LA LUNA Y LAS ESTRELLAS
Por: Escarlata
Sailor Moon y Precure pertenecen a Toei, el plot es mío
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PARTE 5
Hikari bebió la taza de té que le llevó Kaoru. La sensación era rara, casi irreal y eso que su experiencia de vida real se limitaba a un par de años solamente. Ni el poder que tenía gracias a su lazo con la Reina de la Luz la ayudaba a entender lo que estaban viendo y viviendo.
Era como si sus amigas fueran personajes de un juego de vídeo, prácticamente lo eran en ese momento y a ella sólo le tocaba observar. Quería estar con ellas, quería ayudarlas, quería darles consuelo pero no podía, no debía salir de ese sitio y eso era definitivo. Suspiró hondo.
─Si ellas te vieran así, se preocuparían mucho ─dijo Kaoru a la vez que ponía una mano en la cabeza de Hikari. Para las mellizas no era complicado adivinar porqué Black y White la protegían tanto y velaban por ella a pesar de que Hikari poseía un poder comparable al de una de una deidad, ¡porque era condenadamente adorable!
─Lo siento, es... Esto es extraño... Yo... Lo primero que vi fue a ellas dos, me sentí unida a Nagisa y a Honoka y... No poder pelear con ellas, a su lado, es raro ─explicó Hikari con pesar.
Las mellizas se sentaron frente suyo, de alguna manera entendían lo que experimentaba la joven chica. Sus orígenes similares, aunque opuestos, las convertían en tripulantes de un mismo barco. Michiru y Kaoru vivían una vida tan normal como cualquier otro humano, al igual que Hikari, pero dentro de ellas sabían que no eran como los demás. Sus lazos con sus compañeras Cures podrían no tener lo mismos orígenes, pero sí las mismas circunstancias y la misma intensidad.
─Nosotras también queremos pelear con Saki y Mai ─dijo Michiru con un tono gentil en su voz─, pero somos de más ayuda aquí que allá. Si no fuera por tu energía en especial, ellas no podrían estar en ese otro universo saltando en el tiempo sin llamar la atención.
─¡Ustedes también ayudan mucho, en serio! ─aclaró Hikari de inmediato, la pobre entraba en pánico ante la más mínima provocación. No quería que sonara a que ellas no estaban ayudando─. Puedo sentir sus energías, gracias a ustedes no me siento desgastada y...
─Lo sabemos ─Kaoru, que a momentos sentía a Hikari más como una niña, le puso una mano en la cabeza y sonrió como solía sonreírle a Minori─. Nosotras podemos sentir tu energía también. Entre las tres las mantendremos ahí todo el tiempo que sea necesario, y si nos necesitan, buscaremos la manera de ayudarlas, ¿de acuerdo?
Hikari asintió y dio un largo suspiro, siguió bebiendo su té antes de que se enfriara. Michiru y Kaoru se miraron entre sí, lo único que les quedaba era esperar, y esperarían lo que fuera necesario mientras veían a sus queridas amigas aventurarse en un mundo que no era el suyo.
~ o ~
Las Pretty Cure descansaban, eran Saki y Mai las que hacían guardia mientras sus amigas prácticamente estaban tumbadas sobre los parches de hierba fresca y también contra las gruesas raíces que protegían su escondite. Ya habían asegurado todo. Bloom junto con Egret tenían el escondite cubierto con ayuda de los Espíritus. Por lo menos la sobrecarga de Luz los tenía bastante energizados, así no les exigirían demasiado ni los harían desgastarse.
Eso sí, cada vez era más complicado ocultar toda esa Luz. Por mucho que pudieran bloquear la esencia luminosa, no quería decir que los tuvieran perfectamente sellados, eso era imposible. Ya se les había advertido que el Cristal de Plata era excesivamente poderoso y siempre era una agradable sorpresa enfrentar ese poder en cada ocasión.
─Ven, recuéstate ─dijo Egret con una sonrisa mientras hacía que Bloom se acomodara sobre su regazo.
─Gracias ─una feliz Saki aceptó la suavidad que le ofrecían y se acomodó de cara contra el estómago de su novia─. Mañana... Mañana que salgamos, tratemos de conseguir una libreta para ti y algo para que dibujes, ¿sí?
─Saki, iremos a robar cosas que no son nuestras, no de compras ─dijo Mai entre risas dulces. Con sus dedos se dedicó a peinar el cabello de su compañera. Sonrió al verla sonreír.
─¿Recuerdas cuando pudimos ir de compras al Centro Comercial Cristal Tokyo luego de clases? ─el tono de Saki se tornó ausente de repente─. Cuando tuvimos esa cita luego de clases y pedimos helado, la pizza estaba deliciosa y te pedí que salieras conmigo y... Y luego...
Una alarmada Egret de inmediato hizo que Bloom le mirara a la cara, sujetó sus mejillas con ambas manos y pegó su frente a la de ella. ─Estás conmigo y estás aquí. Estás conmigo y éstas aquí... Saki, dilo también. Estás conmigo y estás aquí, estás conmigo y estás aquí...
Bloom tuvo un mareo, las memorias que recolectaron siempre hacían líos dentro de su cabeza y a veces lo que pasó y no pasó florecía en su consciencia como si hubiera sucedido apenas el día anterior. ─Estás conmigo... Y estás aquí...
Egret siguió repitiendo esas palabras junto con Bloom por largos segundos, casi treinta, hasta que Bloom apretó los párpados para luego abrir los ojos, grandes. Miró a su novia con tristeza. ─¿Entonces no estuvimos en ese centro comercial lleno de luces en forma de luna creciente?
─Sí y no ─respondió Mai, dulce pero triste a la vez.
─Mai... Esto... Esto es demasiado, no sé en qué recuerdos confiar y en cuáles no ─su cabeza era un lío, la de Mai también, la de todas ahí en realidad y pocas eran las que podían distinguir el Ahora de lo que sucedió y no sucedió.
─Pronto saldremos de ésta, Saki. Volveremos a casa con tus padres, con los míos, comeremos pan, jugaremos con Minori y con Korone, iremos al Árbol Celestial a jugar a la pelota, dibujaremos, iremos al mar aunque esté frío...
─Podremos ir a casa, ¿verdad?
─Sí, a casa, a nuestro mundo, pero primero debemos salvarlo, ¿de acuerdo?
─De acuerdo.
Varias de sus amigas las escucharon, comprendían lo que Saki sentía, muchas de ellas aún lo experimentaban y no era agradable. La pareja hizo silencio, Mai se dedicó a relajar a Saki para que pudiera sacar esos recuerdos de su cabeza. Suspiró hondo, escuchó unos suspiros más también desde los "dormitorios" y no necesitaba preguntar si las escucharon. Quizá, su único problema en ese momento era saber hasta cuándo sería suficiente y hasta cuándo podrían esconder todo ese poder antes de quedar al descubierto, ni los Espíritus serían capaces de ayudarlas cuando eso sucediera.
─Karen, esto apesta ─dijo Kurumi con enojo, pero Karen sabía que bajo su ceño fruncido había un rastro de tristeza, de cansancio. Todas tenían derecho a sentirse así, esa misión se estaba haciendo tan larga y era a la vez tan corta por ese asunto de los saltos en el tiempo, que era inútil tratar de hacer un conteo.
─Lo sé, tienes razón. Todas lo piensan, pero pocas como tú lo dicen ─la futura médico sonrió─. Sólo sigamos con el plan, es lo único que nos queda si queremos salvar nuestro mundo y nuestra vida como la conocemos.
─Karen, aún me siento triste por ─la chica-hada se mordió un labio─... Por despertar aquella vez y ver mi mano. No tenía tu anillo, con el que me pediste matrimonio esa vez.
Karen sabía exactamente qué vez. Tener memoria eidética tenía sus lados buenos y malos. ─Sentí lo mismo, no te miento. Todas sentimos lo mismo, se nos fue media vida en eso, Kurumi, perdimos mucho.
Tokio de Cristal era maravillosa en su brillante conjunto y el destino era cruel en ocasiones, así de simple.
~ o ~
[Era una hermosa noche como todas las demás. Tokio de Cristal siempre tenía los climas más maravillosos. Todo el planeta tenía un buen clima, vaya, pero en la Capital las estaciones estaban bien marcadas pero sin ser extremas, los colores siempre vivos e incluso con nieve invernal, no se sentía tanto frío. En Verano tampoco se asfixiaban por el calor.
Nagisa iba de regreso a la universidad luego de hacer algunas compras en la ciudad, se le notaba contenta, tendría una cita en un rato más, cita con una hermosa chica que acudía al Departamento de Tecnología y Ciencias de la Universidad de Tokio de Cristal. Se trataba de Honoka Yukishiro, una de las chicas más aplicadas y reconocidas en su departamento, tan aplicada que para nadie era secreto que ella estaba en la mira de Lady Mercury para proyectos en el castillo junto a las mismísimas Senshi. ¡Tendría la oportunidad de conocer a la Neo Reina Serenity y al Neo Rey Endymion! ¡Incluso a la Princesa!
Nagisa no podía estar más orgullosa de esa amiga que hizo sin esperarlo y con quien se entendió perfectamente bien a pesar de que no tenían nada en común. Ya eran más que amigas a esas alturas, se besaron la vez pasada que se vieron y Nagisa seguía sonriendo como tonta de sólo recordarlo. No era su primer noviazgo, había salido con chicos antes, pero Honoka llamó poderosamente su atención y con ella sintió un "algo" especial que nunca había sentido con alguien más. Había atracción, eso fue notorio desde el principio, y con el paso del tiempo esa atracción se volvió cariño y eventualmente se confesaron la una a la otra. Era imposible no sentirse fantástica por salir con una chica como Honoka Yukishiro.
También tenía razones para estar orgullosa de sí misma. Aunque no había una había una liga profesional de lacrosse, eso no evitó que la sección deportiva de la Universidad la reclutara para el equipo de rugby femenino. La agilidad y velocidad de Nagisa eran envidiables, pero su resistencia fue lo que llamó la atención de los reclutadores. Para Nagisa sólo se trataba de llevar al otro lado de la cancha una pelota más grande, sin red, así que podía con ello. Y sí, lo estaba logrando, No era raro verle con apósitos en la nariz y uno que otro moretón, regalo de sus grandulonas compañeras de equipo.
Estaba en el tren. Era un viaje de diez minutos a reloj hasta donde debía transbordar la línea especial para los estudiantes, cada estación era una sección de la universidad. La Universidad era como una ciudad pequeña, tenía lo básico pero no todo lo que una universitaria de su edad podría necesitar. Fue por ropa nueva y zapatos para su cita de esa noche, incluso llevaba un regalo para su novia. Apenas lo vio en el aparador, de inmediato pensó que era perfecto para Honoka: un hermoso estuche para gafas color blanco con una elegante línea azul en la orilla.
Pensaba en su ropa nueva y el regalo para su novia, cuando sonó su teléfono. Rápidamente fue a una sección del vagón especialmente designada para los que debían responder llamadas sin molestar a los demás.
Nagisa sonrió, era Honoka. ─Hey, hola.
─Hola, Nagisa. ¿Lista para nuestra cita? Sólo me falta un taller y estaré libre ─cosa de una hora como máximo, le daba tiempo de volver a su dormitorio, ducharse y cambiarse la ropa, su cita era a las ocho.
─Yo aproveché para ir al distrito comercial a comprar unas cosas que necesitaba ─la ropa nueva sí la necesitaba, por cierto, miró la bolsa y sonrió─. ¿Nos vemos donde siempre?
─Bajo el planeta Mercurio, ocho de la noche ─Honoka se refería a la estatua con la forma del planeta Mercurio que estaba en el justo centro del campus, tenía unos seis metros de altura, era el punto de encuentro de preferencia para todos los estudiantes del campus.
─¡Exacto! ─Nagisa se llevó una mano a la nuca, no podía dejar de sonreír.
─¿Ya me dirás a dónde iremos hoy? ─preguntó la científica.
─No, es una sorpresa, pero sí te diré que cenaremos bastante bien.
─Es una pista vaga, buen trabajo, Nagisa, haces que me sea difícil adivinar.
─Hey, tengo que esforzarme, ya van tres sorpresas que me arruinas ─reclamó.
─No es difícil adivinar de qué se trata cuando me das todas las pistas, prácticamente me lo dices todo.
─¡Oye! Al menos debiste actuar sorprendida en esas ocasiones.
Se echaron a reír. Nagisa se frotó la cara para tratar de aplacar su propio sonrojo. Estaba por decir algo más, pero Honoka habló primero.
─Debo irme, es hora de entrar al taller. Nos vemos a la ocho.
─Nos vemos, diviértete en tu taller.
Una breve despedida y cortaron la llamada. Nagisa regresó con los demás al vagón y se preparó para seguir con esa hermosa y prometedora noche.
~ o ~ o ~
─¡De acuerdo, una vez más! ¡Desde el principio! ─indicó el director y los actores rápidamente se acomodaron en sus lugares sobre el escenario─. ¡Acción!
Una alta, espigada y hermosa Urara salió a escena con un gesto de genuina preocupación, el otro actor, un joven que hacía el papel del co-protagonista, se le veía con porte decidido.
─Sé que prometí no retenerte, sé que ese fue nuestro trato, pero ahora que he conocido lo más hermoso de ti, tengo miedo de perderte ─dijo Urara mientras presionaba un pañuelo contra su pecho.
─Lo siento mucho, Rosemary, éste es el camino que me ha tocado seguir, no puedo quedarme aunque lo desee, no debo quedarme por más que quiera y sabes porqué ─respondió el joven y tomó las manos de su compañera─. La maldición es más grande que yo, es algo que no puedo controlar y que nadie me puede quitar. Mi única opción es seguir andando hasta el final de mis días. Ya no me retengas, ya no llores o harás de mi partida un río de lágrimas.
Con un dramatismo muy natural, el joven le dio la espalda a la doncella y se alejó un par de pasos. La doncella corrió hasta abrazársele por la espalda y llorar.
─Lo siento, pero no puedo evitarlo... Es cruel cargar con esa maldición, pagar por un daño que tú no provocaste. Eso es cruel.
─Lo sé, pero es la carga de mi sangre y la llevaré hasta el final de mis días, hasta entonces déjame sonreír con los recuerdos que hicimos juntos. Fuiste la mejor amiga que pude pedir, la compañía que necesitaba, la sonrisa que me hizo sonreír. Déjame quedarme con eso, Rosemary.
─No, no quiero cargar con recuerdos viejos, quiero hacer nuevos recuerdos contigo.
─Pero...
─¡Déjame ir contigo! Déjame acompañarte.
El joven puso un gesto de sorpresa, la doncella se secó las lágrimas y puso un gesto más bravo. ─¿Estás segura de lo que estás pidiendo?
─Nunca he estado más segura en mi vida como hasta ahora.
Hubo unos segundos de silencio y...
─¡Corte! ─el director se levantó de la silla con una sonrisa─. ¡Bien hecho! ¿O usted qué opina, señorita Akimoto? ─miró un par de filas detrás, ahí estaba la escritora de la obra original.
─Me encantaron, nunca pensé que Rosemary podría sonar tan decidida hasta que la escuché ─miró a la pequeña rubia─, me ha encantado tu actuación ─miró al joven─. Y tu interpretación como Jonathan es maravillosa.
─Ya la escucharon, le encantó. Veinte minutos de descanso y nos vamos a la siguiente escena.
El actor de Jonathan le sonrió a Urara y le prodigó cariños propios de un hermano mayor. ─Buen trabajo, sigamos esforzándonos.
─¡Sí!
El chico fue a un costado del escenario, donde otro muchacho le recibió con una botella de agua mineral y un beso en la mejilla. Urara fue directo hacia Komachi, quien le recibió tomando sus hombros.
─Buen trabajo, Urara, estuviste fantástica ─dijo Komachi con una amplia sonrisa.
─Estuve pensando mucho en Rosemary en estos días y pude ponerme en su lugar ─sonrió─. Acompañar a alguien a quien quiere mucho a un camino incierto puede dar miedo, pero saber que van juntos hace todo un poco más... Más... Umm... ¿Fácil? ¿Llevadero?
─Comprendo la idea. Y te entiendo porque eso mismo pensé cuando escribí ésta novela ─la escritora estaba satisfecha que su primer bestseller estaba a semanas de volverse una puesta en escena. Y fue ahí, en el taller de teatro, donde conoció a esa joven estrella en ascenso: Urara Kasugano. Hasta el momento había hecho papeles pequeños en otras producciones, también cantaba y tenía una fama muy decente y una base de fans respetable, pero éste era su primer protagónico y algo tenía el teatro que siempre la tuvo entusiasmada con el proyecto.
─Me alegra mucho que te guste mi interpretación ─a esas alturas ya eran amigas y podía tomarse más de una confianza con Komachi, la sentía como una hermana mayor, alguien a la cuál acudir por consejo en cualquier momento. Y sí, hasta el momento así había sido─. Lo haré muy bien cuando sea el estreno, lo prometo.
─Cada día que pasa es uno más cerca a la fecha de estreno, así que trabajemos duro y esto saldrá muy bien ─la escritora estaba muy feliz, satisfecha con lo que había hecho de su vida hasta ese momento─. A Karen le encantará verte, lo sé, le diré lo bien que fue hoy el ensayo.
─Por cierto ─se sentó a su lado para seguir platicando, uno de los ayudantes le llevo jugo y media docena de emparedados de queso y lechuga. Quienes la conocían sabían de su legendario estómago sin fondo─. ¿Cómo va Karen con esa chica que le gusta?
Komachi se echó a reír mientras Urara se alimentaba. ─Está tan frustrada y tan emocionada que no sé cómo describirla, mucho menos cómo ayudarla.
Urara estaba al tanto de que la compañera de dormitorio de su mentora era una estudiante de medicina, también era amiga de ella y la apreciaba mucho, pero no podían verse tan seguido precisamente por lo exigente que era la carrera de medicina. Y lo que sabía del 'crush' de Karen era que se trataba de una joven que trabajaba como asistente en un jardín de niños, una chica que era legendaria por ser increíblemente dulce con los niños y una fiera con los padres de dichos niños.
La testaruda cuidadora era dura de pelar a pesar de que era notorio que sentía algo por Karen y siempre la recibía de "buena gana" cuando la futura médico iba a buscarla.
─Pobre Karen, espero que pronto pueda conseguir una cita con ella o volverá a ponerse de mal humor ─dijo Urara entre risas.
─La apoyaré en todo lo que pueda. Estaba pensando en una cita doble. Podemos ir tú y yo con ellas y así Karen podrá sentirse más segura.
─¡Me encanta la idea! ¿A dónde iremos a comer? Conozco un buen restaurante que...
Komachi volvió a reír. Sin duda esa pequeña señorita tenía muy bien acomodadas sus prioridades, comer era la principal. ─Lo veremos en su momento, deja que le comente a Karen y podemos planearlo mejor.
─¡De acuerdo!
Compartieron una sonrisa y Urara siguió comiendo, tenía ensayo en un rato más.
~ o ~ o ~
─¡Mai...! ¡Mai...! ─los llamados de Saki eran imposibles de ignorar, quizá molestaba un poco a las vecinas del objeto de su afecto, pero era imposible no querer verla luego de cada entrenamiento. De hecho aún llevaba puesto el uniforme de béisbol, el bate al hombro y su guante favorito colgado del mismo.
La deportista se encontraba en la parte trasera de uno de los centenares de dormitorios del campus, fue un largo tramo desde su zona, la zona deportiva, hasta la zona artística, que era donde Mai estudiaba Artes Visuales. Y la susodicha no tardó demasiado en asomarse desde la ventana de su cuarto en el tercer piso. Sonrió en automático al ver a Saki.
─¿Ya saliste de tu entrenamiento? ─preguntó la artista con un gesto bastante feliz.
─Sí, justo terminamos y quise venir a verte ─dijo sin pena ni reparo─. ¿Quieres ir a dar un paseo? Necesitas algo de aire, si sigues encerrada sin tomar sol te vas a volver transparente y no quiero te pase algo malo ─eso último sonó más a un infantil reproche, incluso puso cara de puchero.
─De acuerdo, deja me arreglo un poco y enseguida bajo ─respondió Mai con una sonrisa dulce y una mirada suave, imposible no sonreír al ver esa sonrisa enorme que era como ver al mismísimo Sol.
─Ponte esa blusa linda azul claro, la que tiene el estampado de un ala en la espalda ─propuso con una sonrisa más amplia, le gustaba mucho cómo se le veía y nunca dudaría ni un momento en mencionarlo─. Me gusta mucho cómo se te ve.
─De acuerdo, me ahorras el trabajo de pensar en qué ponerme. ¿Alguna petición más? Parece que tú sabes con qué me veo más bonita.
─¡Oh, esos vaqueros que se te ven geniales! No muy justos ni muy holgados y...
Una de las vecinas de Mai se asomó por la ventana, harta de toda esa miel. ─¡Maldición, Mishou, ya consíganse un cuarto! ¡Me van a subir el azúcar a éste paso!
Mai y Saki se sonrojaron violentamente. Mai tartamudeó un poco antes de responder. ─¿Pe-pero de qué hablas?
La vecina al otro lado también se asomó. ─Tiene razón, Mishou, terminen con esto y ya sean novias, si escucho de nuevo cómo se hablan, juro que le lanzaré un balde con agua a tu novia ─miró a Saki─. Nada personal, pero ser soltera con ustedes dos coqueteándose así, es como recibir un golpe en la nariz ─y ella junto con la otra chica se echaron a reír.
─¡Saki no es mi novia!
─¡Es cierto, aún no lo soy!
Y se miraron apenas la beisbolista percató sus propias palabras. Saki sintió el calor expandirse por todo su cuerpo y hasta las orejas las tenía calientes. Mai no estaba mejor, se le notaba más por culpa de su piel de leche. ─¡Voy a cambiarme! ─la dibujante rápidamente volvió al interior de su dormitorio.
Saki se quedó abrazando su bate de béisbol mientras buscaba las palabras adecuadas para responder a eso. La verdad tenía muchas ganas de confesarle muchas cosas a Mai, pero quería hacerlo cuando tuvieran menos prisa, pensaba invitarla a una cita el fin de semana al centro comercial que no tenía mucho de haberse inaugurado. Irían al cine, verían aparadores y ahí por fin se sinceraría, era su plan y moría por hacerle la propuesta.
─Hey, recuerda que el toque de queda es a las diez, no la regreses tarde ─dijo la vecina de la derecha.
─Nunca metería en problemas a Mai ─y conociéndola, seguramente todavía no comía, ella misma estaba hambrienta luego del entrenamiento e ir al comedor más cercano era una grandiosa idea. La comida era gratis para los estudiantes después de todo─. También me aseguraré de que coma bien.
─Por favor, te la encargamos, no ha salido de su cuarto desde que regresamos de clases ─comentó la vecina de la izquierda.
─¡Las estoy escuchando! ─sonó el graciosamente lejano reclamo de Mai desde su dormitorio.
Saki, ya menos caliente de la cara, pudo reír junto con el otro par de chicas. Mai bajó unos tres minutos después y miró con lindo reproche a sus compañeras, e igualmente se despidió de ellas de buena gana mientras seguía a Saki al comedor de la zona, estaba a unos diez minutos a pie, perfecto para estirar un poco las piernas. Llevaba un bolso cruzado donde guardaba su libreta en turno, lápices y colores pastel con los que estaba experimentando.
─Vamos, muero de hambre ─dijo Saki con una sonrisa enorme. Se miró la mano izquierda, a pesar de usar los guantes, tenía la palma un poco sucia. Acomodó su mochila y bate con su guante en su hombro derecho y se limpió bien la mano frotándola contra su camiseta del uniforme─. ¿Puedo?
─¿Uh?
Y le tomó la mano a la dibujante. Mai se sonrojó pero no rechazó el gesto, al contrario, lo recibió de buena manera mientras iban camino a su primera parada. No dejaron de sonreír el resto de la tarde-noche.
~ o ~ o ~
Karen estaba en la ciudad y a media calle de distancia viendo la guardería que incluso a esas horas tenía personal trabajando. Ya no había niños pero debían limpiar, ordenar los materiales, calificar algunas tareas y organizar las actividades del día siguiente. Y lo sabía porque la misma Kurumi se lo había platicado en más de una ocasión.
Luego de clases se apresuró a ir a casa, comer algo ligero con Komachi y acompañarla medio camino al teatro. Ellas eran de los que estaban en los dormitorios combinados para los alumnos de grados más avanzados, mismos que no tenían problema en ceder su espacio a los nuevos y moverse a los edificios más antiguos donde compartían cuarto hasta cuatro personas y pertenecían diversas carreras del campus. Desde que Karen y Komachi se conocieron, se llevaron bien y se volvieron las mejores amigas. Komachi estaba en Artes, Karen en Medicina.
Para la estudiante de medicina era ridículo poder manipular toda clase de menudencias humanas y animales en sus prácticas, pero no poder encarar debidamente a la cuidadora. Sí, la chica tenía mucho carácter y no le costaba interpretar sus palabras a veces rudas y en apariencia desconsideradas, pero cuando trataba de confesarle lo que sentía por ella, esos ojos salvajes con el brillo de una amatista pulida, la dejaban sin palabras.
Ésta vez iba preparada. Llevaba chocolates, sus favoritos, también quería invitarla a caminar a uno de los parques y rezaba porque ella tuviese tiempo y no tuviera algún otro pendiente que la obligara a volver pronto a su casa. Revisó su reloj una vez más. Faltaban unos minutos todavía para que Kurumi marcara su salida. Había una máquina expendedora de refrescos y jugos en la esquina a unos cuantos metros de ella, fue por una lata de refresco de uva para aliviar su garganta seca.
Acercó su muñeca izquierda al lector que estaba arriba de los botones numerados. Sonrió, en la pantalla se mostró el total de dinero a su cuenta, ya tenía su dinero de la semana que la universidad les pagaba para ayudarse en sus gastos diarios. Justo a tiempo, pensó, los chocolates no le salieron precisamente baratos. Se bebió casi toda su lata de inmediato y notó que las demás cuidadoras ya estaban de salida.
Sonrió ampliamente y se acercó hasta la entrada principal. Era una cara conocida por los alrededores, las demás cuidadoras y cuidadores le saludaron y se despidieron, unos iban camino a la estación del tren y otros a la parada de los buses. Unos pocos podían llegar a sus casas a pie.
La última en salir fue Kurumi, misma que dibujó una amplia sonrisa al ver a Karen en la colorida entrada principal.
─Vaya, pero qué agradable sorpresa ─dijo la cuidadora con un tono exagerado y juguetón, mientras se acercaba a ella hasta quedar a sólo dos pasos de distancia─. La señorita doctora tiene tiempo de salir a tomar el sol.
─¿Qué puedo decir? Es una labor que requiere tener la nariz entre los libros por mucho tiempo ─respondió Karen con una sonrisa pequeña, divertida. Le extendió la caja de chocolates y sonrió más al verla sonreír aún más a ella─. Tus favoritos.
─¡Chocolates! ¡Muchas gracias, Karen! ─la cuidadora le dio un apretado abrazo a Karen, abrazo que hizo sonrojar a ésta, por cierto, y de inmediato la soltó para abrir la caja y comer uno─. Estos me encantan, en serio, muchas gracias ─y de su bolso sacó una lata de refresco, precisamente de la misma marca que Karen acababa de beber─. Por suerte, también conozco tus gustos, ten. Por los chocolates.
Karen se echó a reír y aceptó la lata de buena gana. ─Gracias ─mientras la guardó en su bolso. Se aclaró la garganta y le miró con más calma y propiedad─. Si no tienes prisa por volver a tu casa... ¿Quieres ir a dar un paseo? Podemos ir al parque o a comer algo si aún no comes, ¿qué dices?
─Me encanta la idea, vamos por algo de comer, a ésta hora ya deben estar los puestos callejeros, quiero yakiyori.
─Yakitori suena bien, vamos ─y atreviéndose a un poco más, le ofreció la mano.
Kurumi sonrió y le tomó la mano. Una sonrisa mutua después, ambas caminaban por la calle hacia el parque público que les quedaba a unas calles de distancia. Era un hermoso parche de árboles de todo tipo, había fuentes, juegos infantiles, largas bancas, mesas de piedra con asientos, zonas donde uno se podía tumbar en el césped, también había una zona canina y una alameda amplia donde se colocaban los puestos callejeros con comida y otras variedades.
─¿Cómo estuvieron tus clases? ─la cuidadora rió y recargó su mejilla en el hombro de Karen, la futura doctora era más alta, vaya─. ¿Cómo es que no te aburres con eso de que cada hueso del cuerpo tiene un nombre?
Karen soltó una divertida carcajada. ─¿Qué puedo decirte? Es fascinante para mí cómo funciona el cuerpo humano. Mientras aún nos enfermemos y nos rompamos huesos en una caída ─por mucho que el Cristal de Plata de la Neo Reina les diera un poco más de longevidad, no los hacía indestructibles─, no quiero que nadie sufra dolores ni enfermedades.
─Eres fantástica, Karen ─era imposible olvidar cuando se conocieron la primera vez. Ella estaba desgastada por una larga jornada de trabajo y el resfrío estacional le pegó duro estando ella tan baja de defensas. Casi se desmayaba a media calle por culpa de una alta fiebre. Karen la topó, la llevó hasta su apartamento y cuidó de ella toda la tarde. Para la noche que despertó, ya un poco más repuesta, grande fue su sorpresa al ver a una desconocida en su casa. Casi pegaba un grito de no ser porque al sentarse, una toalla fresca cayó de su frente. Karen no se arriesgó a medicarla sin saber si tenía alergia a alguna medicina, así que le bajó la fiebre a la vieja usanza, con agua y paños fríos. Vio que incluso le hizo algo suave de comer y supo que comió aún entre su delirio de fiebre porque la boca le sabía a arroz.
Esa vez Karen se disculpó por haber entrado así a su apartamento, se presentó y le preguntó si ya podía llamar a un médico para que la revisara como era debido.
A partir de ese día se veían más seguido. Kurumi quedó deslumbrada por Karen, podía admitir que le gustaba, y mucho, pero admitía también que adoraba verla nerviosa tratando de decir algo que al final no abandonaba su boca.
A medio camino hacia el parque tuvieron que cambiarse de acera, un par de sujetos comenzaron a discutir, y el asunto era tan intenso que comenzaron a pelear. Los guardias de la zona llegaron a los pocos minutos a detener el altercado y tratar de calmar a los involucrados. Kurumi frunció el ceño.
─Vaya que hay gente a la que le gusta hacer escenas así ─refunfuñó.
─No siempre la gente va a estar de acuerdo en algo, Kurumi, es la naturaleza del ser humano después de todo ─dijo Karen con una sonrisa.
─Es increíble que incluso en una ciudad como ésta, la gente aún busque algo para pelear ─comentó, malhumorada.
─A mi me es increíble que digas eso cuando regañas a los padres de familia y te peleas con ellos ─a palabras, claro─, al menos unas dos veces por semana.
─No es mi culpa que varios de ellos se volvieran desobligados porque los Reyes prácticamente nos mantienen, algunos de esos padres vagos no quieren ni trabajar, y algunas de esas madres a veces se olvidan de ir por los niños... ¡Argh, los detesto!
─En eso puedo darte toda la razón para que te enfades ─sonrió─. Tú adoras a los niños, es obvio que te enfade que los descuiden. Eres fantástica, Kurumi ─diciendo eso, le dio un beso en la mejilla. Le nació hacerlo, ni siquiera lo pensó.
Kurumi se sonrojó hasta las orejas y soltó un grito de frustración. ─¡Demonios, Karen! ¡Ya pídeme que sea tu novia de una buena vez, me vas a volver loca a éste paso!
Karen rió, sonrojada. Al parecer ya tenía novia.
~ o ~ o ~
─¡Rin, apresúrate! ─llamó Nozomi desde donde estaba sentada. Le gustaba mucho ver los entrenamientos de Rin luego de sus clases. Estudiar para maestra era divertido, y más divertido aún cuando tenía a su mejor amiga tan cerca.
Rin recién salía de los vestidores de la cancha de fútbol y sonrió al ver a Nozomi. ─No me tardé mucho, ¿verdad?
─No, para nada, ¡vamos! ─la tomó de la mano y la llevó consigo al comedor de la zona. Era gracioso que ambas estudiaran la misma carrera, pero que Rin se tomara más en serio su papel como jugadora de fútbol. Pensaba graduarse, claro, pero su plan era convertirse en profesional y jugar en la liga femenil con los equipos grandes.
─Hoy tienen una receta nueva de carne, dicen que tiene el mismo sabor que las costillas de antes ─y por "antes" se refería a antes de la glaciación de mil años.
─Tenemos que probarlo entonces ─Rin soltó una risa y se dejó llevar por Nozomi─. ¿Ya terminaste tu tarea?
─Ya, con gusto te ayudaré a hacer la tuya si quieres ─dijo Nozomi con graciosa propiedad.
─¿Me vas a ayudar o vas a revisar que la tuya esté bien hecha? ─soltó su mano y la abrazó juguetonamente por el cuello.
─Un poco de ambas, no tiene nada de malo.
─No, no tiene nada de malo. De acuerdo, luego de comer haremos la tarea, ¿sí? Y si queda tiempo, paseemos un poco antes del toque de queda.
─Ya entrenaste mucho, al menos deberías descansar un rato ─reprochó Nozomi, la ventaja de ser, además, compañeras de cuarto, le ayudaba a saber si Rin estaba descansando debidamente o no.
─Si no lo hago pondrás esa cara de cachorro triste de nuevo, ¿verdad? ─y al mirarla, justamente tenía esa cara de inmenso puchero. La pelirroja suspiró hondo─. De acuerdo, tú ganas. Comeremos, haremos la tarea y volveremos a nuestro cuarto a tumbarnos en el sofá a jugar videojuegos, ¿qué dices?
─Esa idea me encanta.
Mientras salían de la zona deportiva camino al comedor más cercano, pudieron ver a un grupo de estudiantes aglomerados cerca de uno de los edificios de administración. Los que estaban organizando tenían megáfonos y repartían folletos. De hecho les dieron uno a las chicas que decía: No al Control Autoritario. Somos libres.
Era el asunto del que aún se hablaba en varios lados en la ciudad. Muchos estaban en contra de las placas de identidad. Recién se habían terminado de aplicar en la mayor parte de la población, pero no faltaban los que encontraban ese dispositivo muy intrusivo y como parte del control de los Reyes. Que toda su vida estuviera registrada en un placa subcutánea, así como sus más personales datos, sus gastos e ingresos, era injusto a opinión de más de una persona.
Ni Rin ni Nozomi tuvieron problema en aceptar la placa, se las pusieron un par de años atrás y nunca habían tenido problemas con ellas, es decir, ¿qué podrían esconder ellas que disparara las alarmas de la supuesta sala de control donde tenían monitoreando a todos los ciudadanos? Igualmente aceptaron los panfletos. Nozomi leyó el suyo, no había nada nuevo qué leer.
─¡No sean títeres de los de arriba! ¡No al control de los Ciudadanos!
─¡Las personas somos libres de movernos sin que nos controlen!
─¡No entreguen su libertad, nadie se las debe quitar!
Esas y más consignas eran las que clamaban los estudiantes inconformes por el control. Y a decir verdad no se les podía culpar, muchos de ellos eran mayores y a su vez escucharon de sus padres sobre los métodos de control y supresión de parte de los gobiernos corruptos y totalitarios de antaño. Los nuevos Reyes de Tokio de Cristal se encargaron de tomar el poder de esos otros gobiernos y eran los que tenían las riendas de su mundo.
Que ahora hubiera un dispositivo de control con el cuál se 'controlaban' los aspectos económicos y datos individuales de cada persona, era natural que se sintiera muy invasivo.
─No veo que tengan nada de malo ─comentó Nozomi mirando su muñeca derecha. El implante no se sentía y gracias a eso nadie necesitaba cargar dinero desde hacía años, tampoco necesitaban identificaciones ni nada por similar, todo estaba en la placa.
─A veces creo que sólo son chicos ricos que quieren ser como esa gente de antes que amasaba dinero con el que podían vivir mil vidas y aún así les sobraba ─rió la pelirroja─. O de verdad han escuchado sus clases de historia sobre cómo los de arriba controlaban a los demás.
─Puedo entenderlo, en las clases de historia de preparatoria nos contaban cómo esos gobiernos controlaban todo con policías, con leyes tontas y asustando a su gente ─dijo Nozomi, haciendo memoria. No le fue complicado recordarlo porque esas vivencias no las contaron los profesores, si no personas que vivieron bastante antes de la Glaciación.
─¡Vaya, te acordaste! Me siento orgullosa de ti ─la futbolista se frotó cariñosamente contra la mejilla de Nozomi.
─¡Rin!
─Hablo en serio ─calmó su risa─. Cuando te cuentan todo como una historia y no como una clase, aprendes más rápido ─sonrió─. Y sí, uno podría pensar en que quieren el control total de lo que hacemos, pero... La Neo Reina no es así. Nos ha dado mucho como para querer controlarnos a todos. Dudo mucho que esto tenga micrófono como dicen los folletos ─miró su muñeca también─. Creo que tienen miedo de que una Sailor Senshi les salte encima si hablan mal de los Reyes a escondidas.
Nozomi se echó a reír de sólo imaginar a una de las poderosas Senshi entrando por una ventana atacando a todos. ─Ellos no son así, puedo sentirlo.
─Y normalmente tus corazonadas no te fallan ─miró el cielo, estaba hermoso─. A nosotras sólo no queda esperar, no es como si pudiéramos hacer algo al respecto, ya somos títeres como ellos dicen ─tener la placa era más que suficiente.
─Ya veremos qué sucede, ¿verdad?
─Sí, no nos queda otra opción, no tenemos la fuerza de las Senshi.
Ambas rieron ante esa loca posibilidad y siguieron con el resto de su tarde como estaba planeada.
~ o ~ o ~
El que todos temieran un control totalitario como en el pasado antes de la Glaciación era un temor muy normal, la Reina Serenity y el Rey Endymion lo sabían. Por eso las cosas estaban tan alborotadas en la ciudad y en muchas partes del mundo.
─Las quejas contra la implantación de las Placas siguen en aumento ─informó Venus mientras revisaba los documentos que recibió de parte del personal de administración─. Tenemos casi al 60% de la población en el sistema ─y 40% todavía era mucho considerando el número total de habitantes del planeta.
─Si no quieren una placa, entonces no se las daremos ─dijo Serenity de inmediato─. Podemos darles tarjetas físicas o alguna otra cosa que no vaya dentro de sus cuerpos ─que fueran implantes se decidió porque así nadie podría robar o tomar lo de otros. Los crímenes estaban bajando desde que se aplicó una única moneda virtual a nivel mundial, el uso del dinero físico estaba decayendo casi en su totalidad. Y desde que se implantó el uso de una sola moneda y quedó obsoleto el sistema económico del milenio pasado, mucha gente quedó fuera de sí al perder toda la influencia y poder que tenían.
─Hay líderes de esos movimientos que quieren pedir una audiencia pronto ─dijo Jupiter, quien a su vez había escuchado eso de los soldados.
─Entonces los recibiremos y les daremos lo que piden. Si no quieren placas, escucharemos sus ideas, de todos modos ningún ciudadano se quedará sin dinero ni apoyos, tengan placa o no ─fue el turno de Endymion de hablar.
─No me sorprendería que varias de esas personas sean a las que ya no les sirven sus montañas de billetes ─comentó Venus de manera despectiva.
Y no estaba del todo equivocada, aún había antiguos políticos y fuerzas militares que buscaban aliarse con los nuevos Reyes del mundo para conseguir una tajada grande del pastel. Lo que no esperaban, era que esos mismo reyes estaban repartiendo el pastel a todo mundo en partes iguales. Cuando el poder del Cristal de Plata descongeló el planeta, todos reconocieron en ellos a los nuevos gobernantes del planeta. La gente normal, los pobres y todos los que sufrían abusos de parte de gente más poderosa, rápidamente se puso de parte de Serenity y Endymion, los poderosos no, pero su poder no duró tanto.
Las Outer Senshi se encargaron de sacar la basura, de desmantelar redes internacionales de control económico y militar, así como de criminales internacionales. Unos se entregaron, otros pelearon en vano, no tenían manera de enfrentar a las Senshi. Cada país conservó su independencia y cultura mientras adoptaran las leyes primordiales de convivencia, la moneda global y respetaran la autoridad de Tokio de Cristal y sus soberanos. Los líderes de dichos países fueron presionados por su misma gente para aceptar el gobierno superior y volverse un sólo Reino.
Desde entonces, a todas las personas, por ley, se les debía asegurar una casa y los servicios básicos. La mayor parte de los impuestos desaparecieron, prácticamente desapareció la pobreza y la hambruna en cuestión de meses. Cuando sucedió el ataque de Black Moon y los Reyes Serenity y Endymion quedaron atrapados en su propio castillo, hubo intentos de parte de las antiguas Élites de tratar de retomar el control que se les había arrebatado, pero no pudieron hacer mucho en un planeta asediado por fuerzas extraterrestres contra las que no podían pelear.
Y luego del asunto de Black Moon, Serenity se dio a la tarea de asegurar que verdaderamente cada persona en el planeta tuviera lo que necesitaba, que no tuviera razones para cometer atrocidades... Salvo que realmente tuviera un corazón malvado, como en el caso de Wiseman. Y entre muchas pláticas, ideas y propuestas, se ideó lo de las placas de identidad, para tener a toda la gente en una base de datos y poder repartir dinero y darles acceso a todos los servicios de manera más efectiva.
Esa era la función básica de las placas... Aunque varios no lo vieron así y rápidamente encontraron todo lo malo que se podría hacer con las placas. Algunos se imaginaron que podría haber micrófonos en las placas o que podrían matarlos o enfermarlos a distancia. Cosa que ofendió mucho a Mercury... Porque no pudo meter un micrófono como lo pensó en un principio para que también funcionara como comunicador, el que fuera un dispositivo subcutáneo evitó entrada o salida de audio. Y respecto a matarlos a distancia, las placas no tenían ni un diseño ni partes que permitieran tales actos, incluso si alguien trataba de hackear los dispositivos. Estaban hechos para congelarse por dentro y quedar inservibles en caso de que fueran invadidos, una señal de alerta se enviaría a la computadora central si se daba el caso.
─Ahora mismo todos tienen un teléfono móvil, podemos pedirle a Ami que haga una aplicación con reconocimiento facial o de huella digital, así seguiría siendo uno para cada persona ─propuso Venus.
─Eso podemos platicarlo con esas personas cuando vengan. Tenemos que estar abiertos a todas las posibilidades, y ellos tienen que ver que queremos el bienestar de todo el planeta ─dijo Endymion con una sonrisa suave─. Mientras tenemos que pensar en el 'otro' proyecto.
Y el cerebro de dicho proyecto precisamente llegaba a la sala de reuniones junto con Mars. Mercury se terminó el café que tenía en la mano, se le veía cansada, y Mars a su lado estaba cansada también, porque se quedó despierta con ella evitando que se le asara la cabeza de tanto pensar.
─Ya tengo el primer prototipo de un material que va a poder enviar y ampliar el poder del Cristal de Plata ─informó con una sonrisa y asintió a Rei.
─Aún le faltan ajustes, pero ésta vez estamos un paso adelante ─dijo Mars con una sonrisa cansada. Les mostró a todos los presentes una esfera pequeña del tamaño de una canica de cristal, parecía de simple vidrio pero no era así. Ambas estuvieron trabajando en una aleación adecuada y ese era el primer ensayo exitoso. O al menos el que reaccionaba mejor.
─Se ve lindo ─dijo Usagi con una sonrisa, a veces sus gestos no eran los de una respetable Reina.
─Usa un poco de tu poder en la esfera, Usagi, es hora de la verdadera prueba ─le pidió Ami con visible emoción.
La Reina asintió e invocó el Cristal de Plata. Ante la atenta mirada de su esposo y sus amigas, sujetó el Cristal con la diestra y con la mano izquierda tocó la canica sólo con el dedo índice. Su cuerpo brillo a la par del Cristal de Plata y la energía poco a poco entró en la canica. Serenity sintió de inmediato que éste nuevo material aceptaba la energía sin sobrecalentarse, y de hecho el mismo material dejó de aceptar energía una vez que se llenó. La Reina detuvo el ejercicio y todos miraron con asombro cómo la pequeña esfera despedía la misma cálida luz del Cristal de Plata. Al menos por unos segundos antes de finalmente quebrarse, y al suceder eso, la energía regresó a Usagi.
─¡Lo logramos! ─exclamaron Mercury y Mars chocando sus palmas con emoción.
─¡Chicas, esto es fantástico! ─dijo Jupiter con emoción.
─Rei y yo combinamos nuestra energía en el material base, así que pensamos que si todas usamos nuestro poder en el material, podrá resistir mucho mejor y tener un funcionamiento permanente, o por lo menos más prologando ─explicó Mercury con una sonrisa inmensa.
─Aún le falta mucho trabajo, pero ya tenemos lo que queremos ─agregó Rei, agotada pero contenta.
─Una manera de dar la bendición del Cristal de Plata a todo el planeta ─murmuró Serenity con una sonrisa. Así como la Antigua Reina Serenity en el Milenio de Plata, de esa misma manera daría ese poder y esa bendición a todos de manera más justa y adecuada. Así no sólo Tokio de Cristal tendría abundancia natural, también el resto del planeta. Todos tendrían más vida, más energía para vivirla, más oportunidades de hacer lo que realmente querían.
Serenity, Endymion, la joven princesa y cada una de las Senshi tenía ese sueño que querían volver realidad. Que esa nueva era estuviera llena de paz, abundancia y bienestar para todos.
─¿Cuál es la siguiente fase del plan? ─preguntó Endymion a Mercury.
─En el caso del Cristal de Plata, Usagi y Chibiusa son quienes pueden activar y controlar el poder de éste sin que sus cuerpos sufran ninguna sobrecarga ─apuntó Mercury y los presentes asintieron─. Necesitamos algo que pueda modular y expandir de mejor manera el poder que tendrá el núcleo que estamos creando.
─Estamos hablando de... Ummm... ¿Como el bombillo dentro de una lámpara? ─preguntó Jupiter, un poco perdida.
─Más como el motor de una máquina, y el combustible sería el poder del pequeño cristal que hace funcionar toda la maquinaria.
Todas soltaron un "Ohhh" al unísono, Endymion se llevó una mano al mentón.
─Una carcasa funcional, comprendo ─dijo─. Tiene sentido, dejar el cristal al aire quizá no sea buena idea, aunque sólo sea un fragmento, el poder sigue siendo enorme ─sonrió─. Sí, también funcionaría como la cubierta de una lámpara en cierta forma.
─Necesitaremos más ayuda aquí, al menos para esa carcasa funcional ─Ami finalmente se quitó el visor de los ojos─. Estaba pensando en reclutar a los mejores cerebros de la universidad de Tokio de Cristal.
─Nuestra Ami es una genio pero ciertamente hay personas que dominan mejor otros campos de la tecnología ─dijo Rei con una sonrisa y los brazos cruzados─. Además, si los ciudadanos ven que tenemos civiles involucrados en el proyecto, quizá dejen de mirarnos como si fuéramos a matarlos de un momento a otro.
─O a distancia con las placas ─agregó Minako con una risa─. No pueden negarlo, esa idea es tan ridícula que es divertida.
─¡Ya les dije que no se puede con esos materiales, pensé en ello!
─¿Olvidas cuando quedé congelada durante las primeras pruebas de las placas? ─preguntó Makoto, todas habían sido conejillos de indias en su momento.
─¡Makoto! ─una roja Ami se cubrió el rostro.
Y entre risas y demás, todas tenían ya en vista los siguientes pasos de sus proyectos de mejoras en su amplio Reino. El futuro prometía ser mejor, solo debían demostrarle a todos que era posible, que todos tendrían lo que se les prometió: buena vida y abundancia para cada ser viviente en ese planeta.]
~ o ~
[En el Jardín de la Luz, en un hermoso cuarto acondicionado para las tres, Hikari, Michiru y Kaoru sólo podían ser testigos silenciosos de esas vidas que estaban viviendo sus amigas. Cuando Pluto les dio esa llave del Tiempo, no pensaron que fueran a acomodarlas tan bien que literalmente se volvieron parte de ese Universo, a un Universo al que no pertenecían. El Plan era encontrar la causa del desbalance de Luz en ese mundo, conocer mejor los territorios de las Senshi y entender mejor cómo funcionaban las cosas.
Hikari se sentía rara viendo todo como si fuese un simple programa de televisión que literalmente podían adelantar a capricho, y eso hicieron más de una vez. La Llave del Tiempo en ese momento funcionaba como si de un control remoto se tratase. Sus amigas estaban viviendo una vida entera y normal ahí. Lo que no esperaban era que ellas olvidaran su misión primordial al mezclarse en Tokio de Cristal y sus "verdaderas" memorias de su propio mundo los vieran como si fueran sueños raros de los que no les contaban a nadie.
Por suerte las estaban monitoreando gracias a la Llave del Tiempo que Sailor Pluto hizo especialmente para ellas. La Senshi dio su palabra de no decir nada a sus compañeras, menos si aún no encontraban la causa y mucho menos el disparador de todo el desastre.
─¿Aún no hay nada fuera de lo normal, verdad? ─preguntó Michiru mientras lanzaba un suspiro. Las hadas locales eran muy amables y serviciales y siempre les tenían comida a la mano─. Ni siquiera me atrevo a medir cuánto tiempo han pasado en realidad en Tokio de Cristal ─por decirlo de alguna manera, pensar en el tiempo podía quebrarles la cabeza incluso a su hermana y a ella─. Al menos hemos podido ver toda la situación.
─Hasta el momento sabemos que es una sociedad que se sigue acoplando a un nuevo orden, muchos se resisten, otro lo aceptan porque es mejor a como estaban ─enumeró Kaoru con una mano en el mentón. Lo que agradecía era que Saki y Mai se vieron y volvieron a enamorarse la una de la otra. Le aliviaba saber que sus amigas tenían ese lazo irrompible─. Y otros aún pelean por recuperar lo que les quitaron.
Las mellizas miraban a Hikari, se notaba preocupada y se daban una idea del porqué.
─Ellas estarán bien, Hikari.
─Sé que sí, pero... Pero temo mucho el momento en que debamos traerlas de regreso ─las veía tan felices, tan plenas y tan en paz que se sentía mal de tener que sacarlas de ese sitio─. Para ellas todo esto está pasando de verdad, lo están sintiendo de verdad. Lo están viviendo de verdad.
─Cuando pedimos viajar al pasado no imaginamos que sería... Así ─Kaoru se cruzó de brazos─. Tienes razón, su estabilidad mental estará comprometida luego de esto. Estarán confundidas, incluso se pondrán tristes.
─Debe haber una manera de hacerles saber que esos sueños no son simples sueños, quizá podamos enviarles señales ─comentó Michiru─. Lo que sea para que al menos recuerden porqué están ahí y para qué.
─Sailor Pluto nos dijo que la Llave nos ayudaría siempre que la necesitáramos ─el avatar de la Reina de la Luz suspiró. Lo que tenían enfrente era una especie de espejo con una superficie cristalina, en la base se encontraba el cerrojo para la llave. De momento estaba "cerrado", y para sacarlas de ahí sólo tendrían que girar la llave para "abrir" y las tendrían a todas de regreso en el Jardín de la Luz, en la misma condición física que antes de irse.
─Entonces... ¿Sólo se lo tenemos que pedir por favor? ─preguntó Michiru, casi riendo.
─Podemos intentarlo, a veces la respuesta simple es la correcta ─dijo Kaoru y puso su mano en la superficie cristalina que hacía las veces de pantalla. Pantallas divididas más bien, porque en cada una podían ver la vida de cada una de sus amigas.
Hikari sonrió e imitó a Kaoru. Michiru se encogió de hombros e hizo lo mismo. Las tres tomaron un hondo respiro al mismo tiempo.
─Por favor, Llave del Tiempo, deja que nuestras palabras lleguen a ellas ─dijo Hikari, conectando su energía con el dispositivo.
Michiru y Kaoru repitieron sus palabras al mismo tiempo, y lo hicieron una vez más, las tres al mismo tiempo, y la llave brilló en respuesta. Hikari sonrió, Michiru levantó una ceja y Kaoru miró a su hermana con gesto de "te lo dije". La rubia tomó primero la palabra.
─No olviden de donde vienen ─dijo con suave voz.
─No olviden su misión ─fueron las palabras de Michiru.
─Deben salvar a ambos Universos ─finalizó Kaoru.
La llave brilló, la enorme pantalla también, duró unos segundos solamente y luego volvió a la normalidad. Se miraron entre sí, esperaban que sus palabras fueran suficiente para despertar su subconsciente y sus verdaderos recuerdos.
Ninguna de las tres se movía de ese sitio, su energía estaba conectado al portal de piedra y era lo que mantenía a las chicas ahí sin ser detectadas por las Senshi. Se turnaban para asearse y dormir, sólo eso podían hacer por sus amigas, velar por ellas hasta que fuera el momento adecuado de traerlas de regreso al Jardín de la Luz. Y entre más veían por las pantallas las vidas que estaban viviendo, más temían por ese día. No era necesario ver el futuro para saber que se les rompería el corazón.]
~ o ~
[No sabía si sentir fascinación o una desagradable sorpresa al ver cómo se habían tornado las cosas. A esas alturas sus sentimientos humanos ya no lo eran más, no tenía un corazón que latiera, mejillas que se sonrojaran ni ojos que lloraran. Lo que sí sintió fue que su sentido de protección afloraba conforme veía a su gente caer por una fuerza que de alguna manera le era familiar. No era el mismo Caos con el que peleó la primera vez, pero sí se sentía similar, como ver a un residuo viviente de éste.
La más joven de sus descendientes acabó con su propia vida al ver que su amado había perdido la suya, las que ahora llamaban Sailor Senshi perecieron en la batalla, y no sólo ellas, en los demás planetas se sucedieron ataques apoyados por la que llamaban Negafuerza.
Un nombre lamentable pero apropiado a su parecer.
Vio a su otra descendiente llorar y lamentar las pérdidas y cómo todo se había perdido en cuestión de horas.
Y de pronto se sintió en aquella primera ocasión donde pidió el poder del Cristal para salvar a su gente. La Reina Serenity pidió por que todos reencarnaran y tuvieran una nueva oportunidad de vivir y eso en serio le pareció novedoso, piadoso de cierta manera, incluso los que estaban bajo la influencia de la Negafuerza tendrían una nueva oportunidad de portarse mejor... Quizá.
Atendió el llamado de su joven Reina Serenity y pudo ver cómo todas vidas caídas en batalla eran enviadas al planeta azul. Los otros planetas se volvieron hostiles e inhabitables por culpa de la misma Negafuerza y el fallecimiento de la Reina Serenity del Milenio de Plata, que hizo que la bendición del Cristal de Plata se perdiera junto con la conexión planetaria.
Lo último que vio fueron las ruinas del Milenio de Plata, vio a Serenity sin vida y absorbida por suelo de la Luna.
Ella misma sintió aquella vaga pero familiar sensación como si sus ojos se cerraran, hacía mucho que no experimentaba algo tan humano. Percibió un calor alrededor, una cómoda oscuridad como la de la noche que invitaba a dormir. Se sintió cómoda, se sintió adormecida.
No lo supo en ese momento, pero quedó dentro de la esencia y el espíritu de la más joven de las Serenity, la Princesa en desgracia que prefirió la muerte a perder a su amado.
Su corazón era cálido como ninguno otro que hubiera sentido antes.
Y durmió, en espera a que su descendiente la volviera a despertar.]
Continuará...
