, con los ojos llenos de malicia. —Si te estoy hablando a ti, lo digo en serio. Ahora, vamos a tener que besarnos en público, obviamente. ¿Y que si vamos a cenar fuera y pego mi lengua en tu oído y te pones toda rara? La gente puede empezar a preguntarse qué sucede. Así que tenemos que practicar la cosa del toqueteo.
—¿Tu lengua? ¿En serio? No lo sé...
—Por suerte para ti, estoy aquí y sé que es mejor. —Se puso de pie y tomó su celular, moviendo el dedo sobre la pantalla—. Tenemos que asegurarnos de que nos veamos comprometidos. Ino pasea por aquí constantemente. No podemos arriesgarnos a dormir separados. ¿Sabes que ni siquiera golpea la puerta, simplemente irrumpe como si fuera la propietaria de la casa? Algunas personas no tienen modales.
Me encontraba demasiado abrumada para señalar la ironía en esa declaración.
—Sí, pero podríamos bloquear la puerta —sugerí, las palmas de mis manos empezaban a sudar desesperadamente de nuevo. Aunque, para ser honesta, nunca se detuvo.
¿Dormir con Naruto? No. No era una buena idea. Él rebotando en mi apartamento semidesnudo era suficiente. Tocarlo en la oscuridad lo haría inseguro. Lo atacaría a pesar de mis mejores intenciones. Teniendo en cuenta que estaríamos viviendo juntos en el futuro, empujarlo por más sería un maldito desastre.
—No podemos simplemente cerrar la puerta —dijo—. Ino tiene otra llave de repuesto. Es necesario mejorar la seguridad, calabacita.
—Muy cierto.
—Oye, no roncas ¿verdad?
Le di mi mejor mirada fulminante.
—Sólo preguntaba. —Retrocedió, aún tocando su teléfono—. Y me aseguraré de mantener cualquier enganche en secreto, ¿de acuerdo? No te voy a avergonzar con nada de eso.
—Gracias. —No debería haberme sorprendido. Pero lo hice. Estúpida, estúpida de mí—. ¿Pensaste en esto anoche? ¿Por eso actuaste alrededor de mí así?
—Bueno, sí.
Abrí los ojos como platos. Dolorosamente amplios. Tomé una respiración profunda por la nariz. No importaba realmente. Mi orgullo recibió un duro golpe, pero tenía un techo sobre mi cabeza en el futuro previsible. Tiempo de aguantar.
Esta cosa de dormir juntos no funcionaría. No podría. El hecho de que me tensaba por sólo pensar en ello lo confirmaba. ¿Pero interpretar a su novia? Le debía al menos intentarlo. Incluso podría ser divertido. Realmente divertido. Dios, sabía que necesitaba algo de eso en mi vida.
Me senté con la espalda recta, respirando profundamente. —Bien, estoy de acuerdo en todo, excepto en el tiempo de toqueteo.
Abrió la boca para protestar pero me abrí paso antes de que pudiera decir una palabra. —Y mañana pondremos un pestillo deslizante en la puerta para mantener a Ino afuera y tú comenzarás a dormir en la habitación de invitados.
Estas son mis condiciones.
—Mírate, toda exigente. Me gusta. Aunque en realidad, preferiría que pensaras en mí más allá de tus límites.
—Lo digo en serio, Naruto. Lo tomas o lo dejas. Acabo de salir de una situación complicada de compañeros de cuarto. No voy a caer directamente en otra. Naruto se cruzó de brazos y bajó la vista, la longitud de su nariz ante mí. Al principio, pensé que discutiría. Alguna malvada parte subversiva de mí podría haber esperado que lo hiciera, por lo menos en la parte de dormir juntos. Pero no lo hizo.
—Muy bien, acepto tus términos. Te diré algo —dijo lentamente—. ¿Por qué no utilizo el sofá esta noche?
Mis hombros cayeron por lo que probablemente fue alivio. —Eso sería genial. Gracias.
—No hay problema. —Me dio una mirada vagamente divertida—. Cualquier cosa que funcione para ti, Saku.
—Genial. Voy a ir a tomar un baño.
—Diviértete.
—Sí.
La puerta del baño se encontraba cerrada con llave detrás de mí en un tiempo récord. Me senté en el borde de la gran vieja y estropeada tina con patas, mi sangre corriendo ruidosamente por mis oídos. Mi mente se hallaba muy confundida. Acababa de evitar dormir con una estrella de rock. ¿Qué había hecho?
La decepción dolía por dentro.
Pero esta era la decisión correcta. Necesitaba recordar cuan encantada me encontraba por Shisui. Él era una opción mucho más segura para un flechazo. Un día, él y yo tendríamos una posibilidad real.
Una vez que todo el ruido en mi cabeza desapareció, me miré en el espejo. Mi cabello caía plano alrededor de mi rostro. Mis ojos se hallaban muy abiertos y salvajes. En las últimas veinticuatro horas fui puesta de revés. No dormiría con él, pero sin duda ahora vivía con una estrella de rock. No vi venir eso.
—¿En qué demonios me metí? —le pregunté a la chica en el espejo.
Ella no tenía nada más que una sonrisa aturdida, y sorprendida que ofrecer. Estaba claro que era una fanática de la particular locura de Naruto. Gracias a Dios yo era más madura.
Saqué mi camiseta por encima de mi cabeza y comencé a desatar los cordones de mis botas. De repente los golpes en la puerta casi me hacen caer de mi posición. Apoyé una mano en el suelo y me paré antes de caer de bruces.
—¿Saku?
—¿Si? —Me senté y crucé los brazos sobre mi sujetador negro, cubriéndome a pesar de que no me podía ver.
—Me olvidé de decir gracias. Por dejarme vivir aquí contigo y aceptar ser mi novia. Realmente lo aprecio.
—Bien, gracias por pagar mi alquiler, por los muebles y todo.
—Eso no fue nada. Lo hubiera hecho de todos modos. No me gustó verte triste anoche.
—¿En serio? —Se me hizo un nudo en la garganta y miré fijamente la puerta, asombrada. Eso era enorme. Realmente no sabía qué decir. ¿Apenas me conocía y sin embargo había venido a mi rescate? Naruto Uzumaki podría ser un chico malo, pero también era un buen hombre.
Uno que me gustaba mucho.
—Sí. Por supuesto. Va a ser divertido, Saku —dijo, su voz cerca de la puerta—. Espera y verás.
—Está bien.
Sonaba como si necesitara que le creyera. Lo curioso era, que lo hacía.
