Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es CaraNo, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is CaraNo, I'm just translating her amazing words.
Thank you CaraNo for giving me the chance to share your story in another language!
Pueden encontrar todas sus historias en su blog, favor de quitar primero los espacios. También compartiré el link directo a su blog en mi perfil de FF.
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Gracias Yani por betear esta historia.
Capítulo 4: Pequeñas mentiras
Canción del capítulo: Paradice de Lil Wayne
EPOV
Cuando Tinks y yo llegamos a la escuela, me veo obligado a sacudir la cabeza con diversión ante los estudiantes que solo están ahí parados en el estacionamiento viendo nuestros carros. Puede que yo esté acostumbrado a esto, pero es algo nuevo para Tinks. Al menos creo que es nuevo para ella.
Se estaciona junto a mí y agarro el fólder que tengo para Yorkie antes de bajarme del carro.
—¿Qué carajos están viendo? —murmura cuando comenzamos a caminar hacia la escuela.
Me río entre dientes.
—Pues estaban mirando tu Porsche. Pero ahora… —La miro deliberadamente. Esos apretados leggins, exhibiendo sus piernas… la camiseta larga, el cuello V, exhibiendo un buen escote, y esa jodida y pecadora chaqueta de cuero… ¿se pregunta qué están mirando?—. Eres el juguete nuevo, nena —murmuro en su oído—. Y todos quieren jugar. —Lo que me recuerda…—. Avísame si van tras de ti.
Se ríe sin humor.
—¿Para que puedas darles una paliza? —Su sonrisa es enfermizamente dulce y llena de sarcasmo—. Dios, qué gran héroe eres, Cullen.
—Jódete —digo, abriéndole la puerta para pasar—. Ahora, ahí está el letrero —explico, señalando el letrero que la llevará a la oficina del director para que pueda registrarse o esas mierdas—. Creo que tenemos cuatro clases juntos, pero ninguna hoy. —Cuatro clases. Las únicas clases avanzadas que va a tomar. Me pregunto si es una estudiante promedio de ocho y, si lo es, ¿se volverá loco papá? Espero que no—. Aunque sí tenemos la hora de la comida juntos, así que te veré más tarde.
—De acuerdo, nos vemos —suspira y se va.
Suelto un silbido bajo al verla, ante lo cual me enseña el dedo sobre su hombro. Me río, porque tiene fuego en ella. Tengo que apreciar eso. Hace que el sexo sea mejor.
Es entonces cuando noto todas las miradas que estoy recibiendo. Basta decir que no toda esta gente fue a la fiesta del fin de semana, porque si hubieran ido, ya sabrían sobre Tinks… y sobre mí, más bien. Tinks está fuera de límites y se supone que nadie debe saber sobre nosotros. Por nadie me refiero a los adultos.
—¿Qué? —espeto, fulminando con la mirada a unos cuantos perdedores reunidos en el pasillo—. Si me miran por más tiempo, les voy a cobrar, carajo.
Con eso, se dispersan y yo camino hacia el casillero de Yorkie.
Por supuesto, conozco la combinación, y una vez abierto, dejo mi fólder adentro. El fólder con la tarea que terminé ayer.
Listo. Ya está hecho.
~CLO~
—¿Y cómo te va en tu primer día? —le pregunta Rosalie a Tinks cuando ocupo mi asiento en nuestra mesa—. Ya eres la charla de la escuela.
Sí, ya lo escuché, carajo.
—Oh, me encanta aquí —responde Tinks sarcásticamente, haciendo reír a Rosalie.
—Lo sé. Tampoco puedo esperar para salir de aquí.
Ante el último comentario de Rubia, miro a Emmett, no me sorprende verlo apartando la mirada. Él no irá a la universidad. Es un chico de pueblo. Le gusta aquí. Su papá es dueño de la única cafetería de Forks y Emmett se hará cargo algún día. Rosalie es todo lo contrario. No puede esperar para salir de este lugar. Creo que irá a LA o alguna mierda así.
—Pero en serio —dice Tinks, bajando la voz—, todos se preguntan si me estoy follando a Cullen. —No me mira. Solo mueve su mentón en mi dirección—. Tengo que admitirlo, ya estoy cansada de escuchar a las chicas de aquí. Sus pensamientos sobre él me hacen querer vomitar.
Rosalie se ríe ruidosamente, incluso hace la cabeza hacia atrás.
—Estás buscando problemas, carajo —resoplo, moviendo el brazo de Tinks con el mío. Se gira en su asiento para encararme por completo y pone su mano en mi muslo. Mucho mejor—. Cuidado con lo que dices, Tinks —añado en voz baja, acercándome a ella. Su respiración se entrecorta. Solo una vez, pero es suficiente—. Porque ambos sabemos que me deseas.
—Crees que eres un dios, ¿no? —susurra en mi oído.
Cubro su mano con la mía y la guío hacia mi endurecida polla.
—No importa lo que soy. A pesar de eso, lo deseas.
Y esa es la verdad.
—Amigo, hay maestros por todo el lugar —me recuerda Emmett, y me recargo de nuevo en mi silla.
—Como sea —murmuro, abriendo mi refresco. Pero tiene razón. Debo tener cuidado. Tengo mucho que perder—. Entonces, ¿qué pasará esta semana? ¿Alguna fiesta?
—Estoy seguro que ya saldrá algo —dice Peter, alzando la vista de su bandeja de comida—. Por cierto…
Lo interrumpo porque Yorkie se acerca a la mesa con el fólder en su mano.
—Es otro diez, espero. —Le sonrío al perdedor.
En la periferia, puedo notar que tengo la atención de Tinks.
Yorkie no dice nada, claro, porque es un gallina de mierda. Solo me entrega el fólder antes de irse.
Idiota.
—¿Qué es eso? —pregunta Tinks.
No respondo, pero Emmett sí, riéndose entre dientes.
—No creíste que Cullen saca puro diez estudiando de verdad, ¿cierto?
—Le paga a Erick Yorkie para que haga toda su tarea —añade Rosalie, mirándome con desagrado.
Le enseño el dedo a la perra.
—Espera, ¿entonces no estudias para nada? —Tinks me mira con incredulidad.
Me encojo de hombros.
—Estudio hasta el infierno justo antes de las pruebas, pero eso es todo. —Me río entre dientes—. Tengo mierdas más importantes que hacer que ser un jodido perdedor.
Me lanza una mirada extraña, se me queda viendo durante un latido, y no lo apruebo, carajo. No soy un maldito problema matemático que ella puede resolver, así que me volteo otra vez hacia los chicos y empezamos a hablar de deportes.
~CLO~
Al terminar la escuela dejo los doscientos dólares que le debo a Yorkie en su casillero.
Luego me voy al hospital.
La doctora Sarah Black me saluda afuera, cantando halagos para papá.
Ella piensa que es maravilloso que quiera honrarlo al seguir sus pasos y convertirme en doctor.
Quiero vomitarle encima.
Pero no lo hago. En lugar de eso, pretendo ser el chico de oro mientras me muestra los alrededores y habla de lo que estaré haciendo aquí tres días a la semana después de la escuela. Hablaré con pacientes, ayudaré a las enfermeras, responderé llamadas…
También pregunto sobre los otros voluntarios y descubro que hay cuatro chicas de la preparatoria de Forks que pasan aquí varias horas por semana. Bree Tanner —una nerd, creo— quiere ser partera, así que usualmente está en el ala de maternidad. Angela Weber —la mojigata hija del ministro— quiere ser enfermera de la unidad de cuidados intensivos neonatales, así que también pasa su tiempo en el ala de maternidad. Luego tenemos a las hijas de la doctora Black. Rachel y Rebecca —que recientemente se transfirieron de La Push a Forks— y ambas son voluntarias en el hospicio.
Las evitaré a todas, y cuando se esparza el rumor de que soy voluntario en el maldito hospital, le diré a la gente que mis padres me comprarán mi propia casa cuando me mude a la costa este para la universidad. Eso debería funcionar.
¿Cierto?
Tal vez ni siquiera debería esperar a que se esparzan los rumores. Puedo decirle yo mismo a la gente, lo cual podría hacerles saber que no es nada de lo que me siento avergonzado.
~CLO~
Después de la cena con mamá y Tinks, todo lo que quiero hacer es drogarme y tener sexo. No necesariamente en ese orden, pero dudo que pueda convencer a Tinks de dejarme que nos grabe a menos de que esté drogada. Y carajo, de verdad que quiero hacerlo. Será un recuerdo que llevaré conmigo a la universidad. Además, después de mi charla con papá de hace rato, necesito algo bueno en mi vida. Lo llamé en cuanto salí del hospital y le conté sobre mi encuentro con la doctora Black y, como estaba predicho, tan solo con su voz envió estremecimientos por mi espalda. No importa que no estuviera amenazándome o reprobándome. Eso es lo que su presencia me causa.
En fin, Tinks y yo nos llevamos mi carro, de lo cual me arrepiento pronto porque si ella hubiera llevado su propio carro, yo tendría silencio ahora.
—Sí que te fuiste rápido hoy al salir de la escuela —comienza diciendo eso.
Miro en el retrovisor, viendo nuestra casa hacerse cada vez más pequeña.
—Tenía que lidiar con unas mierdas en el hospital. —Cuando llego a la calle principal, giro a la derecha, lejos de Forks y hacia la cabaña, que está ubicada entre Forks y Port A—. Me ofreceré como voluntario ahí —añado. Bien podría quitarme esto de encima.
—Eso no suena como algo que tú querrías hacer —responde secamente.
—No lo es. —Piso un poco el acelerador—. Pero mis padres me darán una casa cuando me mude… si paso unas cuantas horas en el hospital. Es muchísimo mejor que los dormitorios, ¿cierto?
No dice nada en respuesta, y mantengo la mirada en la carretera.
.
.
—¿De verdad dejas que un tipo haga toda tu tarea?
Resoplo una carcajada.
—Le pago, carajo.
Le pago para que haga creer a los otros que él es el que hace las tareas.
Yorkie no hace preguntas, y me teme demasiado para delatarme.
—Pero tus padres piensan que eres un tipo inteligente…
Soy un tipo jodidamente inteligente.
—¡Y vas a ir a Johns Hopkins, con un carajo! —exclama, y en serio no puede dejar el tema por la paz, ¿cierto?—. Esme no podía dejar de hablar sobre eso cuando estuvo conmigo en Phoenix.
La miro de soslayo.
—¿Cuál es el jodido punto?
—Eso —dice, girándose un poco en su asiento para verme mejor—. Piensan que has logrado tanto, y me pregunto cómo demonios vas a poder salir adelante en la escuela de medicina cuando no sabes ni mierda.
—Primero que nada —digo, girando en la carretera de tierra que lleva hacia el bosque—, es pre-medicina. Segundo, me las arreglaré.
Resopla.
—Como digas.
Sí. Como diga.
Es entonces cuando llegamos al final de la carretera de tierra, así que me estaciono rápidamente, apago el motor y me bajo del carro. Más que antes, necesito fumar con un carajo hasta que no pueda pensar coherentemente.
—Apúrate, ¿quieres? —espeto. En realidad, no pretendía decirlo tan bruscamente, pero no quiero que me haga un montón de jodidas preguntas. Ya llevo la cuenta de tantas mentiras que podría ahogarme en ellas. Es malditamente agotador, siendo honesto. Pero he trabajado duro para crear una fiera ilusión, y no quiero que Bella Swan lo arruine para mí. No cuando estoy tan cerca de salir de aquí.
Los siguientes minutos pasan en silencio, pero parece que Tinks está de un humor parlanchín.
Quién lo diría con un carajo.
—¿De verdad manejas hasta aquí todos los días solo para fumar?
Me encojo de hombros y acelero un poco el paso.
—Solía fumar en casa.
—¿Ya no? ¿Por qué?
Porque a papá no le gustaría que me destrozara el jodido cerebro fumando.
A mamá nunca le importó.
—Haces muchas preguntas —suspiro, finalmente viendo la cabaña adelante.
—Supongo que siento curiosidad.
Miro sobre mi hombro, captando su expresión al caminar detrás de mí. Labios fruncidos, cabeza ladeada… ojos jodidamente inquisitivos.
—Pues ya no la sientas —digo mordaz, terminando la conversación cuando llego a la cabaña. Abro la puerta de golpe e inhalo el olor a mariguana—. Ahora —me giro y encaro a Tinks mientras camino de espaldas en dirección a la cama—, sé una buena chica y desnúdate para mí, ¿sí? —sonrío torcidamente y me quito la chaqueta con un encogimiento—. En serio necesito una buena follada justo ahora.
Algo cruza sus ojos, algo oscuro, pero estoy demasiado tenso para prestarle atención. Demonios, no le presto atención a estas mierdas. Punto. No soy una jodida chica.
—Una buena follada —declara en voz baja, todavía parada en medio de la habitación.
—Así es. —Me siento en la orilla de la cama. Me quito los zapatos, los jeans, la camiseta. Saco el encendedor, la mariguana, el teléfono… sonrío. El teléfono, definitivamente lo saco.
—Pues para eso sirvo —la escucho decir suavemente.
Cierto, nena. Eres jodidamente espectacular.
Poniéndome de pie con solo el bóxer, enciendo un porro enrollado y camino hacia donde está parada.
—Ten. —Le entrego el porro y lo acepta. Y luego me pongo a trabajar. Le beso el cuello, desabrocho y bajo el zíper, empujo y jalo… hasta que su ropa está en el piso—. Vamos, nena. —Agarrando su mano, la jalo conmigo a la cama. Antes de que se siente, lleva el porro a mis labios y le doy una profunda calada, mirando cómo los ojos de Tinks se oscurecen, esta vez con lujuria. Contengo el humo en mis pulmones, cerrando los ojos momentáneamente para saborear la tranquilidad y el confort que se extienden sobre mí. Hace que me meza un poco en mis pies, pero se siente jodidamente bien.
Mis ojos se abren al exhalar, revelando una Tinks desnuda sobre su espalda… en la cama, se ve jodidamente preciosa.
La miro con hambre.
Mi polla se endurece dentro de mi bóxer.
Con cada calada del porro, ella se ve extrañamente más joven. Pero comprendo que no es por los años. Es por la inocencia. O algo así.
—¿Qué estás esperando? —pregunta suave, baja, ligeramente.
Sonrío.
Me uno a ella.
Cubro su cuerpo con el mío.
Se estremece.
Su mirada se nubla.
Esa sonrisa floja, contenta y relajada juega en sus labios…
Se ve despreocupada.
—Cierra los ojos —susurro, quitándole el porro. Lo hace, suspirando suavemente cuando empujo mi cuerpo contra el suyo con más fuerza. Con mi mano libre, me bajo el bóxer—. Eres jodidamente sexy —exhalo y llevo el porro a sus labios—. Abre.
Le da una calada y contiene el aliento.
Posicionándome en su húmedo coño, empujo gentilmente en un intento por calentarla más. Sé que ya está jodidamente excitada —sus pezones duros, su piel sonrojada y su humedad me lo indican— pero quiero más. La quiero necesitada y desesperada. Quiero que se olvide del jodido tema del condón.
Cierro mi boca sobre la suya.
Ella exhala y yo inhalo.
—Mmm… —musita, arrastrando sus cortas uñas por mi espalda.
Siseo de placer.
—Condón —gime. Olvídalo, Tinks—. Te necesito, Edward…
—Carajo, nena —exhalo, capturando una vez más sus labios con los míos. Por alguna razón, me encanta cuando dice mi nombre. Oh, jódanme. Puedo sentir la perforación de su lengua, recordándome que quiero sentirlo en mi polla. Pero no ahora—. Eres tan jodidamente sexy —gimo, guiando mi polla entre los suaves y húmedos labios de su coño.
Le doy una calada al porro, simultáneamente frotando la cabeza de mi polla en su clítoris. Eso la hace gimotear, un sonido que amo, carajo. Con los ojos todavía cerrados, ella abre la boca, probablemente al haberme escuchado darle la calada, así que capto la indirecta y exhalo en su boca.
Eso es lo último que queda, así que tiro el porro en la lata medio vacía de refresco que está junto a la cama. Luego agarro mi teléfono, porque no hay forma en que me vaya a perder esto. No puedo tener suficiente de esta jodida chica, y tengo toda la intención de capturar al menos unos cuantos de nuestros momentos.
—¿Puedo grabarnos mientras te follo, nena? —susurro suavemente en su oído. Se tensa ligeramente, así que me apuro en añadir—: Sin caras. Solo mi polla mientras entra y sale de ti. —Ante eso, ella gime y se estremece. Jodidamente increíble—. Mmm, lo deseas, ¿cierto?
—¡Carajo, Edward! —Se arquea hacia mí. Ya casi la tengo—. Jesús, solo fóllame ya.
Con placer.
Deslizándome hacia su resbaladiza entrada, respiro profundamente antes de entrar de golpe.
—Hijo de puta —digo entre dientes dolorosamente apretados. Entierro la cara en el hueco de su cuello, con los ojos cerrados con fuerza, mientras intento controlarme. Ser un adolescente conlleva unas cuantas cosas negativas, y el aguante es definitivamente una de ellas—. Te sientes tan bien —gimo, saliéndome lentamente antes de empujar de nuevo.
Caliente.
Mojada.
Apretada.
—Edward —maúlla—. Carajo, te dije que usaras un…
La interrumpo con un beso.
—Shhh, nena —murmuro sobre sus labios—. ¿De verdad quieres que me detenga justo ahora? —respiro pesadamente y empiezo a follarla con fervor—. No me correré en ti, lo juro carajo, pero… oh, carajo. —Agarro su culo con mi mano libre y me froto contra ella—. Déjame escucharte, Tinks —gimo—. Dime que quieres que continúe.
Soltando el celular, meto la mano entre nuestros cuerpos y empiezo a frotar su clítoris.
—Oh, sí —gime, echando la cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello para mí—. No te detengas, no te detengas. Oh, mierda…
Sonrío.
Así es, nena. Toma mi polla.
Pero quiero más, y no he olvidado mi teléfono, que está junto a su almohada. Así que, con un ágil movimiento, nos doy la vuelta.
—Móntame —jadeo—. Voy a grabarnos.
Ella gime en voz alta, usando mis muslos como punto de apoyo, y luego me folla.
Lenta y profundamente.
Con cada meneo de sus caderas, gimo.
Y nos veo a través de mi teléfono.
Grabando.
Capturando.
Veo como mi polla, mojada por sus jugos, entra y sale de ella.
Siento cómo sus músculos se contraen a mi alrededor.
Parpadeo lentamente, atrapado en algo raro. Es como estar perdido. El placer me consume carajo, y dejo caer el teléfono… olvido el teléfono… ¿y siquiera estoy respirando? No tengo ni jodida idea, pero de repente mis manos están en sus caderas y la jalo con fuerza hacia mí, haciéndonos gritar a ambos. Euforia. Vértigo. Y luego ella se está corriendo. Y luego yo me estoy corriendo. Cada músculo en mí se tensa. Mis jodidos dedos se retuercen. Mis muslos sufren espasmos. Mi polla punza en su coño. No, no estoy respirando.
—¡Carajo! —la escucho jadear antes de colapsar sobre mi pecho.
Ambos estamos jadeando pesadamente. Puedo sentir su acelerado corazón sobre mi piel, su cabello en todas jodidas partes, sus manos en mis bíceps, ¿mis manos…? Oh, ahí. Por supuesto. Mis manos están en su culo. ¿Dónde más?
Sudando, jadeando, parpadeando, regresando lentamente a la realidad.
Es cuando nos golpea el cansancio y me quedo dormido unos segundos después de ella.
~CLO~
Me despierto antes que Tinks, y es solo porque no puedo soportar los desastres sucios. Pues ahora tengo uno. En mi jodido muslo. Jesús, es su coño. Hago una mueca al comprender que me corrí dentro de ella, algo por lo que se sentirá jodidamente enojada cuando se despierte.
Después de desenredarme lentamente de ella, uso una de las fundas de almohadas para limpiarnos, y no es fácil. La cabaña está a oscuras, solo la tenue luz de la luna se filtra a través de las ventanas, así que tardo un rato antes de encontrar y separar nuestra ropa. También está bastante helado en la habitación —no hay fuentes de calor— y me estremezco mientras me pongo la ropa que está igual de fría.
Al terminar me siento en la orilla de la cama.
—Tinks, despierta —digo en voz baja, rozando su brazo con mis dedos. Su piel es tan malditamente suave. Me encuentro sonriendo un poco cuando miro su hermosa cara. La luz de la luna pinta de blanco su piel, y el contraste entre su piel y sus largas y oscuras pestañas… sí, es jodidamente hermosa. No hay otra palabra. Excepto por… deslumbrante. Es caliente, sexy y preciosa también, pero esas palabras no lo capturan por completo.
—Nena, ¿puedes despertar para mí? —Le acomodo gentilmente un mechón de cabello detrás de la oreja, sintiendo una punzada de algo en mi pecho.
—Todavía no —murmura adormilada y esbozo una sonrisa. Sigue dormida—. Cinco minutos más, Alec…
¿Qué demonios?
Me levanto de la cama en un segundo.
¿Alec? ¿Quién carajos es Alec?
¿Un novio de Phoenix? ¿Exnovio de Phoenix?
¿Y por qué me importa?
¿Me importa?
Antes de poder pensarlo más, sacudo la cabeza y me río con amargura para mí.
Al carajo con esto.
—¡Despierta, Bella! —espeto.
Eso lo consiguió.
Creo que la tensión que emito en ondas evita que ella hable mientras nos dirigimos a casa.
Bien.
Cuando finalmente llegamos a casa, me doy una ducha rápida antes de meterme a la cama.
~CLO~
El martes presumo sobre la casa que mis padres me comprarán si me ofrezco de voluntario en el hospital por un tiempo. Emmett y Peter se creen esa mierda y, por un segundo, incluso yo olvido que estoy mintiendo. Estoy sonriendo y chocando el puño por mi buena suerte como si no hubiera un mañana. Pero sí hay un mañana, miércoles. Y ese es el día que me despierto con un humor familiar. Hay ceños fruncidos y chasquidos. Como muy poco, y no descarto rogarle a Tinks por una follada. Lo que hago con un carajo después de mi turno en el hospital. Ruego. Pero no me importa. Solo necesito unas horas donde no piense, donde no me preocupe, donde no tema el mañana, el día en que papá regresa a casa.
Tardo horas, pero finalmente cede y manejamos hacia la cabaña, nos drogamos tanto que ni siquiera es gracioso. Y follamos. Dios, follamos con fuerza.
Ella incluso me da una mamada y yo… yo… no hay palabras, ¿de acuerdo? Puede chupar polla como una profesional, lo que le digo por accidente. Pero ella no se enoja. Supuse que sería un poco insultante escuchar esa mierda, pero ella solo me lanza una sonrisa con labios apretados antes de tomarme dentro de ella. En realidad, lo único malo es que se niega a ceder cuando se trata de usar condón. Eso apesta, pero preferiría follarla con un condón que no follarla en absoluto.
Más tarde esa noche, cuando llegamos a casa, Tinks desaparece en su habitación, y yo regreso de golpe a la realidad.
Papá regresará a casa mañana.
El sueño no me encuentra.
En lugar de eso, estudio. Usando los libros de texto y diarios médicos de papá, leo y memorizo. Él ya ha metido mucha información en mi cabeza que cubrirá mi primer año, así que agarro unos cuantos libros que me ha dicho son para mi segundo año. No estoy diciendo que esté listo para el segundo maldito año, estoy diciendo que papá me ha entrenado bien. Estoy preparado y esas mierdas.
Por supuesto, ya sé cuáles clases estaré tomando. Son las mismas que papá tomó. Los mismos crédito extras, los mismos campos de estudio, lo mismo todo.
Él todavía está suscrito a Hopkins Medicine, la revista de la universidad, y todos los libros de texto están actualizados.
Después de unas cuantas horas de lectura, camino hacia el minibar junto a mi cama y agarro un refresco. También me cambio la ropa y me pongo una pantalonera gris antes de regresar a mi escritorio. Justo cuando mi culo golpea la silla, escucho un golpe proveniente de la habitación de Tinks y sin pensarlo salgo de mi habitación para entrar a la suya. Son casi las tres de la mañana, así que me pregunto qué demonios está haciendo. Lentamente, sin hacer ruido, abro su puerta. A diferencia de mí, ella no le pone seguro a la suya… evidentemente.
La habitación está muy oscura, lo cual encuentro raro ya que creí que estaba despierta. Maldición, casi esperaba atraparla saliéndose por la ventana, de ahí mi sigilo, pero no sé por qué. Quizá es una ilusión, aunque no por ella. Yo desearía poder escabullirme y nunca regresar. Supongo que en cierta forma podría hacerlo. Ser indigente probablemente sea mejor que este lugar, pero faltando solo unos meses hasta la universidad… sí, no iré a ninguna parte. Estaré fuera de aquí muy pronto.
Sacudo un poco la cabeza, aclarándomela, y luego veo a Tinks en su cama.
También veo algo en el piso, justo junto a su cama. Una vez más camino hacia ella sin pensar, me agacho y agarro… uh, un portarretratos. Debió tenerlo en su cama y lo tiró o algo así. Como sea. Miro la foto, reconociendo a sus padres de las otras fotos que he visto. Aunque esta foto en particular es nueva. Bueno, es nueva para mí, y ya que husmeé por aquí hace unos días, me pregunto dónde ha tenido escondida esta… cuando no está en la cama con ella, claro.
Concentrándome en la foto que tengo en mis manos, veo las enormes sonrisas en Charlie y Renée. Creo que Tinks tomó la foto, porque puedo ver una mano en la foto —borrosa y desenfocada— alzándole el pulgar a Charlie y Renée. Sonrío ante eso por alguna razón, y me pregunto si la tomaron en unas vacaciones familiares. Las ridículas camisas hawaianas sugieren eso… y sus rostros ligeramente bronceados. Lo mismo aplica para el fondo; obviamente están en un restaurante. Uno exótico. Hay bebidas coloridas en la mesa, con sombrillas y otras decoraciones metidas en ella. Donde sea que estén, la primera cosa que notas sigue siendo las sonrisas. Eran una familia feliz. El brazo de Charlie está posado sobre los hombros de Renée, y ambas manos de Renée cubren la mano libre que Charlie tiene en la mesa.
Aprieto los dientes, abrumado con envidia.
Nunca tuve eso.
He visto lugares. Lugares elegantes. Papá nos ha llevado a mamá y a mí a Londres, Tokio, Nueva York y San Francisco. Por nombrar solo algunos, pero no fue así, no como lo que los Swan claramente tenían. Papá nunca sería atrapado vivo usando una camisa hawaiana. Nunca abrazaría así a mamá. Demonios, ni siquiera sonríe. Sonrisitas burlonas, sí. Sonrisas, no.
—Oh Dios, no…
Alzo la cabeza de golpe, y mi corazón empieza a martillear con miedo. ¿Se despertó? ¿Me atrapó? Pero no. Está dormida y… evidentemente habla dormida. Tampoco parece ser un sueño placentero. Su cara está contorsionada por el dolor.
—No… él no lo haría…
Frunzo el ceño.
—No es cierto —gimotea.
De acuerdo, obviamente es hora que me largue al carajo. Apenas puedo lidiar con mis propias pesadillas, lidiar con las de Tinks es demasiado. De todas formas, probablemente son sobre sus padres. Algo que puedo entender. Si yo hubiera tenido a sus padres, probablemente también les lloraría.
Después de regresar la foto al piso donde la encontré, salgo de su habitación tan silenciosamente como entré.
