EL NOVIO DE MI HERMANA
CAPITULO 5.
LIZZIE
Durante el trayecto a casa de Wanda, Andrew y ella habían estado discutiendo en todo el camino, y después de dejarla, su móvil no había dejado de sonar, y dado que no tenía ganas de seguir discutiendo pero si muchas ganas de dormir, decidió que apagaría el teléfono , pero antes de hacerlo miró una llamada entrante de su madre, lo cual le preocupó pues nunca recibía llamadas de ella de madrugada a menos que se tratara de algo urgente.
—Buenas noches mamá ¿Sucede algo?
—No. Nada importante. Sólo quería saber. ¿No te está dando problemas Lizzie?
—¿Lizzie? ¿Por qué habría de darme problemas Lizzie si con quien vive es contigo?
—Andrew... ¿No estás en casa con Lizzie?
—¿Y por qué habría de estar en casa con ella? Mamá. No estoy entendiendo nada. ¿Sucede algo?
—Andrew. Ayer te mandé un mensaje diciéndote que vendría a un congreso a Oxford y te pedí de favor que cuidaras a Lizzie y aceptaste quedarte a dormir esta noche en casa para que cuidarla ¿No estás con ella?
—No tengo ningún mensaje tuyo, madre.— Dijo Andrew poniendo el altavoz y revisando los mensajes.
—¡Por dios! Esto no me gusta nada. Presiento que detrás de todo esto está Elizabeth. Ahora mismo regreso a Londres.
—¡Mamá. Tranquila! Es muy tarde. Ahora mismo voy a casa a buscar a Lizzie y te prometo que en cuanto sepa algo me comunico.
—Si en media hora no me das noticias regresaré.
Aquella llamada le espantó el sueño a Andrew, así que rapidamente se vistió para ir a casa de sus padres. Hacía ya ocho años que no vivía en la casa paterna, aunque desde que había fallecido su padre de un cáncer fulminante hace dos años, solía apoyar a su madre cuando tenía que salir de la ciudad cuidando de su muy rebelde hermana adolescente.
Escuchó el movil sonar de nuevo. Era una llamada de Lizzie.
—¿Se puede saber porque...
La voz de Lizzie sonaba entrecortada del otro lado de la línea. Estaba llorando y no le entendía nada.
—Lizzie. Por favor tranquilizate. Dime donde estás y ahora mismo voy para allá.
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Largos se le hicieron los diez minutos que tardó en llegar al hospital. Al llegar inmediatamente preguntó por Elizabeth Foreman, y no tardó mucho para que lo pasaran a una de las habitaciones donde encontró a su hermana con un morete cerca del ojo y llorando mientras a su lado estaba una enfermera haciéndole compañía.
—¡Lizzie!
—¡Andrew!— Susurró la joven llorosa y bajó de la camilla lanzándose a los brazos de su hermano.
—¿Qué tiene mi hermana?— Preguntó a la enfermera.
—Por fortuna no sufrió daños. Sólo algunos moretones, pero aún está muy asustada. Creo que le impresionó mucho ver que atropellaran a su amiga.— Dijo la enfermera.— En un momento viene el doctor a darla de alta.
—¿Ahora si me puedes explicar como llegaste hasta aquí?— Preguntó Andrew cuando la enfermera los dejó solos.— ¿Por qué yo no estaba al tanto de que mamá iba a estar fuera de la ciudad para irte a cuidar?
—Quería salir de fiesta.— Dijo Elizabeth.— Y como mamá me tenía castigada me metí a tu facebook y borré los mensajes. La última vez que estuviste en casa dejaste tu facebook abierto en la computadora de la sala, así que se me hizo fácil.
—¡Ay, Elizabeth!
—Casi me llevan secuestrada, pero ahora por mi culpa esa chica que me salvó la vida está muy mal.— Dijo Elizabeth y se echó a llorar de nuevo.
—¿Cómo que te salvó la vida y está muy mal?
Lizzie le contó a Andrew sobre aquella desconocida que la había salvado de ser secuestrada y después de ser atropellada, por lo que Andrew decidió averiguar quien era aquella mujer desconocida a la que debía estarle agradecido de poner a salvo la vida de su pequeña hermana.
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Dentro de una de las habitaciones del hospital se encontraba Makoto despierta. Si bien después de ser atropellada había perdido el conocimiento, su estado de salud no era grave, aunque para su mala muerte se había fracturado un pie y al parecer tendría que llevar un yeso en la pierna durante cuatro o seis semanas.
¿Cómo se las arreglaría durante su día a día? No tenía idea. Lo único bueno era que podría pedir incapacidad en el trabajo y descansaría de ver la cara de Wanda y Andrew; aunque pensar en como arreglarselas sola hasta que llegara Michiru la estresaba, pues no pensaba arruinarle el viaje a su amiga pidiéndole que regresara a cuidarla.
La puerta de pronto se abrió y entró la enfermera.
—Señorita. Tiene visita.
A Makoto le sorprendió tener visita siendo que nadie estaba enterado de su accidente, así que quedó sorprendida cuando vio entrar a la chica a la que había salvado la vida acompañada de Andrew.
—¿Usted?— Preguntó Andrew sorprendido.— ¿Es ella la que te salvó de un secuestro, Lizzie?
—Sí. Es ella
Makoto frunció el ceño al descubrir que "Lizzie" era aquella adolescente a la que le calculaba no debía llegar a los dieciocho años. La adolescente era una jovencita hermosa de piel blanca, ojos verdes, cabello rojizo y cuerpo de mujer; pero a fin de cuentas casi una niña, y le dio repugnancia saber que su cuñado además de infiel era ¿Pedófilo?
—¿No cree que está muy viejo para salir con adolescentes, señor Foreman?— Preguntó Makoto con tono de molestia, y después miró con ternura a Lizzie.— Lizzie. No le creas a ese hombre, debe tener como mínimo veintiocho años o quizá treinta, es muy mayor para ti y...
—¿Ni si quiera en tu estado puedes dejar de sacar suposiciones, Wellington?— Preguntó Andrew molesto.— No me gustan las adolescente, y esta que vez aquí es mi hermana.
—¡Ya le dije que no soy Wellington!— Se quejó Makoto.
El médico entró a la habitación interrumpiendo la conversación entre Makoto y Andrew.
—Buenas noches. Que bueno que ya vino su familia, señorita Kino, porque ya la vamos a dar de alta.
—Ellos no son mi familia, doctor
—Bueno, señorita. Necesitamos que alguien de su familia venga por usted porque en su estado veo dificil que regrese por su propio pie.
—Es mi cuñada. Yo la llevaré a casa de su padre.- Dijo Andrew.
—¿Es hermana de la loca?— Preguntó Elizabeth.
—Lizzie. Cierra la boca.— La regañó Andrew.
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Tras ser dada de alta, Makoto salió en una silla de ruedas que le prestó el hospital para facilitarle su llegada al al auto de Andrew, silla que por cierto empujó él durante el trayecto pese a que Makoto estuvo repitiendo en todo el camino que ella podía empujarla sola.
Al llegar al auto de Andrew y mientras este abria la puerta del lado del acompañate, Makoto trató de levantarse de la silla ayudandose con sus brazos y echando todo el peso de su cuerpo en su única pierna sana, pero cayó de nuevo sentada en la silla.
—No lo hagas, Makoto. Te vas a lastimar.— Susurró Lizzie preocupada.
—¿Qué estabas tratando de hacer?— Le preguntó Andrew que había estado dándole la espalda.
—Pues viendo como voy a subir a tu auto.
—Pues por tu propio pie no lo creo.— Le dijo Andrew, y sin pedirle permiso la cargó en brazos y la llevó al auto, dejandola sentada en el asiento a un lado del conductor.
—Por favor. No vuelvas a tratar de pararte sin ayuda.— Le dijo Andrew mirandola fijamente a los ojos.— Podrías lastimarte.
Haberse estado en los brazos de Andrew, aspirar el aroma de su perfume, tener su rostro tan cerca del suyo y sus atenciones le había parecido agradable, y se dijo para sus adentros que tenía sentido que a Wanda le gustara tanto; pero luego se reprendió así misma por estar imaginando que podría haber algo bueno en aquel patán infiel y mujeriego que si la estaba ayudando era sólo por estar en deuda por lo que hizo por su hermana.
—¿Ya le avisaste a tu amiga lo que te sucedio?— Preguntó Andrew cuando subió al auto. Sabía que Makoto vivía con su novia, más no sabía si su cuñada seguía dentro del closet gay, así que prefirió utilizar la palabra "amiga" en vez de "novia".
—No está en la ciudad, pero de todas formas yo tengo llaves del departamento.
—¿Quieres decir que tu departamento está solo?
—Pues sí.— Respondió Makoto.— Ella no está en la ciudad y yo estoy aquí
—¿Y no le has avisado para que regrese?
—No pienso hacerlo. Está de viaje y no se lo voy a arruinar
"¿Qué clase de novia es esa que no puede estar contigo en las malas?" Quiso preguntar Andrew, pero no externó sus pensamientos pues no le tenía la suficiente confianza a su cuñada para opinar sobre su relación
—Bueno. Te llevaré a casa de tu padre entonces.
—No. A mí no me vas a llevar a casa del donador de esperma
—¿Donador de qué?
Makoto puso los ojos en blanco.
—Me refiero a tu suegro. A Arthur. No me vas a llevar a la casa de ese señor. Me vas a dejar en mi departamento.
A Andrew le estaba comenzando a exhasperar su cuñada, pero tampoco podía dejarla sola a su suerte. No después de que le salvara la vida a Lizzie.
—Makoto. Déjate de cosas. No puedes estar sola en tu casa y dices que no tiene cuando volver. La única opción es llevarte a casa de tu padre.
—Y yo ya te dije que no quiero ir a casa del donador de esperma.— Dijo Makoto.— Mira. No estás para saberlo pero no soporto a Kate, ni a Arthur y de una vez te lo digo, tampoco a Wanda.
—A mí tampoco me cae bien Wanda.— Dijo Lizzie.
—¡Lizzie!— La regañó Andrew.
—¿Qué? Está bien loca tu novia
Andrew la miró fulminantemente y entonces la adolescente guardó silencio.
—Mira Makoto. Así como estás no puedo dejarte sola en tu departamento y ya escuchaste al doctor decir que vas a necesitar cuidados al menos cuatro semanas.— Dijo Andrew.— Si tu amiga no tiene cuando volver y tampoco quieres ir a casa de tu... de Arthur, entonces la única opción que veo es llevarte a mi casa.
Makoto lo miró sorprendida e imaginó como se pondría Wanda si acaso eso sucediera.
—No creo que a Wanda le guste que esté en tu departamento.
—No he dicho que a mi departamento. Me refiero a la casa de mis padres.
—Pero... ¿Y si les molesta?
—Por favor, Makoto. Acepta.— Suplicó Lizzie.— Me siento muy apenada de que estés así por mi culpa. Lo menos que podemos hacer por ti es cuidarte en lo que te recuperas. Además mamá es doctora y cualquier cosa podrá auxiliarte.
Makoto se quedó pensativa un momento. Sabía que como estaba sería muy complicado estar sola y que necesitaba ayuda, así que por mucho que Andrew le desagradara, prefería aceptar la ayuda de él y su familia, después de todo, Andrew ya no vivía en casa de sus padres por lo cual no tendría que verlo, y su hermana, a diferencia de él era una chica muy agradable.
—Makoto. Después de que le salvaras la vida a mi hermana, es lo menos que los Foreman podemos hacer por ti. Por favor acepta.— Dijo Andrew en tono suplicante.
—Está bien
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Makoto quedó sorprendida cuando llegaron al hogar de los Foreman. Aquella era una casa de dos plantas de arquitectura victoriana rodeada de frondosos árboles, pasto y un jardín con variedad de diversos tipos de flores.
Al llegar, de nuevo Andrew la cargó en brazos y de nuevo sintió sus mejillas enrojecer al tenerlo tan cerca ¿Qué le estaba pasando que sentía derretirse en los brazos de un patán? Y peor, del patán al que debía cuidarle lo que le colgaba entre las piernas para que no escapara de las garras de Wanda.
—Lizzie. ¿Podrías abrir la puerta?— Pidió Andrew a su hermana
La adolescente abrió la puerta y Makoto quedó maravillada cuando al entrar miró que la casa estaba decorada con muebles acordes al estilo arquitectonico de la misma. Sin duda parecía el escenario de una de las novelas románticas de periodos historicos que le gustaba leer, pero no dijo nada.
—¿Y a donde me llevas?— Preguntó Makoto al darse cuenta de que su cuñado pensaba subir las escaleras cargándola.
—A mi recamara.
—¿A tu recamara?— Preguntó sorprendida.
—Sí. Es la única disponible. Hay cuatro recamaras en esa casa pero una es de Lizzie, otra es de mamá, en otra hemos estado almacenando cosas que no solemos usar pero tampoco queremos tirar por lo que no está disponible, así que la única opción es mi recamara, pero no te preocupes. Yo ya no vivo aquí. Estarás muy comoda.
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—Bien. Pues esta es mi recamara.— Dijo Andrew después de dejarla en la enorme cama King Size de aquella amplia habiación.— Hace un par de años tuve un accidente de auto y me fracturé un pie, así que voy a buscar las muletas que estuve utilizando entonces para prestartelas. Te facilitarán la vida.
—Gracias.— Respondió Makoto
—Mi recamara cuenta con su propio baño. Esta ahí.— Dijo Andrew señalando hacia la puerta.— Si gustas puedes tomar cualquiera de mis libros para que leas y también te puedo prestar una computadora portátil para que te entretengas, y aquí te dejo el comando de la TV. También te voy a apuntar mi número de móvil personal para que me llames si se te ofrece algo. Puedes marcarme a cualquier hora .
Andrew hizo una pausa, mirando discretamente el cuerpo de Makoto enfundado en aquel pequeño vestido negro que se ceñía tan bien a su perfecto cuerpo.
—Y supongo que con ese vestido tendrás mucho frío. Le diré a Lizzie que te preste algo para que duermas cómoda.
—Muchas gracias.
Después de que Andrew se retirara, Makoto se vistió con la pijama que le había prestado Lizzie. Después se metió bajo la frazada que le había prestado Andrew y se percató de que seguro debía haberla usado hace poco pues tenía su olor; y pese a que debería estar triste porque no estaba celebrando su cuarto aniversario con Sapphire y acababa de sufrir un accidente, por primera vez en dos meses durmió ¿Feliz?
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Aquella noche Andrew no regresó a su departamento, y dado que debía cuidar de Lizzie y Makoto, terminó por irse a dormir a la recamara de su madre, puesto que era la única desocupada; sin embargo, en toda la noche no había cerrado los ojos y se puso a leer el manuscrito de un escritor novel que había tocado las puertas de su editorial en busca de que publicaran su novela, pero entonces, su lectura se vio interrumpida cuando la puerta de la recamara se abrió y vio entrar a Makoto sin su yeso en el pie, enfundada en aquel minivestido negro que se ceñía a su escultural cuerpo y mirándolo seductoramente.
—Makoto ¿Qué haces sin tu yeso?— Preguntó sorprendido y sintiendo como su virilidad se despertaba al tener a su cuñada frente a él
—Ya me siento bien.— Respondió Makoto cerrando la puerta de la habitación con seguro.
La chica caminó hacia la cama y se sentó a horcajadas encima de él. Regalándole una hermosa vista de sus redondeados pechos.
—Me gustas mucho, Andrew.— Susurró Makoto y lo besó en los labios.
Sabía que Makoto era prohibida porque además de su empleada era su cuñada, pero no pudo evitar corresponder a aquel beso, que al principio fue un roce suave en los labios se tornó en un beso apasionado que no terminó hasta que les faltó el aire.
—Pensé que eras lesbiana.— Susurró
—Pues no lo soy.— Respondió Makoto mirándolo a los ojos mientras frotaba su feminidad contra su virilidad. ¡Ansiaba tanto poseerla!
De nuevo sus labios se encontraron en un beso apasionado, sintió las manos de su atrevida cuñada desabotonandole la camisa y la tumbó de espaldas en la cama para tenerla debajo suyo y mientras besaba su cuello fue desabotonando aquel vestido, deleitandose al tocar la tersa piel de Makoto. Ansiaba tenerla desnuda, besar cada rincón de su cuerpo, embriagarse de su aroma y hacerla suya; y sabía que ella también lo deseaba pues se lo expresaba con cada gemido que escapaba de su boca y por como se estremecía debajo suyo.
—Andrew... Andrew. Llamó Wanda a casa.
Los golpes en la puerta y la voz de su hermana hicieron que Andrew despertara de su erótico sueño, algo que lo puso de mal humor.
—Dile que no estoy.— Dijo con fastidio
—De acuerdo. Ten dulces sueños, Andy.
—Al menos me hubieras dejado terminar mi sueño.— Susurró en voz baja mientras salía de la cama para darse una ducha fría que le bajara la calentura.
¿Le gustaba su cuñada? Por supuesto que sí, y mas de lo que quisiera; pero más le valía dejar de fantasear con ella, porque además de hermana de Wanda y su empleada también era lesbiana, y eso tenía que tenerlo bien presente.
Continuará
Hola!
Pues bien. Me divertí mucho al escribir este capítulo. Espero sea del agrado de quien pase por aquí, y ya saben, comentarios y tomatazos son bien recibidos.
Gracias por leer.
