Ana estaba trabajando en la ferretería aprovechando el descanso se puso a estudiar, su sueño era trabajar algún día en una editorial siempre había amado los libros, cuando acabó volvió a casa.
Pero al llegar se llevó una sorpresa había un coche elegante aparcado justo enfrente y un hombre trajeado cuya postura le recordaba a su padre y parecía estar de poco humor.
—Disculpe ¿ocurre algo?—
El hombre al verla su rostro se endureció más y Ana creyó ver ¿simpatía? No entendía nada y se apresuró a su casa.
Cuando llegó en el salón estaba su padre y dos personas que no conocía.
Un hombre increíblemente guapo con ojos grises y pelo color bronce estaba sentado enfrente de su padre y de pie detrás del desconocido había una chica morena que colocaba una mano en el hombro del hombre como si le estuviera apoyando en algo.
—Hola ¿papá que pasa?—
Ambos desconocidos se volvieron la mujer Ana tubo que contener un grito era prácticamente clavada a ella excepto por sus ojos y había algo en su sonrisa que no le gustó y viendo bien al hombre Christian era aún más atractivo, dominaba la habitación con solo su presencia pero había algo en el que la intimidaba.
—Ah usted es la señorita Steele ¿no es así? Me temo que tengo malas noticias para usted y su padre—
Ana se puso al lado de su padre quien tenía el rostro oculto tras sus manos y los miró furiosa ¿que le hicieron?
—¿Y que son esas malas noticias?—
—Vera hace poco adquirí estas propiedades y tengo entendido que están con problemas con el banco por la hipoteca les he dado una oferta mejor y ellos me han dado la propiedad—
—¿¡Cómo!? ¡no pueden hacer eso! ¡íbamos al día en el pago y ahora por unos retrasos sucede esto!—Ana escupió esto con tal veneno y rabia que sorprendió a ambos visitantes el hombre la miraba con curiosidad y algo que no sabía.
—Pero así están las cosas señorita Steele el asunto está finiquitado pero puede cambiar eso sin tener que su padre pierda su hogar—
Ana entrecerró los ojos en el ¿que pretendía?
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Ana no podía creer que hubiera legado a esto este tipo a cambio de perdonar la hipoteca a su padre quería que se casara con él ¿que pretendía con eso? Se sentía como una puta común pero no tenía otro remedio.
Ella no era la única descontenta, Leila aunque exteriormente se veía calmada por dentro estaba gritando y llena de rabia y veneno.
Christian se estaba preparando cuando vio a Leila en la entrada del vestidor y por su expresión no estaba contento haciendo sonreír interiormente a Christian.
Oh esto promete, sabía que me vendría con este cuento.
—¿Ocurre algo Leila?—
—Lo sabes bien tienes lo que quieres vengarte ¿pero es necesario que te cases con ella?—Leila se aproximó hasta estar justo enfrente de él—¿O lo has olvidado? Elena siempre decía que el matrimonio es absurdo así como...
—El amor lo sé Leila pero este matrimonio es de pega y por conveniencia como el que tubo Elena con Lincoln siendo ella mi esposa será la oportunidad perfecta para atormentarla y hacer de su vida una tortura—
Leila todavía no se veía muy convencida pero Christian continuó y la hizo mirarlo a los ojos.
—Leila eres mi amiga, confío en ti y en que lo entiendas esto no cambia nada ¿no es lo que queríamos? ¿hacerle pagar por todo?—
—Lo sé—dijo finalmente derrotada.
—Bien después de la boda es cuando empezará la tortura d ella señorita Steele—
Ante eso Leila se animó y después de despedirse se fue dejándolo, la verdad es que Ana lo tenía intrigado su aspecto era justo el que le gustaba de una mujer morena, piel pálidas y delgada pero no demasiado. Lo que le atrajo más fue ese fuego que ella poseía, es cierto que la odiaba y quería vengarse pero no negaba la atracción que sentía por ella.
Sonrió este matrimonio prometía ser interesante.
