Cuenta Regresiva 26280 horas

Infraganti

Era mediodía y Vegeta estaba entrenando como de costumbre dentro de la nave. Pero repentinamente se detuvo debido a que sintió que algunos de los habitantes abandonaban la propiedad. Apagó la gravedad, se secó el sudor con una toalla y dejándola sobre sus hombros, decidió salir a comer algo, mientras refunfuñaba "Maldición, ya domino perfectamente las ciento cincuenta unidades y aun no consigo convertirme en súper saiyajin… ¿Qué demonios me falta para lograrlo?... ¿? Parece que la terrícola y el gusano salieron… mejor, así no hay nadie que me moleste". Entró a la cocina y abrió el refrigerador para ver qué atacar. Al cerrarlo se encontró con la amable señora, que con una sonrisa le decía - Joven Vegeta, que gusto que hayas salido a descansar… yo acabo de volver de comprar unos pastelillos deliciosos ¿Por qué no me acompañas? Mi hija y el joven Yamcha salieron de compras… y no quiero desperdiciarlos.

El hombre miró la bandeja que Bunny había dejado sobre la mesa. Él no era muy asiduo a las cosas dulces, sin embargo, reconocía que la señora tenía buen gusto para elegir los sabores. Así que simplemente asintió con un movimiento de su cabeza.

- ¡OH, ¡qué bien! Prepararé un poco de té para acompañar… - dijo ella volteándose a poner una tetera, al tiempo que el saiyajin rodaba sus ojos y terminaba haciendo una mueca "¿Quién me manda a meterme en estos líos… Solo espero que esos pasteles valgan el sacrificio…" Comenzó a caminar hacia la puerta que llevaba al interior y le señora le dijo – Eso, querido, adelántate si quieres… Te veo en la sala…

Vegeta salió con dirección a su habitación en búsqueda de una sudadera. Por educación sabía que no era correcto comer con el torso desnudo, menos frente a una señora. En cierta forma, para Vegeta, la que realmente mandaba en ese manicomio, era obviamente la loca mayor, en este caso Bunny. Él, acostumbrado a seguir un orden jerárquico, no podía evitarlo. Cortó sus cavilaciones cuando llegó a la sala del primer piso. Allí estaba esperándolo el té y los pasteles, así que tomó asiento y comenzó a comer, dándose cuenta de que realmente había valido la pena acompañar a la mujer.

-Es una suerte que aceptaras mi invitación a probar estos pastelillos – le agradeció la señora - Sé que no te gustan tanto como la carne asada de Jabalí, pero me agrada ver que los comes con el mismo entusiasmo.

Vegeta arqueó una ceja mientras oía hablar a Bunny e hizo un alto en su asalto a la bandeja para decirle, con toda sinceridad - Señora, en el tiempo que llevo de conocerla, sé perfectamente bien que usted no hace las cosas solo porque sí… ¿Qué es lo que trama?

- ¿Por qué piensas eso? – respondió con falsa inocencia. Luego tomó un sorbo de té y prosiguió – solo te invité porque necesitaba una segunda opinión de los pastelitos. Mi marido está muy entusiasmado trabajando en esos robots que le pediste y mi hija no se encuentra en estos momentos… Pero, ahora que lo mencionas, me he fijado que no te llevas para nada con el joven Yamcha… Sé que él a veces es algo impulsivo y no piensa muy bien las cosas…

-En eso estoy de acuerdo… ni fingiendo le saldría tan bien – acotó él.

La señora sonrió al ver que su huésped se empezaba a relajar - Tienes razón. Tú eres un joven inteligente, por lo mismo quisiera que trataras de no tomarlo tan en serio… por el bien de todos.

-No puedo. Espero con ansias la oportunidad de hacerlo trizas…

Una gotita bajó por la sien de la señora - Eso fue… em, bueno. Bastante honesto.

-Lo siento, pero no puedo fingir que me agrada – dijo poniéndose de pie y dirigiéndose a la salida – gracias por los pasteles, estaban buenos – Iba a atravesar la puerta cuando la señora le preguntó - Querido ¿Y Bulma?

El saiyajin abrió mucho sus ojos y se quedó estático en la entrada de la sala. Se maldijo internamente por ese estúpido reflejo - ¿Qué hay con ella? – preguntó sin voltear.

La señora dejó su taza sobre la mesita y agregó, siempre sonriente - Nada. Solo quería saber si puedes fingir que ella te agrada…

Vegeta entrecerró sus ojos. Se dio cuenta de que había caído en la treta de la loca mayor y que su intención desde el principio fue preguntarle por su hija. Respiró hondo y apenas volteó parte de su rostro para responder - No.

Dejó definitivamente la habitación, bastante molesto, con dirección a la nave. Allí se encerró por todo lo que quedaba de día y no saldría ni siquiera para cenar, dándole vueltas al asunto de por qué la loca mayor estaba tan interesada en saber sobre si él se llevaba bien con la vulgar o no.

Mientras, la señora recogía las cosas con una enorme sonrisa en sus labios. "No por nada soy madre… una debe saber utilizar muy bien sus herramientas para obtener respuestas de los jóvenes… Además, si el príncipe Vegeta supiera que me he encontrado más veces de las que él quisiera aquella nota que le dio Bulma, cuando se fue la primera vez… también querría hacerme trizas, como dice él… Lástima que mi hija todavía este comprometida… Bueno, dejaremos todo en manos del destino… aunque de vez en cuando una pequeña ayuda no le viene mal a nadie… Por fin voy a ser abuela ¡Qué emoción!"

Durante la cena estaban todos sentados a la mesa, excepto Vegeta. Bunny, tan sonriente como siempre comenzó a hacer conversación, preguntándole a los jóvenes - ¿Qué tal su día, muchachos?

-Muy bien, mamá. Aunque Yamcha aún está algo delicado… - respondió Bulma por los dos.

- ¿Estás enfermo, querido?

Yamcha se sonrojó y bajó su vista al plato, para luego responder - Creo que algo que comí ayer en la noche me cayó mal… - La señora lo miró con compasión - ¿Pero te sientes bien ahora, cariño?

-Sí, gracias.

-Por cierto, hija – le preguntó su padre, mientras cortaba su carne - ¿Cuánto crees que demore Vegeta en transformarse en súper saiyajin? Si mal no recuerdo, me comentaste que ese es uno de los objetivos de entrenar bajo tanta gravedad…

-Sí, papá. Lo que ocurre es que, como Gokú se transformó luego de entrenar una semana bajo cien G, el piensa que podrá conseguirlo…

-Me gustaría poder instalar algún instrumento en la nave para estudiar su progreso… sería muy interesante descubrir el proceso biológico que los lleva a ese estado… - comentó el profesor.

-Lo sé… a mí también me intriga… - comentó Bulma

- ¿Y por qué crees que no lo haya conseguido? - insistió su padre - Por lo que sé Vegeta era más fuerte que Gokú y ya está entrenando a ciento cincuenta G…

Bulma lo miró perpleja unos momentos. Ella también había pensado en eso, teniendo una vaga idea del porqué, la que le compartió a su padre - Papá… Creo que tengo una hipótesis para ello. Pienso que debe ser algo que tiene que ver con el carácter que posea el saiyajin, porque el muchacho que vino del futuro también se podía transformar y era muy amable y tranquilo… al igual que Gokú, por lo que pienso que, por más fuerte que se vuelva Vegeta, no se podrá transformar, ya que su forma de ser es muy violenta… Pero como te digo es solo una hipótesis.

Su padre asintió y se quedó en silencio, meditando sobre lo dicho por su hija.

Yamcha estaba incomodándose con la conversación, por lo que decidió abrir la boca - Amor, disculpa por cambiar el tema… pero ¿Cuándo estará listo mi nuevo traje de entrenamiento?

Bulma lo miró con curiosidad, para luego suavizar su mirada y responder - Yamcha, yo creo que mañana por la tarde lo tendré. Lo encargué a uno de los asistentes, ya que había que recrearlo con telas y no soy muy hábil en ese tema…

Su padre arqueó una ceja. Le extrañó que su hija no se hubiera querido involucrar en la confección directa de uno de sus proyectos, sin embargo, no le quiso comentar nada en ese momento.

-Gracias. – le dijo Yamcha - Quisiera poder comenzar lo antes posible a usarlo para incrementar mi fuerza… - finalizó su frase, lleno de esperanza.

La cena transcurrió normal, hasta que el teléfono de Yamcha sonó y él se excusó para poder hablar en privado, cosa que llamó la atención de los presentes, pero no le dieron mayor importancia y continuaron cenando.

Luego de un par de minutos Yamcha estuvo de regreso y volvió a tomar asiento. Su novia lo miró esperando una explicación de la reciente llamada, pero él se hizo el desentendido y solo se dedicó a comer, consiguiendo que su novia le terminara preguntando – Y, Yamcha ¿Quién era? – el levantó su vista de su plato y la miró extrañado - ¿Quién era de qué? – Bulma alzo su ceja e insistió – Quien te llamaba… ¿No me vas a decir? – el ex ladrón la miró a los ojos y le respondió - ¡Oh! La llamada… Bueno, era uno de los muchachos del equipo que quería que nos reuniéramos en su casa, pero le dije que no podía porque estaba con mi novia… Solo eso… O es que creíste que me llamaba una mujer, porque eso es casi imposible desde que me retiré del beisbol y solo sigo en contacto con los muchachos, je, je… - Bulma lo miró extrañada un momento, pero enseguida le dijo, risueña – tienes razón… Es que aun pienso en la admiradora que conocimos el otro día…

Yamcha se apresuró en beber un poco de su vaso y le dijo – Bulma, yo solo tengo ojos para ti -. Ella lo miró seria y le dijo – Más te vale, Yamcha… Sé que has cambiado y confió en que no volverás a tus antiguas andanzas, pero debes entender que después de toda nuestra historia reciente tengo derecho a desconfiar, aunque sea un poco…

El guerrero le sonrió y le respondió con ternura – Bulma, tu quédate tranquila… Eso jamás volverá a pasar.

Puar mientras tanto comía cubriéndose parte del rostro con una de sus patitas, sin alzar la vista. No podía creer lo buen mentiroso que se había vuelto su amigo con los años y eso le provocaba demasiada ansiedad.

Eran cerca de las dos de la madrugada y un hombre con una cicatriz en su rostro avanzaba por entre los pasillos de la casa. Su objetivo, la puerta del salón del primer piso para poder salir de la propiedad. Avanzó silencioso hasta el ventanal, alcanzó la manilla y comenzó a jalarla lo más despacio posible, para no hacer ruido. En ese momento se encendió la luz y el hombre no pudo evitar dar un brinco y voltearse.

- ¿Vas con tus putas, insecto? – le preguntó Vegeta, apoyado en el umbral de la puerta, con la mano aún sobre el interruptor. Yamcha no espero para responderle - Vegeta, eso a ti no te importa.

El saiyajin se sonrió malignamente - Tienes razón, sabandija… pero el gusto de fastidiarte es impagable… ¿Cómo sigues de tu indigestión?

- ¿Tuviste algo que ver en eso? - le preguntó algo sorprendido Yamcha, para enseguida apretar sus dientes y decirle - Eres un desgraciado.

- ¿En serio crees eso?… para mí fue bastante gracioso… - dijo con burla, el saiyajin.

-Me las pagarás, Vegeta – dijo Yamcha, conteniendo la rabia. Pero estas palabras fueron como música para los oídos del saiyajin que amplió su maligna sonrisa - Lo dudo mucho, porque te tengo en la palma de mi mano, gusano… Sin embargo, por esta vez te dejaré ir. Debo reponerme para continuar mi entrenamiento mañana… Disfrútalo… mientras puedas - apagó la luz y desapareció de la vista de Yamcha. Éste se volvió hacia el ventanal, pero dudó en salir. Algo en su interior le decía que era mejor abstenerse de salir esa noche, por lo que sacó su teléfono para avisar que no podría ir debido a una persistente indigestión.

Vegeta llegó a su cuarto y azotó la puerta. Con el sonido Bulma se incorporó de un salto en su cama, pestañeando un par de veces y espabilando lo suficiente como para ir por un poco de agua. Maldijo a Vegeta cuando pasó frente a su puerta, pero no contaba con que el saiyajin estaba tras ésta - ¿Qué dijiste, imbécil? – dijo el aludido, asomándose.

Bulma dio un salto y golpeó a Vegeta en su estómago. Éste miró el puño de ella que tocaba su abdomen y enseguida lazó la vista, asombrado los reflejos de la muchacha – Vaya, vaya… Así que después de todo sabes pelear… veamos que tienes.

Bulma al escuchar lo dicho por el saiyajin, sintió que un golpe de adrenalina inundó sus venas, haciéndola despabilar del todo y percatarse de a quién había golpeado, por lo que retrocedió un paso y puso sus manos por delante, cerrando sus ojos y comenzando a disculparse - Vegeta, fue solo un reflejo. Es que sé algo de artes marciales… Lo suficiente para defenderme de personas normales, pero no me ataques, soy muy débil y nunca alcancé el cinturón negro…

El hombre lanzó un golpe al rostro de ella, pero no le hizo daño, sino que le agarró su nariz entre sus dedos y le preguntó, sonriendo - ¿Miedo, terrícola?

Bulma abrió sus ojos al sentir los dedos del hombre sobre su nariz y de un manotazo hizo que la soltara -Claro que tuve miedo… Con uno de tus golpes podrías romperme todos los huesos…

- ¿Crees que me rebajaría a golpear a alguien tan insignificante?

-Supongo que no… - dijo con algo de vergüenza. Vegeta le dio una ultima mirada y entró en su cuarto, volviendo a cerrar la puerta con fuerza. Bulma se sobresaltó producto del portazo y le gritó enseguida - ¡Deja de azotar la puerta!

Desde dentro le respondieron - ¡Deja de ser tan malditamente estúpida!

Luego silencio. La muchacha se sintió contrariada y decidió continuar su camino a la cocina. Cuando llegó al primer piso, escuchó una puerta cerrarse, lo que la puso en alerta. Eran más de las dos de la mañana, por lo que creyó que habría entrado alguien a la casa por lo que decidió ir a buscar a Yamcha.

-Yamcha, Yamcha – susurró mientras daba unos suaves golpes a la puerta del cuarto del joven. Está se abrió casi de inmediato, dejando ver a su novio aun vestido como a la hora de la cena - Bulma ¿qué haces aquí a esta hora?

Ella se acercó a él y le susurró - Lo que sucede es que escuche un ruido en la casa… - lo observó bien y agregó subiendo el tono de su voz - ¿qué haces vestido?

Yamcha se dio cuenta de su error y le respondió - ¡Oh!, es que no podía dormir… Pero en cuanto al ruido que oíste, lo más probable es que haya sido yo… es que había ido por algo de beber.

Bulma no quedó muy convencida de la explicación, pero lo atribuyó a su estado de alerta por lo ocurrido anteriormente - Tienes razón… bueno, que descanses, amor – dijo dándole un beso en los labios y alejándose hacia la cocina. Yamcha cerró la puerta, no sin antes cerciorarse de que su novia se hubiese alejado lo suficiente y exclamó, mientras pasaba su antebrazo por su frente - ¡Vaya, de la que me salvé! Pero debo llevar a cabo mi plan como sea. Vegeta en cualquier momento puede decirle a Bulma… no sé cuánto más pueda durar mi suerte.

Después de unos días, todo comenzó a tornarse rutinario en la Corporación. Vegeta entrenaba en la cámara de gravedad desde que amanecía hasta el anochecer, parando solo para comer e ir al baño. Yamcha hacía lo propio en el jardín, a algunos metros de la esférica nave, acompañado de Puar, quien no dejaba de animarlo.

Ya era mediodía y al jardín salió la cariñosa señora Briefs, con una bandeja de refrescos - ¡Oh, joven Yamcha! les he traído esta limonada para que pasen un poco el calor.

El ex bandido detuvo su entrenamiento y se acercó a la mujer - Gracias, Bunny… - dijo tomando un vaso de la bandeja – esto era justo lo que necesitaba…

- Está muy rica, gracias - dijo también Puar.

La mujer miró hacia la nave y suspiró - Es una lástima que Vegeta esté encerrado… con un día tan lindo debería salir siquiera a darse un chapuzón en la piscina…

-Él no es como nosotros, Bunny… - le comentó Yamcha, con un tono acusador - Es un sádico que solo desea entrenar para matar y destruir planetas.

Bunny se lo quedó viendo, algo sorprendida por las palabras del joven, pero enseguida lo corrigió -No, Yamcha… Como te he dicho antes, él es un príncipe de un lugar muy lejano y lamentablemente sus costumbres son distintas… - miró hacia la nave y agregó -Debe ser horrible estar en su situación. Es como si yo me fuera a vivir a una aldea… No tengo nada en contra de los nativos, pero me costaría años habituarme...

Sus dos interlocutores solo la miraron con cara de interrogación.

-¡Oh! Voy a preguntarle si quiere limonada – y diciendo esto la señora volvió a la cocina.

Luego de unos minutos se vio salir al saiyajin, tomando la misma dirección de la mujer.

Yamcha y su amigo quedaron boquiabiertos. No esperaban que Vegeta le hiciera caso a la señora.

Terminaron su limonada y en eso vieron a Vegeta, acompañado esta vez del profesor, subir a la nave. El anciano llevaba un carrito, con unas cajas. Estuvo un par de minutos dentro y luego salió con el carro. Yamcha no pudo evitar la curiosidad y se acercó a preguntarle -Profesor, ¿que llevaba en las cajas?

-Son unos robots que solicitó Vegeta… Espero que funcionen bien.

Yamcha sintió algo como celos paternos - ¿Por qué su interés en ayudar tanto a ese sujeto?

El profesor lo miró unos segundos antes de responder -Muchacho, a ti también te ofrecí ayuda, pero tú dijiste que no querías… ¿lo recuerdas? Si cambiaste de opinión, no tengo problema en crear algún artefacto para ti…

Yamcha se cruzó de brazos. Se dio cuenta de lo inútil que fue su comentario -Lo siento. Solo era curiosidad.

-Está bien, Yamcha. Bulma me dijo que te había hecho un traje especial ¿Qué tal?

-Excelente… era justo lo que necesitaba, profesor. He avanzado bastante.

El anciano sonrió y se despidió de ellos, tomando rumbo hacia la casa y entrando luego a los laboratorios. Allí encontró a su hija, trabajando en la armadura.

-Hola, hija… ayer no te vi en la cena.

-Hola, papá – dijo ella, volteando por un segundo, para luego volver a su ordenador – lo que ocurre es que me quedé hasta muy tarde trabajando en esto… tú sabes, cuando uno encuentra la inspiración en un proyecto no puede…

-…irse a dormir sin terminarlo… ja, ja, ja, eres igual a mí, querida.

Ambos rieron, sin embargo, el momento se rompió cuando se activó el comunicador del laboratorio del profesor. Éste corrió a atenderlo. Después de unos minutos volvió donde su hija.

-Cariño, Vegeta dice si puedes ir a ver un problema con la gravedad…

- ¿? – ella se giró en la silla completamente hacia su padre - ¿y por qué no me habló a mi comunicador?

-No lo sé… - dijo su padre – tal vez no dio con el botón…

Bulma guardó sus archivos y salió camino a la nave.

...

Yamcha la vio pasar hacia la nave. Antes de que ella estuviera a unos metros, la compuerta se abrió y ella accedió al lugar, cerrándose ésta tras ella.

- ¿Para que irá Bulma, si el profesor acaba de estar con él? Esto es sospechoso, Puar – comentó Yamcha, deteniendo sus golpes – si no fuera porque tengo un trato con ese bastardo te pediría que fueras a investigar…

En el interior de la nave, el saiyajin estaba de pie frente a la consola, sosteniendo una botella de agua. Sobre su cuello una toalla, su torso desnudo, enfundado en pantalones cortos negros y zapatillas.

-Y bien… ¿cuál es el problema, Vegeta? – dijo Bulma acercándose hasta estar casi al lado de él, sintiendo un cosquilleo en su estómago. Hace mucho que no veía a Vegeta y aunque ya debiera estar acostumbrada, se ponía algo nerviosa cuando lo veía vestido así y bañado en sudor.

El saiyajin se volteó a mirarla y le regaló media sonrisa. Acercó su mano a la consola y activó la gravedad, consiguiendo que Bulma abriera sus ojos como platos y se lanzara al suelo como en cámara lenta, gritando y cubriéndose la cabeza -NOOOOOOOOOOO.

Vegeta se carcajeó y se acercó a ella, diciéndole mientras la miraba hacia abajo -Ese, humana, es el problema… - le dijo, haciendo una pausa para beber un trago de agua, para agregar - dejó de funcionar hace unos minutos.

Ella lo observó desde el suelo. Se incorporó furiosa y comenzó el griterío - ¡¿Cómo se te ocurre asustarme de esa manera, grandísimo animal?! ¡¿No te bastaba con decirme que la gravedad de la nave no funcionaba?! … ¡Uyy!… Eres el ser más desagradable que conozco… ¡¿Qué diablos tienes en la cabeza, Vegeta?!

Él avanzó hacia a la salida, ignorando por completo sus gritos, y le dijo, volteando un poco el rostro -Más te vale que esté lista pronto… Voy a ir a comer algo, y cuando vuelva la quiero funcionando, terrícola.

La pobre muchacha quedó de pie, con más cosas por gritarle en la garganta. Respiró hondo y de uno de los gabinetes sacó una caja de herramientas para revisar el sistema. Luego de unos minutos de no encontrar falla física, decidió ir en busca de su ordenador para saber que andaba mal.

Mientras, en la cocina, Vegeta se preparaba un sándwich enorme, con todo lo que encontró en el refrigerador. Tomó asiento y comenzó a disfrutar su merienda, pero de un momento al otro, sintió un ki muy desagradable que se aproximaba - ¿Qué quieres ahora, gusano? ¿No te bastó con lo de la otra vez? – lo interrogó mientras tragaba, al sentirlo a unos pasos de él.

-Calma, Vegeta… - intentó en voz calma el guerrero - Solo vine por algo de beber… no te preocupes, no hay resentimientos.

El saiyajin ni lo miró y siguió en lo suyo.

-Supongo que me lo merecía, después de todo… - se disculpó Yamcha - Oye ¿Cómo va tu entrenamiento?

Vegeta solo arqueó una ceja. No comprendía el interés de Yamcha. "Algo debe traerse entre manos… está más insoportable que de costumbre" decidió seguirle la corriente - Mejor que el tuyo, supongo – dijo frunciendo aún más su ceño – ya que estamos en esta charla, déjame preguntarte ¿Cómo están tus putas?

Yamcha se sonrojó. Pero no se dejaría intimidar por aquella pregunta - Bien y satisfechas, supongo. No he tenido quejas… - respondió engreído. Vegeta se sonrió y agregó con sorna - Debes dejarles buena propina ¿no?...

Yamcha se volteó furioso, esa declaración del saiyajin de verdad le molestó -No digas estupideces, Vegeta. Lo que pasa es que me tienes envidia…

-JA JA JA – río poniéndose de pie, dejando el resto de su sándwich en el plato frente a él – En serio crees que tengo envidia de lo que tú haces… Más bien me das asco… no eres más que basura – terminó, escupiendo a un lado. Yamcha perdió su oportunidad de quedarse callado y le replicó - Admítelo. Yo tengo a mi disposición hermosas mujeres y a ti solo te desprecian.

Vegeta se acercó unos pasos hasta quedar frente a Yamcha - No necesito pagar por sexo, menos con putas baratas…

Yamcha lo miró con rencor. Estaban a un paso el uno de otro, el más mínimo gesto desataría un combate.

-Como te atreves a hablar así, Vegeta -. El hombre más bajo agregó con un tono suave, mientras sonreía de lado -Admítelo, insecto. No eres más que una mierda con suerte…

Yamcha no pudo evitarlo, encendió la chispa que detonaría el infierno -Es cierto – dijo mofándose y haciendo una reverencia – Su alteza, el príncipe de los saiyajin, debe tener todo un harem a su disposición… Pero espera, tú ya no tienes reino…

Vegeta apretó los dientes. Con su planeta extinto nadie se metía. Menos iba a permitir que ese humano hiciera mofa de su desgracia. Ofertó lo que esperaba Yamcha - Acaso ¿Quieres pelear, insecto?

-Sí… ya no soporto tenerte cerca, enano asesino… - le respondió, mirándolo a los ojos.

Estaban por golpearse, pero en ese instante apareció la peli turquesa - ¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ OCURRIENDO AQUÍ? – preguntó furiosa, desde la puerta.

Ambos hombres la miraron. Yamcha se puso pálido y Vegeta se la quedó viendo sorprendido.

- ¿VAN A CONTESTAR O DEBO LANZARLES AGUA FRÍA PARA QUE SE CALMEN? – insistió ella.

-Bulma, amor, yo…

Vegeta se cruzó de brazos y atinó a responder -Yo no tengo nada que esconder… él vino buscando pelea y si tanto lo desea se la daré…

Bulma miró a ambos, sintió como si nunca hubiera estado tan enojada -¡Ya me tienen harta!… Está bien. Si quieren pelear ¡Háganlo de una vez!… A ver si así se tranquilizan de una buena vez, par de pendencieros, pero después no quiero…

Ambos volaron de la cocina, dejándola sola antes de que terminara su frase. Ella pestañeó un par de veces, apretó los puños y dijo conteniendo la rabia - ¿Me dejaron sola? ¿Qué se creen estos desgraciados?… Yo soy la gran Bulma. Nadie me deja hablando sola… Me las pagarán ambos… esto no se quedará así.

Se fue a buscar su rastreador. Ubicó a Yamcha y a Vegeta, no muy lejos de allí. De hecho se habían dirigido a las montañas que estaban al este de la capital, por lo que fue en busca de una aeronave y emprendió el vuelo tras ellos.

Cuando llegó allí, ambos hombres estaban ya golpeándose. Vio a lo lejos varias personas en la cima de una montaña observando, pero solo fue un instante, al siguiente ya todos habían desparecido, cosa que la hizo extrañarse mucho. Pero no pensó más en ello, ya que los gritos de Vegeta y Yamcha la devolvieron a lo importante. Debía detener a esos dos antes de que alguno terminara muerto.

-¡Maldito gusano! ¡Estoy harto de tus estupideces! – gritaba Vegeta, mientras se lanzaba sobre su oponente son ambos puños.

-¡Tú no eres más que un bastardo aprovechado! – gritaba Yamcha, bloqueando y devolviendo un puño en el estómago de su rival.

-¡Tsk!, ¿eso es lo mejor que tienes, gusano? - respondió Vegeta, agachándose y tomándolo de uno de sus tobillos para luego lanzarlo por los aires.

Bulma se empezó a desesperar al no encontrar una ventana en la cual intervenir. Los veía golpearse ferozmente y sinceramente no sabía en que terminaría todo eso. Sin embargo, se percató de que Vegeta no estaba usando todo su poder, y que ninguno utilizaba ataques de ki. Solo se golpeaban, aunque de una manera feroz, pero nada como las batallas que ella había presenciado alguna vez. Lo que no sabía era que el saiyajin se estaba midiendo para no matar a Yamcha, ya que estaba consciente de que si lo llegaba a asesinar todos los otros guerreros vendrían en su venganza y el aún no estaba en condiciones de enfrentarse a todos a la vez. Yamcha hacía lo propio para que el saiyajin lo dejara malherido y poder reclamarle a Bulma por esto. Así que esto en realidad era una demostración de resistencia más que de poder.

Continuando con la batalla, el saiyajin alcanzó al otro hombre por detrás y lo inmovilizó con una llave a su cabeza, mientras Yamcha forcejeaba. Cuando el ex ladrón se calmó un poco le dijo al oído, con el tono más bajo que tenía -No vuelvas a dirigirme la palabra en lo que te queda de vida, insecto… Si vuelves a hacerlo, me aseguraré de dejar tan poco de ti, que ni todos los dragones podrán reconstruirte…

Yamcha abrió muy grandes sus ojos, con pánico. Estaba seguro de que el saiyajin le quebraría el cuello en cuestión de segundos. Por suerte para él, vio una salida a su situación, así que respondió -Ve-Vegeta… Ella, está aquí… Bulma… Si me matas ella no te lo perdonará…

Con estas palabras dichas, el hombre de la cicatriz logró que Vegeta suavizara un poco su agarre, así que aprovechó la oportunidad y poniendo sus manos en su espalda, le lanzó una bola de ki a quemarropa. Hasta el momento ninguno de los dos había utilizado energía, pero Yamcha no podía dejar pasar esa oportunidad contra su adversario "Sí… Ahora Vegeta contraatacará y quedaré tan malherido que Bulma lo echará de la casa…"

-Argg… Hijo de perra… - susurró Vegeta. La herida que recibió saiyajin fue grave, comenzando casi al instante a sentir que le faltaba el aire. Su vista se nubló al tiempo que escupía un gran buche de sangre, lo que lo obligó a soltar totalmente su agarre sobre Yamcha, no sin antes darle un rodillazo con todas las fuerzas que le quedaban en el costado izquierdo, justo antes de dejarse caer a tierra. Observó, mientras se desplomaba a tierra, que la herida estaba justo en su costado derecho y que seguramente su hígado y parte de sus intestinos estarían destrozados. Su propia sangre y unos papeles quemados fue lo último que vio, antes de perder completamente el conocimiento y caer en dirección al fondo de una grieta entre las montañas. Yamcha se sujetó sus costillas rotas mientras observaba al otro hombre descender en la oscuridad.

Bulma quedó paralizada unos segundos al ver caer a Vegeta, pero reaccionó y corrió a la nave y volando a toda velocidad entre los peñascos, pero la abertura se estrechaba, y éstos comenzaron a amenazarla con destruir su nave. No se preocupó por Yamcha, pues lo vio descender suavemente sobre una saliente, ahora solo un pensamiento cruzaba su mente, casi como un mantra "Por favor Kami-Sama, que esté vivo, no dejes que Vegeta muera". Al darse cuenta de que no podría seguir descendiendo, se maldijo por no haber llevado una nave más pequeña, por lo que no lo quedó más remedio que seguir a pie. Antes de bajarse de la aeronave, cogió una linterna y el rudimentario botiquín de primeros auxilios y comenzó su camino hacia el saiyajin. Pudo divisarlo a unos diez metros más abajo, muy mal herido, pero lo que la hizo sobrecogerse fue ver que la sangre que brotaba era oscura, clara señal de daño interno.

Llegó a su lado e intentó hacerlo reaccionar -Vegeta, escúchame por favor. Mírame, soy yo, Bulma – dijo poniendo un apósito sobre la herida, haciendo presión. Esperó unos segundos y observó con alivio que él aun respiraba, pero muy débilmente. Agregó con una voz suave -Escúchame, saiyajin desquiciado. Voy a vendarte y a llevarte de vuelta, pero necesito que reacciones para que puedas ayudarme – en ese momento recordó a Yamcha y gritó - ¡Yamcha, si me oyes ven aquí! …¡Necesito tu ayuda!

Su voz se perdió entre el silencio de las majestuosas montañas.

-Maldición. Tendré que hacer esto sola – murmuró nerviosa, volviendo su atención al saiyajin – Por favor, no te vayas a morir…

Intentó levantar a Vegeta, pero no tenía suficiente fuerza. En eso lo escuchó gemir, pero no pudo interpretar lo que dijo, así que se inclinó sobre él hasta posar su oído frente a la boca del saiyajin y entonces pudo oír más claramente

-La semilla… - susurró apenas Vegeta.

Bulma abrió muy grandes sus ojos y buscó en su ropa interior. Allí, donde siempre la llevaba, estaba la semilla del ermitaño, esa que Vegeta mismo le había dado a custodiar.

Con premura la sacó del relicario y la depositó suavemente en la boca de maltrecho hombre… y esperó. Él, apenas sintió el objeto en su boca, comenzó a masticar con dificultad. Pasaron unos segundos después de tragarla y por fin abrió los ojos.

-Vegeta… ¡Estás bien!

-Claro que sí, imbécil – le dijo, sentándose con algo de dificultad.

A pesar del insulto, Bulma no pudo evitar abalanzarse sobre él y presionar sus labios contra los del saiyajin. Vegeta respondió por unos segundos al beso, pero de repente abrió sus ojos, la apartó y le dijo -¡No vuelvas a hacer una tontería como esta!

Bulma, que se había quedado confundida por un segundo, atinó a abofetearlo -Eres un idiota. ¡estaba realmente preocupada por ti pero veo que no vale la pena! – y diciendo esto comenzó su camino de regreso a su nave.

Vegeta alzó su vista hacia el cielo, no hallando al espectador de aquella escena. Estaba seguro de haber sentido un ki en la cima de aquella montaña - ¡Tsk! – hizo, bajando su vista mientras pensaba en lo ocurrido y en que era hora de deshacerse del culpable de que desperdiciara la semilla.

De vuelta en casa, Bulma estaba furiosa. Decidió encerrarse en su laboratorio y mientras tecleaba, mascullaba palabras ofensivas contra el par de hombres.

Su padre había ido a buscarla para cenar. Sin embargo, ella solo le contestó - ¡No quiero comer con ese par de energúmenos! – su padre le comentó, con la idea de hacerla cambiar de parecer -Hija, Yamcha se excusó y no comerá con nosotros y Vegeta… Bueno, Vegeta está encerrado en la nave, por lo que dudo mucho que venga a cenar…

Con estas palabras de su padre, Bulma se disculpó y decidió acompañar a sus padres a cenar. Una vez sentados a la mesa su madre le dijo -Querida ¿tú sabes por qué ninguno de nuestros huéspedes vendrá a cenar?

Bulma miró con cansancio a su madre y le respondió -Mamá, esos dos solo quieren molerse a golpes el uno al otro… dudo mucho que quieran compartir la misma habitación de ahora en adelante…

Bunny juntó sus manos y dijo -Debe ser muy emocionante que dos jóvenes tan guapos se peleen por ti, hijita… ¡Qué envidia me das!

Ambos quedaron observando a Bunny. Pero no le dieron mayor importancia a su comentario.

-Señores, disculpen la demora… - dijo el saiyajin, ingresando a la habitación y tomando asiento en su lugar de siempre.

Bulma se puso roja como tomate y bajó su vista a su plato.

-Qué bueno que nos acompañes… Creímos que hoy entrenarías hasta tarde – dijo el anciano.

-Decidí parar por hoy… la gravedad no está funcionando… aún – dijo mirando a Bulma – espero poder continuar mañana normalmente – y diciendo esto comenzó a devorar lo que le servía la señora Briefs.

Bulma apenas probó bocado. Luego de unos minutos no soportó y se excusó diciendo que tenía trabajo que hacer en el laboratorio. Sin embargo, al casi alcanzar la salida escuchó - Soluciona lo de la gravedad, humana.

Ignoró al saiyajin y salió al jardín de atrás a fumarse un cigarrillo. No sabía muy bien el porqué, pero necesitaba estar a solas.

"¿Cómo pude besarlo otra vez? ¡No es más que un imbécil!… debí quedarme en casa y dejar que ambos se mataran a golpes… a ver si de una vez por todas aprenden que la violencia no es la salida a todos los problemas… Sin embargo - pensó mientras llevaba dos de sus dedos a sus labios – necesitaba besarlo… es tan salvaje… es como jugar con fuego… nunca sabes que va a ocurrir después… pero Yamcha… él sí me ama y me lo demuestra cada vez que puede… aunque hoy se comportó como un miserable, dejándome sola… a veces puede ser tan torpe… ¿Qué me pasa? ¡Debo concentrarme solo en mi novio y no en ese idiota!"

Caminó hasta llegar a la pagoda del centro del jardín de su madre, tomó asiento y se percató de que habían repuesto la luz de ese lugar. Una sonrisa cruzó su rostro al recordar que Vegeta siempre descomponía la luz para poder estar tranquilo allí en su primera estadía en la casa. Terminó su cigarrillo, sin poder dar con una solución a su problema - ¿Por qué me tiene que pasar a mí?

-Porque eres una ingenua – le respondieron, al mismo tiempo que los focos se apagaban.

- ¿Vegeta? – preguntó, sorprendida.

- ¿Quién más? Sal de mi lugar, tonta – le dijo, ingresando y cruzándose de brazos frente a ella.

-Deja de insultarme, y además yo llegué primero – dijo ella muy molesta.

-Tu excusa de hombre te está buscando… - le comentó él, mirando en dirección hacia donde sentía el ki de Yamcha.

-¿? ¿Qué?

-Está revisando la casa… y ya estuvo en tu habitación – terminó comentándole a la espera que ella se molestara como con él, pero eso no ocurrió.

- ¿Cómo lo sabes?... Oh, ¡Qué despistada! Lo sabes por su ki…

-Hmn – hizo, apretando sus labios un momento para soltar algún comentario sobre lo ingenua que era todo el tiempo, y agregó - Pronto estará aquí y si no quieres que esta vez sí lo haga trizas, es mejor que te marches, humana.

-No. Si tiene un problema con que esté en este lugar conversando contigo, que me lo diga.

-Yo no quiero compartir – le soltó, seco.

-Pero…

-Presta atención por una vez y vete de una maldita vez – terminó cruzándose de brazos y dándole la espalda "Estúpida humana… ¡Qué me importa si se da cuenta o no de lo que le está haciendo ese insecto!… Argg, pero aun así debí decirle algo… ¡Este planeta si que me afecta!".

Bulma no supo por qué, pero lo dicho por el saiyajin la descolocó, miró desconcertada la espalda del saiyajin, comprendiendo que él no transaría su postura. Así que puso de pie y en ese momento escuchó a Yamcha llamarla desde uno de los accesos al jardín. Caminó hacia donde provenía la voz y cuando lo tuvo frente a ella - ¡¿En qué estabas demonios estabas pensando, Yamcha?! – gritó, dándole una sonora bofetada.

Él la miró sorprendido un momento, pero al siguiente respondió - ¡Ay!, ¡Cuidado, Bulma! – dijo sobando su mejilla - Yo… lo lamento, pero no pude evitarlo… Sabes que no soporto a ese saiyajin… además el ofreció pelear… - ella lo miró furiosa - ¿Y te viste obligado a aceptar? ¿Acaso te amenazó con una esfera de ki? – Yamcha tragó saliva y le dijo -No, pero tú no sabes todo lo que me dijo ese cretino para hacerme enojar…

-Y supongo que tú te quedaste callado hasta que te preguntó si querías agarrarte a golpes con él… - se alejó unos pasos dándole la espalda para luego voltear y agitar sus brazos en el aire - por favor, Yamcha. Los dos se estaban insultando cuando llegué. Sé que no se soportan, pero también sé que tienes suerte de que Vegeta se midiera al golpearte... ¡Por Kami, pudo haberte asesinado!

El hombre bajó avergonzado la cabeza. Sí que era un tipo con suerte. Suerte de que ella no hubiese llegado antes a la cocina y oído toda la conversación y suerte también de que Vegeta solo le hubiese quebrado un par de costillas. Pero no se daría por vencido, aún veía una oportunidad de que su novia sacara al otro hombre de su hogar. Levantó sus ojos hacia ella y puso su mejor cara de borreguito. Hizo ademán de caminar hacia ella, cojeando, y se detuvo con una exclamación - ¡Auch!… Bulma, por favor, perdóname. Tienes razón, pero en el momento no lo pensé. Y si, según dices, Vegeta se midió al golpearme, me dejó bastante mal… No puede seguir viviendo con nosotros ¡Tengo tres costillas rotas! No sabemos si el siguiente que discuta con él termine igual, ¡podrías ser tú o hasta tus padres!

Ella lo miró algo fastidiada. Era verdad que debió ver primero si su novio estaba bien. Sin embargo, él se esfumó cuando le pidió ayuda. Unas costillas rotas eran nada comparado con una herida casi mortal - La estadía de Vegeta está fuera de discusión en este momento y dudo mucho de que nos dañe como lo hizo contigo. Recuerda que yo les di autorización para pelear… No quise hacerlo, pero estaba tan enojada de que ver que solo cruzan palabras para insultarse... Pero y tú ¿Dónde diablos te metiste después?

El ex ladrón la miró un momento y le dijo, con algo de rencor -Yo… me vine a la casa. Me dio mucha rabia ver que te preocupabas más por él que por mí. Fui a mi cuarto, me tomé algo para el dolor y me dormí…

La muchacha suspiró y se acercó al joven, comprendiendo como se sentía. Colocó una mano sobre el brazo de él y mirándolo a los ojos le dijo - Está bien, Yamcha, yo también lo lamento… Dejemos esto atrás… por lo menos algo bueno salió de todo esto…

- ¿A qué te refieres, Bulma?

-Bueno… me refiero a que ustedes se dieron el gusto de golpearse. Supongo que ya estarán más tranquilos… Ahora vamos a revisarte… esos vendajes no están muy prolijos que digamos…

En la oscuridad de la pagoda, Vegeta meditaba sobre lo ocurrido "Así que el plan del gusano era hacer que la terrícola me sacara de su hogar… ¡Qué patético! Sin embargo, no le daré el gusto… este es mi territorio, mientras viva en este planeta… y también la tecnología que me dan los terrícolas. Pero pensándolo bien, ese insecto me hizo un gran favor al herirme de esa manera… Ahora me siento más fuerte por estar a punto de morir… Por suerte esa ridícula se presentó…" - se llevó ambas manos a su cabeza – "¿Por qué no sale de mi cabeza? Todo el día termino pensando en alguna de sus idioteces... Sin embargo, extrañaba su calor, su suavidad… ¡Maldita sea!, si sigo así me meteré en problemas… Debo evitarla lo más posible. Es una puta más de ese insecto, y parece feliz siéndolo… Será mejor ir a descansar, mañana empezare a exigirme más y estoy seguro de que al fin conseguiré convertirme en el legendario súper saiyajin"

Bulma se estiró en su lugar a causa de un dolor de espalda que le vino por estar cerca de dos horas seguidas tecleando frente a la consola. Eran las cuatro treinta de la mañana ¿Por qué estaba ahí? Porque a cerca de las tres de la mañana despertó sobresaltada, recordando que no había reparado el sistema de gravedad. Trató de dejarlo para después, pero era de esas veces que te despiertas sabiendo que dejaste algo pendiente y no puedes volver a dormir, solo porque es necesario hacerlo. Se dio una ducha rápida y fue a su laboratorio por el ordenador, para luego dirigirse a la nave y arreglar el problema de la gravedad. No era más que un problema de código, ya que al digitar números primos apagaba el sistema.

Una vez hubo solucionado el tema de la gravedad, aprovechó de dejar activo un nuevo sistema de comunicación, con un proyector y, además, dejar escrito con lápiz permanente el botón de comunicación a su laboratorio. Una vez hecho esto comenzó a recoger sus cosas.

Eran las cinco de la mañana y ella por fin terminaba de guardar todo. Apagó conforme el ordenador, se dio media vuelta y se encontró con él.

-Sabía que no me fallarías, terrícola.

Ella quedó con la duda "¿Está hablando de la gravedad o de la semilla?" no dispuesta a averiguarlo, respondió engreída -Disculpa, pero estás hablando con Bulma Briefs… ¡Soy infalible! - para agregar después – solo una genio como yo puede conseguir reparar en tiempo récord este tipo de problemas… y solucionar otros.

- Si eres una genio como dices, entonces explícame porque aún estás aquí y no puedo comenzar mi entrenamiento…

Bulma lo miró enojada -No me echarás a perder mi día… o mi noche, mejor dicho. Me vuelvo a la cama. Cualquier problema, avísale a mi padre…

Sorpresivamente, él la sujetó por el brazo y la atrajo hacia él -No, humana. La cámara es tu responsabilidad… sabré donde encontrarte… - Bulma lo miró un momento sin pestañear, pero de inmediato le dijo -Oye, no soy tu esclava. A diferencia tuya tengo una vida.

Él sintió algo raro en su pecho, por lo que decidió que era mejor cortar la charla y comenzar su entrenamiento -Sal de una maldita vez…- le dijo entre dientes, soltándola despacio. Pero ella no se iba a dejar amedrentar, por lo que se atrevió a responderle -Lo haré… pero solo porque no quiero hacer mal tercio entre tú y tu "novia" - dijo, avanzando hacia la salida de la nave.

-Vete, ridícula – gritó, apretando los dientes y los puños.

-¡Pues eso es lo que hago, tarado!

-Argg…

Cuando la muchacha salió definitivamente, él cerró la compuerta de inmediato, manteniendo su ceño fruncido, aun molesto por la interacción que había tenido con ella, sobre todo después de que se había prometido evitarla, pero enseguida sonrió al pensar en que al fin podría continuar con su entrenamiento. Así que, sin esperar más, se retiró la camiseta y presionó los controles de la gravedad hasta llegar a las ciento ochenta unidades.

Yamcha tuvo que estar unos varios días en recuperación, debido a sus fracturas, por lo que entrenaba más mesuradamente que antes, sin embargo, esto no era impedimento para alternar parte de su tiempo entre su novia oficial y una que otra escapada para "ejercitarse" con sus amigas. Vegeta había dejado de molestarlo, ya que se mantenía ocupado casi todo el tiempo con su entrenamiento, cenando aparte inclusive. Estaba pronto a alcanzar las trescientas unidades de gravedad, lo que lo tenía aún más molesto, ya que aún no conseguía transformarse. Además, le había dejado bastante claro a Yamcha que no quería que volviera a hablarle, dando por zanjado el tema.

Bulma, al dejar de ver al saiyajin, sintió que su relación con su novio se fortalecía. Después de todo, lo más probable era que solo fuese un capricho, tal como pensó desde un principio. Sin embargo, cada vez que se lo encontraba, buscaba algún pretexto para dirigirle la palabra o, mejor dicho, discutir con él, sin poder evitarlo. Además, no podía sacar de su mente aquella frase que le había dicho en la pagoda, preguntándose a qué se había referido. Se ilusionaba pensando a veces que se refería a ella, pero después ella misma se aterrizaba pensando en que solo se refería al espacio físico. Pero lo peor era que no podía olvidar el último beso que le había robado al saiyajin.

Con el pasar de los días, la señora Briefs se percató de que Vegeta solo cenaba con ellos los días en que su hija salía con su novio. Últimamente lo había notado más callado de lo habitual, pero no molesto. Se sentaba a la mesa, asentía con sonidos a una que otra pregunta que le hacían sus anfitriones y se retiraba de la misma forma en la que llegaba. Los padres de Bulma se estaban preocupando. La señora pensó que quizá podría ser un caso grave de melancolía, por no usar la palabra depresión. Ella lo atribuía a la incapacidad de su huésped de declararle sus sentimientos a su hija y verla comprometida con otro hombre debía ser como una daga en su fuerte pecho.

Un día cualquiera en la cocina, el matrimonio Briefs conversaba sobre la triste situación.

-Querido, no me atrevo a intervenir… ¡podríamos echarlo todo a perder!

El señor bebió de su café y respondió -Si no podemos decir nada… la mejor opción es dejar que las cosas sigan su curso. A menos que quieras darles un empujoncito…

- ¿Qué propones? – dijo ella, poniendo sobre la mesa unos pastelitos.

El anciano miró por la ventana hacia la nave. Luego volvió la vista a su esposa -Mmm… ¿Qué te parece irnos de escapada este fin de semana? Después de todo ambos nos lo merecemos.

La señora aplaudió feliz - ¡Es una estupenda idea, querido!… Así Bulma tendrá que ocuparse de alimentar y atender a nuestro joven huésped.

-Así es, cariño. Yo dejaré todo listo para que no haga falta nada en los laboratorios.

Y así, muy contentos con su decisión, comenzaron a hacer los preparativos.

Vegeta salió de la nave cerca de la una de la madrugada. Había decidido comer más tarde, debido a que Bulma y Yamcha estaban en casa ese día a la hora de la cena y definitivamente no quería encontrarse con ellos. Necesitaba que su concentración estuviese enfocada solo y exclusivamente en su entrenamiento.

Activó el robot de servicio y tras unos segundos un pitido le avisó que estaba lista su comida, así que sacó unos platos, se sirvió y se sentó a comer. Pero algo llamó su atención. En el monitor de la cocina una luz roja indicaba que había un mensaje, lo que le dio un mal presentimiento, sin embargo, decidió dejar de lado la curiosidad y siguió en lo suyo. No alcanzó a terminar, cuando su ceño se frunció. Escuchó el sonido de la puerta de entrada y un par de risas lo hicieron fruncir aún más, pero decidió quedarse, esperando que siguieran su camino y no lo interrumpieran. Las voces se silenciaron y el saiyajin decidió retirarse a su habitación. Miró una última vez aquella luz que titilaba, chistando y abandonando la cocina, pasando enseguida por frente la entrada al comedor y luego por la puerta de la sala, sin embargo, unos ruidos lo hicieron detenerse frente a esta puerta, que estaba abierta, distinguiendo en la penumbra las siluetas de Yamcha y Bulma. Gracias a su buena visión nocturna pudo ver claramente como ellos estaban besándose y acariciándose apasionadamente. Sintió un nudo en su estómago y no pudo evitar que su ki se elevara.

Yamcha se percató inmediatamente de que estaban siendo observados por el saiyajin, así que premeditadamente comenzó a acariciar más apasionadamente a su novia, deslizando una de sus manos por la entrepierna de esta, mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. Bulma, que estaba de espaldas al pasillo, no veía nada. Sin embargo, se sintió observada y decidió parar. Miró hacia la puerta, pero no había a nadie, aun así no quiso proseguir con las caricias por lo que se apartó de Yamcha y comenzó a acomodarse la ropa.

-Amor, ¿qué ocurre? – preguntó él, con fingida naturalidad.

-Lo lamento, Yamcha… no me siento cómoda. Es mejor que vayamos a dormir…

- ¿Quieres continuar en mi habitación?

-¡No! Voy por un vaso de agua y me iré a dormir.

Yamcha se recostó hacía atrás en el sofá y acomodó su entrepierna, mientras sonreía "Esto solo me lo comprueba… Ese bárbaro siente algo por Bulma… Pero ya no tiene nada que hacer… el anillo que lleva en su dedo es mío. Ella es y será mía…" Se levantó y fue a su habitación, pensando en que las ganas se las podría quitar en un rato más, cuando su novia ya estuviera dormida. Así que se acostó un rato a ver televisión para matar el tiempo.

Mientras tanto, Bulma estaba bebiendo su agua cuando se dio cuenta de que había un mensaje en el monitor, así que dejó el vaso en el fregadero, se acercó al comunicador y oprimió el botón.

"Hijita, mañana, cuando despiertes, seguramente no estaremos en casa. NOS ESCAPAREMOS POR EL FIN DE SEMANA A UN FESTIVAL MUY BONITO QUE HABRÁ EN LAS ISLAS DEL SUR. No te dijimos nada, porque fue muy repentino. En la nevera de atrás hay suficientes alimentos para que prepares comida y tu padre dejó todo a punto en los laboratorios para poder estar tranquilo, aunque dice que si surge algún problema sabe que lo podrás solucionar. Te queremos mucho y no olvides de dejarle comida a Vegeta, mira que necesita estar muy bien alimentado para que esté sano y fuerte. Adiós"

Bulma caminó hasta una silla, dejándose caer y llevando sus manos a sus sienes, mientras trataba de ordenar sus ideas.

-Así que de eso se trataba… - le comentó Vegeta, ingresando por la puerta que daba al jardín - ¿Otra vez te abandonaron?

Bulma ni volteó a ver a su interlocutor -Sí, Vegeta. Nuevamente quedé a cargo de la casa. Pero no te preocupes. Tú ya sabes perfectamente que no interrumpiré tu entrenamiento ni haré aseo en tu habitación.

-Hmn… Mejor, no te quiero husmeando en mis cosas.

-Perfecto. Te dejaré mañana comida en esos robots, pero el desayuno tendrás que preparártelo solo – le dijo volteando a verlo al fin.

- ¿Y quién más lo haría? - le preguntó ofuscado, agregando luego con soberbia - Por si no lo sabes hace mucho que preparo mi propia comida por la mañana, pero eso a ti no te incumbe. Es más, no quiero que toques lo que yo vaya a comer…

- ¿De qué estás hablando? – le preguntó Bulma, extrañada.

-Lo sabes perfectamente – le respondió viéndola fijamente a los ojos, a modo de indirecta.

Bulma se puso como un tomate. Comprendió a la perfección de lo que hablaba el saiyajin -Nos viste… ¡Qué vergüenza! Sabía que alguien nos observaba y no es la primera vez. ¡No eres más que un mirón, Vegeta! – dijo, golpeando la mesa y poniéndose de pie.

Vegeta se molestó por el comentario, por lo que arremetió -No, terrícola. Ustedes son los que no tienen pudor ni respeto por los demás.

-¡Si tanto te molesta no nos mires!... Por si no lo sabes nosotros…- hizo una pausa - "¿a él que le importa?" … ¡Si sabes leer el ki por qué no nos evitas y ya!

-¡Argg, solo deja de comportarte como una vulgar!

-¡Y tú como un saiyajin desagradable!

Ambos quedaron en silencio. La atmósfera se puso tensa, pero ella la rompió con una sonora carcajada -Ja, ja, ja… ¿Sabes? Yo creí que habías cambiado, pero sigues siendo el mismo…

-Lástima que yo no pueda decir lo mismo – la interrumpió - Desde que volvió tu pareja te has vuelto más imbécil…

-Deja de insultarme… No eres más que un… un … ¡Saiyajin mojigato!

- ¿Cómo me dijiste, estúpida? – exclamó él, apretando un puño frente a su rostro, para luego bajarlo y sonreírse -…No caeré en tus ridículos juegos... ¿Sabes que no eres tan lista cómo crees? Eso es lo que más me molesta de ustedes los terrícolas. Son unos estúpidos ingenuos que piensan que todos tienen buenas intenciones. Me dan asco.

Ella lo miró enojada - ¿Te desahogaste, imbécil? – le preguntó, avanzando un paso hacia él - Ahora ¿Quieres explicarme porque, según tú, soy una ingenua?

-Yo no soy quien tiene que darte explicaciones al respecto… – y diciendo esto salió de allí, temiendo hablar de más. No era su problema si ella no se daba cuenta del engaño de su pareja. Pero le sacaba de quicio que el gusano se saliera con la suya tan tranquilo. Se sentó en el jardín a observar las estrellas, para calmarse y pensar en idioteces. "Maldición… ¿Por qué me molesta siquiera que ese insecto la este engañando… Es una estúpida y se lo merece… Un príncipe saiyajin no debería estar preocupado por tamañas estupideces… ella se lo buscó por fijarse en él… Argg, ¡Maldito planeta de idiotas!"

Ella volvió a tomar asiento y observó por la ventana al hombre que estaba sentado en el césped -Ay, Vegeta ¿Por qué eres así? Te ofrecí mi amistad y no la quieres aceptar… o tal vez sí, pero tu modo no me es del todo claro… ¿Pero porque me dijo ingenua? ¿sabe algo que yo no? ¿O hablará de su propósito de conquistarnos después de acabar con los androides y con Gokú?... Supongo que no tendré respuesta por ahora… Awwww -bostezó fuerte - … Creo que es mejor ir a dormir – Se levantó de su sitio y salió de la cocina camino a su habitación. Pero al avanzar por el pasillo cuál fue su sorpresa al encontrarse a Yamcha, que caminaba en la oscuridad hacía la sala.

-Yamcha ¿Dónde vas?

Él quedó tieso un par de segundos, ya que contaba con que Bulma estaría dormida ya -Este, yo… - logró tartamudear.

-Deja de balbucear y respóndeme.

Él se llevó la mano a la nuca y dijo -Bueno, es que no podía dormir y decidí salir a dar un paseo…

- ¿Me estás ocultando algo? – lo interrogó mientras se cruzaba de brazos y entrecerraba sus ojos.

El movió nervioso sus manos delante de ella -No, no, no… ¿Cómo crees eso, amor?...

-No lo sé… Es que hace unos momentos me encontré a Vegeta y me dijo…

- ¿Qué te dijo ese desgraciado? – la interrumpió de forma brusca.

-No te pongas a la defensiva… me dijo que desde que tú volviste me he puesto más tonta y me ha dicho otras cosas, pero no les encuentro sentido…

- "Ese bastardo…" - Cariño… no le des importancia a lo que diga ese bastardo… Siempre quiere que los demás estemos mal… como él no puede ser feliz, no quiere que nadie más lo sea…

Bulma lo miró a los ojos un momento - Supongo que… tienes razón. Sin embargo, él se comportó tan distinto cuando vivió con nosotros la primera vez… ahora pareciera que todo le molesta.

-Tranquila… quién sabe si solo fingió la primera vez y ahora se está mostrando tal como es… - intentó convencerla su novio.

-Lo dudo, Yamcha. Sé que no es un mal sujeto y que solo necesita que le presten atención. También sé que le molestan nuestras demostraciones de cariño… ¡su cultura es tan diferente a la nuestra!… no podemos excluirlo solo porque fue criado de un modo diferente.

-Bulma, hay cosas que no se pueden cambiar… una de ellas, es ser un asesino. Nunca será uno de nosotros ¡Entiéndelo de una vez, amor! Apenas termine esto de los androides intentará acabar con todos nosotros… no lo olvides, por favor. Por mí parte no pienso volver a dirigirle la palabra – terminó de hablar y depositó un suave beso en los labios de la muchacha – Ahora ve a dormir. Yo saldré un rato a caminar y estaré de vuelta en unos minutos…

-Como digas, no te fuerces mucho… hasta mañana.

Yamcha salió de la casa y Bulma subió a su habitación. Se puso un camisón y salió al balcón a fumarse un cigarrillo antes de dormir como siempre solía hacer cuando necesitaba pensar sobre algo que consideraba de importancia. Se apoyó en el barandal y observó la ciudad, mientras repasaba mentalmente todo lo que el saiyajin le había dicho últimamente, intentando encontrar la respuesta a tanto misterio. Estaba segura de que era algo importante, pero era algo que no podía, o no quería, decirle directamente, de otra manera el saiyajin no se habría tomado la molestia de hacérselo notar. Dio un par de caladas más sin encontrar la respuesta, sin embargo, notó un patrón en todo ello: Yamcha. Según Vegeta ella se había vuelto más tonta desde que llegó él. Pensó entonces que la pelea de Vegeta con Yamcha podía tener relación con ello, pero lo desechó al instante. Sin embargo, aún estaban esas escapadas nocturnas de su novio, lo que la hizo sospechar de inmediato, ya que recordaba algo de un acuerdo que tenían entre ellos y, aunque no sabía de que se trataba, seguramente era de algo que sabía Vegeta y que Yamcha le habría solicitado callar.

Apagó su cigarrillo y entró a su cuarto, se dirigió al closet y de un cajón sacó el rastreador para seguir el paseo de Yamcha. Pero su sorpresa fue grande al encontrarlo a unos dos kilómetros de distancia, quieto, cosa que despertó su curiosidad, así que fue a su oficina y presurosa encendió su ordenador para ingresar las coordenadas. Sus manos cubrieron su boca, pues las coordenadas indicaban el edificio donde estaba el apartamento de él. "¿por qué Yamcha está en su apartamento? ¿A esto se refería Vegeta?… ¿Será que Yamcha está incómodo viviendo aquí?… Pero no puedo comentarle que sé que va a dormir a su casa… pero eso es demasiado simple…Vegeta no se tomaría la molestia de hacerme notar algo así... ¿y por qué Yamcha no se va a vivir a su casa y se ahorra las mentiras? … Pero Vegeta me dijo que era ingenua… ¿Habrá algo más que yo no sepa?... Creo que es momento de llegar al fondo de este asunto"

Se sacó el rastreador, mientras veía en el ordenador que eran cerca de las tres de la mañana. Su novio le había dicho que volvería en unos minutos, lo que la hizo sospechar de inmediato. Así que se volvió a vestir, pero esta vez completamente de negro, dispuesta a ir al departamento de su novio y salir de dudas de una vez por todas. Tomó una motocicleta de su caja de cápsulas y se dirigió a toda velocidad al apartamento de Yamcha. Cuando llegó iba a sacarse el casco, pero lo que vio la dejó helada.

Su novio salía acompañado de una mujer rubia, avanzaron hasta estar a unos cuantos metros de ella. Cruzaron unas palabras entre ellos y comenzaron a besarse. Las lágrimas de Bulma no se hicieron esperar. Sintió que perdía el balance, cosa que también notó la pareja que comenzó a acercarse a ella para ver si estaba bien.

La muchacha se retiró el casco y gritó - ¡Yamcha eres un desgraciado!

El joven al verla se puso pálido – Bulma…yo… este…ella – fue lo único que logro balbucear, apartándose de la muchacha que lo acompañaba.

Bulma lo miró con rabia y con los ojos llenos de lágrimas - ¿Así que este era tu secreto? Me has estado engañando todo este tiempo y yo creyendo que habías cambiado… Vegeta tenía razón ¡Soy una ingenua! – volvió a ponerse el casco, aceleró haciendo un derrape de ciento ochenta grados y se perdió por las calles.

No tenía ganas de volver a su casa. Las ideas se agolpaban en su cabeza, recordando las palabras del saiyajin "yo no soy quién tiene que darte explicaciones… eres una ingenua…" Viró repentinamente, debido a que tuvo que esquivar a un borrachito que caminaba por la avenida a esa hora, pero perdió el equilibrio y se fue de costado con todo y motocicleta, patinando por la acera, dándose un buen golpe en el costado izquierdo. Se quedó unos segundos quieta evaluando si estaba mal herida. Al no sentir nada grave se puso de pie y encapsuló la motocicleta. Se dio cuenta de que estaba frente a aquel callejón donde estaba su bar favorito y pensó "es justo lo que necesito en este momento…" Caminó hasta la taberna y entró sin pensarlo.

Volvió a su casa a eso de las 5 de la mañana, tambaleándose por el alcohol y el dolor que sentía tanto en su pecho como en el costado. Apenas pudo llegar a la cocina a beber un poco de agua antes de seguir camino a su cuarto. Se sentó y bebió de la botella, las lágrimas bañando su rostro y un hipo que no la dejaba respirar. En eso sintió que la puerta de la cocina se abría y dio vuelta su rostro hacia la ventana, limpiando con su mano las lágrimas que no dejaban de caer.

- ¿Saliste a beber y no me invitaste? – le preguntó el saiyajin, quien se notaba que estaba recién duchado y vestido para ir a ejercitarse.

Como pudo respondió entre sollozos -Déjame en paz, Vegeta… ¡Tú lo supiste todo el tiempo y no me lo dijiste!

El hombre se sonrió y continuó, mientras sacaba unas cosas del refrigerador - ¿Y eso importa ahora, ridícula? Ya hace tiempo que debiste darte cuenta… y como soy un maldito mirón sé que dejas a ese humano colgado cada vez que puedes… Era obvio que se buscara otras hembras – le comentó mientras metía algunas cosas que había sacado de la nevera en el horno eléctrico.

-¡ESTO ES EL COLMO!, hic ¿ME CULPAS A MI POR LO QUE ME HIZO ESE DESGRACIADO? – le respondió ella furiosa, con los ojos hinchados y llenos de lágrimas.

Vegeta relajó su ceño un momento, no pudo evitar sentir compasión por ella. "se ve muy bien cuando está furiosa… y ebria, ja" -Ja, ja, ja… - no pudo evitar reírse externamente.

- ¿DE QUE DIABLOS TE RIES, hic?

-De tu ingenuidad… y de que eres una débil. ¡Mírate, llorando por ese insecto!… Si fueras una saiyajin estarías en todo tu derecho de matarlo a golpes tanto al idiota como a la perra - le dijo mientras ponía una bandeja sobre la mesa y se sentaba a comer, agregando – Dejé mi ropa en la sala de lavado… No olvides que ahora TÚ estás a cargo.

Bulma lo miró entre hipo e hipo, sintiendo ganas de tener la fuerza de los saiyajin para golpear hasta el cansancio a Yamcha, pero enseguida abrió sus ojos y comprendió lo que su amigo quería decirle. Ella estaba a cargo, ella tenía la última palabra y se enfrentaría en un rato más a Yamcha para dejar las cosas claras. Se puso de pie y vio que Vegeta solo se dedicaba a tragar. Esto la hizo sonreír, avanzó hacia el saiyajin y depositó un fugaz beso en su mejilla.

-Gracias, Vegeta.

El saiyajin se sonrojó un instante, pero no la apartó. Solo le recomendó, a su estilo - Solo vete, imbécil y deja de hacerme perder mi tiempo con tus estupideces – Bulma le sonrió, con la cara aun bañada en lágrimas y le dijo – Sí, ya verás que mañana no seré la misma imbécil ingenua… - y diciendo esto, se retiró a su cuarto, no sin antes decirle – Oye, ¡Eres un muy buen amigo, Vegeta!

El saiyajin rodó sus ojos y prefirió no responderle, volviendo a comer. Pero luego de desayunar, en vez de ir a la nave regresó de vuelta a su cuarto debido a que algo le incomodaba, algo que no supo explicarse en ese momento, pero que comprendió cuando llegó al corredor que daba a su cuarto. Frunció un momento y se quedó en su lugar evaluando que hacer ante tan inesperada situación.

Continuará…