Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es completamente mía, queda prohibida cualquier adaptación. Todos los medios de contacto se encuentran en mi perfil.


Recorrí la cicatriz de mi muñeca.

Mis ojos, garganta y cabeza dolían. Todo mi cuerpo dolía. Estaba cansada del dolor y lo que traía con el. Las voces acalladas por las paredes de Renne y Phil llegaban a mis oídos a pesar de su terrible intento por bajar la voz.

Mamá nunca podía hablar entre susurros. Siempre era inevitable que fuera subiendo el tono, hasta terminar hablando de una forma normal. Aunque ahora gritaba.

El realidad ambos gritaban.

La presionaste, te dije que no la presionaras, Renne.

¿Qué no la presione? Lo único que estoy intentando es ayudarle. Esto ya es más grande que ella. ¡Lo sabes!

Lo único que sé, es que Charlie y tú van a terminar por acabar con lo poco que queda de Bella.

Es nuestra hija. —mi madre grito, su voz rompiéndose al final de la oración— ¿Sabes lo que es ver a tu hija morir todos los días?¿Ver cómo se destruye a si misma?

Tal vez Bella no es mi hija biológica, pero la he visto convertirse en una mujer. La amo y también estoy preocupado por ella, pero no tengo derecho a meterme en su vida.

¡Claro!, y eso es porque no eres su padre.

No, tal vez no soy su padre. —esta vez grito Phil— Pero soy lo suficientemente inteligente como para no hacerla caer en una crisis de ansiedad. No respetaste sus límites y ve lo que provocaste. No volverá a confiar en nosotros, ni siquiera creo que quiera volver aquí para el siguiente año.

Entonces yo iré a Chicago, no me importa lo que digas. Es mi hija y me necesita.

¡Entonces has lo que quieras! Pero no vengas a suplicar mi ayuda cuando lo hayas jodido tanto, que no te quiera ni a un kilómetro de ella.

Se escuchó el portazo de la puerta. Mi madre sollozo, seguido del estruendo de algo rompiéndose contra el piso. Hundí mi rostro en la almohada, dejando salir mis propias lágrimas. Mi pecho ardió cuando no deje salir los sollozos que pugnaban en el centro de este. Era preferible que mi madre siguiera pensando que dormía.

Limpie mis lágrimas y gire hacia mi mesita de noche. Tome mi celular y abrí la pestaña que daba directo a mi correo electrónico.

Recorrí con mi dedo mi lista de contactos por la pantalla, hasta encontrar el contacto del doctor P.

Escribí.

"Re: Bella Swan

Para: Doctor Peterson

Asunto: Váyase a la mierda

Puede considerarse despedido, no necesitare más sus servicios, hizo lo suficiente.

Gracias por nada"

Lo envié rápidamente y lance el celular fuera de mi vista. Lo escuche caer sobre la alfombra de la habitación con un sonido sordo.

La oscuridad y el silencio me sofocaron, dejándome una sensación de desaliento. Siempre que tenía este tipo de crisis, crisis de ansiedad, terminaba sumamente cansada. Física y mentalmente.

Mis ojos se dirigieron hacia mi costado.

En las fotos de la pared. Una Bella sonriente me saludo. Burlándose de mí. Mi cabello era corto, algo rubio por haber pasado la mayoría del verano en la playa. Vestía ropa negra formal, intente recordar en que momento la foto fue tomada, pero no lo logre. Un largo tiempo pasó desde que yo había lucido como la feliz niña de las fotografías.

Una lagrima rodo por mi mejilla. Era como ver a una desconocida.

Otra foto llamo mi atención, con la cara pálida y el cabello igual de corto, pero esta vez de mi color castaño natural. Llevaba un extraño collar en el cuello y una camisa con la cara de un hombre estampada en el pecho. Mi expresión era extraña, sin reír, pero realmente con una expresión curiosa en el rostro. Supuse que había sido el verano antes de cumplir quince años.

Cerré los ojos, curvando mi cuello y escondiendo el rostro entre mi codo y mi brazo. No quería mirar más.

Deje caer la mano al costado de mi cama, consciente de que mi maleta se encontraba a los pies de esta. Busque en la bolsa delantera, abriendo el cierre y sacando un bote de somníferos que había guardado antes de salir de Chicago. Felicite a mi yo del pesado por haberlos traído consigo. Siempre terminaba por ocupar una buena pastilla para dormir. Después de tres años, ya era algo usual para mí.

Saque una pastilla y la trague en seco, volviendo a cerras los ojos en un intento por acallar a mi mente y cuerpo.

Así me quede dormida a lo largo de unos minutos, escuchando el ruido de la puerta de mi habitación ser abierta. No me moleste en intentar salir de la conciencia, seguro seria Renne, asegurándose que su muy desastrosa hija siguiera con vida.

Lo último que sentí fueron sus fríos dedos recorrer mi mejilla.

Un extraño ruido despertó a mi dispersa mente.

El ruido era constante y algo molesto. Mi adormecido cuerpo me reclamo cuando me esforcé por abrir los ojos, desorientada al no reconocer el lugar donde me encontraba. La habitación se componía de suaves tonos lavanda, con muebles en colores blancos y grises.

Mire la colcha que cubría mi cuerpo y pase mi dedo índice por la tela compuesta de un profundo color morado.

Me deje caer sobre mi cama, tallando mi rostro. Los somníferos hacían esto, desorientarme hasta tal punto que me hacían olvidar donde me encontraba.

Mi boca se quejó cuando mis manos pasaron por sobre mis mejillas. Acostarme sin desinfectar la herida de mi boca no había sido una buena idea.

Me comenzaba a molestar.

El reloj marco las 4:55 am cuando al fin me decidí a salir de la cama y tomar mi celular del piso. Fruncí el ceño ante la línea que cruzaba la pantalla de esquina a esquina, al parecer mi fantástica idea de aventarlo sin tacto alguno había dejado como resultado que la pantalla quedara jodida.

Pase mi dedo por la rajadura.

—¡Joder! —aleje mi dedo. Había logrado cortarme la yema del dedo índice.

Tire el celular y camine hacia el baño, examinando mi herido dedo.

Salía demasiada sangre para una herida tan pequeña.

Lo puse de bajo del grifo y abrí la llave. Era un completo desastre. Tome un poco de agua sobre mí otra mano y la lleve a mi boca, limpiando la herida de mi mejilla.

El ardor de la carne viva me hizo gemir.

—Maldita sea.

Jale una toalla de mano que estaba al costado del lavamanos y me limpia el dedo y la boca. La lance al cesto de la ropa sucia y salí del baño.

Odiaba ser tan tope y agregarle a eso mi habilidad para lastimarme a mí misma.

Intente escuchar si mi madre o su esposo se encontraban en la sala. Tenía mucha sed y algo de hambre, pero definitivamente prefería aguantarme y quedarme en mi habitación a enfrentarlos. Me sentía todavía molesta, pero también profundamente avergonzada y dolida.

En algún momento lo tendría que hacer, pero prefería que fuera más tarde que pronto. De todos modos, pensaba buscar un vuelo de vuelta a Chicago en cuanto me fuera posible. Quería regresar a mi oscura y lúgubre guarida a lamerme las heridas.

Un sonido sordo me hizo brincar en mi lugar. Recordé el porque me había despertado.

—Estúpida ventana. —murmure.

El marco de la ventana temblaba contra el marco de la misma, se encontraba trabada. Me dirigí a ella y la abrí, solo para intentar volverla cerrar. La moldura seguir sin embonar. Decidí agacharme y mirar un poco más de cerca. Me extraño que el borde inferior de la ventana estuviera roído, casi como si alguien lo hubiera torcido con toda la intención de que la ventana no pudiera cerrarse.

Una ráfaga de aire me acaricio la espalda.

Asustada, me gire.

Escanee toda la habitación en busca de alguien. Los dedos de mis pies descalzos se removieron incomodos al sentir la fría temperatura de bajo de ellos. Baje la mirada y note un poco de agua en el suelo.

Un pequeño chaco de agua.

¿Cómo demonios llego eso ahí?

Seque el suelo y resople molesta.

Me volví a sentar en la cama, repasando mi habitación y sintiéndome asfixiada.

Necesitaba aire, dejar de pensar en Renne y Charlie metiendo sus narices donde nadie se los pedía. Agudice el odio, tratando de escuchar si Phil o Renne estaban en casa. Mi madre posiblemente sí, pero después de la discusión, no había oído volver a Phil.

La ansiedad me inundo al pasar de los minutos. Me carcomía.

Bien, me importaba un comino lo que pensara Renne, necesitaba salir.

Rebusque en mi closet ropa. Encontré unos shorts medios de mezclilla que deje el año pasado y una blusa sport blanca con unos tenis negros.

Baje las escaleras de dos en dos.

—¿A dónde vas? —pregunto Renne, escondía entre las sombras de la cocina.

—¡Joder! —puse una mano en el pecho— Me acabas de dar un susto de muerte.

—Te pregunte a dónde vas. —demando.

—Fuera.

—No puedes salir, Bella. Apenas hace unas horas tuviste un ataque de ansiedad.

—¿Qué quieres decir con que no puedo salir?

—Exactamente eso.

—Ustedes sí que están locos. ¡No vas a prohibir que salga!

¿Qué era yo?¿Una cría?

—Lo dicho. No vas a salir. Y no más discusiones.

Yo le daría una discusión.

—Que te den por culo.

Ignoro mi insulto y siguió actuando normal. Como una completa madre controladora. Odiaba cuanto tomaba esa actitud, como si decidiera omitir todo lo que yo hacía para que la precaria imagen mental que tenia de mí no se desmoronara un más.

Me gustaría eso. Por fin poder matar la imagen que tenia de mí.

—El doctor Peterson me llamo, no puedes dejar la terapia así porque si, Bella.

—Puedo. ¡Malditamente puedo! —gruñí— Sobre todo si mi padre y tú no saben el término privacidad.

Su expresión se tornó culpable.

—Solo quiero que mejores, cariño.

—Y yo solo quiero que dejen de meterse en mi vida, ¿pero sabes algo? La vida no es como la queremos en muchas ocasiones. —ironice.

Me aleje de ella, pasando por la sala y dirigiéndome hacia la puerta.

Regresaría a Chicago.

Mañana.

De regreso de mi paseo, empacaría mis cosas y me largaría de regreso a casa. Seguro Bree me conseguiría un vuelo. Ella era así. Toda eficiente y astuta.

—Bella. —antes de que pudiera salir por la puerta, Renne me tomo del brazo. Mi piel pico por su contacto, pero aunque intente alejarme, ella me sostuvo con fuerza. Sus dedos dejarían una marca de seguro— No quiero perderte.

—¿Puedes adivinar qué? —le susurre— Ya lo hiciste. Me voy. Mañana. Esta noche buscare el primer vuelo de regreso a Chicago.

—Nunca fue mi intensión lastimarte, podemos arreglarlo, nena.

—Resulta. Que llevas los últimos años viéndome exactamente así. Como alguien que está rota y dañada, y a quien puedes arreglar. Ojala las cosas funcionaran así, Renne. Pero lo hacen. Y francamente, no tenías derecho a husmear en mi vida. La casa de los padres de Edward es un regalo, un regalo que me dejo antes de partir y una disculpa. Una disculpa que jamás quise. —me zafe de su agarre— ¿Crees que vivo ahí con la esperanza de que vuelva? Estas equivocada. Vivo ahí para nunca olvidarme lo estúpida que fui, para recordarme todos los días lo que me hizo… —señale hacia mí— la persona en la que me convirtió. Lo que le hizo a mi vida.

—Bebé… —intento tocarme, pero di un paso atrás.

—Llámalo terapia de aversión. ¿Y sabes qué? Funciona excelentemente.

—Te destruirá.

—¿Adivina qué? Ya lo hizo.

Tome una chaqueta del perchero al lado de la puerta, tal vez no volvería en toda la noche y podía buscar un vuelo por mi teléfono celular. Hoy en día, esas cosas eran fáciles. Aproveche, y también agarre las llaves de la motocicleta de Phil.

El viento de la noche en mi piel fue refrescante. Una ráfaga de libertad.

Agradecí internamente que el garaje estuviera abierto. Trote hacia la motocicleta, poniendo la chaqueta de cuero negro sobre mis hombros. Seguro era de mi madre.

Subí arriba de la motocicleta de Phil, sintiéndome diminuta y poderosa arriba de la gigantesca cosa.

—¿Qué….? —Renne soltó un gritito desde la puerta.

Con la adrenalina corriendo por mi sistema y el suave ronroneo de bajo de mis muslos y subiendo por mi espalda hasta terminar en un ligero cosquilleo en mis brazos y manos, arranque, subiendo a noventa y rápidamente a ciento veinte kilómetros por hora.

A mis espaldas, Renne se quedó boquiabierta.

Deje salir una carcajada y aumente la velocidad.

Ahora solo éramos la carretera, la motocicleta y yo.

Sin Renne, sin Charlie, sin el doctor P, ni siquiera sin Phil. Sin vampiros o Forks, o los Cullen. Solo yo, una chica conduciendo, intentando huir de sus miedos y dolor. Aquí no había dolor, con la adrenalina corriendo por mis venas, como una droga capaz de mitigar las heridas de mi alma.

No pare de reír.

Reí una y otra vez, seguro luciendo como una lunática.

Reí por lo estúpida que era mi vida. Por lo vacía que estaba.

Por lo que ya nunca más volvería a tener.

Me burle de mi misma. Porque yo no era suficiente para nadie. Ni para Charlie, ni para Renne, ni para los Cullen. Yo no tenía cabida entre tanta perfección, ¿Qué haría una inservible humana entre ellos? Sería más una carga que una buena adquisición a su familia.

A veces deseaba que James hubiera logrado su cometido y haber muerto en aquel salón de ballet. Al menos así, no tendría que vivir con el dolor quemante de mi pecho. Habría muerto feliz, con la idea romántica de que de verdad era lo más importante para Edward.

Edward.

Me llamo Edward Cullen. No tuve la oportunidad de presentarme la semana pasada. Tú debes de ser Bella Swan.

¿Cómo sabes mi nombre?

Creo que todo el mundo sabe tu nombre.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

Aunque es posible que no quiera liberarte.

Pareces preocupada.

No. Más bien sorprendida. ¿A qué se debe este cambio?

Ya te lo dije. Me he hartado de permanecer lejos de ti, por lo que me he rendido.

¿Rendido?

Sí, he dejado de intentar ser bueno. Ahora voy a hacer lo que quiero, y que sea lo que tenga que ser.

Mordí mi labio, dejando salir un sollozo. Ahora sé a lo que se refería.

Y de ese modo el león se enamoró de la oveja...

¡Qué oveja tan estúpida!

¡Qué león tan morboso y masoquista!

Las lágrimas fluyeron por mis mejillas.

¿Estás seguro de que no te vas a desvanecer por la mañana? Después de todo, eres un mito.

No te voy a dejar.

Mentiroso. Maldito mentiroso. Ese día no me dejo. No me dejo hasta que le deje de ser útil. Hasta que me convertí en una carga más que en una diversión para su aburrida existencia.

Es un problema, sin duda, pero no me refería a eso. Es sólo que eres demasiado suave, tan frágil…

Humana. Soy humana. Una humana inservible y totalmente vacía. Carente de vida.

Me aferre a las manillas de la motocicleta. Mis nudillos se volvieron blancos por la fuerza que aplique.

Grite. Comencé a gritar, deje salir el dolor de mi pecho.

Cerré los ojos cuando mi garganta ardió a carne viva.

Y ahí fue cuando lo sentí.

Un empuje tan fuerte que la parte posterior de la motocicleta se levantó y mis piernas quedaron volando por su segundo. Busque frenéticamente que estaba mal, mientras bajaba la velocidad. Pero volvió a suceder, solo que esta vez el golpe vino la parte lateral.

La motocicleta se giró en picada.

Mi cabello revoloteo alrededor de mi rostro.

Todo sucedió demasiado rápido.

Un segundo después, me sentí volar por los aires.

Mis piernas latiguearon y mis manos rebuscaron, intentando agarrarse de cualquier superficie en vano.

Impacte contra el concreto en un ruido sordo, todo el aire de mis pulmones salió de mi pecho. Me retorcí en el suelo y jadee por todo el dolor que recorría mi cuerpo. Dolor físico. Aturdida comencé a tocar mi cabeza, rostro, mi pecho. El dolor venia de mis costillas, convirtiéndose en una terrible presión que no me permitía respirar.

—Perra. —una voz nació de entre las profundidades de la oscuridad.

Logre inclinarme sobre mi costado para buscar de donde venía.

Una silueta, no a menos de un par de metros de mí.

Escanee a la persona.

Muchas capas de ropa, un saco largo, botas de tacón alto.

Una mujer.

Fuego. El cabello de la mujer era de color rojo vivo.

Vampiro.

—¿Victoria?


Victoria hdp. ¿Y ahora? Creo que la hora de Bella ha llegado, y no en las mejores circunstancias. ¡¿Dónde estás Edward?! ¿Alice?¿Ustedes creen que Alice tenga una visión de lo que está sucediendo? Depuse de todo, no hay ningún impedimento que no se lo permita. Bella sigue muy dolida, aun que diga que ya no ama a Edward y le odia, creo que es fácil confundir un sentimiento con otro cuando se está lastimada. Ahora ya tenemos respuestas a nuestras preguntas, parece ser que Edward le regalo la casa de Chicago y ella vive ahí no porque le espere, sino porque le sirve para no olvidar lo que le hizo. Ya les digo yo, el dolor puede llevarnos a convertirnos en personas irreconocibles.

PD: Se adelanto la actualización por ciertas circunstancias que algunas ya saben, gracias por su apoyo. Nos vemos el siguiente sábado.

Las leo en sus reviews siempre y no lo olviden: #DejarUnReviewNoCuestaNada.

Ariam. R.


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