Disclamer: Todos los personajes y parte de la trama pertenecen a Thomas Astruc y Jeremy Zag, yo solo escribo para divertirme y sin ánimo de lucro.
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Nota: He decidido participar en el reto #MarichatMay porque el marichat es uno de mis shipps favoritos y como el año pasado me quedé sin tiempo, pues espero resarcirme este. Trataré de llegar lo más lejos posible y no retrasarme demasiado a la hora de subir los relatos. ¡Espero que os gusten!
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Maullidos a la Luz de la Luna
(Reto Marichat para el mes de Mayo)
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Día 5: Pesadillas
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Al principio había tal oscuridad que no pudo distinguir dónde estaba.
—¿Hola? —murmuró y su propia voz pareció acecharle durante unos segundos—. ¿Hay alguien?
Todo se veía negro. No, negro no. Más bien gris oscuro. Un espacio sin formas ni más color frente a sus ojos y que parecía moverse mientras que él permanecía parado en su centro. Repleto de sombras y borrones confusos.
Apretó los labios.
También hacía frío y silencio. Oía su respiración como si una multitud de personas respiraran con él, pero sabía que estaba irremediablemente solo. No había nadie más allí.
Cuando se atrevió a dar un paso, el escenario cambió de repente. Como si alguien hubiese abierto una ventana, aparecieron brillos y reflejos deslumbrantes que dibujaron líneas en las que se recortaron figuras que él creyó reconocer. ¿Muebles? ¿Cuadros? ¿La barandilla de una escalera que subía? Parpadeó ante esa luz intensa y al mirar otra vez, se encontró en uno de los pasillos de su casa.
Él sabía que era su casa, aunque aquel corredor parecía extenderse kilómetros y kilómetros para abrirse, después, en cientos de bifurcaciones distintas. Era imposible saber el número de puertas que aparecieron ante sus narices, todas cerradas. El frío se estaba haciendo insoportable en sus brazos descubiertos, en sus manos, en su rostro, hasta en sus orejas.
Adrien respiró y creyó ver vaho escapando de sus labios.
¿Por qué hacía tanto frío en su propia casa?
—¿Padre? —llamó. Pero la palabra hueca rebotó entre las paredes y fue devorada por la inmensidad del pasillo—. ¿Nathalie? —Probó de nuevo, y el resultado fue el mismo. El chico, desorientado, se frotó las sienes con las manos congeladas—. ¡¿Mamá?!
Nadie. No había nadie allí.
Ahora se acordaba… estaba solo. Y cuanto más caminaba por ese lugar desierto, más real se hacía esa idea en su mente. Estaba solo y perdido. No era una circunstancia muy novedosa pero, de algún modo, parecía diferente a las otras veces.
Siguió caminando y comprobando los picaportes de las puertas que se encontraba a su paso; todas estaban cerradas para él, salvo una. Y cuando se atrevió a mirar dentro, vislumbró una solitaria figura que le daba la espalda. A pesar de ello, la reconoció enseguida.
—¡Kagami! —exclamó él, aliviado. ¡Sí que había alguien! Se dirigió hacia la chica con la mano extendida pero cuando casi estaba a su lado, ella se volvió con su espada de madera en alto. Cortó el aire con un movimiento mortífero y apuntó con ella a la cabeza del chico, que se quedó sin aire al ver su expresión furiosa—. ¿Kagami?
—Mentiroso —replicó ella. Flexionó sus piernas y sus brazos, lista para atacar. Sus ojos, en otro tiempo cálidos, ahora se estrechaban en una línea de fría ira contra él—. Me has mentido muchas veces, Adrien.
. Confiesa.
—Yo no quería mentir —Se excusó, desesperado—. ¡No tuve otra opción!
—Mientes otra vez. No puedo creer nada de lo que digas.
—Pero esta es la verdad.
—No fuiste un buen novio. No estuviste a mi altura —Respondió ella, apretando los dientes—. Creía que eras perfecto, pero eso también era una mentira.
El chico retrocedió, culpable y avergonzado.
—Yo nunca dije que fuera… perfecto.
Bajó la mirada, consternado y al alzarla de nuevo la chica ya no estaba. A pesar de todo, el miedo se hincó en su pecho con mayor ferocidad.
—¿Kagami? —murmuró. Giró sobre sí mismo, buscándola en los rincones oscuros de ese cuarto—. ¡Kagami! —No estaba. No había nadie. Entonces, levantó las manos—. ¡Plagg! —Le llamó con desesperación pero el Kwami tampoco apareció.
Ahora sí, asustado, Adrien corrió hacia la puerta y salió de nuevo al pasillo.
Al cruzar el umbral sintió que la energía mágica de su Kwami le recorría por entero. Se detuvo de golpe para mirarse las manos y el resto del cuerpo.
¡Se había transformado sin si quiera decir las palabras!
No entendía lo que estaba pasando pero entonces captó, valiéndose de su especial oído, un sonido por encima de su cabeza, en el piso superior. Logró encontrar las escaleras que le llevaron hasta el rellano donde estaba su habitación.
¿El ruido provenía de ahí?
Se acercó con sumo cuidado al notar que la puerta estaba entreabierta y que de la rendija se escapaba un brillo; una luz suave que nada tenía que ver con la fría luminosidad anterior que le hirió los ojos.
Los ventanales de su cuarto le mostraron un inmenso cielo, con una luna aún más grande y resplandeciente que derramaba su luz dorada por el suelo. En el centro de la estancia había una nueva figura.
Marinette.
Su corazón dio un brinco de alivio y felicidad al verla. Sin pensar, corrió hacia ella.
—¡Marinette! —Pero de nuevo, algo no parecía estar bien. El cuerpo de su amiga parecía encogido y que se agitaba con temblores nerviosos. El chico, prudente, se paró y miró a su alrededor. Entonces vio algo que le heló el corazón.
La puerta de su armario estaba abierta.
La chica se giró lentamente hacia él. Su cabello estaba suelto y no recogido en sus habituales coletas, enmarcaba su rostro de un modo adorable salvo porque sus ojos estaban inundados por la pena y la decepción. Entre sus manos, pequeñas y delicadas, estaba el paraguas.
—Marinette…
—¿Por qué escondiste mi paraguas, Chat Noir? —le preguntó con una vocecilla aguda e inestable—. ¿No pensabas devolvérmelo?
—¡Claro que sí! —exclamó, aunque no estaba seguro de que eso fuera verdad—. No lo… escondí, yo solo lo guardé. ¡Para no perderlo!
La chica abrió los ojos, impactada y su expresión se rompió en pequeñas lágrimas plateadas.
—Estás mintiendo… —Le acusó, sobrecogida y retrocedió, abrazando el paraguas contra ella—. ¡Eres un mentiroso!
—¡No! ¡No lo soy! —chilló él, compungido. No, no, no podía estar pasando eso. Marinette no podía pensar lo mismo de él que Kagami—. Yo no quiero mentir… —Le aseguró—. Vale, tal vez escondí tu paraguas porque no quería verlo pero… ¡seguro que te lo habría devuelto!
. ¡Tienes que creerme!
Marinette negó con la cabeza.
—Yo ya no puedo creer nada de lo que dices…
—¡Sí puedes! ¡Te lo prometo! —insistió él. Avanzó hacia ella, alargando los brazos—. Por favor, te contaré toda la verdad… todos mis secretos —Y era cierto, estaba dispuesto a desvelarlo todo de una vez con tal de que ella no le creyera un mentiroso. Sus manos casi rozaron los hombros de la chica—. Por favor, déjame que te cuente…
—¡No! —Ella se revolvió y huyó. Su expresión triste empezó a endurecerse con enfado—. No quiero tus verdades, Chat Noir, ahora ya no.
—¡Pero, deja que te explique…!
—¡Tampoco quiero tus explicaciones!
—¡Marinette, por favor!
—¡No te quiero a ti, Chat Noir! —reveló ella, tan seria y aterradora que el mundo entero enmudeció. El chico se quedó paralizado, sin fuerzas, sintiendo que el corazón se le rompía en mil pedazos. Marinette bajó la vista hacia el paraguas y su voz se suavizó—. Tú no eres el chico al que más quiero —Volvió a mirarle, fría, al tiempo que giraba su cuerpo—. Adiós.
¿Adiós? Pensó, derrotado.
No, no podía dejar que se fuera.
—Marinette, espera —La llamó, pero la figura de su amiga se estaba alejando a una velocidad increíble, apenas si podía verla al fondo del cuarto. Trató de ir tras ella pero apareció una jaula en torno a él y el pánico le mordió los músculos—. ¡No! No, no… —Murmuró, aterrado. Sin pensar, levantó su mano—. ¡Cataclism! —Pero el poder no acudió como lo hacía siempre. Ahora le costaba respirar. Miró entre los barrotes, la chica casi se había desvanecido—. ¡Marinette! ¡No te vayas!
. ¡No me dejes solo!
Pero se fue. El horizonte oscuro se la tragó en un segundo, y un estremecimiento agitó la habitación, como si esta fuera a venirse abajo. La luna se apagó y él se supo aislado y atrapado, puede que para siempre.
Sin esperanzas de poder escapar, ni de recuperar a su amiga.
Sin ninguna esperanza.
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Adrien despertó, propulsado hacia delante en su cama y quedó sentado en el colchón, totalmente confuso.
Sentía un calor asfixiante dentro de él, pero por fuera el aire frío se le pegaba al rostro y al cuello, empapados de sudor. El corazón le martilleaba en el pecho como si fuera a explotarle de un momento a otro, la cabeza le dolía por mil sitios distintos, el miedo… un miedo irracional e instintivo le recorría cada centímetro del cuerpo.
Espantado, miró hacia su armario.
—¿Qué pasa? —gruñó Plagg, malhumorado, cuando el chico encendió la lámpara y saltó de la cama. Se precipitó al mueble, lo abrió y se topó cara a cara con el paraguas que parecía burlarse de él—. ¿Qué estás haciendo? —Volvió a cerrar el mueble y regresó a la cama. La cruzó a gatas hasta la mesilla del otro lado y agarró el amuleto encantado.
Sentir su suave peso en la palma le tranquilizó. Apretó los párpados y, ahora sí, trató de controlar su respiración.
Plagg voló hasta colocarse ante él.
—¿Se puede saber qué te pasa? ¡Es casi medianoche!
—Ya… —susurró el chico, entre resoplidos.
—¿Y por qué actúas como un loco?
—He tenido… una pesadilla.
—¿Eso es todo? —Plagg lanzó una pedorreta al aire—. ¡Eso no es nada! ¡Venga, un trocito de queso, buenas noches y a dormir! —Pero Adrien dio un respingo.
—¡No! —replicó, pasándose la otra mano por la cara. No podría dormir, de ningún modo, mientras siguiera tan nervioso. Tenía que calmarse…
Ese sueño no había sido particularmente aterrador, al menos no como otros que había tenido tras la desaparición de su madre o incluso con algunos de los villanos de Lepidóctero. No obstante había sido muy angustiante. Solo recordaba un sueño igual. Uno que tuvo tras aquella pelea contra Mayura en la que conjuró un sentimonstruo idéntico a su lady. Todavía se le encogía el estómago al recordar el modo simple e inevitable en que la copia de la heroína había desaparecido ante sus ojos.
La facilidad con que podía llegar a perder a la verdadera si no se andaba con cuidado.
¡¿Por qué había soñado algo tan terrible?!
Entendía lo de Kagami pues la ruptura era reciente y la culpa por sus actos aún le devoraba. También reconoció sus miedos recurrentes; estar solo, perdido, encerrado…
Pero lo de Marinette no lo entendía.
¿Por qué?
Él estaba seguro de que, aun en el caso de que ella descubriera que había guardado su paraguas, no se enfadaría por algo así. ¿Verdad? ¡Solo era un paraguas!
O… quizás no pensó, observando el amuleto en su mano. Mejor que nadie él podía entender la importancia de ciertos objetos, más aun cuando te los regalaba alguien importante.
¡Pero ella no le rechazaría solo por eso! ¡Eran amigos!
Amigos… repitió en su mente.
Tú no eres el chico al que más quiero
¿Por qué le había dicho eso? ¿Por qué le había dolido tanto oírlo? Si era algo que él ya sabía.
¡Por supuesto!
A Marinette le gustaba Luka y eso le parecía bien. Pero ella no había dicho el chico que me gusta y eso le hacía pensar en otro. Le hacía pensar en el chico del paraguas, el chico misterioso cuya identidad seguía siendo un secreto para él pues, aunque había tratado de sondear a Nino al respecto, este no había soltado prenda.
El chico al que más quiere Marinette pensó, con aterradora verdad. No es Luka. Ni es Chat Noir, claro. Y mucho menos yo. Respiró hondo, con una desazón en el estómago. Es ese otro chico…
El chico sin rostro, cuyo fantasma lo acechaba desde el armario de un modo cada vez más atosigante y real.
—¿Estás mejor? —le preguntó Plagg. Negó con la cabeza—. ¿Y qué quieres hacer?
Se lo pensó un momento, apretando el amuleto en su mano. Normalmente ese gesto le reconfortaba pero esa noche, con los nervios aún a flor de piel, no era suficiente para calmarle.
—Necesito ir a ver a Marinette —decidió—. Ahora mismo.
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¡Hola a todos y a todas!
Día 5: Pesadillas.
Obviamente, el capítulo debía empezar con una pesadilla, jajaja. Y lo siento Adrien pero te ha tocado a ti.
Tenía la intención, al empezar este reto, de no usar siempre el significado más obvio de las palabras o de usarlas de un modo menos obvio, pero con esta no se me ocurrió otra cosa. Creo que este ha sido un capítulo cortito, jeje, pero como este y el siguiente van un poco unidos, no podía alargarme más.
Espero que os haya gustado ^^
Gracias a los que seguís leyendo y ayer me dejasteis comentarios en el capítulo anterior: Ialiceiamgodness, génesis, Marinette2020boo Muchas gracias por escribirme vuestras impresiones, me hace mucha ilusión leeros y me motiva a seguir escribiendo esta historia.
En fin, nos vemos mañana con una nueva palabra ^^
¡Besos para todos y todas!
-Erolady-
