Capítulo 5
La mañana siguiente, Mike abrió los ojos para encontrarse con una escena pacífica por primera vez en su vida. Las sábanas arriba de él dejaban pasar la cantidad perfecta de luz y las suaves cobijas debajo de él abrazaron su cuerpo con delicadeza, manteniendo su calor toda la noche. Mike no sabía lo que le esperaba fuera de aquel horrible lugar, pero parecía prometedor. El pensamiento de su antiguo hogar, le recordó sobre los gritos que escuchó mientras buceaba, un niño gritando por su madre y parecía llamarse Will. Ahora descansado, Mike podría tratar encontrarlo. Decidido, salió del cálido y reconfortante refugio que Jane tan benevolentemente le había construido y comenzó a buscar algo en que él pudiera canalizar lo que escuchara, así podría estar seguro de que lo estaba escuchando y no era producto de su imaginación. A los pocos minutos, encontró una grabadora color rosa dentro de la caja donde Jane sacó las sábanas que ella y sus acompañantes usarían para su refugio. Tomó la grabadora y la llevó consigo hasta su refugio, donde se sentó y cuidadosamente giró la perilla para prenderla e intentar encontrar al posiblemente llamado "Will".
La grabadora era ridículamente débil y tratar de buscar a Will sin bucear le resultaba tremendamente difícil, podía sentir su presencia en el área, pero con una extraña variación. Mike no estaba ni cerca de ser capaz de explicarlo en palabras, ni siquiera de entenderlo del todo, puede que parecía que su objetivo estaba en el área, pero no en la "frecuencia" en la que él mismo y toda la gente que conocía estaban, sino en la que habitaba la extraña criatura que avistó durante su sesión de buceo. Dondequiera que estuviera aquel niño, estaba en problemas muy grandes.
El sonido de pasos bajando las escaleras rápidamente captó su atención y la desvió de la grabadora que aún sostenía firmemente. Los pasos siguieron hasta que Mike pudo ver a Jane con un círculo amarillo en cada mano mientras miraba con ojos curiosos a la grabadora entre sus manos.
- Lo usaba mucho cuando era pequeña, pero es muy débil y terminó aburriéndome. – Explico con una suave sonrisa, a la que Mike reciprocó. – Por cierto, te traje algo de comer. Te daría algo más nutritivo pero mis papás no están y sólo sé calentar Eggos. Pero no te preocupes, son los wafles más deliciosos del mundo. -Agregó mientras le acercaba el producto.
Mike tomó el amarillo objeto con cuidado, tenía un extraño relieve que aumentaba más su curiosidad. Lentamente procedió a darle una mordida y sintió la sutil dulzura inundar lentamente la superficie de su lengua, el sabor suave y delicado lo obligó a comérselo todo en muy pocas mordidas. Disfrutó el calor proveniente de lo que Jane llamaba "Eggo" irradiarse elegantemente hasta sus mejillas haciéndole sentir un muy primitivo sentimiento de seguridad.
- No tenías que acabártelo si no te gustaba. – Bromeó Jane mientras miraba en asombro el fervor con el que Mike comió su wafle, tendría que prepararle más para saciar su evidente hambre.
- Ven. Te haré más Eggos y haremos un plan sobre qué hacer contigo. – Mandó mientras se dirigía a las escaleras.
Mike dejó la radio a un lado suyo sobre el suave piso de su refugio y siguió a Jane por las escaleras hasta llegar a la sala de estar. Era muy espaciosa y llena de grandes muebles de suave apariencia, en frente de él había una chimenea, o al menos eso asumió basándose en las descripciones de las rimas que leyó con su papá, con varias fotos enmarcadas encima. Curioso, se acercó hacia ellas para examinarlas mejor en lo que Jane preparaba más Eggos: En la primera vio a dos personas adultas sonriendo mientras sostenían a una bebé; en la segunda estaban los dos mismos adultos, esta vez la mujer cargaba a otra bebé mientras el hombre tomaba la mano de una niña pequeña; la última era más actual y mostraba a Jane abrazando a una chica más alta que ella, probablemente su hermana, ambas estaban riendo contagiosamente mientras miraban a la cámara, lo que dibujó una sonrisa en los labios de Mike.
Jane estaba metiendo los helados wafles a la tostadora ya configurada, cuando notó que Mike no estaba con ella. Rápidamente, terminó su acción y se dirigió a la sala de estar, ya suponiendo que se debía haber distraído con algo. Ya en la sala, se encontró a Mike observando las fotos que su mamá siempre mantenía sobre la chimenea, conforme la relación de sus papás se fue deteriorando, su mamá fue quitando poco a poco las fotos en las que sólo salían ellos, dejando sólo las que mostraban a Jane o a Nancy.
- Ella es mi hermana mayor Nancy y esa en la derecha soy yo. – Explicó al notar que Mike se le había quedado viendo a la más reciente foto en confusión.
- Bonita. – Dijo Mike para sí mismo en voz alta después de observar la foto por unos instantes más, sin notar el notorio tono rosado que poseyó la cara de Jane.
- Eh… Gracias. – Susurró para ocultar su ahora creciente vergüenza que se vio aliviada hasta que escuchó la tostadora expulsar los wafles que había dejado preparando. Aprovechando la oportunidad, se dirigió a la cocina preguntándose si Mike se había referido a ella con su comentario.
Después de comer una cantidad generosa de Eggos entre los dos y reír ante el gusto compartido que habían creado, Jane sabía que era hora de ponerse serios para así poder planear como ayudarlo.
- Bien Mike, necesito que hagas algo. Mis papás van a regresar en un par de horas, mi mamá sabrá a quién llamar para ayudarte así que necesito que cuando lleguen, salgas por la puerta del sótano y toques a la puerta principal para que ella te abra, después le pides ayuda y ella sabrá que hacer. Es muy importante que hagas como que no me conoces, será como si nos conociéramos otra vez. – Explicó mientras lo observaba acabar el último bocado de su Eggo y firmemente contestar:
- No. – Respondió antes de dirigir su mirada hacia la de Jane, imprimiendo la mayor determinación posible para no tener que explicar sus razones. Desgraciadamente para él, Jane no se iba a rendir tan fácilmente.
- ¿No? ¿Por qué no? – Preguntó inmediatamente mientras lo veía retorcer los labios. Pasando unos segundos, al darse cuenta de que Mike no le respondería, decidió bombardearlo con ideas para forzar su respuesta:
- Estás en problemas ¿Verdad? ¿Tiene que ver con las marcas en tu cara? – Se detuvo hasta que el interrogado cabeceó en afirmación a sus propuestas. Ahora sabía que esto era un problema más grave de lo que imaginaba, pensaba que se había hecho las heridas corriendo por el bosque o algo por el estilo, pero sabía que el niño delante de ella era aún más extraño que eso, su inusualmente corto cabello, su tatuaje en la muñeca, su poca habilidad para socializar o siquiera hablar eran claros indicadores de que la situación no podría ser solucionada de forma tan sencilla.
- ¿Con quién tienes problemas exactamente? – Preguntó en un desesperado intento por entender la situación.
Mike, quien estaba mirándola fijamente todo el tiempo, cambió de semblante al instante, parecía que la pregunta le recordaba de algo horrendo. Lentamente dirigió su mirada hacía la encimera de madera sobre la que estaban comiendo los Eggos y dijo en un temeroso tono:
- Malas personas.
- ¿Personas que te lastiman? ¿Fueron ellos los que te hicieron eso? – Preguntó mientras señalaba a sus moretones y cortadas.
Mike sólo afirmó con un ligero movimiento de cabeza y procedió a levantar su camiseta parcialmente para enseñarle a Jane el moretón que dejó el golpe propinado por el guardia la noche anterior. No había podido verla hasta el momento en que se cambió de ropa en el baño de Jane y mostrarla sólo le causó vergüenza y vulnerabilidad, pero no tenía otra opción, tenía que convencerla a como dé lugar para no involucrar más adultos y que no terminaran como Benny.
- ¡Mierda! – Fue lo único que Jane pudo articular al ver la terrible y oscura marca sobre la piel de Mike, era una marca muy grande en su hipocondrio derecho, tenía una coloración oscura con un tono verdoso en las orillas. Como más o menos pudo anticipar, el problema era demasiado profundo como para dejárselo a sus papás.
- ¿Ellos te hicieron esto? – Preguntó con cuidado para no cruzar ningún límite.
Como de costumbre, Mike no dio respuesta alguna. Hasta que, con la mano que sostenía la camiseta, formó una forma de pistola al flexionar todos sus dedos menos el índice y el medio y procedió a apuntarse a sí mismo en la cabeza para imitar el gesto sobre la frente de Jane, su mirada jamás abandonó la suya.
- ¿Entiendes? – Preguntó mientras la veía expectante.
- Esta bien… Pensaremos en algo más. – Respondió en lo que veía la mano de Mike abandonar su frente para volver a descansar sobre la encimera.
Guardaron silencio por unos momentos más, hasta que escucharon un sonido de motor viniendo de fuera, sonido que Jane conocía muy bien. Sus papás no volverían hasta dentro de pocas horas, por lo que sólo había una opción: Steve y Nancy. La mente de Jane iba a máxima capacidad para planear una forma de esconder a Mike, Nancy podría entrar a casa por la puerta principal o por la puerta del sótano, por lo que no podía esconderlo allí, debía idear otro escondite. Temiendo que se le agotara el tiempo para actuar decidió empezar a moverse lo más lejos de su hermana posible.
- Es mi hermana y su novio. Sígueme. – Ordenó antes subir las escaleras para ir a su habitación, con Mike tras ella.
Ya dentro de su cuarto. Jane cerró la puerta, esperando que, con algo de suerte, su hermana no los habría escuchado. Por lo que su decepción fue mayúscula al escuchar la voz de su hermana llamándole desde la sala de estar:
- Jane ¿Eres tú? – Gritó Nancy con tono burlesco.
Anticipando la posibilidad de que su hermana entrara a su cuarto sin ningún tipo de advertencia, Jane decidió que lo más conveniente era esconder a Mike y bajar a hablar con ella para aliviar posibles sospechas. En un rápido movimiento, se acercó a su clóset y abrió las puertas donde se encontraban sus abrigos, que afortunadamente dejaban suficiente espacio para que Mike se pudiera esconder.
- Métete aquí, no podemos dejar que mi hermana te encuentre. – Señaló tomando la mano de Mike y guiándolo dentro.
- Pero… – Replicó con mirada ansiosa, no le gustaba estar encerrado, y menos entre tantas cosas y a oscuras.
- Por favor, sólo iré a hablar con mi hermana un momento y regresaré a verte, te lo prometo.
- ¿Prometes? – Preguntó al no saber a qué se refería, jamás había escuchado esa expresión de su antiguo hogar.
- Sí, una promesa es una acción que cumples sin importar nada, no se puede romper. ¿Sí? – Preguntó desesperada, el tiempo se le agotaba y si tardaba más, su hermana sospecharía y no la dejaría en paz. Para su fortuna, Mike dio un dudosa cabeceó de afirmación después de ver el interior del closet con un profundo miedo que Jane no pudo ignorar, lo que la hizo sentir un desgarro en el corazón, ese niño había vivido tanto que tenía miedo de estar encerrado, incluso por un tiempo limitado. Como otras veces, su sentido protector por él surgió con más fuerza y encarnó en ella apretando su mano en un intento para proyectar mayor seguridad a sus palabras.
- Volveré muy pronto. – Dijo enfáticamente antes de cerrar la puerta, dejando a Mike completamente encerrado en la oscuridad. El recuerdo de la vez que le arrojaron agua a presión en un cuarto oscuro fuertemente inundó su mente, aquella vez tuvo que matar por primera vez, había matado personas, haber matado a sangre fría a un inocente gato había sido demasiado para él, pero no dudó demasiado en matar a sus verdugos para que se detuvieran, podrían haber tenido familias, papás o hijos; lo que le hizo sentir un terrible sentido de culpa e impotencia. Lo que le había dicho el guardia que lo golpeó era cierto: Era un monstruo y haber encontrado a la horrífica criatura en su espacio telepático había causado más muertes y destrucción de la que alguna vez pudo haber imaginado. Todos los eventos desafortunados habían sido culpa suya, había matado y herido a tantos en su cruzada por escapar de ese lugar que concluyó en que no era mejor que sus perseguidores. Los sentimientos de culpa presionaban su corazón con tanta fuerza que sentía que explotaría en cualquier momento, la presión aumento exponencialmente hasta irradiar a sus ojos, torturándolos y exprimiéndolos con brutalidad que jamás había experimentado, estaba sólo y en medio de una abrumadora oscuridad, pedazos de tela rasgaban su piel con odio y resentimiento mientras el sólo se preguntaba qué podría hacer para redimirse, para ya no ser un monstruo, para ser bueno como Benny o Jane.
Sus tortuosos pensamientos lo siguieron torturando sin piedad hasta que la puerta que lo retenía fue abierta por la Jane, quien lo examinó con la mirada. La súbita atención lo hizo sentir avergonzado por mostrarse llorando ante ella, pero no pudo evitar alzar el rostro para examinar de nuevo sus suaves facciones, las cuales arañaron su alma al tornarse preocupadas para preguntar.
- ¿Estas bien, Mike?
-Sí. – Tartamudeó al lidiar con su naciente sentimiento de culpa al ver a Jane tan preocupada, no quería verla así bajo ningún concepto.
- Perdóname, traté cortar la conversación lo más pronto que pude. Al parecer sólo venía por una estúpida cosa de la escuela. ¿Seguro que estás bien? – Preguntó al ser presa del mismo sentimiento protector que brotaba siempre que estaba cerca de él. Se veía vulnerable y tenso por luchar contra las lágrimas que seguían saliendo de sus ojos para fluir lentamente por sus acentuadas ojeras. Toda la escena hacía que su interior implorara por una acción de su parte para reconfortarlo, llantos que terminaron siendo efectivos ya que lentamente llevó su pulgar derecho hacia su delicada y rojiza piel para limpiar sus lágrimas con delicadeza.
- Lo prometo. – Contestó Mike aún petrificado, sintiendo cada segundo del contacto con la piel de Jane, su tacto era suave y cuidadoso, una silenciosa y tierna muestra de afecto que jamás había recibido antes de nadie. Ella lo trataba como alguien normal, no como un monstruo o una carga. Cada momento que pasaba con ella, sentía que quizás podía llegar a ser alguien normal, que fuera de su viejo hogar había algo mejor, un lugar donde podría redimirse.
Tras una larga noche trabajando en el reporte que le había asignado el profesor Ross, Jennifer trató de dormir unas escasas horas que ayudaron poco a su inmedible cansancio mental. Durante todo el camino a la escuela sólo pudo divagar entre pensamientos aleatorios, hasta que sus pensamientos llegaron al de aquel niño en su clase de arte, aquel que tan dulce y discretamente ha procurado por buena parte de su vida. Desgraciadamente, también era aquel niño que había regado agua sobre su manga y por el que había hecho absolutamente nada para evitar su humillación frente a toda la escuela. El mero recuerdo del rostro asustado y en pánico de Will al ser molestado y amenazado por James y Troy, hacía su sangre hervir en pura rabia que en el momento sólo pudo canalizar llorando silenciosamente. Lo que le había dicho semanas antes era verdad, siempre tuvo razón, y a pesar de negarlo ferozmente, no pudo hacer nada para probar su punto. Se sentía frustrada por no haber podido hacer nada ante el comportamiento de Troy, sólo una mísera petición por dejarlo en paz que sirvió de nada. Troy nunca le había agradado y sólo convivía con él por cordialidad, era novio de su mejor amiga por lo que debía respetarlo como tal. Sabía que James y los chicos del equipo de basquetbol se la pasaban burlándose de lo que parecía ser su homosexualidad, razón por la que terminó enterrando sus fuertes sentimientos lo más profundo que pudo dentro de su ser, pero cada vez que escuchaba alguno de sus lamentables adjetivos hacia Will, su corazón sufría las consecuencias.
Aun lidiando con su culpa, falta de correspondencia amorosa y frescas lágrimas sobre su pecosa piel. Jennifer dejó su bicicleta y entró a la escuela, haciendo todo lo posible para no llamar demasiado la atención, sus lágrimas todavía no desaparecían y le preocupaba que alguien se diera cuenta de ello y toda la situación se saliera de las manos.
Siguió caminando por los amplios pasillos con dirección al casillero de Jane, después del altercado no tenía las más mínimas intensiones de ver al resto de su grupo de "Amigos", término que se cuestionaba seriamente. Siguió caminando hasta que escuchó a un niño comentar a sus amigos con volumen extrañamente alto:
- Oigan ¿Escucharon que el gay está desaparecido?
- Lo acabo de leer en el tablón de anuncios, también están llamando a voluntarios para irlo a buscar. – Respondió otro miembro del grupo.
Al escuchar tal revelación, la cara triste de Jennifer se tornó una cara llena del más puro y desafortunado horror. Sosteniendo sus lágrimas y el insoportable golpe de sorpresa que golpeaba su corazón con indescriptible brutalidad, corrió lo más rápido que pudo hacia el espacio común donde se encontraba el tablón de anuncios, deseó con todas sus fuerzas, imploró con fervor ardiente que Will no tuviera tan lamentable paradero, tendría que ser una broma del chico al que escuchó, algún artificio de sucesos lo llevó a tomar una conclusión errónea, lo que sea excepto desaparición, Jennifer no lo soportaría. Desde luego que notó la ausencia de Will el día anterior en clase arte. Todas las veces que no asistía por enfermedad eran días más vacíos y descoloridos, sin poder observar los hermosos proyectos en los que el niño trabajaba. Su mente inocente dedujo que se trataba otro día de enfermedad, no que se encontraba en un paradero desconocido sin saber si siquiera estaba vivo. Deseó de todo corazón que su mente tuviera la razón y sólo se tratara de una broma de mal gusto.
Por lo que nada hubiera podido haber preparado a Jennifer para lo que iba a ver en aquel tablón, eran carteles de la estación de policía de Hawkins, pidiendo a la población que llamasen si lo avistaban, había otros carteles menos elaborados con fotografías de su precioso rostro seguido de un número telefónico, presumiblemente de la familia Byers.
- Esto tiene que ser una puta pesadilla. – Pensó desgarradoramente antes de arrancar con agresividad uno de los carteles con el rostro de Will y corrió hacia el baño mientras lo abrazaba con fuerza, con pavor a que también desapareciera si lo soltaba. Llegada al baño, se encerró en uno de los cubículos y comenzó a llorar descontroladamente, su mundo se le había caído en pedazos sin siquiera haber podido arreglar los problemas entre ellos, le había sido inútil otra vez.
- ¿Crees que su plan haya funcionado? Lo de dejarlo pasar la noche y averiguar qué hacer con ayuda de sus padres. – Preguntó Suzie a su amigo Dustin, quien estaba a su lado, leyendo la hoja de ejercicios del día mientras fruncía el ceño en esfuerzo cognitivo.
- Probablemente no. Las cosas nunca son tan simples. Ojalá hubiera sido Will quien encontramos. – Respondió con tristeza. Al entrar a la escuela, los chicos vieron los anuncios en el tablón y sintieron como sus corazones se trasladaban a sus gargantas. Se sentían vacíos sin su amigo, pero la esperanza aún habitaba en ellos, por lo que planearon salir a buscarlo otra vez esa misma noche.
- Espero que ese chico esté bien. Algo me dice que su situación es mucho más difícil de lo que aparenta.
- ¿Por qué o qué? – Preguntó su compañero después de dejar la hoja de papel sobre la mesa con tal de brindarle toda su atención.
- Al parecer no puede formar oraciones complejas, tenía el cabello muy corto, como si se hubiera rapado hace poco ¿Y viste los moretones en su cara? – Se detuvo a esperar un gesto de parte de Dustin, el cual cabeceó lentamente, expectante a su conclusión. – Debe ser un caso muy grave de abuso.
- Espero todo se solucione pronto: Él, Will…
Su conversación fue interrumpida por su profesor, diciéndoles que guardaran silencio y trabajaran en su hoja de ejercicios. Actividad que los dos amigos procedieron a realizar, eran las dos mentes más brillantes de su grupo de amigos y de todas sus clases, por lo que era natural que entre ellos se desarrollara una desproporcionada rivalidad por decidir quién era el más inteligente y capaz. Empezaron por los ejercicios de su hoja, después pasaron a otras ciencias como biología y geología, hasta culminar en la más acalorada ráfaga de preguntas y respuestas para ver quién era el que dudaba primero.
- Obviamente caerían al mismo tiempo en vacío. – Respondió Suzie antes de contra atacar. – ¿Cuál es la constante de Planck?
- La constante de Planck es seis, punto seiscientos veintiséis por diez a la menos treintaicuatro Jules por segundo.
- ¡Excelente! Pero… ¿Qué hay de los dígitos después del seis? – Agregó con una sonrisa triunfante.
Dustin había sido puesto en jaque, él sabía un par de dígitos más, pero sabía que su adversario querría más que eso, escarbó dentro de su cabeza lo más profundo que pudo y sólo pudo encontrar ese par de dígitos.
- Cero, siete…
- Cero, cero, cuatro. – Completó Suzie sabiendo que con eso había vencido.
- Sí: Cero, cero, cuatro. ¿¡Es en serio!?, ésta es como la cuarta ocasión que me ganas esta semana. – Finalmente concedió incapaz de contener una mueca de vergüenza que alejo su atención de la sonrojada cara de su oponente.
Era hora de salida y Lucas esperaba a sus amigos impacientemente en uno de los pasillos que desembocaban a la una de las salidas. Estaba muy ansioso e irritable por la desaparición de su amigo, a pesar de que todo apuntaba a que se había perdido por el bosque cuando iba de camino a su casa, una parte de él no estaba convencido. Will ya había tomado esa ruta numerosas veces a horas similares, por lo que encontraba muy complicado que se pudiera perder así. Algo había detrás de todo esto y esperaba fervientemente que lo pudieran descubrir esa noche cuando lo fueran a buscar de nuevo. Otra cosa que consideraba extraña era al chico nuevo que encontraron en el bosque, era de su edad y tenía marcas en toda la cara. Siempre pensó que la idea de Jane era estúpida, pero qué le podría replicar a una de las chicas más populares de toda la escuela. Lo único que podía hacer era esperar a que estuviera bien.
Después de unos pocos minutos más de espera, Suzie y Dustin se reunieron con Lucas donde les estaba esperando. Juntos caminaban por el pasillo hasta que escucharon a una niña tratar de enmascarar un sollozo mientras veía fijamente a un casillero cerrado, dándoles la espalda. Al ser el más conciliador del grupo, Dustin se le acercó cuidadosamente y preguntó:
- Oye, estás bien. ¿Estás teniendo problemas con tu casillero? – Preguntó mientras la niña giraba hacia él y sus amigos para revelar su identidad: Jennifer Hayes.
- Estoy bien, gracias. Sólo estoy esperando a mi amiga Jane. – Respondió mientras frotaba sus hinchados ojos con la manga de su suéter blanco, modulando la voz más tranquila que pudo.
- Bueno, ahora sabemos que su plan no funcionó. – Dijo Lucas al aire, recibiendo un codazo de parte de Suzie en el proceso.
- ¿Plan? – Jennifer preguntó en pánico.
- Ella no está aquí… En la escuela, quiero decir. – Aclaró antes de sofocar sus nervios, ahora estaba hablando con una de las chicas más populares de la escuela, cosa que jamás pensó le pasaría jamás.
- ¿Sabes dónde está? – Preguntó, claramente ignorando los nervios de su interlocutor.
Ante la interrogante, los chicos se dieron una mirada comunicativa, a través de los años fueron desarrollando ligeros gestos que podían significar lo que fuera si la otra persona no era capaz de decodificarlos. Unos segundos pasaron y Dustin fue quien habló:
- Será mejor que vengas con nosotros.
- Disculpa si no tengo demasiadas cosas para jugar, al menos para jugar con un niño. – Jane se excusó después de observar a Mike sentado sobre su cama, examinando un animal de peluche que tomó de las repisas de su habitación. Era un conejo de un tono rosado pálido que hacía juego con una canasta blanca adherida a sus patas delanteras, era muy suave al tacto y le causaba una extraña sensación cada vez que le miraba la cabeza.
- Es mi peluche favorito, me lo dio mi papá en mi cumpleaños hace no mucho. Es el último regalo que he recibido de él. – Dijo con un tono triste el cual alarmó a Mike, no quería que su sonrisa desapareciera, así que la volteó a ver con preocupación. ¿Podría ser que su papá fuera cruel como el suyo? Ante la mirada receptiva de Mike, Jane comenzó a explicarse:
- Él y mi mamá no se llevan muy bien desde hace ya varios meses, desde que las peleas entre ellos empeoraron, también mi relación con ellos. Nada muy extremo como gritos e insultos, pero nos hemos vuelto más distantes con el otro. Es… Confuso. – Concluyó, resistiéndose de seguir sobre explicando. Sin saber que eso era lo que Mike más apreciaba de ella al estar en un mundo que no entendía nada.
- ¿Mike? – Preguntó queriendo llamar su atención antes de continuar el interrogatorio. – Cuando te encontramos anoche ¿Huías de los hombres malos?
- Sí. – Respondió sinceramente. Cuando su curiosidad le poseyó, era muy oscuro y estaba lloviendo, claramente no era un ambiente favorable para salir con sus amigos de paseo. - ¿Tú?
La pregunta tomó a Jane desprevenida, ya que se había acostumbrado a ser ella la que interrogaba y la que recibía siempre monosílabos de parte de Mike. Mientras que seguía recibiendo sólo monosílabos, ahora tendría que responder sus preguntas. Lo cual para ella sólo podía significar que estaban progresando.
- Yo regresaba a mi casa después de que acompañé a Jennifer a la suya. Los demás estaban buscando por uno de sus amigos que desapareció la noche anterior.
- ¿Will? – Preguntó Mike esperanzado.
- ¿Cómo sabes ese nombre? ¿Sabes de Will? ¿Lo viste en el bosque? ¿Está bien?
Tantas preguntas en tan corto tiempo fácilmente abrumaron a Mike, quien guardó silencio mientras meditaba meticulosamente todo lo que había escuchado, tratando de contestar cada cuestionamiento en su cabeza antes de intentar comunicarlo. Jane esperó la respuesta pacientemente hasta que escucharon sonar la puerta principal, primero pensó que eran sus padres, pero rápidamente lo descartó al pensar que sus ellos no tocarían, sino que entrarían directamente.
- Espera aquí. Voy a ver quién es.
El grupo de amigos se encontraba en la situación más incómoda que había experimentado. Estaban rodando con una niña inmensamente popular para ir a la casa de otra niña con la misma exagerada popularidad. No tenían idea cómo todo había cambiado de forma tan súbita. Todos se apegaron a su acuerdo tácito de hablar lo menos posible con Jennifer para evitar arruinar su racha de buena suerte social, se le veía triste y sabían que, si hablaban habría más posibilidad de irritarla que de consolarla.
Llegados a la casa de Jane, dejaron sus bicicletas sobre el jardín frontal y se dirigieron a la puerta donde una ansiosa Jennifer ya estaba tocando la puerta con fuertes estruendos desesperados. Tuvieron que esperar unos segundos antes de que su amiga abriera la puerta para posteriormente dejarlos pasar.
NOTA DEL AUTOR
Quiero agradecerles de nuevo por leer esta historia, no duden en comentar o escribirme para dejar sugerencias o sus emociones respecto a la historia. Si les está gustando mi obra, por favor consideren seguirla para que les notifique cada que se actualice. No tienen idea de lo motivacional que es. Hasta la próxima!
