Disclaimer:
La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.
Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
[PROHIBIDA SU COPIA]
En ese momento Marinette notó una punzada en el pecho y una sensación de frío le recorría el cuerpo de la cabeza a los pies, sus manos perdieron el agarre dejando caer su cartera.
- ¡¿QUE?!, ¿a quién se va a declarar? - inquirió exigente Alya.
- Nena tranquilízate, a mí también me sorprendió y no me dijo quién era la chica solo me pidió que le ayudara a conseguir algunas cosas.
Marinette no pudo contener más las lágrimas y pequeños sollozos empezaron a salir, llamando la atención de la pareja que discutía a su lado.
Alya se giró hacia su amiga dándole un abrazo que la azabache no correspondió, era incapaz de mover alguno de sus miembros.
- Vamos Marinette no es para tanto, deberíamos alegrarnos por él. Es más ¿Por qué no te declaras a ese chico que te gustaba?, estoy seguro que no te rechazaría y así podríamos salir los seis. ¡Sería genial!, salidas en pareja. - Nino mantenía una sonrisa inocente tratando de reconfortar a su amiga.
Marinette en cambio ante las palabras de su amigo sólo sintió como un nudo de dolor le golpeaba el estómago, al fin se abrazó a su amiga y hundiendo su cara en el hombro de esta liberó su dolor en un amargo llanto.
Alya giró su cabeza hacia el moreno fulminándolo con la mirada - ¿En serio Nino? - dijo con reproche.
El chico no sabía lo que estaba pasando, no entendía el comportamiento de Marinette, ni el enfado de su novia. - ¿Pe...pero que hice? - preguntó preocupado.
La pelirroja volvió a mirarlo con enfado. - ¿De verdad no lo sabes? - el pobre chico únicamente negó en silencio con un movimiento de cabeza - Pues la próxima vez piensa un poco lo que vas a decir. - Alya le dio la espalda para centrarse en tratar de reconfortar a su amiga que no podía dejar de llorar.
Nino se quito la gorra y se pasaba frenéticamente la mano por su cabello, tratando de comprender a que se refería su novia, con voz vacilante se dirigió de nuevo a la chica - Ca...cariño, lo siento pero no se qué fue lo que dije que molestara a Marinette. - Alya solo giró los ojos sin tan siquiera voltear a verlo, "Por Dios como podían ser tan obtusos los hombres" pensaba. - Yo...yo solo pensaba que ahora que Adrien va a salir con una chica pues...es...estaría bien que Marinette se le declarada al chico que le gus... - cortando la última palabra el chico bajo la vista con los ojos desorbitados y la boca entreabierta.
- "Por fin, parece que los engranajes le empezaron a funcionar" - pensaba Alya con ironía.
- ¡OH DIOS! - exclamo Nino entendiendo por fin la situación - Marinette de verdad que lo siento, no...no tenía idea. Te juro que si lo hubiese sabido jamás le habría organizado esas citas ni le hubiera insistido tanto. - Marinette para ese momento ya se había tranquilizado ahora solo eran pequeños sollozos los que salían con su voz.
Con rapidez Nino saco su teléfono y empezó a teclear en él. - Voy a llamarle aún puedo evitar que vaya con esa chi... - el moreno dejó de teclear cuando una mano se posó sobre su teléfono empujándolo con suavidad hacia abajo, al levantar la vista pudo ver a Marinette junto a él retirando algunas lágrimas con el dorso de la mano.
- No lo hagas, - dijo con voz quebrada - él ya tomó su decisión y no sería justo. Si él es feliz con esa chica yo estaré bien. - apretó los párpados para evitar llorar de nuevo pero no fue suficiente para contener una solitaria lágrima que con delicadeza hizo su camino por la nívea mejilla.
Nino sin más la abrazo - De verdad que lo siento. - susurró a su oído, odiaba ver sufrir a sus mejores amigos,. Siempre que Adrien discutía con su padre él lo pasaba mal, porque aunque su amigo nunca se quejaba sabía que sufría. Y ahora él había contribuido en lastimar a la dulce Marinette.
Marinette se separó del abrazo y le brindó una cálida sonrisa a su amigo. - Será mejor que me vaya a casa. - se agachó a recoger su cartera - y Nino no te preocupes, no ha sido culpa tuya simplemente las cosas se dieron así. - volvió a darle otra tenue sonrisa a su cabizbajo amigo. - no le comentes nada de esto a Adrien por favor. - él solo asintió con la cabeza.
- Te acompaño a casa - dijo apresurada Alya - y hoy no acepto excusas.
Antes de marcharse fue hasta su novio y le dio un beso en la mejilla - gracias y perdón por ser tan brusca. - le dio un beso en los labios en señal de disculpa - Después te llamo.
Las chicas decidieron entrar a la casa por la puerta lateral, lo que menos le apetecía a la azabache era que sus padres la vieran en ese estado y empezar un incómodo interrogatorio.
Ya habían subido las escaleras y Marinette tomaba sus llaves para abrir pero antes de poder usarlas la puerta de la vivienda se abría dejando ver a Sabine revisando unos papeles y a punto de salir. La azabache inmediatamente se cubrió atrás de su amiga.
Sabine al notar el movimiento frente a ella levantó la vista de los documentos y miró con sorpresa a las adolescentes.
- ¿Ah?, Alya ¿cómo estás? - preguntó con su siempre afable sonrisa.
- Buenas tardes señora Dupain-Cheng, muy bien. Gracias. - le devolvió amablemente el saludo.
- ¿Marinette?, ¿No vas a saludar a tu madre? - miraba divertida el infantil juego de su hija de esconderse detrás de su amiga.
- Ho...Hola mamá. - decía a la vez que agitaba su mano por encima del hombro de Alya.
- Ja, ja. Ay Marinette. Anda no seas niña y ven a saludarme.
La chica tomó aire y de inmediato lo dejó salir pensando que le diría a su madre, poco a poco fue separándose de la protección que le ofrecía la pelirroja. En cuanto quedó frente a su madre lo único que se le ocurrió fue sonreír nerviosamente.
- ¡Por Dios Marinette que ha pasado! - exclamo viendo a su hija con ojos desorbitados y tomándose la mejilla derecha con la mano.
La cara de la azabache no dejaba mucho a la imaginación, ojos rojos, hinchados y llorosos, pómulos y nariz ligeramente rojos, pequeñas marcas de lagrimas secas a lo largo de las mejillas.
- Na...nada mamá. - respondió con voz temblorosa sintiendo como las lágrimas se volvían a agolpar en sus ojos.
Sabine al ver la aflicción en el rostro de su hija inmediatamente se acercó a ella para abrazarla. La azabache al sentir el contacto de su madre no puede evitar comenzar a llorar.
- Alya, ¿que ha pasado?, ¿por qué esta Marinette así? - sin soltar a su hija la mujer se dirigía ahora a Alya.
Alya bajó levemente la mirada ante las preguntas, al final de cuentas a ella también le afectaba esta situación y debía ser el cariño y la gran empatía que tenía con Marinette que todo esto la entristecía más de lo que hubiese creído. Inspiró con fuerza - Al salir de clases buscamos a Adrien, ...Marinette quería hablar con él - prefirió omitir los detalles - pero ya se había marchado y fue cuando nos enteramos que hoy pensaba declararse a una chica.
- Oh - fue lo que único que pronunció la mayor de las azabaches.
Ya con el llanto contenido Marinette se fue separando de su madre aún con alguna lágrima en sus ojos. - Hoy había decidido contarle lo que realmente siento por él. - sus palabras escaparon entre algunos sollozos aún contenidos.
Los ojos de Sabine se abrieron por la sorpresa. - Cariño no sabes cuánto lo siento. - sus palabras iban envueltas con toda la ternura que como madre le podía dar, ella sabía lo fuerte que eran los sentimientos de su hija por ese chico y por ende el mal trago que ahora estaba pasando. - Lo mejor es que pasen, suban a tu habitación y yo ahora les preparo algo. - con una caricia en la mejilla de su hija le ofreció una cálida sonrisa queriéndole expresar que todo estaría bien.
Marinette se había recostado en su diván abrazando uno de los cojines y Alya sentada a su lado le acariciaba suavemente el cabello tratando de paliar su melancolía, la azabache no era capaz de prestar atención a las palabras de ánimo que su amiga le daba, sus pensamiento estaban todos centrados en cómo sería a partir de ahora su relación con Adrien, si seguirían siendo igual de cercanos como hasta ahora o él la relegaría a un segundo plano. ¿Y ella?, ¿qué pasaría con ella?, como podría mantenerse íntegra frente a él sabiendo que estaba ya con alguien, si ahora le dolía no quería imaginar lo que sería verlo de la mano de otra chica. Esa pequeña esperanza con la que se despertaba todos los días de que ellos podían llegar a ser algo más que amigos hoy se la habían arrebatado de golpe, a partir de hoy el corazón de Adrien le pertenecía a una afortunada chica que no era ella.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percato de que su madre había entrado con dos tazas de chocolate y una variedad de bollos.
- Ten cariño - su madre le ofrecía una de las tazas de chocolate caliente - bébelo ya verás cómo te reconforta. - Sabine acercó una de las sillas para sentarse junto a las dos jovencitas.
Una vez más el chocolate era un bálsamo dulce que la relajaba pero aún así no era suficiente para disipar todos los pensamientos que la angustiaban.
- ¿Estás mejor? - inquirió Sabine al ver el largo sorbo que le había dado a su bebida.
- Si, gracias. - dijo tomando con las dos manos la taza y acercándola a su pecho.
Durante un rato Sabine y Alya estuvieron en silencio, al parecer buscaban las palabras adecuadas para tratar el tema.
Sabine fue la primera en hablar - Se que en estos momentos sientes que el mundo se te viene abajo y que todo lo que te digamos no será suficiente para reconfortante pero créeme él dolor que ahora sientes pasará, no sé, tal vez tardes una semana o un mes pero pasará. - Sabine tenía la atención de ambas jovencitas, se había decido por hablarle claro, lo que menos necesitaba su hija era ahogarse en sus lágrimas por un amor no correspondido - Lo importante es como enfrentes tú está situación y como yo lo veo solo tienes dos opciones, seguir pensando en lo que pudo ser y no ha sido con Adrien e irte hundiendo cada día más en la amargura o seguir siendo su amiga sin que te importe nada más. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo y lo que te voy a decir ahora te parecerá una tontería, refúgiate en Adrien...como amiga, el tiempo que llevo de conocerlo me ha quedado claro que es un chico muy noble y de buenos sentimientos, además como ya te dije se ve que te quiere mucho. - Marinette y Alya miraban boquiabiertas a Sabine, intentando de entender su punto - El no sabe de tus sentimientos, si tú te alejas lo único que provocarás es que ambos sufran, él se preguntara por qué su mejor amiga no quiere verlo y tú, bueno creo que tú ya te has hecho una idea hoy. - Marinette inconscientemente dio otro sorbo a su chocolate sin despegar los ojos de su madre - Tienes que tener claro que el hecho de que tenga una novia no quiere decir que deje de ser tu amigo, solamente cambiarán algunas cosas como el no pasar tanto tiempo juntos, pero lo mismo pasará con sus demás amigos.
Sabine se acercó más a su hija y tomó su mano entre las de ellas - Si están destinados a estar juntos lo estarán, ahora como amigos y mañana quien sabe lo que les depare el destino. Con esto no digo que te quedes sentada esperando por él, tú eres una chica guapa y talentosa y seguro que alguien ya se ha fijado en eso.
- Si, mira a Nathaniel, siempre le has gustado. - añadió Alya.
- ¿Nathaniel? - preguntó curiosa Sabine.
- Si, es un compañero de nuestra clase. - Alya miro pícara a su amiga - Y ya la ha invitado a salir.
La azabache miro con cierta molestia a la pelirroja. - Es un buen chico pero no me gusta. - se defendía la chica.
- Bueno pero ahí tienes lo que te decía, ese chico se ha fijado en ti y no sabes cuantos más lo hayan hecho. Yo creo que deberías aceptar su invitación, no te comprometes en nada y es una oportunidad de conocerlo mejor.
Los ojos de Marinette se abrieron con espanto, en unas horas había pasado de perder a Adrien a que la emparejaran con su pelirrojo compañero.
- Ja, ja, vamos chica no pongas esa cara, no puede ser tan malo. Yo creo que tu madre tiene razón no pasaría nada porque salieras una vez con Nathaniel. - le decía Alya con un guiño.
- ¿Y tú te llamas mi amiga? - cuestionaba la azabache haciendo un puchero.
- Ja, ja - Sabine se reía de las ocurrencias de las dos jovencitas. - Se que al final harás la correcto, así que no te presiones. Lo importante es que estés bien.
- Gracias Mamá. - aunque las palabras de su madre la habían sosegado, la punzada en el pecho seguía. Era consciente que tanto su madre como Alya querían ayudarla y reconocía que había mucha razón en sus palabras pero era tan difícil, por mucho que se esforzase en explicarlo parecía que los demás no entendían el gran amor que le profesaba a su rubio amigo, simplemente el chico le encantaba, a su mente vino la frase que hacía unas semanas habían visto en clase al hablar de algunos filósofos, "El corazón tiene razones que la razón no entiende". Cuánta razón había en esa frase, ella misma lo estaba viviendo de primera mano y la opción que planteaba su madre no era ninguna tontería, seguiría siendo la misma con Adrien, siempre su amiga.
- Bien chicas - dijo Sabine al levantarse - las tengo que dejar, ya es tarde y Tom esta solo en la panadería. - le dio una última caricia en la mejilla a su hija.
¡rin...rin...rin!, - el timbre de la entrada sonó - ¡Ya abro yo!. - exclamo Sabine desde la escalera.
