¡Acá está el capítulo cuatro! Espero que les guste~

Y como Itachi extraña mucho a Shisui bebé, pensemos que le dedica la canción "Dark Paradise" de Lana del Rey (pero eso se me ocurrió ahorita, así que dejo la canción que ya tenía contemplada cuando escribí el capítulo).


[4]

He whistles and he runs, so hold him fast

Breath the burn, you want to let it last

[…]

When the cadaverous mob

Save its doors for the dead man

You cannot leave

[ Interpol, A time to be so small ]


Itachi recuerda los días en los que fue feliz. Permanecen en lo profundo de su consciencia, guardados celosamente por su corazón: Una cena en familia, un día de entrenamiento con Shisui, el tierno abrazo de Sasuke que lo retiene cuando debe marcharse. Un toque en la frente del niño enviándolo lejos, mientras Itachi le promete que será algún otro día, cuando las cosas sean mejores y él pueda jugar con Sasuke sin ninguna preocupación.

Entonces, las preguntas que estuvieron latentes en su cabeza durante toda su vida se despliegan como una cascada: ¿Alguna vez estuvo tranquilo, realmente tranquilo? ¿Fue cobarde al querer tomar un respiro cuando se sentía sofocado por su deber hacia el clan y la aldea? ¿Fue egoísta sentirse bien cada que jugaba con su hermanito y estaba con Shisui?

¿Su felicidad se trató de una ilusión? ¿Un escape de la realidad?

«Finalmente sales.»

Itachi usa la espada de Totsuka para liberar a Sasuke de la marca de maldición y sellar a Orochimaru, pero la cantidad de chakra que usa es sorprendente. Un instante después, el dolor lo hace contraerse sobre sí mismo mientras borbotones de sangre se derraman por su boca. Sus entrañas arden, suplicándole sucumbir. Sin embargo, el Susanoo no desaparece e Itachi tampoco se rinde. No sin…

—¡Maldito!

El terror palpita tras los ojos de Sasuke. Sigue viendo a Itachi como el asesino que es, e intenta repeler a su hermano con kunais y papeles bomba, la desesperación contrayendo las facciones de su magullado rostro. Se está protegiendo por primera vez en su vida, protegiéndose como nunca pudo hacerlo cuando encontró los cadáveres de sus padres bajo los pies de su ejecutor.

Sasuke se defiende con la espada y falla. Cuando cae al suelo, vuelve a ser el niño indefenso de diez años, paralizado por el pánico a medida que su hermano mayor se acerca. E Itachi se esfuerza por enfocarlo pese al dolor y la ceguera, no importa que sus ojos y entrañas estén desangrándose.

«Lo logré.» Le dirige sus pensamientos a Shisui. «Logré salvarlo, Shisui. Solo lamento no poder estar más para él. Lamento el camino que lo obligué a recorrer y el dolor que todavía le falta por vivir.»

Itachi balancea su cuerpo con dificultad, extendiendo la mano hacia su hermano pequeño, quien se hunde sobre la pared a sus espaldas como si ésta pudiera protegerlo de su inminente final.

Lo cierto es que el muchacho se ha vuelto bastante fuerte, e Itachi muere por decirle lo orgulloso que está de él, pero sabe que tiene poco tiempo, y todas sus fuerzas se concentran en otras palabras.

«Lamento si mi muerte no significa nada. No sé si lo que hice podrá proteger la aldea y el nombre de nuestro clan en el futuro. Pero, si al menos Sasuke consigue luz en su vida, entonces todo habrá valido la pena.»

Cuando sus dedos empujan la frente de su hermanito, sabe que es verdad: Sasuke siempre valdrá la pena. Y si Itachi muere por él, entonces morirá feliz.

—Lo siento, Sasuke. Esta es mi despedida.

«No habrá una próxima vez.»

Ir al lugar donde está Shisui es pedir demasiado, Itachi lo sabe perfectamente. Por eso luchó por verlo dentro del genjutsu una última vez. Necesitaba hacerlo. No quería morir sin el recuerdo fresco de la sonrisa de Shisui, de sus ojos mirándolo y haciéndolo sentir en paz, dándole lo más cercano a la felicidad que jamás pudo alcanzar.

Pero Itachi sabe que no lo merece. Y por eso pierde el aliento cuando Shisui lo encara, a un paso del acantilado, dándole la espalda a la cascada.

Aunque sus párpados estén cerrados, el joven de cabellos ondulados curva una sonrisa que provoca en Itachi el impulso para dar un paso hacia delante, fuera de los árboles, y presa del miedo de que todo vuelva a desaparecer. El viento le sopla ligeramente el cabello. Se percata de que lleva la misma ropa con la que luchó contra Sasuke, pues la parte del pecho está cubierta con su propia sangre.

—Antes solíamos jugar mucho aquí —murmura Shisui.

Su voz llega a los oídos de Itachi como si estuviesen separados por millas. Sin embargo, el pecho de la comadreja ya no carga con el peso del mundo. Si confía en que Sasuke estará bien, entonces él ya no tiene más pendientes. Vivió tan cansado la mayor parte de su vida que ahora la muerte parece algo a lo que le daría la bienvenida.

Si tiene la oportunidad de despedirse de Shisui, él estará bien en donde sea que vaya a parar.

¿Pero por qué se siente como si fuera otro de sus escapes? ¿Por qué parece que es una extensión de su genjutsu?

«Había estado persiguiéndolo. Y cuando lo encontré…»

Un camino de sangre se derrama por los ojos de Shisui. El corazón de Itachi se encoge cuando cae en cuenta de que el pasado sigue repitiéndose en su mente. Aunque quizá no es un espejismo, quizá es la realidad.

Tal vez es el infierno.

—¿Eres tú, Shisui? — Se refiere a Shisui, el que murió frente a sus ojos. El ancla que perdió hace ya una vida—. ¿Esto es una ilusión? Es…

—Solo puedo confiar en ti, mi mejor amigo.

La sensación helada penetra sus huesos, hendiéndose en su corazón. Su cabeza da vueltas: el clan, la aldea, el golpe de estado, el Kotoamatsukami… los ojos de Shisui.

No se trata del genjutsu, tampoco son fragmentos de su memoria. Son ambas cosas.

—Protege a nuestra aldea, y el nombre de los Uchiha.

«¡No puedo más! ¡No quiero esto de nuevo!»

Un cuervo recoge el ojo de la mano de Shisui sin que la comadreja pueda hacer algo al respecto. Shisui da un paso hacia atrás e Itachi uno hacia delante, aterrado, desesperado, quebrado.

—¡Shisui!

Shisui se detiene al borde del acantilado, enmarcando una sonrisa.

—¿A qué viene esa expresión preocupada? Incluso así puedo ver tu cara fácilmente—Las súplicas de la comadreja se pierden antes de llegar al otro Uchiha. «¡Te estoy perdiendo! ¿No te das cuenta?»—. Odio ver tu rostro preocupado.

«¡Entonces no te vayas así! ¡Me prometiste que nunca me dejarías! ¡No quiero que termine de esta forma!»

Tarde, Itachi se percata de que no puede manipular aquella escena. Jamás podrá cambiar el pasado. Detener el golpe de estado sin sangre derramada fue algo que nunca estuvo al alcance de sus manos. ¡Una utopía, el sueño lunático de que algún día podría existir un mundo sin guerra!

Y perdió todo lo que amaba por eso.

Su mano jamás alcanzará la de Shisui, ni en sus sueños ni en una ilusión. Shisui y sus padres morirán en todas las realidades, y él nunca podrá ver crecer a Sasuke.

Se ha vuelto una criatura tan frágil, tan impotente…

«¿Qué me queda entonces?»

Algo. Necesita aferrarse a algo. Aunque sea en el final.

Ya no intenta sostener a Shisui cuando éste se lanza al acantilado. No, esta vez Itachi lo sigue, con las manos extendidas y los ojos fijos sobre el cuerpo del otro. La fuerza de gravedad le golpea el rostro con el viento frío y él intenta, desesperadamente, caer más rápido para llegar a Shisui antes de que el río los envuelva.

Pero el tiempo se ralentiza a medida que cae. La cascada parece infinita y la maldita distancia entre ellos no desaparece. Itachi está tan harto de ver a Shisui alejándose de él que quiere gritar. Quiere alcanzarlo porque no tiene nada más.

Quiere alcanzarlo porque es el final.

«¿Cuándo dejarás de preocuparte por mí?»

La voz de Shisui hace eco en su mente. Lo está llamando.

«Te prometí que nunca te dejaría.»

—¡Shisui!

«Estoy aquí, Itachi.» Los murmullos de Shisui no vienen de la boca del muchacho, sino que palpitan dentro de la cabeza de Itachi, como si estuviera susurrándole al oído desde un lugar muy lejano. «¿No puedes escucharme?»

Itachi cae al río antes de que sus brazos lleguen a Shisui. El golpe es helado y tiene la sensación de que su alma se ha desprendido de su cuerpo. Pero no es lo que esperaba; esa no es una sensación liberadora, porque más allá del agua no hay absolutamente nada. Itachi está flotando en un vacío sin inicio ni final.

Solo existe el frío, la extensa soledad y la certeza de que está muerto.

Más allá, entre la densidad del agua oscura, Itachi enfoca un cielo gris y áspero. Nubes gruesas que opacan la luz del sol, el viento seco golpeándole las mejillas y el cabello. Poco a poco, va elevándose a la superficie, de vuelta a la realidad.

«¿Hasta cuándo va a repetirse esto?»

Itachi está cansado de ese maldito espiral. Ya no quiere regresar al pasado, no quiere lamentar todo lo que perdió ni preguntarse si su sacrificio sirvió para proteger la paz que siempre anheló. Tampoco quiere seguir despertando después de cada pesadilla y darse cuenta de que todavía no llega al final.

Intenta llevarse una mano a la cabeza. Le cuesta trabajo mover su cuerpo, ni siquiera puede parpadear. Pero la comadreja sabe que no está bajo ningún genjutsu: ese es el mundo real.

Él no está muerto.

—Uchiha Itachi—Hay un tono de confusión en aquellas palabras.

Itachi no está seguro de conocer esa voz, pero cuando se gira hacia el hombre a su lado, no tiene problemas para adivinar de quién se trata, aunque nunca tuvo la oportunidad de verlo en persona.

—Pain.


Pobre bebé Itachi.

¡Para el siguiente martes se viene el último capítulo! 3