Con esto llegamos a la mitad de la historia. Hasta ahora he disfrutado muchísimo escribiéndola y estoy muy contento con la recepción que está teniendo. Lo mejor es que la publiqué hace un mes, o sea que (probablemente) no me lleve tres años terminar este fanfic jajajaja

Tengo que decir que me sorprende cómo una pieza CLAVE de información que es básicamente la llave para resolver el misterio pasó desapercibida por todos. Me pone contento, porque cuando finalmente se revele y les pueda decir en qué capítulo estaba, siento que muchos volverán para leer esa escena de nuevo y golpearse la frente mientras exclaman "Maldita sea, Hero, eres el puto amo".

Como siempre, el momento donde agradezco a los lectores por sus increíbles comentarios que le pasan el trapo a los reviews en inglés. Ustedes son el fandom superior.

Luna PlataZ: He tenido suficientes pruebas acerca de tu videncia así que confío en ti, oh poderosa Nostradamus. Incluso si estás bajando tu porcentaje de efectividad. Sobre por qué no creyeron inmediatamente en un villano, recuerda que aunque el mundo está lleno de superpoderes, Royal Woods no. Es una ciudad maldita. Hasta donde ellos saben, sólo Nova, Eclipse y Ace tienen poderes. No es normal para nada. Y sí, vivan las tijeras jajaja Son adolescentes sin riesgo de nada, déjenlas ser libres.

Sylar Díaz: La relación entre Sam y Luna es lo que más me entusiasma de esta historia, así que habrá mucho más por explorar. Interesante teoría la de Carol; sin comentarios de mi parte para no spoilear nada jajajaja Y pues ya veremos qué rol cumple Luan en la historia.

J0nas Nagera: Me encanta cómo sigues con el estandarte de la payasita jajajaja Ya veremos en qué resulta todo esto, y si lograste anticipar la mente maestra detrás de todo o si estuviste (hasta ahora) cuatro capítulos cazando fantasmas. Me alegra que te guste la relación entre Sam y Luna. Disfruto mucho escribiéndola.

Rigerhit047: Thank you so much for your review! Jajajajaja Las piezas del misterio están ya en juego, pero ahora queda toda la parte de desarrollo para continuar la investigación y continuar desarrollando los personajes. Ojalá todo siga saliendo bien.

daglas99: Ok, este es el plan: después de esta historia vendrá una de Nova (con participación de otros héroes), luego una de Lola/Lana, luego Ace Savvy 2 (con participación de otros héroes), y finalmente LOUDs Assemble, donde todos los personajes de la fase uno se volverán un equipo. Muchas gracias por los cumplidos a Rewrite the Stars, es mi proyecto favorito de momento.

andres888: Mmmm, pues la verdad estoy en desacuerdo acerca de que el capítulo no avance la trama o que sea de relleno. Incluye un segundo ataque, Luna finalmente superando parcialmente un trauma para utilizar sus poderes en público, una pequeña infiltración, desarrollo en la relación de los dos personajes principales, revelaciones acerca del antagonista de la historia y acaba en un posible encuentro con dicho antagonista. Es… bastante lo contrario a relleno jajajaja Y sí, hay más química entre Sam y Luna que entre Luna y Carol porque Sam y Luna son las protagonistas y mejores amigas desde hace años, mientras que Luna apenas ha hablado con Carol en dos ocasiones. No me parece irónico tampoco, creo que es lo que la lógica dicta.

Misugi: Me gusta esa frase, "donde hubo fuego, cenizas quedan". Describe perfectamente la relación entre Sam y Luna. No había pensado en esa relación entre los personajes jajajaja Veré cómo puedo seguir la tradición con otras historias. Y sí, lo de "estúpido como un zorro" fue una referencia a Los Simpsons.

Luis Carlos: El pasado de Luna será revelado llegado el momento. Para lo cual no falta tanto, de hecho, cosa que me tiene muy entusiasmado. Y ya descubriremos quién está detrás de estos ataques y qué motivaciones tienen.

Jairo De la Croix: Luna está comenzando su camino como heroína, exactamente! Y me alegra mucho que te guste Sam, me encanta escribirla con esta personalidad así que estoy feliz de ver que la recepción es buena por ahora.


Capítulo 5:
You are the music in me.

— ¿Esto es ahora? —Pregunté en un susurro, poniéndome de pie con mi corazón latiendo acelerado.

—Es… es el feed en vivo —respondió Sam, también en un susurro y con el rostro palideciendo.

Estábamos en problemas. Estábamos en serios problemas.

— ¡Creí que no habría nadie a estas horas! —Dije, comenzando a frotar mis manos y a tamborillear con mi pie— ¡Creí que el conserje sería la última persona en irse!

— ¡Lo es! No debería llegar nadie hasta las seis de la mañana.

— ¿Activamos una alarma? ¿Vienen por nosotros? Maldita sea, Sam, ¡te dije que esto era una mala idea!

Sam me dedicó una rápida mirada, mitad de disculpas, mitad ofendida.

—No están viniendo por nosotros —dijo, señalando la pantalla—. Están en el auditorio, es en el otro lado de la escuela. Si hubiéramos activado una alarma o algo sabrían que estamos en el edificio principal. Además, mira. Parecen estar trabajando en algo.

Tratando de mantener la calma, eché una mirada más atenta a lo que la cámara de seguridad nos mostraba. Era muy difícil discernir ningún tipo de detalle. La cámara no mostraba una visión nocturna ni nada por el estilo. El video tenía la calidad suficiente como para no ser un feed pixelado lleno de interferencias, pero el noventa por ciento de la imagen era la oscuridad absoluta del auditorio, sólo notándose el rayo de luz de una linterna que recorría el escenario, ocasionalmente apuntando hacia el techo y las butacas. Era imposible decir nada sobre la persona que la cargaba. No parecía ser alguien muy alto, y vestía una campera y pantalones deportivos. No podía distinguir rasgos faciales, su cabello, ni nada por el estilo.

Lo único destacable era el hecho de que cargaba una caja de herramientas, la cual revisaba ocasionalmente, pero no estaba realizando ningún tipo de reparaciones ni intervención en la sala. Era un comportamiento muy extraño.

— ¿Crees que sea algún conserje? —Pregunté— Quizás se rompió algo en el auditorio.

— ¿Y por qué vendrían a estas horas de la noche? Además, si tuviera que reparar algo encendería las luces, no trabajaría a oscuras.

—Quizás se rompieron las luces.

—Entonces iría a reparar el grupo electrógeno o los focos, no estaría en medio del escenario con una linterna de Wal-Mart. Vamos, Luna, creí que eras buena jugando a Ace Attorney, ¿cómo puedes ser tan mala para las investigaciones?

—A veces te detesto.

—No me preocupa; hasta Jesús tuvo haters en su época.

— ¿Deberíamos irnos? —Pregunté, mordiéndome el labio inferior.

Habíamos revisado las grabaciones. Pese a que ahora teníamos una idea un poco más clara sobre la naturaleza de los ataques, no había ningún tipo de evidencia certera que pudiera acercarnos a la identidad del perpetrador. Sólo sabíamos que debía ser alguien con alguna clase de poderes, probablemente telekinéticos, y que trabajaba con una sustancia que podía administrarse tanto por líquidos como por medio de un gas o algo parecido.

No era demasiado, pero era todo lo que las grabaciones parecían poder aportarnos. Habíamos hecho nuestra investigación. Habíamos hallado pocas respuestas y muchos interrogantes. Misión cumplida, ¿no? ¿Para qué quedarnos allí?

Cuando Sam no me respondió, aparté mi vista de la pantalla para fijarme en ella. Se veía un poco incómoda, con el ceño fruncido en un gesto de preocupación.

— ¿Qué ocurre? —Le pregunté.

—Sí sabes que probablemente sea la persona que hizo los ataques, ¿no? —Me preguntó, volteando la cabeza para mirarme a los ojos.

Parte de mí lo intuía. No estaba del todo segura. Probablemente no había forma de que lo estuviera. Pero cuando Sam lo dijo, no me sorprendí. Después de todo, las palabras de mi mejor amiga eran ciertas. ¿Por qué estaría alguien a esas horas, en ese lugar, actuando de forma tan sospechosa? Era muy sospechoso. Y considerando los eventos recientes, no era demasiado loco pensar que quizás aquella persona tuviera intenciones peligrosas.

—Sí. Probablemente —le dije.

Sam suspiró, observando la pantalla durante varios segundos.

—Deberíamos salir y llamar a la policía cuanto antes —sugirió.

—Sí, definitivamente.

—Quizás… nos meta en problemas.

—Pero si capturan a esa persona, valdrá la pena.

Asintió con severidad.

—Merece ir presa por lo que le hizo a nuestros amigos. Vamos.

Así, salimos de la sala de seguridad y comenzamos a dirigirnos hacia la salida. Mi corazón latía cada vez más rápido. Era increíble lo nerviosa que la situación estaba poniéndome. ¿Por qué me sentía así? ¿Qué era ese globo que parecía estar inflándose debajo de mi diafragma? ¿Por qué cada paso que daba en dirección a la salida se sentía como un calvario?

El silencio me ayudaba a pensar con mayor claridad, y siendo que me considero a mí misma una persona muy introspectiva, no tardé en comprender la naturaleza de mis sentimientos.

Era culpa. Pero, ¿culpa por qué? Claramente no había nada de lo que pudiera responsabilizarme. No había sido mi culpa que esta persona atacara a mis amigos. Había incluso roto mi promesa para usar mis poderes y calmar a Mazzy y las porristas antes de que se lastimaran. Acababa de, quizás, encontrar a la persona detrás de todo esto, y estábamos a punto de llamar a la policía para que la atraparan. ¿Qué más se podía pedir de una simple ciudadana?

Aunque… yo no era una simple ciudadana. Por más que durante años hubiera tratado de actuar como una, de mezclarme, de rechazar la parte especial de mí, aquella maldita parte que me hacía diferente, lo cierto es que era una metahumana. Y la persona dentro del auditorio era, probablemente, también una metahumana. No sabíamos con exactitud el alcance o la naturaleza de sus poderes, pero si algo había aprendido en esta vida era que los metahumanos son muy peligrosos.

Aquella persona usaba sus poderes para atacar a alumnos de secundaria. ¿Qué clase de persona usaba sus poderes de esa forma? Y si estaba dispuesta a atacar a adolescentes, ¿qué podría hacerle a unos pobres oficiales de la policía? ¿Cómo podrían ellos defenderse de un metahumano?

Salimos por la misma ventana en la que habíamos entrado, pero cuando Sam la cerró y comenzó a correr hacia el teléfono público en la acera, yo me detuve. Ella tardó unos segundos en notarlo antes de regresar hacia donde me había quedado inmóvil.

—Luna, ¿qué ocurre? —Me preguntó, colocando una mano sobre mi hombro— ¿Estás bien?

Suspiré, mirándola a los ojos. Apreté los puños, golpeándome mentalmente por lo que estaba a punto de decir.

—No… No puedo quedarme sin hacer nada —admití—. Siento… siento que tendría que actuar. Que debería hacer algo. Sé que es estúpido, que no tendría que meterme donde no me llaman, pero…

Me costaba describir lo que sentía, porque ni siquiera yo entendía por qué me sentía de esa forma. Parte de mí esperaba que Sam me hiciera entrar en razón. Que me dijera lo estúpido que mi razonamiento era, que me tomara de la mano y me arrastrara lejos de la escuela para dejar que la gente capacitada para resolver la situación se encargase de ello.

Parte de mí quería que Sam evitara que hiciera una estupidez. Pero la otra parte, quizás en mayor medida, la conocía demasiado bien como para pretender que fuera la voz de la razón.

Me sonrió, y su agarre sobre mi brazo se volvió mucho más firme.

—Quizás sea estúpido —admitió, con sus ojos azul eléctrico brillando con orgullo—, pero a veces hay que serlo para ser un héroe.

—Yo no soy…

—Esa persona lastimó a nuestros amigos —me recordó, levantando un puño—. Tenemos que asegurarnos de que no lastime a nadie más.

— ¿"Tenemos"?

—Pfft, no estarás pensando que voy a dejar que vayas tú sola, ¿no?

—Sam, tú… Tú no tienes poderes.

—Mi superpoder es la amistad.

—Eso no es un superpoder.

—Los Súper Amigos no están de acuerdo. Está en el nombre.

— ¡Es una caricatura!

—Basada en hechos reales.

— ¡Los dos miembros principales se pelearon a muerte antes de disolver el equipo!

—Y desde entonces dejaron de ser el principal grupo de superhéroes de la nación. Ergo, la amistad era realmente su poder. Gracias por apoyar mi punto. Ahora vamos, tenemos que escabullirnos en el auditorio antes de que se escapen.

Discutir con Sam era como tratar de detener la lluvia con una mano, por lo que suspiré y dejé que me acompañara hasta la entrada del pabellón del auditorio. Si hasta ese momento habíamos tratado de escabullirnos y ser silenciosas, en aquel punto nos volvimos fantasmas, tratando de enmudecer hasta nuestras pisadas. Nos movimos silenciosas como el viento, y Sam volvió a sacar su navaja suiza para forzar la cerradura de la forma más silenciosa posible. Naturalmente eso hizo que el proceso fuera más lento, pero valía la pena ser cuidadosas antes que tener que pagar las consecuencias por no serlo. Una vez dentro, nos acercamos a paso de tortuga. Tenía la linterna de mi teléfono celular colocada a la mínima potencia, apenas iluminando el suelo justo por delante de nosotras.

Eso estuvo a punto de ser nuestro peor error.

Tan enfocadas estábamos mirando hacia abajo que Sam no se percató que, caminando tan cerca de la pared, su hombro estaba en camino de colisión con un balde de metal que colgaba de la punta de una escoba. Lo impactó de lleno, y aunque íbamos muy lento, la fuerza fue la suficiente como para que la escoba comenzara a caer hacia delante junto con el balde.

Sam jadeó audiblemente, pero fue tal la sorpresa que ni ella ni yo reaccionamos a estirar una mano y atrapar los objetos antes de que cayeran al suelo. Vi cómo caían, a punto de hacer todo el ruido que definitivamente no queríamos ocasionar. Y justo en el último instante, finalmente logré tomar control de mi cuerpo, y casi sin pensarlo, estiré una mano y cerré mi puño en el aire.

La escoba y la cubeta impactaron contra el suelo. El balde de metal incluso rebotó, separándose del palo y rodando hasta golpear la pared al otro lado del pasillo. Y sin embargo, ninguno de los impactos generó ningún sonido audible. Sam volvió a jadear, y sus ojos se abrieron de sorpresa cuando notó que no escuchó el sonido del aire entrando en sus pulmones tan rápidamente. Se llevó una mano a la garganta, y me miró completamente estupefacta.

Levanté el puño que tenía cerrado, y luego llevé el dedo índice de mi mano izquierda hacia mis labios, negando suavemente con mi cabeza mientras mantenía una mirada de concentración. Sus ojos pasaron rápidamente de mi rostro a mi mano cerrada, una y otra vez, hasta que finalmente vi la proverbial lámpara encendiéndose sobre su cabeza.

Comenzó a mover su boca, pero se detuvo al notar que su voz no salía. Sonrió una vez más y volvió a hablar, exagerando un poco el movimiento de sus labios para que pudiera leerlos con claridad.

— ¿Tus poderes?

Asentí en silencio. Sam rió, y luego pisó el suelo con fuerza, como si quisiera acabar con una hormiga que hubiera insultado a su madre. La suela de sus botas impactó contra las baldosas sin producir ningún sonido. Volvió a mirarme.

— ¡Santa mierda!

Puse los ojos en blanco y le hice un gesto para que me acompañara. Mantuve mi puño cerrado en alto para que supiera que continuaba manteniendo una burbuja de silencio a nuestro alrededor, lo que nos permitió movernos mucho más rápido.

Era muy agotador, sin embargo. No tanto físicamente, aunque lo cierto es que trataba de aguantar el aire lo más posible, como si estuviera nadando bajo el agua. No era necesario, pero la manifestación física del esfuerzo me ayudaba a mantener la concentración, evitaba que fuera todo a un nivel abstracto. El puño cerrado tampoco era necesario. Lo único que debía hacer era imaginar un estanque de agua quieto, donde ninguna onda se movía por la superficie.

Nunca había usado mis poderes de esta forma, pero era una de las tantas cosas que, de vez en cuando, había imaginado que podría hacer. Sé que suena raro viniendo de mí, pero es imposible no sentir cierta curiosidad por mis poderes, por más que los rechazara. Por supuesto que durante los años había dedicado largas horas en mi cama pensando en todo lo que podría hacer. En las posibilidades que otorgaba. En los múltiples usos que tendría si no fueran una carga o una manera segura de arruinar todo.

Incluso… Bueno, no es como que yo lo eligiera. Pero a veces, de vez en cuando, mis sueños me mostraban a mí misma como una heroína. Vestida con un traje, luchando junto al Ace Savvy original para mantener seguras las calles. Para detener a los ladrones. Para salvar a mi madre.

Hacía mucho tiempo que no tenía esos sueños tan positivos. La mayoría de las veces, soñar con mis poderes era una pesadilla de la que me despertaba empapada en sudor y con lágrimas cayendo de mis ojos. Me había mentalizado durante años en que usarlos casualmente y fuera de mi casa no traería más que problemas y dolor. Y sin embargo, pese a que requería cierta concentración, no sentía doloroso en absoluto.

Se sentía genial. Me hacía sentir literalmente empoderada. Sentía un cosquilleo de emoción en mi estómago, y tuve que hacer un esfuerzo consciente para no sonreír mientras nos acercábamos a la puerta del auditorio. No era momento de distracciones.

Cuando llegamos, le mostré a Sam mi puño cerrado y luego apunté a la cerradura. Comprendió, y en seguida usó su navaja para forzar la cerradura, la cual no hizo ningún ruido en absoluto. Apagué la linterna de mi teléfono, y luego, con mucho cuidado, abrí la puerta.

La oscuridad era casi absoluta, pero la linterna apoyada en el suelo del escenario alumbraba lo suficiente como para ver el contorno de la figura, incluso si no estaba apuntando hacia ella. Era una persona casi tan alta como Sam y yo. Tenía, como habíamos visto en la cámara de seguridad, unos pantalones de jogging grises, y una campera negra con capucha que ocultaba la totalidad de su cabeza. La campera hacía parecer que su pecho era ancho, pero sus piernas eran muy delgadas. Estaba caminando por el borde del escenario, y llevaba una cinta métrica que estiraba hasta las primeras filas de asientos. Parecía estar murmurando algunas medidas, pero no podíamos escuchar con claridad.

Y entonces caí en cuenta que no tenía idea de qué tan amplio era el rango de mi silencio. No era algo que pudiera controlar con facilidad, era casi todo instintivo. Toqué el brazo de Sam para que me viera, y con mucha claridad, abrí el puño cerrado delante de su rostro.

De inmediato las dos escuchamos el sonido de nuestras propias respiraciones, y ella asintió, entendiendo.

Y fue en ese momento donde las dos parecimos caer en cuenta de que no teníamos ningún plan. Muy bien, habíamos logrado llegar hasta allí. Teníamos a la persona que buscábamos, quien probablemente estaba detrás de los ataques a nuestros amigos. Una persona que probablemente tenía superpoderes, los cuáles no conocíamos.

Oh por Dios, ¿qué estábamos haciendo allí?

Lo bueno es que contábamos con el elemento sorpresa. Sam me miró, y con un gesto, le indiqué que se moviera hacia la izquierda mientras yo me abría por la derecha, hacia la linterna. Avanzamos con mucha lentitud, moviéndonos sigilosamente. Cuando llegué junto a la linterna, Sam ya estaba preparada al otro lado.

La miré. Ella me miró. Nos miramos.

Con un rápido movimiento, tomé la linterna y la apunté directamente hacia la espalda de la persona.

— ¡Detente y pon las manos en alto! —Gritó Sam de repente, volviendo su voz más grave de lo normal, haciendo una pistola con los dedos y apuntando alto.

La persona se sobresaltó, y dejó caer la cinta métrica que tenía en las manos. Se apresuró a cubrirse más la cabeza con la capucha y contrajo todo su cuerpo, como si estuviera tratando de volverse pequeña. No volteó, sin embargo, y continuó dándonos la espalda.

— ¿Eres tú quien estuvo detrás de los ataques? —Preguntó Sam, todavía con su voz de policía mala.

La figura no respondió, aunque lentamente alzó ambas manos. Eran pequeñas, muy pálidas, delicadas. ¿Manos de mujer? ¿Estaba bien que asumiera eso? Decidí dejar que Sam hiciera las preguntas. Parecía no estar muda de miedo como yo.

— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué trajiste esas herramientas? ¿Qué estás planeando?

De nuevo, sólo hubo silencio, aunque puedo jurar que los latidos de mi corazón debieron de ser captados por algún sismógrafo en el observatorio de Royal Woods. Me sorprendía que no me hubiera desmayado ya producto de los nervios. Todo el valor que había inundado mi corazón minutos antes se había esfumado ya, dejándome al borde de un ataque de nervios.

Esperamos que la figura respondiera, o al menos que volteara para dar la cara. No lo hizo, sin embargo. Continuó de pie, con las manos en el aire durante unos tensos, y largos segundos, hasta que finalmente, dio un lento paso hacia atrás. Sus brazos estaban temblando, y aquel paso, alejándose del borde del escenario, fue lento y dubitativo. Tanto Sam como yo retrocedimos también un paso, manteniendo nuestras distancias. Apuntaba la linterna contra la parte trasera de la cabeza de esta figura, esperando que, de voltearse, estuviera lo suficientemente encandilada como para no reaccionar de inmediato ni reconocer nuestros rostros en la oscuridad.

Dio un nuevo paso hacia atrás, y tan concentrada y asustada me encontraba que fallé en notar que se había colocado justo a un lado de la caja de herramientas.

Y en un parpadeo, desapareció.

Un momento estaba allí de pie, y una fracción de segundo más tarde, ya no estaba. Sam y yo nos sobresaltamos, retrocediendo un paso. No hubo ninguna transición, ningún desvanecimiento. Sencillamente dejó de existir de un instante al otro, como si nunca hubiéramos estado hablando con nadie.

Experimentar algo tan extraño e inesperado como eso ocasiona algo parecido a un colapso mental. Durante varios segundos no pude formar ningún pensamiento coherente, tratando de comprender lo que acababa de suceder. Permanecimos en silencio, sin poder reaccionar, hasta que de repente la caja de herramientas se levantó en el aire y comenzó a alejarse a toda velocidad.

Aún entonces, nuestro tiempo de reacción fue muy lento, y para cuando finalmente entendimos que aquella persona acababa de volverse invisible, ya se hallaba a varios metros de distancia.

— ¡Alto ahí! —Gritó Sam, y de inmediato se lanzó a correr tras aquella persona. Mis piernas no reaccionaron tan rápido, y viendo la velocidad a la que la caja de herramientas se alejaba, rápidamente comprendí que no podría alcanzarla.

Pero eso no significaba que no pudiera ayudar a Sam de otras formas. Podía alentarla, motivarla, hacer que diera más de sí misma, alcanzando sus límites y dándolo todo. Cantar la canción correcta para que diera todo en aquella carrera.

Apunté hacia Sam con una mano y de inmediato comencé a cantar la primera canción que se vino a mi mente, redirigiendo aquella motivación hacia ella.

Ooh, you're burnin' through the sky, yeah
Two hundred degrees, that's why they call you Miss Fahrenheit
You're travelling at the speed of light
I wanna make a supersonic woman of you!

El efecto fue inmediato. Aún mientras cantaba, la velocidad a la que Sam corría incrementó notablemente, recortando la distancia entre ella y la caja de herramientas flotante. Estaban llegando a la puerta de salida, pero estaba claro que mi amiga lograría interceptar a aquella persona invisible antes de que lograra escapar.

Entonces noté que la caja de herramientas se detenía, flotando en el aire, y tras dos segundos de pausa, aquella figura volvió a aparecer. Esta vez estaba mirándonos de frente, pero la luz de la linterna no alcanzaba a iluminar su rostro, el cual continuaba oculto por debajo de la capucha. Se colocó en una pose como para recibir la embestida de Sam, e inmediatamente interrumpí mi canto.

¿Y si sacaba un cuchillo? ¿Y si tenía un arma? ¿Y si Sam estaba corriendo a una trampa? No tuve más tiempo para preocuparme, pues en seguida Sam cortó la distancia entre ellas, y fue decidida a derribar a aquella figura, impactándola de lleno en el pecho y mentón con su hombro.

Y cuando digo "impactándola", más bien me refiero a que la atravesó como si de un holograma se tratase, pasando de largo y cayendo luego al suelo, no recibiendo la resistencia que su cuerpo esperaba. La figura inmediatamente retomó la carrera, uno de sus pies atravesando el pecho de Sam mientras corría, y luego atravesó una de las paredes del auditorio como si no estuviera allí en absoluto, perdiéndose de nuestra vista.

Me acerqué corriendo para revisar a Sam, quien estaba poniéndose de pie frotándose el rostro con el que había impactado el suelo.

— ¡¿Estás bien?!

—Sí… Aunque eso dolió —admitió—. ¡Vamos, no podemos dejar que se escape!

Nos acercamos corriendo hacia la puerta de salida, pero estaba cerrada, y para cuando Sam logró forzar la cerradura y salimos al pasillo, ya no había rastro alguno del perpetrador. Nos dirigimos a la salida y buscamos por los alrededores, pero no hallamos nada. Ninguna huella, ninguna pista de hacia dónde había escapado.

Escapado. Se había escapado. Lo teníamos, y lo habíamos perdido. Yo lo había perdido. No habíamos llamado a la policía. Todo porque había querido jugar a los superhéroes. Por dejarme llevar por la emoción de estar usando mis poderes. Por querer probarlos de nuevas formas. Por sobrestimar mis capacidades. Todo era mi culpa.

Caí de rodillas al suelo, y cubrí mi rostro con mis manos mientras dejaba escapar un grito de impotencia.


Abrí la puerta de mi casa sin siquiera golpear la puerta. Eran casi las ocho de la noche. Sólo había una lámpara encendida en la sala de estar, con Chunk sentado en el sofá mirando la televisión. No me atreví a dirigirle la mirada, pero pude ver por el rabillo del ojo que estaba muy sorprendido de verme a mí y a Sam entrar en la casa.

— ¿Luna? ¿Sam? ¿Qué están…? Creí que se quedarían en la casa de Sam.

—H-Hola, Chunk —saludó Sam, cerrando la puerta mientras yo me dirigía directamente a mi habitación—. Lo siento, hubo un… cambio de planes. ¿Está bien si me quedo a pasar la noche?

—Uh… Sí, claro. Por supuesto. ¿Ya cenaron? Puedo calentar un…

—No tengo hambre —dije sencillamente, entrando al pasillo que llevaba a mi habitación. Solo hubo silencio hasta que Sam me siguió a paso ligero.

Estaba llegando a la puerta de mi habitación cuando Tabby se asomó desde su habitación. Sus ojos se fijaron en mí por un segundo, y noté una pizca de preocupación, pero en seguida se le dibujó una sonrisa cuando vio quién venía detrás mío.

— ¡Sam! —La saludó, saliendo al pasillo vistiendo su pijama color púrpura y abrazando a mi mejor amiga— ¡Hace mucho que no venías a visitar!

Entré a mi habitación y de inmediato me lancé sobre la cama, cubriendo mi cabeza con una almohada y deseando que pudiera desmayarme y no despertar hasta Año Nuevo.

— ¿Cómo está mi pequeña Elsa? —Escuché que Sam decía, haciendo que mi hermana riera un poco— Escucha, tu hermana y yo tenemos cosas que resolver. Voy a quedarme a pasar la noche. Mañana a la mañana podemos hablar todo lo que quieras antes de la escuela, ¿te parece?

— ¡Perfecto! Así puedo practicar mi movimiento definitivo antes de mostrártelo. ¡Y ya tengo elegido un nombre de heroína!

—...sí, tenemos que hablar sobre eso.

Oí unas despedidas, y luego el sonido de la puerta de mi habitación cerrándose. Unos segundos después, mi colchón se sacudió con el peso de una nueva persona sentándose a mi lado, colocando una mano sobre mi espalda y acariciándome con delicadeza.

—Entonces, ¿quieres hablar de lo que pasó? —Me preguntó.

Gruñí contra la almohada, tratando de ahogar las lágrimas que amenazaban con liberarse. Ella suspiró y me tomó por los hombros, obligándome a que volteara. No quería hacerlo, la verdad. Quería llorar, y era más fácil si mi mejor amiga y ex novia no estaba mirándome con tanta preocupación e intensidad.

— ¿Te das cuenta de lo que pasó? —Dije, luchando por mantener la voz firme.

—Estoy segura que las dos tenemos una mirada muy distinta de lo que ocurrió, así que te dejaré ir primero.

Parte de mí quería golpearla en su lindo rostro por sonar tan despreocupada, pero de inmediato noté que en sus ojos había una total sinceridad. Entendimiento. Apoyo. Todo lo que Sam siempre me había proporcionado y que me hacía sentir en plena confianza. Siempre dispuesta a escucharme, a dejar que ventile todas mis dudas, temores, preocupaciones.

Suspirando, me senté junto a ella, las dos apoyadas contra el respaldo de mi cama.

—Pasé años huyendo de mis poderes —comencé, en voz baja para que mi familia no me oyera si es que por algún motivo decidían tratar de espiarme—. Asustada de ellos. Tratando de olvidarlos. Deseando que se fueran por arte de magia y me dejaran ser una persona normal. Y hoy… hoy di rienda suelta. Primero quise ayudar a Mazzy, porque tenías razón cuando me dijiste que podía evitar dolor y sufrimiento. No había nadie a mi alrededor, así que dije "¿qué demonios?".

—Y gracias a eso las salvaste —me recordó, colocando un brazo por encima de mis hombros y acercándome a ella para que mi cabeza se acomodara en el espacio entre su hombro y su rostro—. Evitaste que se lastimaran o que lastimaran a alguien más, y las controlaste para que pudieran recibir ayuda de inmediato.

—Sí. Quizás tengas razón y estaba justificado. ¿Pero sabes qué sentí?

— ¿Qué sentiste?

—Ganas de más —admití, enterrando mi rostro en su hombro. Ella me rodeó con sus brazos, y me dejé abrazar. —Me sentí… libre. Dejé salir una parte de mí que traté de ignorar durante tantos años, y en cuanto usé mis poderes, mi cuerpo me pedía más. Sentir más de esa energía, más de esa satisfacción. De ese… poder. Es aterrador, Sam.

—No… no suena tan aterrador.

Sacudí la cabeza. Por supuesto que ella no lo entendía. ¿Cómo podría alguien entender una sensación que eran físicamente incapaces de sentir? Era como querer enseñarle a un pez a trepar un árbol.

—Es lo que siempre temí de los metahumanos. Lo que siempre supe que pasaba. Lo… lo que había vivido cuando era niña. Cuando tienes poderes… tienes algo que te hace diferente. Especial. Puedes hacer cosas que los demás no. Y es como una maldita droga. Sentir que controlo la realidad con un pensamiento. Calmar a alguien con mi voz. Cerrar mi puño y que se haga el silencio, callando incluso tu voz. Señalarte con un dedo, cantar una canción, y que te vuelvas más rápida. Es como querer jugar a ser Dios, Sam.

Noté que sus músculos se tensaban y me abrazó más fuerte.

—No digas esas cosas —murmuró—. Tú sabes que no eres así.

—Así se siente. No los usé durante años en público, y luego de usarlos una vez, acabo el día usándolos dos veces más. Y todo porque decidí que debíamos ir a detener a esta persona nosotras mismas. Yo misma. ¿Y por qué? Porque tengo poderes. Por supuesto que puedo detener a alguien que no conocemos y que podría haber sido increíblemente peligroso. Ese es el problema de los héroes. Creen que porque hacen cosas que nadie más puede, eso significa que pueden hacerlo todo. Y culpa de ello, acaban metiéndose donde no deben, y gente inocente resulta herida.

—Nadie resultó herida.

— ¿Y si ella tenía un arma? —Le dije, levantando la vista para poder mirarla con ojos vidriosos— Sam, ¿y si tenía algún poder que pudiera haberte lastimado? Saliste corriendo tras ella y yo me quedé atrás. ¿Y si te lastimaba? ¿Y si… y si te mataba? ¿Tienes una idea de lo que haría si algo te pasara?

—Nada me pasó, Luna —me dijo con firmeza, tomando mi mano—. Estoy bien. Todo salió bien. Hiciste lo que tenías que hacer para ayudar a Mazzy. Luego usaste tus poderes para evitar que nos descubrieran mientras nos escabullíamos para emboscar a esa rata. ¿Y lo que hiciste para darme más velocidad? ¡Eso fue asombroso! No sabía que podías hacer esas cosas, Luna. Es… es espectacular. Por supuesto que si tienes poderes vas a querer usarlos. Es como pedirle a alguien con talento en la música que no toque ningún instrumento.

—Sam… por mi culpa esa persona escapó. ¿Entiendes? Podríamos haber dejado que la policía se encargue de ella.

— ¿Y qué crees que habrían podido hacer contra una persona que se hace invisible y atraviesa objetos sólidos? —Me preguntó con incredulidad— Hubieran tenido la misma suerte que nosotras, pero ahora estaríamos en la comisaría explicando cómo es que nos enteramos que había alguien en el auditorio de la escuela.

—Van a encontrar los videos de nosotras escabulléndonos en la escuela—dije, sintiendo que estaba comenzando a hiperventilar—. Van a verme usando mis poderes. Mi vida está acabada…

— ¡Luna, basta! —Dijo, separándose de mí para poder arrodillarse y tomarme por ambas manos. Su mirada era seria— ¡Deja de ser tan negativa! ¡Sé que tus poderes son un tema muy sensible, pero no tienes que dejar que esos sentimientos te controlen! ¿Cómo no vas a sentirte bien usándolos? ¡Son parte de ti! Es como si quisieras vivir sin tu voz. Por supuesto que se sintió como si estuvieras libre. Rompiste unas cadenas que colocaste a tu alrededor durante muchísimos años.

—Y por una buena razón.

Sam bufó, agachando la cabeza, visiblemente irritada por mi actitud. Tras algunos segundos, volvió a levantar la mirada, esta vez con una chispa desafiante en ellos.

—No soy buena explicándome —me dijo—. Y tú eres muy terca para entender la razón.

No lo negué.

—Así que tendré que hablar en tu idioma para que entiendas.

Cerró los ojos por un segundo y tomó aire, como si estuviera mentalizándose. Y luego, cuando volvió a mirarme, una gran sonrisa cruzaba su rostro.

I've been thinking good good things about you
Cool and warm, good good things about you
If you've been thinking good good things about me
So cool and warm when you put your arms around me

Su suave voz era tan agradable como una caricia de terciopelo. Ayudó inmediatamente a calmar mis nervios, pero no sólo por su tranquilo tono de voz y la intensa mirada que me dedicaba, sino porque, como ella bien sabía, yo podía sentir todas las emociones que quería transmitirme. Cariño, entendimiento, comprensión, emociones que me decían que todo estaba bien, que ella me quería tal y como era, que no me había equivocado. Emociones desenfrenadas, sin filtro, directamente desde el corazón. Y, ante la certeza de que cada sentimiento que me transmitía era auténtico, no había nada que pudiera decir para refutarla. Sólo me quedaba aceptar lo que me decía…

O transmitirle yo también sentía para que me entendiera. Luego de que acabara su estrofa, fue mi turno de cantarle.

I tried to be perfect
It just wasn't worth it
Nothing could ever be so wrong
It's hard to believe me
It never gets easy
I guess I knew that all along

La sonrisa de Sam palideció por un instante, pero en seguida negó con la cabeza, y no tardó ni un instante en responderme.

And I know you don't believe me
And you think that I'm a fool but I don't care
Maybe you'll never see in you what I see
The little things you do that make me go crazy, I'm not crazy
You're perfectly perfect to me

Por unos instantes, me quedé sin palabras. ¿Cómo podía Sam tener una imagen tan positiva sobre mí, incluso después de lo que había ocurrido durante el día? ¿Luego de que lo arruinara todo? Luego… luego de todo lo que había confesado…

No entendía el dolor que llevaba dentro. Las inseguridades. Los temores. Las partes más oscuras que se ocultaban en mi corazón. Una parte de mí que odiaba, una sombra de la que quería deshacerme pero a la que parecía estar atada. Cerré los ojos y volví a cantar, no atreviéndome a mirarla directamente mientras admitía a través de la música lo mucho que me avergonzaba de aquella parte de mí misma.

When you feel my heat, look into my eyes
It's where my demons hide, it's where my demons hide
Don't get too close; it's dark inside
It's where my demons hide, it's where my demons hide

La sentí temblar. No me sorprendió, pues lo que había compartido era… bastante fuerte. Emociones donde las palabras no alcanzan, innombrables sensaciones que nunca admitiría a nadie más. Sólo con Sam podía sentirme lo suficientemente cómoda como para hablar de esos temas. Ella era la única persona que me leía como un libro abierto, que me entendía por quien realmente era. La única persona con quien podía ser auténtica, sin filtros ni máscaras, que me aceptaba con todas mis virtudes y defectos.

Incluso con tantos años juntas, y pese a que le había cantado mis emociones incontables veces, era entendible que se sintiera tan impactada por lo que acababa de transmitirle. En parte por lo chocante que quizás fuera para ella comprender el tipo de cosas que yo creía de mí misma, pero también porque le estaba dejando que experimentara esas sensaciones tal y como yo las vivía. Una pizca de lo que yo cargaba dentro mío cada día.

No me sorprendió que permaneciera en silencio durante unos largos segundos, dejando que mis emociones se diluyeran y abandonaran su sistema. Lo que sí me sorprendió fue cuando, más pronto de lo que imaginaba, colocó una mano debajo de mi mentón y me obligó a mirarla.

Sus ojos se veían ligeramente cristalinos, pero incluso sin que cantase, podía leer claramente la sonrisa que me dedicaba. Acomodó sus dos manos en mis mejillas, y ladeó ligeramente la cabeza antes de dedicarme una nueva sonrisa.

I never thought it would come to this, and I
I want you to know
Everyone's got to face down their demons
Maybe today…
you can put the past away!

Dejar el pasado atrás. Enfrentar mis demonios… ¿En verdad lo creía? ¿En verdad pensaba que existía esa posibilidad para mí?

Por supuesto que lo hacía. Podía sentirlo en su voz. Uno puede mentir de muchas formas, pero no con sus emociones. No en la música, al menos no conmigo. Sam genuinamente creía que, incluso con todos mis defectos, con las terribles cosas que mis poderes habían causado en el pasado, yo podría superarlo. Siempre lo creyó.

Ella siempre me había apoyado. Me decía que mis poderes no eran una maldición como yo creía, sino una bendición. Que usarlos no era necesariamente algo malo, sino que tenía el potencial de ser bueno. Incluso luego de mi fracaso al tratar de detener a la persona que había lastimado a nuestros amigos, ella creía en mí.

¿Qué había hecho para merecer a una amiga como Sam?

Me lo preguntaría durante el resto de la noche, mientras ella permanecía a mi lado tratando de que me sintiera mejor.