La Rosa y La Daga

Esta historia no es mía; fue escrita por Renée Ahdieh. Esta es una adaptación de su trabajo con personajes del anime/manga Inuyasha, creados por Rumiko Takahashi. Al leerla no pude evitar pensar en estos personajes y en compartir con ustedes la historia de Las Mil y Una Noches re-imaginada.

Esta es la continuación de La ira y el amanecer (The Wrath and The Dawn), si es que no han leído la primera novela, les recomiendo leerla antes de continuar. Pueden encontrarla en mi perfil.

Espero que disfruten la historia tanto como yo y si es así, los invito a leer la novela (The Rose and The Dagger) en el idioma de su preferencia, inglés o español :3


4. UNA LÍNEA INDELEBLE

Kagome se negaba a someterse al desgarbado muchacho que tenía delante.

En otro mundo "en otra vida" le habría dado pena. Pero había amenazado a Tsukiyomi. Había trazado una línea indeleble. Y, a pesar de los esfuerzos del chico por disimularlo, veía que los dedos le temblaban alrededor de su daga.

Muévete despacio.

"¿Cómo te llamas? "empezó en tono bajo.

Él inhaló una rápida bocanada de aire.

"Yo soy el que hace las preguntas."

Kagome se quedó quieta mientras él describía un círculo a su alrededor.

Su nerviosismo empeoraba por momentos.

"¿Cómo?"

A cada paso errático, los rayos de luz le daban en la cara, sumiendo su barba parcheada en una sombra siniestra.

Kagome unió sus manos delante.

"¿Perdón?"

"¿Cómo lograste sobrevivir?"

Ella escogió con prudencia las palabras que iba a decir.

"Contaba historias."

Él se detuvo a medio camino. Su desprecio quedó claro antes incluso de que hablara.

"¿Que contabas historias? ¿Esperas que crea que ese monstruo te mantenía con vida porque le entretenías?"

Kagome lo fulminó con la mirada.

"Cree lo que quieras, pero tienes la prueba viviente ante ti."

El muchacho emitió un sonido de incredulidad reprimida. Kagome casi retrocedió ante su dureza.

"¿Intentas provocarme? ¿Acaso eres tan sumamente necia?"

Por segunda vez, Kagome levantó las manos en un gesto pacificador.

"No intento provocarte…"

Aguardó pacientemente con la esperanza de que el chico mordiera el anzuelo.

"Amari. Me llamo Amari."

"Amari. " Kagome curvó los labios en forma de sonrisa precavida. " No intento provocarte" repitió. " Intento comprenderte."

Una mala elección de palabras. Kagome se dio cuenta en cuanto las pronunció.

"¿Comprenderme? " masculló el joven. " ¡Ni en un millón de años!"

"Por favor, dime sólo…"

Cargó contra ella. Unos dedos largos le aferraron la garganta como un cepo. Kagome le agarró la cintura con ambas manos, tratando de detener su ataque. Clavó la mirada en sus ojos llameantes de rabia, decidida a no achantarse.

No tenía miedo. Aquel chico 'aquel hombre-niño flacucho' estaba más asustado que ella. El sudor le caía en un hilillo continuo a cada lado de la cara.

"¿Tú qué vas a comprender? " Temblaba tanto que la voz se le quebraba. " Tú estás viva. ¡El monstruo te permitió vivir!"

Con la otra mano, le colocó la punta de la daga junto a la barbilla. La hoja seguía protegida en su vaina enjoyada.

"¿De dónde la has sacado?"

Amari examinó los delicados grabados. Recorrió con el pulgar las perlas y los diminutos granates incrustados en la empuñadura. Las esmeraldas de la base emitían un funesto destello.

"Amari…"

"¿Es suya? " Volvió a posar los ojos en Kagome. " ¿Te la regaló él?"

Ella no dijo nada.

"Contéstame. " La zarandeó por la garganta. " ¡Has prometido darme respuestas!"

"Sí. Me la regaló."

"¿Y si te mato con ella? " Su voz se convirtió en un susurro. " Como él mató a mi Tsuyu."

A Kagome le costó tragar. Aquel nombre le sonaba.

Uno de tantos. Uno en un mar de cartas desperdigadas.

En una tormenta de recuerdos.

"Lo siento mucho."

"¡No te atrevas a disculparte!"

Le clavó las puntas de los dedos en la piel.

Al hacerlo, el dolor que sentía el muchacho se propagó hasta su corazón y tocó una vieja herida que nunca se curaría del todo.

Ayumi.

"¿Qué quieres de mí? "le preguntó, apretando los ojos con fuerza para mantenerlo al margen de su dolor, aunque sólo fuera por un instante.

"La verdad."

Ella volvió a tragar saliva.

"¿Qué deseas saber?"

"A quién debes lealtad. ¿Le importas a Inuyasha Taisho? " Escupió el nombre como si fuera una maldición. " ¿Se preocupa por ti?"

"No puedo hablar de sus sentimientos. Se los guarda bien.

Una media verdad. Podría manejar la situación si seguía presionándola. La sangre volvió enseguida a sus puños cerrados.

"Entonces habla de los tuyos. ¿El monstruo te importa?"

Miente.

"No. " Kagome apretó la mandíbula. " No me importa."

"¿De modo que sigues perteneciendo al Halcón Blanco?"

"Yo sólo me pertenezco a mí misma."

"¿Dónde reside tu corazón, Kagome Higurashi? " Su voz insistente sonaba áspera.

En un callejón cerca del zoco. En una noche de olvido.

En la promesa del mañana.

"Con… Koga Imrán Ookami. "La mentira le quemó la lengua. " Donde siempre residirá.

Mantuvo los ojos cerrados, consciente de que podían traicionarla.

Amari cogió una profunda bocanada de aire. Este traqueteó en su pecho y luego llenó el espacio que los separaba, caliente y fétido. Inspiró y luego exhaló. Dos veces más.

Su silencio despertó una sensación de desasosiego en su interior.

Tiró de ella y su tórrido aliento le aguijoneó la frente.

"¿El monstruo… hirió a Tsuyu?"

Dada su repentina cercanía, Kagome entendió en el acto lo que insinuaba.

Y se horrorizó.

Abrió los ojos como platos.

"No la tocó."

Él la estudió con horrible detenimiento. Con demasiada cercanía. El corazón le latía más fuerte en la garganta, palpitando con inquietante persistencia.

"Le contabas historias. Como me las estás contando a mí ahora."

Su determinación se hacía más firme a medida que hablaba. Y Kagome sabía que no podría alargar más aquella situación, así que le apartó el brazo de un manotazo, lo embistió con el hombro y emprendió la huida.

Amari la agarró con fuerza y, con despiadada precisión, le levantó los pies del suelo y la tiró a plomo. A Kagome se le salió todo el aire de los pulmones. Boqueó una vez y, al intentar coger aire, el dolor en el costado le quemó.

Por primera vez, una fría ola de miedo le recorrió la espalda.

Aquella rata flacucha era más fuerte que ella. Era alto y astuto. Y ella no podría hacerle frente eternamente. Ni razonar con él.

Pero quizás hubiera otro modo. Un modo plagado de distracciones y mentiras.

Un arrebato de furia ahuyentó el miedo. Kagome agarró la muñeca que le aprisionaba la garganta y le hincó las uñas.

Cualquier atisbo de pena que hubiera sentido por él se disolvió en su rabia. La línea indeleble se había perdido en un profundo abismo.

Él estaba alimentando su miedo más primitivo. Un miedo que Kagome había mantenido oculto en los recovecos más oscuros de su mente.

"¿Qué haces, Amari? "Se debatió por mantener la voz firme.

Las dos partes del hombre-niño luchaban por hacerse con el control mientras la miraba. Estaba muy asustado y bramaba y temblaba por aquel triunfo que tanto esfuerzo le había costado.

Pero ella no yacería allí en silencio mientras él se enfrentaba a sus convicciones.

"¿Vas a violarme? " le preguntó sin rodeos. " ¿O simplemente intentas asustarme con esa idea? ¿Y qué pretendes conseguir con semejante fechoría tan poco original?"

Amari se achantó ante su descaro. Ante su valor por sacar a la luz sus vergonzosas intenciones.

Kagome sabía que burlarse era una estupidez. Sabía que podía provocarlo aún más. Pero no podía 'no quería' rendirse ante tal acto de cobardía.

No mientras le quedara un soplo de vida.

Por un momento, Amari pareció vacilar. Entonces apretó la mandíbula y se apuntaló sobre ella. Con sorprendente habilidad, desenvainó la daga y volvió a ponerle la hoja en la cara.

"Debes de importarle, o no te habría permitido vivir."

El tacto del frío acero contra su piel no le asustó, sino que le hizo aferrarse a la rabia.

"Inuyasha Taisho valora las pequeñas cosas de la vida. Lo entretuve durante un tiempo. No busques más razones. Tú mismo lo has dicho: es un monstruo. " Habló con claridad; su furia apenas contenida enfatizaba cada sílaba.

"Sigues mintiéndome. ¿Quieres decir que al califa de Khorasan no le importaría que te ocurriera algo malo?"

"Como he dicho antes, no puedo hablar de sus sentimientos."

Amari la miró con desprecio.

"¿Pretendes que crea que el poderoso Rey de Reyes no se enfadaría por lo que ha ocurrido hoy?"

No.

Inuyasha te rompería todos los huesos del cuerpo por lo que has hecho.

Kagome se lo quedó mirando fríamente.

"Si crees que Tsuyu perdonaría tus actos en este momento, nada de lo que diga o haga importará. "Se tragó la bilis que le subía por la garganta. " Pero dudo que una chica con amor verdadero en su corazón aprobara tal cosa.

La fuerza con que le tenía asido el cuello flaqueó y su rostro se rindió a la desesperación. Sus rasgos se fueron marchitando uno por uno. En aquel instante, Kagome se dio cuenta de lo mucho que había amado a Tsuyu.

De lo mucho que había perdido de sí mismo al perderla a ella.

Aunque eso no era excusa. Nunca habría una excusa para aquello.

Por fin había conseguido urdir una distracción y ahora pretendía desarmarlo.

Con mucha cautela, soltó la mano con la que le aferraba la muñeca y, mientras Amari luchaba contra sus demonios interiores, la dejó caer al suelo en busca de una posible arma. Una piedra, un vaso, un cuenco, un palo, cualquier cosa…

Cuando sus dedos pugnaban por algo que agarrar, se encontraron con…

¿Un trozo de carne seca?.

Amari permanecía perdido en sus pensamientos, con los dedos flojos alrededor de su garganta, así que se permitió echar un rápido vistazo de soslayo a la tienda.

Pese a la tenue luz, fue capaz de distinguir varias tiras de carne seca que se habían colado por debajo de la tienda en su dirección.

Era el tipo de carne seca con la que Koga solía alimentar a Tekkei.

Es imposible que Koga quiera que provoque a su halcón...

Aquel no era para nada su estilo. Si Koga supiera lo que estaba ocurriendo entre las paredes de la tienda, la rasgaría desde el suelo y utilizaría sus cuerdas para colgar a Amari. Koga 'la impulsividad personificada' sería reacio a fomentar un ataque sigiloso de ningún tipo. Y mucho menos uno en el que Tekkei estuviese involucrada.

Si no es Koga, entonces, ¿quién ha elaborado semejante plan descabellado?

Kagome peinó las paredes con la mirada.

¿Y dónde está ese condenado halcón?

Una cosa era segura: si aquel plan pretendía proporcionar una distracción, lo haría a las mil maravillas.

Kagome curvó los dedos alrededor de la tira de carne.

Como una mangosta a una cobra, subió la mano rápidamente hasta el cuello del qamis de Amari y le alojó la tira en el hueco de detrás. El chico, momentáneamente sorprendido, soltó la daga y se llevó ambas manos a la nuca como para intentar aplastar un insecto merodeador.

Tekkei, en un frenesí de plumas y garras, apareció entre chillidos atravesando la entrada y se abalanzó sobre el cuello de Amari, que gritó y cayó de lado liberando a Kagome. El halcón continuó atacándole con las alas desplegadas. Ella cogió otro trozo de carne seca mientras Amari trataba en vano de eludir el violento ataque de Tekkei.

Antes de que Kagome tuviera oportunidad de formarse una idea de lo que pasaba, Hoshiyomi Kenton irrumpió en la tienda con Tsukiyomi pegada a los talones. Esta última llevaba las manos llenas de tiras de carne seca. Hoshiyomi agarró a Kagome del brazo y la puso en pie.

"¡Márchense! ¡Las dos!"

Desenvainó su cimitarra con expresión seria.

"¡No! " replicó Tsukiyomi con voz sorprendentemente fuerte y firme. " No hasta que sepa que Kag y tú están a salvo."

Kagome también se negó con una mirada penetrante. Cuando Hoshiyomi empezó a protestar, hizo oídos sordos. Él murmuró una maldición y se apartó a un lado cimitarra en ristre.

"¡Tekkei, para! ¡Ya!"

El halcón ignoró la orden, así que Kagome silbó bajito.

El animal chilló en respuesta, pero abandonó su ataque. Kagome se agachó para recoger su daga y se plantó delante de un Amari encogido de miedo. Tenía el cuello y las manos llenos de arañazos ensangrentados y la parte delantera de los pantalones, empapada. Un fuerte olor acre colmaba el aire. Kagome, completamente indiferente, sostuvo el trozo de carne seca ante ella. El halcón lo aferró entre sus garras y se posó a sus pies, con las alas grises azuladas extendidas a modo de sombra protectora.

Kagome fulminó a Amari con la mirada.

"Como vuelvas a tocarme, arrancaré de cuajo tu mísera hombría y se la daré a comer al halcón."

Acto seguido, dio un paso para acercarse blandiendo su daga desenvainada.

"Pero, como en algún momento tengas la osadía de mirar a mi hermana, te mataré sin pensármelo dos veces."


o.o!

No me esperaba que usaran a Tekkei

Ojalá lo que pasó con Amari se sepa en todo el campamento y dejen a las hermanas en paz*

Especialmente los Fida'i