Categoría T (Luego cambiará a: M)
Género: Family | Romance | Humor | Friendship | Sobrenatural.
Personaje(s) Prinipale(s): Hao A.| Zai K. (OC) | Anna K. | Yoh A. | Asanoha D. | Érebo (OC).
Parejas(s) Principal(es): Hao A. x (OC). | Hao A. x Anna K. x Yoh A.
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ADVERTENCIAS DEL CAPÍTULO 4: Contiene temas como el maltrato domestico como el maltrato infantil. Por lo que están advertidos de continuar la lectura, son responsables de sus acciones. ¡Feliz lectura!
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— Diálogos, ya esté en formato de negrita, cursiva, cursiva-negrita o normal —
«Remembranzas»
{Pensamientos}
[Diálogos de Espíritus] o [Diálogos de Espíritus]
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The Curse Project
Por: Fjola Lovely.
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CAPÍTULO 4
La Melancolía de la Niña Demonio
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— ¡A-Anita espera!
[¡Cállate enano! La vas a poner peor ] Advirtió Ponchi, siendo secundado por Konchi que cabeceaba nervioso en afirmación. [Si no andamos con cuidado, capaz y paga la bronca con nosotros.]
Manta pareció intimidado con la idea, pero rápidamente desecho tales temores. — Bueno no nos encontramos con cualquier persona ¡Es Hao! Es comprensible que esté alterada… — {Aunque Anna siempre está con un humor de perros} Completo Oyamada en sus pensamientos para después guardar silencio al dejar de escuchar los pasos de la Itako ¿No dijo sus pensamientos en voz alta o sí? Temeroso giró con cautela su rostro para darle un vistazo a la rubia, observando que se ha detenido ¿Nos habremos perdido…?
— No estamos perdidos.
{¡Ugh!} El pequeño heredero y futuro magnate se sobresalto angustiado. ¡¿Ha estado pensando en voz alta sus pensamientos?!
— Relájate. Tú cara es muy evidente.
Manta sintió que el alma le volvió a su diminuto cuerpo, aunque le asustaba y asombraba lo eficaz que era Anna para adivinar, prácticamente leer, los pensamientos de los demás o sus estados de ánimos. Aunque su padre como Yoh y otras personas más, le han hecho la misma observación de que en su rostro refleja sus pensamientos, pero honestamente no sabe como dejar de hacerlo. Aparte ¿Cómo logran las personas como Anna en ser tan asertivos de saber leer a los demás? ¿Es una habilidad con la que naces o puedes aprender…? Quisiera saberlo, quizás así podría ser más de ayuda para Yoh y ayudarlo a aligerar sus preocupaciones…
— No deberías masticar más de lo que puedes manejar.
— ¿Eh?
Manta alzó su mirada, todo lo que le permitía su estatura para observar en medio de la gran cueva, con la escasa luz filtrada en las grietas de las rocas; la delicada espalda de Anna pero firme. Luego el pequeño heredero se echo a reír avergonzado al captar entre líneas las palabras de la adolescente…
— Ah, claro… descuida, me asegurare de no obstaculizarlos —Indicó cabizbajo con una sonrisa un tanto forzada, sintiéndose empequeñecido y frustrado consigo mismo al recordar la vez que Yoh lo trato duramente luego de perder con Fausto por su culpa. Así como muchas otras veces ha sido salvado…
Manta suspiró derrotado {¿Habrá algo que pueda hacer bien…?} Cuestionó en su mente, siempre él era el ayudado y salvado.
— Estas bien como estás.
Él no se espero tales palabras, pero a diferencia de las otras palabras que la sintió como una daga al ser la indiscutible verdad, está aplaco todo malestar que comenzaba anidarse en su pecho. ¿Acaso la chamana lo está consolando…? No lo sabía, pero por lo general Anna tendía a ser crudamente franca…
—…Gracias Anita.
Podrá ser una chica con un carácter bastante demandante que raya a veces a lo tiránico, pero sin duda es una buena persona.
— Después de todo cuando heredes el negocio de tu familia, financiarás en mi negocio hotelero.
— ¡HEY! —Exclamó Oyamada irritado con una vena hinchándose en su sien por el descaro de la Itako por tratarlo como su banco de bolsillo. — ¡Devuélveme mis sentimientos!
— ¡Amo Manta…!
— Señorita A-Anna…
Los pasos de los integrantes faltantes del grupo sonaron cada vez más cerca hasta hacer acto de presencia. Ambos suspiraron aliviados al lograr alcanzarlos, dado que el suelo era algo inestable y resultaban ser los más lentos del grupo. Pronto el mayordomo le reprochó a Manta que no se aleje de su vista, dado que está a cargo de su seguridad. El pequeño heredero se disculpó y pronto observo de reojo que Anna parecía darles una disimulada inspección visual tanto a Tamao, que se disculpaba con ella por su tardanza y retrasarlos, así como también a su mayordomo que no lo notaba.
Finalmente Anna en silenció siguió avanzando, ignorando las tartamudas disculpas de Tamao sin reprocharle ni nada. La diferencia que esta vez su ritmo de caminata era menos acelerado… Entonces Manta una vez se le cruzó un pensamiento: la Itako siempre se mostraba indiferente e inexpresiva, a veces incluso era egoísta, pero en el fondo parecía preocuparse por los suyos y los cuidaba. Quizás Anna detuvo su andar, dado que notó que faltaban Tamamura y su mayordomo.
El Oyamada tan solo se echo a reír divertido, sus días desde que conoció a Yoh le ha hecho observar el mundo y a las personas en más de un ángulo. Ha ampliado tanto su visión que pese a las preocupaciones de la identidad de Hao, no puede evitar sentirse emocionado e intrigado por los que les espera más adelante. Quería aprender, conocer y entender el mundo de Yoh…
Su mejor amigo.
Y mientras que Manta estaba sumergido en sus pensamientos un poco más optimistas sobre su destino, ignoraba al igual que los demás que había una irregularidad que ya ha advertido la Itako en la ciudad subterránea. No era el hechizo de ilusión que habían puesto en el lugar para proteger el ingreso a la Aldea Apache, ya lo había anulado sin muchos inconvenientes. Sin embargo, lo que le preocupaba era que Zenki y Kouki estaban demasiado silenciosos, aparte el molesto sonido no la dejaba en paz…
Eran como susurros de miles de personas en sus oídos, le despertaba un desagradable recuerdo de su pasado que prefiere mantener a raya en sus memorias.
Anna bufó por enésima vez, manifestando su claro malhumor. Estaba tan animada de venir a Estados Unidos para finalmente reunirse con Yoh, a quién ha echado bastante de menos, para que luego fuera sido entorpecido gracias a un imbécil descarado que resultó ser el supuesto Hao Asakura que ha hecho de la vida de todos a cuadritos y ahora, el colmo de los colmos, bajar unas interminables escaleras de piedra, algo irregulares por lo antiguas que son.
Maldición. ¿Dónde está la condenada aldea? ¡Ya llevamos bajando por quince minutos y los tobillos ya la estaban matando!
De repente, la sensación de un vacío acompañado de mareo le sobrevino a Anna. Al inicio creyó que se debía a ese tipo de malestar, lo cual pronto desecho cuando un destello blanco acompañado de numerosas voces que susurraban resonó con más fuerza en su cabeza y el dúo de Onis que adquirió como espíritus acompañantes le gritaron una advertencia.
…Una que por obviedad le llego tarde.
Idiotas ¿Acaso todo debe hacerlo ella o qué?
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«En un modesto apartamento, una niña de tres años jugaba con sus muñecas en la sala mientras que su madre yacía en la cocina preparando la cena y, dado que la cocina se conectaba con la sala, le permitía darle un vistazo a su pequeña hija. Podía sentirse una armonía hasta que la niña de pronto se levanto del suelo muy entusiasta.
— ¡Papá está aquí! —Exclamó emocionada, dando brinquitos y corriendo hacía la antesala del departamento donde está la puerta principal.
La madre quien se sobresalto por el inesperado grito, luego comenzó a reír por la actitud de su hija, se acercó a ella y comprensiva le explicó: — Sí mi amor, papá pronto vendrá.
— No mami, él está aquí.
Con paciencia le iba a volver a explicar a su niña por su terquedad, pero el sonido de la cerradura ser abierta le hizo callar. Pronto apareciendo el susodicho quien se sorprendió al no esperarse a ambas en la puerta y luego sonrió complacido cuando su hija se le echó encima, abrazando sus piernas.
— Wow, ¿Me estaban esperando?
— Ah, sí… —Dijo un poco aturdida al inicio la joven madre para luego reponerse y saludar a su esposo con un beso en los labios. — Bienvenido querido.
— ¿Cómo supieron que venía en camino? Se me había olvidado avisarte que salí del trabajo…
La mujer se echó a reír. — Bueno parece que nuestra hija está muy apegada a su papá, porque te sintió antes de que te aparezcas por la puerta.
El esposo se echó a reír con incredulidad, más no le importo el asunto y alzó en brazos a su hija que rodeo con sus bracitos el cuello de su padre. — ¿Es así, mi vida?
— ¡Por supuesto! —Exclamó con alegría y orgullo.
— ¡Esa es mi hija!»
…Nostalgia… Felicidad…
«La niña, ahora de seis años, estaba encerrada en su dormitorio; abrazando a su muñeca favorita mientras que deseaba que los gritos de sus padres se detuvieran. ¿Por qué peleaban? No lo entendía. Desde hace varios días atrás han estado yendo a varios médicos, la maestra suele llamar a su madre para decirle que sus compañeros ya no la tratan, su hermanito actúa como si le temiera y… lo último fue que ayer en la noche, le pregunto a su madre si "Tsukiko" era amiga de su padre ya que siempre la tenía en mente.
…Ahora se arrepentía de haberle preguntado…
¿Se peleaban por su culpa? ¿Por qué sus padres ya no eran tan cariñosos como antes? ¿Por qué su hermano la trataba tan mal? ¿Por qué mamá ya no le sonreía…? ¿Por qué papá ya no la abrazaba…?
No entiendo. No entiendo. No entiendo. No entiendo. No entiendo. No entiendo. No entiendo.
El sonido del portazo y un llanto fuerte le hizo salir de sus pensamientos, preocupada por el llanto. Se animó a salir de su dormitorio y a verificar que sus padres estuvieran bien, aunque en el fondo, una voz grotesca le decía que no saliera. Pero… sus padres eran más importantes…
Siguió el sonido del llanto hasta dar con su madre que yacía en el suelo, tenía la ropa un poco desarreglada y las sillas como varios objetos estaban regadas por el suelo de toda la sala.
— ¿Mamá? ¿Estás bi-? ¡Ay!
La niña que se había acercado con cautela a su madre, había extendido su manito para tocarla pero su mano fue apartada de un manotazo. El doloroso ardor que sentía en su pequeña mano no se comparaba a la mirada de enojo y desagrado que le dirigía su madre…
— ¡NO ME TOQUES! ¡Todo es tu culpa! ¿Por qué? ¡¿Qué hice para merecer esto?!
La pequeña no sabía que había hecho mal, pero inmediatamente se dispuso a disculparse al sentirse culpable, ella lo que menos quiere es hacer sufrir a su familia:
— Lo si… lo si-siento ma-
— ¡CÁLLATE! ¡No soy tu madre! ¡Jamás sería madre de un monstruo como tú!
Seguido de eso, el llanto de la niña y sonidos de golpes secos comenzaron a escucharse en el departamento, a veces en medio del llanto infantil escuchándose suplicas que se detuviera, las cuales fueron silenciadas por los constantes golpes.»
…Confusión… Dolor…
«En un dormitorio, un tanto desordenado y sucio, estaba la niña de nueve años en un rincón sin despegar su vista de la pared. Entre sus ropas se veía moretones, así como signos de que estaba desatendida y con pérdida de peso.
Su brillante mirada ámbar se había apagado, mientras que debajo de sus ojos lucía unas ojeras como la rojez de haber llorado. Lágrimas que lentamente se tornaban cada vez más amargas, con un sentimiento agrió anidándose en su pecho, no sabía cuál era ese sentimiento pero… parecía que esas criaturas y sombras que con los años se ha vuelto cada vez más visibles, sabían cuál era dicho sentimiento agrió porque sonreían con mayor felicidad…
El sonido de la puerta abrirse llego a los oídos de la niña, no giró para ver quién era el invasor a su dormitorio. Sabía quién era desde antes que entrara, eran sus molestos hermanos que parecían no entender que su madre les decía que se mantuvieran alejados de ella.
— Largo.
— Oye monstruo. Los vecinos volvieron a quejarse por tu culpa.
— Largo.
La niña entrecerró los ojos al escuchar a esas criaturas reírse frenéticos, diciendo como CD rayados: "Mátalos, mátalos, mátalos", "Sabes que quieres hacerlo", "Ellos no te merecen, nadie notara si desaparecen", "Nadie te quiere".
— Hermano, vámonos.
Al menos su segundo hermano parecía tener algo de cerebro, opinó la niña en su mente. Sin embargo, el otro hermano de cinco años se libero del agarre del pequeño que no se calculaba más de tres años. Cegado por un enojo ajeno e impotencia de ver a sus padres siempre enfadados, dándole atención a su molesta hermana…
— ¡Vete tú! ¡Es por ella! Por culpa de ella no podemos tener una familia normal —Recriminó el niño mayor, furioso porque sus días en la escuela siempre lo molestan al tacharlo de ser hermano de un bicho raro o un monstruo. — ¡Ojalá no hubieras nacido!
La niña se mantuvo indiferente, aunque mentiría si dijera que esas palabras no le dolieron. Aun así… supo mantener la compostura, ya estaba acostumbrada gracias a sus padres que se lo vivían diciendo todos los días, ya sea en su cara o en sus pensamientos…
Entonces el niño mayor frustrado que sus ofensas no le llegaran a la niña, comenzó a destruir los pocos juguetes del dormitorio. Pero la niña se mantenía inmune…
— Hermano… ¿Vámonos, sí? —Pidió el menor, se sentía incomodo siempre que entraba en esa habitación.
El mayor estaba a punto de ceder, cuando notó que había un peluche de una manzana con un rostro simpático y que desprendía un aroma afrutado… pero lo más intrigante es que era el que estaba mejor cuidado. No dudo en agarrarlo para destruirlo, más no logro cumplir su cometido una vez teniendo el objeto en manos porqué un escalofrío le recorrió en la espalda y… el sonido de la televisión ser visto por su padre ya no se escuchaba, al igual que el sonido de su madre cocinando.
— Dije. LARGO.
El niño giro con temor y cautela dónde provino la voz, la niña ya no miraba la pared, ahora lo observaba directamente y en sus ojos había un brillo peligroso… mientras que una neblina oscura se cernía a su alrededor.
El mayor iba a marcharse, cuando algo lo retuvo, siendo ella que sostenía una de las patas del peluche que él, cegado por el mismo susto, olvido que todavía lo tenía en sus manos. No obstante, en lugar de soltarlo, el niño se desespero al querer ya salir del helado dormitorio y a cambio forcejeo provocando que el peluche se descosiera.
— ¡No! —Exclamó la niña, perdiendo su rostro severo e indiferente para tornarse triste e indignado. Ese peluche lo había obtenido en el último paseo con sus padres, cuando todavía no tenía este molesto poder de escuchar las voces de todos en su cabeza y ver criaturas aterradoras. — ¡Mira lo que hiciste!
Su enojó provoco que esas criaturas se manifestaran y atentara con los niños que se estremecieron cuando los muebles comenzaron a sacudirse, las luces se apagan y encendían para finalmente la lámpara que colgaba sobre ellos cayera a sus pies.
Al ver lo cerca que estuvo de caerle la lámpara, los niños comenzaron a llorar asustados provocando que la niña recuperara el sentido y su enojo se apagara al darse cuenta lo que sucedió. Entonces los pasos apresurados de sus padres se hicieron cada vez más sonoros para aparecer en el dormitorio y encontrar la escena, sin cuestionarle nada a los infantes, la madre abrazó a los niños de manera protectora y el padre se puso delante de su esposa para enfrentar a la pequeña que observaba el cuadro con incredulidad.
…Sus padres… sus hermanos… la miraban como si fuera un monstruo…
¿Por qué? No ha dejado de ser la Anna que ellos conocen. ¡¿Entonces por qué…?!
— ¡¿AHORA QUÉ HICISTE?!
El grito de su padre no tardo en resonar por las cuatro paredes del dormitorio, la pequeña intento defenderse pero un ardor en su mejilla la hizo callar y la tumbo al suelo. Su padre la había abofeteado, como si no fuera suficiente comenzó a patearla. Dolía. ¿Por qué la golpeaba? No estaba haciendo nada, fueron sus hermanos que vinieron a buscarle problemas ¡Ella no pidió nacer así!»
…Enojo… Impotencia…
«En altas hora de la noche, un auto manejaba adentrándose a una zona rocosa y de fondo como panorama se admiraba un gran monte entre los frondosos árboles. El auto en silencio avanzó hasta que el camino se lo permitió, luego se detuvo, apagando las luces y la puerta del conductor se abrió. Saliendo un hombre que miraba cauteloso su alrededor, luego abrió una de las puertas que conduce a los asientos traseros y saco bruscamente a una niña que lucía un vestido rosado desgastado y unas zapatillas rojas.
— Camina —Le ordenó, avanzando lejos del auto para luego de haber dado más de treinta pasos, empujarla a unos arbustos. — Quédate aquí. Volveremos por ti… más tarde.
La niña ignoró sus palabras, obediente se quedo sentada en el rocoso suelo mirando el suelo con indiferencia. Eso crispo un poco los nervios del hombre, pero lo dejó pasar y se marcho sin girar ni una sola vez, se adentró al auto donde lo esperaba su esposa para marcharse del sombrío Monte Osore.
Una vez sola la niña, las lágrimas que tanto ha retenido en todo el viaje comenzaron a brotar de sus apagados ojos ámbar y deslizarse por sus mejillas. Sin embargo, no pudo siquiera llorar tranquila, porque un persistente susurro comenzó a resonar en su mente como oídos, atormentándola y causándole dolor de cabeza. Estaba irritada ¿Es qué no podían dejarla en paz? ¡Quería que se callaran!
— ¡Argh! ¡YA CÁLLANSE! —Explotó furiosa, ya harta de todo.
— ¿AH? Cállate tú.
La niña se sobresalto, levantándose del suelo y abriendo sus ojos para encontrar a unos diez pasos a un niño de cabello corto y morado quien le miraba ceñudo e incrédulo, de tez blanca y parecía ser de la calle porque su ropa estaba degastada como sucia.»
…Sorpresa… Curiosidad…
«En horas del atardecer, en una vereda rocosa con árboles frondosos, caminaba un niño de cabello algo corto dado que el flequillo le cubría su rostro, siendo de color morado un tanto desordenado y grasiento por la suciedad. Sus ropas desgastadas se componían de un suéter azul desteñido que se inclinaba a un tono azul y unos jean desgastados como sus zapatos que parecían quedarle dos tallas más grandes.
El niño parecía estar de malhumor porque no tardaba en gruñir a cada minuto hasta que finalmente se harto y giró para ver a unos diez pasos atrás de su persona, a la gritona niña rubia que conoció (sin querer) hace dos días atrás. Y ahora se arrepentía de haberle dirigido la palabra, porque ahora le seguía a todos lados, por suerte a veces logra quitársela de encima porque tiende a escaparse al ella no poder seguirle el paso.
Sin embargo, la niña era obstinada. No sabía cómo, pero se las ingeniaba para dar con su paradero. Era algo de lo que debía admirar… pero eso no quitaba el hecho que es una molestia. La vida en la calle, en especial a la deriva como en esta zona montañosa era muy exigente por lo que no iba a andar de niñero, bastante tenía con sobrevivir por su cuenta para que se le sume otra carga.
— Yo no te he pedido que me cuides.
El niño salió de sus pensamientos para notar que la niña un tanto orgullosa y malhumorada le contestaba. Él alzo la ceja extrañado ¿Acaso lo dijo en voz alta…? No importa.
— Pues no seguirme.
La niña frunció el ceño, mirándolo como si fuera un estúpido. — Tu japonés es raro… apenas y se entiende. No eres de aquí ¿Verdad?
El niño se ruborizo avergonzado, vociferando irritado: — ¡No es problema tuyo!
— Es "No es tu problema" —Le corrigió en un perfecto japonés, dando un suspiro condescendiente y resignado como si estuviera hablando con un idiota sin remedio.
— ¡Argh! Se entiende igual.
— Es "Igual se entiende".
Él bufó: — Bien sabelotoda. Ahora no seguirme ¿Sí?
— El lugar no te pertenece, no es mi culpa que vayamos a los mismos lugares.
El niño suspiró exasperado, no dijo nada más, a cambio comenzó a correr. Provocando que la niña se sobresaltara al ver sus intenciones, por lo que pronto aceleró el ritmo pero en algún punto, con el hambre y no haber dormido bien, le paso factura. En consecuencia, se tropezó, cayendo al suelo rocoso y perdiéndole el rastro del niño.
La rubia golpeo el suelo con sus puños, queriendo desahogar su frustración. No quería estar sola, cada vez que estaba sola esas cosas venían a ella y, lo peor, es que eran muchos más que cuando vivía con sus padres.»
…Tristeza… Soledad…
«Era otro día más en ese frío lugar rocoso y montañoso, la niña ya no tenía fuerzas. Esas criaturas seguían persiguiéndola, estaba tan cansada y harta de huir de ellos o intentar ignorarlos para ver si se cansaban, así quizás la dejen en paz.
Pero nada. ¿Por qué nació así? ¿Por qué tuvo este poder? ¿Qué hizo mal? Siempre se portó bien, siempre sacaba buenas notas para sus papás, siempre se comía todos sus vegetales y obedecía. ¿Entonces por qué…?
{¿Por qué estoy sola?} Pensó, sintiendo como su visión comenzaba a nublarse por las lágrimas.
[¡Oh! ¡Oh! Quiere llorar]
[¡Llora! ¡Llora! JAJAJAJAJA ¡Llora, vamos!]
[Todos te odian, nadie te quiere lalala~]
Apenas que las voces de esos seres y sus chillonas risas resonaran, apretó los labios, intentando reprimir el llanto. No iba a darle a esas cosas el gusto… al igual que sus padres y estúpidos hermanos, no les iba a dar el gusto de morir tan fácilmente…
¿Pero a la final para que luchaba tanto en vivir? Nadie la esperaba, nadie la quería ni le importaba como se sentía ¿Entonces?
Un resoplido en manera de risa amarga e irónica, brotó de sus labios al darse cuenta que por mucho orgullo que muestre. El resultado era el mismo, seguía siendo patética, todo en ella era patético, tanto que su propia familia, quienes alguna vez decían que la amaban y juraban que estarían ahí para ella; la abandonaron tal cual objeto viejo.
— ¡¿AAAAAAH?!
De repente algo golpeo su pierna y cayó encima de la niña rubia. Mierda ¡Eso dolió! Por lo que con el enojo que le sobrevino, agarró fuerzas para golpear lejos de ella… sea lo que cayó encima de su persona.
— ¡Auch! ¡¿Qué rayos…?!
La niña alzo la mirada para toparse a unos tres pasos de su persona a ese molesto niño apestoso. En esos momentos él se acariciaba la panza donde impacto el golpe que ella le propino en una patada. Se lo merece, por ser un amargado que no ve por dónde camina y por ser grosero con ella.
— ¡Dolió eso! ¿Sabes? —Ella rodó los ojos fastidiada ante la mala pronunciación del niño, igual no lo iba a corregir. Estaba hambrienta y cansada. — Si quieres dormir, dormir donde no estorbes.
Ella lo ignoró para el enojo de él que rezongo exasperado, estaba a punto de incorporarse e irse cuando notó algo: — ¿Qué? ¿Ya lloras? —La niña oculto su rostro entre sus brazos, no tenía fuerza para levantarse del suelo e irse lejos de ese niño. Él bufó al ver su actitud necia, iba a largarse cuando sintió que algo tiraba del ruedo de su pantalón. — ¿Huh…? ¡OYE!
El niño con una vena en su sien, observo molesto que lo que tiraba de su pantalón era la niña que en algún momento lo agarro del tobillo. Hizo el ademan de liberarse, pero la mocosa tenía un agarre fuerte.
— ¡Suelta!
— Lo hice —Dijo, aunque no aflojó ni un poco su agarre en él.
— ¡¿HAAAA?! ¿Buscas pelea, huh? —Indicó ardiendo en llamas irritado, agachándose enfrente de ella que insistía en ocultar su rostro con uno de sus antebrazos.
Ella no entendía por qué no lo liberaba, ese niño ya había dejado en claro que no iba ayudarla. Aun así, su cuerpo la traicionó por encima de su razón y se aferraba a él, no quería estar sola en este bosque tenebroso…
— Hey-
El sonido de las tripas de la niña interrumpió al niño. Las orejas de ella se colorearon ante el inminente silencio que se hizo después, así que prefirió liberar al niño, rezando que se fuera de una vez e hiciera como si no escuchó nada. Pero eso era demasiado idealizado, porque pronto el niño comenzó a desternillarse a carcajadas…
Ella intento soportarlo, pero ya llevaba rato. — ¡Argh! ¡YA VETE!
— ¿Quién dice? —Le desafío él para luego sobrevenirle una nueva ola de risa. Entonces irritada, ella le arrojó por impulso una pequeña piedra que estuvo al alcance de su mano que él sin dudar esquivo. — ¡Oye! ¡Eso peligroso fue! —Reclamó, pero ella solo lo ignoro molesta. A cambio, suspiró paciente el niño. — ¿Ese teatro es por hambre?
La niña no le respondió, así que resignado a su actitud orgullosa se incorporó para marcharse. Ella se resigno a la soledad que le vendría después de su partida y al no oír sus pasos después de un rato, las lágrimas no tardaron en brotar de sus ojos al igual que los sollozos y lamentos sin control de su boca.
— Huuuuh~, debes tener mucha hambre…
La niña se sobresaltó, incorporándose asustada para hallar no muy lejos al niño agachado, mirándola con una expresión pensativa y perspicaz. Ella se encogió de hombros ante su mirada tan penetrante, nadie la había visto tan fijamente a los ojos sin apartarla en claro temor e incomodidad.
Él suspiró y se incorporó, viéndola desde su altura: — ¿Caminar puedes? —Ella le extrañó la pregunta pero asintió. — Bueno, andando.
Entonces ella rápidamente entendió, un tanto desconcertada, que ese niño le iba a permitir que lo siguiera. No sabía de porqué su repentino cambio de opinión, pero era preferible ir con él que estar sola rodeada de esas cosas molestas y ruidosas.»
…Desconcierto…
«— Ugh. Esta fruta esta amarga…
En una cueva, sentados en el suelo alrededor de una fogata estaban los dos niños. La niña se iba adaptando al ritmo de su nueva vida a la intemperie en las lúgubres montañas y, de acuerdo a lo que le dijo Zai, después le enseñaría a como bajar de las montañas para buscar provisiones en el pueblo.
— Si no quererlo, lo como yo. La comida no desperdiciarse.
La niña puso los ojos en blanco ante la mala gramática y pronunciación tan machucada: — ¿Cómo has sobrevivido tanto tiempo con ese mal hablar? —Él pareció incomodo e irritado por recordarle su defecto de lenguaje, por lo que la mando a callar. Ella cabeceo en negativa condescendiente para mayor irritación de Zai: — Por suerte, yo te enseñaré. Era buena en lengua.
Él asintió, no mostrando desacuerdo ya que estaba interesado en aprender. Ella no entendía muy bien, pero las imágenes que se reflejaron en su mente le indican que está interesado en leer un diario que él posee entre sus pertenencias, estando escrito en japonés. Era obvio que ese niño no era japonés, al menos no cien por ciento; su apariencia lo delataba de tener sangre extranjera con ese aspecto tan llamativo. Aun así vistiendo ropas andrajosas, seguía teniendo buena presencia. No obstante, no podía ubicar de dónde provenía ni como llego a estas montañas.
No le agradaba hurgar en las mentes de las personas dado a la experiencia con sus familiares o sus compañeros de clases, había… cosas muy desagradables que había visto. Aunque tan poco es como si pudiera controlar esta habilidad y evitarlo… Pero requería conocer tanto como sea posible a ese niño y tener maneras de que sea dependiente a ella. Así él no podrá abandonarla a su suerte, al menos debía mantenerlo a su lado hasta que ella por sí misma pueda cuidarse.
—… ¿Qué más debo saber? —Cuestionó ella al ver que se habían sumergido en un silencio. No le molestaba… de no ser que a lo lejos escuchaba las criaturas esas en la entrada de la cueva, observándola resentidos. No sabía por qué, pero parecía que no podían entrar a la cueva.
— Hay dos lugares que nunca debes ir. Te los mostraré mañana —Cuando escuchó la afirmación de la niña, concluyo en comer sus galletas para luego sacudirse las manos todo residuo de migajas: — Bueno niña, a dormir.
— Ya te dije que me llamo Anna —Le recordó disgustada del molesto apodo "niña". — ¿Acaso me odias tanto?
Zai bufó sardónico, mostrando una torcida sonrisa que revelaba su dentadura un tanto amarillenta y de la cual se destacaba sus colmillos que estaban más desarrollados que la gente común. Si no fuera porque ella ha llegado a sentir su calor corporal y en su mente observó unas imágenes de él siendo un bebé, habría creído que era como esas criaturas que la persiguen.
— Pues sí.
La niña aunque lo disimulo, en el fondo esa revelación le quito el apetito pero se obligo a comer lo que le faltaba. En el fondo estaba acostumbrada a ser odiada, en especial sin razón en los pensamientos de la gente que la rodea pero… escucharlo tan directo, era otra historia. Parece que todavía si le puede doler.
— No ofenderte. Odio a todo el mundo, pero yo odiarme más…
Anna que yacía cabizbaja, alzó su mirada para ver a Zai observando la pequeña fogata crepitar… pero por el brillo amargo que se reflejaba en esos opacos ojos grises, su mente estaba sumergida en algún recuerdo. Un recuerdo que ella pronto comenzó a vislumbrarlo en su propia mente, era un poco borroso pero logró ver fue la silueta esbelta y delgada de una mujer de largo cabello lacio de un intenso color azabache, tez blanca y una ropa rara que sólo ha visto en la televisión, pero aun cuando no podía admirar su rostro, tenía la sospecha que debía ser muy bonita.
En el recuerdo ella tenía una sonrisa modesta, haciendo resaltar sus labios pintados de un suave tono cereza mientras era rodeada de mariposas como una ligera neblina causada por el propio incienso en el dormitorio y… ¿En el recuerdo ella era vista desde una ventana con barrotes?
¿Estaba prisionera? Cuando Anna intento indagar más, el recuerdo pronto se desvaneció y se bloqueo. Eso significa que era un recuerdo complejo que la propia persona prefería mantener oculto.
— Ya a dormir. Sólo te recuerdo, usarme tanto como sea posible, aprende de mí. Yo haré lo mismo y cada quién luego por su lado.
La dureza en su mirada y voz al hablar, le indicaba a ella que no tenía intenciones de forjar vínculos, ni quería tenerla cerca. Igual apreciaba la crudeza de decírselo en su cara, en lugar de ocultárselo y actuar dulce, tal como hicieron sus familiares como amigos y conocidos. Así que Anna asintió, retomando su postura orgullosa e indiferente, era su caparazón para protegerse de la crueldad que ha observado en las personas.
Si así iba a ser de ahora en adelante su vida, pues que así sea. Se aseguraría de sobrevivir… aunque eso la lleve a un solitario sendero…»
…Intriga… Rechazo…
«En una parte remota de las montañas, los niños descendían para llegar al pueblo más cercano. Anna estaba algo cansada, la deficiente alimentación y mal dormir afectaba su resistencia física, razón porque estaba a unos ocho pasos detrás de Zai. Además que ayer el niño le hizo caminar bastante para enseñarle los dos lugares que no debe ir, uno siendo un Templo y el otro es ir directamente a la montaña del Monte Osore, el terreno era muy inestable.
Ella internamente se mentalizo de ir al Templo, al menos una vez que fuera más diestra con la zona y así si estuviera en peligro de ser pillada, no la atraparan. De ese lugar podía hallar cosas valiosas o útiles para su propia sobrevivencia. Por otra parte, Anna no tenía interés de ir al Monte Osore, nada más con verlo podía sentir una gran inquietud… porque incluso esas criaturas ruidosas que la molestan, sienten miedo de adentrarse a ese lugar. Significando que sea lo que esté ahí, es muy pero muy peligroso y nada bueno debe traer…
— Apúrate. Nos falta todavía.
— ¿Tanto?
— Pues sí, y a ritmo tortuga más. Dije que mínimo es un día completo llegar al pueblo.
La niña gruñó no muy contenta con la información pero no se quejo, avanzo a su "ritmo tortuga" en el rocoso sendero. Ya en la noche fue que lograron llegar al pueblo, una vez que advirtieron las luces de las casas y de los pósteres iluminando las calles. Fue tranquilizador para la pequeña hasta que el niño volvió apurarla, aseverando que todavía no es momento de relajarse.
Ahora la parte difícil era entrar en los almacenamientos de los locales o los mismos locales para tomar provisiones. Y debían hacerlo de una manera que no lo notaran, así no podrían reforzar la seguridad, permitiéndoles a ellos dos en facilitarle su abastecimiento.
Y sería mentira… que Anna no se sintiera como una ladrona. Pero no es como si tuviera opción… ¿O sí?
De repente la pequeña rubia salió de sus cavilaciones cuando sintió que alguien la agarraba por el brazo. Se giró asustada que algún policía la haya atrapado y la lleven a un orfanato o, aun peor, donde sus padres. Sin embargo, fue mucho peor de lo que imagino cuando advirtió a un hombre vagabundo que apestaba y le miraba con una sonrisa torcida que le dio escalofríos.
— ¡Oh, pero que niña tan linda tenemos aquí~!
Anna tembló bajo el agarre frío de ese hombre, el brillo en sus ojos ojerosos y rojizos le daba nauseas. Por alguna razón sabía que ese tipo no tenía buenos pensamientos hacía ella, así que desesperada intento zafarse mientras que miraba a su alrededor en busca de Zai… sin hallarlo en ninguna parte.
Un vacío se asentó en la boca de su estomago ¿Qué estaba esperando? ¿Hasta cuándo iba aprender que estaba sola? A nadie le importaba, nadie vendría a buscarla…
— ¡Vamos niña~! Nos divertiremos juntos.
En la mente de la niña comenzó a manifestarse fragmentos de los pensamientos de ese hombre. Sacudió la mente, no quería ver lo que pensaba hacerle ¡No quiere verlo!
— ¡No! ¡NO QUIE-!
El sonido de un golpe seco, le hizo callar y abrir los ojos para ver como el vagabundo caía a un lado suyo como tronco caído, liberando su muñeca en el proceso. Anna intentaba comprender lo que pasó, cuando sintió que le agarraron la mano esta vez. Se sobresalto y alzó su mirada del cuerpo inerte del vagabundo para encontrar el rostro de Zai que había soltado una rama rota, probablemente la que usó como arma para noquear al tipo.
— ¡¿Qué haces?! ¡VAMOS! —Tiró de su mano y comenzaron a correr lejos de ese hombre que pronto mostró indicios de estar recobrando el conocimiento.
¿Qué acaba de pasar? ¿Él volvió por ella? Anna aturdida, observaba la espalda de Zai sin parar de correr, sintiendo que se le iba el aire y sus piernas perdían fuerzas. Aun así, su pequeño cuerpo de alguna manera logró forzarse más allá de su límite, no quería soltar esta mano que la agarraba tan fuerte y firme…»
…Expectativa…
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FIN DEL CAPÍTULO 4.
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Hello, espero que les haya gustado ¿Qué tal les pareció este capítulo? ¿Qué tal con el nuevo personaje? ¿Jugará un papel importante? ¡Eso ustedes tendrán que averiguarlo! Como siempre gracias por su lectura.
En referencia al capítulo: Siempre tuve curiosidad por el pasado de Anna y como habrá sido, aquí les dejo una idea de como fue luego de haber leído del manga el mini-arco de cómo se conocieron Anna e Yoh, ella menciona "Hermanos", entre otros detalles que he tomado en cuenta ¡Tener presente el pasado de Anna en la lectura, es vital para la trama!
Finalmente les recuerdo, el próximo jueves nos leemos. Si quieren capítulo por adelantado porque no pueden esperar hasta el jueves de la siguiente semana, mínimo requiero 10 reviews.
