Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.
¡Hola!
Sólo quería decir que mientras revisaba este capítulo quería dar un abrazo a Kirishima. Lo quiero mucho mucho. Además, con esta conversación me resarcí de haberlo hecho tan OoC en otro fic, donde me arrepentí profundamente de haberle hecho burlarse de Katsuki, así que decidí que podía intentar hacerlo mucho mejor
¡Un abrazo y gracias por leer y comentar!
Katsuki
—Deku —le llamó suavemente Katsuki, extrañado cuando vio que Todoroki se había levantado, vistiéndose en silencio para no despertar a Izuku.
Katsuki y Todoroki habían intercambiado su habitual y tímido saludo de buenos días, pero era raro que Todoroki se levantase inmediatamente. Siempre remoloneaban en los futones unos minutos antes de despertar a Izuku, pero esa mañana Todoroki parecía tener algo de prisa, lo cual preocupó a Katsuki. Desde que les había informado de que entrenarían juntos, los tres habían seguido la misma rutina y no comprendía por qué Todoroki se estaba apresurando a salir sin ellos.
Todas las mañanas Todoroki despertaba invariablemente en primer lugar. Katsuki no comprendía cómo lo hacía. Él ponía una alarma en su teléfono móvil, pero nunca llegaba a sonar. Todoroki parecía despertarse puntualmente por su propia cuenta sin necesidad de alarma alguna. Si Izuku había rodado hacia Todoroki esa noche, este llamaba a Katsuki en voz baja, despertándole unos momentos antes de mover a Izuku suavemente para avisarle de que era la hora de levantarse. En cambio, si Izuku se había acurrucado hacia Katsuki, Todoroki se inclinaba sobre el futón que los separaba y tocaba a Katsuki en el hombro con suavidad para no desvelar a Izuku. Katsuki se despertaba al instante, pero solía permanecer tumbado unos minutos, disfrutando de la sensación del cuerpo de Izuku junto a la suya y aprovechaba para poder abrazarlo conscientemente y atraerlo más cerca de sí. Después, era Katsuki quien llamaba a Izuku para despertarlo cuando llegaba la hora que habían establecido para comenzar el entrenamiento deportivo.
Katsuki, desconcertado porque aunque había algo de claridad ni siquiera había amanecido del todo, miró el reloj comprobando que era demasiado temprano incluso para la hora a la que salían a correr habitualmente. Estuvo a punto de preguntar a Todoroki por qué lo había despertado tan temprano, pero este ya estaba calzándose y, si perdía más tiempo, Izuku y él no podrían alcanzarlo. Todavía dormido, Izuku se removió gustoso bajo su brazo, demandando más caricias en la espalda.
Katsuki estaba agradablemente sorprendido. Cuando se había levantado para ir a la caseta del baño, Izuku estaba acurrucado sobre el pecho de Todoroki, por lo que no había esperado que rodase hacia él durante la noche. Katsuki imaginaba que Todoroki disfrutaba también cuando Izuku dormía con él así que se alegraba de que, aunque lo hubieran tenido que compartir, los dos hubiesen podido tenerlo a lo largo de la noche. Todoroki lo había tenido antes de dormirse y él nada más despertarse. A Katsuki le gustaba tener a Izuku bajo su brazo por las mañanas, agarrado a su camiseta, incluso aunque se la babeara o le pateara. Se sentía correcto, mientras que cuando despertaba junto a Todoroki, una sensación de malestar le invadía.
—Deku… Despierta… —insistió Katsuki, con más firmeza, preocupado porque Todoroki ya estaba atándose los cordones, suspirando aliviado cuando Izuku abrió los ojos, parpadeando con sueño.
—Buenos días, Kacchan —balbuceó Izuku, medio dormido todavía, esbozando una sonrisa que le hacía parecer a la vez estúpido y adorable.
—Buenos días —murmuró Katsuki, aprovechando que Izuku había desenredado sus piernas de entre las suyas, desperezándose como un gatito, para subir una rodilla e intentar disimular el bulto de su calzoncillo. Las pajas nocturnas que se hacía las noches en las que Izuku dormía con Todoroki ya no bastaban para mantener a raya sus erecciones matinales. Sus sueños, como sus fantasías cuando estaba masturbándose, ya no recreaban las experiencias vividas con Eijiro sino que eran Izuku y Todoroki, aunque la presencia de este último seguía desconcertándolo, quienes las protagonizaban—. Hay que levantarse. Todoroki ya está despierto y vestido, si nos quedamos aquí no lo alcanzaremos.
—Buenos días, Izuku —dijo Todoroki con voz amable, sonriendo brevemente al otro chico—. No te preocupes Bakugou, os esperaré fuera haciendo unos estiramientos.
—Buenos días, Shouto —murmuró Izuku, esbozando una sonrisa luminosa—. Y gracias.
—¿Esto es una encerrona, Deku? —preguntó Katsuki malhumorado cuando Todoroki salió de la tienda, cerrando la cremallera tras de sí, percibiendo la mirada de entendimiento entre los dos chicos.
—Lo siento, Kacchan —Izuku esbozó una sonrisa culpable—, pero necesitaba hablar contigo a solas, así que le pedí a Shouto…
—Podrías habérmelo dicho a mí directamente —le dijo Katsuki, molesto al creer que Izuku confiaba más en Todoroki que en él—. Ya sé que pasas más tiempo con él, pero puedes pedirme que hablemos a solas sin necesidad de artimañas a mis espaldas.
—Pensaba hacerlo. La idea era pedirte que hablásemos. Shouto a veces… tiene poco tacto. No te enfades con nosotros, por favor —Izuku abrió los ojos, enormes, mirándolo con cara disgustada—. Shouto y yo estamos siempre juntos y necesitaba encontrar un momento contigo a solas, me pareció que era mejor acordar con Shouto que nos dejase un poco de espacio en lugar de decirle que quiero que se vaya un rato, que habría sido más violento y poco apropiado.
—Eso puedo entenderlo —gruñó Katsuki, dándose cuenta que estaba asustando a Izuku con su actitud hostil y que este estaba removiéndose nervioso bajo su brazo—. Vale, tranquilo. No estoy enfadado contigo. Ni con él.
—De verdad que lo siento, Kacchan. Tienes razón, tendría que habértelo dicho anoche cuando volviste a la tienda.
—¿Estabas despierto? —Katsuki frunció el ceño. Izuku asintió apretando los labios, con cara de haber metido la pata de nuevo—. Bueno, Todoroki ha dicho que iba a esperarnos, pero es mejor que no tenga que hacerlo mucho rato. Dime lo que sea que quieras decirme.
—Kacchan… —Izuku se lamió los labios con gesto reflexivo, buscando las palabras. Katsuki resopló, exasperado—. No sé… la verdad es que no sé muy bien cómo te sientes ahora mismo con respecto a mí. —Izuku lo miró, expectante, esperando a que él contestase, pero Katsuki no sabía qué responder. Eijiro le había aconsejado que pensara qué quería antes de actuar y que debía hablar con Izuku, pero la cabeza de Katsuki estaba hecha un galimatías, no comprendía por qué Todoroki aparecía en sus fantasías y seguía sin saber qué era lo que realmente sentía—. Sé que las cosas no fueron fáciles entre nosotros en el pasado, que nos hemos peleado mucho y que en algún momento, cuando entramos en la Yuei, llegaste a estar muy enfadado conmigo, pero últimamente…
—No estoy cabreado contigo. Es sólo… No sé explicarlo —bufó Katsuki, frustrado. Eijiro hacía que aquello pareciese fácil, pero no lo era.
—Te creo, Kacchan. Sobre todo porque nos lo has demostrado durante estas dos semanas a Shouto y a mí. Te has esforzado mucho —le felicitó Izuku.
—Seguí el consejo de Eijiro —confesó Katsuki, pensando que era justo darle su parte del mérito—. Cuando estuvimos en Nabu… escuché cuando hablabas con… La cosa es que me di cuenta de que… ¡Joder! Esto no es fácil, Eijiro —maldijo.
—Es especial para ti —afirmó Izuku, con una sonrisa amable llena de cariño.
—Es mi mejor amigo —dijo Katsuki secamente.
—Me alegra que lo sea. Se nota que os queréis mucho. —Katsuki se encogió de hombros, sin saber si quererse mucho definía adecuadamente su relación con Eijiro—. ¿Quieres que guarde silencio unos segundos en lo que ordenas tus ideas?
—¿Es eso de lo que querías hablar? —Katsuki apretó los dientes, no muy seguro de saber cómo se ordenaban las ideas para expresarlas.
—No, no exactamente. Me pareció que querías decir algo importante y me gustaría escucharlo si quieres hacerlo. Pero no pasa nada si sientes que no es el momento o no puedes, estaré aquí para oírlo cuando necesites decirlo —ofreció Izuku, sonriéndole de nuevo.
Katsuki se quedó encandilado con su sonrisa unos segundos antes de parpadear y asentir. Izuku apoyó la cabeza en su pecho, en silencio, acompañando el movimiento que Katsuki hacía al respirar como si fuese la cosa más importante para él en ese momento. Aquello le dio fuerzas para hablar.
—Te oí hablando con aquel niño. Sobre ser un héroe. He pensado mucho en ello, pero… —comenzó Katsuki, tragando saliva y mirando al techo, buscando las palabras adecuadas, pugnando por intentar hilar algo coherente—. Yo… Siempre quise ser un héroe, como tú. Pero en algún momento llegué a creer que estaba por encima de ti porque yo tenía un Don y tú no. Pero he aprendido… que puedes ser un héroe al margen de Don que tengas. Siento… siento cómo te traté durante esos años, yo… Sigo queriendo ganarte y ser el mejor puñetero héroe de mundo, Deku… pero aquello no estuvo bien. Quiero ser el mejor héroe, no el mejor matón de patio.
—Gracias —susurró Izuku con la voz estrangulada de emoción, volviendo a mirarlo. Katsuki apretó los labios al ver lágrimas en sus ojos. No había dicho todo aquello con la intención de que llorase—. Creía que no necesitaba oír eso, porque tú eres una persona que habla con sus actos, pero ha sido… sanador. Gracias de nuevo, sé que te ha debido de costar mucho expresarlo a pesar de que lo piensas desde hace tiempo.
—Pero eso no cambia nada, ¿verdad? Hice lo que hice. Tampoco… tampoco sé cómo me siento respecto a ti. No puedo darte más que palabras confusas y desordenadas, Deku —confesó Katsuki, sintiéndose derrotado.
—Me basta —dijo Izuku, sonriendo—. Y no, no cambia nada para mí, porque sigo queriéndote igual, Kacchan.
—Es trampa preguntarme cómo me siento con respecto a ti si nada de lo que hubiese dicho te habría hecho cambiar nada —bufó Katsuki, relajándose ahora que había conseguido sacar algo que le había carcomido durante más tiempo del que quería reconocer.
—No, no es trampa —se rio Izuku, comprendiendo que estaba bromeando y acariciándole la piel del pecho que asomaba por el borde de su camiseta. Katsuki tragó saliva e Izuku siguió el movimiento de su nuez con la yema del dedo—. Yo sí sé cómo me siento con respecto a ti y a Shouto. Lo he pensado mucho hasta estar más o menos seguro. Todo lo que he hablado con él, lo que he hablado contigo ahora… y creo que ambos os merecéis que sea sincero.
Katsuki sintió una opresión dolorosa en el pecho al oír esas palabras. La complicidad de Todoroki e Izuku era algo que había visto crecer y desarrollarse durante todos los días de atrás. Siempre estaban juntos, a todas horas. A solas, si él estaba con Eijiro y los demás. Aunque se sentía bienvenido con ellos, Katsuki a veces pensaba que quizá sólo era un intruso, el tercero en una relación que era ajena a su persona. El hecho de que el propio Izuku hubiese tenido que pedir a Todoroki que les dejase un rato a solas para que pudiesen hablar era otro indicio claro de que aquella amistad había crecido de una manera que Katsuki había sospechado que afectaría a aquella frágil relación que había conseguido con los dos. Una vez más, Katsuki sentía que perdía y se quedaba con el segundo lugar.
Ya había sentido aquel dolor que amenazaba con estallarle en el pecho cuando Eijiro se había plantado tras su último polvo, explicándole que su trato de amistad tenía que acabar. Una vez a solas en su dormitorio, a Katsuki le había dado pánico que algo que había parecido tan sólido y estable en su vida, como era la presencia de Eijiro, de repente se tambalease. Afortunadamente, este le había demostrado que seguía a su lado, sosteniéndole y apoyándole.
Sin embargo, por un segundo deseó que todo siguiese igual, que Izuku no dijese nada, que dejase estar las cosas exactamente igual que hasta ese momento, sin cambiar nada entre ellos tres. Le dio miedo perder los entrenamientos que organizaba para ellos tres, las tardes que pasaban juntos, nadar con ambos en el lago, salpicándose, agarrándose de la cintura y de los hombros para hundirse mutuamente y tomando el sol tan juntos que no había espacio personal que respetar, trotar en silencio entre los árboles que rodeaban el campamento todas las mañanas al amanecer, dormir con Izuku acurrucado junto a su pecho…
Si Izuku le decía, como Eijiro había hecho en su momento, que el tipo de relación que tenían debía terminarse para poder avanzar porque no había hablado a tiempo con él, si elegía estar junto a Todoroki de una forma distinta, como la que él había tenido con Eijiro… seguramente desearían estar todavía más tiempo a solas. Katsuki sería el tercero en discordia en una tienda donde hasta ese momento se había sentido en casa.
—¿Kacchan?
Katsuki parpadeó, dándose cuenta de que se había abstraído y que no sabía cuánto tiempo llevaba sin escucharle. Le miró, angustiado por todas los temores que bullían en su cabeza, sin preocuparse por disimular o poner una expresión feroz que hiciese parecer que nada le importaba. Izuku se mordía el labio con cara de preocupación, observándole atentamente. Katsuki abrió la boca para intentar explicarse, pero la cerró inmediatamente porque no quería sonar estúpido y sentimental diciéndole que deseaba que ojalá las cosas no cambiasen. Que no quería renunciar a estar con él cuando por fin había encontrado una manera de hacerlo, de llegar a él, de entenderse. Que tampoco quería dejar de pasar tiempo con Todoroki, aunque este aún lo traía un poco confundido por su forma de ser, mucho más hermética que la suya. Todos aquellos pensamientos y sentimientos se le juntaron en el pecho en una enorme bola que se atascó de una manera dolorosamente desagradable.
—Te escucho —dijo Katsuki, no obstante, apretando los labios e intentando que su voz sonase con firmeza, preparándose para recibir el golpe.
—¿Recuerdas que dijiste que me podían gustar dos personas? ¿Lo del helado de fresa y chocolate? —Katsuki asintió, desconcertado. No había esperado que Izuku hablase de eso y contuvo el aliento, mirando atentamente a Izuku y anticipando, esta vez correctamente, lo que este iba a decirle—. He decidido que me gustan dos personas. Soy consciente de que quizá no quieran estar conmigo de esa manera o que prefieran no hacerlo si estoy con una de ellas, por las razones que sean.
—¿Todoroki ya lo sabe?
—Supongo que esa es la cuestión, Kacchan. Shouto sabe que tú eres una de esas personas desde antes de que yo mismo me diese cuenta.
—¿Eso te ha dicho? —Katsuki no pudo evitar el tono de sorpresa en la voz.
—Sí. Me dijo que era obvio que me gustabas, que me comportaba como si fuese así. He tardado un poco en darme cuenta por mí mismo, pero es cierto. Me gustas, Kacchan —confesó Izuku, sonrojándose.
—¿Te… gusto? —Katsuki parpadeó, todavía sorprendido—. ¿Quieres decir que te gusto de esa manera, no como…?
—Sí, Kacchan. Quiero decir que me gustas de esa manera.
—¿Incluso a pesar de…?
—Sí, incluso a pesar de todo lo que ha habido entre nosotros. Siempre te admiré mucho, Kacchan. Tu Don me fascinaba, creía que ibas a ser un gran héroe, creo que ya lo eres. He conseguido asimilar todo lo ocurrido durante nuestra relación y creo que sigue saliéndome a cuenta haber sido tu amigo. Y sí, además de todo eso, me gustas como algo más que un amigo.
Katsuki suspiró con alivio, sintiendo que la opresión de su pecho se desvanecía un poco. Izuku no daba por terminada la conversación, así que imaginaba que tenía que haber algo más. Algo que temía que no fuese a gustarle, a juzgar por los rodeos que estaba dando para llegar al meollo del asunto.
—Shouto opina que yo tampoco te soy indiferente —continuó Izuku, en un tono cauteloso que hizo que Katsuki se pusiese más en guardia—. Al principio no lo creí, pero luego me di cuenta de que no te gusta cuando duermo con él en lugar de contigo, a pesar de que sabes que no soy consciente de cuando hago eso porque estoy dormido. También me contó que te vas de la tienda las noches que paso con él y pones mala cara al despertarte esas mañanas.
—No me voy de la tienda por eso, Deku —le interrumpió Katsuki, resoplando.
—Pensé qué…
—No es por eso. No voy a mentirte, me fastidia cuando estás así con él en lugar de conmigo, pero no me voy de la tienda porque esté celoso. —Katsuki inspiró profundamente antes de decirle la verdad—. Es porque me hago pajas, joder. Me voy a la caseta a…
Izuku abrió los ojos, sorprendido. Luego, estalló en una carcajada alegre.
—Qué tú no te hagas pajas, Deku, no quiere decir que los demás… —comenzó a decir Katsuki, enfadado al creer que se estaba riendo de él.
—¡Claro que me hago pajas, Kacchan! —le interrumpió Izuku con alegría—. ¿Recuerdas ayer cuando te quejaste que tardaba demasiado en el retrete?
—¿Estabas…? —Izuku asintió, volviendo a reírse. A su pesar, Katsuki también resopló, conteniendo una carcajada. Izuku realmente había tardado mucho, aunque imaginaba que concentrarse con él metiéndole prisa no había debido de ser sencillo—. Bueno, ahí lo tienes. No tiene que ver con vosotros.
—Perdóname, Kacchan. Malinterpreté las cosas.
—No, no del todo. Es verdad que a veces me da rabia que estés tanto tiempo con Todoroki. Siento que… —Katsuki buscó las palabras adecuadas, decidido a intentar expresarse igual que había conseguido hacer unos minutos antes. Eijiro había tenido razón y hablar las cosas estaba ayudándole a gestionar la bola de pensamientos que tenía en la cabeza—. Siento que me dejáis atrás, que tenéis más confianza entre vosotros que conmigo. Es una sensación constante en mi relación contigo, Deku… Me dejas atrás y no sé qué hacer para alcanzarte. Durante un tiempo caminé delante de ti y eras tú quien se esforzaba por alcanzarme y ahora… Sé que es normal y que, en cierto modo, me lo merezco…
—No digas eso, Kacchan. No te mereces sentirte así aunque tu comportamiento no haya sido correcto —lamentó Izuku, acariciándole el pecho como si intentase consolarle—. Si tuviera más confianza con él que contigo no estaría diciéndote todo esto. Shouto y yo no pasamos más tiempo contigo porque entendemos que necesitas estar con tus amigos también. Además, tú y yo nos conocemos desde hace muchos más años. Él y yo… hemos empezado a conocernos ahora, tenemos mucho tiempo que recuperar. Es normal que parezca que nuestra relación avance más que la tuya y la mía, porque hay mucho más margen para avanzar. Tú y yo llevamos muchos años de ventaja.
—¿Vas a ir al grano de una vez, Deku? —dijo Katsuki con una sonrisa, ya más tranquilo al saber que Izuku no pretendía desplazarle para pasar más tiempo a solas con Todoroki.
—Anoche besé a Shouto cuando tú no estabas —confesó Izuku a bocajarro. Katsuki apretó los labios en una mueca, sin saber definir qué era la opresión que sentía en el pecho—. Y quería que tú lo supieses. Me gustaría que eso no empeorase nuestra relación, porque realmente me gusta lo que tenemos entre nosotros.
—¿Por qué debería saberlo yo? —preguntó Katsuki, sospechando la respuesta.
—Porque la otra persona con la que me gustaría besarme eres tú, Kacchan —dijo Izuku en tono obvio, poniendo los ojos en blanco. Katsuki resopló, admitiendo para sus adentros que ese no había sido su momento más brillante pero, aunque ya se sentía más seguro, todavía estaba un poco confuso y lo que acababa de revelarle le causaba ansiedad—. Sé que tú has hecho un esfuerzo extraordinario para ser mi amigo… nuestro amigo y es posible que quizá no quieras esto de mí, pero pregunté a Shouto anoche y debo preguntarte a ti, no suponer las cosas.
—¿A Todoroki no le importa que quieras besarme? —Izuku negó con la cabeza, expectante—. ¿Y tú quieres estar con los dos a la vez?
—Sí —afirmó Izuku con rotundidad—. No quiero elegir entre ninguno de los dos, salvo que alguno no quiera estar conmigo, en cuyo caso la elección no está en mis manos. Y para poder elegir, los tres tenemos que tener la misma información.
—Si yo no quiero compartirte… —insinuó Katsuki, sin saber qué responder a eso.
—No me vas a compartir —negó Izuku, haciendo énfasis—. Tendrás el cien por cien de mí. Y Shouto tendrá otro cien por cien. Incluso aunque no quieras estar de esa manera conmigo, seguirás teniéndome al máximo como amigo si decides que mi propuesta no es adecuada para ti.
—¿Cómo lo hace Todoroki? —preguntó Katsuki, intentando ordenar las ideas en su cabeza, que habían vuelto a liarse en un galimatías que no conseguía comprender—. Para no tener celos de mí.
—No creo que no tenga celos. Es más hermético con sus sentimientos, nada más. Yo también podría sentir celos si tú decides que quieres seguir estando con Kirishima-kun.
—Eijiro y yo no tenemos ese tipo de relación ahora mismo —le aseguró Katsuki rápidamente.
—Pero si quisierais tenerla en el futuro o si desearas besarte con otra persona, estarás en tu derecho de hacerlo y yo tendré que gestionarlo y aceptarlo. O si Shouto decide hacer lo mismo, por ejemplo.
—No va a ser fácil para mí —le advirtió Katsuki, que no estaba muy seguro de que aquello pudiese funcionar. Le dolía pensar que Izuku estuviese con Todoroki y no con él, pero tampoco sabía si era capaz de manejar todo aquello cuando ni siquiera podía poner sus ideas en claro—. No soy la persona más paciente del mundo y no se me da bien pararme a reflexionar.
—Te prometo que siempre podrás contármelo y yo intentaré ayudarte con ello.
—Creo… Eijiro siempre me dice que actúo sin pensar y que debía hablar contigo. Tenía razón en esto último así que… ¿puedo dedicar unas horas a pensarlo? —preguntó Katsuki, intentando ganar tiempo.
—¡Claro! —asintió Izuku, comprensivo—. Lo que necesites. Y Kacchan… Si decides que no puedes hacerlo, me gustaría que siguiéramos como hasta ahora. Nada cambiaría entre nosotros. No tendrías que vernos a Shouto y a mí juntos. Nos comportaríamos como hemos hecho hasta ahora, podemos buscar nuestros ratos a solas sin dejar de estar contigo.
—Por supuesto. Eijiro y yo seguimos siendo amigos. Encontraré la forma —le aseguró Katsuki, aunque tampoco las tenía todas consigo. Eijiro y él seguían siendo amigos porque Eijiro había sido paciente y constante a pesar de todo. No sabía si él podía hacer lo mismo que había hecho Eijiro sin cagarla.
—Sé que lo harás, Kacchan. Siempre lo has hecho, incluso hoy. Y, decidas lo que decidas, podemos llegar a acuerdos. Por ejemplo, respetar la tienda como elemento neutral y no estar con Shouto aquí o intentar no tener contacto físico con él delante de ti si eso te ayuda.
—Mejor primero lo pienso y luego hablamos de eso —negó Katsuki, que cada vez sentía la cabeza más llena de detalles que tenía que considerar y no se había parado a pensar hasta que Izuku las había mencionado.
—¡Claro, Kacchan!
Cuando salieron de la tienda vieron que Todoroki estaba donde habitualmente terminaban su sesión de sprint, sentado de espaldas a la tienda y mirando hacia el bosque. Cuando llegaron a su altura, les dirigió a ambos una sonrisa tentativa antes de levantarse y encabezar el entrenamiento deportivo. Katsuki descubrió a Todoroki mirándole de reojo en varias ocasiones a lo largo de la mañana. Era consciente de que estaba más silencioso y parco en palabras de lo habitual, pero Todoroki no mencionó nada al respecto. Izuku se esforzó en intentar generar algo de conversación casual entre ellos mientras se dirigían a desayunar, con una sonrisa optimista e inagotable.
Mientras corrían, la misma sensación de pesadez que había sentido cuando Izuku quiso hablar con él había vuelto a ocupar el pecho de Katsuki, con una presión casi dolorosa. Había creído que se le pasaría al sentarse con Mina, Hanta, Denki y Eijiro a desayunar, pero no había podido evitar mirar varias veces hacia la mesa donde Izuku y Todoroki estaban sentados. Sólo Todoroki miró en su dirección en un par de ocasiones con aquella mirada enigmática que solía adoptar tan a menudo y Katsuki no se había sentido con fuerzas de sostenérsela.
—¿Todo bien, Katsu? —le había preguntado Eijiro al cabo de un rato, observándole con preocupación. Había negado, notando que no se sentía capaz de hablar y Eijiro había asentido, comprendiendo y acariciándole la espalda.
Katsuki dio gracias por la llegada del momento de entrenar con los Dones. Hacer explotar cosas siempre le había resultado una terapia efectiva para sacar las ideas de la cabeza a estallidos. O al menos hacerlas callar durante un rato. Al reunirse con Izuku y Todoroki estos parecían resueltos a repetir los ejercicios que hubiese programado, actuando con normalidad a pesar de que Katsuki sabía a ciencia cierta que se estaba comportando de un modo extraño. El entrenamiento funcionó como deseaba. Enfocar la mente en atacar y moverse constantemente dejaba poco espacio para que las ideas germinasen y se enredasen en la cabeza. Ocupado en el enfrentamiento, tratando de ganar con todas sus fuerzas para reafirmar su valía, evitando que Todoroki se moviese hacia él, alcanzándole, intentando mantener a Izuku alejado de ambos y eludiendo los ataques a distancia que este le lanzaba y alzándose con la victoria al conseguir derrotar a los dos tras unas cuantas horas de combate intenso, olvidó la ansiedad que sentía durante unas horas.
—¿Vamos a ir al lago hoy? —propuso Todoroki cuando estaban en la caseta de baños, vistiéndose tras haberse duchado. Él había evitado cuidadosamente cualquier contacto visual con ellos, sintiendo la opresión del pecho crecer poco a poco de nuevo una vez su mente dejó de pensar en movimiento y estrategias—. No parece que vaya a hacer mucho calor esta tarde.
—He quedado con Eijiro —contestó Katsuki bruscamente, incapaz de pronunciar frases más largas sin que la voz le fallase. No era cierto, ni siquiera había intercambiado palabra alguna con él.
—¿Por qué no vamos a explorar la cueva que vimos ayer mientras corríamos, Shouto? —dijo Izuku.
Todoroki asintió, conforme. Katsuki se mordió la lengua para no decir que él también quería ir a ver cuevas. Le gustaba salir a hacer rutas de senderismo, una afición que él tenía desde hacía años. Resignado, pensó en ir él solo al día siguiente y acto seguido se frustró por volver a estar haciendo planes por su cuenta, como había hecho hasta el día que empezó a unirse a los planes de Izuku y Shouto, a pesar de que sabía que necesitaba estar un rato a solas, alejado de ellos dos.
Desde que terminado la conversación con Izuku había estado acompañado de ambos en todo momento y eso hacía que diese vueltas a lo que Izuku le había planteado, pero dando rodeos sobre la cuestión principal y evitando pensar en ello. Se sorprendió cuando Todoroki le dio un apretón en el hombro, comprensivo. Era la primera vez que este lo tocaba más allá de cuando le despertaba por las mañanas. Katsuki le miró, descubriendo una sonrisa tímida en su rostro que hasta ese entonces sólo había visto en contadas ocasiones, siempre dirigidas a Izuku. Agradecido por su gesto, intentó devolvérsela aunque sabía que apenas había sido una mueca. Debió bastar para Todoroki, porque le dio una palmada amistosa en la espalda antes de seguir calzándose. Intentando coger aire para anular la opresión que sentía en el pecho, Katsuki comprendió que él también lo estaba intentando, esforzándose en seguir siendo su amigo.
Después de comer se dirigió al lago, sabiendo que los otros dos no estarían allí y se sentó en la roca que se había convertido en su sitio de reunión favorito. Descalzándose, Katsuki deslizó los pies hasta el agua, suspirando de placer al notar su frescor y relajándose por primera vez en todo el día. Entrecerró los ojos para observar a algunos de los otros chicos de la clase que chapoteaban en el otro extremo, intentando identificar a sus amigos. A quien sí veía claramente era a Koda, que estaba un poco apartado de ellos, en solitario, metido en una parte poco profunda y aparentemente hablando con los peces o las ranas.
—Así que estás aquí—dijo Eijiro, apareciendo súbitamente a su lado un rato después.
—¿Cómo lo has sabido?
—Nosotros estamos allí —señaló Eijiro. Katsuki siguió su indicación con la mirada, distinguiendo a los otros tres hablando animadamente entre ellos. Denki se dio cuenta de que miraban en su dirección y saludó con la mano, entusiasmado. Eijiro le devolvió el saludo, pero Katsuki no se movió—. Normalmente os vemos a los tres, pero hoy has venido solo.
—Se han ido a explorar una cueva que vimos ayer —masculló Katsuki, volviendo a bajar la mirada hacia sus pies.
—Ya has hablado con él —comprendió Eijiro. Se sentó junto a él, quitándose las zapatillas con los talones, arrancándose los calcetines y metiendo los pies en el agua—. ¿Quieres contármelo?
Katsuki apretó los labios, asintiendo, pero siendo incapaz de ordenar y expresar todos los pensamientos que le estaban cruzando por la cabeza y no muy seguro de cómo hablar de la ansiedad que le atenazaba el pecho. Eijiro no dijo nada, esperando pacientemente y sintiéndose cómodo en el silencio.
—¿En quién piensas cuando te haces pajas, Eijiro? —preguntó Katsuki finalmente, tras pasar varios minutos saltando de idea en idea, decidiendo empezar por las fantasías que acudían a él cuando se masturbaba.
—En Midnight —contestó Eijiro con una carcajada.
—Hablo en serio, idiota —gruñó Katsuki, arrepintiéndose de haberlo planteado de aquella manera.
—No es mentira. Quien no se la haya cascado alguna vez pensando en Midnight es que no le gustan las mujeres —se defendió Eijiro, todavía sonriendo con alegría. Katsuki resopló, concediéndole el punto—. Depende, Katsuki. Normalmente no lo planifico, si te soy sincero. A veces tiro de recuerdos, otras de fantasías.
—¿En nosotros?
—Algunas veces —admitió Eijiro, sin vergüenza—. Lo pasábamos bien y son recuerdos de sensaciones reales que guardo con mucho cariño.
—Yo pensaba en lo que hacíamos nosotros, porque era lo más cercano que tenía a la realidad. Cuando estábamos juntos todavía, pues porque se sentía reciente y me apetecía repetir. Después… supongo que lo echaba de menos —confesó Katsuki, pensativo—. Últimamente… cuando intento pensar en nosotros mi mente mantiene la escena, pero no sales tú a pesar de que lo intente.
—Midoriya —comprendió Eijiro, asintiendo con la cabeza. Le acarició la rodilla con una mano y Katsuki le miró, agradecido por el gesto de consuelo, dándose cuenta de que era el segundo del día, después del de Todoroki.
—Quiere que salgamos juntos —le contó Katsuki, consciente de que estaba saltando de idea, pero incapaz de controlar el hilo de sus pensamientos.
—Al final te lo tuvo que decir él —se rio Eijiro, retirando la mano de la rodilla y apretándole el hombro de un modo similar al de Todoroki esa mañana—. Aunque últimamente pasáis juntos mucho tiempo. Tampoco me coge de sorpresa, era cuestión de tiempo que ocurriese. Sólo necesitabais hablar.
—Supongo que no. Han sido unos días… intensos —dijo Katsuki en tono fúnebre.
—¿Qué te preocupa, Katsu? —preguntó Eijiro, sospechando que le faltaba información.
—Quiere salir también con Todoroki. Lo besó anoche.
—¡Vaya con Midoriya! —Eijiro volvió a reírse con ganas—. Eso sí que no me lo esperaba.
—También ha pasado mucho tiempo con él. —Katsuki pensó que, al contrario que Eijiro, él si lo había esperado. Temido, incluso—. Los tres juntos, de hecho, salvo cuando he estado con vosotros.
—Tienes razón, visto así. ¿Por eso estás tan serio? —Katsuki asintió—. ¿Qué sientes hacia Todoroki, Katsuki?
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, recuerdo el festival deportivo, en ese momento parecías odiarlo profundamente.
—No lo hacía. Sólo me daba rabia que me venciese sin utilizar su habilidad al máximo. Me fastidió que me arrebatara una victoria digna. —Eijiro levantó ambas cejas, divertido—. Vale, me pasé, no fue uno de mis mejores momentos. La cosa es… No te lo puedo contar, porque no me pertenece esa información, pero escuché una conversación entre él y Deku que… bueno, acabé comprendiendo cómo se sentía. Pero nos hemos llevado mejor últimamente. Como con Deku, me he esforzado.
—Sí. Lo has hecho. —Katsuki sintió que la ansiedad de pecho disminuía un poco gracias al elogio de Eijiro. Recordó que también Izuku se lo había dicho—. Entonces, ¿te ves capaz de hacerlo? Es algo más que tolerarlo o llevarse más o menos bien, Katsuki.
—A veces, cuando me voy a correr, en lugar de Deku están los ojos de Shouto —confesó Katsuki, arrepintiéndose de habérselo ocultado. Eijiro silbó, admirado, incapaz de dejar pasar el uso del nombre propio en lugar del apellido—. No te rías. No sé si me gusta.
—El cerebro se inspira con cosas muy raras —dijo Eijiro, encogiéndose de hombros—. ¿Cómo te sientes ahora mismo con respecto a Midoriya y Todoroki?
—No lo sé, joder. Esa es la puñetera cuestión —gruñó Katsuki.
—Me refiero a ahora mismo, aquí. Piénsalo un momento. —Eijiro hizo una pausa para permitirle pensar. Katsuki lo intentó—. Ahora mismo… ¿dónde quieres estar?
—Con ellos —respondió Katsuki, sin dudar. Los echaba de menos y se estaba arrepintiendo de no haberles acompañado a explorar aquella cueva.
—En mi opinión, si dices que piensas en Midoriya y que también piensas en Todoroki y que los echas de menos… Creo que sí, es muy posible que no sea solamente una mala pasada del cerebro.
—No he dicho que me guste. Ni siquiera lo sé. Estoy bastante seguro de que Deku sí me gusta —Eijiro bufó, dándole a entender lo que opinaba de su inseguridad—, pero Todoroki es harina de otro costal. Es… me estoy rallando. Sólo pensaba que si me gustase sería más fácil.
—Katsuki, ten en cuenta que si Todoroki te gusta tendrás que valorar más cosas todavía —le advirtió Eijiro con un suspiro resignado.
—¿Te parecen pocas ahora?
—Supongo, si él te corresponde. No lo sé, sólo he estado contigo hasta ahora. Pero si no te corresponde, tendrás que ver a Midoriya con él.
—Eso va a ocurrir aunque yo decida no estar con Deku. Me ha ofrecido que, si no quiero aceptar toda esta situación, sigamos siendo amigos como hasta ahora y quizá sea la mejor idea. No sé si estoy preparado para estar con alguien como Izuku de la manera que se merece.
—¿Nos hacemos unas pajas? —preguntó Eijiro súbitamente con una sonrisa invitadora.
—¿Qué coño dices, Ei? —espetó Katsuki, mirándole con desdén y desagrado.
—Koda está ahí, en el lago y Denki está intentando lucir sus abdominales delante de Jirou, incapaz de admitir que es un caso perdido. Podemos ir a la tienda, estará vacía. Si quieres, puedo chupártela. Siempre te gustó cómo te la chupaba porque decías que conseguía rozarte con los dientes sin hacerte daño y que eso te ponía un montón. Por los viejos tiempos, Katsu.
—No digas tonterías, imbécil. —Katsuki sintió que el cabreo burbujeaba en su interior. Había pensado que Eijiro sería capaz de comprenderle y escucharle sin tapujos y le molestaba que no fuese así—. Estábamos hablando en serio.
—Hace un mes habrías aceptado sin pensarlo, Katsu. Dejamos de follar porque yo corté algo que creía que acabaría dañándonos a ambos ya que no buscábamos lo mismo, pero tú habrías seguido. Hoy ya no estás dispuesto a ello. Algo ha cambiado en ti. —Eijiro le pasó la mano por la espalda, acariciándosela con cariño—. Creo que ya tienes tomada una decisión, Katsu. Y sé que no necesitas mi aprobación pero… me gusta. Has mejorado mucho y seguirás haciéndolo. Tienes derecho a ser feliz, Katsu.
Katsuki supo que las palabras de Eijiro eran ciertas. Este tenía razón, había tomado la decisión cuando Eijiro había cortado por lo sano con su trato, empujándole constantemente a hablar con Izuku. La había vuelto a tomar la mañana que se había acercado a ellos dos, improvisando un entrenamiento que luego había mejorado para poder aprovechar sus Dones. Cuando había descubierto que Izuku se había abrazado a él y le había pedido a Shouto que le dejara estar así en lugar de despertarlo antes que a él. Cuando los ojos de Shouto le habían devuelto la mirada en sus fantasías, consciente de que Izuku sentía hacia el chico algo parecido a sus propios sentimientos por él.
—Tengo miedo —confesó Katsuki, sabiendo que era eso y no otra cosa lo que lo había detenido de aceptar esa mañana y besar a Izuku. No estaba acostumbrado a tener miedo. Ni siquiera había tenido miedo cuando lo habían secuestrado, ni tampoco peleando contra el villano de varios Dones—. Como te rías, te mato.
—Katsu… —susurró Eijiro, con admiración— Eres la persona más valiente que conozco en el mundo, Katsu. Acabas de hacer algo impresionante: admitir que a veces no estás seguro. Si quieres mi opinión, déjate llevar por tu decisión. Creo que estás preparado para sentirte celoso y admitir, de nuevo, que no estás seguro y manejarlo. Y siempre puedes contar conmigo para ayudarte a racionalizarlo.
Eijiro le abrazó, estrechándole contra él y dándole un beso en la coronilla.
—Deja de hacer el ridículo, gilipollas —se quejó Katsuki a voces, secretamente complacido y aliviado por haber podido hablar con él. Le había ayudado a poner en orden todas sus ideas más eficazmente que él solo—. Tengo una reputación que mantener, joder. Ahora todo el mundo que esté en el lago va a pensar que soy un oso de peluche al que podrán achuchar a su antojo.
—Pobre Midoriya, si le montas un drama así cada vez que quiera besarte, va a salir huyendo en tres días —se burló Eijiro.
—¡Idiota!
—Imbécil…
—¡Carapiedra!
—A mucha honra.
Ambos sonrieron, mirando al horizonte en silencio. El sol había empezado a declinar. Todos sus compañeros fueron abandonando el lago, para ducharse antes de ir a la cena. Katsuki estaba seguro de que si volvía en ese momento a la tienda encontraría a ambos chicos allí, ya de regreso de su excursión.
—Sigo sin estar seguro de lo de Shouto —mencionó Katsuki en voz baja al cabo de un rato. Eijiro asintió para indicarle que lo había escuchado—. A lo mejor sólo es una mala pasada de mi mente. No quiero malinterpretar cosas que no existan, pero sí quiero ser su amigo y creo que él también quiere eso, al menos. Así que seré su amigo, al menos hasta que me aclare conmigo mismo.
—Me parece buena idea —asintió Eijiro—. ¿Y Midoriya?
—Hablaré con él esta noche. Hay algunos aspectos que quiero que consideremos primero.
Eijiro le dio la mano, apretándosela con cariño a modo de aprobación. Sintiendo en el estómago el cosquilleo de la anticipación al haber tomado por fin una decisión en firme, decidió dilatar unos minutos más su regreso, disfrutando de la silenciosa compañía de Eijiro antes de levantarse a regañadientes para cenar cuando Present Mic los llamó a ambos con su Don.
