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CAPÍTULO 5: La decisión
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Ya casi era de día, pero Tatsuha no había conseguido dormirse. Estaba tumbado en la cama de Suguru, acariciando el brazo de su pequeño amante, ahora dormido como un tronco, que se había quedado sobre su cuello.
En realidad el codo de Suguru se le estaba clavando en la barbilla, pero daba igual, prefería que se quedara así. Suspiró.
"Hay que ver. Con lo que yo he sido..."
¿Cómo había llegado a aquella situación?
Desde que Suguru y él se hicieron amigos, todo había sido genial. Hacía más o menos medio año que mantenían aquella especie de "relación". Él iba y venía desde Kyoto y, cuando estaba en Tokio, lo pasaban estupendamente juntos.
Suggy-chan hacía una fiesta de cualquier cosa que compartían. Ni siquiera tenían que hacer planes porque actividades tan aparentemente nimias como ver una película juntos comiendo palomitas o dar un paseo por la bahía se convertían en acontecimientos para el pequeño teclista, que nunca tenía oportunidad de hacer cosas así. Tatsuha se emocionaba al ver la felicidad con la que Suguru recibía cualquier muestra de atención o pasatiempo, y disfrutaba mimando y consintiendo a su amante, corriendo a satisfacer todos sus caprichos. También salían juntos de fiesta, actividad para la que habían descubierto que formaban un tándem perfecto.
A Suguru le costaba relacionarse con gente a la que no conocía, algo que para Tatsuha no suponía ningún esfuerzo. El apuesto y descarado monje aprovechaba la ventaja que le proporcionaba su llamativo físico para atraer a chicos y chicas a su alrededor. La diversión empezaba con unas copas y varias bromas y comentarios atrevidos para llamar la atención de los desconocidos. Tatsuha derrochaba desparpajo y cara dura y conseguía, en muy poco tiempo, que la gente accediera a hablar con él, a presentarse y a contarle lo que estaban celebrando o el motivo por el que habían decidido salir a divertirse aquella noche. En nada estaban hablando y bromeando como si fueran viejos amigos, momento en el cual, Tatsu presentaba a Suguru.
El pequeño teclista siempre parecía estar fuera de lugar en los locales que visitaban, y más en compañía de ese otro chico tan alto, tan guapo y tan histriónico. De no haber sido presentado por Tatsuha, seguramente aquellos chicos ni siquiera hubieran reparado en su presencia pero, picados por la curiosidad, se prestaban a saber más sobre aquel chiquitín con cara de no haber roto un plato en su vida.
Una vez superados los primeros obstáculos, aparecía el artista. Suguru, en cuanto se sentía relajado y agusto con la situación, se metía a la gente en el bolsillo asombrándoles con una conversación muchísimo más culta de lo que cabría esperar para alguien de su edad y una picardía que había pasado totalmente desapercibida en un primer momento.
La cosa solía acabar con Suguru rodeado de una pequeña multitud de gente que le escuchaba con la boca abierta impresionados por su ingenio, disfrutando de la fiesta y dejándose agasajar por sus nuevos admiradores, mientras Tatsuha, orgullosísimo de ver la fascinación que despertaba su amante entre los desconocidos, ejercía de maestro de ceremonias para que la diversión continuara.
Al final de la noche, ambos se marchaban sabiéndose observados por más de uno y más de dos que les hubieran acompañado encantados, envidiándoles por estar cada uno en compañía del otro.
Otra cosa era cuando alguien reconocía a Suguru-Fujisaki-de-Bad-Luck. En ese caso, lo mejor era marcharse, para no dar que hablar.
Tatsu-chan volvió a suspirar, agobiado.
Luego, cuando regresaba a Kyoto, ambos seguían con su vida, aunque hablaban muy a menudo. Suguru no ponía ninguna complicación, él podía seguir viéndose con quien quisiera y así lo había hecho. Suggy-chan también era libre de hacer lo que quisiera, claro está, pero, por lo que le contaba, el pequeño teclista seguía estando demasiado ocupado y centrado en su carrera como para prodigarse con mucha más gente.
El tiempo había ido pasando y Tatsuha descubrió, para su propia sorpresa, que cada vez invertía menos tiempo y energía en la tarea a la que con tanta pasión se había dedicado: LIGAR. Y no porque hubiera dejado de hacerlo sino porque, tuvo que reconocerlo, había perdido el interés.
Cuando quedaba con alguien, en algún momento se acababa dando cuenta de que había dejado de escuchar a su acompañante y estaba analizando el lugar en el que se encontraban, intentando decidir si a Suguru le gustaría ir con él a aquel sitio en alguna ocasión. Entonces, ligeramente avergonzado, volvía a prestar atención a la persona que tenía a su lado, pero ya no era posible recuperar "la magia". Por mucho que Tatsuha se concentrara en disfrutar de su cita, la presencia de aquel o aquella con la que hablaba y hacía manitas era paulatinamente sustituida en su mente por la del pequeño Fujisaki, que siempre salía ganando en la comparación. No tenía nada que ver con el atractivo, la inteligencia o la simpatía de la otra persona. Se trataba, sencillamente, de que no era Suguru, y aquello ya no podía ser lo mismo.
Cuando llegaba a ese punto sin retorno, Tatsuha sonreía forzadamente, se excusaba diciendo que alguna obligación le reclamaba y procuraba ser amable pero claro sobre el hecho de que prefería que no le volvieran a llamar. Luego se marchaba a su casa, confuso y molesto consigo mismo.
Y lo más grave: había dejado de obsesionarse con Nittle Grasper. Las incontables horas que había dedicado hasta entonces a los discos y vídeos de sus ídolos habían sido sustituidos por una nueva devoción hacia el material de Bad Luck. Si no tenía nada que hacer después de las clases, se tumbaba en su cama con las manos tras la cabeza y dejaba transcurrir la tarde escuchando las canciones de sus nuevos músicos favoritos, sonriendo con absurdo orgullo ante el talento de "su chico", hasta que la voz de su padre le sacaba de aquella ensoñación reclamándole para hacer algo. También descubrió, con cierta exasperación, que a los vídeos no les dedicaba tanto tiempo… porque las cámaras estaban la mayor parte del tiempo centradas en Shuichi y sacaban pocos planos de Suggy-chan.
- Ñm, ñm…
Suguru se revolvió ligeramente en su lado de la cama, se dio la vuelta y siguió durmiendo tan ricamente. Tatsuha le observó, indignado. Le resultaba insultante verle dormir tan despreocupadamente mientras él intentaba gestionar todo su follón emocional. Pero no podía culparle, se había guardado mucho de hacerle saber nada de lo que estaba pensando y sintiendo.
Al fin y al cabo, Suguru era un músico famoso, cada vez más. Tenía cosas mucho más importantes de las que ocuparse. Además, siempre estaba tan cargado de trabajo, con su carrera, el conservatorio, acabar el bachillerato estudiando por su cuenta… Tatsuha casi no se podía creer que fuera capaz de hacer tantas cosas y tan bien. Le admiraba más de lo que había admirado a nadie en toda su vida, ni siquiera a Sakuma. "Su" Suggy-chan era increíble, y él no quería darle ninguna preocupación extra.
Además, ¿para qué iba a contarle nada? Que Suguru se relacionara con pocas personas no quería decir que no se relacionara con nadie.
Le constaba que, por su faceta de artista, Suguru alternaba frecuentemente con gente mucho más culta, viajada e interesante de lo que podría ser nunca un monje cabeza hueca, por muy bueno que estuviera. Ese era un pensamiento que le torturaba y deprimía cada vez con mayor intensidad. Luchaba por apartarlo de su mente cada vez que aparecía, pero no siempre le era posible. Y luego estaban los fans, porque Suguru tenía fans.
A Tatsuha le ardían las tripas cada vez que cometía el error de pensar en esa pequeña turba de admiradores complacientes y atentos que, estaba seguro, rodeaban a Suguru cuando ejercía su papel de teclista de Bad Luck. Si estaban la mitad de deseosos de intimar con su ídolo de lo que él lo había estado con respecto a Sakuma, tenía un problema importante.
Por suerte, Suguru nunca le había hablado de ninguna aventurilla de ese estilo y Tatsuha estaba seguro de que, de haber pasado, se lo habría contado. No tenían secretos en ese aspecto. Pero era algo que podía pasar…
"Ufff… No puedo seguir así." No, no podía dejar transcurrir esos días de vacaciones y volver a su casa como si nada. Ya no le era posible. "Estoy enamorado. Enamorado como un becerro."
Se tumbó de lado para mirar a Suguru, que en ese momento le daba la espalda.
Bueno, ¿y por qué no podía ser él el novio de Suguru? Él no era tan intelectual ni tan glamuroso como todas esas personas con las que se codeaba el músico, pero tampoco estaba tan mal, ¿no?
Además, si hasta el sociópata de su hermano y su desapasionado cuñado habían conseguido tener relaciones estables, ¿por qué no podía conseguirlo él? Después de todo, Suguru también le tenía cierto cariño, algo que, viniendo de una persona tan cerebral, ya era digno de tener en cuenta. Tal vez solo necesitara que le animasen…
"¡Sí, está decidido! Voy a decirle a este enano repelente que le quiero. ¡Y voy a ser el mejor novio del mundo! ¡Todos lo veréis!"
Entusiasmado por su nueva determinación, Tatsuha estrechó el cuerpecito de su amante entre sus brazos y restregó la mejilla contra su cabeza. Eso medio despertó a Suguru.
- Ñmñm… ¿eeh?
- No pasa nada, mi amor. Te quiero un montón - Muac - Vuelve a dormirte.
- Msmsñe… Zzzzz...
"Vale, mañana mismo se lo volveré a decir, pero cuando esté despierto."
o~o~o
Al medio día, cuando Suguru se despertó, estaba solo en la cama. Se desperezó, rememorando placenteramente la noche anterior. Se puso la ropa interior y salió de la habitación para ver qué estaba haciendo Tatsuha.
Tatsu, en calzoncillos y calcetines, trasteaba en la cocina.
Suguru sonrió, todavía soñoliento. Era maravilloso poder dormir todo lo que quisiera para, al despertar, encontrarse al chico más guapo del mundo medio desnudo en su cocina. Sin hacer ruido, avanzó hasta donde estaba su amante y le abrazó por la espalda.
- ¡Eh! Buenos días, princeso. ¿Has descansado?
- Mmmm… Sí. Siempre duermo tan bien cuando estás aquí…
Tatsuha sabía que a Suguru le costaba mucho dormir. Como buen adicto al trabajo que era, su cerebro se llevaba sus innumerables obligaciones con él a la cama, y estas le mantenían despierto y dando vueltas un buen rato antes de conseguir conciliar el sueño. Que Suggy-chan lograra descansar tan agusto en su compañía era una de las cosas que más enorgullecían al joven Uesugi. ¿Acaso no era esa una prueba más de que podía ser el novio ideal?
- Pues claro. ¡Es la marca de la casa! - Se dio la vuelta y cogió en brazos a su amante sin aparente esfuerzo - Una noche de amor con Tatsuha garantiza ocho horas de sueño reparador, ¡como mínimo!
- ¡Jajajaja! Es cierto. ¿Has hecho café?
También a causa de su dificultad para conciliar el sueño, Suguru consumía ingentes cantidades de café todos los días. Al no dormir bien por las noches, se despertaba cansado y espeso, y tiraba de chutes de cafeína para poder seguir con su frenético ritmo de trabajo. Tohma, Hiro y Shuichi le habían llamado muchas veces la atención al respecto, pero él respondía que tampoco había para tanto y seguía con su hábito. Tatsuha también intentaba contrarrestar eso durante sus visitas.
- No, ya sabes que los monjes no tomamos café. - Dijo, imitando la manera de hablar de su padre - Esa bebida infernal, introducida en nuestra sagrada nación por los demonios extranjeros, corroe nuestras arterias y desintegra nuestros corazones. He hecho té.
- Vale, pues tomaré té.
- Oye, Suguru... ¿Has crecido?
- Sí, un poco - Dijo el teclista, con visible satisfacción.
- Ah, no. Muy mal. No estoy nada de acuerdo con eso - Suguru rió.
- ¿De qué te preocupas, Tatsuha? Por mucho que crezca, nunca conseguiré alcanzarte.
- Oh, pero yo quiero que sigas siendo mi "cosita chiquitita" - Respondió el monje, achuchándole.
El "brunch" transcurrió en esos desenfadados términos. No había prisa por vestirse ni por ir a ningún lado, hasta que el teléfono de Suguru sonó.
- Qué raro… Es de NG. Pensaba que Tohma les habría dicho que hoy no me llamaran...
Tatsuha tragó saliva al oír el nombre de su cuñado. ¿Estaría maquinando algo en su contra? ¿Debía temer por su vida?
- Ah, ya… Entiendo… De acuerdo, iré enseguida - Colgó - Lo siento, Tatsu. Tengo que ir a las oficinas a firmar unos papeles. Por lo visto es bastante urgente. Cosas de seguros y tal… No creo que tarde más de una hora.
- Pues claro, cosita. No te preocupes. ¡Haz lo que tengas que hacer!
En realidad, aquello era perfecto. Suguru estaría fuera durante una hora y eso le daría tiempo para preparar el escenario de su declaración de amor. Los planetas se habían alineado, todo encajaba. ¡Iba a ser maravilloso!
- Vaya, menuda cara de felicidad. ¿Acaso te alegras de perderme de vista un rato?
- ¿Eh? ¡No, no! Qué tonterías se te ocurren, jejeje… - "Frena un poco, Uesugi. A ver si se te va a ver el plumero antes de hora."
- Voy a darme una ducha antes de salir. ¿Me acompañas?
- ¡La duda ofende!
- ¡Jajajaja!
¡Seguimos con esta aventura!
Ya sabéis que cualquier comentario será bien recibido.
¡SALUDOS!
