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—¿Cómo te ha ido, Alastor? —Eugenia se encontraba sentada frente a él. Cada cierto tiempo ella lo visitaba y hablaban durante horas, hábito que tenían desde que la habían destituido como Ministra de Magia.
—No lo soporto —respondió desganado—, extraño cazar magos tenebrosos.
—Eso pensé, pero debes entender que la edad nos limita, a mí más que a ti, debo decir. Fue esa limitación lo que provocó que me destituyeran cuando "Quien no debe ser nombrado" llegó al poder.
—Te entiendo, pero ya que lo mencionas, te tengo noticias importantes —ella lo miró con curiosidad, como barajando posibilidades acerca de lo que le iba a decir, pero él sabía que nunca lo adivinaría—. Albus me ha ofrecido el puesto como Profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.
—¿En serio? —su amiga parecía feliz pero a la vez preocupada—. ¿Crees que lograrás acostumbrarte a la vida del colegio nuevamente?
—No creo que sea un problema, tendré tiempo para despejar mi mente y eliminar el miedo de que alguien intente envenenarme o matarme mientras duermo. Y será bueno volver a compartir momentos con Filius; hace mucho que no tenemos una plática apropiada.
—Pues, ¡me alegro mucho por ti! Deberíamos celebrarlo, pero lastimosamente debo marcharme ya. Mañana debo levantarme temprano para coordinar la seguridad y logística del Torneo de los Tres Magos. Madame Maxime sigue insistiendo en que debemos contratar a un especialista para cuidar de sus caballos; y tengo que hablar de ello con el Jefe del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, lo cual no me entusiasma demasiado. ¡Suerte en tu nuevo trabajo! Tal vez nos encontremos en Hogwarts.
La bruja se dirigió hacia la puerta y varios segundos después, Alastor escuchó el sonido de la aparición.
No estaba seguro de la razón por la cual su amiga no había parecido muy contenta con su futuro, pero probablemente era sólo preocupación por los ex-mortífagos que estarían reunidos en el colegio ese año. Uno de ellos era Severus Snape, en quien Dumbledore confiaba, y por lo tanto él también. El paso de los años no había hecho que cambiara su admiración y respeto por su antiguo profesor, y haber trabajado junto a él en La Orden del Fénix como el principal frente contra "Quien no debía ser nombrado", había exaltado esos sentimientos.
Se fijó en el reloj de la cocina. Eran las diez de la noche, debía irse a la cama si no quería llegar tarde al colegio el día siguiente. Entró a la habitación, y luego de ducharse, se quedó varios minutos observando sus detectores de magos tenebrosos, al parecer iba a ser una noche tranquila, apagó la luz y en pocos minutos se quedó dormido.
En horas de la mañana se levantó sobresaltado por un estruendo en la parte delantera de su casa. Asustado, tomó la varita y salió por la puerta lanzando hechizos a diestra y siniestra. Cuando pensó que había sido suficiente para alejar a los intrusos, se dispuso a volver a la cama pero las siluetas de dos hombres que se encontraban ocultos por la oscuridad del callejón, llamó su atención.
—Has cambiado mucho, Moody —dijo alguien con un tono de desprecio. Su piel se erizó; cualquiera que lo llamara por su apellido de ese modo no podía ser alguien amigable.
—¿Quién eres? Aparte de un cobarde por ocultarte.
—Nadie se esconde.
Ambos hombres salieron a la luz y Alastor se quedó atónito. Debía ser un sueño, ambos debían estar muertos.
—¿Por qué esa cara? —dijo Barty Crouch Junior con tono burlón mientras se acercaba con Peter Petigrew pisándole los talones—, parece que estuvieras viendo fantasmas.
Los intrusos empezaron a reírse. Estaba tan aturdido que su cuerpo no le permitió defenderse de los hechizos que lo inmovilizaban. ¿Cómo era posible? Si ellos estaban ahí, había personas que habían pagado por crímenes que no habían cometido. Así que Sirius Black era inocente, no sólo de haber asesinado a Peter Pettigrew sino también de las acusaciones de su participación como mortífago.
No pudo ofrecer resistencia cuando ambos lo llevaron al interior de la casa, ni cuando Pettigrew le arrebató sin cuidado algunos cabellos de su cabeza.
Escuchó tristemente como Barty Crouch Junior, transformado en él gracias a la poción multijugos, hablaba con Arthur Weasley y Amos Diggory, quienes habían llegado alertados por el detector. El impostor los tranquilizaba diciéndoles que había sido una falsa alarma, que había escuchado ruidos en el patio pero únicamente había sido un gato.
