Ni tiempo tuvo de contarle a Regina sobre el divorcio, salió de la mansión con mucha tristeza, entendía la situación, por mucho que la amara debía darle tiempo a procesar todo lo que estaba ocurriendo, si ella decidía enfrentarse a todo para intentar algo con él, sería porque lo eligiera, no porque tuviera ninguna presión de su parte, aunque con la aparición de Robin, posiblemente todas las posibilidades estaban perdidas y su esperanza de estar con la mujer que ocupaba cada rincón de su corazón, se había perdido.
Condujo lo más rápido que pudo, era un día normal de trabajo, no podía seguir faltando a sus obligaciones, al llegar a la cafetería, todo estaba sorprendentemente tranquilo, abrió la puerta, hizo un escáner visual y lo primero que vio fue a Robin sentado en una de las últimas mesas del lugar con una bolsa con hielo tratando de bajar la inflamación de su rostro, inmediatamente recordó que su mano debía estar en las mismas condiciones, solo que no le prestó atención y siguió caminando rumbo a su cuarto, al pasar cerca de Robin sus miradas se cruzaron, era como si estuviera recibiendo una advertencia de muerte por su parte, sabía perfectamente que la guerra solo comenzaba, pero no se rendiría, lucharía con uñas y dientes por su ángel, no la dejaría ir tan pronto ni tan fácil y menos con la maravillosa noche que le había regalado.
Todos los presentes debieron darse cuenta de la forma que ambos se miraron, ninguno de los dos se molestó en disimular, pero no era ni el momento ni el lugar para comenzar una pelea, por lo que continuó sin detenerse hasta su habitación.
Cuando abrió los ojos, supo que ese día sería agotador, su instinto se lo dejó bien claro, una vez la claridad de la mañana se coló por la ventana de la casa de su madre, se disponía a levantarse cuando la voz de su hijo la hizo darse cuenta que si querían comenzar su día sin tardanzas, debían ponerse a trabajar cuanto antes.
"mamá, desayunemos en Granny's", propuso Henry, ya preparado para ir al colegio, era muy rara su actitud, siempre tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para sacar a su hijo de la cama en las mañanas, su instinto no le estaba fallando.
"estoy de acuerdo, en marcha entonces", muy dispuesta se levantó de la cama para preparase, pero Henry no paraba de hablar.
"¿sabes por qué el abuelo no durmió en casa?", la pregunta la sorprendió tanto que se quedó sin palabras, en ese mismo instante, su madre la salvó.
"buenos días, espero estén muy bien, tengo cita para una ecografía, ya estoy retrasada, nos vemos en la tarde", esa que estaba hablando no era la misma Blancanieves que ella dejó llorando y destrozada ayer, algo estaba muy mal.
"¿el abuelo irá contigo?", preguntó Henry con mucha naturalidad.
"no Henry, iré sola", respondió sin otro argumento.
"si me esperas, llevamos a Henry al colegio y te acompaño", propuso Emma, pero la respuesta de su madre la sorprendió mucho más.
"no se preocupen, estaré muy bien", dijo alejándose para salir de la casa, el cambio de actitud de Blancanieves era muy perceptible, hasta se podía decir que estaba, ¿feliz?, para una mujer que acaba de perder a su amor verdadero, solo horas antes, no era normal, tanta efusividad ni tanta libertad.
"no me respondiste", reiteró Henry, sin recibir ni siquiera un sonido de su madre, solo la vio ir al baño y salir prácticamente con la velocidad de la luz.
"se nos hace tarde muchacho, vámonos", estaba confundida, Henry lo percibió, solo la siguió, ambos salieron del departamento, subieron al auto de Emma, quien ni chistó durante todo el camino.
Después de un baño matutino, muy en contra de su voluntad, pues la esencia de Regina, aún estaba grabada en cada rincón de su piel y no quería que se esfumara, como las horas de la noche anterior, que pasaron volando, sin que pudiera hacer nada para detener el tiempo y sostenerla para siempre en sus brazos, para que no se escapara, pero así como comenzó, se terminó, ya extrañaba sus besos, el calor de su piel, su cabello entre sus dedos, la forma tan perfecta que sus cuerpos se amaron, había sido un sueño hermoso del cual no se quería despertar jamás, pero era momento de enfrentarse a la realidad, así que se perfumó y se dirigió a la cafetería, necesitaba alimentarse, rezaba para que Robin ya no estuviera, no quería volver a encontrarlo en su camino.
Todo seguía como mismo lo había dejado, minutos antes, solo que al parecer sus plegarias fueron concedidas, porque Robin ya se había retirado, se sentó en la barra como tanto le gustaba.
"Buenos días", saludó a Granny con una sonrisa en sus labios.
"buen día muchacho, ¿lo de siempre para el desayuno?", preguntó, solo que no se movía del lugar, la presión de sus ojos lo tenía un poco incómodo.
"por favor", respondió con mucha cortesía, ni respondiendo, se libró de la mirada acusadora de Granny, quien pasados unos segundos de haberlo estudiado detenidamente, rompió el silencio.
"sabes, esa guerra está ganada, pero tú no eres el perdedor", ahora sí que le parecía que sus sospechas sobre la actitud de la anciana, estaban confirmadas, no habló, solo confusión se reflejó en su rostro.
"abuela, deja a David tranquilo, seguro necesita un poco de paz para desayunar", dijo Ruby interrumpiendo el momento, David no sabía si responder o preguntar, la actitud de las dos mujeres delante de sus ojos era desconcertante.
"iré por tu desayuno", dijo Granny antes de que su nieta siguiera requiriéndola.
"gracias Ruby", las palabras le salieron del alma.
"un placer, como siempre, mira aquí te traje una pequeña bolsita con hielo, cuando llegaste noté tus heridas en los nudillos, pensé que la necesitabas", argumentó Ruby con mucha naturalidad.
"gracias nuevamente, de verdad la estaba necesitando", respondió colocando el hielo encima de la mano con que había golpeado a Robin horas antes.
"aquí está el desayuno", volvió Granny con el pedido de David en sus manos, quien solo sonrió por la rapidez del servicio, pero ahí no quedó todo, la voz de la anciana se volvió s escuchar, "¿pensaste lo que te dije?", preguntó muy insistente, esta vez no se iría sin respuesta.
"no sé en qué debo pen…" quiso comenzar, pero abuela y nieta lo interrumpieron, claramente muy coludidas en su contra, ahora sí que todo se había complicado, con Ruby también de parte de su abuela.
"respuesta incorrecta", dijeron las dos al mismo tiempo.
"chicas, no me presionen, esta situación es difícil", respondió, ni él mismo había resuelto el embrollo en el que estaba y ya ellas lo tenían todo arreglado.
"David, entendemos, pero no te puedes dar por vencido", ahora lo persuadió Ruby.
"eso le dije, que ya la guerra la tenía ganada", Granny seguía con lo mismo.
"¿Qué guerra abuelo?", la voz de Henry se hizo sentir en la escena, estaban tan entusiasmados con la conversación que ni la campana de la puerta escucharon.
"acá tu abuelo que es todo un héroe, pero creo que eso lo sabes, ¿no es cierto?", disimuló Ruby, al parecer no estaba tanto en su contra como pensaba.
"claro, mi abuelo es todo un héroe, por eso me da clases para ser un caballero", expresó Henry con mucho entusiasmo.
"papá, buenos días, lo menos que nos imaginamos fue que te encontraríamos aquí, vinimos a desayunar", explicó Emma, también se dio cuenta que su padre tenía algo distinto en su rostro, un brillo en los ojos que nunca le había visto, estaba radiante.
"muy bien desayunemos juntos entonces", dijo David entregándole la bolsa con hielo a Ruby y comenzó a caminar en dirección a la mesa más cercana seguido por Henry.
"Granny, lo de siempre para nosotros", dijo Emma antes de seguir a su padre y a su hijo.
"entonces pasaste la noche aquí, ¿cierto?", preguntó Henry.
"sí mi niño, a partir de hoy dormiré aquí, por unos días", explicó, no quería darle detalles a su nieto.
Así comenzaron una conversación entre los tres, Emma no pudo dejar de analizar el brillo en los ojos de su padre que coincidentemente era el mismo que había percibido en los ojos de Regina, ¿estarían relacionados?, como tanto sospechaba, pensaba, pero sus dudas eran infundadas, no tenía pruebas para comprobarlo, no lograba atar los cabos sueltos, ahora tendría que resolver tres misterios, pero el de su madre era el que más la inquietaba, así que al llegar la hora de irse, preguntó.
"papá, ¿te importaría llevar a Henry al colegio?", no podía quedarse con la duda, debía actuar de inmediato.
"un placer, vamos chico", lo animó David pasando su mano por el cabello de su nieto, gesto que al parecer no le molestaba en lo más mínimo.
"gracias papá", agradeció Emma, quien salió de la cafetería, se montó en su auto y condujo en dirección hasta donde se aclararían todas sus inquietudes.
Minutos más tarde, abuelo y nieto, también, salieron del lugar, hasta la camioneta de David.
El camino hasta el colegio era corto por lo que Henry no quiso perder el tiempo.
"¿ya no estás más casado con la abuela?" la pregunta era de esperarse, era un niño muy inteligente.
"sí chico, decidimos ya no estar más casados, por…", le daba vueltas al asunto, no sabía lo que respondería, pero Henry no lo dejó continuar.
"es porque amas a mi mamá, ¿verdad?", toda la atención de David se desvió de la carretera para su nieto, estaba más que confundido, por lo que se hizo el desentendido.
"claro, es mi hija", respondió volviendo a centrase en la carretera.
"no, a Regina", aclaró muy directo, no cabía duda del nivel de percepción del adolescente.
"Henry, yo…", no tenía palabras.
"Operación Ángel", al ver la incertidumbre de su abuelo se adelantó.
"¿cómo?", su confusión aumentaba.
"digo que si la amas, podemos hacer la Operación Ángel, para que la conquistes, colaboro contigo sin problemas", esa naturalidad con que había asumido el tema, lo inspiraba, solo lo pensó por unos segundos, hasta que se decidió a responder.
"acepto", no pudo decir más, detuvo el auto, habían llegado a su destino.
"¿aceptas que la amas, entonces?", todos querían hacerlo hablar esa mañana.
"¡Henry!", lo requirió, por su insistencia.
"es fácil de responder", no tenía ni la menor intención de bajarse de la camioneta hasta recibir su respuesta.
David soltó un respiro de resignación, "sí", solo dijo, pero al parecer no fue suficiente.
"¿mucho?", preguntó nuevamente.
"con todo mi corazón, ¿satisfecho?", no era posible, un interrogatorio inquisidor de su propio nieto.
"muy bien, te mantengo informado de los próximos movimientos de la Operación Ángel", dijo bajándose de la camioneta y comenzó a correr hasta la entrada del colegio.
No lo podía creer, acababa de admitir en voz alta su amor por Regina y además, aceptó la ayuda de un adolescente para conquistarla en la Operación Ángel, se reía por las ocurrencias del muchacho, ni se molestó en preguntar el motivo del nombre de la operación, le encantaba, porque con tanta casualidad era de la misma forma que la llamaba, su ángel de la muerte, de solo pensarla volvía su incomparable sonrisa, parecía más adolescente que su propio nieto.
No quiso despreciar el desayuno que David le había preparado, la verdad era que ni hambre tenía, pero debía alimentarse, por lo que se apresuró para no llegar tarde a la alcaldía, ese día no quería pensar en nada, sabía que si pensaba se lanzaría nuevamente a sus brazos, donde tanto ansiaba estar, no sola en su casa, quería pasar el resto del día besándolo, sabía perfectamente que nunca se cansaría de sus suaves labios, los amaba tanto como a él, por eso ocuparía su mente con los problemas del pueblo, que no eran pocos.
Al llegar a la alcaldía, alguien la estaba esperando.
"¿Qué haces aquí?", preguntó muy sorprendida cuando estacionó el auto y se bajó para encontrarse con Robin, todavía se notaba su rostro inflamado por los golpes de David, podía curarlo con su magia, pero se lo merecía por atrevido.
"no he venido a pelear", advirtió.
"entonces, ¿a qué debo el honor de tu visita?", no quiso perder el tiempo, lo menos que necesitaba en ese momento era estar en su presencia.
"¿podemos conversar en otro lugar?", el asunto que lo traía hasta ahí no era de juego.
"claro, acompáñame", lo invitó a que la siguiera, la seriedad que percibía en su rostro la estaba preocupando.
Entraron a la alcaldía y luego a la oficina, Regina le hizo un gesto para que entrara y se sintiera a gusto, pero hasta que no resolviera su situación no estaría cómodo, por lo que no esperó para hablar.
"Regina, Zelina y yo te necesitamos", no dijo más, el silencio se hizo sentir, su cinismo sobrepasaba los límites.
"¿ese fue el motivo por el cual entraste sin avisar a la mansión esta mañana?", tenía que preguntar, porque no era normal su actitud.
"Regina, lo siento mucho, no fue mi intención invadir tu privacidad de esa forma, estamos desesperados", se disculpó.
"muy bien cuéntame", quería ir directo al punto.
"mejor que te explique Zelina, estamos en su cabaña", aunque durante toda su vida se había encontrado con muchos hechiceros, la magia y él no eran muy compatibles.
"no hay tiempo que perder", dijo teletransportándolos a ambos hasta la cabaña de Zelina, quien al llegar estaba en pura agonía, Robin al verla se preocupó mucho, con tan buena suerte Roland estaba bajo los cuidados de sus amigos quienes al verlos se alegraron mucho.
"¡ZELINA!", exclamó Robin con mucha preocupación.
"Regina, ayúdame, por favor", suplicó Zelina, su expresión de dolor no se le borraba del rostro.
Regina sin contestar examinó su cuerpo con su magia, inmediatamente supo lo que sucedía, la magia de Zelina le estaba haciendo daño al bebé.
"pondré un hechizo protector para salvar al bebé, está en peligro", no fue una pregunta, actuó de inmediato y mientras trabajaba su magia, el dolor de Zelina desaparecía poco a poco.
"es lo que puedo hacer por ahora, si sigues utilizando tu magia perderás el bebé", le advirtió.
"Roland", fue lo único que pudo decir Robin mientras Zelina se relajaba.
"aquí tienen, con esta poción olvidará que su madre reapareció", entendía muy bien la preocupación de Robin, por lo que hizo aparecer el pequeño frasquito en sus manos.
"Gracias Regina", agradeció su hermana.
"no me agradezcas, lo hago por el bebé, es inocente, de todos modos, encontraré la forma de ayudarte, solo que la solución inmediata es que aceptes usar el brazalete que te dejará sin tu magia", le aconsejó, era lo mejor hasta que el bebé naciera, pero no estaba segura de que aceptara su propuesta.
"acepto", fue su respuesta, no quería arriesgar a su hijo.
Por un momento Regina se quedo sin palabras, el cambio de su hermana la tomó por sorpresa, pero pasados unos segundos, decidió hablar.
"solo no uses magia en lo que busco otra solución que no sea tan radical", sabía muy bien cómo era vivir con el brazalete.
"no Regina, quiero que sepas que mi bebé me ha hecho pensar mejor las cosas, no interferiré más en tu vida, ya te he hecho demasiado daño", eran sus palabras de disculpa las que nuevamente dejaron a su hermana sin argumentos.
Después de un profundo suspiro, Regina hizo aparecer el brazalete y se lo colocó a Zelina, recibiendo un gesto de agradecimiento por su parte.
"ahora me voy, son bienvenidos de vuelta al pueblo", dijo antes de esfumarse en una nube de humo, dejándolos a ambos desconcertados por su actitud.
Emma condujo con mucha prisa hasta el hospital, su madre se encontraba en el consultorio del doctor Whale, al llegar, la puerta estaba entreabierta y la conversación que escuchó la enfureció mucho, quería entrar, pero algo se lo impedía, por lo que tuvo que retirarse cabizbaja y pensativa, definitivamente hoy no iría a trabajar, este asunto era más importante, así que al salir del hospital fue directo hasta el departamento, allí la esperaría pacientemente.
No llevaba más de tres horas esperando cuando Blancanieves regresó, ahora sí entendía el motivo de su felicidad, todas las piezas engranaban perfectamente.
"¡Hija!", la llamó asombrada, borrando de inmediato la sonrisa de sus labios.
"tenemos que hablar", su enojo era perceptible.
"me estás asustando Emma", no entendía su seriedad.
"¿Por qué nos has estado mintiendo a todos, mamá?", preguntó sin dilatar la conversación.
"¿de qué hablas?", la actitud de su hija era desconocida para ella.
"lo escuché todo, fui al hospital, hablemos con la verdad", explicó, no era común que su madre mintiera y menos con un tema tan delicado.
Blancanieves estaba aterrada, su secreto tan bien escondido estaba a punto de salir a la luz, no pudo responderle a su hija por un momento, luego tomó valor, respiró profundo y rompió el silencio, no había escapatoria.
"tienes razón, en todo", admitió, ahora comprendía el porqué de su enojo.
"no quiero pelear contigo, pero necesito que no me hagas tu cómplice en este tema, piensa bien las cosas, todos merecen saber la verdad", fueron sus últimas palabras, antes de salir de la casa, necesitaba tomar aire, si esta era la sorpresita que estaba reservada para ella hoy, fue suficiente motivo para convertir su día en uno de los peores.
Emma continuó enojada con su madre, quería hacerle saber que decir la verdad, era lo correcto, como el ambiente estaba tan cargado de tensión entre ellas en el departamento, prefirió que Henry se quedara en la mansión con Regina para que ni cuenta se diera de su incomodidad con Blancanieves, así ella aprovechaba para dedicarle tiempo a Killian y distraerse un poco.
Varios días pasaron y Regina como estaba distraída con el trabajo y la presencia de su hijo en la mansión, casi ni tuvo tiempo para pensar en su tema sentimental, de vez en cuando visitaba a su hermana, su relación no cambió de la noche a la mañana, pero podía decir que estaba considerando la posibilidad de perdonarla, después de todo era su única familia, estaba muy sorprendida porque las veces que coincidía con Robin, no sentía nada, al parecer su corazón había asimilado muy bien su decisión de cumplir con su deber de padre, aunque su actitud hacia Zelina la confundía un poco, se llevaban como una verdadera pareja, pero no quería ahondar en el tema, si había algo entre los dos, tarde o temprano saldría a la luz.
Eran todos esos temas los que ocupaban su mente durante esos días, aunque hubo momentos que se contuvo antes de llamar a David, lo extrañaba, quería verlo, esa noche que pasaron juntos, estaba grabada en su mente, sus besos estaban impregnados como un tatuaje, por más que intentó no se borraban, imposible no recordar la ternura de sus manos recorriendo cada parte de su cuerpo, imposible no recordar, el olor de su piel y la suavidad de su cabello, lo añoraba tanto que ningún día por más soleado y despejado que estuviese, lo encontraba lindo, sin él se sentía vacía, infeliz, le faltaba el aire, muchas veces, en las noches soñaba que llegaba, la besaba arrebatadoramente hasta dejarla sin aliento, sin equilibrio y que sus fuertes brazos la sostenían para no caer, pero despertaba sobresaltada y con lágrimas en sus ojos porque no era más que un sueño, un hermoso sueño, del que no quería despertar, pero era inevitable, luego se quedaba despierta llorando desconsoladamente, su tristeza aumentaba con cada día que pasaba.
Ese día era domingo, se despertó temprano como de costumbre, quería sorprender a su príncipe con un desayuno especial, estarían solos en la mansión y planeaba que fuera inolvidable para ambos, por lo que no pensaría en absolutamente otra cosa que no fuera complacerlo en todo, así que comenzó a cocinarle algo rico.
Estaba muy ansioso, por fin pondría en marcha la Operación Ángel, todo estaba acordado con su abuelo, solo faltaba hacer su parte del trabajo, convencer a su mamá, la más complicada, no sabía cómo le haría, solo estaba muy empeñado en que saliera todo según lo planeado, el olor proveniente desde la cocina lo hizo levantarse de la cama, sospechaba que su madre lo sorprendería con algo delicioso, así que no perdió el tiempo y salió de su habitación directo a la cocina, la escena que vio al acercarse, lo dejó totalmente embobecido de amor por su madre, quien estaba tan concentrada en su labor que ni lo escuchó acercarse, vestía ropas no muy común en ella, sin maquillaje, sin tacones, podía jurar que la sobrepasaba en estatura, aunque ese detalle lo omitiría si no quería ganarse una mirada de Reina Malvada, no era el momento.
"hola mamá", saludó Henry sacando a su madre de su concentración.
"mi príncipe, buenos días, ¿cómo amaneciste?", preguntó con una hermosa sonrisa en su rostro.
"estoy muy feliz, porque estamos juntos", la emoción la hizo correr para abrazar a su hijo, lo amaba mucho.
"te amo Henry", dijo mientras se abrazaban.
"yo también te amo, mamá", los cariños de su madre eran incomparables.
"desayunemos, todo está listo", con estas palabras, ambos desayunaron y comenzaron el día.
Fue cierto que Regina hizo todo lo que a Henry se le antojó ese domingo, pero ese era solo una mínima parte de lo que realmente quería, lo mejor estaba por llegar.
Bien entrada la tarde al finalizar una película que ambos disfrutaban muy acurrucados en el sofá de la sala, por fin Henry no pudo contenerse más en convencer a su madre, por lo que aún entre sus brazos, preguntó.
"¿irías a Granny's conmigo, se me antoja una gran hamburguesa con doble queso", de solo imaginarse comiendo esa deliciosa hamburguesa la boca se le hizo agua, solo que era el pretexto para convencerla.
Regina tardó en contestarle, se imaginaba que lo estaba considerando.
"puedo mandar que nos traigan las hamburguesas hasta aquí", no tenía deseos de salir, ni de ver a nadie.
"vamos mamá, así nos distraemos un poco", trató de persuadirla, no se esperaba esa respuesta de su parte, ¿sería que sospechaba algo?, aunque no, su mismo abuelo le comentó que no sabía nada de su separación con su abuela, por eso tenía que ser cauteloso, su madre era muy hábil, podía sospechar.
"estoy de acuerdo", no se notaba muy convencida, solo que la carita de Henry le remordió la conciencia.
Ambos salieron de la mansión, era una noche muy oscura, asustaba a cualquiera, pero valía la pena, todo por la Operación Ángel, aún no sabía el significado del nombre, solo se le ocurrió y ese mismo se quedó al recibir la completa aprobación de su abuelo, rogaba para que no le preguntara, pues no tendría respuestas, aunque no era lo importante, por el camino disimuladamente, sin que su madre lo notara envió un mensaje a David, con la confirmación de que el plan estaba en marcha.
Unos minutos más tarde, el sonido de la campana de la cafetería anunciaba la llegada de Henry acompañado por su madre, rápidamente el adolescente corrió a sentarse en una mesa, Regina no hizo más que sonreír ante la alegría de su hijo, el lugar estaba lleno de personas, un ambiente muy animado, música de fondo, hasta el más triste se alegraba ante semejante escenario.
"¿solo pedirás hamburguesa mi amor?", preguntó Regina sin recibir respuesta por parte de su hijo, lo notaba un poco distraído, sus alarmas se dispararon, pero el sonido de una voz absolutamente familiar, hizo que todo su cuerpo quedara en un temblor incontrolable.
"Buenas noches", saludó con su hermosa voz.
Sabía perfectamente que una vez lo mirara, todo su ser la traicionaría, tantos días extrañándolo como a nadie, la habían dejado muy vulnerable.
"¡abuelo!", exclamó Henry salvando a su madre del momento embarazoso, pero era una mala educación de su parte no responder, por lo que desvió su atención del menú de la cafetería para saludar.
"buenas noches David, ¿es…", quiso preguntar, Ruby interrumpió la conversación.
"¿ya ordenarán?", preguntó haciendo una seña a David con los ojos.
"no, todavía no me he decidido, Ruby", dijo Henry.
"por cierto chico sabes que encontré mi colección de sellos, ¿quieres verla?", era obvio que todo estaba planeado para dejarlos a solas.
"¡yupi!", exclamó con mucho entusiasmo, "¿me dejas ir con Ruby, mami?", preguntó, quería irse cuanto antes.
"si a Ruby no le molesta, ve, no hay problemas, te esperaré aquí", cedió Regina, por supuesto que se dio cuenta de todo, solo que disimuló.
"no te preocupes Regina", dijo Ruby extendiendo los brazos para que Henry la siguiera, "ah, y le prepararé la hamburguesa más grande y un helado de chocolate", dijo alejándose, el sabor a victoria era delicioso.
"al parecer nos han dejado a solas", comentó David, recibiendo un gesto por parte de Regina para que tomara asiento frente a ella.
No quería hablar, solo se quedó mirándolo en silencio, no se cohibió en reparar su rostro con detenimiento, el silencio era tan lindo.
David, no podía creerlo, la tenía por fin, frente a sus ojos, la había extrañado tanto, estaba hasta nervioso por su presencia, ella tuvo que percibirlo porque él ni se molestaba en esconderlo, las palabras tampoco se animaban a salir de sus labios.
"te invito a cenar", rompió sus nervios para hacer su propuesta, llevaba años soñando con poder invitarla a una cita, ahora con ayuda de su nieto y de las lobas, su momento había llegado, se sentía el hombre más realizado de todos los reinos.
"¿Quién fue el de la idea?", preguntó Regina sin rodeos.
David sonrió ante sus palabras, fue su confirmación, ella también sonrió, tenía en frente a la mujer con la sonrisa más bella de todas, a quien amaba con todo su ser, se sentía como en el aire, estaba muy feliz, de pronto Granny se acercaba a la mesa para servir la cena.
"buen provecho, espero les guste lo que les preparé con mucho cariño", con el rabo del ojo David vio la expresión en el rostro de la anciana, era su día de gloria.
"Gracias", dijo David mientras su cómplice se alejaba.
Al devolver la atención a su ángel, volvió a sentirse morir por el brillo que vio en sus ojos, esperaba que no estuviese enojada por lo que estaba ocurriendo, pero en su lugar una expresión que no le conocía se dibujó en su rostro, le daban ganas de saltar del asiento para besarla delante de todos, sentía que sus labios se lo pedían a gritos.
"te extraño", dijo Regina entre dientes, sacándolo por completo de sus pensamientos.
"mucho", no esperó, su corazón volvió a traicionarlo, pero le encantó de la forma que había reaccionado al escuchar esa palabra que salió de sus labios sin temor, no como una pregunta, si no como la continuación de lo que ella había susurrado primero, porque sentía exactamente lo mismo.
Con lo que significaba la confesión que se acaban de hacer, sus miradas se cruzaron tan intensamente que el mundo se detuvo, nadie existía, nada importaba, hasta que la vibración de su celular interrumpió el momento.
"dime hija…en un momento estoy allí", algo ocurría, la voz de Emma parecía sobresaltada.
"debo irme Regina", le dolía en el alma dejarla, pero debía hacerlo.
"¿sucede algo?, te noto preocupado", la seriedad y su cambio de actitud no eran señales positivas.
"no lo sé, Emma no me explicó, voy por mis llaves y los llevo a la mansión", se ofreció David.
"no te preocupes, vinimos en mi auto, además Henry está divirtiéndose de lo lindo, lo esperaré, gracias", no quería dejarlo ir, pero al parecer era urgente, rezaba para que ninguna crisis estuviera amenazando la tranquilidad del pueblo.
"luego te llamo", dijo retirándose a su habitación.
Solo minutos pasaron hasta que la puerta de la cafetería se abriera y Regina viera ante sus ojos a quien menos esperaba.
"hola, Regina, ¿podemos hablar?", preguntó Robin.
"hola Robin, siéntate", lo invitó a que se sentara a la mesa.
"quería pedirte perdón por todo, nunca quise hacerte daño", comenzó su intervención.
"ya te perdoné hace mucho tiempo Robin, ni yo misma sé cuándo ocurrió", dijo la verdad, su traición dolió, pero era parte del pasado.
"¿Qué tal un paseo bajo las estrellas?", propuso Robin y Regina se levantó en clara señal de que aceptaba su propuesta, Robin le extendió la mano para que ella la tomara, no opuso resistencia, por el camino contactaría a Ruby para que Henry la esperara.
Ambos salieron de la cafetería tomados de las manos, cualquiera que los hubiese visto, supondría lo que David claramente aseguró cuando los vio, decidió salir por la puerta trasera para buscar su camioneta, pero desafortunadamente se topó con la escena de la salida triunfal de la pareja, una lágrima caprichosa, lo traicionó, la limpió de inmediato se quedó escondido por un momento para no ser visto, cuando se aseguró de que nadie lo vería, salió caminando, su corazón partido en mil pedazos, no lo dejaba recordar que su hija lo necesitaba, ni que planeaba salir manejando, caminó sin rumbo por las calles, pudo contener su primera lágrima, pero no pudo hacer lo mismo con las que siguieron, era definitivo, Robin le había ganado la guerra, Regina Mills ahora sí era su sueño imposible.
Emma estaba en la tienda de Gold con el Hada Azul, Killian, el aprendiz de Merlín y Bella, quien la había llamado muy asustada pues su esposo estaba muy mal, resultó que la oscuridad había consumido toda la luz de su corazón y amenazaba con salir, pero Gold no quería renunciar a su poder del Ser Oscuro, solo que la oscuridad tenía su propia autonomía, y comenzó a salir de su cuerpo dejándolos muy desconcertados.
Trató de llamar a su padre quien prometió que vendría, pero se había cansado de esperar y no aparecía, mientras tanto entre el Hada Azul y el aprendiz de Merlín les explicaron que para contener la furia de la oscuridad debían encontrar otro cuerpo donde contenerla, era la única solución.
Killian y Emma decidieron salir a resolver el problema mientras que el hada ponía un hechizo de protección sobre el cuerpo de Gold.
No sabía cuánto llevaba caminando sin consuelo, necesitaba desahogar su infelicidad para recobrar fuerzas y seguir adelante, cuando escuchó una voz muy conocida, miró hacia el lugar, Blancanieves conversaba con el doctor Whale, decidió acercarse un poco más a la escena para escuchar, no era que le gustara mucho la idea, pero la mención de su nombre lo hizo partícipe, lo que escuchaba no podía ser cierto, una relación amorosa entre su ex esposa y el doctor desde hacía dos años, el bebé no era su hijo, si no del hombre que la acompañaba, un beso, no, estaba soñando, pero la vibración de su celular lo hizo darse cuenta de que todo era tan real, como que su hija lo esperaba en la tienda de Gold y no había tenido cabeza para esos menesteres por el momento, pero su insistencia lo hizo responder.
Llamada telefónica:
"¡Emma!", respondió.
"papá, te necesito, estoy en la calle principal, es urgente", le dijo mientras que por el lado de su padre se sintió un ruido que no le gustó nada.
"¿escuchaste hija?", no tenía ni la menor idea de lo que había ocurrido.
"claro papá, ven y te lo explico todo", era cierto que lo necesitaba, pero antes de que se pudieran despedir escuchó el grito de terror de su hija.
"¡REGINA!", fue suficiente para que se lanzara a correr colgando inmediatamente, tuvo que desviarse un poco, debido a que no quería delatar su presencia a la pareja de tórtolos, ese era un tema que resolvería luego, ahora solo corría sin descanso, su angustia no lo dejaba detenerse, hasta llegar a la calle principal.
La pequeña carrerita, fue nada comparado con la escena que presenció cuando llegó, su aire se perdió por completo de sus pulmones.
"Emma, ¿qué está ocurriendo?", preguntó muy desconcertado, en el lugar solo estaban Killian, Robin, Emma y Regina, quien estaba atrapada en un remolino negro.
"La oscuridad está consumiendo toda la luz del corazón de Regina", informó Emma.
"¿Qué hacemos?", verla sufriendo frente a sus ojos sin poder hacer nada, era como si lo estuviesen incendiando vivo, su hija se quedó callada y vio claramente como la daga que Emma tenía en sus manos comenzó a vibrar por la magia oscura, en un momento en el que no pensó le arrebató la daga de las manos y se acercó a Regina.
"¡DAVID…NO!", dijo al tenerlo frente a frente, podía leer en sus ojos sus intenciones.
"es la única manera", le dijo mirándola profundamente a los ojos.
"¡PAPÁ, NO LO HAGAS!", gritó Emma, fue en vano.
Su padre estaba decidido, ni siquiera se molestó en voltearse para ver a su hija quien lo trataba de detener, era imposible, su decisión estaba tomada, además, no quería separar sus ojos de los de Regina, no hizo falta hablar, su intensa mirada fue suficiente.
Sin pensarlo, alzó la daga, como si hubiese recibido una orden, la oscuridad comenzó a envolver todo su cuerpo liberando así a Regina, pero antes de ser totalmente consumido, susurró sus últimas palabras, solo para que Regina lo escuchara, no sabía lo que ocurriría después de este momento, por tanto, no dejaría de decir lo que su corazón le pedía a gritos que revelara, no podía seguir callando.
"te amo", en ese momento, la oscuridad lo envolvió por completo.
