Los personajes no me pertenecen son de Kishimoto, yo solo los tome prestado con el fin del entretenimiento.

¡Hola mis queridos lectores! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Siento que ha pasado una eternidad desde que pude volver a escribir y es que con el encierro por la pandemia, se ven fusilado todo el tiempo mis peones creativos.

Pero sigo dando lucha y de paso a pasito, o mejor dicho de oración a párrafo, continuo con mis fanfics.

Hoy les traigo una nueva aventura de estos "Abuelos rivales"

¿Les gustara o no? La última palabra como siempre digo, la tienen ustedes.

Así que solo me queda por decir ¡Disfruten de la lectura!

Summary: Él era un shinobi con una vista privilegiada, líder de uno de los clanes más fuertes de Konoha. Ella, la ex jinchuriki del zorro de nueve colas, invocadora de jutsus de sellado únicos en su clase.

¿Podría un simple resfriado, ganarles?

¡Claro que no!

O es creyeron hasta que se encontraron.

La princesa Uzumaki tendría ¡No uno! Sino dos ¡Dos! Valientes y totalmente diferentes niñeros. ¿Qué puede salir mal? ¡No le darás de comer eso a mi nieta! ¡¿Tú nieta?! Ella es mía dattabane y está a mi cargo.


Dos niñeros, una nieta.

I

La casa Uzumaki era víctima del caos. Pasos iban y venían, la ropa dejaba los estantes y unas manos grandes y ásperas la arrugaban con el fin de hacerla entrar en un bolso demasiado pequeño.

–¡Hinata! –hizo fuerza el sobre equipaje y corrió el cierre. –¡Ya estoy dattebayo ¿terminaste?! –grito desde la habitación.

Una mujer de cabellos oscuros y ojos lavanda, garabateaba de forma rápida las últimas indicaciones.

–¡Un momento! –se fijó la hora en el reloj de pared, tacho unos números y volvió a escribir encima. Naruto apareció en el pasillo, arrastrando dos valijas con una mano y sosteniendo una pila de documentos con la otra. El shinobi luchaba por mantener el equilibrio, cuando escucho a su mujer hablarle.

–¿Qué dijiste dattebayo?

Hinata le dio una leída rápida a lo escrito y doblo el papel por la mitad, antes de repetir. –Qué va a venir Oto-sama para cuidar a Hima.

–Ah bien. –respondió más por reflejo, que por haber escuchado. –Oto-sama va a ¡Espera! –se le cayó los documentos, pero ni amago a recogerlos. –¿Tu padre vendrá a cuidar a Hima? –la voz le salió temblorosa, mientras rogaba internamente haber oído mal.

Hinata ladeo la cabeza confundida. –Hai, le avise más temprano.

–Oh no…

–¿Naruto-kun? ¿Qué pasa?

El rostro del Hokage era el reflejo del temor y depresión entremezclados. Con los ojos demasiado grandes y el rostro cada vez más pálido, le expuso la razón de su miedo a la mujer.

–Yo también llame a alguien dattebayo.

–¿Eh? ¿A quién?

Un fuerte estruendo puso pausa a la conversación y entonces:

–¡Himawari-chan la abuelita vino a cuidarte dattabane!

La voz enérgica de la matriarca del clan Uzumaki, retumbo por toda la casa. Hinata miro sorprendida al shinobi, que asintió: –Sí, a Oka-san dattebayo. –se cubrió el rostro con las manos. –Llame a mamá. –se lamento

~•~•~•~•~

El matrimonio Uzumaki bajo tan rápido las escaleras, que hasta sortearon algunos de los escalones. Y como supusieron con cada paso más cerca del umbral, una cabellera rojiza con reflejos grises tomaba forma.

–¡Naruto!

Si, era ella. Kushina Uzumaki, la bien apodada en su infancia como el "Habanero sangriento".

–¡Oka-san! Baja la voz dattebayo –se apresuró a pedirle. –Himawari esta durmiendo.

–Oh Gomen'nasai (lo siento ごめんなさい) –hablo más bajo.

Naruto dejó escapar un suspiro, más ni llego a recuperar el aire, que soltó un quejido al ser víctima de un efusivo abrazo

–Naruto. –le acaricio suavemente el cabello. Él Hokage sonrió y devolvió el abrazo.

–Mamá, ha pasado tiempo dattebayo.

Kushina se separó y le sonrió. –Por supuesto… –el tono dulce desapareció. – ¡Que ha pasado tiempo dattebane! –y ganándole a los reflejos del actual Hokage, la kunoichi levanto el puño y:

¡PUM!

–¡Itaaa! Eso dolió dattebayo. –se quejó, llevándose las manos a la cabeza.

Kushina mantenía el puño levantado, mientras un fuego se le instalaba en los ojos –¡No lo hubiera hecho si fueras a visitar a tu madre más seguido dattabane! –lo reprendió. –¡Que hijo más desconsiderado tengo! –se quejó. –Con tu padre estábamos preocupados dattabane. –hizo una perfecta imitación de ojos llorosos. –Siempre nos preguntábamos cuando pasarías por casa.

–Es que he estado ocupado en la oficina dattebayo. –se excusó levantando las manos. –Ahora soy el Hokage, oka-san.

–¡Eso no es excusa dattabane! –lo señalo con el dedo. –Tu padre también lo fue y siempre se hacia el tiempo para vernos.

Naruto hizo una mueca. –Pero papá era el relámpago amarillo de Konoha, mamá. –frunció los labios en una mueca infantil. –Y aun no me dijo que jutsu usa para firmar los documentos. –murmuro entre dientes.

La mujer negó con la cabeza. –Ya eres un adulto y aun no lo descifraste Naruto. Es fácil dattabane solo debes…

Kushina dejo de hablar al notar la presencia de la ex-kunoichi, casi por arte de magia todo enojo desapareció siendo rápidamente reemplazado por una enorme sonrisa: –¡Hinata-chan! –corrió y le dio un abrazo igual de efusivo a su nuera.

–Buenas tardes, Kushina-san. –dijo casi sin aire mientras le correspondía.

Kushina la soltó e hizo una mueca con los labios evocando la misma expresión que hizo Naruto segundos atrás. –¿Qué son esas maneras de dirigirse a mí, dattabane? –negó con la cabeza y alzo el dedo. – Gibo-san ( suegra 義母)–pronuncio lentamente cada silaba. –Gibo-san está bien dattabane. –puso ambas manos en la cadera. –Ya te lo he dicho antes Hinata-chan. Además con tantos modales me hacer acordar al ogro –arrugo el rostro en desagrado.

Hinata soltó una risa nerviosa y asintió: –Hai, Gibo Kushina-san.

La matriarca Uzumaki sonrió. –Así está mejor dattabane. –miro detrás de ellos buscando ansiosa a un niño de cabellos rubios. –¿Dónde está mi Boru-kun?

–Está en una misión con su equipo dattebayo.

–Por eso la llamamos Kushi… –se autocorrigió ante la mirada de la mujer. –Gibo-san. –rio. –Con Naruto-kun debemos ir a Suna pero Himawari está enferma y no podemos llevarla.

–Intente cancelarlo dattebayo. –siguió Naruto. –Pero ya lo veníamos posponiendo hace semanas y Shikamaru no puede encargarse de esto. Buscamos la manera de que Hinata se quedara. –la mujer asintió confirmando lo que decía. –Pero necesito la ayuda de un portador del Byakugan.

–Oto-sama ya es muy mayor para un viaje tan largo y mi hermana esta con equipo.

–Entiendo dattabane. –asintió solemne, para luego sonreír enormemente. –¡No tienen que decirme nada más! –se rio moviendo la mano restándole importancia al tema. –Yo me encargare de cuidar bien de Hima-chan. –los ojos le brillaron emocionados, mientras alzaba su bolso. –Prepare muchas cosas dattabane, pasaremos juntas un bello día de chicas. –dijo soñadora.

El matrimonio se miró entre si y ofreciéndose una sonrisa entre nerviosa y divertida, asintieron conformes, sabiendo que podían confiar en Kushina.

–Oh por cierto Oka-san hay algo… –esquivo la mirada. –Hay algo que debo decirte dattebayo. –la voz le bajo drásticamente de volumen.

–¿Qué? –puso la mano en su oído.

–…

–¡No te escuche nada Naruto! habla más fuerte dattabane.

El Hokage comenzó a desesperarse.

–¡Te estoy tratando de decir que…!

Pero entonces alguien toco la puerta. Naruto sintió rápidamente como un escalofrió helado le subía por la espalda.

–Naruto ¿estás bien, dattabane?

El shinobi intento hablar, pero solo logro balbucear.

–¿Qué dijiste dattabane? –comenzaba a impacientarse.

Naruto paso saliva, antes de responder. –Sí, oka-san estoy bien es que… que.

Otra vez el golpe seco, el visitante volvía a tocar. Con los nervios a flor de piel el líder de Konoha miro a su esposa en busca de ayuda. Hinata intentó tranquilizarlo ofreciéndole una pequeña sonrisa y amago hacia la puerta para abrirla pero Kushina la detuvo.

–Deja dattabane, yo atiendo. –le dijo y después señalo a Naruto. –Encárgate de tu esposo. –Con cada segundo que pasaba el Hokage se ponía más pálido. –No había visto así a Naruto desde que tomo leche vencida cuando era un niño dattabane. Debes vigilar bien lo que come.

Hinata intento responder al consejo, pero la matriarca ya se había dirigido hacia la puerta y ahora la estaba abriendo.

–¡Hola dattabane! –sonrió cordialmente. –¿En qué puedo ayu…? –las palabras se le murieron en la boca.

Ojos lavanda, postura erguida y ceño fruncido. –Me ayudarías dejando de bloquearme la puerta. –Puro y cruel sarcasmo.

La sonrisa cordial y toda felicidad desaparecieron tan rápido como vino.

–Ogro.

–Habanero.

El duelo de miradas empezó y Naruto no pudo evitar decir: –Creo que debimos tener más hijos, dattebayo.

~•~•~•~•~

–¿Qué haces aquí ogro?

–Vine a ver a mi nieta –intento pasar, pero ella no lo dejo. –Deja de bloquearme la entrada.

–No quiero.

Hiashi frunció el ceño: –¿Qué haces tú aquí, Habanero?

Kushina alzo el mentón prepotente –¿No es obvio? –sonrió orgullosa. –Hinata-chan y Naruto me encargaron personalmente –enfatizo logrando el fastidio del líder. –El cuidado de Hima-chan mientras no están. –alardeo. –Además… –miro hacia su muñeca, haciendo la mímica de chequear la hora un reloj. –Este no es el horario de visitas, dattabane. Vuelve más tarde cuando yo no este, osea mañana. –comenzó a cerrarle la puerta en la cara. –O pasado, o mejor en una semana dattabane, me tomara tiempo olvidar tu fea cara de ogro.

Pero una mano se anclo con firmeza la puerta. Ambos ex shinobis se retaron con la mirada y entonces, el forcejeo comenzó. Uno luchando por entrar y el otro queriendo cerrar.

–Oigan. –intento captar la atención Naruto. –Si siguen así, van a tirar mi puerta abajo dattebayo. –pero fue completamente ignorado.

–Oto-sama.

La lucha no dio muestras de terminar, hasta que Hiashi ejerció algo más de fuerza y entonces:

¡PUM!

La puerta se estrelló por completo en la cara de la mujer, que retrocedió dejando inevitablemente paso al shinobi.

–¡Ogro idiota tú…!

Pero los insultos de la Habanero fueron interrumpidos por una pregunta seca:

–¿Dijiste que vas a cuidar a mi nieta?

Kushina dejo de restregarse el rostro, para verlo con el ceño fruncido.

–¿Qué insinúas dattabane?

Hiashi la miro de arriba abajo y se cruzó de brazos.

–Nada. –la ignoro y centro toda su atención en los dueños de casa. –Naruto, Hinata, Hanabi me contó lo sucedido. Yo me encargare personalmente del bienestar de Himawari mientras ustedes no estén.

–¡¿Cómo?! –grito la pelirroja. –¡¿Llamaron al ogro?!

Naruto se rio nerviosamente: –Eso es lo que trataba de decirte dattebayo. –se llevo la mano tras la cabeza. –Hinata había llamado a Oto-sama, pero pensamos que no iba a venir. –miro al hombre. –Hanabi-chan nos dijo que estaba ocupado con asuntos del clan.

–Es verdad. –admitió.

–¡¿Y qué paso dattabane?! –Kushina se inclinó hacia él, hasta el punto de invadir su espacio personal. –Habla. –lo miro fijamente.

Hiashi solo bufo y ladeo el rostro hacia el costado: –Los emisarios tuvieron inconvenientes durante el viaje y decidimos posponer la fecha. –contesto sin titubear.

Unas horas antes en el complejo Hyuga…

–¿Era Hinata?

–Sí. –Hanabi volvió a tomar asiento frente a su padre. –Naruto y ella deben irse por un asunto diplomático a Suna. –tomo la taza que le era ofrecida y asintió. –Gracias. –bebió un sorbo de té. –Querían saber si podíamos cuidar a Himawari mientras no están. Boruto-kun está en una misión y ella se enfermó.

–¿Himawari está enferma?

Aun cuando intento esconder su preocupación, esta no pasó desapercibido para Hanabi que dejo escapar una pequeña sonrisa: –Solo un resfriado, Oto-sama. –dijo. –Nada de lo que deba preocuparse. –le aseguro y volvió a tomar un sorbo. – Además recuerde que usted hoy tiene una reunión con los enviados de Kumogakure.

–Posponla.

Hanabi se ahogó con el té.

–¿Disculpe?

Pero Hiashi ya había alcanzado su bastón y se levantaba.

–Me escuchaste, pasa la reunión para la siguiente semana.

–¿Esta bromeando, verdad? –sonrió, pero al ver el ceño fruncido de su padre, la sonrisa se le borro. –Pero, pero… tartamudeo. –¡Pero hace semanas estamos intentando llegar a un acuerdo, Oto-sama!

–Posponedla, Hanabi. –repitió.

La kunoichi miraba boquiabierta como el hombre ya deslizaba la puerta para irse.

–¿A dónde va?

Hiashi la miro ofendido. –Con mi nieta. –dijo como si fuera obvio y cerró la puerta, dejando atrás a su hija con un caos diplomático en manos.

–¡Oto-sama!

Pero él ya se había ido.

Kushina lo siguió mirando, hasta que espantada se alejó. –¡Está mintiendo dattabane! –le dijo al matrimonio. –Estoy segura.

Un tic se posó en la ceja del líder que insistió en mantener una fachada inmutable: –¿Tienes pruebas? –la presiono.

–No pero…

–Entonces cállate, Habanero.

Kushina sintió como una vena le palpitaba en la sien.

–¡No necesito ninguna prueba para saber qué quieres robarme la atención de mi nieta dattabane! –le grito. –No lo lograste con Boru-kun y ahora vas por Hima-chan ¡Pero no te dejare ogro! ¿Me escuchaste?

Hiashi la miro como si ella no fuera una mujer, sino una niña demasiado ruidosa y molesta.

–No recuerdo bien si Boruto sintió "admiración". –señalo con sarcasmo. –O te tuvo lastima. –remarco. –Cuando Minato te castigo sin ramen por dos semanas, gracias al caos que provocaste en mi complejo. Debes controlar tus impulsos de idiotez, Habanero.

–¡Tú!

Hiashi levanto la mano deteniéndola. –Además… ¿Tu nieta? –la mirada del Hyuga se afilo. –Es mi nieta. –remarco. –Himawari es oficialmente Hyuga. –sonrió orgulloso.

Kushina se rio de forma de tal manera que se agarraba la panza.

–¡Ya quisieras ogro, pero mi Hima-chan es 100% Uzumaki!

Hiashi amago a responder pero entonces miro al matrimonio, que desde atrás hacían señas exageradas, negando con los brazos y la cabeza.

–Hmmp. Piensa lo que quieras, Habanero.

–¡Eso hare dattabane! Y como bien dijiste, que puedo pensarlo que lo quiera ¡Sé! –negó con la cabeza. –No ¡Estoy segura! –ratifico. –Que tú mismo cancelaste la reunión, para venir aquí y arruinar mi tarde de chicas con Hima-chan dattabane.

–Por qué yo estaría interesado en arruinar… ¿dijiste tarde de chicas? –alzo una ceja. –¿Qué edad tienes, Habanero?

Una vena salto en la frente de la mujer.

–¡Ya estoy harta, tú maldito, ogro! –lo empujo pero el Hyuga se mantuvo firme al piso. –¡Ya vete dattabane!

–¿Es enserio? –casi, casi sonrió al ver como ella luchaba por moverlo. –Hmmp, veo que los años acabaron con la poca fuerza que tenías, Habanero.

–¡Tú, Hyuga!

Como por arte de magia una sartén ocupo la mano de la mujer y esta habría sido estrellada en la cabeza del shinobi, si Naruto no hubiera reaccionado a tiempo.

–¡Oka-san por favor dattebayo! –la agarro de los brazos. –Queremos irnos tranquilos.

Kushina se removía histérica.

–¡No dejare a Hima-chan con él!

–Y yo no me iré a ningún lado.

El matrimonio Uzumaki se miró con una gota en la sien. No había opción, Himawari tendría dos poderosos y totalmente diferentes niñeros.

~•~•~•~•~

–Esto son los números de Naruto-kun y mío. –saco un papel del bolsillo. –Por favor llámennos cualquier cosa. Acabo de darle de tomar su jarabe y ahora está descansando.

–Igualmente Sakura-chan ya vino a verla dattebayo y dijo que es solo un resfrió.

–También deje escrito los horarios en que deben darle devuelta su medicina, pero asegúrense de que coma algo antes. Oh, casi lo olvido. –se sonrió. –Le pongo el jarabe en un envase de refresco.

Los abuelos la miraron confundidos y Naruto se rio nervioso.

–Es la única forma de hacer que lo tome, dattebayo. Si ve la botella… –tembló al recordarlo. –Puede volverse…

–¿Difícil, dattabane?

–Iba a decir aterradora, dattebayo.

–¿Aterradora, Hima-chan? –Kushina se rio. –Naruto pareces que le tienes miedo a tu hija, dattabane. –se le burlo.

El Hokage suspiro. –No tienes ideas, de veras.

Hinata se rio nerviosamente y retomo con las indicaciones. –Deje preparado Okayu (Gachas de arroz七草粥) en la heladera, solo deben ponerle un poco de agua y calentarlo.

–¿Es todo?

–Hai. Yo, etto... –Hinata miro el papel que tenía y las dos manos que le eran extendidas. Con una gota en la sien, terminó optando por dársela a su padre.

Hiashi leyó la nota con total concentración y asintiendo la guardo entre sus mangas.

–¡Oye ogro no me dejaste ver dattabane! Yo también estoy cuidando a Hima-chan.

–No la estás cuidando, solo estás gritado y si sigues estorbando, puedes irte por donde viniste, Habanero.

Kushina hizo crujir sus dientes y ya levantaba el puño, cuando su hijo la detuvo.

–Por favor Oka-san, prométeme que nada de peleas dattebayo. Hima debe estar tranquila, para recuperarse.

Kushina suspiro y asintió. –No te preocupes Naruto, yo cuidare a Hima-chan del ogro. –le sonrió enormemente. –¡Ya verás que todo saldrá bien dattabane, confía en tu madre!

Naruto sonrió. –Lo hago dattebayo, lo hago.

Hinata aprovecho el intercambio de su esposo con la mujer, para hacerle una seña disimulada a su padre. Este asintió y ambos en silencio fueron a la sala.

–Aun no le contaron. –dijo Hiashi.

Hinata se sobresaltó y miro de reojo a la mujer, una vez que estuvo segura de que no podía oírlos, respondió: –Naruto-kun se lo iba a decir solo que… –jugo con los dedos, evocando el tic de su infancia. –Está esperando el momento indicado.

–Entiendo.

–Por favor Oto-sama, este atento. Sakura-chan dijo que la fiebre puede provocar que el chackra de Himawari este inestable y pueda…

–¿Volver a despertar el Byakugan? –termino él

La mujer nerviosa hizo seña para que bajara la voz y el líder bufo.

–Entiendo. Puedes irte tranquila Hinata, yo me encargo.

–Arigato, Oto-sama y…

Vio la duda en su hija y se obligó a decir. –No le diré nada.

La kunoichi sonrió.

–Gracias.

–Hmmp.

–¡Hinata, ya debemos irnos dattebayo! –Naruto asomo la cabeza por la puerta. –Sino perderemos el tren.

–¡Hai, ya voy!

Miro una vez más a su padre y este asintió con la cabeza. La kunoichi sonrió, podía irse tranquila, su hija quedaba en buenas manos.

Continuara…


Y es así como inicia esta aventura, con algunos tropiezos pero como dicen aquí "Una vez en el baile, no queda otra que bailar." Hiashi y Kushina tendrán que poner su rivalidad aun lado por un bien mayor, el cuidado de Himawari.

¿Ustedes que creen? ¿Lo lograran?

¡Ahora es mi turno! LOS LEO!