Disclaimer:

La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.

Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

[PROHIBIDA SU COPIA]


Las tres semanas prácticamente habían pasado desapercibidas para los jóvenes prometidos, entre sus trabajos y los preparativos finales para la boda apenas tenían tiempo libre y sin embargo durante esos días ambos sentían la necesidad más que nunca de estar en compañía del otro, Adrien procuraba posponer para más tarde sus reuniones para así poder ir con Marinette juntos al trabajo, ella siempre preparaba algo para llevar y comer con él en su despacho, lo mejor era al llegar la noche que siempre regresaban juntos a su casa, una cena ligera acompañada de risas, compartir una copa de vino frente a la chimenea o ver la televisión abrazados y envueltos en una cálida manta eran momentos que disfrutaban y atesoraban. Y en su habitación esta necesidad no era menos, daban rienda suelta a su deseo con pasión desenfrenada, Adrien se asombraba por la desinhibición que mostraba su dulce niña haciendo que esos momentos fueran inolvidables.

Era la víspera del gran día y Alya revisaba junto a su amiga que todo estuviera listo y en orden, no por nada la morena había sido parte esencial en la organización del evento.

- ...y por último el banquete, mi madre me ha confirmado que está todo a punto para mañana, no faltará nada.

- Muchas gracias Alya no sabes cómo te agradezco que me hayas ayudado, con todo el trabajo en la empresa nunca hubiera podido preparar la boda.

- No sea tonta, sabes que me ha encantado ayudarte, no todos los días se casan dos de mis mejores amigo. - se acercó para darle un abrazo a su amiga.

- Y dime, ¿estás nerviosa por casarte con tu príncipe azul?. - la miraba con la ceja arqueada y una sonrisa divertida.

- Aunque hace un año que vivimos juntos no te imaginas lo nerviosa que estoy. - bajó la vista soltando un suspiro - Es un sueño hecho realidad.

- Y tanto, - reía alegre la morena - estuviste esperando por él casi tres años - comentó recordando su época de instituto - aunque es verdad que él nunca salió con ninguna chica en ese tiempo hasta que quedó prendado de tus encantos. - ahora la risa de la pelirroja era más sonora.

- ¡Alya!, sabes que no fue así. - un ligero sonrojo se apreciaba en su cara.

- Lo que tú digas. Y hablando de tu príncipe, Nino me dijo que estuvo tomando un café con él ayer, al parecer a tu chico no le cabe la alegría en el pecho, que está exultante de felicidad por casarse contigo.- un nuevo sonrojo aparecía justo debajo de unos ojos brillantes enamorados.

- Estoy feliz por ustedes, al menos acerté con una.

- ¿A qué te refieres? - preguntó curiosa la azabache.

- Desde el primer día yo siempre creí que tú y Adrien acabarían juntos, no me preguntes porque, son de esas cosas que solo las sabes y ya está. Pues lo mismo creía de Ladybug y Chat Noir - los ojos de Marinette se abrieron en una expresión de sorpresa, siempre supo que su amiga era fan de ella y de Chat pero desconocía que los emparejara sentimentalmente - siempre pensé que acabarían juntos como pareja, pero ya ves con el paso del tiempo se han ido distanciando y hoy en día ni siquiera se les ve juntos, yo siempre vi química en ellos. - soltó un suspiro de resignación - Lo importante es que contigo acerté y ahora estás con él amor de tu vida.

Alya miró su teléfono y se sobresaltó. - ¡Oh Dios! son las siete, Nino va a matarme, - la azabache la miraba confundida - había quedado con él hace quince minutos. - tomó sus cosas con rapidez y se levantó del sofá.

Le dio dos besos a su amiga y un rápido abrazo - Mañana estoy aquí a las nueve, no vayas a quedarte dormida. - se despidió guiñándole un ojo.

- No te preocupes, hasta mañana.

Marinette fue hasta el salón y comenzó a recoger lo que habían utilizado para el té que tomaron. No estaba tranquila pues las palabras de Alya le trajeron muchos recuerdos de ella y de Chat y era verdad lo que su amiga decía, él siempre le había coqueteado, se reía sola al recordar todo lo que su compañero hacía para llamar su atención, después de que empezó a salir con Adrien si notó que él ya no era tan coqueto con ella pero eso no afecto a su relación al contrario se compenetraban aún más en la lucha contra los akumas. Si, su relación era muy buena, se basaba en una confianza ciego entre el uno y el otro, hasta ese día...

Tikki salió de la habitación y flotó hasta ella.

- ¿Está todo bien?, te veo muy seria. - intuyó el kwami.

- Si, solo estoy pensando en algo que me contó Alya. - respondió esquiva dejando atrás sus pensamientos.

- ji ji, Marinette tú siempre estás en las nubes.

- Ven, Tikki vamos a la cocina y te sirvo unas galletas. - el pequeño kwami siguió a su portadora.

Ya en la cocina Marinette le puso a Tikki un plato con galleta de chocolate y vainilla y ella tomó un vaso con agua.

¿Hoy no vas preparar la cena?.

- No, Adrien me avisó que regresaría tarde porque tenía que dejar organizados varios asuntos, como estaremos de viaje por tres de semana no quiere encontrarse con sorpresas a nuestro regreso.

- ¿Vamos a ir de viaje? - preguntó con inocencia el pequeño ser.

- Claro que sí, es nuestra luna de miel, ya sabes nuestro viaje de recién casados. - respondía con ilusión la azabache.

- Así que hoy solo cenaremos tú y yo. - Marinette se preparó una ensalada y cenó junto a su pequeña amiga en la cocina.

Recostada en su cama no dejada de darle vueltas a su conversación con Alya sobre Chat Noir, ¿y si esta fuera la oportunidad para la reconciliación?, le dolía la situación por la que estaba pasando con él, su felicidad no estaría completa si no se quitaba esa espina.

- ¿Tikki? - se levantó de su cama y fue hasta el escritorio, al momento su kwami apareció a su lado.

- Estaba pensando si te apetecería que saliéramos a tomar el aire. - le insinuó con un guiño.

Su kwami le mostró una sonrisa en señal de asentimiento - Solo di las palabras.

- Tikki, transformación - ya transformada y al saberse sola se sentó frente al escritorio y tomó unos papeles y una pluma.

Al cabo de un rato ya estaba columpiándose sobre las calles de Paris en su búsqueda de cierto minino, hoy era su turno de patrullar así que tarde o temprano lo encontraría.

Al girar en una calle pudo ver una familiar silueta saltando por los tejados con la ayuda de un bastón, sin pensarlo dos veces comenzó a seguirlo hasta que lo vio aterrizar sobre la terraza de una de las torres de Notre Dame. Tomando aire y preparándose para lo que pudiera pasar se impulsó hacia la catedral para de un salto posarse grácilmente a unos pocos metros del héroe.

Chat Noir al notar la presencia a sus espaldas se giró de inmediato con su arma en la mano, su sorpresa fue mayúscula al verla a ella ahí, pensó que le había dejado claro que no lo buscara mas. Al momento apretó la mandíbula y las venas de su cuello se tensaron.

- Otra vez tú, acaso no te dije que...

- Por favor no digas nada solo déjame hablar y después me iré. - lo había dejado con la palabra en la boca, no podía permitirle otro monólogo de críticas y acusaciones, ella había ido ahí a tratar de arreglar las cosas y si él empezaba a hablar nunca lo conseguiría.

El héroe puso el arma a su espalda y guardó silencio esperando lo que fuera que le tuviera que decir su antigua compañera. Cinco minutos, solo cinco minutos escucharía sus patrañas y sus falso arrepentimiento y después se largaría de ahí.

- Gracias, seré breve. - agradeció su silencio - Desde que nos fueron entregados los prodigios hemos sido amigos, nos hemos cuidado y apoyado mutuamente, hemos defendido esta ciudad hombro con hombro, tú fuiste la primera persona en creer en mi aún antes de que yo misma lo hiciera. Nunca te lo dije pero el primer día tenía tanto miedo a fallar que renuncie a mi prodigio, si no hubiera sido por tus palabras yo no hubiera tenido el valor de continuar siendo Ladybug. - Chat Noir la escuchaba en silencio pero su mirada de despreció no cedía - Siempre te he considerado más que un amigo, en ti he confiado mi vida un sinfín de veces y aún lo haría, créeme si te dijo que te quiero Chat y sufro al ver el odio que me tienes. - el héroe abrió ligeramente los ojos ante sus últimas palabras - Quiero recuperar a mi amigo, quiero que volvamos a estar como antes, quiero que no me odies...- la heroína dio un profundo suspiro - quiero que vuelvas a confiar en mí. - dicho eso último puso frente a él un delicado sobre en tono crudo con efecto piel de melocotón y acabado en oro.

El lo miraba con interés, había algo en ese sobre que le resultaba familiarmente conocido.

- Como muestra de que todo lo que te he dicho es verdad quiero que estés presente en el día más importante de mi vida... - el chico la miraba ahora incrédulo - ...mañana es mi boda y este sobre es la invitación. - Ladybug no notó el imperceptible temblor en la mano de Chat Noir al tomar el sobre.

- Se que con esto conocerás mi identidad pero confío en ti. - se giró y camino hasta el borde de la torre ante el completo mutismo del chico.

- Gracias por escucharme y espero verte mañana y que podamos pasar página. Adiós Chat Noir. - mostrándole una sincera sonrisa lanzó su yoyó para después impulsarse al vacío.

Al verse solo, rápidamente puso su vista en el sobre, escudriñando minuciosamente cada esquina del mismo, el temblor en su mano era ya más que notorio pero eso no impidió que reconociera la delicada caligrafía con la que habían escrito su nombre. Pasó su mano por su frente para retirar el sudor que se empezaba a meter en los ojos, notaba como su cuerpo estaba hiperventilando. Con los ojos desorbitados y los dientes apretados se apresuró a abrir el sobre, sus manos temblorosas no le eran de mucha ayuda para esa sencilla tarea, al fin pudo abrirlo y sacar la invitación.

Se quedó impactado al confirmar lo que ya intuía, sus pupilas contraídas recorrían cada línea escrita en ese papel y sus labios temblorosos pronunciaban en silencio las palabras que iban retumbando en su cabeza. Ahí en el centro del papel resaltados en una perfecta cursiva estaban aquellos nombres como queriendo burlarse de él, "Marinette Dupain-Cheng y Adrien Agreste".

No se percataba de las pequeñas marcas que poco a poco iban apareciendo sobre el papel y que iban difuminando sutilmente la tinta. Todo su frágil mundo había pendido de un único y fino hilo, Marinette, ahora ese hilo se había roto. Sentía como todo aquello por lo que se había mantenido estoico, todo su futuro por el que día a día luchaba por tener con la mujer que amaba, todo eso era devorado por la mentira y la traición.

Después de desahogar parte de su dolor irguió su pose, su mirada irradiaba decepción e ira. Estrujo con odio el papel en su mano y se lanzó a la noche con un solo destino fijo en su mente.

Marinette terminaba de preparar su maleta para el viaje de luna de miel, prefirió no contarle nada a Tikki de su encuentro con Chat Noir, sabía lo inflexible que era en cuanto a lo de su identidad secreta pera ella se lo debía a su amigo, necesitaba que todo volviera a ser como antes.

- Marinette, ¿no te vas a acostar?. Es tarde y mañana es un día importante, ¿no querrás ir con ojeras? - le recomendaba el pequeño kwami.

La azabache miró en el reloj que era algo más tarde de las once. Tomó su teléfono y tecleó un número muy conocido por ella.

- ¿Diga? - respondió una fría voz al otro lado.

- ¿Adrien?, ¿Estas bien amor? - le desconcertó el tono de voz de su novio.

- Si, no te preocupes estoy terminando de ordenar unos papeles y salgo para allá. No me esperes despierta...amor - fue imperceptible lo forzado de la última palabra.

- Vuelve con cuidado, te quiero. - la llamada se cortó sin recibir respuesta, miró confundida su teléfono.

Adrien guardo el teléfono en su bolsillo y volvió a colocar el cuadro de su madre en su lugar ocultando así la caja de seguridad de su padre.

- ¿Que hacemos aquí?, este lugar me eriza la piel. - comentó Plagg.

Adrien lo miró de soslayo - He venido a recoger un paquete. - respondió con sequedad.

Eran pasadas las doce cuando llegó a su hogar, subió a su habitación y ahí estaba ella apaciblemente dormida, se veía tan hermosa, tan inocente. Apretó sus puños con furia al pensar en toda la verdad que le había golpeado de lleno esa noche, a paso veloz salió de la habitación, no quería cometer una locura. Se dejó caer en el sofá del salón, estaba muy cansando, por ahora solo quería dormir.