N/A: :^D

Aclaraciones:
—Diálogo
"Pensamiento"
Énfasis, parte de una canción.


Un profundo suspiro, el crujir de la madera. Sonidos que por separado no significan mucho, pero juntos eran más de lo que hubiera deseado desde hacía ya tanto tiempo. La tenue luz que se colaba por su ventana y se reflejaba en la cadena de oro que adornaba su cuello lo tenía hipnotizado, de haber sido un poco más audaz la habría arrancado para usarla él, cual collar para perro, algo que indicara y no dejara ninguna duda sobre a quién le pertenecía. ¿Él hubiese aceptado dársela, de tan solo pedirlo?. No podía soportarlo más, estaba demasiado cansado por esa noche. Cerró los ojos con fuerza y gimoteó al sentir el peso del otro cada vez más ligero sobre sí en lo que se apartaba para acomodarse a su lado. Lo fresco del ambiente a causa del aire acondicionado encendido pareció golpearlo con fuerza en el pecho haciéndolo estremecer por el frío, y el ruido del armatoste, por la vergüenza. ¿Cómo es que se le había ocurrido invitar a su jefe a su horrible departamento?

Speak softly, love…so no one hears us but the sky… —la ronca voz de Geese se suavizó ligeramente, pronunciando con lentitud sugerente una línea de aquella canción que amaba tanto.

The vows of love we made…will… —Billy dudó un instante que duró lo suficiente como para que Geese echara a reír. Había escuchado aquello tantas veces en muchos viajes juntos que creyó que ya se sabría de memoria las letras, pero estaba equivocado y no pudo evitar sentirse apenado por ello. Geese se sentó en la cama y lo miró sonriendo de lado antes de acariciar su cabello suavemente. Billy se estremeció.

Will live until we die. Por favor Billy, creí que ya sabrías que sigue —tanteó sin ver la mesa de noche que estaba junto a la cama y tomó los cigarrillos y el encendedor de Billy, arqueando una ceja en ligera sorpresa al verlos aunque ya supiera bastante bien que el desprecio del menor por el humo no fuera tan real. Observó un instante la marca del tabaco, no era lo que acostumbraba fumar, distaba enormemente de la calidad de los suyos, pero serviría. Billy se acurrucó a su lado y cerró los ojos, demasiado cansado como para mantenerse despierto por más tiempo y antes de quedarse dormido, prometió que aprendería la letra para la próxima vez.

La áspera risa de Geese parecía cada vez más lejana y la molesta luz del sol le daba de lleno en los ojos, aquella melodía repitiéndose en su mente. Se movió perezoso hacia un lado solo para caer y darse un golpe que terminó de despertarlo. Billy se quedó adolorido en el suelo, con la voz de Andy Williams como consuelo aun sonando desde los auriculares de su reproductor portátil. A pesar de lo incómodo que resultaba el suelo, se mantuvo incapaz de moverse de allí por lo que ni siquiera intentó levantarse, tampoco detuvo la música que se repetiría por una eternidad de no ser por la corta vida útil de un par de baterías AA. Billy sintió como su boca se torcía en una curva hacia abajo, cualquiera que hubiera podido verlo en aquel momento habría concluido en lo triste y patético que se veía, por lo que agradeció mentalmente encontrarse solo, aunque también no pudiera evitar maldecirse por ello, ¿por qué no podia ser como en sus sueños? Geese habría echado a reir tan solo de verlo rodar dormido hasta el suelo. Acabó por cerrar los ojos, esperando volver a dormirse y soñar nuevamente con esa realidad que era imposible.

Eventualmente, tuvo que moverse, levantándose con bastante pereza del suelo. Dejó su reproductor portátil sobre el sofá donde había dormido en la noche y se dirigió al cuarto de baño. Supuso que podría darse una ducha fría para calmarse y salir a la torre en compañía de su guitarra para lo que sería un nuevo día de prácticas con Iori y Eiji. Billy suspiró pesadamente, aunque los días pasaban muy rapido para su gusto, su música se oía bien, con cada instante se lamentaba un poco haber aceptado ser parte de un proyecto que solo le habría traído mucho cansancio y dudas sentimentales que lo hacían sentir ridículo. Solo deseaba que el verano llegara a su fin de una vez por todas, pero aún faltaban semanas para ello, y lo mismo sucedía con sus vacaciones. Cada vez faltaba menos para volver a la rutina de siempre.

—Ya llevamos bastante tiempo practicando, creo que al fin estamos listos.

Iori se quitó el bajo para dejarlo contra uno de los amplificadores del piso de Billy en la torre, algo cansado pero satisfecho por el sonido de su banda, al fin estaban en donde él quería que estuvieran, sonaban exactamente como se lo había imaginado. Llevaban juntos apenas una semana pero había sido suficiente para que los tres conectaran musicalmente. Pero Eiji y Billy no estaban tan seguros de ello.

— ¿Estás bromeando? —las voces en coro le sacaron una sonrisa al pelirrojo.

— Nunca bromeo cuando hablo de cosas con las que he logrado la perfección, —resopló hacia arriba para acomodarse el mechón de cabello— estoy seguro de que estamos listos para la gran noche.

Billy se quedó pensativo un momento, el entusiasmo de simplemente tener la oportunidad nuevamente de tocar la guitarra con una banda le había hecho olvidar que todo aquello tenía como fin la batalla de bandas, la cual Iori se desvivía por ganar. Eiji se revolvió nervioso en el taburete de la batería, y preguntó con cierta angustia—: ¿Pero eso no es este fin de semana? ¿En unos días?

Iori asintió con la cabeza y rápidamente fue donde el estuche de su bajo y buscó en los bolsillos internos el anuncio del tan anticipado evento que llevaba consigo todo el tiempo, revisando que tal y como Eiji lo hubiera dicho solo quedaran un par de días extra. No tenían tiempo que perder, y además tenían que realizar la inscripción al mismo cuanto antes. Se sentia algo tonto por haberlo olvidado, pero jamás lo admitiría. Buscó en el mismo bolsillo la ficha que había guardado una de las noches que pasó en el bar, para volver con sus compañeros de banda.

—Solo falta el último detalle y debemos inscribirnos con esta nota, debemos hacerlo esta noche, —frunció el entrecejo y agregó en tono fatal— o quedaremos fuera y si pierdo esto prometo que voy a asesinarlos de verdad.

El rubio sonrió de lado y rio entre dientes, estaba ocupado en sus pensamientos como para tomarse en serio su amenaza. ¿Y si invitaba a Ripper y Hopper? ¿Geese aceptaría ir a verlo ganar la batalla o lo vería desde alguna pantalla como si fuera el torneo de KOF?

El estruendo de la batería lo trajo a la realidad, Eiji se veía algo molesto, aunque concentrado. Estaba tocando solo su parte de la canción que Iori había escrito hacia unos días—: Vamos a necesitar otra de estas, puedes escribir de tus amenazas de muerte.

—Podría ser, es una buena idea y será un gran contraste a la primera —Iori se veía complacido— que grandes ideas tienes Kisaragi.

—¿Entonces eso será todo por hoy? —Billy tomó la ficha de inscripción de las manos de Iori para examinar con atención el papel, el pelirrojo solo había escrito el nombre de la banda en el espacio, tal vez para no olvidarlo, pero el resto de los espacios estaban vacíos. Levantó la vista antes de continuar: —Vamos al bar esta noche, dejamos esto ¿y ya?

— Si es esta noche pues están en su cuenta —Eiji por fin se levantó y buscó entre las cosas de Iori algo con que escribir—, el dojo Sakazaki no va a investigarse por sí solo y es la única noche libre sin actividades. Es mi oportunidad.

— ¿Cuál es tu problema con los Sakazaki? —Billy parecía realmente intrigado mientras Iori por su lado intentaba no estallar.

— Absolutamente todos los problemas y necesito ver por ellos cuanto antes, ¿no puede un hombre tener sus secretos?

Iori aceptó de buena gana el plumón que el ninja le alcanzó y completó la ficha en silencio, un escalofrío subió por su espalda y percibió en el ambiente una leve tensión, camuflada bajo la risa de Billy. Estaba seguro de que el rubio había sentido lo mismo, después de todo compartían el mismo secreto.

La mano le tembló apenas al escribir su nombre.

*/*/*/*/*

Billy había pedido prestado uno de los autos de la inmensa flota de Geese, asegurándose de que fuera a pasar más o menos desapercibido escogió uno de los más antiguos que no utilizaban a menudo. No lo había notado, pero tras marcharse Eiji, se había quedado bastante rato en silencio con el pelirrojo afinando los instrumentos, dejándolos listos para la práctica del día siguiente. Ya era de noche, y otra vez estaba solo con Yagami.

— ¿Que clase de auto de viejo es este? —Iori exclamó entre carcajadas mientras analizaba el tablero más de cerca—: ¡Solo funciona con cassettes!

— Cierra la boca quieres, por supuesto que no voy a pedir una limusina para ir a un bar de mierda, ¿o estás demente? —la energía juvenil del otro era agobiante a veces.

— Ahora puedes decir que es una cita, ¿no crees? ¿Vas a llevarnos a nuestra cita en esta mugre?

De la sorpresa aceleró demasiado y el auto salió disparando del lugar, escuchaba las quejas de Iori mientras esquivaba las columnas con la misma velocidad que se le habían subido los colores a la cara. ¿Por qué estaba saliendo con un mocoso como él?

¿Estaba saliendo con Iori?

—¡¿Deja de d-decir idioteces mientras conduzco, quieres?! —Lo miró de reojo, aunque la voz le temblara lo suficiente para hacerle notar que simplemente estaba histérico. Iori sonrió apenas y levantó las manos como indicando que no iba a molestarlo más, y se mantuvo en silencio durante el viaje.

El camino se le figuró eterno, y aunque vio su cara por el retrovisor un par de veces no conseguía que volviera a su tonalidad relajada. Era ridículo que un muchacho le confundiera tanto, no tenía tiempo para esas cosas. Aunque hubiera caído tan bajo como para besarlo, reconocía que aquello había sido un error fatal, y es que ahora no estaba seguro que tanto le desagradaba la idea de ver aquello como una cita. Al llegar estacionaron sobre una callecita angosta del lado de la salida trasera del bar, pero al bajarse Iori se quedó inmobil un instante, aun sosteniendo la puerta del vehículo. Un póster en la pared y muy poco tiempo para preguntar que sucedía, solo quería acabar el trámite y volver a su departamento y estar lejos de él.

—No podemos perder, Billy —cerró con fuerza el auto y caminó hacia el bar, sin darle tiempo de hacer otra cosa más que seguirlo.

El póster estaba también pegado en las paredes del establecimiento, sólo tenía nombres de bandas que ya se habían presentado hacía tan solo unos días, bandas que con certeza serían sus oponentes el fin de semana. Billy realmente no tenía demasiadas dudas del talento y la organización de los tres, y se mantuvo tranquilo a pesar del abrupto cambio de humor de Iori.

Se sentó a la barra y ordenó un par de cervezas mientras buscaba los cigarrillos en los bolsillos internos de su chaqueta. Podía distinguir a Iori en la distancia hablando con el que supuso era el encargado, seguramente para entregarle la ficha de inscripción y asegurar su participación en la batalla de bandas, ya no había marcha atrás. Trató de relajarse, pero se ahogó con la primera calada a su cigarrillo, como siempre.

—¿Qué diablos está haciendo…?

La postura de ambos se veía relajada, y aunque solo veía a Iori de espaldas, el otro sujeto se veía demasiado entusiasmado con tenerlo cerca. Tomó la botella y dio un largo trago, esperando que el amargo sabor aclarara sus ideas. Y funcionó, pues se dió cuenta que ese tipo estaba coqueteando con su cita.

"¡Con mi compañero!"

Apenas un trago y ya se sentía como un desastre, entre las voces de los extraños se le figuró oír la risa de Geese, que encontraba muy divertido hacerle beber algo pesado solo para ver cuánto tardaba en desmoronarse bajo los efectos del alcohol. Tal vez podría beberse la botella que había ordenado para el pelirrojo, y apresurar el resultado. Un grupo de cuatro tipos estaba en el pequeño escenario del lugar y la gente comenzaba a gritar mientras probaban sus instrumentos, no veía a Iori por ningún lado. No pasaba nada si se bebía su cerveza si el pelirrojo no estaba ahí, después de todo él las estaba pagando, podía beber cuanto quisiera. Escuchó las dos primeras canciones con atención, lo que siguió no pudo importarle menos. La banda era otra esta vez, pudo reconocer voces de mujer y una guitarra extra al prestar atención al espectáculo nuevamente.

Pasó un rato hasta que el menor decidió volver.

—No vas a creerme —la voz de Iori mientras se sentaba a su lado lo sobresaltó, ¿en qué momento había regresado? —, contando nuestra banda, solo seremos siete, así que no habrá problema en vencerlos, pero una de ellas es...oye, ¿estas escuchandome?

—¿Fuiste a coquetear con ese tipo solo para eso? —podía sentir una sonrisa burlona curvarse en su rostro aunque no quisiera, pero se sentía en derecho a juzgarlo por haberlo dejado solo tan rápido. Pero Iori era Iori y no iba a dejarse intimidar por sus idioteces.

—Tiene que ser una broma, eres tan viejo como ridículo —miró la botella que supuso que estaba esperando por él pero se rehusó a probar. Siguió hablando—: Hay una banda que es un poco más complicada que las otras, ¿sabes? y han estado viniendo seguido, son los únicos que pueden ser una pequeña amenaza-

— Hey hey, escúchame, no va a ganarnos nadie —se inclinó hacia adelante, lo tomó con suavidad por la nuca acercandolo, Iori se estremeció pero no buscó alejarse de él. Le habló despacio en un susurro como si el ruido de la banda en el escenario no estuviera camuflando bastante toda la conversación—, no va a ganarte nadie, ninguna amenaza de ningún tipo, nada, mientras estés conmigo, ¿me escuchaste, Yagami?

Iori se ruborizó apenas, otra vez lo tenía demasiado cerca, lo suficiente como para besarlo accidentalmente si así lo hubieran querido, pero le incomodaba demasiado que la seguridad en sus palabras solo fuera resultado de las cervezas que había bebido en el tiempo que pasó sacandole información al encargado.

— Más te vale no decepcionarme —su voz sonó a una súplica más que una amenaza.

— Escribe tu canción con esto, escribe otra canción sobre nosotros —presionó sus labios contra los del pelirrojo, incapaz de abrir la boca y besarlo como hubiera querido. Iori se sobresaltó y Billy se echó atrás riéndose de él. Su sorpresa le costaría caro, debía salir de ahí.

Qué cita de mierda.

Dio un golpe sobre la barra dejando un par de billetes y logró bajarse rápidamente del taburete para alejarse caminando tan derecho como le fuera posible, dejando a Iori solo, como si escapara de él. Era más sencillo de esa forma. Con la vista nublada y tanta gente separándolo de la puerta de salida, Billy supuso que lo más sencillo sería simplemente perderse entre la multitud como otro espectador del grupo, a sabiendas que Iori no perdería tiempo en buscarlo a menos que fuera fácil. La música no era tan mala pero el edificio vibraba bajo sus pies y los empujones de la gente le harían caer en cualquier momento. Creyó hacerlo pero algo tiró con fuerza de su brazo. ¿Cuántas veces se había embriagado en ese antro y nunca nadie le había ayudado a no darse de bruces en el suelo?

—Oye, ¿qué haces, punk? —la voz de un joven lo sacó de su ensimismamiento, el agarre se sentía pesado. La silueta borrosa le pareció inmensa. —Estás hecho pedazos, ¿acaso estás buscando la salida?

No había mala intención. Asintió con la cabeza y se dejó arrastrar a la puerta por la que había entrado hacía poco más de una hora con Iori. Ese sujeto estaba hablándole, la brisa nocturna le hizo reaccionar y levantar la cabeza tan solo para verlo. Era más alto que él, su cabello claro reflejaba las luces de los carteles de neón, también parecía igual de joven que Iori, y las facciones en su rostro eran similares, hasta el mismo color de ojos. ¿Por qué sólo atraía a tipos menores que él? ¿Por eso Geese no reparaba en lo que sentía por él? El tipo parecía estar despidiéndose o advirtiendo que tuviera cuidado, no podía distinguir cuál de las dos, pero mantenía el brazo derecho en lo alto, casi como que esperando a que Billy reaccionara. Creyó tener fiebre.

— ¿Q-Qué dices?

— Que vuelvas el sábado, mi banda va a montar un espectáculo que ni te imaginas —le dedicó una sonrisa antes de meterse por la puerta para perderse hasta el fin de semana.

Billy se sentó del lado opuesto en la pequeña escalinata del edificio, con la vista fija en la puerta sin entender del todo qué diablos había sucedido, en parte esperando que el extraño apareciera de nuevo, en parte esperando a que fuera Iori. Se quitó el pañuelo de la cabeza, como si eso fuera a darle algún tipo de claridad a sus ideas. La coincidencia se le figuró extraña, y se preguntó si el pelirrojo había averiguado acerca de la banda de su desconocido.

—No es mi desconocido —se corrigió en voz alta, tanteando la cajetilla de cigarrillos de su chaqueta. Le tomó un par de intentos encender uno, todavía estaba bastante mareado y sentía algo de calor en el rostro.

Contó las colillas en el suelo y los cigarrillos restantes en la caja, la música sonaba aún con la fuerza de hacía unas horas, no parecía que fuera a acabar pronto. La coordinación y claridad volvían a su cuerpo y a su mente, suficientes como para levantarse sin tambalear y caminar un poco por el callejón hasta el automóvil, sería bastante más cómodo esperar allí dentro. Al subir y ponerse cómodo en el asiento, suspiró pesadamente. Espiar el dojo Sakazaki ya no le parecía una idea tan mala.

Un par de golpecitos en la ventanilla lo despertaron, no recordaba haberse quedado dormido. Iori golpeó la ventanilla otra vez, se veía molesto y ansioso. Billy lo dejó subir, y antes que pudiera decir cualquier cosa el pelirrojo se le adelantó: —Llévame a casa, no puedo escribir aquí.


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gracias infinitas drekaas por sacarme de mi zona de confort en donde no escribo y solo pienso en cosas que no continuo. gracias gracias.

Prometo no tardar ...5 años ? otra vez.