CAPÍTULO CINCO

VIVIR

SECCIÓN PRIMERA: LA COMIDA

Nunca hubo vecinos en el edificio para Misato Katsuragi. Ahora, como una naturaleza irremisible que no perdona ni los recuerdos, todas las terrazas refulgen con plantas, sillas y tendederos.

También ha cambiado la placa del apartamento: "Makoto Hyuga". Pero las letras se ven oscurecidas por una sombra.

Suena el timbre en el comedor; un acostado Pen Pen se ha alzado automáticamente. Sobre la encimera de la cocina se esparce una gran cantidad de platos y utensilios humeantes, y la voz del patrón de la casa suena clara.

"¡Ya ha llegado Maya! ¡Chicos, abrid!"

De la propia vista surgen los mechones de Asuka, apresurándose por el corredor hasta llegar a la puerta.

Algo después dos bandejas se deslizan sobre el blanco mantel, repletas de pescado cuidadosamente cortado y emplatado. Una de ellas podría pasar por rojo atún; la otra sólo puede ser salmón. Y no faltan los aderezos y las salsas.

Asuka es la primera en probar deseosa un colorado trozo de su plato; el parche blanco de borde azul es el único vestigio visible de su período en el hospital.

"¡Qué bueno está!"

Pareciera que la vista se hubiese sentado allí con ellos, dispuesta también a disfrutar de la suculenta comida. Asuka y Maya a la derecha, Shinji y Makoto a la izquierda, se desplaza ligeramente hacia la joven cuando esta se inclina sobre la mesa.

"¡Pues lo ha hecho todo Makoto, y sin ayuda!"

A su lado Maya casi cierra los ojos en una expresión afable.

"Enhorabuena, está buenísimo."

La vista se mueve al lado contrario. Makoto arrastra su mano por el pelo con las mejillas sonrojadas.

"Gracias, muchas gracias, pero tampoco es para tanto… todo el mérito se lo debo a la receta de mi madre, mi esfuerzo ha sido más bien poco."

En el breve silencio que sigue se reúnen de nuevo los cuatro rostros. Maya sonríe complacida, y Asuka esconde su media sonrisa de complicidad. Al fin la vista parece levantarse y centrarse en sus rostros.

"¿Qué tal va la rehabilitación, Asuka?"

A la joven se le borra la media sonrisa.

"Pues bien…"

Su expresión se mantiene estática durante un segundo, lo suficiente como para sentir un atisbo de incomodidad. Aunque su voz, más o menos, suena confiada.

"Me han dicho que quizá en dos semanas ya pueda terminar… si tengo suerte."

El mensaje de Makoto sí transmite absoluta confianza.

"Es el último esfuerzo, Asuka. Ya te queda muy poco."

Ella sacude la cabeza.

"Sí, sí, yo no me preocupo. Pero es tan pesado…"

De repente se le ilumina la cara.

"¡Mira, Maya, ya puedo subir el brazo hasta aquí!"

Levanta el brazo derecho sin estirarlo, quedando el codo a la altura de su mentón. Maya sonríe.

"Me alegro mucho, Asuka."

"Ya pronto podrás apuntarte a algún deporte, ya verás. Algo para estar activa, debes estar deseándolo después de tanto tiempo."

Pero la comprensiva sugerencia de Makoto no cae en tierra fértil.

"No, la verdad es que no. No me gustan los deportes. Ahora mismo no me apetece nada."

Todavía sin decir palabra, Shinji restriega uno de sus trozos de pescado en abundante salsa. Makoto sí se sorprende.

"¿Ni siquiera la natación? Pensé que sí que gustaba… además te podría venir muy bien para tu hombro."

"No, natación no. Ni hablar."

Asuka ha sido cortante en todos los sentidos. Tal vez por eso se apresura en continuar.

"Ahora… me interesan más otras cosas."

Maya deja un bocado a medio camino.

"¿Tus dibujos? ¿Los que te aconsejaron en la rehabilitación?"

"Sí… sí, ya ves… empecé a dibujar para fortalecer el hombro, pero lo cierto es que me relaja. Mi profesora dice que se me da muy bien."

Suelta un pequeño bufido.

"También se me daba bien el colegio, pero eso me da igual."

Makoto se sorprende de nuevo.

"Vamos, Asuka…"

"¡Pues sí, y cada vez más!"

Su ojo refulge con fiereza cruzando en diagonal la mesa, aunque es Maya quien intenta calmarla.

"Tranquila, Asuka, todos tenemos etapas así. A mí también me está pasando algo parecido… Me sigue gustando trabajar con MAGI, pero últimamente leo mucho más que antes. También me relaja mucho, no sé por qué."

Enfrente se topa con la mirada extrañada de Makoto.

"¡Pero si tú eres la mayor experta en MAGI del mundo! Nadie sabe más que tú. De verdad, no sé qué harían esos mentecatos del gobierno sin ti. O qué haríamos nosotros dos."

Por fin Shinji rompe su silencio.

"¿Y qué tal está Aoba?"

Maya se adelanta a Makoto para contestar.

"¡Bien, como siempre! Le fastidió mucho que le tocara guardia justo hoy, la próxima vez se apuntará con ganas."

"Oye Shinji, a ver si le compones algo a Shigeru para que nos dé un concierto con la guitarra."

A través de la mesa se nota cómo Makoto le guiña el ojo al muchacho, después vacía su pequeño vaso de sake.

"Aunque ahora con el fútbol a ver cómo sacas el tiempo… Madre mía, ¿es que soy el único aquí que únicamente se dedica a su trab…?"

La voz de Asuka le corta de un plumazo, pero no se dirige a él.

"¡¿Queeeeee?! ¡Eso no me lo habías dicho! ¡Te has apuntado a fútbol! ¡Encima, a fútbol!"

Pen Pen está buscando una buena posición para tumbarse en el suelo tras la ingesta. Tampoco se inmuta demasiado durante la riña que sigue.

"Se lo comenté a Makoto ayer… todavía no habías llegado a casa…"

"¡Ya, claro! ¡No querías decírmelo y ya está!"

"Se me olvidó, perdona…"

"¡Pero desde cuándo te interesan a ti esas cosas!"

"Se apuntó Kensuke… me dijo que podríamos hacer deporte juntos… A mí me apetece, aunque no tengo ni idea."

"¡Kensuke, otro igual! ¡Por lo menos podrías consultarme a mí y no dejarte convencer por todo lo que te diga él!"

"Ya te he dicho que lo siento."

Pen Pen, prácticamente dormido, escucha un bufido antes de que irrumpa Makoto.

"¡Vamos, Asuka, no seas tan dura! Tal vez… podríamos ir tú y yo a ver lo malo que es Shinji en su primer partido."

"¡Ni lo sueñes!"

Esta vez la intención apaciguadora viene de Maya.

"No sabía que ahora te dedicaras a la música, Shinji."

Ciertamente se ha aliviado la expresión del chico.

"Oh, en realidad nunca la dejé. Antes tocaba el chelo, pero era diferente. Ahora me he apuntado a clases de componer después de clase."

Agarra uno de los últimos trozos de salmón de su plato.

"Me gustaría entender un poco más la música, y ver si soy capaz de crear algo que merezca la pena. Aunque todavía estoy bastante perdido."

Maya sonríe al igual que él.

"Bueno, eso es normal, lo importante es que estás contento con ello."

Makoto se levanta de la silla mientras su compañera continúa hablando.

"¡Pero sí que estarás ocupado! Y en el colegio todo bien, ¿no?"

Una vez Shinji ha respondido escueta y afirmativamente, Makoto abre la puerta de la nevera.

"Oye Maya, ¿quieres algo de beber? Sólo has tomado agua. Te ofrecería una cerveza pero…"

Aún rebusca en las profundidades del refrigerador.

"No tenemos."

Al volverse Maya hacia él, el rostro de Shinji queda lejano: la distancia camufla una punzada de tristeza. Pronto Makoto que se deja caer de nuevo en su silla.

"Ah, chicos, nos tendremos que ir un par de días a Kioto esta semana. Hay que instalar unos componentes en el nuevo MAGI de la ciudad para que quede completamente operativo. Irá todo el equipo, así que…"

Se pasa la mano por la nuca.

"Os dejaré la comida preparada para cenar, pero os quedaréis solos una noche. ¿Creéis que habrá algún problema?"

Asuka agita la mano en un gesto exagerado y con su ojo orientado hacia el techo.

"Makoto, ¿cómo puedes pensar eso? Podemos cuidarnos solos, ya somos lo suficientemente mayores. Aunque a decir verdad…"

Ha comenzado a apuntar lentamente hacia Shinji. Con una media sonrisa sus labios bajo el parche parecen disfrutar cada palabra que pronuncian.

"…este chico todavía es un poco crío, pero qué le vamos a hacer."

Ese chico sólo puede poner los ojos en blanco.

"Asuka, siempre estás igu…"

"¿Y Fuyutsuki no puede quedarse con ellos?"

Ambos jóvenes se vuelven entonces hacia Maya. Se diría que comparten un ligero sobresalto a causa de esa inesperada preocupación por su bienestar nocturno.

"No te preocupes, Maya, estarán bien. Fuyutsuki tampoco puede, ahora mismo está en un congreso en Estados Unidos."

"¿O sea que ya ha empezado de profesor en la universidad?"

"Sí, hablé con él el otro día, está muy contento. Dijo que… no había perdido la fascinación por el mundo de la universidad, o algo así. Vamos, que estaba en su salsa. No creo que quede en él mucho de subcomandante."

Le dirige a Maya una divertida mirada, y correspondida.

"Nada, diría yo."

Aunque Shinji tiene el ceño fruncido.

"Pero él era muy bueno en su trabajo con mi padre, ¿no?"

"Efectivamente, era un superior extraordinario. Lo que pasa es que… a veces uno es muy bueno haciendo algo, pero en realidad no le gusta nada hacerlo."

La quietud que llega tras esas palabras de Makoto le permite extender tranquilamente la palma derecha sobre la mesa.

"Desde luego no faltan en esta mesa ejemplos de eso."

Solo Maya es capaz de mantener la vista alzada, eso sí, con un atisbo de interés. Makoto vuelve a sonreír muy pronto.

"¡Y me dijo que tenía ganas de veros, chicos! ¡No sabéis cuan halagador es eso viniendo de Fuyutsuki! El fin de semana que viene ya habrá llegado a Japón, le propondré que venga a cenar. A ver si con suerte nos juntamos todos."

Ahora los muchachos parecen animarse un poco, y Asuka carraspea.

"Sí. Por cierto, he quedado con Hikari esta tarde. Iremos a dar una vuelta por ahí."

Hay una disculpa en el azul del ojo que se posa sobre Maya.

"Ella no podía a otra hora. Tendré que prepararme en breves, así que voy a ir recogiendo…"

"Ningún problema, Asuka. Ve y diviértete."

Ya han encontrado los brazos de la chica apoyo para levantarse en el momento en que Makoto la retiene.

"Asuka, sólo una última cosa, antes de que te vayas."

Su tutor se recoloca las gafas.

"Aprovechando que está Maya aquí, creo que puede ser un buen momento… ¿has pensado en aquello que hablamos… acerca de tu futuro?"

En el suelo el adormilado pingüino abre un ojo repentino; el puño cerrado de Shinji se tensa sobre el mantel, y el dibujo queda detenido esperando la respuesta. Ella mira hacia su plato con las espigas pelirrojas cayendo sobre su perfil izquierdo.

"Sí, ya lo he pensado."

"¿Y bien?"

La línea de su boca se contrae en un tic involuntario. Un segundo después ya se mueve de manera decidida.

"He decidido que no volveré a Alemania. Allí no me queda nada, sólo mis padres. No quiero perder la relación con ellos, iré a verles con frecuencia. Pero mi sitio está en Japón."

Por fin se alza su ojo del plato, dirigiéndose instintivo hacia el frente: desde allí Shinji le está devolviendo una mirada inundada de alegría. Pero el azulado iris apenas puede soportarla, frenéticamente nervioso, y cambia su dirección a la derecha. Makoto está directamente dando rienda suelta a su entusiasmo.

"¡Qué bien! ¡No podías habernos dado mejor noticia! Es una muy buena decisión, Asuka. ¡Ahora no pierdas el tiempo y ve a correr por ahí!"

La mano de Maya se ha deslizado con mucha delicadeza sobre el hombro rehabilitado, quedando oculta bajo la melena pelirroja. Sólo entonces se confirma una sonrisa tímida en el rostro de la chica.

"Bueno, iré a prepararme."

Unos segundos más tarde el entrechocar de los platos recogidos parece sacar a Maya de su silencio.

"Quizá será mejor que me vaya…"

"¡No, Maya, no digas eso! ¡Quédate, charlaremos! Shinji, tú te quedas un rato con nosotros, ¿no?"

"Eh, sí…"

Asuka ya se encamina hacia el pasillo cuando levanta la cabeza hacia Maya.

"Entonces, ¿te veré la semana que viene?"

"Sí, sí, sin falta."

La joven sonríe y se da la vuelta; apenas ha dado dos pasos cuando Maya vuelve a llamarla.

"¡Oye, Asuka! … ¿No necesitas… alguna cosa? ¿Quieres que te traiga algo?"

Al final Asuka está sonriendo incluso más que antes.

"No, gracias, Maya. ¿Qué iba a necesitar?"

Se cierra la puerta de su habitación, y el pequeño pasillo queda totalmente tranquilo. Con todo, aún se escucha la voz la lejana de Maya.

"Aprovechando que no está Asuka, Shinji… ¿por qué no nos cuentas algo más acerca de ese equipo de fútbol?"

SECCIÓN SEGUNDA: EL COLEGIO

No es un sol muy brillante el que esa mañana alumbra las hojas caídas sobre la acera. Entre las numerosas figuras que transitan, las de dos muchachos en uniforme escolar se sitúan en el centro de la vista.

"Ha cambiado mucho el instituto, ¿verdad?"

La voz que responde es mucho más mundana.

"Yo lo veo igual de aburrido que siempre."

"Porque tú ya te sabes todo, Asuka. Me refiero… todos esos alumnos nuevos, las actividades extraescolares que hay ahora…"

Recorren un buen trecho hasta que la joven replica.

"Supongo que al fin se ha convertido en un colegio normal."

Entonces Shinji comienza a reír, y la cruz en su cuello se balancea.

"Todavía no es un colegio normal, no con ese equipo de fútbol."

Asuka levanta los brazos exasperada.

"¡Pero es que cómo podéis ser tan malos! ¡Tres partidos y tres derrotas! ¡Y tú riéndote, de verdad, yo flipo! ¡Cómo puedes consentirlo! ¡Alguien debería ir a animaros o algo, dar otro espíritu a ese equipo muerto!"

Shinji no enlentece el paso pero gira su cabeza hacia ella.

"Tú… ¿vendrías a algún partido?"

El iris de Asuka se aparta rápidamente con un resoplido.

"¡¿Es que no lo ves?! ¡Tú eres tonto! ¡Si queréis ganar algo no me quedará otro remedio!"

Shinji vuelve su cabeza hacia delante para ocultar su sonrisa.

"La verdad es que me costaría creer que vinieras."

Un suspiro precede a la respuesta de Asuka, envuelta en cambio en un aura más sombría.

"Y a mí."

Ha sido ese tono resignado, casi arrepentido, el que instaura el silencio entre ambos. La densidad de gente en la acera no deja ver más allá de pocos metros. Entre esa masa, un hombre de traje viene hacia ellos mientras sujeta una rebanada de pan en la boca; como todos, va con mucha prisa.

Pero en el momento en que aquel hombre golpea suavemente el hombro de Shinji al pasar, y aquella rebanada le silba el oído, la expresión del muchacho se transforma. Una expresión que entonces escucha, vivaz y cristalina, la voz olvidada de Rei Ayanami.

"¡Oh no, voy a llegar tarde!"

Shinji trastabilla, parece que va a caer. Sin embargo recupera tan pronto el equilibrio que Asuka no le dirige más que una mirada fugaz, y continúan en silencio.

Rei…

Los ojos de Shinji se hunden.

Cuánto la echo de menos… Ojalá hubiera podido tener una vida normal… estar aquí con nosotros….

Sus zapatos caminan rozando la hojarasca del pavimento.

Ella siempre mereció más, siempre… ni siquiera estuve a su lado los últimos días… ¿De verdad no la volveré a ver nunca? ¿Es eso lo que significa la muerte, nunca? ¿Nunca más? No puedo… concebirlo, no…

Con un drástico parpadeo la mirada de Shinji pierde las dudas. Aunque su mano, titubeante, se acerca tímidamente a asir la gruesa cruz.

No seas idiota, Rei no volverá nunca más. Ni ella, ni Misato, ni...

"La echas de menos, ¿verdad?"

La voz de Asuka ha despedazado sus pensamientos.

"¿Qué…? Sí…"

"La verdad es que yo también."

La expresión de Shinji se queda completamente descolocada. Pero no gira la cabeza, y quizá es ese simulado desinterés lo que no detiene a Asuka, cada vez más encendida.

"¡Era una idiota, lo sé! ¡Una idiota sin remedio! ¡Vivir con ella se me hacía muchas veces realmente insoportable! ¡Ella era insoportable! ¡Y esa manera que tenía de tratar con los tíos!"

Con un gruñido se interrumpe, aunque termina bajando la mirada.

"Pero sí… ella se preocupaba por nosotros."

Shinji ya ha comprendido, y sonríe sacudiendo la cabeza.

"Más que eso… Misato era especial. Muy especial."

Se levanta entonces alrededor de los muchachos una tenue brisa, suficiente para mecer las débiles hojas de los árboles sobre sus cabezas y llevarse consigo algunas de ellas. Asuka estira hacia arriba el brazo derecho en su totalidad; las puntas de sus dedos rozan con suavidad las oscuras hojas.

"Menos mal que ya no volveré a esa maldita rehabilitación."

Las dos siluetas se alejan dejando tras de sí una oscilante corriente de hojas desprendidas, un rastro de migas destinado a desaparecer en cuanto se funda con el suelo.

"Nunca más."

Las filas de la perfecta cuadrícula se ven desdibujadas por la enorme cantidad de colores chillones y luces extravagantes que despiden los artículos. Casi ciega la mirada el resplandor de algunas bolsas, otras a su lado parecen en cambio absorber toda la luz. Es esa iluminación interior desmesurada de la máquina expendedora la que permite la aparición de dos sombras reflejadas en el cristal.

"Cuántas hay… ¿tú cuál te pillarías?"

Los trazos de Kensuke se dibujan más nítidos al inclinarse todavía un poco más, los de Shinji se mantienen difusos a su lado.

"Pues… no lo sé…"

Termina él también por acercarse.

"A decir verdad me cogí una de estas el otro día… están bastante buenas."

La bolsa elegida, de un color negro mate, cae al vacío con un ruido sordo.

Ya liberada su cara del vidrio, Kensuke se vuelve hacia Shinji en medio del pasillo.

"Oye Shinji, este sábado tenemos partido… ¿crees que volveremos a perder? Yo no veo en realidad la manera de evitarlo…"

El delgado contorno de Asuka se alza imponente recortado contra el sol. Su sombra ha caído directa sobre el rostro de Toji, sentado en unas escaleras del patio.

"¡Anda, pero si aquí está la pirata de la clase!"

Viste el mismo chándal de siempre, la misma expresión socarrona de siempre. La manga izquierda de su chaqueta se mantiene enrollada sobre sí misma, aunque en su pierna sobresale una prótesis electrónica. A su lado se sienta Hikari, pálida ante el comentario que acaba de oír: la reacción de Asuka no se hace esperar.

"¡Pero mira quién habla! ¡Vaya cara más dura tienes!"

Se gira hacia Hikari.

"¡¿Cómo puedes cuidar tanto a este imbécil?!"

Pero Toji sonríe con la expresión más calmada del mundo.

"Tranquila, Asuka, era sólo una broma. Ya me gustaría a mí tener un brazo de más a cambio de un ojo de menos…"

La expresión de Asuka se relaja. Es más, parece incluso respetar ese comentario: con un ademán de fastidio, se sienta junto a él. Cierra los ojos y se recuesta hacia atrás con las manos tras la nuca, disfrutando del sol en su cara.

"Más te valdría que te cambiaran el cerebro…"

Sus siluetan se esbozan en un extremo de patio, donde varios corros de estudiantes copan el espacio mientras otros corretean entre ellos. Los colores que proporciona el clima no transmiten ni calor ni frío. El silencio que sigue lo vuelve a romper Asuka, esta vez hablando como si nada.

"¿Y esa nueva prótesis qué tal va? Casi no se nota."

"Lo notarás cuando me veas andar… aunque cojea muy poco, es verdad. Pesa lo suyo, pero se adapta muy bien a mi pierna. Estoy muy contento."

La mano de Hikari se posa entonces sobre el hombro de Toji como si lo hubiera hecho miles de veces.

"Y no sólo vas a tener esa, ¿verdad?"

Arquea la espalda para dirigirse, por detrás de Toji, a una Asuka que continúa recostada.

"¿Sabes? El gobierno se ha hecho cargo de los antiguos seguros de NERV, y están desarrollando una nueva prótesis de brazo con tecnología muy avanzada. ¡Suzuhara será uno de los primeros en probarla!"

La emoción se refleja en su rostro al acercarlo al hombro de Toji.

"¿No es genial toda la ayuda que te están dando?"

El chico sólo sonríe cansadamente, pero Asuka no se queda callada.

"Hikari, con tal de que no les causemos problemas, esos idiotas del gobierno nos darán todo lo que queramos. Todo. Pero ni con toda su limosna van a poder darme un ojo nuevo. Y me da igual."

Hikari baja los ojos, sonrojada. Aunque pocos segundos más tarde su mirada ya se alza ansiosa buscando cambiar de tema.

"Oye… ¿ya te has mirado todo lo del examen de mañana, Asuka? Me parece bastante difícil."

"Bah, no deberías angustiarte, es una chorrada."

Toji se gira hacia Hikari.

"¡Se diría que no la conoces! Esta nunca tiene que estudiar nada de… hey, mira, ahí vienen esos dos."

Este último comentario sí provoca que el párpado de Asuka se abra y observe de reojo. Kensuke y Shinji ya están allí.

Entonces la vista comienza a alejarse del grupo de amigos mientras estos conversan animadamente. Aunque hay algo en su lento repliegue que capta su atención: un sumidero metálico circular en el suelo junto al jardín. Es seguro que lo ha visto antes: ahora el desagüe ya no tiene agua, está tan seco y limpio que incluso el metal reluce bajo el tenue sol.

El rótulo de la antigua clase 2-A ha cambiado de número pero no de letra. Sobre él suena fuerte el timbre.

Asuka ya se ha levantado y recoge sus libros mientras charla con Hikari. Detrás de ella, Shinji todavía sigue sentado.

"Asuka… ¡Eh, Asuka! Me ayudarás hoy en casa con los ejercicios del examen, ¿verdad? Me lo dijiste el otro día."

Ella se vuelve hacia él con cara de pocos amigos. Aunque, si uno mirase bien, vería una ligera sombra en su mirada.

"¡No! ¡No puedo! ¡Tengo clase de dibujo! ¡¿Por qué siempre tienes que dejar todo para el final?!"

"Me lo dijiste tú, Asuka. Pensaba que hoy no tenías clase…"

"Joder, ¡no te enteras de nada!"

Con los brazos en jarra, emite un resoplido exasperado.

"Te ayudaré cuando vuelva, plasta."

Su brazo izquierdo se deja caer con tanta fuerza sobre el pupitre que eriza el pelo de Shinji, dirigiéndole una dura mirada.

"Hasta la cena. Ni un minuto más. Y no sé cuándo volveré hoy."

"Vale, muchas gracias."

Tan pronto como Asuka le quita la cara, Shinji le formula una última petición.

"¿Me dejas llevarme tus cuadernos de ejercicios a casa? Así los podría ir mirando."

Toda respuesta son esos cuadernos sobre la mesa, que ella ni mira al apresurarse a la salida. Desde el marco de la puerta la vista contempla el interior de la clase, donde ya sólo queda Shinji.

Las libretas asoman bajo su brazo mientras el chico camina hacia casa.

Me la voy a cargar como Asuka no llegue a casa pronto. Esos ejercicios… no tengo ni idea de hacerlos.

Del otro lado de la calle el semáforo cambia a rojo, y Shinji se detiene con un suspiro.

Menuda tarde más horrible me espera… a saber si estos cuadernos me servirán de algo…

El semáforo se pone en verde. Durante un par de instantes, Shinji se mantiene absorto en sus elucubraciones. Al fin da un paso hacia delante, y entonces un bólido rojo pasa silbando a escasos centímetros de su cuerpo. El pelo y la ropa de Shinji se revuelven como tocados por un huracán. El deportivo que casi le atropella frena bruscamente unas decenas de metros más adelante, pero no para dar marcha atrás, sino para torcer despreocupadamente hacia la derecha y desaparecer entre los edificios.

Tal es el aspecto de la muerte que casi visita a Shinji. Pero en sus ojos se refleja curiosamente una muerte diferente a la suya: en realidad se han entristecido frente a la visión de un deportivo y un estilo de conducción temerario que le recuerdan a alguien.

El fujo de gente ya transita a su alrededor como si nada, ocultando de manera discontinua su sombría mirada. Junto a sus pies hay un cuaderno resbalado de entre sus manos, fino, de color gris. Shinji se agacha para recogerlo.

Una página abierta al azar, y allí está.

La Unidad 02, imponente, amenazadora, inclinándose hacia él; su casco y su brazo izquierdo más grandes, más cercanos, como buscando agarrarle. Tan bien delineada en carboncillo, con tan pocos trazos, que pasaría por un boceto de dibujante profesional.

El rostro del joven se ha quedado helado.

En poco tiempo vuelven a volar las hojas para detenerse en otros dos esbozos de la Unidad 2. Y vuelven a volar, y los dibujos no cambian.

Con un decidido golpe se cierra la libreta, a continuación Shinji alza un ceño fruncido.

Asuka…

Shinji mira hacia atrás fugazmente.

Sus dibujos… pero son todos de… ¿esto es lo que hace en su clase? ¿No lo necesitará?

No parece muy convencido, y enfrente el semáforo le invita en verde a pasar. Pero, tras un instante de titubeo, se da la vuelta.

Los edificios de Tokio-3 se extienden hasta donde alcanza la vista, aunque no se diría por su aspecto que es una ciudad del primer mundo.

Precisamente en el siguiente cruce se advierte una concentración de gente. Al llegar allí Shinji es bloqueado por un muro de cabezas más altas que la suya que portan grandes carteles. No son legibles a la vista, pues el chico baja la cabeza y se sumerge en la concentración.

Su mirada se mantiene escondida mientras atraviesa el interior del grupo. Pero un hombre grueso y calvo le corta el paso.

"¡Tú, chaval! ¡Qué haces que no estás protestando! ¡¿Es que no te importa tu país, los precios, la ocultación de la situación por el gobierno?! ¡¿No te da vergüenza?! ¡¿Y la deuda?! ¡El impago está cerca! ¡Y no sólo aquí en Japón…"

"Déjalo, hombre, es solo un crío."

Otro hombre de pelos raídos ha aparecido junto a él. Habla con voz calmada y algo rota.

"Esta generación está cansada de luchar, es normal después de la guerra. Pero son unos ignorantes, solo cuando les llegue la miseria se darán…"

En ese momento ya no hay muchacho. Gracias a la relativa estrechez de la avenida, Shinji alcanza pronto la claridad del otro lado. Ni siquiera en la acera despejada eleva la cabeza, y su puño se mantiene temblando apretado mientras se aleja hacia calles más tranquilas.

Justamente muy tranquila aparece la silueta del instituto, su perfil recortado ya por la penumbra de la noche. Las zapatillas de Shinji suben apresuradamente por unos escalones sumidos en la oscuridad.

Al final de la escalera un largo pasillo se alarga y alarga hasta el fondo. Las puertas de las aulas apenas sobresalen entre la penumbra azul, aunque un resplandor amarillo se distingue brotando en el fondo. Hacia allí se dirige Shinji.

Pero a medio camino se detiene súbitamente. Ha resonado en el pasillo un grito procedente de la luz. Un grito bastante extraño: por su volumen ha sido tal, por su tono rasposo y animal, ha sido un gruñido, y por la respiración que lo acompañaba, un gemido.

Y a ese grito animal le sigue inmediatamente la voz de Asuka.

"¡No, hombre, ahí no la metas!"

La tez de Shinji queda lívida. Se precipita hacia delante. Un nuevo grito que no es grito, esta vez ahogado, es lo siguiente que se percibe. Y Asuka vuelve a responder, esta vez con tono afligido, cargado con un sentimiento extraño en ella.

"¡Perdona, perdona, no quería decir eso, ha sido culpa mía! ¡Venga, vamos a intentarlo!"

Al fin Shinji alcanza la franja de luz que atraviesa el pasillo, pero algo le detiene justo ahí. En lugar de una entrada frenética, su ojo comienza a iluminarse lentamente por la luz que desprende la puerta.

Lo primero que ve es a Asuka. De pie, dándole la espalda, con los brazos en jarras junto a dos pupitres. En esos pupitres se delinean las siluetas de dos chicos sentados tranquilamente. Nada extraño, salvo que sólo ellos tres se encuentran en la clase.

Entonces Asuka se acuclilla junto al primer chaval, y una caja amarilla salta a la vista sobre el pupitre. El perfil del chico tiene una postura algo forzada y su mano izquierda cae demasiado flácida, casi rozando la rodilla de Asuka. Ella toma la entre las suyas. Súbitamente, el muchacho se gira hacia ella y le grita en la cara. Aquel sonido gutural, unido a unos labios pierde su extrañeza y se revela como muy humano.

Asuka resiste aquel bramido sin moverse ni un milímetro.

Entre las luces y las sombras, el rostro de Shinji no podría estar más confundido.

Ahora Asuka conduce suavemente esa mano flácida hasta acercarla al cubo amarillo sobre el pupitre.

"¡Venga!"

La parte superior de la caja tiene una serie de agujeros con diferentes formas. Uno de ellos tiene algo incrustado, una pieza, y justamente sobre ella se posa la mano guiada por Asuka. Los dedos del chico ganan en ese momento algo de rigidez y la agarran; por su parte, la joven retira su mano.

"¡Vamos! ¿Dónde va esa?"

El brazo del chico continúa inmóvil por unos segundos más.

Por fin la vista se centra en la parte superior de la caja y contempla cómo la pieza, una estrella de madera de cuatro puntas, se coloca en un agujero de la misma forma y desaparece en el fondo del cubo con un golpe suave.

"¡Muy bien!"

En el silencio del colegio ha resonado la exclamación de Asuka. La vista observa cómo se endereza, el parche apenas tapando el orgullo en sus facciones.

"¿Ves como sabías dónde encajarla? A ver si consigues meter el resto, sólo te faltan dos."

Dicho esto, se planta delante del segundo pupitre. El chaval frente a ella, que hasta ahora no se le ha visto moverse ni un ápice, tampoco se inmuta. Asuka frunce el ceño.

"¿Y tú? ¡Todavía no has hecho ninguna suma! ¡Pero si el otro día no fallaste ni una!"

El lápiz y las hojas están inmóviles sobre la mesa. Ante esa situación, ella se lleva la mano a la cara, y arquea el cuello hacia atrás como expresando gran amargura.

"Ay, de verdad, qué disgusto más grande…"

Pero dos de sus dedos no tardan en separarse y descubrir su brillante iris azul.

"Aunque tal vez tengas razón en que…"

Y con un grácil movimiento saca su mano derecha de su espalda y ofrece al muchacho un reluciente bolígrafo plateado.

"… no tienes la herramienta adecuada."

Al instante el chaval adquiere la vida, agarra el bolígrafo y comienza a escribir de manera automática. Asuka se vuelve hacia el otro chico con una sonrisa. El pobre ha soltado la pieza que agarraba y está mirando fijamente a la abertura de la puerta.

"¿Pero ya te has cansado? ¿Qué haces mirando ahí, piensas que hay alguien? Si ya no queda nadie por aquí…"

Su melena roja se desplaza rápidamente hacia la puerta. Cuando su cabeza se asoma al oscuro pasillo, un mero trazo sobre la lejana franja de luz, tiene razón en lo que dice.

"¿Ves? ¡Aquí no hay nadie!"

Ese instante las zapatillas de Shinji descienden un último tramo de escalera, y pasan a arrastrarse sobre las baldosas. Su mano se posa sobre la puerta de la calle; antes de que la empuje, otro brazo más largo se apoya por encima, acompañado de una voz masculina.

"¡Hombre, Shinji! ¿Qué haces por aquí a estas horas? ¿Tenías alguna clase extra?"

La puerta se desplaza.

"Profesor… había venido… a traerle una cosa a Asuka."

Ahora las dos figuras se sitúan sobre los escalones de acceso al edificio: en la noche la del profesor se advierte alta y delgada, de complexión joven.

"Qué buena chica, eh, ofrecerse así para ayudar a esos pobres chicos."

Comienza a bajar los escalones.

"Los padres ganan un pequeño respiro, y además les viene muy bien a los chavales."

Se detiene antes de alcanzar la acera. Shinji no se ha movido, y hacia allí arriba se vuelve el rostro de su profesor.

"¿Tú no les conocías, Shinji?"

"Yo… les he conocido hoy."

"Son muy agradables, ¿verdad? Bueno, todo lo agradables que pueden ser. Una verdadera desgracia haber terminado así."

Menea la cabeza. La sombra del chico desciende por fin.

"¿Que… les sucedió?"

Juntos prosiguen los escalones restantes lentamente.

"Aquella explosión que casi destruyó la ciudad, antes del fin de la guerra. Tuvieron la suerte de no morir aquel día, pero… bueno…"

Han tocado fondo.

"No lo sé, al menos en este instituto tienen personas que les ayudan."

El maestro mira hacia la calle.

"Es tarde, Shinji. Hora de ir a casa."

El muchacho continúa en silencio sin moverse. Pasados unos segundos vuelve a oírse la voz de su profesor, ya lejana.

"¡Y no te olvides del examen de mañana, eh! ¡Tampoco será muy difícil!"

Sólo entonces Shinji levanta la cabeza en un gesto de despedida, o agradecimiento. Contra todo pronóstico, sus ojos se han hecho notar imponiéndose a la noche: cuanto más tiempo se mantiene la vista encandilada por ellos, mayor es la fuerza con que parecen brillar.

Un rato después, los utensilios y libros de su mochila se dejan caer desordenados en la mesa del comedor, sepultando los cuadernos de Asuka. Él agarra un lápiz, y comienza a estudiar con una sonrisa.

Hay una farola cerca de otra de las salidas del colegio. Su luz amarillenta da forma a Asuka, de pie a un lado de la puerta; al otro, una mujer se alza frente al contorno de un vehículo. Entre ambas, un muchacho camina con dificultad en dirección a la mujer.

La reverencia de la madre del chico hacia la joven queda ahogada por el motor puesto en marcha. El enorme capó tiembla mientras levanta el parabrisas llevándoselo de la vista; mientras, el muchacho agita un tosco gesto de despedida.

También agita la mano Asuka, y al hacerlo no puede evitar reír; por breves instantes esa comedida risa transforma sus facciones. Así avanza su sonriente expresión por la calle, entre el dorado de las farolas y el negro de la noche.

Tiempo pasa, los colores van y vienen. La línea de sus labios termina por relajarse. Es pequeña e insignificante la apariencia de esa chica que acarrea un maletín escolar y camina por las avenidas desiertas.

Un semáforo en rojo se eleva más allá del paso de peatones, pero ella no se detiene. La avenida está desierta. La vista camina tras ella durante aquel trecho tras el semáforo, ausente prácticamente de alumbrado. El siseo de un coche comienza a escucharse, intensificándose de la mano de la luz blanca que ha comenzado a subir por el dorso de Asuka.

Cuando ella vuelve la cabeza hacia atrás y esa luz blanca, casi azulada, da de lleno en su rostro, ya ha desaparecido de él todo signo de alegría. El potente blanco ni siquiera ha provocado un mísero parpadeo.

Ella continúa caminando. Algo más allá, su contorno se delinea bajo otra farola. Tras ella, unas enormes letras negras garabateadas en un muro parecen cernirse sobre toda la calle.

"LA DEUDA OS APLASTARÁ"

Pero los hombros de la joven ya dan la impresión de estar hundidos por alguna otra razón.

Sin embargo, la Asuka que aparece por el comedor es muy diferente: hombros y barbilla alzados, mirada dura y caminar resuelto hacia la mesa donde se sienta Shinji.

"¡Asuka! ¿Qué tal… tu clase de dibujo?"

Ella responde de manera desinteresada.

"Bien, he aprendido bastante, la verdad."

Con un manotazo Asuka se agencia uno de los lápices sobre la mesa y comienza a toquetearlo.

"¿Y tú? ¿Ya has admitido que vas a suspender mañana?"

Shinji sonríe.

"Espero que no… Oye, al final no hace falta que me ayudes. Ya he podido entender tus ejercicios, me han sido muy útiles."

"¿Sí? Pues me parece perfecto. Me voy a la cama, estoy cansada."

La voz de Asuka ha perdido su tono cantarín en la última frase. Se aleja por del pasillo, aunque Shinji hace ademán de levantarse.

"Asuka, Makoto vendrá en una hora o así. ¿No vas a querer cenar?"

El desplazamiento de una puerta indica que se ha quedado solo. Al otro lado, la penumbra envuelve el maletín que se suelta y cae con un golpe sordo.

En la habitación no hay sombra de libros, papeles, zapatos o ropa; incluso la pequeña estantería cercana al pie de la cama se distingue casi vacía. La vista se dedica a escudriñar esta estampa minimalista cuando escucha unos alejados susurros.

"… ¿y Asuka?"

"En su cuarto… vino hace rato, dijo que se iba a la cama…"

Ella, efectivamente, está en la cama. Tumbada boca arriba sobre el colchón, la luz inclinada de la luna baña el uniforme que no se ha quitado. Sus facciones anguladas se remarcan casi demacradas entre el parche y la oscuridad. Como alguna vez ocurriera sobre el lecho de hospital, su ojo abierto está fijo en el techo, y es evidente que no está viendo nada.

SECCIÓN TERCERA: EL BAÑO

La puerta del baño del apartamento se cierra suavemente. Un cristal traslúcido deja entrever la claridad amarillenta del interior. Dentro Shinji está sentado sobre la tapa del retrete. Completamente vestido, tapa su rostro con las manos.

¿Por qué sigo teniendo esta sensación? Me va muy bien en el colegio, en el fútbol, hago cosas que me gustan, me llevo mucho mejor con Asuka… Pero aun así, esta mierda no se va…

Todavía hunde más sus facciones.

¿Es que no me merezco sufrir, mamá? ¿Tengo esta vida y ya está, todo aquello se olvidó?

Junto a él, el antiguo caldero rojo todavía sigue presente.

No puedo olvidar a Misato… no debo olvidarla… pero me duele mucho pensar en ella. Misato… he seguido caminando como tú me dijiste… pero no sé si es suficiente… ¿por qué tuviste… que sacrificarte por mí?

Le cuesta unos segundos y un gemido recobrarse.

¿Es que… tengo que vivir así? Asuka… Asuka utiliza parte de su tiempo en ayudar a los demás. Yo también podría… no, no, no creo que eso me ayudase para nada… seguiría estando solo.

Se golpea repetidas veces la cara con las manos, apenas separándolas de la piel.

¡¿Pero entonces cómo coño voy a soportar esta carga que no se va?!

Sobre el suelo seco de la bañera, el cordel metálico del tapón culebrea hasta formar una espiral.

No voy a poder vivir con esto, lo que yo quiero es volver, volver con vosotros… incluso… con… con mi padre… Maldito seas, padre, tú y…

"¡Shinjiiiiiiii!"

El grito de Asuka ha penetrado en el baño como una lanza. Al instante Shinji levanta la cabeza, sus dedos han resbalado hasta las mejillas dejando a la vista unos ojos desconcertados. Pero no dice nada.

"¡¿Se puede saber dónde te has metido?!"

No tiene más remedio que responder como un animal acorralado.

"Estoy en el baño."

El cristal de la entrada no deja ver lo que hay detrás, tan sólo unas pinceladas de verde oscuro entremezcladas con otras de blanco.

"¿Qué? ¡Seguro que estás haciendo alguna de tus guarradas!"

Shinji vuelve a ocultar su rostro.

"Déjame en paz, Asuka. Por favor."

Sería difícil para alguien detrás de la puerta haberlo oído, pero es cierto que llega el silencio. Durante varios segundos, los colores del vidrio se mantienen inalterados.

"Oye, Shinji… a Makoto se ha roto la batidora."

La repentina voz de Asuka es mucho más calmada.

"Y eso es un problema justo hoy, está preparando un postre. Ya le conoces, hoy viene Maya a cenar, y… bueno, la cuestión es que tengo que ir a comprar una maldita batidora."

Hay una pausa.

"¿Me acompañas?"

Todavía ausente, Shinji está observando algún punto delante de él. Aun así su boca se mueve.

"Vale."

"¡Venga, date prisa!"

Aunque todavía pasará algo de tiempo hasta la cara del chico cambie. Con un posterior suspiro, ya se permite cerrar los ojos y menear suavemente la cabeza. Se ha formado una sonrisa en su boca. Se levanta, tira de la cadena y se lava las manos sin necesidad.

Un poco de agua se escurre de sus manos al secarse. Colocado justo debajo, el caldero rojo de Misato recoge el líquido, y pasa a escuchar las pisadas que se alejan. La puerta vuelve a cerrarse, y los colores del cristal ahora sí reflejan movimiento: el verde oscuro se come al blanco y al revés, se mezclan con nuevas tonalidades, saltan y centellean. Cualquiera diría que se alegran.

SECCIÓN CUARTA: EL HOGAR

Ahora sí emana vapor de la bañera. Una grácil mano corta el agua, dando pie a una voz que tararea y acompaña el lento goteo residual.

Cae la falda del uniforme cubriendo unos pies desnudos, que pronto aprietan la tela contra las baldosas. El animado tarareo de Asuka muere en sus labios en el momento en que se gira y su reflejo la observa fijamente. En el espejo su rostro y figura desnuda se dibujan hasta el comienzo de sus senos, su única prenda es el parche blanco de borde añil.

Lo que llama la atención es su hombro derecho. La línea de la clavícula se halla algo hundida, y desde allí una larga cicatriz se extiende verticalmente hasta bien entrado el brazo. La raquítica articulación parece organizar su forma más de acuerdo con esa cicatriz que con unas líneas naturales. Pero Asuka ni se ha inmutado, en su lugar acaricia su mejilla pensativamente sin separar su mirada de su reflejo.

Ese reflejo termina por parpadear, a continuación arquea una la ceja.

"¡Bueno, hora de un buen baño!"

Sus manos posan el parche sobre un pequeño taburete. La bañera está preparada, aunque en el borde sólo hay un bote de jabón caído.

Mierda… el jabón que compré ayer… sigue en mi habitación.

El agua acuna plácidamente sus pensamientos.

Bueno, Makoto no vendrá en un par de horas, y Shinji está en clase de composición.

Los labios de Asuka se afilan en una sonrisa pícara. Esta vez es fuerte el golpe que pega la puerta al abrirse. Queda abierta de par en par, diseminando vapor caliente a un pasillo vacío.

Shinji camina de vuelta a casa tarareando una melodía desconocida. Más bien repite el mismo trozo una y otra vez, cambiando el final. Al final sacude la cabeza.

Es difícil, nunca queda perfecto… Tengo una idea de lo que quiero componer, pero no consigo encontrar la forma de…

Los ojos de Shinji caen en el otro lado de la calle.

Me pregunto si le seguirá pasando lo mismo a mi profesor. ¿Qué pasaría si llegas a un punto en que no se te ocurre nada que escribir? Si te dedicas a ello, estás jodido. ¿O si lo que compones no tiene acogida? Estarías igual.

El paso de un coche destartalado consigue agarrar la distraída mirada de Shinji mientras se aleja.

Entonces tendrías que componer partiendo de las ideas de otros, no habría más opción. Y a partir de ellas, camuflarlas para poder decir que son las tuyas… Bah, no lo sé. Es realmente difícil hacer tu propia música.

Por encima de aquella calle el sol baña los tejados de un amarillo anaranjado. Esa franja de luz solar apenas toca ya la terraza de casa cuando la voz de Shinji suena de nuevo, tan suave y cansada que no parece un pensamiento.

"Tengo sed."

La entrada al apartamento está abierta; tras ella, el oscuro corredor de entrada, vacío.

Los gráciles meneos de los mechones cubren la vista sobre el hombro desnudo de Asuka. Pero su movimiento se detiene súbitamente. Allí, delante de ella, y detrás de la mesa de la cocina, está Shinji.

Las dos figuras quedan congeladas. Asuka, completamente desnuda, con una silueta muy atractiva pero un color en el vientre más oscuro del habitual. Shinji, todavía inclinado hacia el vaso de agua, con la mochila a sus pies.

El penetrante silencio todavía dura, hasta que el cuerpo de Asuka comienza a hervir. Su melena vuelve a sacudirse y sus gritos explotan.

"¡¿Qué coño estás haciendo aquí?! ¡Tenías clase! ¡Gilipollas!"

El rostro espantado de Shinji se echa hacia atrás.

"Yo… el profesor no pudo… terminamos…"

La mandíbula de Asuka se aprieta con fuerza, fuera de sí. Sus pies se mueven frenéticos sobre la moqueta.

"¡Eres un guarro de mierda! ¡Pervertido asqueroso! ¡¿Pero qué coño te crees, que vas…?!"

Pero su voz se interrumpe como cortada con un cuchillo, y sus pies se detienen. La arrugada ceja de Asuka se levanta.

Frente a ella, la expresión de Shinji ya no parece tan asustada. No, no está asustada, es otra sensación la que transmite. Tristeza.

¿Qué?

Shinji no ha bajado la mirada, la ha mantenido fija en sus ojos. O, más bien, la ha mantenido fija en "su ojo".

Entonces el párpado de Asuka se abre más allá de lo posible. Su azul permanece totalmente inmóvil por un segundo, y empieza a temblar.

No…

Pero la vista tampoco le hace caso, y mira a donde lo hace Shinji. El "ojo" izquierdo de Asuka está medio abierto. O al menos da esa impresión, porque no hay nada en su interior. De los párpados, que parecen hinchados, nacen líneas extrañas, dejando la piel tirante por arriba, y por debajo flácida como la de una anciana.

Asuka se ha quedado petrificada, nada se mueve en ella. Pero la mirada de Shinji no se detiene ahí. Comienza a bajar: sin prisa, sin pausa, triste. El iris azul sigue los ojos del joven como implorando en silencio.

Pero estos siguen bajando. No se paran en su raquítico hombro. Ni siquiera se paran en sus pechos. Siguen bajando. Y se detienen antes de llegar a su sexo.

No… por favor…

Aquellos lejanos MP EVAs ocasionaron un extenso destrozo en el vientre de Asuka. Los tonos granates y amarillentos dominan su figura desde el diafragma hasta el pubis: muchas cicatrices serpentean, algunas se hunden formando pequeños boquetes, y otras forman pliegues que sobresalen arrugados. Su ombligo es imposible de identificar.

El ojo de Asuka ya no tiembla más. Ahora está húmedo. Su rostro cae un poco hacia delante. Con infinita tristeza y resignación, Asuka cierra su ojo suavemente.

Un fondo negro acude a abrazarla engulléndolo todo. Es su propia risa la resuena sobre el vacío.

"¡Ja! ¿Quién va a quererte así? ¿Con ese cuerpo?"

Su voz pasa a ser más dura y pausada.

"Él ni siquiera te ha mirado. Te ha examinado. Es normal, ¿pero tú te has visto? Menudo desecho. Cualquiera que se interese por ti te abandonará cuando te vea así. Ve despidiéndote de él, por mucho que te importe."

Cada vez es más frecuente el tono burlón.

"¿Te crees que has cambiado, que eso ha servido de algo? ¿Sí? ¿Quién es la idiota? Venga, llama a esos dos chavales que cuidas para que vengan a consolarte."

Pausa.

"Terminarás sola. No hay más opción."

En ese momento su tono cambia, ahora es mucho más comprensivo.

"Lo sabes bien. Hubiera sido mejor morir en aquella cápsula."

El negro se libera por fin.

Un ligero espasmo estremece los hombros de Asuka, y rompe a llorar. Sus labios se inflan con fuertes sollozos, y un intenso llanto, doloroso a los oídos, inunda la habitación.

En el otro extremo la expresión de Shinji ha vuelto al espanto inicial. Dos inseguros pasos hacia atrás, y su espalda se topa con la cocina. Temblorosos, los dedos de Shinji palpan el borde de la encimera y se agarran a él fuertemente.

No…

Sin duda Shinji ha sentido ya demasiadas veces sobre él el peso de la realidad; sin embargo, esta vez parece que el peso es más fuerte que todas las anteriores. Sus ojos, huidizos, dejan de estar fijos en Asuka y cambian de dirección hacia la puerta.

Los aspirados llantos no dejan de sonar en ningún momento, pero ahora las manos del chico se mueven resbalando por la encimera alejándose de Asuka.

Entonces, súbitamente, vuelven a agarrarse al borde.

Los lloros han cambiado, su timbre y su cadencia son diferentes, su voz es diferente. Ahora las manos aprietan tan fuerte que han perdido el color.

El morado y el rojo han vuelto a la cocina. Los hombros de Misato, cubiertos por su melena, están caídos sobre la mesa y se estremecen a causa de los sollozos, su cabeza está hundida entre unos brazos que se quedaron en cruz. Tras ella, en el umbral de aquella puerta, está él. Él, que en aquella ocasión se asomó, no dijo nada, y luego volvió a su habitación a taparse los oídos con la almohada.

Misato…

Los dedos del chico se relajan y dejan de apretar.

Si sólo pudiera verte… otra vez…

Al otro lado de la mesa Asuka continúa llorando desconsoladamente. La energía ha abandonado su garganta y ya sólo puede proferir gemidos ahogados.

Hacia ella se alza la mirada de Shinji con expresión abatida. Da dos inseguros pasos, ya no hacia la puerta, sino hacia delante. Su brazo se apoya en la mesa como si no pudiera sostenerse por sí solo, pero sigue avanzando.

Ante él, unos hombros caídos se estremecen rítmicamente. Un paso menos, y podrá volver a apoyarse en la mesa. Un paso más, y pisará sobre mojado. Así lo hace.

Con mucho cuidado, Shinji rodea a Asuka con los brazos. Al cerrarlos por encima de la cintura, paran de temblar. Pero Asuka continúa estremeciéndose, y únicamente coloca su barbilla de manera automática sobre el hombro de Shinji. Sus lágrimas mojan la camisa del chaval, sus brazos cuelgan inertes.

Bajo ellos, una acumulación de lágrimas se extiende en el suelo uniendo las zapatillas de él y los pies desnudos de ella.

Shinji continúa abrazándola sin moverse. Los temblores van haciéndose cada vez más débiles. También las lágrimas que llegan al hombro son cada vez más escasas. Entonces los labios de él se acercan al oído de ella, profiriendo un susurro tranquilo y sincero.

"Yo te admiro, Asuka."

A pesar de que las lágrimas ya han dejado de brotar, ella no reacciona. Los segundos continúan pasando en silencio.

Entonces Asuka alza la cabeza exhalando aire bruscamente. Por fin levanta los brazos, envuelve a Shinji y le aprieta con fuerza contra su cuerpo.

Shinji, tras un instante de desconcierto, también pasa a estrecharla con firmeza. Está sonriendo. No es cualquier sonrisa la suya. Sus ojos brillan humedecidos: de esta manera hunde su rostro en la paz de la melena pelirroja.

Todavía sin abrir el ojo, Asuka suspira profundamente. Su mano acaricia con suavidad el pelo negro del chico, juguetea con él, lo enriza entre sus dedos.

Entonces ocurre.

Repentinamente el hipo vuelve a apoderarse de su cuerpo. De nuevo sus hombros se estremecen sin control, y las delicadas manos tiemblan. Su ojo se abre sorprendido, justo para permitir a las lágrimas salir y correr por su mejilla. Otra vez más.

Pero la expresión de su cara es muy diferente a la de antes.

Sus lágrimas ya no son de dolor.