Bow analizaba la larga pirámide hexagonal. La construcción parecía inspirada en la arquitectura de los primeros. Examinó el pequeño centro de mandos y pudo confirmar que funcionaba absorbiendo magia del ambiente.
—Listo, Bow. —Adora recién había salido del castillo.
—Tardaste un poco. —Bow observaba atento la estructura.
—El interior de Cryto no tiene sentido —respondió con una sonrisa tonta.
Bow comenzó a presionar los botones del mando, y una aura arcoíris surgió de la punta de la instalación.
—¿Qué es eso?
—Entrapta lo está logrando —respondió emocionado—. Este es un paso más hacia la unificación de la magia y la tecnología
—¿Como She-ra? —Adora se tomó la barbilla, pensativa.
A Bow se le revolvieron las tripas al escuchar eso. La unificación de las teorías mágicas con las de la ciencia era el fin máximo en la comunidad de creadores. Pero el hecho de que que Entrapta tuviera acceso a un poder similar al de She-ra no sonaba alentador.
—Volvamos a Bright Moon, en el camino me dices lo que pasó —respondió mientras volteaba a verla con una sonrisa fingida.
—Llamaré a Swift Wind.
Ya era casi mediodía en el momento en que divisaron a Bright Moon. cuando se bajaron de corcel, en los jardines, éste lanzó hacia un obrero que caminaba con un cesto de manzanas. A Bow le preocupaba que Glimmer ya estuviera despierta, si se había enterado que no fue invitada se pondría furiosa. A Adora también le parecía preocupar algo. Estaban entrando al castillo cuando un grito estridente surgió a sus espaldas:
—¡¡¡En donde se metieron!!! —tanto bow como Adora soltaron un chillido mientras daban un salto.
—Glimmer, no queríamos despertarte ¿no es así Bow? —El arquero asintió sin control. La reina los observó con los ojos entornados. Bow sentía como si tratara de buscar en su mente, pero sin un hechizo era imposible.
—Bien —dijo Glimmer mientras se encogía entre hombros—, igual debió ser una salida aburrida. Cuales son las noticias.
—Nos dirigiremos a Eternia —respondió Bow—. Un planeta localizado en el centro del universo.
—¿Como la palabra de acceso a las ruinas de los primeros? —el rostro de Glimmer se tornó de preocupación —. Prométanme que irán con cuidado.
—No ocupamos hacer eso porque irás con nosotros —respondió Adora con entusiasmo—. Pediré permiso para que Hordak nos acompañe y aprovecharé para pedirle que te deje también.
—Eso no suena como una buena idea. —A Bow tampoco le parecía brillante—. Bien, silencio. Ahí viene mi padre —susurró con nervios.
El rey Micah surgía desde el interior del castillo a las espaldas de Bow y Adora. Lucia la indumentaria de la realeza, Bow aún no se acostumbraba a verlo bien vestido.
—Chicos ¿ya vieron el buen trabajo de la forestación? —preguntó el rey.
—No, Micah… rey, vengo a abogar por Hordak —dijo Adora, nerviosa, mientras hacía una reverencia tosca. Micah sonrió sin malicia—. Le pido permiso para que él nos acompañe a la siguiente misión espacial.
—Hordak —Micah se acarició la barba, pensativo—, tiene deberes aquí. Pero si necesitan su ayuda, entonces concedo su permiso. Ha demostrado mucho en poco tiempo. Pero no serán vacaciones para él, hagan que sude y se gane su perdón
—Y otra cosa —continuó con las peticiones—. Le pido que deje a Glimmer acompañarnos.
—No —contestó de forma seca—, y si han terminado, entonces nos vemos en la cena.
Glimmer no hizo una expresión de desilusión, al parecer no confiaba en que funcionaria. Pero Bow tuvo que contener las lágrimas. El rey Micah se despidió y continuó su camino hacia una enorme estatua en el centro del jardín.
Adora avanzó con los hombros caídos al interior del castillo. La reina, preocupada, la siguió. Bow dio un paso al interior pero se detuvo, dio media vuelta y se dirigió a donde el rey.
Micah miraba, cautivado, los ojos de la estatua, era una de Ángela. Poseía las palmas de piedra unidas y con los dedos apuntando hacia abajo. Su rostro era sereno, con los ojos cerrados. Bow dudó en interrumpirlo, pero debía hacerlo.
—Mi rey —llamó Bow con una reverencia. Micah dirigió la vista al chico.
—¿vienes por lo de Glimmer? —Bow no respondió —. Ella es una reina y su lugar está junto a su reino.
—Mi señor, Glimmer sabe defenderse. Ella…
—Eso lo se, es mi hija. —El rey volvió a mirar el rostro de piedra, los ojos del hombre brillaban con la luz del sol—. ¿Sabes lo difícil que fue saber lo de Ángela?
Bow volteó a ver la escultura. Ángela siempre fue buena con él, le dio una cama y otra familia a la que acudir. Quizás Micah tenía razón. Si algo malo le ocurría a su hija, ¿tendría el valor de mirar a los ojos al rey mientras se lo contaba?
—Su ida me dolió —le respondió el arquero—, pero cuando me enteré que había partido para darnos otra oportunidad de vivir sentí envidia. ¿Cuántos tenemos el honor de caer así? —una hebra cristalina surcó la mejilla del rey.
—¿Prometes que no la dejarás meterse en problemas? —notó que Micah lo miraba a los ojos.
—¿Que? —sentía que lo había arrollado un caballo. No estaba seguro de haber escuchado bien.
—Ella ya no es una niña, que diablos ¡Fue la líder de la rebelión! —Micah se acarició el bigote—. Debe de ser peligroso viajar por el espacio; pero no permitiré que Gimmer sea infeliz. Prométeme que la protegerás con tu vida y que por ningún motivo le dirás sobre este pacto. Sé que no me lo perdonaría; pero soy un padre.
El chico luchaba por no llorar frente al rey, pero no pudo, estaba demasiado emocionado.
—Lo prometo —respondió mientras se secaba las lágrimas, e hizo una reverencia. Al erguirse notó la espada mágica en la mano del rey
—arrodíllate —Bow obedeció y se hincó en una rodilla, había esperado ese momento desde hacía mucho.
Micah dio el discurso de la ceremonia de nombramiento y cuando Bow aceptó sus responsabilidades, el rey le dio un golpe en cada hombro con el arma.
—Levántate, Bow, caballero de Bright Moon, héroe de la rebelión, y guardia de la reina. —El chico se puso de pie mientras se secaba las lágrimas—. Solo recuerda, Glimmer no sabrá de esto, y tu deberás dar la vida por la reina y el secreto si es necesario.
