Capitulo 5

No tardó mucho para que la noticia de que Yugoda tenía a un desconocido en su casa y que este se había enfrentado a tres maestros agua, se expandiera por toda la ciudad. Sabía que tarde o temprano se enterarían las personas, pero esperaba que cuando eso sucediera, ella, ya tuviera en mente la excusa perfecta para explicar el origen del muchacho.

Y ahora que lo pensaba bien, el muchacho aún no recordaba su nombre o su pasado, y todo el tiempo solo se refería a él como "chico" o "muchacho". Lo cual técnicamente no estaba mal, pues eso era, pero después de un par de días, sonaba muy extraño no llamarle por algún nombre. Así que cuando Zuko apareció esa mañana por la cocina, decidió plantarle la idea de ponerse un nombre y una historia de fondo temporal, pues la gente ya sabía de su existencia y era necesario evitar que hicieran más preguntas.

-¿Qué te parece Haku? - sugirió Yugoda. -Es un nombre bonito, y tienes cara de Haku.

Esto último lo dudó la mujer, pues esa mañana al igual que la anterior, Zuko traía puesta la máscara que había encontrado en el baúl de disfraces y Yugoda sin tener más opciones se resignó a que el muchacho la llevaría puesta todo el tiempo, al menos le tranquilizaba saber que se la quitaba para bañarse o dormir.

-Podríamos decir que eres de un instituto del Reino de Tierra -prosiguió Yugoda- Y que viniste aquí a aprender sobre nuestra cultura para un proyecto.

-Lo que sea está bien -contestó Zuko sin prestarle atención.

El príncipe se encontraba sentado en la mesa, su cara estaba recargada en su mano izquierda y con la mano derecha sujetaba una taza de té la cual no mostraba signos de haber sido probado. Su vista estaba fijada en la taza té y Yugoda no pasó su comportamiento en alto.

-Si quieres decimos que escapaste de tu familia porque no aceptaron tu preferencia de género. -dijo en broma la mujer para llamar su atención, pero al no obtener una reacción por parte del príncipe se preocupó. -¿Qué es lo que te aflige?

-No es nada. -contestó Zuko sin apartar la vista del té.

-He trabajado por más de 30 años con niñas, y créeme que cuando dicen que "no es nada" es completamente lo contrario. Así que anda, habla, ¿acaso no confías en mi?

- Claro que confío en ti, tú me has ayudado mucho-dijo mirando a Yugoda. -Es solo que…

-¿Es solo que…?

-¿Recuerdas que te conté a detalle la pelea que tuve ayer?

-Si, lo recuerdo bien.

-Pues he de confesar que omití un detalle.

-¿Un detalle? Por favor muchacho, ve al punto.

-Durante la pelea yo…creo que hice agua...

-¡¿YUGODA ESTÁS AQUÍ?!

Para molestia de Yugoda, una mujer anciana y regordeta apareció convenientemente en la cocina. Esa mujer era su vecina Tama, y para la maestra agua, era la reina del chisme de la zona, no había noticia, rumor, o escándalo que no supiera y por supuesto, su presencia se debía al muchacho que hospedaba.

-Hola Tama – dijo Yugoda fingiendo que le alegraba su visita. -¿Qué te trae por aquí? ¿Te ofrezco una taza de té?

-Gracias querida, con dos cucharadas de azúcar por favor – dijo Tama al mismo tiempo que tomaba asiento en la mesa frente a Zuko. Una vez que Yugoda le sirvió el té, la vecina prosiguió. -Vengo de parte de todas las mujeres que vivimos en el barrio.

-¿Así?

-Si, sabes querida, no hace mucho nos enteramos de que hay un muchacho que vive contigo y todas nos preguntamos el motivo de ello.

-¿Qué no puedo hospedar a un chico en mi casa? - exclamó Yugoda tratando de no sonar amenazadora. -Todas saben perfectamente que mi casa está abierta a quien lo necesite.

-Si lo sabemos querida, pero... -antes de continuar, Tama miró despectivamente a Zuko y a este no se le pasó por alto. - Él es un completo desconocido, quien sabe lo que puede hacerte, no es de fiar.

Yugoda miró a Tama con desaprobación, ya que no le había agradado que dijera eso frente al muchacho sin preocuparse de que las oyera. Mientras tanto Zuko frunció el ceño con enojo, sin poder creer que existiera una mujer como ella.

-Te aseguro Tama que él es un chico muy bueno y amable en el que se puede confiar .-dijo Yugoda con una falsa sonrisa que ocultaban las ganas de estrangularla. - No tienes porque preocuparte.

-Tal ves para ti sea de confianza – prosiguió la vecina. -Pero, ¿qué hay de los vecinos? Algunos me han contado que tú "huésped" asustó a las niñas de tu clase de curación.

-Eso fue un mal entendido.

-¿Y la pelea contra esos tres pobres chicos? Uno tiene el brazo roto y los otros dos tienen golpes severos y traumas psicológicos.

-Eran tres maestros agua contra un no maestro. La desventaja y el abuso era obvia.

-Aún así querida, no podemos permitir que albergues en tu hogar a un buscapleitos. Será mejor que te deshagas de él lo más pronto posible, antes de que genere más proble…

-¡CÁLLESE! - gritó molesto Zuko al mismo tiempo que se levantaba de la mesa.

-¿Cómo te atre...

-¡Le he ordenado que se calle! - la interrumpió el príncipe. -Usted no tiene derecho a decir eso.

-¿Qué no tengo el derecho dices? Para tu información soy parte del consejo de veci….

-Si, si, lo que usted diga.

-¡Niño malcriado!.

-La única malcriada es usted, ya que se atreve a entrar a una casa ajena sin permiso y luego hablar mal de las personas enfrente de ellos. Y por la impresión que me ha dado, me parece que desciende de las ratas-serpientes pues no le veo un ápice de inteligencia. Además de que con su peso parecería que estallaría en cualquier momento.

-¡A esto es lo que me refiero! Este muchacho es un insolente nada de fiar. Me encargaré personalmente que el consejo de expulse de aquí.

-¡Ya quisiera ver eso!

-Yugoda, querida. ¿Qué no ves como es? Deshazte de él.

-¡No lo haré Tama! - exclamó harta Yugoda. - No voy a tirar a la calle a mi propio sobrino.

Zuko quedó desconcertado al escuchar las palabras de Yugoda, dirigió su vista hacía la maestra y pudo notar que su cara mostraba firmeza, pero debajo de eso, observó como su mandibula temblaba ligeramente, como si le fuera difícil sostener su declaración. Rápidamente miró a Tama y está a diferencia de Yugoda, reflejaba en su cara total estupefacción.

-¡¿Qué?! - dijo Tama con los ojos muy abiertos. -¿Pero qué estas diciendo?

-Me oíste bien, él muchacho que está frente a ti es mi sobrino...Lee.

-Pero, pero...tú me habías dicho que él había muerto tiempo atrás.

-Si...eso es lo que creí. - dijo con voz ligeramente temblorosa. - Pero ahora, gracias a los espíritus, esta con vida y conmigo. Y le prometí que jamás lo abandonaría... Así que hazme el favor de salir de mi casa y ve a molestar a alguien más.

-Esto no se quedará así – dijo la mujer levantándose de la silla y mirando a Zuko agregó -No te saldrás con la tuya.

Zuko le dirigió una mirada molesta y deseó en ese instante que algo malo le pasara, pero lo único que le pasó para sorpresa de todos, fue que el té que estaba frente a Tama salió disparado hacía ella mojandola y quemandola ligeramente en el proceso.

-Me las pagarán, los dos. -amenazó la vecina mientras se dirigía a la puerta de la entrada.

Con eso último, Yugoda empujó fuera de la casa a la chismosa de Tama y aseguró su puerta con seguro para evitar más filtraciones. Estaba muy molesta con ella, sabía que era capaz de hacer semejante escándalo por cualquier cosa, pero esto había sido la gota que había derramado el vaso, o más bien dicho, la gota que derramó el té directo a su cara y que estuviera más caliente de lo usual.

Ella no lo había hecho, hacía mucho tiempo que había aprendido a controlar sus habilidades cuando sus emociones no estaban alineadas, eso era algo que se le enseñaba a todos los maestros agua por igual. Pero si no había sido ella, ¿quién había sido? Tama no era maestra agua y el otro no era ni siquiera de la Tribu del agua. ¿Cómo eso era posible? Aún así tenía que llegar al fondo de eso.

Regresó a la cocina, donde se encontró a Zuko parado con los brazos cruzados y con los ojos cerrados, a pesar de que llevaba la máscara puesta, no le era difícil intuir que el chico estaba realmente molesto. Se acercó a él, pero antes de hablarle notó algo muy extraño, el agua de las tazas restantes de té, estaban agitadas y el fuego de la chimenea estaba realmente crecido.

-¡Oye muchacho! - lo llamó Yugoda mientras ponía una mano sobre su hombro.

Zuko abrió los ojos de golpe y para sorpresa de Yugoda, el fuego y el agua se calmaron.

-¿Ya se fue esa bruja? -fue lo primero que preguntó Zuko.

-Si ya se fue – contestó Yugoda . -Pero no será la última vez que la veamos metiendo su nariz en asuntos que no le incumben. Será mejor que te hagas a la idea.

-No puedo creer que "eso" exista en el mundo – suspiró Zuko relajando su postura.

-Eso no es nada, créeme, pero primero, me gustaría saber qué fue lo que pasó hace unos segundos.

-La mujer me ofendió, tú la viste.

-Si lo vi, pero no me refiero a eso. Me refiero al agua que fue a parar a su cara.

-Se lo tenía merecido.

-¡Así que fuiste tú! Lo admites.

Zuko se encogió de hombros y buscó las palabras adecuadas para luego decir:

-Bueno...yo...quizá...no estoy del todo seguro.

Yugoda miró al muchacho titubear, no podía creerlo. Él no estaba seguro haber hecho agua control, pero los hechos indicaban otra cosa y para su suerte, recordó que antes de que Tama llegará él le iba a confesar algo de la pelea contra los tres maestros agua.

-¿Esto tiene que ver con el detalle de que no me contaste acerca de la pelea?

-Puede ser -admitió Zuko.

Yugoda se llevó al muchacho a su habitación, necesitaban un lugar privado y tranquilo para hablar. Una vez que estuvo ahí, el príncipe le contó acerca de esa pared invisible que lo había protegido por unos segundos del agua y de que esa misma noche, él había conjurado una pequeña esfera de agua con su té, pero que al igual que ella estaba sorprendido de que al parecer había atacado a la vecina con el té.

Una vez que Zuko terminó con su relato, Yugoda se llevó una mano a la barbilla para pensar, cosa que el muchacho sintió que ya lo había visto en otro lado o más bien en alguien más, pero aquel pensamiento se esfumó ante las palabras de la maestra agua.

-No hay duda – dijo ella. -Esas muestras de habilidad son propias de un maestro agua.

-Pero soy proveniente de la Nación de Fuego, ¿cómo es eso posible?

-Quizá algunos de tus ancestros fue de alguna Tribu del agua.

-No lo creo.

-¿Tienes una mejor explicación?

Zuko abrió la boca para contestar, pero al no tener pruebas de lo contrario, la cerró y maldijo su perdida de memoria, que para esas alturas comenzaba a temer no recuperar.

-Esta noche iremos a la playa y comprobaremos tus habilidades. ¿De acuerdo? - dijo Yugoda.

El príncipe asintió y vio como la mujer se dirigía hacía la puerta, pero antes de salir Zuko dijo:

-¿Por qué dijiste que era tú sobrino Lee?

Yugoda se congeló en la puerta y dijo:

-Fue algo del momento.

-Pero la chismosa dijo que él estaba muerto. Va a esparcir el rumor de que está vivo y que soy yo. ¿Estas segura de eso está bien?

-No tuve otra opción. Además tú necesitas una identidad temporal.

Sin decir más, Yugoda salió del cuarto, dejando a Zuko un poco preocupado por la reacción de esta. Pues su tono de voz había sido triste.


Si, no leyeron mal. Zuko puede hacer agua control.

Apuesto que ya van agarrando la onda de lo que viene XD.

¿Qué pasará ahora con Zuko/Lee?

¿Quién es el verdadero Lee?

Si quieren saber no duden en seguir la historia.

Recuerden que todos sus comentarios son bien recibidos.

Nos leemos a la proxima.