Me adjudico todos los errores ortográficos y/o gramaticales que puedan encontrar en el capítulo.


Advertencia: En esta historia encontrarás escenas sexuales explícitas a lo largo de la trama. Leer bajo su responsabilidad.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

PAPÁ QUIERE HUIR

.

Mi padre se acercó y cuando pensé que me empezaría a dar de gritos ―que por cierto nunca lo hacía―, soltó tremendas carcajadas que me hizo enarcar las cejas.

Charlie tenía sus manos en su ancho estómago mientras reía con fuerza.

― Sé lo que hiciste ―articuló entre risas ahogadas― fue una gran lección para el cretino de Aro. Me alegro que lo hayas despreciado.

— ¿Lo sabes? —pregunté dubitativa.

Papá llevó su brazo a mis hombros y me abrazó dejando un beso sobre mi cabeza. Después de tres largas semanas me volvió a abrazar. No pude resistirme a sus mimos y lo abracé con cariño, enterrando mi rostro en su pecho. Lo había echado de menos.

— Lo sé, fue la mejor jugada que pudiste hacer. Necesitaba un elemento importante de esa constructora y hoy está libre de ellos. Le hemos mandado llamar nosotros.

— ¿Estas hablando de…? —Guardé silencio. Mi padre no podía estar hablando de Edward ¿o, sí?

— ¿Conoces a Edward Cullen? —inquirió papá.

¿Era posible que supiera de él? Parecía que sí, la vida era un pañuelo, definitivamente. Sin embargo, sabía bien si afirmaba mi respuesta el avasallamiento de preguntas empezaría de su parte.

Por lo que era más seguro decir un no. No obstante, cómo yo no sabía mentir terminaría tarde o temprano revelando la verdad, era mejor decirla desde ya.

Asentí sin ganas.

― Lo conozco poco, sí. ―Mentí. A Edward le conocía hasta las amígdalas, al menos las había tocado con mi lengua.

― Me alegro, tesoro. Ese chico es uno de los prospectos más importantes en la constructora. Es serio, dedicado a su trabajo. Tiene un récord limpio y jamás se ha metido en un solo problema. Es justo lo que necesitamos en la compañía. ―Alabó papá en un tono orgulloso.

Mordí mi labio. Si papá supiera… ―sacudí mi cabeza― era mejor que no se enterara de nada. Sobre todo, de la parte dónde Félix logró arreglarse en la Jefatura para dejar limpio nuestro récord.

― ¿Cuándo te unirás a nosotros? ―Preguntó captando mi atención―. Estoy convencido que Edward y tú serán una bomba juntos, un dúo explosivo en cuestión de trabajo.

Aclaré mi garganta.

Quería decirle que no solo en el trabajo, solo que era confesar demasiado.

Sonreí como último recurso.

― Estaré esperando que decidas unirte a la constructora ―pronunció confiado―, sé que pronto llegará ese día, cariño.

Suspiré al escuchar los pasos de mamá aproximarse.

― He dormido a los nenes ―explicó, sujetando mis manos― descansa, cielo.

Me despedí de ellos. Llegué a casa apenas cruzando el amplio jardín, una vez dejé un beso a mis hijos, salí corriendo a mi habitación y marqué el número de Edward.

¿Bella, ocurre algo?

Mordí mi labio mientras escuchaba su voz adormilada. Miré el reloj alarma del buró: eran las 20 horas.

― Hmmm… ¿te desperté? ―golpeé mi cabeza por ser tan idiota. Apreté mis párpados y solté un profundo suspiro―. Es que... hablo para felicitarte, me enteré que estás por unirte a la constructora Swan.

Sí ―afirmó entre bostezos.

Lo imaginé con su pelo revuelto luciendo tan caliente sin camisa. Me dejé caer a la cama y cerré mis ojos mientras me revolcaba entre las sábanas

El lunes tengo una entrevista ―prosiguió― ¿tú, cómo estás?

― Bien. Estoy en mi cama ―mordí mi índice y sonreí emocionada al evocar buenos recuerdos en este mismo lugar. Carraspeé y recompuse mi frenética calentura―. ¿Tienes planes para el fin de semana?

No ―respondió al instante― estaré en casa viendo series y tú… ¿qué harás?

Me asomé bajo la cama; había una "discreta" caja en color rosa fucsia, sabía que me auto complacería hasta desmayarme hoy por la noche, quizá mañana y también pasado.

― Veré algunas series también ―mentí.

Escuché un jadeo por parte de Edward a través de la línea y me senté en medio de la cama.

― ¿Qué se escuchó? ―pregunté.

Nada, me tropecé y golpeé mi dedo chiquito del pie. ―Maldijo por lo bajo―. ¿Por qué no vemos algo juntos… digo, si tú quieres ¿qué serie estás mirando?

De inmediato abrí mi laptop y busqué en Hulu lo primero que apareció en la pantalla:

― Estoy viendo Happiest Season ―inventé.

Sus carcajadas me hicieron alejar el móvil. Edward se escuchaba despreocupado al reírse de mí.

Esa no es una serie, es una película ―corrigió―. Busquemos algo juntos… ¿prefieres drama, comedia, horror?

Fruncí mi entrecejo. ¿Qué sabía yo de series?

― Bueno, solo sé sobre películas Disney, Pixar. Todo tipo de dibujos animados, no tengo idea qué hay en las plataformas ―confesé avergonzada.

Comprendo. Eres mamá y es obvio que sepas más sobre temas infantiles ―fue comprensivo conmigo―. Buscaremos opciones diferentes en Netflix.

Apoyé mi espalda en la cabecera de la cama y puse mis audífonos mientras elegíamos una serie interesante… Así fue cómo creamos un nuevo hábito juntos, cada noche nos dedicamos a mirar series y comentar cada capítulo hasta quedarnos dormidos. Por la mañana nos enviamos algún mensaje deseando un buen día para ambos y así comenzamos nuestras pequeñas interacciones conforme el día pasaba nosotros tratábamos de mantener comunicación.

Pasó una semana y Edward estaba exultante en trabajar en la constructora Swan, no paraba de expresar su admiración por mi padre y de contar una y otra vez lo emocionante que era trabajar con él. Era sumamente importante saberlo feliz.

Entonces, llegó un día especial también para mí y venía de la mano de Victoria y James Whitherdale, un joven matrimonio con una pequeña constructora.

― Bienvenida, Isabella. Es un gusto tener a tan distinguida arquitecta entre nosotros. ―Victoria sonrió con amabilidad dándome un apretón de mano.

― Aquí te esperamos el lunes para tu primer día ―aseguró James también saludandome.

Ambos eran jóvenes, unos pelirrojos adorables oriundos de Irlanda, quizá rondaban los treinta y cinco años o menos.

Solo pude agradecer y sin quitar mi sonrisa salí emocionada hasta el estacionamiento. Lo primero que se me ocurrió fue llamar a Edward.

― ¡Ya tengo trabajo! ―chillé al momento que respondió la llamada, apreté mi puño y evité dar de brincos de emoción.

¡Felicitaciones, Bella! ―recitó con alegría― ¿por qué no celebramos?

Sonreí. Llevé mi mano a mi estómago sintiendo el revoloteo de mariposas invadiendo mi cuerpo. Tal vez tenía hambre, sí, solo que era mejor darle otra interpretación.

― Sí, ¿por qué no? ¿A dónde? ―traté que mi voz fuera algo cohibida, es que si me mostraba totalmente emocionada lo iba asustar.

¿Puedes venir a mi apartamento? Voy rumbo a casa… prepararé la cena para nosotros.

Me quedé sin voz.

Es decir, me quería en su casa, ¿nosotros solos? Debía hacerme del rogar, mostrar menos interés, tal vez hacerme la difícil.

¡Al diablo!

― Envíame tu dirección, llego en un momento.

.

Tan solo con abrir su puerta y mostrarse tan guapo; vestido en pantalón gris oscuro y camisa blanca, arremangada hasta sus antebrazos, mis piernas flaquearon. Él me recibió sonriente mostrando sus dientes blancos pasando una mano por su caótico pelo cobrizo.

Cerré mi boca porque bien podía haber babeado.

Sin esperarlo tiró de mi mano y me dio un fuerte abrazo envolviendo mi menudo cuerpo en su calor.

Respiré su aroma masculino y me abrace a su torso. Debía admitir que me gustó la sensación de estar entre sus brazos.

― Ven…

Sin soltar mi mano me hizo pasar a la estancia cerrando la puerta tras de mí. Eché un rápido vistazo al lugar, era amplio y ordenado y de la cocina salía un olor exquisito a lasaña.

― ¿Tú, cocinaste?

Asintió manteniendo su sonrisa. Lo acompañé a la cocina donde había sobre la estufa la bandeja con lasaña.

― Sí, preparé todo desde anoche ―encogió sus hombros― espero que el sabor sea bueno.

Le ayudé a poner la mesa mientras seguíamos comentando nuestro día. Fue curioso que preguntara por mis nutrias, generalmente nunca sacamos a colación a mis mellizos.

― ¿Quién los está cuidando? ―indagó al tiempo que servía para mí una porción generosa de pasta.

Tenía buen aspecto y su olor era apetecible, mis tripas protestaron de inmediato por alimento.

― Mi mejor amiga, ella es esposa de mi primo Félix ―lo miré fijo para que recordara de quién se trataba.

Sus mejillas se tornaron de color rosa mientras asentía bebiendo un sorbo de vino tinto.

― Supongo que ha sido difícil la crianza de tus hijos siendo tan joven ―siguió con el tema.

― Mis padres me han ayudado en demasía ―me sinceré―, mi familia siempre ha estado apoyándome desde el nacimiento de mis mellizos. Aunque no niego que fue difícil porque me dediqué a cuidar de ellos y no volví a pensar en mí, hasta… bueno, esa noche que nos conocimos.

― Oh ―articuló. Clavó sus hermosos ojos verdes en mí― no me arrepiento de esa noche ―confesó, poniéndome al borde de la silla.

Exhalé tratando de calmar mis ansias locas de lanzarme sobre él.

― Yo tampoco me arrepiento ―dije convincente.

― ¿Quieres un poco de vino? ―ofreció nervioso, sirviendo una copa para mí― brindemos por nuestro reencuentro.

Ambos sonreímos cuando los cristales chocaron entre sí.

Dentro de mí guardaba una sensación extraña, aún no entendía de qué, era algo así como una esperanza. Sí, me sentía esperanzada de que entre nosotros se diera otro paso.

En cambio conforme la noche comenzó a pasar tranquila entre conversaciones triviales y apetitosa lasaña, esas esperanzas se empezaron a disipar. Así acabamos la cena y limpiamos la cocina mientras seguíamos bebiendo la segunda botella de vino tinto y mis ilusiones habían muerto.

Me sentía mareada y si iba a conducir era mejor no seguir bebiendo más.

― Tengo que irme ―le dije, después de que sirviera la copa número no recuerdo bien. Alargué mi mano y dispuse la copa de cristal con vino tinto sobre la mesa de centro, le sonreí.

Estaba por incorporarme, cuando de pronto se acercó a mí estrellando sus labios con los míos. Era un beso robado, de esos que te dejan sin respiración.

Sus labios húmedos y con sabor a vino tinto se adueñaron de mi boca en cuestión de segundos. Sin quedarme atrás llevé mis manos a su nuca y lo acerqué mucho más mientras él me iba recostando sobre el sofá. Una vez estábamos tumbados, su cuerpo encima del mío comenzó a pasar sus palmas sobre mis muslos provocando escalofríos en mi piel. Su boca abandonó la mía dejándome respirar y suspirar entre jadeos porque se concentró en mi cuello; besando y mordiendo al mismo tiempo que una de sus manos se metía bajo mi falda.

Le fue fácil remover mis bragas y meter un dedo en mí.

Jadeé y rodé mis ojos ante tal invasión de su dedo, que mis caderas de inmediato empezaron a moverse en sincronía.

Yo era un completo desastre de gemidos mientras llegaba a la cima con un simple dedo y él gruñía satisfecho por tenerme a su merced.

Se sacó la camisa dejándola caer al piso y desabrochó su pantalón con rapidez volviéndose a cernir sobre mí, besándome con necesidad. Mis manos fueron a su espalda acariciando sus omoplatos, abrí un poco mis piernas ahuecando sus caderas.

Edward no perdió tiempo y me penetró de una estocada.

Gemí. Cerré mis ojos dispuesta a disfrutar del placer que estaba sintiendo.

¿Y el condón?, escuché una voz lejana en mi cabeza.

Abrí mis ojos de golpe mientras Edward jadeaba en mi oído sin dejar de empujar sus caderas contra las mías. Me paralice, con mis manos en sus hombros empujé su cuerpo lejos de mí.

Me puse de pie; acalorada como estaba acomodé mi vestido, tomé mi bolso y salí corriendo de su apartamento sin voltear a verle.

.

Con pijama puesta me acurruque en la cama.

Había tenido la suficiente desfachatez para contar con lujo de detalles lo que sucedió en el apartamento de Edward. A este paso Kate ya no se sorprendía de todo lo que últimamente hacía. Ella lo justificaba diciendo que enloquecí de calentura por él.

Sabía que no era una simple calentura. Desde luego que no, era mucho más que sexo y, la respuesta fue el pánico que sentí al estar de nuevo con él, muy en el fondo tenía miedo de su interpretación.

Tenía miedo que solo me quisiera para pasar el rato.

― ¿Podemos dormir contigo, mami? ―pidió Noah frotando sus párpados con sus puños.

Abrí los brazos para recibir a mis bebés.

Cada uno se metió bajo las mantas, se abrazaron de mi cuerpo al tiempo que besaba sus cabezas.

No iba a cometer más idioteces.

Me prometí no fallar más.

.

.

Y cuando dije no fallar me refería a no volver a buscarlo. No quise tener ningún contacto con Edward. No más películas, llamadas, textos, ni nada.

Me concentré en mi nuevo empleo, en cuidar de mis niños y pronto empecé una nueva rutina que me hizo tener unos días ajetreados y demasiado cansinos como para pensar en Edward.

Todo parecía marchar en perfecto orden.

.

.

Una semana de retraso ¡genial! Podía saborear el sarcasmo en mi voz mental. Es mas, ya veía a mi conciencia bailar la danza del vientre en falda escocesa. ¡Sí en falda escocesa! Aunque no viniera al caso.

Pareciera que la vida estaba forzada en arruinar mi mundo, nada bien podía salirme. ¡No! Desde luego que no, una vez estaba intentando sentirme útil en mi vida y mi periodo se le ocurría no llegar.

Enfurruñada me acosté de nuevo en la cama. Era sábado y no iba a salir más allá de las paredes de mi casa.

Mi amiga carraspeó y despistadamente dejó sobre el buró el test de embarazo.

La fulminé con la mirada.

Kate se encogió de hombros y se sentó despreocupada en el borde de la cama. Me llamó la atención que su melena rizada y color rojo fuego estaba hecha un gran moño perfectamente peinado en su cabeza. Era raro porque ella jamás se peinaba su abundante cabellera, quizá era una nueva forma de gritar a los cuatro vientos que era una señora casada y ya no estaba disponible.

— No lo pienses más —pronunció después de todos los minutos de silencio—. Es tiempo de tomar al toro por los cuernos y a Edward de los… —abrió y cerró su mano. Se puso de pie y tiró del edredón, me arrastró de mi brazo a media cama—. ¡Isabella, me estás enfadando! Entre Edward y tú hay mucho más, sino explícame ¿por qué volviste acostarte con él?

En el suelo a donde me había arrastrado me quedé hecha un ovillo.

— Ya te dije que solo fue la punta —susurré sin abrir los ojos— pero me arrepentí y salí corriendo de su casa.

Edward debe estar haciendo mil conjeturas sobre mi abrupta huida de su apartamento. Tal vez piense que estoy loca, o lo que es peor, que soy una fácil. Tantos años en abstinencia me volvieron una gran zorra.

Era vergonzoso descubrir que sí lo era.

— Es obvio que ustedes se gustan —articuló Kate buscando palabras suaves para no hacerme sentir mal— deberían tener una cita. ¿Por qué no le pides una?

Abrí mis párpados y la observé.

Kate era una mujer alta y bien ejercitada a base de sus horas gym, era una chef empedernida y mi consejera personal. Tenía sus brazos cruzados y me estaba mirando desde su altura.

— No lo haré.

— ¿Por qué no? ―discrepó― no hay nada malo que sea la mujer quien pida una cita. Además Edward y tú deben hablar del futuro bebé…

― ¿¡Cuál bebé!? ―interrumpió Charlie entrando a la habitación de un portazo con mamá pisando sus talones, esta última me vio interrogante mientras papá quería asesinarme con su mirada—. Isabella Marie Swan, no están hablando del mismo Edward, ¿verdad que no?

Cerré mis ojos.

― ¡Yay! ―chillaron mis niños dejándose caer sobre mí, me sacaron el aliento― ¡mamá tendrá un bebé!

¿Es que había algo en mi vida que saliera bien?

― ¿Por qué entran sin llamar? ―cuestioné a mis padres.

Estaba realmente molesta, no con ellos, pero sí enfadada conmigo misma.

― Veníamos a despedirnos, cariño ―comentó mamá.

Había olvidado que iban a sus vacaciones de verano por el mar Caribe. No los miraría en tres largas semanas, las mismas donde yo me haría cargo por completo de mis niños.

Estaba convencida que lo hacían a propósito, era mucha casualidad que no nos invitaban con ellos cuando siempre salíamos todos juntos en familia.

― No cambies el tema, jovencita ―gruñó papá con ese gesto severo― ¿estás embarazada?

Bufé.

Sí, me daba el lujo de enojarme, claro que sí.

Me sentía agobiada por todos y todo. Necesitaba urgentemente un espacio para mí y mis niños sin que nadie interviniera. Quería dejar de depender de ellos de una vez y por todas y si no ponía una distancia, terminaría por ser como tía Sue que abuela Marie la sigue manteniendo porque nunca supo hacer nada.

― No sé ―respondí sincera.

El silencio que se instaló en mi habitación fue un tanto exagerado casi sepulcral. Tampoco había hecho nada malo, tan solo se trataba de un bebé. Si es que lo había.

Mis padres se vieron entre ellos, compartieron duras miradas y luego me vieron a mí.

La arruga vertical que tenía Charlie en su entrecejo se volvió más profunda mientras mamá me veía con comprensión y mucho amor. Kate se acercó y sujetó mi brazo dándome ánimo.

Suspiré hondo llenándome de valor, tomé el test de embarazo antes de encerrarme en el baño y hacerme la prueba.

Presioné mis sienes cuando pasaron los tres minutos y miré claramente la palabra positivo.

Exhalé, expulsando todo el aire de más que molestaba mi pecho, salí del baño.

¡Edward no huyas!, suplicó mi conciencia.

― Lo siento ―me disculpe con ambos―, de verdad siento ser un desastre de hija.


¡Hola! Aqui vamos con otro capítulo, ya muchas sabían lo que iba a suceder. Ahora se viene una loca aventura entre Edward y Bella por tratar de cuidar a dos pequeños, un perro y un nuevo bebé. Espero que se sigan quedándose conmigo para leer el proceso de su nueva vida.

Me pueden dar sus opiniones respecto al capítulo, es importante para mí leer lo que piensan de la historia.

Les doy las gracias por los favoritos, follows y reviews que me dejan.

*Nos leemos el jueves con un nuevo capítulo de Peligrosamente, tú*

*Esta historia se actualiza los viernes*

Los martes adelanto en el grupo de Élite Fanfiction y si gustan unirse a mi grupo, son bienvenidas: Historias por Lau

Vamos a los agradecimientos: Cassandra Cantu, Alex, Diannita Robles, Lily, Dulce Carolina, cocoa blizzard, PaolaValencia, ALBANIDIA, Leah De Call, Lili Cullen-Swan, Kasslpz, Adriu, Elizabeth Marie Cullen, Jane Bells, Daniela, Torrespera172 , Flor Mcarty, miss-lissa19, Patty, Car Cullen Stewart Pattinson, Fallen Dark Angel 07, Danny CullenMa, sandy56, Sther Evans, Lidia Hernández, Jade HSos, Franciscab25, Lupita Pattinson Cullen, ClaryFlynn98, EmilyChase, Lizdayanna, Pepita GY, solecitonublado, , Antonella Masen, solecitopucheta, mrs puff, Lidia, Rini chiba, Ady, jenni317, saraipineda44, Ximena, Isis Janet, Andrea, Ana, Rocío y comentarios Guest.

¡Gracias totales por leer!