V

La Cumbre terminó en batalla. Sorprendentemente, ningún Kage o sus guardaespaldas iniciaron la gresca, sino que se debió a una irrupción no autorizada, promovida por la no invitada Aldea Oculta entre las Cascadas. Las vigilancias estuvieron muy pendientes de que Shinobis vivos no entraran, por lo que no se preocuparon tanto por los Shinobis muertos. Así el Ninja Kakuzu atravesó las defensas, usando el complicado, difícil y a veces cobarde Jutsu de Muerte Falsa, el cual no era infalible, ya que se cuentan muchas historias de ninjas muertos por un mal uso de la técnica y de otros tantos que fueron enterrados vivos y no se supo de ello hasta que los saqueadores de tumbas abrieron las cajas de madera más recientes solo para encontrar expresiones de terror nunca vistas en campo de batalla alguno y uñas tan magulladas que dirían que fueron atacadas por jaurías salvajes. Al menos tuvieron más suerte que cierto pueblo de cuyo nombre no me acuerdo y que al ver como un ninja salía de su tumba y se dirigía a su casa para servirse un trago fueron en histérica multitud a incendiar el cementerio creyendo que los cadáveres muertos de los difuntos ya fallecidos estaban volviendo a la vida y nadie quería ser reprochado por dejar de visitar a su pariente.

Como sea, los líderes de la Cascada no se fiaban de las heridas maquilladas, por lo que llevaron a sus investigadores y chamanes, casi lo mismo, a un nuevo extremo: El Jutsu Zombie, que requería la muerte del usuario y permitía las horrendas mutilaciones.

El ataque comenzó en la sala de disecciones, donde Kakuzu despertó e empezó a degollar cuellos y devorar cerebros en un intento de robar sus secretos, lo cual de alguna forma extraña funcionaba y recomponía su propia mente destrozada. Aunque digan lo contrario, se sabe que Kakuzu estuvo al menos 5 días oculto en Konoha, y hay quienes alargan la estancia hasta las 2 semanas. Cierto es que hubo rumores de un extraño ser rondando los cementerios y despedazando animales, que según los pobres avistamientos sobrevivientes, medía más de 2 metros, con brazos y piernas anormalmente largos y unos ojos brillantes de verde enfermo que atravesaban la oscuridad. El único que pudo escuchar su pútrida voz fue un anciano ciego, que afirmó que también poseía una espectral presencia, un Chakra siniestro único en su tipo que descomponía la vitalidad a su alrededor.

Su intento de magnicidio, por demás, fue infructuoso, aunque muy sorpresivo. Quizás no esperaba los demás Kage, imbuidos por una suerte de sensibilidad impregnada del discurso de Hashirama, saltaran a protegerle. De cómo ocurrieron las cosas hay 5 versiones, una por Kage, (y sin contar las revisiones de los gobiernos posteriores) pero dos son las principales. Fue Reto el Primer Kazekage quien reveló su Jutsu Ataúd de Arena, lo que dio una idea muy grande de las técnicas de los Ninjas de Suna, y su Jutsu Chorro de Brea, con el que logró inmovilizar una pierna de Kakuzu. Se dice que el Raikage J y su hermano K pasaron a descuartizar al ser con su Hoja Cortante de Rayo, solo para darse cuenta que las partes (quizás reavivadas por la descarga) saltaban intentando matar a Hashirama, solo para ser congeladas por el Jutsu Bajo Cero del Primer Mizukage. El Chakra maligno fue drenado entonces por el Jutsu Árbol Succionador del Primer Hokage, y el altercado se cerró con el Primer Tsuchikage atravesando el cráneo de Kakuzu con su katana. Esta versión no es tanto posible, ya que se sabe que el atacante sobrevivió, aunque se suele achacar al noble corazón de Hashirama. La segunda es tanto más alucinante, aunque extraña la poca memoria de los testigos. Esta vez el Hashirama y Reto unieron fuerzas contra el Ninja Zombie Kakuzu, primero alejándolo de la Aldea con el poderoso Jutsu Tormenta de Arena que Reto usara para esconder su Aldea de los enemigos, y en muestra de respeto, Hashirama usó el Jutsu Secreto del Estilo Madera Nacimiento de Bosque Secreto que diera resguardo a la Hoja. En esta versión, que Tobirama nunca desmintió, este obtuvo mejor protagonismo, invocando una Jauría albina que destrozó a Kakuzu. El corazón noble de Hashirama se repite aquí también.

Es un hecho, a fin de cuentas, que la Aldea Oculta entre las Cascadas no vio cumplida ninguna de las misiones que había encargado, y era fácil relacionarla con el intento de asesinato porque un mes después, los líderes de tan pequeño pueblo fueron masacrados y sus corazones y cerebros robados, junto a una inestimable cantidad de pergaminos con técnicas secretas. Lástima que no supieron que muerte, aunque lenta, sigue siendo muerte. Ningún Kage murió en la cumbre, pero ninguno le sobrevivió. Caídos en batallas apoteósicas o traicionados por sus camaradas, en menos de 3 años tras la celebración de esta, los hombres de los gorros fueron muriendo, y el cronista que descubrió esta tétrica relación la acuñó como El Efecto Kakuzu, que había dejado maldito a sus oponentes. No se supo mucho más de él por el momento, aunque los sabuesos de Tobirama jamás perdieron el rastro de ese pútrido Chakra. Una vez resuelto el asunto, Hashirama suspiró pensando que la Cumbre no podía haber resultado peor, ya que el atentado no hizo más que acrecentar la desconfianza entre las Aldeas en lugar de forjar esa útil unidad.

—Lo lamento —Reto el Primer Kazekage hizo una reverencia que, sin saberlo, le costaría la vida—, su Proyecto es interesante, pero no estamos listos, ha pasado mucho entre todos nosotros...

Y así se retiraron. Hashirama, sintiendo la peor derrota de su vida, regresó a casa hecho un cisco, subió las escaleras a 4 patas y entró al dormitorio arrastrándose bajo las cortinas, para deslizarse entre las sábanas hasta alcanzar los brazos de su amada Mito Uzumaki.

—Hoy he fracaso como Hokage...